“No te puedes cansar de repetir”, le decía tía Georgina a mi mujer Martica, haciendo referencia a la difícil crianza y formación de nuestros hijos. Lo paradójico del tema es que la tía de mi mujer y mía como consecuencia, nunca se casó y nunca tuvo hijos. Sin embargo, siempre le asistió esa inteligencia natural y madurez de los Tomé, sus estudios y, sobre todo, pienso yo, su dedicación a Dios y su iglesia durante toda su vida.
Esa frase de “nunca te puedes cansar de repetir”, la he repetido yo millones de veces y estoy seguro de que, por ese hábito de insistir, la repetiré muchas veces más. Tía Georgina en una cuenta matemática muy lógica decía, tienes que repetir 100 veces, sabiendo que le llegaran sólo 80, para que de esa cantidad le entren 60 y de ellas entienda 40, luego que razonen sobre 20 y con suerte hagan 5 o en el mejor de los casos 10, pero, no te puedes cansar, tienes que seguiré repitiendo.Quizás pueda tener el récord de los errores. Tengo además lo que yo llamo ventaja de que cada uno de esos errores son conocidos y han sido discutidos hasta ver casi emanar la sangre. No existen como secretos o trucos. Y esto es una ventaja porque puedo asegurar que los he pagado voluntariamente, por mucho. Vivo tranquilo, sigo mirando de frente y duermo bien. Me sirven cada día para tratar de equivocarme menos.
He vivido sin miedo, una vida rápida y a veces furiosa, tal como si el tiempo se me fuera a acabar y eso, esa manía de tomar decisiones, a veces o muchas veces bajo el impulso, no sólo me trajo problemas, sino que hizo que me equivocara y entonces en un segundo análisis tuviera que dar marcha atrás y volver a empezar. Para salvarme a mí mismo, también he tomado muchísimas decisiones bien tomadas. El balance a lo positivo es más que evidente.
Si algo ha marcado mi vida, es mi interés por mi familia. Ahora no hablaré de la grande, dentro de la cual me reconozco también algún mérito, sino sólo me referiré a la más cercana. A la que allá por los años 80 comencé a crear. Creo hoy que en eso me concentré, en medio de todo lo demás, lo que no debe significar algún mérito, es sencillamente algo que todos deberíamos hacer. He luchado menos por el dinero, por la ropa, por los carros.
¿Errores? Miles. Sencillamente fueron llegando en la misma medida que tomaba decisiones y sobre todo, trataba de aprender a ser marido y aprendía la difícil tarea de ser un buen papá. El camino ha sido largo, todavía estoy en él.Hoy como resultado, quizás de mi esfuerzo, quizás un poco también de la suerte, porque muchos otros factores influyen, vivo dentro de una familia sólida, bien formada, estructuralmente coherente y que, al igual que yo, no padece de los nervios.
El camino ha sido largo y me asiste el mérito, que yo mismo me reconozco, no me hacen falta fans, de no haberme cansado, de no estar aún cansado. Sigo poniendo sobre todo y todos, a esos integrantes de mi familia, que hoy, por suerte, ha crecido.
Cuba, años lindos de amor, pero también de sufrimientos. Momento. Salida de Yordan, el novio de mi hija para la República Dominicana, lugar a donde al poco tiempo, luego mi hija Jennifer se fue. No sabíamos si nos volveríamos a ver. Momento. Mi viaje a ese destino para unirme a mi hija y su marido, dejando a Martica y al Jonathan en Cuba. No sabíamos si no volveríamos a ver. Reclamación oficial de ambos. Momentos. Toda la familia reunida nuevamente.
Momento. Jennifer y Yordan salieron para Estados Unidos. Volvimos a separarnos. Ellos se instalaron en San Antonio, Texas. No sabíamos si nos volveríamos a ver. Un año y meses. Nuestra salida para Estados Unidos. Llegada. Miami, Florida, luego Lincoln, Nebraska por casi 10 años. Conversaciones, deseos, órdenes y negociaciones para volvernos a reunir.
Para cualquiera puede parecer que ha sido fácil, pero no es así. Ha sido largo, ha sido desgastante. Sólo puedo decir que, durante este tiempo, he luchado a brazo partido por estar cerca de los míos. Esa fue mi única importante misión.
Hoy, puedo estar feliz, lo ha logrado, es mi gran victoria, a lo que debo agregar que el resto ha hecho también su poquitico, nunca algo como esto se logra por la actuación de un solo integrante del equipo, pero yo he sido el monitor, el guía, el impulsor.
Hoy, a mis 60 años, vuelvo a vivir junto a todos los míos cercanos. Hoy entonces puedo decir que mi guerra, mi lucha, ha sido cumplida y vencida. Ahora estamos todos en San Antonio y no sin problemas, siempre existen los dichosos problemas, somos felices.
Los 60 años no son fáciles. Hasta hace muy poco, cuando escuchaba 60 me parecía una edad muy lejana, casi siempre vinculada a la vejez. Yo, el joven eterno. Hoy descubro, con enorme satisfacción obviamente, que estaba equivocado y mirándome en las fotos, donde me veo muy bien, sano y saludable, he comenzado a correr la edad de la vejez para los 70 años. Sigo apostando que a esa edad podré ir finalmente al parque Disneylandia.
Tengo 60 años y aún estoy empezando. Cada día me levanto a empezar, pero me levanto contento, aun los dolores o el mismo dolor que se mueve por diferentes partes del cuerpo cada día, no ha aparecido. La desaceleración propia de la madurez o de la edad sin ser aún muy maduro, me evita equivocarme con frecuencia. Sigo cometiendo errores, claro, pero ahora amparados, ya no por el desconocimiento, sino, muchas veces, por mi buena voluntad. Sigo repitiendo, incluso hasta cuando no se puede repetir. Me levanto contento, vivo junto a mi familia.
Entonces, nos fuimos a
celebrar. Dónde mejor en San Antonio, Texas, que, en un lugar abierto, rodeado de muchas personas, muchos niños, al cual Mia y yo somos
fanáticos, Bigz, donde se comen, entre otras muchas cosas, papas fritassssssss.
El 12 de marzo, es un día intenso. Siempre he imaginado que los jóvenes que atacaron el Palacio Presidencial en 1957 se estarían preparando para la misión al día siguiente. Nerviosos, excitados. Contentos, valientes. Temerosos. No era para menos, la acción que se cuenta en los libros de historia en dos páginas no era nada fácil. Imagino a José A. Echeverría, “Manzanitas”, repitiendo y repitiendo frente a un espejo aquello de “!Pueblo de Cuba!, …”, alocución donde anunciaría que Batista había sido ajusticiado en su propia madriguera, cosa que no sucedió.
Luego el 12 de marzo, pero de 1986, en una fiesta entre amigos, me casé, no con “nuestra linda, dulce y buena Estrellita”, la de aquel programa infantil “Amigo y sus amiguitos”, sino con la linda, dulce y buena Martica del programa Roly. Debo decir, que, con honor a la verdad, muchas veces, a veces muchas veces, la celebración del matrimonio queda opacada por lo de mi cumpleaños, cosa que puedo asegurar no estuvo planificada cuando escogimos la fecha, pero también puedo asegurar que, a deficiencia de celebraciones por ese único día del año, celebro mi matrimonio los otros 364 días restantes. Las Kardashian llaman a Martica para preguntarle cómo ha conseguido tanta felicidad. Sigo, entre otras cosas, fregando y limpiando baño.
Aquí les dejo una genial frase tomada de mi libro preferido, de mi película preferida y de mi actor preferido, nada más y nada menos que El Padrino. Difícil encontrar tantas cosas en el mismo lugar. Ella es la explicación de mi vida.
"Un hombre que no pasa tiempo con su familia, nunca puede ser un hombre de verdad”
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