¿Habrá algo agradable
para leer? Bueno, no sé, creo que sí, mi familia allí está bien, dentro de lo
bien que se puede estar, luchando día a día para llegar a la noche, cosa que no
es nueva, a todos nos ha tocado vivir de esa forma, o por lo menos, a todos los
que no fuimos “escogidos” por los escogidos.
A veces me digo, trata
de leer y escribir sobre algo que anime y que no sea tan complicado de digerir,
pero no logro mucho mirar o encontrar estas informaciones, que no sean obviamente
las emitidas por el gobierno y uno que otro concierto de reguetón. Si mientras
estuve allí no las creía y no las escuchaba, imaginarán que ahora, viviendo dónde
y cómo vivo, menos las voy a creer. Trato de ser coherente conmigo mismo y
entonces me parece brutal, respetando a todo el que lo hace, irme a atender a
un hospital cubano de gratis o para pagar menos y hablar del magnífico sistema
de salud o pasarme unos lindos días en uno de los nuevos hoteles, bañándome en
la piscina y tomando “Cubanito” y hablar de los logros del ministerio de
turismo cubano. Sería ofensivo para mí mismo.
Ahora veo dos noticias “nuevas”,
ambas me dan pena. La primera es sobre un lugar, que, durante muchísimos años,
tantos hasta mi juventud, fue símbolo de la cultura, ahora sí de verdad, la cultura
cubana. Lugar famoso, increíblemente no por la música, ni la comida y los
tragos, sino por los libros. La segunda, trata sobre algo también famoso, triste
y humillantemente famoso, que nos ha torturado durante años, que ha ocultado
las limitaciones del pueblo cubano y la incapacidad de su gobierno, que se
inventó para los de a pie, porque los escogidos no la necesitan y estoy seguro de
que no la utilizan, que es la libreta de abastecimiento.
Digamos Moderna Poesía
y estoy seguro de que la mayor parte de los cubanos, al menos los que vivimos
en la Ciudad de la Habana, conocemos de qué se trata.
Pues sí, la famosa
librería, que desde la esquina donde se ubica, casi presidiendo el inicio de la
calle Obispo, una de las calles más famosas y transitas de la Habana Vieja, está
no sólo cerrada definitivamente, sino en vías de destrucción total. Da pena.
Claro, sé que alguien o
algunos podría decir que con las tantas cosas que se destruyen todos los días
en ese país, con las miles de cosas que complican la vida diaria del cubano
postergadas por años, hoy en franco crecimiento, con tanta falta de agua,
alimentos, ropas, casas, etc., todo obviamente más importante que la misma
democracia, libertad de expresión o de reunión, etc., sólo a un loco se le
puede ocurrir hablar de una librería y confieso que puede ser verdad, lo que
pasa es que me gustan los libros y tengo, especialmente con ese lugar, muchos
recuerdos.
Un poquito de historia.
Un emigrante gallego, llamado José López, la fundó como librería, taller de grabado
e imprenta en 1890, en la misma esquina donde todavía hoy se encuentra. Su
arquitectura fue transformada a un bello edificio Art Decó por su hijo en 1935,
transformación que abarcó no sólo la parte arquitectónica, sino la ampliación
del negocio a todo lo que estuviera relacionado con papelería, materiales de
escritorios, etc. Luego del triunfo revolucionario pasó a ser parte del
Patrimonio Estatal, manteniéndole su función vinculada a la cultura, venta de
libros, discos, mapas y plegables informativos culturales y materiales de
oficina.
Recuerdo bien ese
lugar. Trabajé algunos años en La Habana Vieja y mi visita a la Moderna Poesía
era obligatoria todos los jueves. Tengo dos hijos, Jennifer nació antes del Periodo
Especial y Jonathan después, entonces viví junto a mi familia cronológicamente el
impacto de aquellos años también a través de los libros. Cosa que se evidenció
en la cantidad muy diferente de libros y fotografías que tienen mis dos
descendientes.
Como dije, cada jueves
visitaba aquel lugar, tanto que llegué a conocer a los libreros que allí
trabajaban. El lugar era lindo, la atmósfera en su interior era elegante y a la
vez muy de cultura. Los muebles, imagino muchos originales de antes de la
revolución eran de cedro y caoba, que bien colocados daban al lugar un mágico
ambiente en el que podías estar horas. Algo así parecido encuentro aquí en
Lincoln dentro de las librerías Barnes & Nobles, donde para mi gusto han
incluido una pequeña cafetería que vende, entre otras cosas, un muy buen café Espresso.
Cada jueves surtían con
nuevos libros, entonces siempre compraba algo para mi hija y algo para mí. Los
libros por aquellos años eran extremadamente baratos, centavos, los más importantes
jamás pasaban de 5 pesos cubanos, lo que permitía que yo, con mi salario de recién
graduado universitario, pudiera comprarlos. Así entonces semana tras semana, se
convirtió aquello de visitar la Moderna Poesía más que un hábito en un vicio. Gracias
a eso leí mucho, mi hija creció con libros de cuentos para su edad, que por
suerte luego, su hermano heredó porque ya no era tan fácil lo de comprar y
luego mi sobrino Ian heredó también, con esa solidaridad obligada que los
cubanos tuvimos que desarrollar.
Aunque no era el único
lugar, porque existían muchas otras librerías en La Habana, la otra que me
gustaba hacia esquina en las calles L y 27, Vedado, muy cerca de la
Universidad, la Moderna Poesía fue famosa, porque, durante toda su vida se
dedicó a lo mismo, jamás cambió su objeto social. Creo que debió convertirse,
al menos para los intelectuales y estudiantes, en un lugar de visita
obligatoria, allí se encontraban desde libros de cuentos para niños, novelas de
escritores nacionales e internacionales, hasta libros de medicina, ingeniería,
arquitectura, historia, etc.
Recuerdo que aun trabajando
yo en el Museo de la Ciudad y visitando con frecuencia la librería, a un
compañero mío y luego amigo, se le dio la tarea de representar a la parte
cubana frente a un inversionista español al que le dieron el lugar para
remozarlo sin cambiarle el objetivo. El amigo tratando de hacer bien su trabajo,
muy rápido tuvo problemas con el inversionista, que además de español y no
saber nada de libros, se dedicó a agredir y burlarse verbalmente de los
cubanos. Un día la cosa se puso mala, mi amigo, frente a los maltratos
insultantes y denigrantes, casi cogió al español, investido de persona
importante en Cuba, por el cuello y aunque la administración del museo le
agradeció la muestra de honestidad y cubania, fue removido y enviado a otras
tareas. El español empresario, no lo quería más allí y lo de la defensa de la
cubania era bueno, pero frente a la inversión extranjera, pasaba a una segunda
posición.
El presente de Cuba ha
cambiado y lo de los libros se ha puesto difícil, ahora la mayor parte de ellos
se venden caros en dólares, entonces leo, con algo de tristeza, primero, que la
Moderna Poesía está cerrada totalmente y segundo, que el edificio se está
destruyendo aceleradamente, lo que significa en buen cubano que se debe estar
cayendo adentro con peligro para la vida. No me extraña, el deterioro, la caída
y desaparición de los inmuebles de todos tipos en Cuba es ahora mismo, uno de
los problemas más graves que el gobierno enfrenta o debería enfrentar. Hay
dinero para construir nuevos hoteles en cualquier esquina de La Habana, de dudosa
justificación porque los hoteles que Cuba tiene sobrarían para albergar el poco
turismo que visita la isla, existe dinero para construir o reparar tiendas para
vender en divisas, hay dinero para realizar eventos musicales o de comida
cubana de alta cocina haciendo referencia a langostas y quesos, pero no hay dinero
para reparar lugares como una librería.
Claro, la consigna propagandística
de que la educación es gratuita, el acceso a la cultura y sus manifestaciones
también, entonces para qué hace falta comprar libros. Los que quieran tener
libros que los importen, los manden a pedir a Miami o esperan a la anual feria
del libro donde se venden en dólares. Librerías y libros, para qué. Aquello del
Apóstol de “ser culto para ser libres” tampoco hay que llevarlo al pie de la letra,
dirán los gobernantes.
Dios los coja
confesados, ojalá, que el edificio que dentro de poco cumplirá siglo y medio de
bien hecho, no se derrumbe totalmente y desaparezca y tengan entonces que
convertir la esquina en un parque al cual tendrán que ponerle una estatua del
boliviano Evo Morales o del iraquí Qasem Soleimani, que no conozco que ya tengan
sus parques en Cuba. Ojalá que no aparezca un sesudo que, cumpliendo con la
medida de ingresar divisas al país, le entregue el lugar a otro gallego para
que, cambiando ahora el objetivo, construya allí un restaurante en homenaje al emigrante
José que lo construyó en 1890. Ojalá que llueva café.
El segundo de las “culturales”
es sobre la más que histórica, con 57 años de existencia, libreta de
abastecimiento y entonces si lo de la librería me ha puesto triste, la noticia
sobre la reconocida popularmente como libreta, dan ganas de picarse las venas.
El propio Fidel, no sé por qué siempre Fidel, JAJAJAJA, en marzo de 1962 anunció
el nacimiento de la libreta de abastecimiento como medida justa y humana, o
sea, ese documento de control, entre otras cosas de alimentos, pero en realidad
de otras muchas cosas, nació exactamente un año antes que yo, entonces lleva muchos
años existiendo.
Primero he visto a un
joven cubano de espejuelitos feos y cheos, de esos que se delata a gritos sin
pareja, de esos que defienden lo indefendibles incluso furiosamente, hasta que
por supuesto llegan a Miami y se quedan, de esos que salen en el noticiero de
la televisión como periodista, de esos que la muy reconocida Facultad de Periodismo
de la Universidad de la Habana hoy está graduando enlatados o producidos en racimos
como se dan los plátanos, hacer un reportaje sobre la libreta de abastecimiento
cubana, tema que más que evidente le han ordenado hacer, porque creo que a
nadie en su sano juicio, siendo graduado de periodismo, se le ocurriría llevar
ese tema a su currículo profesional.
El joven de espejuelitos
cheos, que se llama Abdiel Bermúdez, tal como si estuviera promocionando un
viaje en un crucero, la visita a un acuario o la última comedia que se está
mostrando en las salas de cines o teatros, dice textualmente sonriendo que: “la
libreta de abastecimiento es muy querida por los cubanos” y yo, que reconozco
haberme librado de ella hace ya algunos años, no sé qué pensar de esta
afirmación. Pudiera ser que el joven tenga alma de comediante y al no poder
escribir un guion cómico se agarre de cualquier cosa para tratar de hacer reír
o, por el contrario, esté tratando de ganar méritos dentro de su sindicato de periodistas,
tratando de justificar lo que cada cubano sabe que es injustificable.
El racionamiento, como
medida para repartir lo poco que existe, no es un invento cubano, muchos países
lo han puesto en práctica, para asignar recursos limitados y bienes de consumo.
Los gobiernos modernos han adoptado las llamadas cartillas de racionamiento, lo
que para los cubanos es la libreta de abastecimiento, en periodos de guerras,
hambrunas o alguna emergencia o desastre nacional, que afectan a una gran parte
de la población.
Visto así, el invento
de la cartilla para racionar y repartir a todos por igual fue no sólo
necesario, sino entendible y hasta cierto punto humano. Visto así demuestra la
intención de un gobierno por garantizar que, consumiendo lo mínimo de forma
organizada y planificada, las personas a su cargo puedan sobrevivir. Pero, lo
cierto es que, inmediatamente que han pasado los orígenes que llevaron a
implantar un momento de restricción, los mismos gobiernos han hecho un esfuerzo
por priorizar que dichas cuartillas desaparezcan, por lo que las más famosas,
sólo han durado pocos años. Dentro de las medidas económicas que han
implementado, primero que otras, ha estado la de aumentar la producción y la
oferta y con ello, eliminar la para nadie normal “deseada y querida” cartilla
de racionamiento.
Por poner ejemplos de
países hoy ricos, España tuvo varios períodos de su historia más reciente, donde
se vio obligada a racionar algunos productos, períodos de los cuales los españoles
no quieren recordar. Gran Bretaña, si, la “pérfida Albión”, término
popularizado por Napoleón para referirse al Reino Unido, tuvo su período de racionamiento
en la modernidad y hasta a el propio Palacio de Buckingham con reina y familia
real incluida, se le aplicaron cortes de electricidad, o sea, apagones
planificados durante algunos meses, para apalear un problema interno con el
carbón y la generación de electricidad. Los ingleses tampoco quieren recordar
aquellos años, los consideran no meritorios del Imperio Británico.
En la historia de Cuba,
siendo el mismo gobierno encargado desde hace seis décadas, la libreta de
abastecimiento tiene 58 años y a decir del periodista que mencioné
anteriormente, casi se está de celebraciones de cumpleaños, queriendo dar la
imagen de que todos están contentos con que exista y casi están haciendo
fiestas de homenaje por la gran idea de racionar eternamente, casi todo.
Incluyo aquí una foto
suministrada por un amigo fotógrafo colaborador, donde aparece una pequeña caja
de fósforos, de esas que todos los cubanos tenemos que recordar, que por cierto
también están perdidas, junto a un pan, del que cada cubano tiene asignado para
el día. La imagen habla sola y es mejor que cualquier explicación que pueda
dar. Soy un tipo gran comedor de pan. El pan me mata. Puedo comer cualquier tipo
sin nada adentro, desde los suaves y esponjosos hasta los que tiene varios días
de fabricados y el llevarlos a la boca, puede poner en riesgo de fractura o pérdida
a los dientes. ¿Alguien puede decirme, cuántos panes como ese puedo yo comerme “alegremente”
en un día?
Hoy hablamos de la libreta
de abastecimiento que se utiliza para los alimentos, pero hay que recordar que
tuvimos en Cuba otra libreta para racionar las ropas, los zapatos y otros
productos de uso cotidiano. Si cogías medias no podías comprar calzoncillos, si
comprabas sábanas para las camas, no te tocaban toallas para secarte, etc. Años
de racionamiento para el combustible a través de cupones que el gobierno
entregaba por automóviles. También hemos vivido racionamiento en medicamentos,
almohadillas sanitarias, “balitas de gas” para cocinar, alcohol y keroseno, medidas
que parece que llegaron para ser eternas. Racionamiento del agua, que hoy llega
en muchos lugares cada 5 días y racionamiento de electricidad con aquellos
apagones de 12 horas y más diarias, debajo de los que los cubanos, según puede
pensar el gobierno, vivimos felices. Y recientemente esa política de
racionamiento llega y se aplica en las tiendas en divisa convertible, en la
misma medida que sólo se permite comprar determinado producto en cantidades
fijas por cada persona, o sea, que lo de la libreta de abastecimiento y la
variante de racionalizar, va más allá de los productos de la llamada “canasta básica”,
otra definición que en Cuba, no queda nunca muy clara, porque el contenido y la
cantidad de dicha canasta puede variar, y muchas veces varia, cada mes del año.
Digamos que a la par que el gobierno racionaliza, nos entretiene adivinando qué,
cuándo y cuánto, llegará cada mes.
Es hasta cierto punto entendible
que cualquier gobierno, trate de justificar frente a sus gobernados determinadas
medidas, más que entendible es obligatorio en la misma medida que cualquier gobierno
se debe a sus gobernados, pero llegar a decir para los gobernados y para el
mundo, que los que reciben el racionamiento por más de 50 años ya, están
alegres y contentos, no es sólo una mentira y burla, sino pudiera ser
considerado como un crimen de lesa humanidad. Hasta para decir mentiras habría
que tener cierto decoro.
La libreta de abastecimiento
por décadas, envuelta con toda la orla humanitaria que se le quiere dar, lo
único que demuestra es la incapacidad de un determinado gobierno para
solucionar los problemas. Ella existe para enmascarar la poca o ninguna
producción, el verdadero desinterés y sobre todo la mala administración. Ella,
prolongada en el tiempo, no sólo limita el consumo desde el gobierno, sino que
lo disfraza de medida necesaria para la salvación de los seres humanos. El racionamiento
obligatorio, ese envestido de justicia social, no es más nada que una muestra
de lo poco efectivo de los métodos centralizados de un gobierno y un estado. El
racionamiento prolongado, en cualquier parte, por tanto, en Cuba, lo único que
ha favorecido desde siempre es la existencia del gran y estable mercado negro,
que por una parte ha ayudado a los gobernados a sobrevivir y por la otra ha
creado una “casta” de negociantes e intermediarios imposibles de erradicar.
Claro, existen personas
que hoy declaran que no les quiten la libreta de abastecimiento, generalmente personas
viejas que viven de una miserable Seguridad Social o de sus retiros, personas
que no reciben ayuda desde el exterior y no tiene una fuente interna, legal o
ilegal, para vivir. Esas personas están diciendo que dependen de esa libreta,
por lo menos a través de ellas reciben lo mínimo para vivir, lo que no quiere
decir que estén alegres con ella. Nadie puede estar alegre con un pan diario y
cinco huevos al mes.
Luego, como Cuba ha
estado hecha a pedazos, con medidas poco pensadas que tratan de resolver un momento
“coyuntural” o crisis, de las que se pueden sumar miles, los propios inventores
del racionamiento, se ven metidos todos los días en problemas. La incoherencia
es la madre de las medidas en Cuba.
Ahora en 2020, la
señora Marpessa Portal, directora de ventas minoristas del Ministerio de
Comercio Interior, descubre que existen violaciones, cuyos culpables son las familias
cubanas y, sobre todo, los que aparecen como jefes de núcleos, porque violando
lo establecido por las disposiciones vigentes y desde posiciones mentirosas y
oportunistas, no informan y accionan como tienen que hacerlo. Se repite el
mismo esquema, o sea, el gobierno no es el responsable de los desastres, sino
que los desastrosos son los gobernados.
Veamos los ejemplos que
dio la directora Portal y otros que conozco:
1.- Los muertos siguen en
las libretas y los familiares siguen cogiendo sus “mandados”.
2.- Las personas que se
mudan de provincias siguen cogiendo los mandados en sus orígenes y “resuelven”
nuevas inscripciones para coger los mandados en sus lugares de destinos.
3.- Las personas con dietas
alimentarias provisionales siguen cogiendo las dietas a pesar de que ya no
están enfermas. Muchas personas con tal de resolver se han agenciado, con médicos
amigos o médicos negociantes, dietas alimentarias sin estar enfermos realmente.
4.- Las familias cubanas
mantienen en las libretas a personas que se han ido de Cuba y viven radicados
en otros países.
Estas, como ejemplos,
son algunas de las justificaciones que hacen culpables a los cubanos, porque,
según la misma funcionaria aseguró, “Estamos
hablando de un programa que el gobierno cubano prioriza y subsidia, y que
reporta grandes gastos a la economía. Es por esto que no debemos permitir que
este tipo de actividad siga sucediendo”. El mismo esquema, el buen gobierno, el
dulce gobierno y los malos gobernados que no colaboran o, por el contrario, actúan
en contra, entorpeciendo el buen funcionamiento de los “amorosos gobernantes”.
Es una receta fácil, muy repetida, muy utilizada, puesta en práctica, copiada,
por el mismísimo “invicto” y que hoy, con lo de la continuidad, los que están,
sobre todo, defendiendo sus puestos y privilegios de vida, repiten sin
consideración.
Ahora, en
frente a la escasez, cómo entender que aquellos cubanos que se repatrían para
no vivir en Cuba, sino que, acogidos a la medida loca del gobierno, se
inscriben para los beneficios, incluyendo la libreta de abastecimiento y las
dietas alimentarias, pero que inmediatamente se regresan a los países donde
viven felizmente, obtengan lo mismo que los cubanos que viven en Cuba sin
poderse ir a ningún lugar. Contradicción enorme, pero que en esta ocasión es
utilizada como gancho para la repatriación.
Entonces la
señora Portal está preocupada porque al abuelo muerto no se la ha dado de baja de
la libreta y sus familiares siguen cogiendo sus mandados, haciendo válida
aquella frase revolucionaria de que “hasta después de muertos, seremos útiles”
y no se preocupa o manifiesta de
probablemente su vecina o familia que se ha repatriado, le han dado los “derechos”
de esa acción, pero que vive en Miami o en Burundi y está feliz con que su familia
en Cuba tenga un pan o unos huevos de más para pasar el mes. ¿Cómo entender a
la señora Portal como funcionaria representante del gobierno?
Ahora Betsy
Díaz, ministra de comercio interior, declara que las personas que estén más de
90 días fuera del país, si justificación de gobierno, o sea, empleados, funcionarios,
diplomáticos, etc., perderán los beneficios de la libreta de abastecimiento,
pero a la misma vez, la ley migratoria recientemente aprobada dice que los
cubanos pueden estar 24 meses, o sea, 2 años, fuera de Cuba sin ningún problema.
¿A quién creer o hacer caso, a la ministra de comercio interior o a las
autoridades de emigración, ambas funciones del mismo gobierno en franca contradicción?
¿No será
mejor, de una vez y para todas,
facilitar que se produzca toda la comida que se necesita, que se fabriquen
todos los productos demandados, por vías obviamente que no sean las ya probadas
durante estos últimos 60 años sin
resultados, para evitar el mercado negro, que los abuelos mueran y no sean reportados
para seguir cogiendo sus mandados, que las personas no se aparenten estar
enfermas de enfermedades que no tiene con tal de conseguir un pedacito extra de
pollo o algo de leche en polvo, que las personas puedan entrar y salir sin
tener que dar cuentas de lo que les toca o no y, por supuesto, que las personas
como yo puedan comerse todos los panes que deseen?
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