domingo, 19 de marzo de 2023

488.- CARTA ABIERTA A EDMUNDO GARCIA. (Primera Parte).

CARTA ABIERTA A EDMUNDO GARCIA. (Primera Parte).

Puede ser cierto que un documento como este, en el mejor sentido de las normas de educación y comunicación, debería comenzar con lo de “Estimado”, sin embargo, si comienzo de esa forma, tendría que levantarme y dejar de escribir ahora mismo. La educación y cortesía hay que merecerla.

He tratado de escribirle comentarios en su chat, pero usted los tiene bloqueados. Creo que es mejor que los acepte, se enteraría a tiempo de muchas cosas. Sólo acepta palabras de sus seguidores, la mayor parte de ellas para halagarlo y aunque muchos no muy convencidos, apoyar sus ideas y lo que es peor, repetir sus ideas, las pocas posibles buenas y las malas. Usted declaradamente amante del caudillismo, no admite que ni tan siquiera sus seguidores tengan y manifiesten otra opción que no sea la suya. Se disgusta, los aplasta, convirtiendo sus intervenciones en un circo de enfermos, quizás fanáticos, donde el razonamiento desaparece. Entonces esa es la explicación de esta carta, que puede convertirse, en una extensa carta.

Le sugiero a usted y a su “ejército” de seguidores, a los que usted mueve a conveniencia, con eso de: manden, llamen, busquen, comenten, denuncien, envíen, etc., no desesperarse y llegar hasta el final. No podrá acusarme de vulgar, no podrá acusarme de mentiroso, no podrá acusarme de terrorista, menos de oportunista. No podrá demeritarme con lo de “gusano”, término impuesto para aquellos que piensan diferente, por aquellos que siempre pretendieron vivir diferente dentro de un sistema “proletario”. No soy gusano, Sr Edmundo, soy una persona que está en contra del sistema comunista cubano o como se llame, que, por cierto, dista mucho de ser lo que dice que es. Nunca fui yo, ni mi familia, los que vivimos en casas en Miramar y Siboney recibiendo cuotas mensuales de comidas extra. No fui yo, ni mi familia, los que paseamos en yates o vacacionábamos en Europa.

¿Conoce usted los hechos catalogados como el mayor suicidio colectivo de la historia en 1978, Guyana, donde cerca de 1000 personas voluntariamente donaron sus vidas y las de sus hijos siguiendo las ideas de un pastor evangélico norteamericano? ¿Recuerda los incidentes de Waco donde otro líder religioso, David Kosher, logró que sus seguidores se encerraran en un rancho y se dieran candela? Imagino que conozca lo del siniestro líder Charles Manson, cuya influencia logró que seguidores asesinaran a siete personas, incluyendo a una mujer visiblemente embarazada, en 1969, en Los Ángeles. El fanatismo, de la clase que sea, puede ser peligroso. Usted es un fanático clásico, de libros. El fanatismo es una enfermedad.

Le ahorraré a usted y a sus “generales”, sobre los cuales no voy a hablar aquí, el buscar información sobre mí y como oferta especial se la voy a adelantar, ya que no soy una persona pública. No soy un “influencer”, no tengo un canal para directas, no participo en ningún espacio, ni los que están absurdamente aun a favor de lo que se sigue llamando Revolución Cubaba, ni los que con razón están en contra de ella. No invierto mi tiempo en escribir artículos para defender al gobierno cubano, vestido de un falso sentimiento de patriotismo. La patria Cuba es otra cosa, la patria cualquiera, es más que un gobierno de turno, por mucho que este dure, más que una figura, más que una ideología. Confundir o tratar de igualar patria a un gobierno, sea cual sea, no es sólo una mentira, sino un crimen. Soy, como diría usted, un cubano de pueblo, nada especial. Le cuento, nadie me paga, nadie me envía una recarga, menos recibo favores por mis ideas. Nadie me da dinero para que yo entretenga.

Me llamo Rolando Torres Grillo, soy cubano y acabo de cumplir 60 años, o sea, soy contemporáneo con usted y lo primero que me llama la atención es escucharlo hablar de una Cuba que yo no recuerdo, por lo que me hace pensar que, en medio de todo, usted es un traductor y acomodador a su conveniencia de la historia, donde nada más han existido dos personas incólumes, Fidel Castro y usted. Bueno, para ser sincero, ahora, parece que por falta de presupuesto para nuevos protagónicos, veo que ha incluido a Raúl Castro. Él mismo deberá estar asombrado.

Contradiciendo lo que era casi una ley poner en aquellas biografías que se nos pedían durante muchos años, no procedo de una familia humilde, pobre o a la que hubo que alfabetizar, pero no iré muy para atrás para no cansarlo, esta no es muy biografía, sólo le diré que procedo de una familia de altos profesionales, pero además luchadores por Cuba antes que Fidel Castro apareciera en la palestra pública y luego destacadamente junto a Fidel hasta que cada uno de ellos falleció. Rastree mi apellido, aparecerán los méritos. Comenzaré entonces desde mis padres, porque como debe imaginar no vine al mundo dentro de un tubo de la gloriosa pasta dental “Perla” y algún valor tiene la familia donde se crece, por aquello que los especialistas llaman, el proceso de domesticación humana.

Mis padres, santiagueros, fueron unos de aquellos jóvenes que se enamoraron de Fidel Castro y su revolución desde su primer discurso en el Ayuntamiento de Santiago de Cuba frente al Parque Cespedes, o sea, cuando usted todavía no había nacido, si es verdad que tiene la edad que dice tener. Aunque ya lo habían comenzado a amar desde antes, aquel discurso fue donde se ejecutó el compromiso eterno, aquel de hasta que la muerte nos separe.

Mis padres, ambos revolucionarios, militantes del PCC, graduados universitarios, profesores, internacionalistas, con miles de horas de trabajo voluntario, con miles de horas de reuniones ideológicas, con miles de horas en zafras como voluntarios, vivieron desde 1959 incorporados a eso que se sigue llamando convenientemente revolución desde sus inicios, accionando y tratando de traducir cada una de las acciones del gobierno, que en nuestro caso tuvo un nombre y apellidos, en apoyo incondicional a cada una de ellas.

De ese matrimonio revolucionario, donde lo primero siempre fue el estudio, el trabajo y el fusil, salieron tres hijos. Yo el mayor, que hoy vivo coherente y felizmente en Estados Unidos, mi hermano pequeño que también está aquí y el del medio, que está contentísimo con poder venir dentro de muy poco. Gran fracaso de mis padres.

Eso es lo primero que puede llamar la atención, una familia de revolucionarios, profesionales, nada más y nada menos que profesores de historia y marxismo leninismo, abogados, que sólo logró que sus hijos optaran convencidamente por el camino contrario al que se les había enseñado e impuesto desde pequeños. ¿Habrá sido por sobre carga?, ¿Habrá sido porque aquellas enseñanzas no tenían una base real? ¿Habrá sido porque al crecer, los hijos se dieron cuenta de que todo era una mentira?

Todavía siendo muy joven, cuando adolescente aun, me negué a seguir por aquel camino revolucionario y en una “reunión” familiar, en mi casa todo era en reuniones familiares, le comuniqué a mis padres que conmigo no podían contar y a diferencia de usted, yo continuaría estudiando y trabajaría para demostrarles que tenía la razón. Aquella reunión marcó mi vida, a partir de allí comencé a vivir lo que después descubrí como término teórico, un “exilio interno”, donde nada, absolutamente nada, me parecía bien, nada me ilusionaba. Hoy la vida me ha dado la razón por muchísimas cosas, las más importantes, mi padre, terminó entregando su carné del PCC y murió deprimido fajado con el gobierno, o sea, con Fidel Castro al que amo, a través del TV, convencido de su acción y defraudado y mi querida madre, que también amó a Fidel Castro, hoy vive feliz en Miami, como usted, por “razones familiares”.

No obstante, como en mi casa, jamás se compró una libra de arroz por “la izquierda”, mis padres preferían antes morir de hambre y pienso matarnos a nosotros también, lo que por aquellos años que describo hubiera sido visto como una gran obra de conciencia revolucionaria, estudié y estudié mucho.

Escogí la carrera de Historia, como mis dos padres y dentro de ella me especialicé en Historia de Cuba, terminando mis estudios con 4,53 puntos académicos como resultado de toda mi carrera, el máximo es 5 puntos, con una tesis académica de 5 puntos, recomendada para publicación y ganadora de premio en la Jornada Científica de mi facultad. Con esto le ahorro la frase tan utilizada por usted para demeritar y burlarse, de que determinada persona tiene sólo una neurona. No creo que se pueda demeritar a todo un conjunto de profesores, algunos de ellos reconocidísimos como profesionales, con tal de decir que mis resultados son inventados, comprados, regalados, etc., tal como he escuchado decir a usted y muchos de sus seguidores, auto apropiados de categorías de tribunales académicos en sus directas para demeritar y humillar a personas.

Luego de haberme graduado, por mis méritos y ganas de hacer, fui a trabajar, nada más y nada menos que en el Museo de la Ciudad y la Oficina del Historiador de la Ciudad, dirigido por Eusebio Leal, usted lo conoce, todos en Cuba lo conocen  y muy rápido, le aclaro, sin ser yo hijo de nadie importante, mis padres eran revolucionarios como millones, pero no importantes,  y sin que mis abuelas fueran las jefas de personal, logré, por mi trabajo, convertirme en uno de los más cercanos colaboradores del director del museo, trabajando directamente con Raida Mara Suarez Portal, la persona que verdaderamente llevaba en sus hombros todo aquel lugar. Todo aquello, por años, funcionó bien, hasta que el director convirtió el museo en una unidad casi militar de fuerte contenido ideológico, para su exclusivo bien, lo que hizo que, por mis problemas ideológicos, nos pusiéramos rápido en bandos contrarios. Después de muchos años de fuerte trabajo y un abultado resultado profesional, y por qué no, mucho dolor, pedí la baja y me fui. Aquel lugar se convirtió en un infierno, lindo, pero infierno. Aquel lugar no era mío, era la finca de Eusebio Leal.

Entonces decidí cambiar de carrera, al comprobar por mí mismo, que la historia en Cuba, no es una ciencia, sino sólo un arma de y para la política, cosa que corroboro hoy escuchándolo a usted y sus traducciones de nuestra historia y negado a trabajar en una tienda, en una gasolinera, de portero en un hotel donde me hubiera buscado muchos dólares, negado incluso a traficar con mis conocimientos, ¿conoce usted a alguien que ha traficado con lo que dice que sabe?, volví a estudiar y trabajé años en el Instituto de Comercio Exterior y la Universidad de la Habana, por aquel momento unos de los lugares más prestigiosos de La Habana, que es casi como decir de Cuba.

Gracias a esos estudios, hoy tengo dos maestrías en Mercadeo, Administración de Empresas, Ventas y Comunicación. Gracias a esos estudios he escrito decenas de folletos de estudios para mis estudiantes, soy el autor de un libro sobre Marketing y Ventas Profesionales, he impartido decenas de miles de clases en el instituto y en la mismísima Universidad de La Habana, he participado en eventos, etc., por lo que le aconsejo que busque otra justificación para hablar sobre mí, porque lo de una sola neurona, frase que como le dije utiliza con frecuencia para burlarse, maltratar, humillar, vejar, discriminar a personas, para este caso no aplica.

Esta historia es fácil de comprobar, usted y sus seguidores, puede consultar a sus fuentes en Cuba. No delinquí, no trafiqué, no robé, increíble pero no robé, jamás vendí nada. Trabajé, estudié y con eso, con eso sólo fui capaz de mantener a una familia, con mucho trabajo, pero con tranquilidad. Usted no tiene hijos, me da pena, yo sí, tengo dos que fueron criados en Cuba. Entonces puedo deducir que usted no sabe nada de escuelas, reuniones de padres, trabajos voluntarios los domingos para arreglar muebles, pintar aulas, tareas, estudios, pero más, policlínicos, hospitales, fiebres, vómitos y diarreas, piojos, ropa, zapatos, desayunos, almuerzos y comidas para hijos, etc. Entonces usted, no sabe nada. Usted no conoce lo que es vivir en Cuba.

Para bienes, por suerte, un día me mudé para República Dominicana y allí a los 20 días de haber llegado, con un pasaporte de turista, o sea, medio ilegal, sin conocer a nadie, sólo después de presentar mi currículo, trabajé durante 5 años consecutivos en dos universidades privadas y aunque parezca pretensioso de mi parte, a los pocos días me convertí en el famoso profesor cubano, bueno, ya hemos hablado de las neuronas. De mi trabajo allí como profesor y empresario, hoy tengo como recuerdo agradable para mí y mi familia, haber publicado otro libro que fue muy bien valorado, no sólo por el español, sino por la forma poco común en que fue escrito. Puedo mandarle las dos copias de los libros para que usted y alguno de sus seguidores los evalúen, tal como evalúan a otros profesionales. Ahora, no entiendo mucho quién o quiénes les dan ese derecho de evaluar a un profesional, pero …

Ahora vivo en Estados Unidos para más bienes y más suerte y desde hace meses veo, sin perderme una, sus directas, a tal punto que mi esposa, junto a la cual, le comento, vivo hace 45 años y tiene un expediente de vida más limpio que el mío y puede competir por el merecidísimo reconocimiento de madre cubana, me regaña todos los días. Ella no entiende cómo se puede estar tan en contra de alguien y zumbárselo todos los días. Digo zumbárselo porque para nada es una misión agradable. Mi esposa, a la que hasta su metal de voz le molesta, dice que estoy loco, sin embargo, yo me divierto, veo en usted y todo lo que lo rodea el ocaso del sistema socialista y comunista cubano.

Descubro, con cierta satisfacción, viendo a dos grupos de los llamados revolucionarios, que se auto proclaman representantes de la “emigración patriótica”, competir con ofensas personales, vejaciones a las familias, burlas, chantajes, amenazas, etc., para ver cuál de los dos ama más a la revolución cubana y al maldito Fidel Castro y se lleva el diploma de “destacado revolucionario combatiente desde el exterior”. Todavía espero un plan, un programa, diseñado por ustedes, los emigrantes patrióticos, para sacar a Cuba de la miseria.

Parece que se les olvida que la emigración cubana tiene más de 60 años de existencia permanente y más de dos millones de cubanos fuera de Cuba, se les olvida que, de esa cantidad, el mayor por ciento, sin disfraz o disfrazado ha abandonado Cuba porque esa llamada revolución los traicionó, los humilló, los desarticuló y a muchos, por qué no, los obligó a escapar. Para no disimular o distorsionar, todos han sido, son y serán emigrantes políticos, el socialismo, el comunismo, el totalitarismo no da otra opción. Si se salió de Cuba en busca de poder comer huevos fritos, es un asunto político, la ideología en Cuba es la que ha logrado que las gallinas no pongan huevos. Demuéstreme lo contrario. OJO.-  El embargo o bloqueo, como sentimentalmente se le trata de hacer pasar por más malo, no le tiene el ano tapado a las gallinas.

Eso de la emigración patriótica da risas. ¿Patriótica viviendo en aires acondicionados, montando en carros modernos, comiendo carne de res todos los días, vistiendo a la moda, ahorrando dinero para vacaciones, etc.? Qué clase de descarados son. Si fueran una emigración patriótica deberían salir para Cuba, tal como hizo Fidel Castro en 1956 y antes, José Martí en 1895, ambas figuras mencionadas por usted hasta la saciedad. Hay que ser loco, inmoral e incluso un poco mercenario para desde un cómodo entorno en Estados Unidos u otro cualquier país del mundo, llamarse revolucionarios comunistas o haber convertido todo esto en un modo de vida, tal como creo que lo ha convertido usted, cosa que trataré de demostrar. ¿Edmundo García, el pueblo cubano, hoy, quizás en el peor momento de la historia de ese país o por lo menos, por mucho, en el peor momento de eso que aun inexplicablemente se sigue llamado revolución, se arregla las uñas de los pies como usted en una manicura?

Durante este tiempo he descubierto a quién ponerle el calificativo del peor ser humano, aspiro que usted no sea un robot, que ha podido existir. Pero significa el peor de todos aquellos que un día fueron peores. Entonces lo he estudiado y voy a demostrarle que es usted un prepotente, un hipócrita, un interesado, un revanchista, pero además un grosero, mentiroso, engreído, pero además un farsante, un aprovechador, de seguro luego recordaré algunos adjetivos más y por consecuencia un loco, que, si es cierto, tiene la gran capacidad de mentir, hacerse el víctima y convencer a los demás, para lo cual lo mismo llora frente a una cámara, que grita desesperado, que se nombra el continuador único y absoluto de Fidel Castro, que se inventa una historia de la Cuba pasada como le da la gana y se inventa una historia de la  Cuba actual como le da la gana. Que habla en nombre del pueblo de Cuba, a pura conveniencia, pueblo de Cuba con el que usted no debe haberse vinculado mucho, no porque yo lo diga, sino por lo que usted mismo ha contado de su “glamurosa” vida. Sus cuentos sobre los negros amigos de La Habana, sus menciones a las religiones afrocubana, etc., no son más nada que puro populismo. Lo único que no ha dicho y es honesto destacar por mi parte, aunque no descarto la posibilidad que en uno de sus arranques y pataletas lo pueda llegar a decir, es que usted, Edmundo García, es más revolucionario que el mismísimo Fidel Castro. Su demencia no tiene límites.

Veamos qué he conseguido, para esto no tengo las pruebas o evidencias, palabra que repite y repite a su conveniencia constantemente, sólo haré referencia a las palabras que usted mismo ha dicho durante todo este tiempo, que creo serán para usted más que evidencias, a no ser también que sea capaz de desmentirse. No hablaré de nada que no conozca o pueda referir de sus comentarios, con lo que usted ha dicho de usted mismo sobra para desmontar ese papel que usted, alocadamente, se ha otorgado y que le ha ganado unos cuantos seguidores que, creo que no lo conocen o no tienen memoria, que están falta de diversión y entretenimiento, son unos frustrados que no saben cómo expresar su frustración o peor, cómo salir de ella, pueden también ellos caer en lo de una neurona o sencillamente han descubierto en usted alguien a seguir porque disfrutan el mal, el chisme y el brete. La historia está llena de seguidores del mal, de las ideas absurdas o locas, por lo que no es de extrañar que esto ocurra. Usted se ha nombrado el defensor de la dignidad, revise sus directas para que no me desmienta. ¿Dignidad? Usted no sabe lo que es eso.

Según usted ha dicho, dejó la escuela en 9no grado. Cosa increíble para la Cuba de su época, que le repito fue la mía, donde la educación además de ser, según la propaganda, la mejor del mundo, era obligatoria y gratuita hasta el preuniversitario. Fidel Castro lo odiaría por esto. ¿Cómo entender que un joven revolucionario, totalmente identificado con el proceso, dejara de estudiar, siendo esa su única responsabilidad para con la Patria? O usted era muy bruto o era poco revolucionario por aquellos años o muy malcriado. Quizás las tres cosas a la misma vez.

Le pregunto, ¿al dejar de estudiar, se lo llevó el servicio militar, por aquellos años obligatorio? No lo he escuchado hablar de esa historia, por lo que asumo que no, de haberlo cogido el servicio militar, algún cuento tendría. Fidel Castro lo odiaría por eso, porque un joven que no estudiaba tenía que servir de alguna forma a la revolución y para eso, entre otras cosas, como no teníamos “Master Card”, estaba el servicio militar. La revolución cubana siempre necesitó hombres instruidos y armados para que la defendieran. A lo mejor usted tenía alguna de aquellas enfermedades que lo inhabilitaban, reales o inventadas, pies planos, problemas en la columna, asma, los nervios, etc. o a lo mejor tuvo la suerte de que alguien, en silencio, lograra que su expediente se trastocara en una de las gavetas y nunca fuera citado por el Comité Militar. Miles y miles de jóvenes fueron llevados por el Servicio Militar. ¿Lo fue usted?

A diferencia de usted, yo si estuve en lo militar. Como todo graduado universitario tuve que pasar seis meses en contra de mi voluntad, gracias sólo fueron seis meses, en una unidad de combate de la infantería de la Marina de Guerra, entonces, salvo que me lo demuestre, debo suponer que no sabe nada de marchar, hacer guardias, maniobras, de pasar hambre, frío, aguantar a los abusadores, retomando su término, mono neuronales jefes militares, etc. Usted entonces no sabe nada de fugarse, esconderse y tener que soportar maltratos, humillaciones, etc. Usted no conoce nada de lo que significa perder el tiempo miserablemente.

¿Fue usted militante de la UJC? Creo que no. Fidel Castro lo odiaría, pero esto me parece increíble, porque en nuestra época por sólo llegar temprano y sacar buenas notas, te proponían, o sea, te obligaban a integrar las filas de la joven militancia comunista. Debo asumir que entonces no sabe nada de reuniones ideológicas, de trabajos voluntarios, de horas y horas estudiando los discursos del “invicto” Comandante. Y es más increíble, porque por aquellos años, además, uno mismo, o sea, voluntariamente, podía pedir que se le hiciera el proceso para entrar, sólo había que demostrar que se era revolucionario, que se amaba a Fidel Castro y que se estaba dispuesto a morir por la revolución, por lo que creo que no fue allí, en aquellos años donde usted fue revolucionario de vanguardia. ¿Por aquellos años ya amaba enfermizamente a Fidel Castro?

Un día apareció en la TV, en un programa llamado “De la Gran Escena” y eso lo ha anunciado como algo fuera de liga. Es algo que repite con “bombos y platillos” constantemente. Entonces veamos, ¿qué fue ese programa? Fue un invento mediocre, que desde el punto de vista cultural no significó mucho para la historia, que sólo tomó relevancia porque la TV cubana, con sólo dos canales por aquellos años, era muy mala, llena de una programación del campo socialista, donde todos los años repetían las cinco partes de “Liberación”, “17 Instantes de una Primavera”, “Los amaneceres son aquí apacibles”, etc. y “En silencio ha tenido que ser” y “Julito el Pescador”, según el organismo rector a “petición popular” y donde de siete días de la semana Fidel Castro daba 4 o 5 discursos de 6, 8 horas, que luego, también a “petición popular” o sea, del pueblo, repetían los otros días restantes de la semana. De vez en cuando transmitían el Festival de Sopot de Polonia y ponían a Rafaella Carrá y a los Boney M, alguna que otra película de Bruce Lee y muchos, muchísimos muñequitos rusos.

En la TV cubana hubo programas culturales, pedagógicos, de alto vuelo, únicos, exclusivos, cuya idea marcó a un pueblo. Hablo de, por ejemplo, del verdadero “Escriba y Lea”, por cierto allí nunca estuvo; hablo de “24 por Segundos”, donde tampoco lo vimos; hablo de la crítica cinematográfica que hizo por años el sí profesor Mario Rodríguez Alemán, donde jamás usted fue invitado; hablo de “Vale la Pena” donde el también realmente profesor Calviño trató de hablarnos de psicología y la vida cotidiana y de “Cocina al Minuto”, donde una Nitza Villapol, junto a su destacada compañera de siempre, años tras años, por décadas, enseñó a cocinar y más, enseñó a adaptar las clásicas recetas de la comida cubana a la realidad de cada momento, hasta llegar a hacer un flan sin huevos, sin leche, casi sin sal y azúcar y que siguiera, al menos en apariencia, pareciendo un flan. Incluso hasta vestida de miliciana la vimos cocinar. Salí de Cuba en el 2007, mi esposa, experta cocinera, se trajo los dos libros, el verde y el rojo, de Nitza con ella. Eso es haber dejado una huella en un pueblo.

De la Gran Escena fue un programa montado sobre fotos y videos, donde dos presentadores, o sea, dos personas a las que se les había entregado un guion escrito decían lo que leían y anunciaban lo que se vería, tratando de ponerle cierta gracia personal. La conductora en aquel momento fue María Victoria Gil, abogada de profesión, aparentemente buena persona, pero que en realidad no sabía la diferencia entre la Torre de Piza y el Morro de la Habana, de la cual el pueblo tenía muy mala opinión como profesional de las artes y uno de los presentadores que por allí pasó fue usted. No fue el fundador, no fue el único. ¿Cuál era la misión de ambos? Sencilla, a dúo, pues era decir: Ahora viene una interpretación de Maria Callas en el año 1965. Maria era griega; Ahora vamos a ver una foto del famoso cuadro de Wilfredo Lam, La Silla, pintado en 1943. Oh, Lam nació en Cuba; Ahora vamos a ver un pedazo del magistral Lago de los Cisnes, obra estrenada en 1877 en esta ocasión las figuras principales son Anna Pavlova y Rudolf Nureyev. Eso era todo. Poner fotos, videos y anunciarlos.

No obstante, ese simple papel, que le repito, es cierto que lo hizo medio famoso, en una televisión en sentido general extremadamente mala, pobre, incapaz, lo he escuchado decir, más que decir, alardear enormemente, que llegó allí a “puro talento”, a “talentazo”, que la TV cubana, el ICRT o el director del programa lo fueron a buscar a su casa directamente. Eso señor Edmundo García no se lo cree nadie en su sano juicio y es cierto, únicamente usted en una etapa de delirium tremens lo puede hacer creer.

¿Cómo es que teniendo Cuba una muy buena y prestigiosa escuela de periodismo, pero además escuelas de locutores en todas las provincias, más talleres municipales, más millones de graduados universitarios, Viki, como cariñosamente se le conoce en Cuba, era abogada, las autoridades fueron a buscarlo a usted con 18 años y 9no grado? ¿Eso, en Cuba, pero además para trabajar en el ICRT? Nadie lo puede creer. Fidel Castro lo odiaría por esa mentira, se supone que los revolucionarios, como usted dice que es, no pueden mentir. El ICRT fue y debe ser un organismo extremadamente controlado por la Seguridad del Estado, la inteligencia y la contra inteligencia o uno de los tantos departamentos que existen para esas actividades, los criterios que allí se exponen están más que vinculados a la esfera ideológica, los niveles de censura siempre fueron enormes y tengo que creer que, a un joven de 18 años, desconocido, con sólo enseñanza media aprobada, vaya a usted a saber cómo, ni tan siquiera militante de la UJC, lo fueran a buscar a su casa, es increíble. Ni que usted, señor Edmundo, fuera Mozart o Da Vinci.

Paralelamente le he escuchado decir que su madre es revolucionaria, no lo dudo, mis padres también lo fueron. Que ella trabajó en el sindicato nacional de los artistas y que fue delegada a la Asamblea Nacional del Poder Popular, o sea, a lo que debería ser nuestro Parlamento, en realidad al  Parlamento de ellos, entonces me inclino más a pensar que ella o alguien de su círculo cercano, quizás una de sus abuelitas, tiene que haberlo impulsado, quizás puedo creer que hasta muy ingenuamente, o sea, algo así como: Oye tengo en mi casa a Mundi o Edmundito, no sé cómo lo llamarían cuando joven, sin hacer nada, tiene pocas habilidades manuales, no quiere estudiar, es medio extraño y me da miedo que se meta en algo malo, pero es loco a la cultura, le gustan las luces y las cámaras, sueña con ser famoso, ¿puedes ayudarme con esto?

Y no es nada imposible, sin yo tener la evidencia de que fue exactamente así, puedo decir que el “sociolismo cubano” es una institución que triunfó junto a la revolución en 1959 y que creció y creció hasta convertirse en el monstruo que es hoy. El refrán popular en Cuba dice, “si tienes un amigo, tienes un central” y eso, como usted dice, “va a misa”. Todo, absolutamente todo, pasa por ese camino. El padre de esto fue Fidel Castro, seguido por sus muchachitos. Ejemplos durante estas seis décadas podrían llenar una biblioteca si se escriben, empezando por la repartición de casas, puestos de trabajos, cargos, viajes al extranjero, muchachitas, hospitales, etc., hasta llegar a la colocación de ministros y si pareciera poco de presidentes. ¿Quién puso a Raúl Castro? Y para colmo ¿Quién puso a Díaz Canel? ¿Cuáles son sus reales méritos, más allá del vínculo consanguíneo y una absoluta subordinación? ¿Quién promovió a Robaina a ministro? ¿De dónde salió Abrahantes? ¿Quién colocó, como usted afirma, al Doctor Cordoví como subdirector de un hospital?, ¿De dónde sacaron a Marrero?, por sólo mencionar algunos de los cientos y cientos de ejemplos. Sea honesto, ¿Quién lo llevó al ICRT? ¿A quién convenció? ¿De quién se enamoró o quién se enamoró de usted?

Bueno, no importa, esa es Cuba, la que yo viví, aunque usted tiene otra versión. Estando ya en el ICRT, en aquel programa que además duraba muy poco, sólo para poner algunos contados videos o fotografías, ¿Fue usted militante del glorioso Partido Comunista de Cuba? Creo que no. De haberlo sido lo estuviera pregonando. Entonces Fidel Castro lo hubiera odiado por eso. ¿Cómo suponer que no se sea militante y se llegue incluso a sentir un amor “único” por el líder absoluto? Entonces si no fue militante del PCC, no sabe lo que es, de nuevo, trabajos voluntarios, guardias, compromisos ideológicos extralaborales, participación en eventos, guerras, guerrillas, campañas sociales, etc., dentro de Cuba. No sabe lo que es tener que convencer a otros de lo que significaba la revolución, cuando incluso ella se dejó de ver. Mis preguntas para esta etapa son, ¿Cuándo fue exactamente que descubrió a la Revolución Cubana?, ¿Fue cuándo se quedó sin trabajo en Miami? ¿Cuándo comenzó a amar y nombrarse el exclusivo defensor de Fidel Castro? ¿Cuándo él murió y ya no puede defenderse de su amor? ¿Fidel Castro sabía que usted lo amaba tanto? Lo dudo, parece que el Comandante prefirió siempre invitar a tomar helados a García Márquez y visitar al “astro” Maradona y su novia menor de edad.

Me llama la atención que no haya sido internacionalista. ¿Lo fue? Creo que no, no tiene evidencias para hablar de eso. Fidel Castro lo odiaría por eso. Cuba es un país solidario y su pueblo participó en decenas de acciones fuera de Cuba para “salvar” al mundo, algunas desde el mismísimo triunfo de la Revolución de 1959. Algunas secretas, otras públicas. Cuba ha enviado a cientos de miles de cubanos a otros países en tiempos de paz y en tiempos de guerra. Ha enviado personas a subvertir procesos, a guerrillas, como maestros, médicos, espías, etc., incluso muchos de los que fueron se apuntaron como voluntarios. ¿Recuerda al Che? Él se apuntó de voluntario. Mis padres fueron internacionalistas, cuando del internacionalismo se regresaba, si se regresaba vivo, sólo con un diploma o una medalla y por supuesto el orgullo, que no se podía comer, pero engordaba. ¿Usted cuándo descubrió lo de la solidaridad, lo de la defensa del mundo pobre, lo del mérito del internacionalismo cubano? Sólo le he escuchado mencionar a París, Londres, Suiza, New York, para engordar su ego y tratar de impresionar a sus seguidores que imagino babean cuando lo escuchan, frente a un pueblo que no podía ir de un municipio a otro o para el que Varadero era una playa inalcanzable. ¿Llamará a eso viajes por los países y capitales más lindos del mundo capitalista, misiones internacionalistas?

Luego, lo volvimos a ver en un programa de TV, en “Palmas y Cañas”, otra vez como presentador, o sea, algo así como, ahora para ustedes… El Jilguero y luego la controversia entre los grandes Justo Vega y Adolfo Alfonso. Nada más. Usted en esta segunda ocasión, no era más que un repetidor de un guion que alguien le entregaba por escrito. Lo he escuchado hablar de los otros presentadores, recuerdo, creo, a María Elina Grau, muy mala, seca, patitiesa, con un humor forzado y al gran Cepero Brito, que ya era famoso antes del triunfo de la revolución, al que usted jamás le llegó a los tobillos. Pero siempre el mencionar esos nombres, cosa en la que usted es especialista, le parece dar prestigio. Me llama la atención cada vez que menciona un nombre de esos de personas importantes, ellas han fallecido, o sea, ya no pueden defenderse, ni desmentirlo. A lo mejor lo están esperando en algún lugar, imagino que usted como religioso que dice ser, crea en esa nueva vida y entonces quizás le digan, mentiroso.

Palmas y Cañas fue un gran programa, dirigido mayormente al campesinado cubano. En mi casa éramos seis personas, solo mi abuela, de origen oriental campesino, lo veía. A las 7:00 pm, los domingos, el resto de los habitantes de aquella morada, se levantaba e iba a hacer otras cosas. Entendíamos a mi abuela, le dábamos su tiempo frente al TV, pero no la acompañábamos. A lo mejor, mi abuela, de estar viva, lo recordaría como presentador, aunque el éxito de ese programa estuvo siempre en los grupos y cantantes. El presentador podría haber sido usted, un muñeco o una máquina. Mi abuela fanática a ese programa, no lo veía por usted.

Pero quiero decir que los buenos cantantes de la música campesina, muchos de ellos que venía de antes del 59, hablo de Celina González, Ramón Veloz, padre y su agradable esposa Coralia, se fueron poniendo viejos, se jubilaron, se fueron muriendo y lo que vino después como representantes de esa parte fundamental y sólida de la cultura cubana, era algo para vomitar. Hasta mi abuela lo dejó de ver. No sé si seguirá existiendo el programa, ojalá que, por respeto al campesino cubano, no. ¿Habría que preguntarles a los jóvenes cubanos si lo ven? ¿Habría que preguntarles a los jóvenes cubanos si lo recuerdan a usted? Todavía hoy, muchos años después decir María Dolores Ortiz, Humberto Galich Menéndez, Gustavo Dubouchet, Enrique Sosa, Mario Rodríguez Alemán, Nitza Villapol, Germán Pinelli, Consuelito Vidal, por sólo mencionar algunos de los nombres reconocidos, crean admiración y respeto. ¿Decir Edmundo García significa algo en Cuba?

Después de esto, Edmundo García desapareció de la TV nacional. Las causas, como muchas otras causas en Cuba, no las conozco. Pero de estas dos intervenciones como presentador, o sea, como repetidor de un guion que otra persona escribe, no recuerdo nada. Nada vinculado a la cultura, menos vinculada a la actividad pedagógica o académica, nada de un programa personal como protagonista, al estilo de Raquel Mayedo, Amaury Pérez, Alfredito Rodríguez, Hilda Ravilero, etc., buenos o malos, pero personales, por lo que no acabo de entender, creo que Fidel Castro, no muy amigo de los “intelectualoides culturosos”, como a tantos y tantos han nombrado, tampoco, de dónde le viene y usted disfruta lo de “profesor”.

Si usted fuera serio, prohibiría que lo nombraran por esa categoría y se pusiera bravo, casi hasta no poder respirar como le pasa a menudo, cada vez que un seguidor por halagarlo o burlarse lo llama de esa forma. Tendría que mandar a callar como hace en ocasiones cuando, incluso alguno de sus más fieles seguidores y aportadores de dinero, le contradice. “Profesor”, con P mayúscula, es una categoría seria, de reconocimiento a una obra, otorgada a alguien que brilla, que enseña, que ha dejado una huella. Profesor se define a alguien que ha aportado. ¿Podría usted decirme cuál es su legado para la cultura cubana?

No se desesperen, continuará. Recién empecé.

 

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