miércoles, 9 de octubre de 2019

Justicia, no Venganza.

El Terrible, desde su lugar, vuelve a enviarme sus ideas. Muy válidas para mí, porque él no está sentado en un cómodo butacón, con aire acondicionado, frente al TV, comiendo palomitas de maíz, mientras mira de reojo las noticias. El Terrible esta allí, en medio de la candela del fuego medioeval, dispuesto a ganarle al día, venga este como venga. No son las ideas de un periodista bien formado, no ha pasado sus criterios por un rectificador de estilo, son las ideas de eso que llaman Pueblo.

“Veo en las noticias que el presidente de Ecuador quitó el subsidio al combustible y ha ocasionado grandes disturbios, huelga, gente en la calle dando candela y la policía dando palos, gases etc. En Cuba pagamos un dólar por cada litro de diésel y no pasa nada, todos tranquilos, aunque mañana suban a cinco dólares el litro. La gente lo paga robando más y / o apretándonos más los unos a los otros. El mundo entero ve bien la reacción de los ecuatorianos y los apoyan, dicen que la culpa la tiene el presidente al tomar esa medida antipopular. El pueblito donde vivimos hace 25 años, fue fundado a mediados del siglo XIX. Los que todavía viven para contar lo que aquí pasaba antes del 1959, dicen que había dos gasolineras privadas y cinco carnicerías que colgaban una res muerta, limpia diaria cada una y las vendían. En aquel momento este pueblo tenía un tercio de los habitantes que tiene hoy que, por supuesto, al cabo de más de sesenta años y en contra de toda lógica, no tiene gasolineras y la única carnicería que queda del gobierno no tiene nada que vender, que por no tener no tiene ni un pequeño freezer. Aunque la mayoría de sus habitantes tienen calzado y la mitad tienen 12 grado de escolaridad, más una buena cantidad de universitarios. Los pobres no podían comer la mejor parte de la res, pero comían por ejemplo picadillo con harina de maíz, con malanga o con boniatos, en un tiempo difícil en el que mi cuñado mayor vendía, siendo muy chico, maní tostado en una lata con carbón debajo, para mantenerlo caliente según me cuenta él mismo. Mi suegra analfabeta funcional y criada, me contaba que compraba con centavos una cantidad de picadillo, o sea, carne molida en la presencia de las personas, con el que comían ella y sus tres hijos. ¿Qué nos ha pasado en este pueblo que todo está peor? Ahora la gente sabe leer, pero se la pasan añorando aquellos tiempos. No hay ni reses, ni gasolineras, ni maní y lo último es que han quitado los kioscos donde vendían algo de lo básico porque robaron en ambos. A pesar de lo antes dicho nadie sale gritando con carteles ni prende candelas. La gente se conforma y "resiste" muda, ante tanta insostenible realidad inconcebible en otras geografías”.

Hace muchos años, gracias a mi gran amigo Marcial González, tuve la oportunidad de leer un genial libro, “Justicia, no Venganza”, escrito por Simon Wiesenthal. Desde aquel momento donde yo era joven, justo hasta hoy, el contenido del libro me ha hecho pensar mucho sobre un tema muy complicado para cualquier momento de la vida. A partir del propio título, el lector está obligado a entender y luego escoger, o sea, tomar una posición, entre dos palabras, justicia y venganza, que más que palabras se convierten en decisiones de vida. Les recomiendo el libro, puede usted en algún momento, tener que tomar una postura definitiva, pues no siempre se puede estar en el meloso medio.

Wiesenthal fue un arquitecto de origen judío, que luego de pasar por una docena de campos nazis de concentración, sobrevivió al Holocausto. Con él, como una casualidad de la vida, porque era más fácil y común morir, sobrevivió su esposa Cyla, el resto de su familia desapareció asesinada dentro de los mismos campos nazis. A partir del final de la II Guerra Mundial, dedicó su vida, murió con 97 años, su esfuerzo y dinero, a localizar y entregar a las autoridades a los nazis que, con identidades e historias falsas, se habían escondido en países, sobre todo de América Latina, donde las dictaduras militares de turno los acogieron, permitiéndoles vivir y vivir bien, para que fueran procesados y juzgados.

Simon Wiesenthal
Fue muy respetado y querido por muchísimas personas y gobiernos y odiado por otros, que en no pocas ocasiones trataron de asesinarlo, como para silenciar la voz de la justicia e impedir que los culpables pagaran sus culpas. Fue criticado porque se le acusó de promover la venganza. El propio Wiesenthal reconoció que sí, que fue real, que ese sentimiento lo movió en los primeros momentos de su búsqueda, pero que al final, su actividad, para la cual tuvo que convertirse en un detective profesional, buscaba hacer justicia, para que, desenmascarando a los culpables, a los cuales no asesinó personalmente, sino que entregó a las leyes, evitar que lo ocurrido pudiera volver a ocurrir.  La tarea evolucionó en la misma medida que evolucionó Wiesenthal, quien convirtió su posible y entendible venganza personal, ponerse en su lugar, en justicia mundial.

Esto es lo que me ha hecho pensar siempre, aunque tengo que reconocer que me volví fanático a esa persona que no dudó, luego de sobrevivir a lo peor que ha pasado la humanidad moderna, dedicar su esfuerzo a trabajar por sacar a flote la verdad, verdad que, aunque parezca mentira, muchos ya no querían conocer, ni tan siquiera mencionar.

Y por supuesto, hoy, todo eso de venganza o justicia, me hace pensar en mi país de origen. Mucho se habla de Cuba, sobre todo entre los cubanos, es mentira que todo el mundo está pendiente de lo que pasa en ese pequeño país. Son sobrados los argumentos sobre la maldad del gobierno por muchos años, los desastres que han ocurrido en la política y la sociedad de forma general, sobre los cambios necesarios en la Constitución Cubana, las leyes todas, como consecuencia, en la política y sobre todo y, ante todo, los cambios que se necesitan hacer en cada uno de los aspectos, renglones y sectores, mecanismos, etc., de la economía, que como sabemos, podría ser definida hoy como la no economía.

Como en algún momento escribí, es más fácil, rico y disfrutable cuando se habla de cosas tan importantes y lindas como una constitución, como la reforma de un código penal, de la posibilidad de tener tantos partidos políticos como las personas quieran y estén dispuestos a crear. Que se respeten a los homosexuales y los trans, por supuesto la necesidad imperiosa de crear leyes para proteger a los animales, incluso a los que no teníamos en Cuba como el caracol africano, pero resulta un poquito más complicado tratar de imaginar los resortes económicos que hay que establecer y mover para estimular un crecimiento estable de una economía determinada, aunque como es sabido, entre cubanos, cada uno de nosotros, tiene un paquete de recomendaciones susceptibles de ser aplicadas con éxito.

Lo complicado es imaginar qué va a pasar, digamos, con algunas personas, por ejemplo, los protagonistas, que, durante muchos años y todavía hoy, son los actores de esa no economía, no política, no derechos, etc. y más, los protagonistas de los maltratos, abusos, represiones, si represiones, a parte, a una gran parte de personas que gústenle o no, también se incluyen dentro de la definición PUEBLO, y por qué no, también a aquellos que han decidido, conscientemente, comerse los gatos.

Siempre se repite que Miami, por ejemplo, está llena de antiguos y actuales miembros del gobierno cubano, que continúan trabajando para él. Entonces ahora mismo, yo, si sentado en mi cómoda butaca, he visto que se han descubierto varias personas que cuando vivieron en Cuba, formaron parte de la policía, el ministerio del interior, de los carceleros, etc., y en el uso de su ilimitado poder por aquellos años, abusaron, reprimieron, “torturaron” al menos psicológicamente, hicieron registros inhumanos y agresivos en viviendas, ocupando ilegalmente propiedades de los registrados, se burlaron, maltrataron, chantajearon y hoy, después de mentir a las autoridades migratorias en la Embajada de Estados Unidos en Cuba o en las fronteras, increíblemente disfrutan, ostentando cierta legalidad, junto a muchas de sus víctimas de las bondades de vivir en Norteamérica. Y por supuesto, luego de identificados, han sido y serán expuestos a la justicia, con muchas posibilidades de ser deportados a su lugar de origen, o sea, Cuba.

¿Justicia o Venganza? Es complicado. Siendo sincero, al margen de lo que muchos de ustedes puedan pensar, si yo fuera Dios, los perdonaría, tal como dicen que el Padre Celestial perdona todo. Les pediría que rezaran tres padres nuestros y dos ave marías y los dejaría en paz que disfrutaran del lugar que ellos mismos negaron muchas veces. Lo que pasa es que no soy Dios y entonces para mí, hasta el perdón es cuestionable. ¿Cómo perdonar a un violador de niños?, ¿Cómo perdonar a un torturador o asesino?

No creo que la idea sea salir a cazar a las personas. Menos cogerlas con todos los que de una forma u otra colaboraron con el sistema castrista cubano. Al final de la historia, en un por ciento muy alto, muy cercano al 100, cada cubano participó en un momento de su vida y formó parte de la maquinaria que hoy llamamos infernal. Si la idea es acabar con toda huella, sólo un poco de miles de personas se salvarían, aquellas que públicamente demostraron siempre su desacuerdo y vivieron dentro de un absoluto exilio interno o lograron salir desde los inicios del proceso revolucionario. Cuba lleva 60 años luciendo un sistema comunista y entonces el sólo hecho de comer de la bodega, te comprometería y convertiría en un colaborador del gobierno.

La idea no está en echar tierra sobre los trabajadores vanguardias, los macheteros o trabajadores agrícolas, los internacionalistas militares o civiles, los militares, los policías, ni con todos los que pertenecieron a las filas de la Unión de Jóvenes Comunistas o a los núcleos del Partido Comunista de Cuba. Los que vivimos en Cuba, sabemos que existen muchos militares de academia y trabajadores comunes dentro del ejército, como cocineros, secretarias, mecánicos, contadores, etc.; muchos jóvenes que fueron llevados a guerras sin saber exactamente a dónde se dirigían, ni entender qué tenían que hacer, más allá de sobrevivir y muchos médicos y otros profesionales y técnicos que trabajaron en el exterior como una forma de ayudar, y sobre todo, de escape, muchos policías que tienen esa actividad sólo como un trabajo más, porque es preferible ser policía en una ciudad que arar la tierra en el campo y que, ser militante comunista en Cuba, muchas veces dependía de portarse bien, ser buen estudiante, ser únicamente buen trabajador, etc. Conozco, además, que las personas tienen derecho a cambiar y darse cuenta de que no pueden seguir haciendo o pensando cómo lo habían hecho y pensado y tienen el derecho de hacer una nueva vida, sin entrar ahora mismo a valorar si fueron grandes demagogos y son el resultado de una opción super oportunista. Ninguna frase para Cuba sería mejor que aquella enseñanza bíblica, donde Jesús, según dicen, el hijo de Dios dijo algo así como, el que esté libre de pecado que lance la primera piedra.

El gobierno cubano, que también tuvo sus inicios democráticos y de logros, al menos para una parte de los habitantes de Cuba, viene desde hace ya muchos años, en caída libre y ahora mismo está en el llamado punto de no retorno. Muchos de los que colaboraron furiosamente, hoy, como ratas, se están tirando del barco y qué mejor lugar para vivir que Estados Unidos.

El Punto de No Retorno, para la aviación es un cálculo super exacto dentro del viaje programado, donde el avión por el combustible que lleva no puede regresar al aeropuerto de origen y sólo le queda la posibilidad de seguir hacia adelante. No importa que esté en medio del mar, sobre tierra, cerca o lejos de un aeropuerto de emergencia, etc. Ese momento, al que como es lógico, frente a una emergencia, ningún piloto quiere llegar, dice en otras palabras que, tienes que inventar de aquí para adelante, porque para atrás ya no puedes ir.

Exactamente así veo al gobierno cubano. Ellos están viviendo, ellos lo saben, dentro de un momento que ya no tienen retorno y entonces están jugando con el tiempo, los acontecimientos, las casualidades y las 11 mil vírgenes y, para defender los intereses de pocos, cada día menos, están arrastrando a una gran parte de los cubanos. Creo que ninguna de esas figuras públicas pueda creer en lo que dicen y dicen defender, porque la realidad es inmensamente diferente y aplastante. Ellos, para mí, en buen cubano, están echando con la cara, tratando de ganar tiempo e imagino que, maniobrando, tal como maniobran todos los políticos para casos de emergencia. A Batista, que se despidió de sus acólitos en una inocente fiesta de fin de año, se montó en un avión con los más cercanos y se llevó una buena cantidad de dinero, no se le ocurrió eso después de haberse tomado la copa de champán. No fue una acción de corredera, todo estaba cuadrado, quizás meses antes. Se fue ileso, se llevó todo y a todos y dejó a Cuba ciega.

Los integrantes profesionales y estables del gobierno cubano, porque hay muchos que estuvieron y ya no están o pasaron por ahí como pantalla, no pueden echarle la culpa a los de antes, porque no existen los de antes. Muchas de esas personas llevan montados, como diría un dominicano, exactamente el mismo tiempo que existe el gobierno. Las malas decisiones no son de otros, son de ellos mismos. Las malas estrategias no fueron tomadas por enemigos, fueron tomadas por ellos mismos. El desastre que esa isla exhibe hoy es el resultado de caprichos, inventos, pruebas de laboratorios, malas decisiones, desinterés, etc. de ellos mismos. De esos mismos que hoy siguen diciendo frente a las cámaras de televisión que ahora si que vamos a lograrlo, que ahora si vamos por el camino correcto, que ahora si se resolverán definitivamente los problemas y que la culpa de todo la tiene solamente el enemigo externo, enemigo que se ha utilizado desde el propio 1959 para darle legitimidad al proceso llamado revolucionario.

Hay miembros de ese gobierno que son los absolutos culpables y peor, son culpables a los que no les importa más nada que vivir bien y a última hora salvar su pellejo e imagino que a su familia, pero, además, hay muchos más culpables, que hoy más que nunca, están reprimiendo y abusando del pueblo. Una cosa es salir a organizar y otra es salir a dar golpes, bastonazos, patadas a mujeres y hombres, jóvenes y viejos. Una cosa es llamar al orden y otra es echarles los perros pastores alemanes entrenados a las personas, estén haciendo estás, lo que estén haciendo. Una cosa es custodiar e incluso llevar al orden al desorganizado y otra es llegar y virar carritos y estantes con alimentos, bicicletas, tumbar puertas a patadas, romper candados y sacar armas, llegando incluso a dispararlas, frente a personas que están desarmadas. Lo increíble es que no sólo personas vestidas de uniforme, lo que podría dar cierta autoridad y conocimiento de las leyes, sino personas civiles, incluso mujeres, hoy salen a la calle a golpear a otras personas. Civiles contra civiles.

Entonces no sólo son los funcionarios del gobierno, encargados de mentir para lograr que todo siga igual para sus beneficios, sino muchos policías, agentes de la seguridad del estado, militares, civiles extremistas, que están sin la menor clemencia, piedad o misericordia, reprimiendo solo por reprimir. Usando la fuerza bruta y colectiva, siempre en grandes grupos, para lograr lo que se les orienta desde algunas oficinas.

No existe una ley, una orden o justificación moral, que pueda obligar a un policía o agente de la seguridad a dar golpes, a echar perros. No existe ninguna justificación mayor, porque no se trata de una guerra con invasores extranjeros que pueda avalar que cubanos estén reprimiendo a cubanos. No existe ninguna causa por la cual, sin justificaciones, se maltraten tanto a las personas. Esas personas también, hoy en 2019, han entrado en un punto de no retorno. Tanto y tanto se quejó el gobierno cubano de la “corrupta y asesina” policía batistiana, para al final terminar usando los mismos métodos, lo que demuestra que la idea de conservar el poder siempre encuentra justificaciones, incluso utilizando la fuerza bruta contra un pueblo, que lo único que está haciendo, al menos hasta hoy, es demostrar su incomodidad e inconformidad por problemas objetivos, no inventados desde adentro, menos desde el exterior.

Si, en Cuba se reprime y abusa y no hablo por boca de ganso o repitiendo lo que otros me han contado. Conozco de registros que no aclaran qué cosa buscan y se hacen con total impunidad. Conozco el sentimiento de impotencia con que se vive cuando sabiéndote inocente, eres tratado como delincuente y culpable de delitos que nadie te dice claramente o te inventan. Conozco de estar detenido en calabozos tapiados preparados para 4 personas y yo ser el sexto, teniendo que dormir en el piso al lado del hueco donde se hacen las necesidades fisiológicas. Conozco de no tener agua para bañarme o tomar y no ser atendido por un médico. Conozco de los abusos psicológicos, las ofensas, las burlas, los insultos, los gritos y chantajes. Conozco lo que significa tener una hija de 4 años y un hijo recién nacido a los que no puede ver y a una familia tirada 8 horas en la calle debajo del sol, sin baño, sin agua para tomar y que al final del día no le hayan permitido visitarme como parte del llamado proceso de instrucción. Conozco de culebrilla y de ladillas, de peste a sudor y suciedad y de hambre, mucha hambre. Y conozco de todos los sentimientos de temor, incomprensión, odio y venganza, cuando se vive presionado por la posible vigilancia y se temen a las posibles consecuencias.

Y entonces, como ya dije que no era Dios, no sé cómo me iría al enterarme que una de las personas que me torturó por gusto, sin necesidad, por placer, disfrute y/o por obtener méritos y prebendas, hoy, también frente a la caída del socialismo cubano, viva en Estados Unidos, como un libre más. No es tan fácil. ¿Venganza o Justicia?  

Simon Wiesenthal
Si usted fue un revolucionario buen trabajador, más, un trabajador ejemplar, que se enamoró de un proyecto que pretendió ser lindo, que estudió para superarse y superar a su familia y que al final de la historia descubrió que no funcionó y quiere vivir mejor, pues sea bienvenido a Estados Unidos; pero si usted agredió, torturó, abusó, dio golpes, tiró piedras, arrastró, se apropió de casas y objetos que decomisó que no eran suyos, ni le pertenecían. Si usted extorsionó o chantajeo a un llamado delincuente o a una prostituta, peor aún, a un trabajador cuentapropista. Si usted paró a choferes para sacarle unos dólares. Si todavía hoy, sale a la calle ciegamente a cumplir órdenes y utiliza la fuerza para callar o reprimir a un cubano, sin importar si es joven o viejo, negro o blanco, mujer o hombre, si es universitario u obrero, decente o indecente, trabajador o luchador, es mejor que no venga, quédese en Cuba hasta el final y aténgase valientemente a las consecuencias. Recuerde que por las calles de Estados Unidos pueden caminar algunas o muchas de sus víctimas. Y tal como dijera “nuestro” Fidel en octubre del 76, idea que puede perfectamente ser utilizada hoy, “cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla”.

Pensando entonces en Simon Wiesenthal, más temprano o más tarde, en Cuba, la injusticia va a temblar.

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