“Veo en las noticias
que el presidente de Ecuador quitó el subsidio al combustible y ha ocasionado
grandes disturbios, huelga, gente en la calle dando candela y la policía dando
palos, gases etc. En Cuba pagamos un dólar por cada litro de diésel y no pasa nada,
todos tranquilos, aunque mañana suban a cinco dólares el litro. La gente lo
paga robando más y / o apretándonos más los unos a los otros. El mundo entero
ve bien la reacción de los ecuatorianos y los apoyan, dicen que la culpa
la tiene el presidente al tomar esa medida antipopular. El pueblito donde
vivimos hace 25 años, fue fundado a mediados del siglo XIX. Los que todavía
viven para contar lo que aquí pasaba antes del 1959, dicen que había dos
gasolineras privadas y cinco carnicerías que colgaban una res muerta, limpia
diaria cada una y las vendían. En aquel momento este pueblo tenía un tercio de
los habitantes que tiene hoy que, por supuesto, al cabo de más de sesenta años
y en contra de toda lógica, no tiene gasolineras y la única carnicería que
queda del gobierno no tiene nada que vender, que por no tener no tiene ni un
pequeño freezer. Aunque la mayoría de sus habitantes tienen calzado y la mitad
tienen 12 grado de escolaridad, más una buena cantidad de universitarios. Los
pobres no podían comer la mejor parte de la res, pero comían por ejemplo
picadillo con harina de maíz, con malanga o con boniatos, en un tiempo difícil en
el que mi cuñado mayor vendía, siendo muy chico, maní tostado en una lata con
carbón debajo, para mantenerlo caliente según me cuenta él mismo. Mi suegra
analfabeta funcional y criada, me contaba que compraba con centavos una
cantidad de picadillo, o sea, carne molida en la presencia de las personas, con
el que comían ella y sus tres hijos. ¿Qué nos ha pasado en este pueblo que todo
está peor? Ahora la gente sabe leer, pero se la pasan añorando aquellos
tiempos. No hay ni reses, ni gasolineras, ni maní y lo último es que han
quitado los kioscos donde vendían algo de lo básico porque robaron en ambos. A
pesar de lo antes dicho nadie sale gritando con carteles ni prende candelas. La
gente se conforma y "resiste" muda, ante tanta insostenible realidad inconcebible en
otras geografías”.
Hace muchos años,
gracias a mi gran amigo Marcial González, tuve la oportunidad de leer un genial
libro, “Justicia, no Venganza”, escrito por Simon Wiesenthal. Desde aquel momento
donde yo era joven, justo hasta hoy, el contenido del libro me ha hecho pensar
mucho sobre un tema muy complicado para cualquier momento de la vida. A partir
del propio título, el lector está obligado a entender y luego escoger, o sea,
tomar una posición, entre dos palabras, justicia y venganza, que más que
palabras se convierten en decisiones de vida. Les recomiendo el libro, puede
usted en algún momento, tener que tomar una postura definitiva, pues no siempre
se puede estar en el meloso medio.
Wiesenthal fue un
arquitecto de origen judío, que luego de pasar por una docena de campos nazis de
concentración, sobrevivió al Holocausto. Con él, como una casualidad de la
vida, porque era más fácil y común morir, sobrevivió su esposa Cyla, el resto
de su familia desapareció asesinada dentro de los mismos campos nazis. A partir
del final de la II Guerra Mundial, dedicó su vida, murió con 97 años, su
esfuerzo y dinero, a localizar y entregar a las autoridades a los nazis que,
con identidades e historias falsas, se habían escondido en países, sobre todo
de América Latina, donde las dictaduras militares de turno los acogieron, permitiéndoles
vivir y vivir bien, para que fueran procesados y juzgados.
Simon Wiesenthal |
Esto es lo que me ha
hecho pensar siempre, aunque tengo que reconocer que me volví fanático a esa
persona que no dudó, luego de sobrevivir a lo peor que ha pasado la humanidad
moderna, dedicar su esfuerzo a trabajar por sacar a flote la verdad, verdad que,
aunque parezca mentira, muchos ya no querían conocer, ni tan siquiera mencionar.
Y por supuesto, hoy,
todo eso de venganza o justicia, me hace pensar en mi país de origen. Mucho se
habla de Cuba, sobre todo entre los cubanos, es mentira que todo el mundo está
pendiente de lo que pasa en ese pequeño país. Son sobrados los argumentos sobre
la maldad del gobierno por muchos años, los desastres que han ocurrido en la
política y la sociedad de forma general, sobre los cambios necesarios en la Constitución
Cubana, las leyes todas, como consecuencia, en la política y sobre todo y, ante
todo, los cambios que se necesitan hacer en cada uno de los aspectos, renglones
y sectores, mecanismos, etc., de la economía, que como sabemos, podría ser
definida hoy como la no economía.
Como en algún momento
escribí, es más fácil, rico y disfrutable cuando se habla de cosas tan
importantes y lindas como una constitución, como la reforma de un código penal,
de la posibilidad de tener tantos partidos políticos como las personas quieran
y estén dispuestos a crear. Que se respeten a los homosexuales y los trans, por
supuesto la necesidad imperiosa de crear leyes para proteger a los animales,
incluso a los que no teníamos en Cuba como el caracol africano, pero resulta un
poquito más complicado tratar de imaginar los resortes económicos que hay que
establecer y mover para estimular un crecimiento estable de una economía determinada,
aunque como es sabido, entre cubanos, cada uno de nosotros, tiene un paquete de
recomendaciones susceptibles de ser aplicadas con éxito.
Lo complicado es
imaginar qué va a pasar, digamos, con algunas personas, por ejemplo, los protagonistas,
que, durante muchos años y todavía hoy, son los actores de esa no economía, no
política, no derechos, etc. y más, los protagonistas de los maltratos, abusos, represiones,
si represiones, a parte, a una gran parte de personas que gústenle o no,
también se incluyen dentro de la definición PUEBLO, y por qué no, también a
aquellos que han decidido, conscientemente, comerse los gatos.
Siempre se repite que
Miami, por ejemplo, está llena de antiguos y actuales miembros del gobierno
cubano, que continúan trabajando para él. Entonces ahora mismo, yo, si sentado
en mi cómoda butaca, he visto que se han descubierto varias personas que cuando
vivieron en Cuba, formaron parte de la policía, el ministerio del interior, de
los carceleros, etc., y en el uso de su ilimitado poder por aquellos años, abusaron,
reprimieron, “torturaron” al menos psicológicamente, hicieron registros inhumanos
y agresivos en viviendas, ocupando ilegalmente propiedades de los registrados, se
burlaron, maltrataron, chantajearon y hoy, después de mentir a las autoridades
migratorias en la Embajada de Estados Unidos en Cuba o en las fronteras, increíblemente
disfrutan, ostentando cierta legalidad, junto a muchas de sus víctimas de las
bondades de vivir en Norteamérica. Y por supuesto, luego de identificados, han
sido y serán expuestos a la justicia, con muchas posibilidades de ser deportados
a su lugar de origen, o sea, Cuba.
¿Justicia o Venganza? Es
complicado. Siendo sincero, al margen de lo que muchos de ustedes puedan
pensar, si yo fuera Dios, los perdonaría, tal como dicen que el Padre Celestial
perdona todo. Les pediría que rezaran tres padres nuestros y dos ave marías y
los dejaría en paz que disfrutaran del lugar que ellos mismos negaron muchas
veces. Lo que pasa es que no soy Dios y entonces para mí, hasta el perdón es
cuestionable. ¿Cómo perdonar a un violador de niños?, ¿Cómo perdonar a un
torturador o asesino?
No creo que la idea sea
salir a cazar a las personas. Menos cogerlas con todos los que de una forma u
otra colaboraron con el sistema castrista cubano. Al final de la historia, en
un por ciento muy alto, muy cercano al 100, cada cubano participó en un momento
de su vida y formó parte de la maquinaria que hoy llamamos infernal. Si la idea
es acabar con toda huella, sólo un poco de miles de personas se salvarían,
aquellas que públicamente demostraron siempre su desacuerdo y vivieron dentro
de un absoluto exilio interno o lograron salir desde los inicios del proceso
revolucionario. Cuba lleva 60 años luciendo un sistema comunista y entonces el
sólo hecho de comer de la bodega, te comprometería y convertiría en un
colaborador del gobierno.
La idea no está en echar
tierra sobre los trabajadores vanguardias, los macheteros o trabajadores agrícolas,
los internacionalistas militares o civiles, los militares, los policías, ni con
todos los que pertenecieron a las filas de la Unión de Jóvenes Comunistas o a
los núcleos del Partido Comunista de Cuba. Los que vivimos en Cuba, sabemos que
existen muchos militares de academia y trabajadores comunes dentro del
ejército, como cocineros, secretarias, mecánicos, contadores, etc.; muchos
jóvenes que fueron llevados a guerras sin saber exactamente a dónde se dirigían,
ni entender qué tenían que hacer, más allá de sobrevivir y muchos médicos y
otros profesionales y técnicos que trabajaron en el exterior como una forma de
ayudar, y sobre todo, de escape, muchos policías que tienen esa actividad sólo
como un trabajo más, porque es preferible ser policía en una ciudad que arar la
tierra en el campo y que, ser militante comunista en Cuba, muchas veces
dependía de portarse bien, ser buen estudiante, ser únicamente buen trabajador,
etc. Conozco, además, que las personas tienen derecho a cambiar y darse cuenta
de que no pueden seguir haciendo o pensando cómo lo habían hecho y pensado y
tienen el derecho de hacer una nueva vida, sin entrar ahora mismo a valorar si fueron
grandes demagogos y son el resultado de una opción super oportunista. Ninguna
frase para Cuba sería mejor que aquella enseñanza bíblica, donde Jesús, según
dicen, el hijo de Dios dijo algo así como, el que esté libre de pecado que
lance la primera piedra.
El gobierno cubano, que
también tuvo sus inicios democráticos y de logros, al menos para una parte de
los habitantes de Cuba, viene desde hace ya muchos años, en caída libre y ahora
mismo está en el llamado punto de no retorno. Muchos de los que colaboraron
furiosamente, hoy, como ratas, se están tirando del barco y qué mejor lugar
para vivir que Estados Unidos.
El Punto de No Retorno,
para la aviación es un cálculo super exacto dentro del viaje programado, donde
el avión por el combustible que lleva no puede regresar al aeropuerto de origen
y sólo le queda la posibilidad de seguir hacia adelante. No importa que esté en
medio del mar, sobre tierra, cerca o lejos de un aeropuerto de emergencia, etc.
Ese momento, al que como es lógico, frente a una emergencia, ningún piloto
quiere llegar, dice en otras palabras que, tienes que inventar de aquí para
adelante, porque para atrás ya no puedes ir.
Exactamente así veo al
gobierno cubano. Ellos están viviendo, ellos lo saben, dentro de un momento que
ya no tienen retorno y entonces están jugando con el tiempo, los
acontecimientos, las casualidades y las 11 mil vírgenes y, para defender los
intereses de pocos, cada día menos, están arrastrando a una gran parte de los
cubanos. Creo que ninguna de esas figuras públicas pueda creer en lo que dicen
y dicen defender, porque la realidad es inmensamente diferente y aplastante.
Ellos, para mí, en buen cubano, están echando con la cara, tratando de ganar
tiempo e imagino que, maniobrando, tal como maniobran todos los políticos para
casos de emergencia. A Batista, que se despidió de sus acólitos en una inocente
fiesta de fin de año, se montó en un avión con los más cercanos y se llevó una
buena cantidad de dinero, no se le ocurrió eso después de haberse tomado la
copa de champán. No fue una acción de corredera, todo estaba cuadrado, quizás
meses antes. Se fue ileso, se llevó todo y a todos y dejó a Cuba ciega.
Los integrantes
profesionales y estables del gobierno cubano, porque hay muchos que estuvieron
y ya no están o pasaron por ahí como pantalla, no pueden echarle la culpa a los
de antes, porque no existen los de antes. Muchas de esas personas llevan montados,
como diría un dominicano, exactamente el mismo tiempo que existe el gobierno. Las
malas decisiones no son de otros, son de ellos mismos. Las malas estrategias no
fueron tomadas por enemigos, fueron tomadas por ellos mismos. El desastre que esa
isla exhibe hoy es el resultado de caprichos, inventos, pruebas de
laboratorios, malas decisiones, desinterés, etc. de ellos mismos. De esos mismos
que hoy siguen diciendo frente a las cámaras de televisión que ahora si que
vamos a lograrlo, que ahora si vamos por el camino correcto, que ahora si se
resolverán definitivamente los problemas y que la culpa de todo la tiene solamente
el enemigo externo, enemigo que se ha utilizado desde el propio 1959 para darle
legitimidad al proceso llamado revolucionario.
Hay miembros de ese
gobierno que son los absolutos culpables y peor, son culpables a los que no les
importa más nada que vivir bien y a última hora salvar su pellejo e imagino que
a su familia, pero, además, hay muchos más culpables, que hoy más que nunca, están
reprimiendo y abusando del pueblo. Una cosa es salir a organizar y otra es
salir a dar golpes, bastonazos, patadas a mujeres y hombres, jóvenes y viejos. Una
cosa es llamar al orden y otra es echarles los perros pastores alemanes entrenados
a las personas, estén haciendo estás, lo que estén haciendo. Una cosa es
custodiar e incluso llevar al orden al desorganizado y otra es llegar y virar
carritos y estantes con alimentos, bicicletas, tumbar puertas a patadas, romper
candados y sacar armas, llegando incluso a dispararlas, frente a personas que
están desarmadas. Lo increíble es que no sólo personas vestidas de uniforme, lo
que podría dar cierta autoridad y conocimiento de las leyes, sino personas
civiles, incluso mujeres, hoy salen a la calle a golpear a otras personas.
Civiles contra civiles.
Entonces no sólo son
los funcionarios del gobierno, encargados de mentir para lograr que todo siga
igual para sus beneficios, sino muchos policías, agentes de la seguridad del
estado, militares, civiles extremistas, que están sin la menor clemencia,
piedad o misericordia, reprimiendo solo por reprimir. Usando la fuerza bruta y
colectiva, siempre en grandes grupos, para lograr lo que se les orienta desde
algunas oficinas.
No existe una ley, una orden
o justificación moral, que pueda obligar a un policía o agente de la seguridad
a dar golpes, a echar perros. No existe ninguna justificación mayor, porque no
se trata de una guerra con invasores extranjeros que pueda avalar que cubanos
estén reprimiendo a cubanos. No existe ninguna causa por la cual, sin
justificaciones, se maltraten tanto a las personas. Esas personas también, hoy
en 2019, han entrado en un punto de no retorno. Tanto y tanto se quejó el
gobierno cubano de la “corrupta y asesina” policía batistiana, para al final
terminar usando los mismos métodos, lo que demuestra que la idea de conservar
el poder siempre encuentra justificaciones, incluso utilizando la fuerza bruta
contra un pueblo, que lo único que está haciendo, al menos hasta hoy, es
demostrar su incomodidad e inconformidad por problemas objetivos, no inventados
desde adentro, menos desde el exterior.
Si, en Cuba se reprime
y abusa y no hablo por boca de ganso o repitiendo lo que otros me han contado.
Conozco de registros que no aclaran qué cosa buscan y se hacen con total
impunidad. Conozco el sentimiento de impotencia con que se vive cuando sabiéndote
inocente, eres tratado como delincuente y culpable de delitos que nadie te dice
claramente o te inventan. Conozco de estar detenido en calabozos tapiados
preparados para 4 personas y yo ser el sexto, teniendo que dormir en el piso al
lado del hueco donde se hacen las necesidades fisiológicas. Conozco de no tener
agua para bañarme o tomar y no ser atendido por un médico. Conozco de los abusos
psicológicos, las ofensas, las burlas, los insultos, los gritos y chantajes.
Conozco lo que significa tener una hija de 4 años y un hijo recién nacido a los
que no puede ver y a una familia tirada 8 horas en la calle debajo del sol, sin
baño, sin agua para tomar y que al final del día no le hayan permitido visitarme
como parte del llamado proceso de instrucción. Conozco de culebrilla y de
ladillas, de peste a sudor y suciedad y de hambre, mucha hambre. Y conozco de todos
los sentimientos de temor, incomprensión, odio y venganza, cuando se vive presionado
por la posible vigilancia y se temen a las posibles consecuencias.
Y entonces, como ya
dije que no era Dios, no sé cómo me iría al enterarme que una de las personas
que me torturó por gusto, sin necesidad, por placer, disfrute y/o por obtener
méritos y prebendas, hoy, también frente a la caída del socialismo cubano, viva
en Estados Unidos, como un libre más. No es tan fácil. ¿Venganza o Justicia?
Simon Wiesenthal |
Pensando entonces en Simon
Wiesenthal, más temprano o más tarde, en Cuba, la injusticia va a temblar.
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