domingo, 6 de octubre de 2019

Nadie piensa en una anexión. (Primera Parte)


“El Terrible”, desde Cuba me escribe y reflexiona sobre un tema que me ha hecho entonces pensar y como consecuencia escribir. La vida es así, primero “El Terrible” era mi colaborador y ahora me escribe y me hace colaborar con él. Buen mecanismo.

“Es interesante lo que sucede con la memoria histórica de los pueblos. Soy consciente de que en cada una de mis células y en la de mi hijo, hermanos, madre y hasta en las de mi mujer se esconde el ADN de nuestros ancestros españoles. Pero: ¿Qué pasa con los pueblos que olvidan su historia? Nadie quiere que los cubanos se olviden de "todo el daño" que los americanos nos han hecho en estos 60 años, pero yo me pregunto, ¿Cómo pudimos olvidarnos del daño hecho por España a Cuba durante casi 400 años donde por momentos estuvimos a punto de ser exterminados por ellos?, ¿Cómo el gobierno, empujado por la necesidad imperiosa y más que evidente, hace negocios con los españoles y los deja rellenar sus ya abarrotadas arcas explotando nuestras  playas, nuestro sol,  nuestra gente, nuestras palmeras, las mismas que durante cientos de años vieron caer a muchos de los mejores y más íntegros hijos de Cuba. ¿Qué dirían patriotas como Maceo, Gómez, Céspedes, Agramontes, etc., si vieran a los descendientes de aquellos españoles con sus propiedades en Cuba creciendo por días ante la incapacidad del gobierno de encontrar otras soluciones?, ¿Cómo el pueblo pudo olvidar lo que los españoles nos hicieron?, ¿Es que hay capitalistas buenos y capitalistas malos? ¿Quién puede saber qué hace Meliá con los dineros que obtiene como ganancia de los muchos hoteles que tienen hoy en Cuba? Será que hay capitalistas confiables y otros no lo son. Claro esos negocios fueron fruto de la iniciativa de nuestro líder histórico, otro hijo de españoles y a nadie se le podía ocurrir cuestionar en su momento esa decisión. ¿Cómo es posible que pueblos que han estado involucrados en guerras mundiales como enemigos donde han muerto miles de personas de ambos bandos, puedan tener en el presente relaciones económicas, culturales y diplomáticas?,¿Será que algunos pueblos olvidan y otros no o será que algunos pueblos recuerdan solo alguna parte de su historia?”

Es muy difícil tratar de resumir un período e incluso un hecho con pocas palabras. A veces se corre el riesgo de, en vez de aclarar, crear más dudas o problemas, porque cualquier proceso tiene muchísimas aristas a interpretar. Recuerdo que tuvimos en Cuba un gran orador, a los que sus seguidores reconocían como el dueño de la palabra, esto puede ser cierto, pero también hay que pensar que ese orador tenía 8 o 10 horas a su disposición para hablar, por lo que, en medio de todos su discurso, iba y venía desde la aparición del hombre en la Tierra hasta el siglo XXI, se repetía, volvía de adelante para atrás y de atrás para adelante sistemáticamente, sin la menor consideración por los oyentes. 
Cuando luego, uno tenía la posibilidad de estudiar su discurso, el pollo del arroz con pollo se podía resumir en minutos, en pocos párrafos, todo lo demás era paja de adorno y auto realización. Difícil es contar la misma historia y hacerla comprensible en 5 o 10 minutos. Mientras menos palabras claras e inequívocas, mayor virtuosismo. Es difícil cuando sólo tienes una pequeña columna en un periódico o una sola cuartilla.

La palabra anexionismo, más que la palabra, la idea anexionista, ha sido muy criticada desde que surgió como estrategia, para resolver el problema de un país, una región o sencillamente un grupo de personas. Ella, vista a groso modo, o sea, sin adobo y cocción, limita al anexado en sus más elementales derechos y libertades y los condiciona a los designios del que recibe o dirige la anexión, generalmente más poderoso económica, política, militarmente, etc., convirtiendo al primero en total dependiente del segundo de forma pública. No obstante la anexión voluntaria, tal como la colonización forzosa, terminan a largo plazo desarrollando un sentimiento de libertad que conmueve hasta los más insensibles.

El anexionismo, que puede ser incluso una variante bien intencionada y de buena fe en un momento histórico determinado, tiene, como toda variante, incluso la bien intencionada, aspectos negativos, aquellos vinculados a las libertades e independencia del país o región anexado o que se pretende anexar, pero podría verse desde el ángulo positivo a la hora de liquidar un yugo explotador más atrasado y cruel, más, resolver de una vez problemas económicos, adquirir tecnologías más modernas, organizar la estructura interna, beneficiar al menos a una parte de la sociedad que pretende anexarse defendiendo los intereses de clases de los que postulan la anexión.

Cuba, por tener, tiene su historia de anexionismo a mediados del siglo XIX. Colocándonos en el momento histórico en que ocurrió, podría ser un anexionismo bien intencionado, ese que trataba de acabar con el dominio colonial español, atrasado y brutal, sobre la isla.

Vivía la sociedad cubana bajo el colonialismo español, no sólo cruel, sino extemporáneo para lo que ya el resto de América Latina estaba viviendo, cuando a partir de la década del 40 del 1800, una parte de los representantes de la sociedad cubana contempló la idea de la anexión al sur de los Estados Unidos, que, aunque más atrasado que el norte norteamericano, así y todo, representaba una mejor opción para los intereses, políticos y sobre todo económicos de los cubanos de aquellos años.

El Capital General O´Donnell, representante máximo de la Corona Española, venía gobernando, mejor ahogando, a Cuba bajo una mano fuerte y represiva. Algunos de los movimientos separatistas del incipiente criollo, poco definidos o pocos maduros, por lo que pasaban como manifestaciones esporádicas y aisladas, fueron resueltos con sangre, eliminando a sus máximos representantes, tratando de esta forma de perpetuar el dominio colonial, en un momento donde ya España veía disminuida sus posesiones de ultramar. La intención de la Corona y entonces de su gobierno en Cuba era clara, mantener a la isla a cualquier costo. Los Capitanes Generales que se sucedieron, gustosas manos fuertes, fueron los encargados.

Como siempre, a mayor represión, mayor miedo, pero también mayor radicalización de los pensamientos, sobre todo de determinados sectores sociales, por lo que, a mediados de siglo, se sucedieron, quizás desesperados, varios intentos anexionistas con los sureños norteamericanos.

De ellos los más conocidos son los que fueron dirigidos por Narciso López, que, por cierto, aunque radicado en Cuba, no era cubano y el de Joaquín Agüero. Estos movimientos apoyados por hacendados, intelectuales, e incluso nobles, algo desconectados de las masas populares cubanas, no llegaron a mucho, todos fueron liquidados y sus principales figuras puestas presas o ajusticiadas, como final de sus actuaciones. Por cierto, nuestra bandera cubana, esa de la estrella solitaria, sobre un triángulo rojo, con bandas blancas y azules, aquellas que tantas veces nos hicieron repetir que el rojo significaba la sangre derramada por el pueblo en sus luchas, el azul representaba el color del cielo y las tres regiones cubanas y el blanco la pureza, etc., fue la bandera enarbolada por los anexionistas en uno de sus intentos y representó por aquellos años, no una opción independentista total, sino la anexión conveniente a una parte de los Estados Unidos. Luego, al ser considerados estos intentos como una opción válida por separar a Cuba de España, seis meses después de comenzada la Guerra de Independencia de 1868, en la Asamblea de Guáimaro fue escogida como bandera cubana independentista, por encima de la bandera presentada por Carlos M. de Céspedes, Padre de la Patria, iniciador de la Guerra.

El siglo XIX terminó con el fin de la posesión española sobre Cuba, con procesos poco claros para los no profundos estudiosos. Se habla de la victoria norteamericana sobre España, cosa que me parece sobrevalora la participación de Estados Unidos. España estaba derrotada después de 30 años de guerra contra los independentistas cubanos durante varios períodos de guerra, por lo que, en realidad, a mí me parece más justo, hablar de una guerra entre España y la Cuba independentista y otra, muy cortica, de última hora, muy sencilla, entre España y Estados Unidos, en la que increíblemente se desconoció la participación y los logros de los ejércitos de mambises cubanos.

No obstante, estas interpretaciones, Cuba fue libre y para esta ocasión, aunque necesaria e inteligentemente el gobierno norteamericano deja un gobierno provisional, encargado de arreglar la isla para futuro, no se proclamó una anexión, ni una asociación dependiente públicamente, sino que, en 1902 Cuba, claro, asesorada por el gobierno norteamericano, inauguró una República democrática e independiente, de forma general, interpretada como moderna para la época.

La república, defectuosa, durante todos los años de su existencia, con políticos no políticos, con ladrones profesionales, con sectores pobres y muchos males conocidos, con injerencia del asesor principal en la vida cubana, sin la vía de la anexión, también dio frutos todavía hoy visibles. Cuba, muy rápido pasó de ser un país colonizado durante cinco siglos por una metrópoli pobre, a convertirse en el país más avanzado de Latinoamérica. Bajo un estatus de país libre e independiente, no anexado a ninguna potencia, Cuba fue capaz de construir un lugar próspero, económicamente distinguido, poseedor de los avances tecnológicos más modernos de la época, pero además fue capaz de mostrar un desarrollo cultural y social de avanzada para la época.

No fue la opción anexionista pública la que convirtió a Cuba en un país competitivo, aunque no podemos dejar de reconocer que, la relación de “amistad” con nuestro vecino Estados Unidos, el país del llamado por Marx, capitalismo moderno más potente de la historia, nos sirvió de muchísimo. A nadie le importó en aquel momento una anexión. Estados Unidos enredado en sus problemas internos, ayudó, asesoró, metió su dinero, pero no se compró la bronca, ya extemporánea por demás, de anexarse un territorio como propio y paralelamente los cubanos, después de tanta España, disfrutaban la palabra independencia.

Era entendible para los gobiernos cubanos de todos aquellos años. ¿Cómo desarrollar un país entero, cómo construir una economía representativamente fuerte, en un país que sólo había conocido el dominio colonial español, sin contar con una ayuda externa?, ¿Quién mejor que un vecino fuerte, con una economía capitalista moderna, más moderna que la europea, con una cercanía beneficiosamente impresionante, con deseos también de expandirse? Ayuda, compromiso, renta, venta, préstamo, etc., que al final, de forma general, sin desconocer los males, funcionó. Si hubo injerencia, pero no anexionismo.

Los males pudieron más, a tal punto que hasta a nuestro “buen vecino” les llegaron a molestar y se armó la revolución de Fidel. No era nuevo, Cuba siempre había tenido sentimientos e intenciones independentistas, casi desde la llegada de los propios españoles. Recordar que el taino Guamá existió en épocas tan tempranas como 1530. Sin quitarle el mérito a Fidelito, él, más que todo, pudo concentrar o condensar todas las opciones anteriores, incluso, aunque no se diga mucho, a finales de la década del 50 del 1900, con una buena vista del amigo imperio.

No nos engañemos, Fidel fue bueno e inteligente dentro del circo que existía, pero no era mago, para poder cumplir con sus promesas muy rápido descubrió que necesitaba apoyo exterior. Cuba con una envidiable posición geográfica en América, la llamada “Llave del Golfo” y a muy pocas millas del “enemigo” número uno del comunismo, no tenía como desarrollarse sola, entonces el gobierno metió a la isla entera en una caja, la envolvió en papel de regalo, le puso un lazo rosado y una tarjetica que decía “Felicidades” y se la entregó a los padres del socialismo mundial, los soviéticos.

Y entonces llegaron los rusos, convertidos por aquellos años ya en los padres soviéticos. ¿Quién fue el culpable o autor de aquella llegada? Ya no vale la pena averiguarlo, sólo pensar que, aunque Cuba continuó teniendo un estado independiente y soberano, al cual nadie podía proponerle, ni tan siquiera mencionarle una anexión, el período socialista o comunista cubano, tuvo una enorme injerencia y penetración del gobierno soviético, tanta o más que la injerencia norteamericana durante todos los años de la vida republicana. Tanto o más.

El gobierno cubano revolucionario, tal como hicieron los primeros políticos de la república a partir de 1902, en busca de apoyo, desarrollo, mejorías, poder político y militar, estabilidad, seguridad, etc., se asociaron al, por aquellos años conocido, como Campo Socialista. Como ya dije, durante todos aquellos años, no hubo anexión, sería injusto definirlo así, la anexión es otra cosa, pero si hubo una total presencia foránea política, económica, militar y social de una potencia y el predominio de los intereses de esa potencia, revestidos de “sentimientos”, la URSS y la subordinación, bastante grande, no digamos total, pero si grandísima, de un país, Cuba.

Revisemos un ejemplo de los miles que existen. A raíz de la crisis de los misiles nucleares, Octubre de 1965, cuando en la isla se instaló una base de cohetes atómicos, con el objetivo, al menos, de meterle miedo a Estados Unidos, Fidel en varias ocasiones dijo que él no sabía nada del tema, que desconocía sobre la existencia de esos cohetes, tal como si fuera fácil de creer que algo así se pudiera hacer en Cuba, en la misma Cuba donde el gobierno sabe lo que desayunas, almuerzas y comes y el color de las medias que te pones cada día y hasta con quién te acuestas. Luego a la hora de la solución final, donde los gobiernos de Estados Unidos y la URSS se pusieron de acuerdo sobre el tema y decidieron desaparecer los cohetes, el gobierno cubano, Fidel, se disgustó en extremo, porque a la solución, que implicaba parte del territorio y la política cubanos, no lo invitaron ni para tomar café. Si seguimos la información oficial que generó la reconocida como Crisis de Octubre, tenemos que creer que los cohetes fueron montados sin consultar al gobierno cubano y luego a la “hora de los mameyes” fueron desmontados sin consultar al gobierno cubano. ¿Anexión e injerencia?, ¿Dependencia total?, ¿Respeto a la soberanía y la auto determinación? Saquen ustedes sus propias conclusiones.

Cada vez que nos reunimos los cubanos, sale el tema Cuba y entonces hablamos del pasado con facilidad. Cada uno de nosotros tiene una historia dentro de la historia y por supuesto, cosa que es fácil de creer entre cubanos, cada uno tiene su versión de lo que pasó. La cosa se pone complicada cuando, por ejemplo, mi amigo Ruso pregunta: ¿Si fueras ahora el presidente de Cuba, qué harías? Entonces todos comenzamos a boquear y a imaginarnos cómo resolveríamos de un palo los problemas que conocemos que tenemos. Comenzamos a inventarnos un período de restauración económica, política, social, geográfica, sentimental, etc., de una vez, tal como si la idea fuera tan fácil como pegarse en el Dominó con el doble blanco. Nos quedamos sin argumentos muy rápido y por supuesto volvemos a empezar por el principio, cada uno de nosotros vuelve a contar su historia, haciendo énfasis, tal como el momento lo requiere, en las experiencias y momentos malos.


Romanos en Nebraska. 5 de octubre del 2019.

En orden de aparición, de izquierda a derecha, Mayincito, Richard, Ruso y yo.
Quizás integrantes del nuevo gabinete del próximo gobierno 
o por lo menos representantes por la calle Roma para la alcaldía en Víbora Park. JAJAJA

¿Qué hacer para arreglar a Cuba? El momento histórico que vive ese país, lo que necesitaría es sacar a todas las personas y llevarlas a …, un lugar cualquiera donde puedan vivir algunos meses o años. Entonces con la isla vacía, escoger a aquellos que pudieran dar luces y diseñar cómo se viviría, luego de tener todo arreglado y estructurado, volveríamos a traer, poco a poco, a las personas y les asignaríamos su función y vida, ya con las leyes escritas, los bancos organizados, los ministerios trabajando, las calles arregladas, las bodegas llenas de comida, los cines y hoteles restaurados, etc., pero eso es imposible.

Cuba tiene que ser reparada capitalmente, o sea, en cada una de las esferas de la vida, más lo que yo me arriesgaría a decir que incluyo, a los seres humanos, o sea, a los cubanos, lo que significa digamos, desde la agricultura hasta una persona que se dedica a pintar uñas; desde su constitución y leyes hasta el oficio de plomero; desde su comercio exterior hasta el pintor, el músico, el poeta, desde los bancos hasta los círculos infantiles o de abuelos, desde su industria hasta las amas de casas. Cuba necesita, no de una chapistería y parches, cosa que se ha hecho y además hecho mal, hasta nuestros días, sino de una nueva carrocería, con nuevos asientos, con nuevos neumáticos, más nuevo motor y caja de velocidad, y además nuevos frenos y sistemas eléctricos, o sea Cuba necesita dejar de luchar con los viejos cacharros introducidos durante la era rusa o peor, los que dejaron los que se fueron y obtener un auto nuevo, moderno, económico, y además, lindo.

Cuba necesita poder insertarse en lo que está pasando a su alrededor con valores, con cosas para ofrecer, primero a los de adentro y luego a los de afuera y de ellas poder vivir, por lo que la única forma de lograrlo, teniendo en cuenta el desastre que hoy tiene ese país, es con la participación de agentes externos, tal como lo necesitó la Cuba de 1902 para echar a andar la República y luego lo necesitó la Cuba de 1959 para echar a andar la Revolución Comunista.  

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