CARTA ABIERTA A EDMUNDO GARCIA. (Segunda Parte).
Continuación.
Edmundo García, sigo sin las evidencias que tanto usted pregona. Pensándolo bien, a lo mejor como pregonero podría vivir decentemente en Miami. Sería más digno. Sigo sólo repitiendo lo que usted mismo ha dicho.Un buen día, usted, Edmundo García, desapareció de la TV nacional. Las causas, como muchas otras causas en Cuba, no las conozco. Pero de estas dos intervenciones como presentador, o sea, como repetidor de un guion que otra persona escribe, no recuerdo nada. Nada vinculado a la cultura, menos vinculada a la actividad pedagógica o académica, nada de un programa personal como protagonista, al estilo de Amaury Pérez, Alfredito Rodríguez, Hilda Ravilero, etc., buenos o malos, pero personales, por lo que no acabo de entender, creo que Fidel Castro, no muy amigo de los “intelectualoides culturosos” tampoco, de dónde le viene y usted disfruta lo de “profesor”. Si usted fuera serio, prohibiría que lo nombraran por esa categoría y se pusiera bravo, casi hasta no poder respirar como le pasa a menudo, cada vez que un seguidor por halagarlo o burlarse lo llama de esa forma, lo tendría que mandar a callar. Profesor, es una categoría seria, de reconocimiento a una obra, otorgada a alguien que brilla, que enseña, que ha dejado una huella. ¿Podría usted decirme cuál es su legado para la cultura cubana?
Desaparecido Edmundo de la vida pública en Cuba, le he escuchado decir, alardear, pavonarse, que es un gran jugador de billar, que se dedicaba a jugar billar por dinero. Creo que no podrá desmentirme. Entonces Fidel Castro lo odiaría por eso. Mientras un pueblo se iba quedando sin recursos, mientras las personas hacían largas filas para transportarse, conseguir algo de comida, mientras no había ni dónde hacer el amor tranquilamente, trabajando como mulos, haciendo guardias en los centros de trabajo y en las cuadras por los CDR, mientras cubanos morían tratando de independizar a otros pueblos, mientras Fidel daba discursos y llamaba al pueblo a marchar frente a la Oficina de la SINA con cualquier pretexto, daba igual un niño a reclamar que un elefante muerto en África, usted jugaba billar por dinero e imagino, conozco el billar, que tomaba y fumaba bien, pagado por usted o pagado por otros.
Usted nunca ha tenido banderas, entonces puedo verlo, rindiéndole a “amigos” nuevos cada semana. ¿Quiénes jugaban billar en Cuba? ¿El billar era un deporte por y para los revolucionarios? No Edmundo, el cubano de pueblo, ese que usted dice amar, representar y defender juega dominó, juega cubilete, los más jóvenes inteligentes y pacientes juegan a las damas y ajedrez en los parques, los más malditos juegan a las chapitas, pero, ¿al billar y por dinero? Fidel Castro, esté donde esté, porque es de tontos pensar que sus cenizas están dentro de una piedra en Santa Efigenia, lo debe estar odiando. Dentro de la roca deben estar las cenizas de una viejita sin familia o las de un perro destacado de guarda fronteras, las del “invicto” Comandante, teniendo en cuenta a los integrantes de su familia, deben estar mejor resguardadas. Pero bueno, no importa ahora dónde están, lo que, si es seguro, conociendo yo a Fidel Castro, que debe estar reunido con sus seguidores muertos también y en uno de sus órdenes del día, de seguro está el odio a la fórmula Edmundo García.
En algún momento se compró un apartamento y lo reconstruyó y montó con todos los hierros. ¿Cómo? Primero, por los años de que hablamos las casas y los apartamentos estaban prohibidos vender y comprar legalmente. La única forma, por décadas, de resolver un lugar donde vivir, fue apuntarse en una microbrigada y trabajar por años o competir en un centro de trabajo, matándose con algún otro compañero. ¿Fue usted microbrigadista?
Le he escuchado alardear de que compró un apartamento. Si, ha dicho que lo compró, entonces creo que tiene que haber sido bajo una de las soluciones cubanas, o sea, quedarse con un viejito sin familia, ayudándolo a morir lo más rápido posible o sobornando a las personas que trabajaban en la Vivienda, abogados, arquitectos, etc. Por cualquiera de estas formas, Fidel Castro lo odiaría, pues esas cosas, donde se incluyen el “sociolismo”, el chantaje, el soborno, el tráfico de influencia, fueron catalogadas por el Comandante como conductas indignas de un revolucionario comunista. Compró y armó un apartamento en la Habana Vieja, zona congelada por la Oficina de Patrimonio y la Oficina del Historiador de la Ciudad, entonces confiese, ¿A quién le pasó el billete o con quién se acostó o a quién echó pa´lante? Otra posibilidad, ¿Le dio el MININT un apartamento en ese lugar para convertirlo en centro de escucha y/o observación?
Luego lo he escuchado alardear también de que por años visitó las bodegas del Museo Nacional. ¿Cómo lo logró, me gustaría saber? Como le dije trabajé durante años en el Museo de la Ciudad dirigido por Eusebio Leal y estaba total y absolutamente prohibido, a cambio de sanción de quien lo permitiera, o sea, que alguien ajeno, no a la institución, sino sencillamente ajeno a la actividad investigativa y de control, llámese investigadores y técnicos museólogos, entraran a los almacenes donde estaban las piezas, documentos, fotos, etc., definidos como museables.
En esos lugares se almacena el patrimonio, no sólo del museo, sino muchas veces del país. Los trabajadores de otras áreas no podían entrar al almacén de piezas museables y tenían que esperar afuera del mismo cuando necesitaban algo o querían ver a unos de los compañeros de trabajo. La entrada al almacén era bajo estricta norma de confiabilidad y entonces usted, nada más y nada menos, que, en el Museo Nacional de Bellas Artes, sin trabajar en el lugar, sin estar vinculado a la cultura o historia en esa área, entraba y no sólo entraba, sino que se dedicaba a evaluar, estudiar, pienso que a cotizar las obras de arte. Tráfico de influencia no, Traficazo de Súper Influencia. No queda otra que pensar, o se refiere a un gran sociolismo o se refiere a un gran negocio de dinero, donde todos o muchos se mojaban. No existe otra explicación, conozco a Cuba, conozco al Museo Nacional, conozco el entorno, recuerde que soy historiador y no tengo una sola neurona. Puede ser a lo mejor, la mejor combinación de ambas cosas, influencia y dinero. ¿Cuándo descubrió a la Revolución Cubana, el comunismo, el sacrificio, la igualdad, la entrega y a su casi padre, o sea, ahora el suyo, Fidel Castro?
María Victoria Gil, Viki, dio una entrevista hace poco. Sigo pensando que ella es buena persona de sentimientos y en la entrevista aseguró que usted vendía obras de arte, más, fue capaz de reconocer que ella también vendía sus cositas, claro de menor valor. Y le creo, ella pareció sincera, cosa de la cual usted apenas ha hablado, ni desmentido. Durante todos estos años, muchos en Cuba, además de trabajar tuvieron que “luchar” para poder vivir o para sencillamente vivir mejor. Si, le creo porque si usted asegura que vivía como “Carmelina”, con varios carros de lujo o al menos de lujo para la Cuba revolucionaria, que pudo comprar y modernizar un apartamento frente a la Plaza Vieja, con todos los hierros, que jugaba billar por dinero, que se vestía con marcas, que podía entrar a trabajar en los fosos o almacenes de un museo como el Museo Nacional y que su dinero estaba en dólares en bancos radicados en Cuba, usted fue un negociante toda su vida. No me podrá decir que con el salario de presentador del ICRT, en dos programas de los llamados culturales, usted se podía dar esa vida. Fidel Castro lo odiaría eternamente, si lograra regresar de la muerte, lo volvería a odiar.
Viki incluso detalló un negocio de venta de cuadro a un italiano. Ahora los detalles no son importantes, pero lo involucra. ¿Por qué ella va a mentir? Pero además usted alardea de que posee una colección de pinturas. ¿Me va a decir que las obtuvo con su salario? ¿La seguridad del estado le pagaba extra tanto para que usted pudiera comprar obras de arte? ¿Colección de obras de arte en Cuba a su edad, sin proceder usted de las más connotadas y ricas familias cubanas? ¿Cómo?
Según usted no tiene causas pendientes en Cuba. Le creo, muchos otros delincuentes tampoco la tienen. Las causas en Cuba se manejan a conveniencia desde siempre. Los expedientes se archivan. Los amigos actúan. Se les pasa la mano a quién se quiere e incluso es más que conocido que muchos, con causas probadas de desastres, caen para arriba, “sana” solución de un gobierno para lavar sus heces. Entonces nunca estuvo usted en un calabozo. No conoce cómo es el sistema por dentro, más allá de cuentos, libros y películas. Yo si estuve, por muchas semanas y le cuento que aún, muchos años después, no lo he olvidado y es más, siendo sincero, no lo quiero olvidar. Esas son marcas, que se llevan por dentro, peor que las del tigre, porque las del tigre se ven y no causan dolor. El gobierno, en mi caso inocente, piensa que no pasa nada, es más fácil detener y encarcelar antes de investigar, al final, una disculpa y la vida, para ellos, continua. Los cubanos en realidad sólo somos un número. Merecería estar en un calabozo tapiado, sin ventanas, sin aire, con más de 40 grados Celsius de temperatura, compartiendo con presuntos delincuentes, para ver entonces en qué queda su defensa a la humanidad y la profesionalidad de un sistema y gobierno. Ha vivido usted la experiencia de salir de su casa escoltado, dejando en ella a su esposa con su hijo recién nacido en brazos y que su pequeña hija de 4 años lo acompañe hasta la puerta del patrullero. ¿No? Yo sí. ¿No ha estado en un calabozo? Entonces no sabe lo que es la otra Cuba.
No me extraña que no tenga deudas pendientes con Cuba, le he escuchado alardear de que todo lo que hizo estuvo legalmente autorizado por entidades cubanas, como, por ejemplo, el Fondo de Bienes Culturales. Pero, ¿recuerda usted que ese mismo lugar reventó, explotó y una gran parte de sus funcionarios fueron expulsados y sancionados por corrupción, desvío de recursos, tráfico de obras de arte, enriquecimiento ilícito, dinero, etc.? ¿Lo recuerda o no lo recuerda? Fue una de las más grandes explosiones dentro de la cultura. ¿Esa fue su época?
Jamás recuerdo haberlo visto en la universidad, en conferencias, en seminarios, etc., menos lo vi nunca, al menos durante mis años de trabajo, en la Habana Vieja, no como simple caminante, sino trabajando, participando y le he escuchado decir, que la aversión que, nada más y nada menos Eusebio Leal sentía por usted, fue porque usted le había “quitado una jevita”. Esto me parece indigno, además de una de sus grandes mentiras.
Eusebio Leal de seguro le prohibió participar y respirar el mismo aire que él respiraba. Eusebio Leal, de seguro lo odiaba, porque descubrió en usted, todas esas maniobras falsas intelectualoides con las que vive. Para Eusebio Leal, que no era santo, pero si supo fabricarse una imagen, usted era de seguro un ente nocivo. Luego, “tumbarle una jevita” a Leal, es demasiado pretensioso. Leal, no por buen mozo, no por extremadamente masculino, no por ser nada excepcional como hombre, sino sencillamente por las prerrogativas que le había dado estar realmente cerca de Fidel Castro en una época, podía enamorar a cualquiera, mientras más joven mejor, porque podía y lo hacía, prometerle a cualquiera que la llevaría a ver La Muralla China. Qué simpleza de justificación, cuando no se tiene nada qué decir. Qué mentira de justificación cuando se trata de aparentar lo que realmente no se. Leal no sólo lo odiaría, sino que, conociendo como lo conocí, se burlaría de usted, con ese humor “casi aristocrático” que tenía. Algo así como: _Leal dice Edmundo García que … Entonces el historiador que, si dejó huellas en su andar, preguntaría: ¿Y ese quién es?
Fidel Castro lo hubiera odiado, porque durante años, no le interesó mucho Leal, sólo cuando éste cambió, se subordinó, brindó su Habana Vieja para hacer política el “invicto” lo cubrió con su manto. Tanto lo cubrió que puedo decir que en un año Fidel Castro visitó nueve veces el Museo de la Ciudad, cuando antes nunca había pasado por allí. Fidel Castro sabía que tenía en aquel lugar a un subordinado, que es lo que en Cuba más importa, incondicional, que era capaz de inventar una historia de las relaciones entre Cuba y Las Polinesias, si esto fuera necesario. Siempre Leal tenía un mambí a la mano que había venido del mismo lugar que el visitante que atendía. ¿Cuántas veces usted vio a Fidel en persona? Leal muchas, yo unas cuantas, aunque debe haber inferido ya que no era mi amigo.
Leal, si estuvo cerca de Fidel Castro, a tal punto que el segundo lo convirtió por “designio personal”, otro designado a dedo, en casi un ministro sin ministerio. Ministro de la Habana Vieja, con todas sus tiendas, hoteles, quioscos incluidos, lo que generaba mucho dinero. Leal dejó de ser historiador para convertirse en empresario y en defensor de la revolución de Fidel Castro, claro gracias a eso podía ir a La Muralla China con como usted llama a las novias, su “jevita” de turno. Años después, Leal y todo su imperio económico, Habaguanex, reventaron. Dinero, mucho dinero. ¿Por qué será que tantas cosas revientan? ¿Dónde estuvo usted? ¿Dijo que tumbándole una “jevita” a Leal? No se puede ser más mediocre y mentiroso.
También en una de sus desafortunadas pataletas, le he escuchado decir que Pablo Milanés no es nadie, que nunca hubiera pasado de ser un cantante mediocre de un bar de mala muerte en su Oriente natal. ¿Recuerda? Le he escuchado decir que Pablo Milanés sólo tiene una canción que se puede destacar, pero además que Pablo a diferencia de Silvio traicionó a la Revolución.
Puede parecer mentira, pero lo ha dicho varias veces y con esto se ha metido con uno de los canta autores más queridos por el pueblo cubano. Silvio es un buen compositor, no cantante, pero, ¿querido? Habría que ver. Pablo fue un vivo querido y ahora un muerto querido, con una obra enorme, tan grande como la de su compañero. Pablo, su personalidad, su obra, su generosidad traspasan las fronteras de Cuba. ¿Pablo traicionó a la Revolución? No, Pablo, coherente y responsable, tuvo el valor de decir lo que pensaba. ¿Silvio traicionó a la Revolución? Si, yo creo que sí, yo creo que nada más ver cómo vive para darse cuenta de que de revolucionario tiene poco. ¿Silvio el millonario, es revolucionario? Permítame que me sonría. Silvio, como usted, son unos grandes demagogos.
Lo que pasa es que Pablo, en aquella carta que escribió en el 2011 lo caracteriza bien. Lo primero que dijo es que usted le había estado cayendo atrás desesperadamente para hacerle una entrevista, que jamás le concedió, tanto le cayó atrás que Pablo tuvo que clasificar sus peticiones como “correos no deseados”. Y eso a usted lo marcó, a tal punto que lo odia. No voy a reproducir aquí todo lo que Pablo dijo, no es necesario, el que quiera conocerlo, me refiero a usted, puede leerla completa en internet, creo que lo describe a la exactitud, sin conocer lo que hace hoy, de conocerlo, sus palabras, estoy seguro, hubieran sido más fuertes, quizás las más fuertes que usted pueda haber escuchado, sólo dejaré dicho que Pablo escribió: “Cuando leí tu panfleto mi primera reacción fue ver a una niña en la pubertad, asombrada y ruborizada ante su primera menstruación, miedosa de cometer pecado ante una manifestación natural de su desconocido organismo”, para luego, casi al terminar su escrito afirmar: “En muchas ocasiones he dicho que me sentaré en el portal de mi casa para ver pasar el “cadáver” de mis enemigos, ahí te espero. Solamente te exijo una cosa: saca mi nombre definitivamente de tu boca irrespetuosa y falsa, son demasiados los méritos que me ha otorgado el pueblo para que un desalmado como tú los manche con sus sucias palabras”.
Lo de Pablo es aplastante. No admite ni una coma. Que conste, no lo digo yo, lo dijo Pablo Milanés. No se puede escribir la historia de la cultura cubana y de la humanidad nacional en esta última etapa sin mencionar a Pablo Milanés. ¿En qué lugar de esa historia lo ponemos a usted?
Luego le he escuchado decir que
vive en Estados Unidos porque se enamoró de una mujer. Justificación falsa,
baja y cochina por la cual Fidel Castro lo odiaría. No creo que, por haberse
casado, al parecer muy oportunamente, con una extranjera, sino porque siendo
usted tan revolucionario, no haya podido convencer a su esposa norteamericana
de que se fuera a vivir al mejor país del mundo, al país nuevo, al país
solidario, o sea, Cuba. Casi siempre, tal como ocurrió en su caso, cuando un
cubano o cubana se enamora de un extranjero o extranjera, termina el cubano
saliéndose de Cuba. Parece ser que se prefiere sufrir por la Patria, pero
voluntariamente lejos.
¿Se enamoró? Y entonces no está
en contra de la revolución, no se olvidó de su “padre” Fidel Castro, no salió
huyendo a la miseria, a alguna causa pendiente o a una posible explosión. Usted
se enamoró y como el amor es así, usted vino a vivir a los Estados Unidos y
como el amor es así se fue a trabajar a los canales reconocidos como “enemigos”
de la Revolución. Fidel Castro lo hubiera odiado por esto.
Le escuché decir que trabajó en
esos canales porque había que trabajar y ganar dinero. Usted es un mercenario.
¿Por qué no se fue a trabajar a una fábrica?, ¿Por qué no trabajó en un
supermercado? Yo, con una carrera universitaria, maestrías, años de experiencia
como investigador, miles de conferencias, decenas de artículos, dos libros, y
años de profesor universitario, cuando llegué a Estados Unidos mi primer
trabajo fue en una fábrica de procesamiento de carne. Usted no debe conocer de
lo que hablo, pero puedo asegurarle que después del trabajo de José Martí en
las canteras de San Lázaro, este trabajo, el de la fábrica de jamones, es lo
más duro que un ser humano puede hacer.
Pues sí, yo trabajé en una
fábrica y usted, como, también le he escuchado decir no sabe hacer nada con las
manos, paró trabajando en los canales reconocidos como clásicos enemigos de la
Revolución Cubana, pero más, le he escuchado decir que mantuvo relaciones
íntimas de amistad con, nada más y nada menos, que María Elvira Salazar, ¿Cómo?
María E. Salazar, persona que
me gustaría dejar claro, admiro como profesional y mujer, siempre ha estado
frontalmente en contra de cualquier mínima opción comunista y totalitaria.
María E. Salazar, mujer que respeto y me agrada, es el enfrentamiento directo
al gobierno cubano, entonces, ¿cómo es que ella visitaba su casa, tomaban
vinos, comían juntos e incluso usted ha dejado entrever, que mantenían una
relación íntima, no digo sexual, pero íntima? Ha repetido en ocasiones que
usted hizo gestiones, o sea, imagino que se referirá a “sociolismo”, tráfico de
influencia, etc., para que ella pudiera, junto a usted visitar Cuba y
desarrollar un proyecto, que, al conocer a María E. Salazar, me arriesgaría a
decir que era de todo, menos revolucionario. Claro de seguro había dinero. ¿Por
qué usted tuvo que hacer gestiones si para eso están las autoridades?, ¿Por qué
María E. Salazar confió en usted para esto, si ella tiene, por sí misma, una
representación oficial? ¿Qué le prometió a María E. Salazar, que hablaría con
sus dos padres adoptivos, los hermanos Castro? Usted es una mentira a cambio de
dinero. Siempre ha sido a cambio de dinero. Usted engañó a María Elvira, estoy
seguro, aunque no tenga más evidencia que su más que repetido cuento. No tengo
la evidencia, no tengo las pruebas, pero tengo mucho más de una neurona.
¿Cómo pudo trabajar en esos
canales? ¿Cómo pudo cobrar un buen salario y viajar mucho, según sus propias
palabras? ¿Ese dinero obtenido de dónde venía? ¿De la economía floreciente
cubana? ¿De los fondos del Ministerio del Interior? ¿Se lo enviaba su segundo
padre Raúl Castro? De seguro no, ese dinero venía, Edmundo García, del llamado
“enemigo”. Entonces usted o era enemigo de la Revolución Cubana en aquel
momento o fue un mercenario o ambas cosas. Tiene que haber engañado a “malanga”
para subir, para flotar. Tiene que haber engañado mucho a la mismísima María E.
Salazar, la que seguro lo llegó a considerar un amigo sincero. ¿Sincero? Usted
no conoce esa palabra.
Entonces luego de haber
reventado en la TV de Miami, existen muchos comentarios de pasillo, muchas
causas, pero yo no tengo la tan mencionada por usted evidencia, sólo sé que
reventó, apareció montado sobre un Sr. llamado Aruca, que al parecer era ya
famoso por el trabajo que hacía y allí, entre otras cosas descubrió a sus
nuevas víctimas, sobre las cuales vivió, al parecer muy bien, los cinco espías
cubanos.
Si nos dejamos llevar por lo
que usted cuenta y que sólo lo pueden creer los 15 seguidores habituales que
tiene, la liberación de esas personas casi se le debe a usted. No a los
abogados, no al gobierno cubano, menos al gobierno norteamericano. Esas
personas, confesas de espionaje, están hoy libres, según usted, por su acción.
Según usted y me llama la atención que es el único en repetirlo, nadie como
usted los defendió. Bueno, no sé sobre qué basó su defensa exactamente, porque
la red, de más de 15 personas, fue detectada, levantada, por evidentes errores
de trabajo, otros dicen que el mismísimo Fidel Castro, como acto de buena
voluntad, dejó conocer sus nombres, cosa que no me consta, pero que no dudo,
porque como usted también dice, la política es así y a veces, por un bien
mayor, hay que hacer algunos sacrificios y concesiones.
¿No está diciendo hoy que se
deberían soltar a los presos del 11 de julio para ganar, entre otras cosas que
Cuba sea sacada de la lista de países terroristas? O sea, entiendo yo que usted
valora a esas personas como piezas objeto de cambio, de negocio, sin conocer
que están presas injustamente y que sólo su legalidad se acepta bajo las leyes
cubanas inventadas por y para el beneficio del gobierno. ¿Esos presos, a los
que usted llama delincuentes, ahora se pueden liberar bajo conveniencia del
gobierno? Entonces si es tan fácil, así como sus padres adoptivos Fidel y Raúl
jugaron siempre con las vidas de los demás, según usted mismo ha dicho, aunque
es honesto decir que no dice la palabra jugaron, ¿por qué están presos con
condenas de décadas? ¿Cuál es su sentido de la justicia?
Hoy los quiere cambiar por
sacar a Cuba de una lista. La pregunta es: ¿Por qué los pusieron presos? Si son
realmente “delincuentes” como usted los llama, entonces deberían cumplir sus
condenas. Si no lo son, entonces están presos injustamente. No Cuba, Cuba no
tiene la culpa, el gobierno cubano debería permanecer eternamente en esa lista.
El gobierno cubano ha fomentado y apoyado el terrorismo muchas veces fuera de
Cuba, para no hablar del terrorismo interno. ¿Cuántas personas de la ETA,
buscados internacionalmente, vivieron o viven refugiados con cambios de
identidad en Cuba autorizados por el gobierno? ¿Usted conoce alguno? Yo sí.
¿Cuántos guerrilleros latinoamericanos estuvieron en Cuba viviendo bajo falsa
identidad, guerrilleros que trataban de desestabilizar a gobiernos, con
problemas, pero elegidos democráticamente? ¿Usted conoce a alguno? Yo sí.
¿Dónde vivieron y se entrenaron los hermanos nicaragüenses Daniel y Humberto
Ortega? ¿Cómo fue la historia de la invasión a República Dominicana recién
triunfada la revolución cubana en 1959?, ¿Cómo fue la historia de la guerrilla
del Che, no boliviano, sin apoyo interno, sin que nadie se lo pidiera? ¿Usted conoce
las verdaderas historias? Yo sí.
Claro, me gustaría recordarle
que cobró por esa labor de propaganda y parece, al decir de usted mismo y sus
alardes dementes, que cobró mucho dinero. No tengo la evidencia de que el
gobierno cubano le pagara, pero sí parece que su programa, o el de Aruca o el
de los dos, recibía patrocinio de como usted dice, “empresas norteamericanas”,
imagino que algunas agencias de viajes, etc. ¿Cómo es que usted, amante de la
revolución, casi el mejor de los hijos que tuvo Fidel Castro, apareciera en
Miami, cobrando de empresas norteamericanas? Bueno, lo de norteamericanas, es
probablemente un cuento, muchas de esas agencias, sin yo tener la evidencia,
parece trabajan para el gobierno cubano y probablemente con el dinero del gobierno
cubano, como parte de una estrategia de “romper el bloqueo”. ¿Fidel Castro no
llamó a colaborar a muchos que habían salido de Cuba como “Peter Pan”?
Ahora, me llama la atención de
lo mal agradecidos que son los cinco espías. Si nos dejamos llevar por sus
palabras, por la defensa que usted dice que realizó a esos “funcionarios” del
gobierno cubano, ellos deberían ser sus amigos íntimos, ellos deberían
defenderlo, ellos deberían recibirlo y mantenerlo, por encima incluso del
partido y gobierno cubanos, porque la dignidad y el agradecimiento tiene que
existir. Ellos deberían estar en su chat y enviarle dinero todos los días.
Usted debería ser el tío y el padrino de sus hijos. Usted debería ser invitado
los domingos a comer con todas esas familias. Tienen que ser muy malos, ya no
como agentes, sino como personas o es que tienen que haberse dado cuenta de su,
una vez más, maniobra mercenaria y le han dado la espalda. ¿Le cogieron miedo?
¿Lo utilizaron, como el gobierno de Cuba ha utilizado a decenas o miles de
personas y una vez exprimido, lo han arrojado a la basura, el olvido, al
ostracismo, peor, al foso de los leones? Pobre Edmundo, sólo le queda llorar
por la leche derramada.
Lo he visto en una entrevista a
una señora mayor cubana, al parecer con años de trabajo en la oposición, que
por desgracia no recuerdo su nombre, a la que le dijo que usted era un
periodista de Miami y a la que seguro engañó con que su entrevista ayudaría. ¿A
ella le dijo que usted amaba a la revolución, que era revolucionario y amaba
por encima de todo a Fidel Castro? No. ¿Se presentó frente a ella como un
agente de prensa de un medio cubano en defensa de la revolución? No. A ella, como
de seguro a otras muchas personas, las utilizó con engaños, para lograr sus
“altos objetivos profesionales y rating” con lo que estaba en el bombo. No
tengo las evidencias, pero no hay que tenerlas, las personas como usted, que
han existido desde siempre, tienen la misma actuación.
Lo vi mano a mano con José
Daniel Ferrer, al cual usted dice o repite que se tragó en segundos. José
Daniel es un hombre de pueblo, no es un intelectual. Tampoco fue así de que lo
masticó, usted sólo pudo repetir de “seguidilla” esos mismos mensajes del
pasado, la victoria de Playa Girón, las acciones de Mas Canosa, de los
terroristas de Miami, del dinero que paga Estados Unidos, etc., etc., etc.
Argumentos sobre la realidad cubana actual, no tuvo. En realidad, debió haber
comenzado por reconocer la valentía de una persona luchando, no pocas veces
solo, contra un gobierno. ¿Lo recuerda o no? Vea de nuevo el programa. Lo vi en
mano a mano con Carlos Alberto Montaner, ahora si un intelectual de alto vuelo.
Montaner no sólo le dio a usted con el sartén, sino que lo golpeó con la
escupidera, con el cubo, con la toalla, con la banqueta, con un condón usado.
Lo convirtió en ridículo. Lo desarmó. ¿Lo recuerda o no? Vea de nuevo el
programa. Usted entonces sólo ha tratado de desmoralizarlos, de desprestigiarlos
y disminuirlos como intelectual, de decir que están pagado. A todo esto, sólo
pudo decir que la entrevista lo había cogido por sorpresa, pero, ¿cómo? ¿No
disfruta usted del término “tiburón” con que algunos de sus más fieles
seguidores lo apodan? ¿Entonces ahora para usted y sus seguidores, se puede ser
un tiburón frente a Ferrer y una sardina frente a Montaner?
No se desesperen, continuará. Recién empecé.
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