Lo rico que
tiene la historia como ciencia, es precisamente su inmensidad. Cualquiera
pudiera pensar que los historiadores son siempre viejos con espejuelos que se
dedican, sucios y llenos de polvo, a entretenerse con papeles y libros antiguos.
Desconocedores
de la realidad, en un momento donde todos estamos metidos en una vida cada día
más tecnológica y llena de aparatos, de tantos inventos diarios, muchos
pudieran pensar que es una perdedera de tiempo dedicarse a investigar y
escudriñar sobre un proceso, un hecho, una persona del pasado, cuando la realidad
es exactamente otra.
No voy
ahora a tratar de debatir sobre qué es más importante como ciencia, la historia
o una ingeniería determinada, sólo quiero compartir “curiosidades” de las que
yo no sabía nada e imagino, porque nunca he leído o escuchado hablar sobre ellas,
que muchas otras personas tampoco.
Gracias a
mi amigo Carlos Ocumares, que me ha enviado la información, he podido conocer
lo que a continuación publicaré en este, mi blog. Interesante, una de ellas es
exactamente eso, algo curioso, distinto e incluso llamativo para nuestra historia que recoge la existencia de españoles, africanos, chinos, franceses, pero no mucho de
norteamericanos en Cuba; la otra, a pesar de su importancia por tratarse nada más
y nada menos de una información sobre los maestros cubanos, hombres, mujeres, blancos
y negros, en épocas tan temprana como principios de siglo XIX, en un país como
Cuba, de tanta tradición pedagógica, con tantos y tantos maestros famosos y
tantas escuelas y universidades con historias desde la época colonial e
incluso, siendo la educación uno de los llamados pilares de la Revolución de
1959, es una información no mencionada, quizás a exprofeso, quizás por olvido.
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Herradura City, la historia
del poblado estadounidense que existió en Pinar del Río contada a través de su
ultimo sobreviviente.
De la presencia de estos emprendedores en la más
occidental de las provincias cubanas queda muy poco. Apenas la iglesia
metodista de Herradura City, algunas fachadas casi destruidas que semejan el
aspecto de los pueblos del oeste de Estados Unidos, restos irreconocibles de
chalets en las afueras y muchas lápidas con apellidos en inglés en el cementerio
del pueblo.
En Herradura (ya no Herradura City) vive todavía Rosa
Scott, la hija de Theodore Charles, quien atesora la historia de sus
antepasados.
Cuenta que en la primera década del siglo XX se asentaron en Herradura sus abuelos Leon Charles Scott y Rosa Holton Scott, quienes llegaron a tierras pinareñas en compañía de sus hijos Harold, Vivian, Leona y el más pequeño, Theodore. En persecución del “sueño cubano”, Leon vendió su tienda en Dakota del Norte y pagó el pasaje de su familia a la mayor de las Antillas.
Theodore Charles Scott Holton fue el último de los
americanos en morir entre los que fundaron a comienzos del siglo XX Herradura
City.
En Herradura, él y otros colonos compraron tierras y
construyeron un pueblo de estilo estadounidense, en el que pronto se asentaron
también canadienses, alemanes y chinos. Sus parcelas, en las que encontraron
trabajo muchos cubanos tras la guerra cruel que había dejado al país en ruinas,
se convirtieron muy pronto en prósperas fincas.
En ellas se cultivaban cítricos, frutales, berenjenas,
pimientos, tomates, zanahoria y se criaban reses. Todos los productos se
sacaban a través del ferrocarril que llegaba al pueblo con destino al mercado
de Estados Unidos donde gozaban de enorme demanda.
Herradura City prosperó y sus casas se volvieron
lujosas, rodeadas de cercas de madera y hermosos jardines. En el pueblo se
abrieron clubes y se construyó un hotel que siempre estaba repleto de
comerciantes.
Leon Scott fomentó la finca Montevista en la que sembró
grandes naranjales. Las ganancias le permitieron que sus hijos estudiaran en
los Estados Unidos, donde Theodore Charles se graduó como ingeniero en la
Universidad de Virginia.
Sin embargo, mientras el joven cursaba sus estudios,
la decadencia comenzaba a gravitar sobre Herradura City. El auge de la
industria azucarera robaba tierras a los cultivos varios, la salinización
mermaba los rendimientos de las fincas y Estados Unidos comenzó a imponer
aranceles proteccionistas en detrimento de los colonos que exportaban frutas,
cítricos y hortalizas desde Cuba.
La Gran Crisis del 29 fue el golpe definitivo. Las
exportaciones se detuvieron por completo y la gran mayoría de los colonos
liquidó sus propiedades y regresó a la Unión.
Leon, Rosa y Theodore fueron de los pocos que
decidieron permanecer en Herradura City. Tras la muerte de sus padres Theodore
se hizo cargo del negocio familiar y se convirtió en empresario.
Se casó con la pinareña Hilda Rodríguez, con la que
tuvo dos hijos que, junto a otro de un matrimonio anterior con una
estadounidense se mantuvieron en la finca Montevista, la cual se mantuvo
siempre rentable bajo su administración. Compró un camión y se dedicó a
abastecer de forma mayorista con sus naranjas a los hospitales y comercios de
Pinar del Río.
En el antiguo almacén de la Herradura Land (la
compañía que había fomentado la colonización en Herradura City) construyó el
cine del pueblo y diversificó sus negocios. Sin embargo, con el paso de los años
se fue quedando solo, porque todos sus paisanos fueron abandonando el pueblo o
muriendo de viejos.
La Revolución de Fidel Castro lo despojó del cine, el
camión y la finca; pero se negó a abandonar Cuba. Sus últimos años, enfermo y
ciego lo pasó en casa de su hija Rosa. Falleció el 16 de octubre de 1979 y con
su muerte – que no reflejó ningún periódico de la Isla – desapareció el último
colono americano de Herradura City.
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Maestros cubanos en Harvard,
una historia a rescatar
La historia de los maestros cubanos que viajaron a
Cambridge
Según relata la historia viajaron más de 1200
cubanos a los Estados Unidos, específicamente a Cambridge. Al llegar al sitio
fueron hospedados en diferentes lugares separándolos en hospedajes para
hombres y hospedajes para mujeres. Los hombres que viajaron fueron hospedados
en el propio Harvard College, en dormitorios dentro del recinto dispuesto para
ello. Y para el caso de las mujeres, fueron ubicadas en determinadas casas de
particulares ya seleccionadas, las cuales estaban muy cercanas al recinto
universitario.
Las materias de la carrera académica.
La
carrera y materias que cursaban incluían ciertas áreas académica y lecciones
apropiadas de:
- Ingles,
- Geografía,
- El sistema de educación en los Estados Unidos, además de otras ramas bien seleccionadas y definidas
A su llegada a los Estados Unidos fueron recibidos por el presidente de aquel entonces en la casa blanca, William McKinley.
Los años de 1900
En plena ocupación militar de los Estados Unidos en
Cuba, en el año 1900, fue vista bajo sospechas de que regresaran reproduciendo
la vida y la cultura americanas a la nueva sociedad cubana, de marcado carácter
republicano.
Según el maestro Ramiro Guerra, convertido en
historiador años después, el no vería ningún tipo de intervención americana más
que la de facilitar el transporte.
Estos maestros cubanos fueron los primeros en la
forja de la identidad cubana y de los valores cívicos durante el siglo XX.
La expedición pudo estimular esto debido a que la mayoría de estos hombres
sufrieron con la intervención norteamericana y profesaban un gran sentimiento
nacionalista, pero no se conocían entre sí.
Es en la escuela de Harvard donde tuvieron
la posibilidad de reunirse, dándoles la oportunidad no solo de conocerse, sino
de proyectarse desde un punto de vista nacionalista y magisterial. Con la
visita de los cubanos, los norteamericanos vieron que existía un gran parecido
entre ellos y los isleños, tanto, físicamente como de inteligencia e
intelectualidad.
Y hubo mucha tolerancia con los maestros que
eran negros y mestizos; teniendo en cuenta el racismo que se vivía en esa
época.
Maestros cubanos el 4 de julio de 1900
en la Universidad de Harvard.
La estadía de los maestros en Harvard
La expedición y estadía de los maestros cubanos
a Harvard es uno de los hechos educativos y culturales más
importantes ocurridos en el noreste de Estados Unidos para el verano de 1900. Los círculos
de élite de Cambridge y Boston se abrieron, posiblemente por primera vez,
a una masa de individuos de origen popular.
Los cubanos eran invitados constantemente a
recepciones, sobre todo a las casas de individuos que tenían propiedades en
Cuba, como era el caso de la familia Atkins. No obstante, a esto, al no
constituir una cuestión de Estado en ninguno de los dos países, durante las
primeras décadas del siglo XX la expedición fue echada al olvido y en la
actualidad, pocos son los que saben de ella.
Grupo de cubanos que tuvieron la
oportunidad de asistir a Harvard.
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