“El
Terrible”, desde Cuba me escribe y reflexiona sobre un tema que me ha hecho
entonces pensar y como consecuencia escribir. La vida es así, primero “El
Terrible” era mi colaborador y ahora me escribe y me hace colaborar con él.
Buen mecanismo.
“Es interesante lo que
sucede con la memoria histórica de los pueblos. Soy consciente de que en cada
una de mis células y en la de mi hijo, hermanos, madre y hasta en las de mi
mujer se esconde el ADN de nuestros ancestros españoles. Pero: ¿Qué pasa con
los pueblos que olvidan su historia? Nadie quiere que los cubanos se olviden de
"todo el daño" que los americanos nos han hecho en estos 60 años,
pero yo me pregunto, ¿Cómo pudimos olvidarnos del daño hecho por España a Cuba
durante casi 400 años donde por momentos estuvimos a punto de ser exterminados
por ellos?, ¿Cómo el gobierno, empujado por la necesidad imperiosa y más que
evidente, hace negocios con los españoles y los deja rellenar sus ya
abarrotadas arcas explotando nuestras playas, nuestro sol, nuestra
gente, nuestras palmeras, las mismas que durante cientos de años vieron caer a
muchos de los mejores y más íntegros hijos de Cuba. ¿Qué dirían patriotas como
Maceo, Gómez, Céspedes, Agramontes, etc., si vieran a los descendientes de
aquellos españoles con sus propiedades en Cuba creciendo por días ante la
incapacidad del gobierno de encontrar otras soluciones?, ¿Cómo el pueblo pudo
olvidar lo que los españoles nos hicieron?, ¿Es que hay capitalistas buenos y
capitalistas malos? ¿Quién puede saber qué hace Meliá con los dineros que
obtiene como ganancia de los muchos hoteles que tienen hoy en Cuba? Será que
hay capitalistas confiables y otros no lo son. Claro esos negocios fueron
fruto de la iniciativa de nuestro líder histórico, otro hijo de españoles y a
nadie se le podía ocurrir cuestionar en su momento esa decisión. ¿Cómo es
posible que pueblos que han estado involucrados en guerras mundiales como
enemigos donde han muerto miles de personas de ambos bandos, puedan tener
en el presente relaciones económicas, culturales y diplomáticas?,¿Será que
algunos pueblos olvidan y otros no o será que algunos pueblos recuerdan
solo alguna parte de su historia?”
Es muy difícil
tratar de resumir un período e incluso un hecho con pocas palabras. A veces se
corre el riesgo de, en vez de aclarar, crear más dudas o problemas, porque
cualquier proceso tiene muchísimas aristas a interpretar. Recuerdo que tuvimos
en Cuba un gran orador, a los que sus seguidores reconocían como el dueño de la
palabra, esto puede ser cierto, pero también hay que pensar que ese orador
tenía 8 o 10 horas a su disposición para hablar, por lo que, en medio de todos su
discurso, iba y venía desde la aparición del hombre en la Tierra hasta el siglo
XXI, se repetía, volvía de adelante para atrás y de atrás para adelante sistemáticamente,
sin la menor consideración por los oyentes.
Cuando luego, uno tenía la
posibilidad de estudiar su discurso, el pollo del arroz con pollo se podía
resumir en minutos, en pocos párrafos, todo lo demás era paja de adorno y auto
realización. Difícil es contar la misma historia y hacerla comprensible en 5 o
10 minutos. Mientras menos palabras claras e inequívocas, mayor virtuosismo. Es
difícil cuando sólo tienes una pequeña columna en un periódico o una sola
cuartilla.
La palabra
anexionismo, más que la palabra, la idea anexionista, ha sido muy criticada
desde que surgió como estrategia, para resolver el problema de un país, una
región o sencillamente un grupo de personas. Ella, vista a groso modo, o sea,
sin adobo y cocción, limita al anexado en sus más elementales derechos y
libertades y los condiciona a los designios del que recibe o dirige la anexión,
generalmente más poderoso económica, política, militarmente, etc., convirtiendo
al primero en total dependiente del segundo de forma pública. No obstante la anexión
voluntaria, tal como la colonización forzosa, terminan a largo plazo
desarrollando un sentimiento de libertad que conmueve hasta los más
insensibles.
El
anexionismo, que puede ser incluso una variante bien intencionada y de buena fe
en un momento histórico determinado, tiene, como toda variante, incluso la bien
intencionada, aspectos negativos, aquellos vinculados a las libertades e
independencia del país o región anexado o que se pretende anexar, pero podría
verse desde el ángulo positivo a la hora de liquidar un yugo explotador más
atrasado y cruel, más, resolver de una vez problemas económicos, adquirir
tecnologías más modernas, organizar la estructura interna, beneficiar al menos
a una parte de la sociedad que pretende anexarse defendiendo los intereses de
clases de los que postulan la anexión.
Cuba, por
tener, tiene su historia de anexionismo a mediados del siglo XIX. Colocándonos
en el momento histórico en que ocurrió, podría ser un anexionismo bien intencionado,
ese que trataba de acabar con el dominio colonial español, atrasado y brutal, sobre
la isla.
Vivía la
sociedad cubana bajo el colonialismo español, no sólo cruel, sino extemporáneo
para lo que ya el resto de América Latina estaba viviendo, cuando a partir de
la década del 40 del 1800, una parte de los representantes de la sociedad
cubana contempló la idea de la anexión al sur de los Estados Unidos, que, aunque
más atrasado que el norte norteamericano, así y todo, representaba una mejor opción
para los intereses, políticos y sobre todo económicos de los cubanos de aquellos
años.
El Capital
General O´Donnell, representante máximo de la Corona Española, venía gobernando,
mejor ahogando, a Cuba bajo una mano fuerte y represiva. Algunos de los
movimientos separatistas del incipiente criollo, poco definidos o pocos maduros,
por lo que pasaban como manifestaciones esporádicas y aisladas, fueron resueltos
con sangre, eliminando a sus máximos representantes, tratando de esta forma de
perpetuar el dominio colonial, en un momento donde ya España veía disminuida
sus posesiones de ultramar. La intención de la Corona y entonces de su gobierno
en Cuba era clara, mantener a la isla a cualquier costo. Los Capitanes Generales
que se sucedieron, gustosas manos fuertes, fueron los encargados.
Como
siempre, a mayor represión, mayor miedo, pero también mayor radicalización de
los pensamientos, sobre todo de determinados sectores sociales, por lo que, a
mediados de siglo, se sucedieron, quizás desesperados, varios intentos anexionistas con los sureños
norteamericanos.
De ellos los
más conocidos son los que fueron dirigidos por Narciso López, que, por cierto,
aunque radicado en Cuba, no era cubano y el de Joaquín Agüero. Estos movimientos
apoyados por hacendados, intelectuales, e incluso nobles, algo desconectados de
las masas populares cubanas, no llegaron a mucho, todos fueron liquidados y sus
principales figuras puestas presas o ajusticiadas, como final de sus actuaciones.
Por cierto, nuestra bandera cubana, esa de la estrella solitaria, sobre un triángulo
rojo, con bandas blancas y azules, aquellas que tantas veces nos hicieron
repetir que el rojo significaba la sangre derramada por el pueblo en sus
luchas, el azul representaba el color del cielo y las tres regiones cubanas y
el blanco la pureza, etc., fue la bandera enarbolada por los anexionistas en
uno de sus intentos y representó por aquellos años, no una opción
independentista total, sino la anexión conveniente a una parte de los Estados
Unidos. Luego, al ser considerados estos intentos como una opción válida por
separar a Cuba de España, seis meses después de comenzada la Guerra de Independencia
de 1868, en la Asamblea de Guáimaro fue escogida como bandera cubana independentista,
por encima de la bandera presentada por Carlos M. de Céspedes, Padre de la
Patria, iniciador de la Guerra.
El siglo XIX
terminó con el fin de la posesión española sobre Cuba, con procesos poco claros
para los no profundos estudiosos. Se habla de la victoria norteamericana sobre
España, cosa que me parece sobrevalora la participación de Estados Unidos.
España estaba derrotada después de 30 años de guerra contra los
independentistas cubanos durante varios períodos de guerra, por lo que, en
realidad, a mí me parece más justo, hablar de una guerra entre España y la Cuba
independentista y otra, muy cortica, de última hora, muy sencilla, entre España
y Estados Unidos, en la que increíblemente se desconoció la participación y los
logros de los ejércitos de mambises cubanos.
No obstante,
estas interpretaciones, Cuba fue libre y para esta ocasión, aunque necesaria e
inteligentemente el gobierno norteamericano deja un gobierno provisional,
encargado de arreglar la isla para futuro, no se proclamó una anexión, ni una
asociación dependiente públicamente, sino que, en 1902 Cuba, claro, asesorada
por el gobierno norteamericano, inauguró una República democrática e
independiente, de forma general, interpretada como moderna para la época.
La república,
defectuosa, durante todos los años de su existencia, con políticos no
políticos, con ladrones profesionales, con sectores pobres y muchos males conocidos,
con injerencia del asesor principal en la vida cubana, sin la vía de la anexión,
también dio frutos todavía hoy visibles. Cuba, muy rápido pasó de ser un país
colonizado durante cinco siglos por una metrópoli pobre, a convertirse en el
país más avanzado de Latinoamérica. Bajo un estatus de país libre e
independiente, no anexado a ninguna potencia, Cuba fue capaz de construir un
lugar próspero, económicamente distinguido, poseedor de los avances tecnológicos
más modernos de la época, pero además fue capaz de mostrar un desarrollo cultural
y social de avanzada para la época.
No fue la
opción anexionista pública la que convirtió a Cuba en un país competitivo, aunque
no podemos dejar de reconocer que, la relación de “amistad” con nuestro vecino
Estados Unidos, el país del llamado por Marx, capitalismo moderno más potente
de la historia, nos sirvió de muchísimo. A nadie le importó en aquel momento
una anexión. Estados Unidos enredado en sus problemas internos, ayudó, asesoró,
metió su dinero, pero no se compró la bronca, ya extemporánea por demás, de anexarse
un territorio como propio y paralelamente los cubanos, después de tanta España,
disfrutaban la palabra independencia.
Era entendible
para los gobiernos cubanos de todos aquellos años. ¿Cómo desarrollar un país
entero, cómo construir una economía representativamente fuerte, en un país que
sólo había conocido el dominio colonial español, sin contar con una ayuda
externa?, ¿Quién mejor que un vecino fuerte, con una economía capitalista moderna,
más moderna que la europea, con una cercanía beneficiosamente impresionante,
con deseos también de expandirse? Ayuda, compromiso, renta, venta, préstamo,
etc., que al final, de forma general, sin desconocer los males, funcionó. Si hubo
injerencia, pero no anexionismo.
Los males
pudieron más, a tal punto que hasta a nuestro “buen vecino” les llegaron a
molestar y se armó la revolución de Fidel. No era nuevo, Cuba siempre había tenido
sentimientos e intenciones independentistas, casi desde la llegada de los
propios españoles. Recordar que el taino Guamá existió en épocas tan tempranas
como 1530. Sin quitarle el mérito a Fidelito, él, más que todo, pudo concentrar
o condensar todas las opciones anteriores, incluso, aunque no se diga mucho, a
finales de la década del 50 del 1900, con una buena vista del amigo imperio.
No nos
engañemos, Fidel fue bueno e inteligente dentro del circo que existía, pero no
era mago, para poder cumplir con sus promesas muy rápido descubrió que
necesitaba apoyo exterior. Cuba con una envidiable posición geográfica en
América, la llamada “Llave del Golfo” y a muy pocas millas del “enemigo” número
uno del comunismo, no tenía como desarrollarse sola, entonces el gobierno metió
a la isla entera en una caja, la envolvió en papel de regalo, le puso un lazo
rosado y una tarjetica que decía “Felicidades” y se la entregó a los padres del
socialismo mundial, los soviéticos.
Y entonces
llegaron los rusos, convertidos por aquellos años ya en los padres soviéticos. ¿Quién
fue el culpable o autor de aquella llegada? Ya no vale la pena averiguarlo, sólo
pensar que, aunque Cuba continuó teniendo un estado independiente y soberano,
al cual nadie podía proponerle, ni tan siquiera mencionarle una anexión, el
período socialista o comunista cubano, tuvo una enorme injerencia y penetración
del gobierno soviético, tanta o más que la injerencia norteamericana durante
todos los años de la vida republicana. Tanto o más.
El gobierno
cubano revolucionario, tal como hicieron los primeros políticos de la república
a partir de 1902, en busca de apoyo, desarrollo, mejorías, poder político y
militar, estabilidad, seguridad, etc., se asociaron al, por aquellos años
conocido, como Campo Socialista. Como ya dije, durante todos aquellos años, no
hubo anexión, sería injusto definirlo así, la anexión es otra cosa, pero si
hubo una total presencia foránea política, económica, militar y social de una potencia
y el predominio de los intereses de esa potencia, revestidos de “sentimientos”,
la URSS y la subordinación, bastante grande, no digamos total, pero si
grandísima, de un país, Cuba.
Revisemos
un ejemplo de los miles que existen. A raíz de la crisis de los misiles nucleares,
Octubre de 1965, cuando en la isla se instaló una base de cohetes atómicos, con
el objetivo, al menos, de meterle miedo a Estados Unidos, Fidel en varias
ocasiones dijo que él no sabía nada del tema, que desconocía sobre la
existencia de esos cohetes, tal como si fuera fácil de creer que algo así se
pudiera hacer en Cuba, en la misma Cuba donde el gobierno sabe lo que
desayunas, almuerzas y comes y el color de las medias que te pones cada día y
hasta con quién te acuestas. Luego a la hora de la solución final, donde los
gobiernos de Estados Unidos y la URSS se pusieron de acuerdo sobre el tema y
decidieron desaparecer los cohetes, el gobierno cubano, Fidel, se disgustó en
extremo, porque a la solución, que implicaba parte del territorio y la política
cubanos, no lo invitaron ni para tomar café. Si seguimos la información oficial
que generó la reconocida como Crisis de Octubre, tenemos que creer que los
cohetes fueron montados sin consultar al gobierno cubano y luego a la “hora de
los mameyes” fueron desmontados sin consultar al gobierno cubano. ¿Anexión e injerencia?,
¿Dependencia total?, ¿Respeto a la soberanía y la auto determinación? Saquen
ustedes sus propias conclusiones.
Cada vez
que nos reunimos los cubanos, sale el tema Cuba y entonces hablamos del pasado
con facilidad. Cada uno de nosotros tiene una historia dentro de la historia y
por supuesto, cosa que es fácil de creer entre cubanos, cada uno tiene su
versión de lo que pasó. La cosa se pone complicada cuando, por ejemplo, mi
amigo Ruso pregunta: ¿Si fueras ahora el presidente de Cuba, qué harías? Entonces
todos comenzamos a boquear y a imaginarnos cómo resolveríamos de un palo los
problemas que conocemos que tenemos. Comenzamos a inventarnos un período de
restauración económica, política, social, geográfica, sentimental, etc., de una
vez, tal como si la idea fuera tan fácil como pegarse en el Dominó con el doble
blanco. Nos quedamos sin argumentos muy rápido y por supuesto volvemos a empezar
por el principio, cada uno de nosotros vuelve a contar su historia, haciendo énfasis,
tal como el momento lo requiere, en las experiencias y momentos malos.
Romanos en Nebraska. 5 de octubre del 2019.
En orden de aparición, de izquierda a derecha, Mayincito, Richard, Ruso y yo.
Quizás integrantes del nuevo gabinete del próximo gobierno
o por lo menos representantes por la calle Roma para la alcaldía en Víbora Park. JAJAJA
Cuba tiene
que ser reparada capitalmente, o sea, en cada una de las esferas de la vida, más
lo que yo me arriesgaría a decir que incluyo, a los seres humanos, o sea, a los
cubanos, lo que significa digamos, desde la agricultura hasta una persona que
se dedica a pintar uñas; desde su constitución y leyes hasta el oficio de
plomero; desde su comercio exterior hasta el pintor, el músico, el poeta, desde
los bancos hasta los círculos infantiles o de abuelos, desde su industria hasta
las amas de casas. Cuba necesita, no de una chapistería y parches, cosa que se
ha hecho y además hecho mal, hasta nuestros días, sino de una nueva carrocería,
con nuevos asientos, con nuevos neumáticos, más nuevo motor y caja de
velocidad, y además nuevos frenos y sistemas eléctricos, o sea Cuba necesita
dejar de luchar con los viejos cacharros introducidos durante la era rusa o
peor, los que dejaron los que se fueron y obtener un auto nuevo, moderno,
económico, y además, lindo.
Cuba
necesita poder insertarse en lo que está pasando a su alrededor con valores,
con cosas para ofrecer, primero a los de adentro y luego a los de afuera y de
ellas poder vivir, por lo que la única forma de lograrlo, teniendo en cuenta el
desastre que hoy tiene ese país, es con la participación de agentes externos,
tal como lo necesitó la Cuba de 1902 para echar a andar la República y luego lo
necesitó la Cuba de 1959 para echar a andar la Revolución Comunista.
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