Recuerdo que la última
vez que “nuestro” invicto comandante visitó China, dijo frente a las cámaras de
televisión, que estaba muy impresionado, porque cada vez que visitaba ese lugar,
encontraba un país diferente. No sé ahora si su impresión era cierta o fingida,
porque sabemos que “nuestro” además de comandante, fue el mejor graduado de
actuación de su época y luego ocupó durante muchos años el protagónico en todas
y cada una de las obras que interpretó, que fueron muchas, actuaciones que le
hubieran garantizado anualmente premios de la Academia al mejor actor de carácter.
Pero podría ser cierto,
si Fidel comparaba la imagen de Cuba que había dejado de ver antes de ese viaje,
por lo cual merecería otro premio, digamos, premio a la destrucción más rápida
de un país, algo así como “Destrucción al Minuto” para compararlo con uno de
los programas de la televisión cubana que dice le gustaba, Cocina al Minuto, la
imagen que se mostraba de China era aplastante. Edificios modernos, grandes y
limpias avenidas, plazas, parques, luces, flores por millones y otros millones
de chinos bien vestidos y que siempre sonreían. La imagen que se exportaba era
linda, era la mayor muestra de que el sistema comunista chino funcionaba, el
país no sólo crecía, sino que se desarrollaba y lo más importante, los chinos,
de todas las edades y sexos, estaban muy felices con sus logros, sus conquistas
y, sobre todo, su gobierno.
Imagino que, para los nacidos
en Suecia, Noruega, Francia, el Principado de Mónaco y otros lugares así, las imágenes
sean convincentes. La cámara siempre apunta a lugares lindos, limpios, a grupos
de personas que marchan bien vestidas, con posturas convincentemente seguras, que
sonríen y que cuando se les preguntas por la felicidad dicen que ellos son la mayor
muestra. Pobres suecos, noruegos, franceses y los monegascos, que hoy no conocen
la realidad y menos los detalles de cómo se vive bajo un régimen comunista y cuáles
son los hilos que, siempre existiendo, mueven cada una de las escenas de la
obra. Para los que hemos vivido debajo de sistemas comunistas, sabemos que, incluso
hasta la sonrisa tiene hilos “invisibles” que la mueven cuando el propio
propietario ni idea tiene de sonreír.
Recuerdo que Martica
trabajó en una empresa mixta china, de esas que aparecieron en Cuba, una vez
desaparecido el campo socialista y el gobierno cubano se vio obligado a abrir
un poquito, sólo un poquito, la economía. Los chinos aquellos eran campesinos
productores de arroz, venidos de un pueblo chino que hace frontera con
Mongolia, o sea, de donde el Diablo dio las tres voces y nadie lo escuchó.
La empresa era un
fracaso. El gobierno cubano le había entregado dos fincas, o sea, tierras, en
dos lugares opuestos dentro del país, además de ser terrenos, según los propios
chinos, con una salinidad muy alta que imposibilitaba la producción del arroz.
Luego todo el consumo de la empresa había que pagarlo en dólares, incluyendo el
salario de los trabajadores al gobierno, lo que gravaba fuertemente los costos.
Para colmo de males, el arroz producido no podía venderse directamente al
mercado, sino que tenía que ser vendido a la empresa que monopolizaba la
importación de alimentos en Cuba, que por aquellos años compraba fácilmente
arroz a Estados Unidos, por lo que el precio era también monopólicamente bajo, impuesto
no por el vendedor, sino por el comprador, cosa que además de contradecir a los
libros especializados, hacia todo más complicado porque ese arroz a pesar de
ser producido en Cuba, era considerado como una importación porque aunque el
arroz se producía en tierra cubana, los chinos eran de China. Los altos costos,
la tierra poco fértil y un precio de venta muy bajo por tonelada, hacían que aquellos
chinos no vieran la luz, menos la ganancia.
Para colmo de más
males, una de las fincas estaba cerca de una granja de búfalos que tenía “nuestro”
comandante como experimento, dichos búfalos se habían escapado y se habían
refugiado dentro de los campos de arroz de los chinos. Al ser el propietario
quien era, no se podía hacer nada con los búfalos, más que verlos comerse felizmente
los sembrados de arroz.
Yo participé en varias
actividades festivas como marido acompañante y como fui presentado como master
en … y profesor del Instituto de Comercio Exterior y de la Universidad,
entonces, los chinos inscriptos como empresarios en Cuba, pero en realidad
campesinos, me consideraban como algo fuera de lo normal. Pobres chinos. En
cada una de las fiestas, yo trataba de aprender sobre China, preguntas y más
preguntas y ellos trataban de aprender sobre Cuba, por lo que siempre me tocaba
responder sobre economía, política, sociedad cubana, etc. ¿Imaginan? Eran imágenes
como las que se ven en los documentales o películas, yo sentado al uso de la
palabra, cosa que reconozco me gustaba y los chinos rodeándome en un círculo con
caras de admiración, siempre sonriendo, comiendo camarones medio crudos y tomando
cervezas Heineken calientes en el caliente verano cubano. Eran chinos, no se
podía esperar menos.
No me gustan los chinos,
bueno a lo mejor, no todos los chinos, sino el gobierno chino, porque el pueblo
es igual donde quiera que esté. Reconozco la antigua e importante historia de
ese país, me llama la atención la diversidad de su comida, arte, arquitectura, admiro
lo del Kong Fu y lo del Tai Chi Chuan, la veneración a los ancianos, pero al
final, no me cuadran.
Cuando pienso en China,
al no haber nacido en el Principado de Mónaco, me vienen a la cabeza acontecimientos
inigualables para repudiar, tales como:
1.- La Guerra contra las
Cuatro Plagas de 1958, entre ellas, los gorriones, nombrados como enemigos de
la revolución, ideada por Mao dentro de lo que él llamó el Gran Salto Adelante,
populismo que sólo logró el mayor periodo de hambruna en China, responsable de
la muerte por hambre de millones de personas.
2.- La invasión y
ocupación del Tibet por el gobierno chino en 1959, lo que costó la vida a más
de 10 000 personas y otros miles, incluyendo el Dalai Lama, que tuvieron que
salir huyendo, territorio que en la actualidad sigue ilegalmente ocupado.
3.- La Gran Revolución
Cultural, 1966-1976, donde se persiguió, encarceló, torturo, y asesino a
millones de chinos, con el único objetivo de sembrar a Mao en el “trono” y
establecer al Partido Comunista de Mao por supuesto, en el poder de forma eterna
con su sólida estrategia de culto a la personalidad.
4.- Los sucesos
injustificados de la Plaza de Tiananmén en 1989, reconocido como la “masacre de
Tiananmén” donde para reprimir, digo yo, exterminar, a manifestantes, sobre todo
jóvenes estudiantes, que pacíficamente pedían reformas, el gobierno comunista
chino envió a actuar a la infantería y los tanques, generando afectaciones en
la población civil en cerca de 1 000 000 de personas. Ejército contra pueblo.
Entonces estos
acontecimientos tienen en mí, una mayor repercusión que un plato de arroz frito
y maripositas chinas.
Hoy, siguiendo la
recomendación de “El Terrible”, acabo de ver un documental, “One Child Nation”,
más o menos, “Nación de un Único Hijo”, que la historia que recrea me parece
peor que los acontecimientos que he señalado en mi párrafo anterior, lo que ha incrementado mi desamor a ese gobierno.
La obra fue facturada
en 2019 y ha sido ganadora de varios premios en distintos festivales de cine y
ha recogido una muy buena crítica de los especialistas y público en general. Creo
que, sabiendo que existen otros muchos temas lindos, amorosos, dulces,
recreativos, para ver y escribir, como el recorrido turístico por Escandinavia
siguiendo la ruta de los vikingos, las esculturas de nieve y hielo, la Aurora
Boreal, etc., o sentarse a ver una vez más desde el principio las 10 temporadas
de la refrescante serie Friends, el acercamiento al tema que se detalla en el
documental, abusivo, destructivo, asqueroso, torturante, criminal, cometido por
un gobierno contra su población civil, no puede más que causar repulsión y asco
por sus autores. Los mismos autores que hoy se presentan como el país más
desarrollado del mundo, la próxima locomotora económica, el país donde el desarrollo
ha llegado a todos y, sobre todo, el país donde se dice que todos están
contentos.
Sin desconocer los
logros económicos que China ha alcanzado en algunos puntos localizados del país,
sólo para algunos de sus pobladores, en la misma China donde hoy muchos se han
hecho multimillonarios, en esa China que puede impresionar por las imágenes que
se exportan de un gobierno exitoso y que trata de convencer a partir de que el
97% de las cosas que compramos tienen una etiqueta que dice “Hecho en China”,
esa misma China hoy tiene a millones, a gran parte de su población, trabajando casi
como esclavos, en condiciones casi infrahumanas y ese mismo gobierno, siguiendo
los pasos de la llamada “Revolución Cultural” y la “Protesta de la Plaza de Tiananmén,
ambos masacres y exterminio, fue capaz de someter a gran parte de su población a
la política de gobierno de un solo hijo por familia.
Conocía, creo que, como
toda persona medianamente informada, la idea de que a las familias chinas sólo
se les permitía, planificadamente, tener un hijo. Si el primero hijo de la
familia era hembra, entonces existía una autorización especial para buscar un
hijo varón. Según la enorme propaganda internacional generada por el propio gobierno
chino, la medida estaba diseñada para lograr un país desarrollado y que cada
chino pudiera acceder a ese desarrollo.
Al pensar en que son más
de 1300 millones de habitantes bajo esa nacionalidad, pudiera parecer hasta
cierto punto coherente, siempre que la propaganda de felicidad fuera cierta,
sin embargo, jamás me puse a pensar y menos podía imaginar el verdadero significado
de esta política de los comunistas. Jamás pude visualizar el sufrimiento, el
terror, la angustia y los crímenes que existieron detrás de esa “magistral”
idea de un gobierno que trataba de resolver a través de una acción tan genocida,
su incapacidad, tal como la tan histórica libreta de abastecimiento cubana, que
se dice que es para que a todos nos llegue lo mismo y que en realidad oculta y
disfraza la imposibilidad del gobierno de crecer, para que cada cual se compre
lo que quiera comprar. Se habla del genocidio de los hitlerianos en Alemania, del
generado por Pol Pot en Cambodia, de la participación de Estados Unidos en la
guerra de Viet Nam y su política de exterminio de la población vietnamita, se
habla de las matanzas masivas de la población de muchos países africanos, pero
paralelamente poco se habla de lo que en realidad significó la política del partido
comunista y gobiernos chinos de un hijo único por familia y sólo se menciona
como un tema o fórmula matemática:
familia china = papá
y mamá + único hijo, como
resultado, familia china = único hijo.
Todavía viendo el documental
dos veces, me cuesta trabajo comprender la verdadera magnitud de los hechos que
voy a narrar a continuación, resulta imposible de narrar con palabras acontecimientos
como este, que enlutaron y sometieron a la mayor desgracia humana a un pueblo
entero, a ese mismo pueblo, cuya sonrisa provocada por los hilos políticos e
ideológicos, más los represivos que la crean, todavía hoy frente a una cámara
de cine, quiere dejar ver que la política fue acertada y que ellos no podían
hacer más nada que estar de acuerdo y cumplir con todo lo que pasó. Todavía
hoy, ese pueblo, conociendo los mecanismos represivos del gobierno, tiene miedo
decir la verdad de lo que padeció.
La investigación,
llevada a documental, es protagonizada por una joven madre china que vive en
Estados Unidos con su pequeño hijo y regresó a su patria para descubrir, entrevistando a diferentes personas de pueblo y gobierno, qué fue lo que en
realidad pasó con esa para mí, desgraciada, cruel e inhumana política diseñada
por el partido comunista y el gobierno chinos.
Déjenme ver cómo puedo
organizar mis ideas a partir de aquí para contarles, sobre todo, a los que no
puedan ver el documental. Es difícil porque una cosa es ver y lograr entender y
otra es hacer entender sin que se pueda ver, sobre un aspecto incomparable, no
con frecuencia visto en la historia de la humanidad, por muchos hechos
desastrosos que se crean se conocen.
Si eres madre, padre o
abuelo de varios niños, alégrate. Si no naciste en China o pudiste fugarte para
salvarte a ti y a tu familia, alégrate de por vida. Si tienes la posibilidad de
ver el documental o entender lo que te voy a contar y puedes calcular y luego
definir una opinión sobre la crueldad de esta injustificada e inhumana política
de un gobierno comunista, alégrate en esta vida y en todas las otras donde
puedas vivir.
En 1979 el partido
comunista y el gobierno chinos, que sabemos que en los países comunistas es lo
mismo, definió una nueva política para enfrentar la crisis interna que el país
vivía y se suponía que viviría de forma agravada en los años venideros. Esa “Política
de un Único Hijo”, fue la idea macabra que se puso en marcha por todas las
autoridades políticas, ideológicas y científicas, sin el menor pudor, ya que
como dicen todos los entrevistados, autoridades de gobiernos locales, líderes
partidistas, hombres y mujeres afectados, o sea, padres y madres, “la política
era muy estricta, venía de arriba y no tenían alternativas”
A partir de ahí, con
una línea muy estricta dictada desde arriba, se disparó el sistema propagandístico
hacia el interior y el exterior del país, en dos direcciones. Una linda y amorosa
y la otra represiva y autoritaria.
En la línea linda
comenzaron a aparecer las ideas de un solo hijo en todos aquellos soportes
posibles, en las cajas de fósforos, las cajas de cereales, los juegos para
niños, en enormes vallas por todas las ciudades, en la televisión, el radio y
el cine, en obras de teatro para adultos y niños e incluso en canciones
infantiles. En todos estos lugares se publicitaba la idea de que un solo hijo
resolvería el problema económico de China, se instaba a que las personas
voluntariamente colaboraran con el gobierno, pero con alegría, con canciones,
con determinación revolucionaria. Tener un solo hijo era salvar a la gran
patria China.
La línea fea fue la que
se estableció por debajo de estos carteles y programas dulcemente chinos, que
en realidad era la verdadera. Todas las ciudades, pueblos y aldeas se llenaron
de amenazas y advertencias, hechas de forma pública y explícitas, sin el menor
temor.
Algunos de los anuncios, que todavía hoy se pueden ver en las paredes de
las casas y almacenes, decían textualmente:
“Quienes violen la
política de hijo único, perderán todas sus posesiones”.
“No te embaraces,
ni des a luz son permiso”
“Reporta a quien
tenga más de un hijo, recibe compensación de hasta 120 pesos”
“Quien se niegue a
esterilizarse, será arrestada”
“Si una persona se
niega a esterilizarse, su familia sufrirá”
“Medidas firmes
contra el embarazo y parto secretos”
“Puedes ocultarlo
temporalmente, pero no por mucho tiempo”
“Indúcelo, aborta.
¡No des a luz!”
“Mejor derramar un
río de sangre, que tener más de un hijo”
Típico, el doble
discurso. Por un lado, sobre todo para la opinión internacional, los gobiernos
comunistas tienen un discurso, una imagen, que trata de dar idea de que todo
funciona bien, que todo es armónico y, sobre todo, que todas las personas están
de acuerdo y felices. Por debajo la verdadera idea que mueve todo, la represión,
la amenaza, el chantaje, la fuerza. La idea que, si violas lo que el partido y
gobierno dice, aunque esto sea una barbaridad, serás severamente castigado, no
sólo tú, sino tu familia entera. La violencia desde el poder, esa violencia a
veces silenciosa, a veces personalizada, que llega a aterrar no sólo a los que
la padecen, sino a aquellos que pudieran padecerla y entonces tratan de evitarla,
produciéndose el efecto deseado, no del control, sino del autocontrol, no de la
censura, sino de la autocensura. Este puede ser uno de los mayores triunfos.
Paralelamente se organiza a nivel nacional y se replica en toda la estructura administrativa hacia abajo el Instituto de Planificación Familiar. Así sólo suena lindo, podría parecer científico, sin embargo, nada más lejos de esa idea. Planificación Familiar fue el vehículo para garantizar la política.
Esa institución
consistía en grupo de médicos y enfermeras que sistemáticamente, o sea, todos
los días recorrían ciudades, provincias, pueblos y aldeas, detectando a mujeres
embarazadas que ya tuviera hijos. Médicos y enfermeras eran apoyadas por los
líderes políticos y administrativos de esos pueblos y aldeas, quienes cazaban,
si cazaban como animales, secuestraban y trasladaban amarradas como cerdos a las
mujeres para aplicarles una esterilización o un aborto obligado.
Obviamente frente a
estos anuncios “muy estrictos”, las mujeres comenzaron a esconderse durante el embarazo
y los partos, lo que aumentó la búsqueda, la cacería y las sanciones. Si parías
otro hijo o parías a escondidas, te tumbaban el techo de tu casa o la casa completa,
te hacían pagar una enorme multa y te podían confiscar todas tus posesiones. En
las puertas de las casas se colocaron placas para identificar los niños que
existían y las familias que cumplían o no cumplían con la política de un solo hijo
y así los identificaban en cada una de las aldeas y pueblos.
Los niños con hermanos comenzaron
a ser abochornados y repudiados en las escuelas, a tal punto de criminalizar,
para muchos, el tener un hermano o hermana. Para muchas familias en las zonas
rurales, si el primer nacido era hembra, entonces podría “planificar” otro hijo
en busca del varón, pero tenía que existir una diferencia de 5 años entre
ambos. Si la segunda recién nacida era hembra de nuevo, pues tenía que correr
el camino que luego explicaré. Las mujeres al principio parían ese segundo hijo
y lo regalaban a familiares o amigos, pero llegó el momento que nadie quería aceptar
un niño ajeno, por lo que los partos eran acompañados de unos canastos de
mimbre para almacenar a los recién nacidos y dejarlos en lugares públicos, con
la esperanza de que alguien los recogiera por caridad.
Los niños recién
nacidos fueron echados a los montes y dejados en los mercados y en las puertas
de los orfanatos, esperando salvarles la vida. Muchos, muchísimos, al pasar dos
o tres días morían de hambre o infestados por picadas de bichos. La peor parte
la llevaron las niñas, nadie las quería porque, más que evidente, la sociedad
china era, y es todavía hoy a la luz del documental que describo, una sociedad
extremadamente machista.
Los equipos de
Planificación Familiar hicieron millones de esterilizaciones obligatorias,
forzadas, y más, practicaron abortos a mujeres con 8 y 9 meses de embarazos. A
decir de las propias enfermeras entrevistadas, muchas todavía hoy convencidas
de su gran actuación, sacaban a los niños vivos y los mataban con sus propias
manos. Niños ya nacidos y asesinados, que eran metidos en las conocidas jabas
de supermercados y tirados en los basureros públicos de casa pueblo o aldea. El
documental recoge imágenes, verdaderamente fuertes e impresionantes, de niños recién
nacidos, sanos, gordos, incluso chinamente lindos, tirados dentro de bolsas
plásticas en los basureros, tal como tiramos todos los días los desechos de
nuestros consumos.
Esos equipos de
Planificación Familiar que estuvieron 20 años viajando por todo el país, fueron
considerados héroes por el gobierno chino, fueron considerados y homenajeados
como “trabajadores vanguardias” y sus evaluaciones, o sea, premios o sanciones,
como trabajadores comunistas, estuvieron basadas en la cantidad de niños que
nacían o no en las poblaciones y aldeas donde ellos trabajaban. Cuenta una
comadrona de pueblo que casualmente había recibido a la protagonista del
documental que ella sola, o sea, una sola persona, pudo haber practicado de 50
a 60 mil abortos y esterilizaciones forzadas, número que parece ser perfectamente
creíble.
Los niños dejados en la
calle o en los montes comenzaron a ser objetos de personas que primero trataron
de salvarles la vida, pero luego convirtieron la búsqueda y recogida de niños
en un gran negocio. Los orfanatos estatales, o sea, del gobierno chino,
comenzaron a estimular la recogida de niños, por los cuales pagaban el
equivalente a 200 dólares, creándose así una red de personas que traficaban con
los pequeños, llamados intermediarios. Esas personas eran encargadas de
recorrer los pueblos para recoger niños “votados” y vendérselos a los
orfanatos. Ellos, los intermediarios, se crearon sus propias redes, entonces subcontrataron
a basureros, repartidores de gas, motociclistas, etc., a los cuales pagaban una
parte del dinero por cada entrega.
Los orfanatos, repito
instituciones estatales dirigidas por el mismo gobierno y partido, compraban a
los niños y los convertían en su lucrativo negocio. Digamos que una sola red de
intermediaros entrevistada declaró que ellos habían vendido alrededor de 10 000
niños a esos orfanatos estatales.
Para completar el terrorífico
panorama, en el año 1992, el gobierno chino inauguró un nuevo programa, la “Adopción
Internacional” y entonces esos niños comprados por los orfanatos estatales
fueron vendidos a padres adoptivos de muchos países del mundo, sobre todo de
los Estados Unidos. Según una pareja de padres, él norteamericano y ella china,
que adoptaron en diferentes momentos 3 niñas provenientes de esos orfanatos,
todo estaba previsto y organizado por el gobierno. Ellos sabían desde su casa
en Estados Unidos, los documentos a firmar, los papeles a llevar, las
autorizaciones a cumplir y el dinero a pagar. Las adopciones costaban entre 10 a
25 000 dólares americanos, dinero cobrado por los orfanatos y entregados al gobierno
central. A los niños se les inventaba una historia clínica y se decía que eran huérfanos,
todo mentira, porque en realidad se ocultaba que eran niños que se les habían
quitado a las madres por la fuerza, se habían encontrado tirados con vida en
basureros o mercados, o peor, se le había comprado a la red de intermediarios
que existían por toda China.
Debe ser incalculable
el dolor de cada familia, de cada madre, padre, abuelo e incluso de cada
hermano, sin contar el dolor provocado a un niño nacido vivo que se asesina con
las manos. La medida incluía separar a los gemelos, porque al sólo permitirse
un hijo, uno de los dos recién nacido debía irse. Debe ser incalculable los
padecimientos que existen detrás incluso de esa aceptación sin remedio de las
madres, que declaran no haber podido hacer nada, en la misma medida que hoy quieren
saber qué pasó con sus hijos, dónde están, si están vivos o no, etc. Sería
imposible de calcular los daños en esas enfermeras y médicos, incluso en muchos
de los funcionarios que aún frente a las cámaras dicen estar de acuerdo con lo
que hicieron porque era una política del gobierno. Lo que si se puede calcular
es el daño que como nación creó la Política de un Único Hijo, porque en la
actualidad, según el propio gobierno chino, no hay jóvenes para trabajar, ni
para cuidar a los ancianos.
Entonces el mismo
gobierno, sin más allá, ni más acá, sin pedir disculpas y hacer un verdadero
análisis con sus consecuencias no para China de forma general, sino para cada
chino en particular, en el 2015, después de 35 años de la Política de un Único
Hijo, autoriza a que cada familia pueda tener “felizmente” dos hijos y desata la
maquinaria propagandística parecida a la anterior, pero con un nuevo discurso.
Ahora las canciones, las obras de teatro, los programas de televisión, los
libros para niños, etc., dice y repiten:
“La política
nacional es realmente estupenda, cada familia puede tener dos hijos. Uno es muy
poco, dos es lo justo. Los jóvenes tendrán hermanos, los ancianos serán
cuidados. Estamos dichosos, sonreímos orgullosos”
¿Estarán locos los
chinos, serán todos unos hijos de puta o no tendrán más remedio que seguir cumpliendo
con lo que estrictamente de arriba les ordenan?
Nanfu Wang, la autora y
protagonista del documental, nos deja la mejor conclusión, a cada uno de nosotros nos toca sacar nuestras propias conclusiones. Como siempre, no se queden con mis ideas, les recomiendo que vean el documental, One Child Nation.
“Toda mi vida me enseñaron
a creer que amar a mi país, era igual a amar al gobierno y al partido. (…) Tenían
que ponerse los intereses nacionales por encima de sentimientos personales,
intereses colectivos por encima de todo. Este adoctrinamiento destruye a la
humanidad, la individualidad y la conciencia de las personas”
No hay comentarios:
Publicar un comentario