viernes, 3 de enero de 2020

One Child Nation. (Nación de un Único Hijo)

Aquí, calentando motores para el “twenty-twenty”, o sea, 2020.

Recuerdo que la última vez que “nuestro” invicto comandante visitó China, dijo frente a las cámaras de televisión, que estaba muy impresionado, porque cada vez que visitaba ese lugar, encontraba un país diferente. No sé ahora si su impresión era cierta o fingida, porque sabemos que “nuestro” además de comandante, fue el mejor graduado de actuación de su época y luego ocupó durante muchos años el protagónico en todas y cada una de las obras que interpretó, que fueron muchas, actuaciones que le hubieran garantizado anualmente premios de la Academia al mejor actor de carácter.


Pero podría ser cierto, si Fidel comparaba la imagen de Cuba que había dejado de ver antes de ese viaje, por lo cual merecería otro premio, digamos, premio a la destrucción más rápida de un país, algo así como “Destrucción al Minuto” para compararlo con uno de los programas de la televisión cubana que dice le gustaba, Cocina al Minuto, la imagen que se mostraba de China era aplastante. Edificios modernos, grandes y limpias avenidas, plazas, parques, luces, flores por millones y otros millones de chinos bien vestidos y que siempre sonreían. La imagen que se exportaba era linda, era la mayor muestra de que el sistema comunista chino funcionaba, el país no sólo crecía, sino que se desarrollaba y lo más importante, los chinos, de todas las edades y sexos, estaban muy felices con sus logros, sus conquistas y, sobre todo, su gobierno.

Imagino que, para los nacidos en Suecia, Noruega, Francia, el Principado de Mónaco y otros lugares así, las imágenes sean convincentes. La cámara siempre apunta a lugares lindos, limpios, a grupos de personas que marchan bien vestidas, con posturas convincentemente seguras, que sonríen y que cuando se les preguntas por la felicidad dicen que ellos son la mayor muestra. Pobres suecos, noruegos, franceses y los monegascos, que hoy no conocen la realidad y menos los detalles de cómo se vive bajo un régimen comunista y cuáles son los hilos que, siempre existiendo, mueven cada una de las escenas de la obra. Para los que hemos vivido debajo de sistemas comunistas, sabemos que, incluso hasta la sonrisa tiene hilos “invisibles” que la mueven cuando el propio propietario ni idea tiene de sonreír.

Recuerdo que Martica trabajó en una empresa mixta china, de esas que aparecieron en Cuba, una vez desaparecido el campo socialista y el gobierno cubano se vio obligado a abrir un poquito, sólo un poquito, la economía. Los chinos aquellos eran campesinos productores de arroz, venidos de un pueblo chino que hace frontera con Mongolia, o sea, de donde el Diablo dio las tres voces y nadie lo escuchó.

La empresa era un fracaso. El gobierno cubano le había entregado dos fincas, o sea, tierras, en dos lugares opuestos dentro del país, además de ser terrenos, según los propios chinos, con una salinidad muy alta que imposibilitaba la producción del arroz. Luego todo el consumo de la empresa había que pagarlo en dólares, incluyendo el salario de los trabajadores al gobierno, lo que gravaba fuertemente los costos. Para colmo de males, el arroz producido no podía venderse directamente al mercado, sino que tenía que ser vendido a la empresa que monopolizaba la importación de alimentos en Cuba, que por aquellos años compraba fácilmente arroz a Estados Unidos, por lo que el precio era también monopólicamente bajo, impuesto no por el vendedor, sino por el comprador, cosa que además de contradecir a los libros especializados, hacia todo más complicado porque ese arroz a pesar de ser producido en Cuba, era considerado como una importación porque aunque el arroz se producía en tierra cubana, los chinos eran de China. Los altos costos, la tierra poco fértil y un precio de venta muy bajo por tonelada, hacían que aquellos chinos no vieran la luz, menos la ganancia.

Para colmo de más males, una de las fincas estaba cerca de una granja de búfalos que tenía “nuestro” comandante como experimento, dichos búfalos se habían escapado y se habían refugiado dentro de los campos de arroz de los chinos. Al ser el propietario quien era, no se podía hacer nada con los búfalos, más que verlos comerse felizmente los sembrados de arroz.

Yo participé en varias actividades festivas como marido acompañante y como fui presentado como master en … y profesor del Instituto de Comercio Exterior y de la Universidad, entonces, los chinos inscriptos como empresarios en Cuba, pero en realidad campesinos, me consideraban como algo fuera de lo normal. Pobres chinos. En cada una de las fiestas, yo trataba de aprender sobre China, preguntas y más preguntas y ellos trataban de aprender sobre Cuba, por lo que siempre me tocaba responder sobre economía, política, sociedad cubana, etc. ¿Imaginan? Eran imágenes como las que se ven en los documentales o películas, yo sentado al uso de la palabra, cosa que reconozco me gustaba y los chinos rodeándome en un círculo con caras de admiración, siempre sonriendo, comiendo camarones medio crudos y tomando cervezas Heineken calientes en el caliente verano cubano. Eran chinos, no se podía esperar menos.

No me gustan los chinos, bueno a lo mejor, no todos los chinos, sino el gobierno chino, porque el pueblo es igual donde quiera que esté. Reconozco la antigua e importante historia de ese país, me llama la atención la diversidad de su comida, arte, arquitectura, admiro lo del Kong Fu y lo del Tai Chi Chuan, la veneración a los ancianos, pero al final, no me cuadran.

Cuando pienso en China, al no haber nacido en el Principado de Mónaco, me vienen a la cabeza acontecimientos inigualables para repudiar, tales como:

1.- La Guerra contra las Cuatro Plagas de 1958, entre ellas, los gorriones, nombrados como enemigos de la revolución, ideada por Mao dentro de lo que él llamó el Gran Salto Adelante, populismo que sólo logró el mayor periodo de hambruna en China, responsable de la muerte por hambre de millones de personas.
2.- La invasión y ocupación del Tibet por el gobierno chino en 1959, lo que costó la vida a más de 10 000 personas y otros miles, incluyendo el Dalai Lama, que tuvieron que salir huyendo, territorio que en la actualidad sigue ilegalmente ocupado.
3.- La Gran Revolución Cultural, 1966-1976, donde se persiguió, encarceló, torturo, y asesino a millones de chinos, con el único objetivo de sembrar a Mao en el “trono” y establecer al Partido Comunista de Mao por supuesto, en el poder de forma eterna con su sólida estrategia de culto a la personalidad.
4.- Los sucesos injustificados de la Plaza de Tiananmén en 1989, reconocido como la “masacre de Tiananmén” donde para reprimir, digo yo, exterminar, a manifestantes, sobre todo jóvenes estudiantes, que pacíficamente pedían reformas, el gobierno comunista chino envió a actuar a la infantería y los tanques, generando afectaciones en la población civil en cerca de 1 000 000 de personas. Ejército contra pueblo.

Entonces estos acontecimientos tienen en mí, una mayor repercusión que un plato de arroz frito y maripositas chinas.

Hoy, siguiendo la recomendación de “El Terrible”, acabo de ver un documental, “One Child Nation”, más o menos, “Nación de un Único Hijo”, que la historia que recrea me parece peor que los acontecimientos que he señalado en mi párrafo anterior, lo   que ha incrementado mi desamor a ese gobierno.

La obra fue facturada en 2019 y ha sido ganadora de varios premios en distintos festivales de cine y ha recogido una muy buena crítica de los especialistas y público en general. Creo que, sabiendo que existen otros muchos temas lindos, amorosos, dulces, recreativos, para ver y escribir, como el recorrido turístico por Escandinavia siguiendo la ruta de los vikingos, las esculturas de nieve y hielo, la Aurora Boreal, etc., o sentarse a ver una vez más desde el principio las 10 temporadas de la refrescante serie Friends, el acercamiento al tema que se detalla en el documental, abusivo, destructivo, asqueroso, torturante, criminal, cometido por un gobierno contra su población civil, no puede más que causar repulsión y asco por sus autores. Los mismos autores que hoy se presentan como el país más desarrollado del mundo, la próxima locomotora económica, el país donde el desarrollo ha llegado a todos y, sobre todo, el país donde se dice que todos están contentos.

Sin desconocer los logros económicos que China ha alcanzado en algunos puntos localizados del país, sólo para algunos de sus pobladores, en la misma China donde hoy muchos se han hecho multimillonarios, en esa China que puede impresionar por las imágenes que se exportan de un gobierno exitoso y que trata de convencer a partir de que el 97% de las cosas que compramos tienen una etiqueta que dice “Hecho en China”, esa misma China hoy tiene a millones, a gran parte de su población, trabajando casi como esclavos, en condiciones casi infrahumanas y ese mismo gobierno, siguiendo los pasos de la llamada “Revolución Cultural” y la “Protesta de la Plaza de Tiananmén, ambos masacres y exterminio, fue capaz de someter a gran parte de su población a la política de gobierno de un solo hijo por familia.

Conocía, creo que, como toda persona medianamente informada, la idea de que a las familias chinas sólo se les permitía, planificadamente, tener un hijo. Si el primero hijo de la familia era hembra, entonces existía una autorización especial para buscar un hijo varón. Según la enorme propaganda internacional generada por el propio gobierno chino, la medida estaba diseñada para lograr un país desarrollado y que cada chino pudiera acceder a ese desarrollo.

Al pensar en que son más de 1300 millones de habitantes bajo esa nacionalidad, pudiera parecer hasta cierto punto coherente, siempre que la propaganda de felicidad fuera cierta, sin embargo, jamás me puse a pensar y menos podía imaginar el verdadero significado de esta política de los comunistas. Jamás pude visualizar el sufrimiento, el terror, la angustia y los crímenes que existieron detrás de esa “magistral” idea de un gobierno que trataba de resolver a través de una acción tan genocida, su incapacidad, tal como la tan histórica libreta de abastecimiento cubana, que se dice que es para que a todos nos llegue lo mismo y que en realidad oculta y disfraza la imposibilidad del gobierno de crecer, para que cada cual se compre lo que quiera comprar. Se habla del genocidio de los hitlerianos en Alemania, del generado por Pol Pot en Cambodia, de la participación de Estados Unidos en la guerra de Viet Nam y su política de exterminio de la población vietnamita, se habla de las matanzas masivas de la población de muchos países africanos, pero paralelamente poco se habla de lo que en realidad significó la política del partido comunista y gobiernos chinos de un hijo único por familia y sólo se menciona como un tema o fórmula matemática:

familia china = papá y mamá + único hijo, como resultado, familia china = único hijo.

Todavía viendo el documental dos veces, me cuesta trabajo comprender la verdadera magnitud de los hechos que voy a narrar a continuación, resulta imposible de narrar con palabras acontecimientos como este, que enlutaron y sometieron a la mayor desgracia humana a un pueblo entero, a ese mismo pueblo, cuya sonrisa provocada por los hilos políticos e ideológicos, más los represivos que la crean, todavía hoy frente a una cámara de cine, quiere dejar ver que la política fue acertada y que ellos no podían hacer más nada que estar de acuerdo y cumplir con todo lo que pasó. Todavía hoy, ese pueblo, conociendo los mecanismos represivos del gobierno, tiene miedo decir la verdad de lo que padeció.

La investigación, llevada a documental, es protagonizada por una joven madre china que vive en Estados Unidos con su pequeño hijo y regresó a su patria para descubrir, entrevistando a diferentes personas de pueblo y gobierno, qué fue lo que en realidad pasó con esa para mí, desgraciada, cruel e inhumana política diseñada por el partido comunista y el gobierno chinos.


Déjenme ver cómo puedo organizar mis ideas a partir de aquí para contarles, sobre todo, a los que no puedan ver el documental. Es difícil porque una cosa es ver y lograr entender y otra es hacer entender sin que se pueda ver, sobre un aspecto incomparable, no con frecuencia visto en la historia de la humanidad, por muchos hechos desastrosos que se crean se conocen.

Si eres madre, padre o abuelo de varios niños, alégrate. Si no naciste en China o pudiste fugarte para salvarte a ti y a tu familia, alégrate de por vida. Si tienes la posibilidad de ver el documental o entender lo que te voy a contar y puedes calcular y luego definir una opinión sobre la crueldad de esta injustificada e inhumana política de un gobierno comunista, alégrate en esta vida y en todas las otras donde puedas vivir.

En 1979 el partido comunista y el gobierno chinos, que sabemos que en los países comunistas es lo mismo, definió una nueva política para enfrentar la crisis interna que el país vivía y se suponía que viviría de forma agravada en los años venideros. Esa “Política de un Único Hijo”, fue la idea macabra que se puso en marcha por todas las autoridades políticas, ideológicas y científicas, sin el menor pudor, ya que como dicen todos los entrevistados, autoridades de gobiernos locales, líderes partidistas, hombres y mujeres afectados, o sea, padres y madres, “la política era muy estricta, venía de arriba y no tenían alternativas”

A partir de ahí, con una línea muy estricta dictada desde arriba, se disparó el sistema propagandístico hacia el interior y el exterior del país, en dos direcciones. Una linda y amorosa y la otra represiva y autoritaria.

En la línea linda comenzaron a aparecer las ideas de un solo hijo en todos aquellos soportes posibles, en las cajas de fósforos, las cajas de cereales, los juegos para niños, en enormes vallas por todas las ciudades, en la televisión, el radio y el cine, en obras de teatro para adultos y niños e incluso en canciones infantiles. En todos estos lugares se publicitaba la idea de que un solo hijo resolvería el problema económico de China, se instaba a que las personas voluntariamente colaboraran con el gobierno, pero con alegría, con canciones, con determinación revolucionaria. Tener un solo hijo era salvar a la gran patria China.

La línea fea fue la que se estableció por debajo de estos carteles y programas dulcemente chinos, que en realidad era la verdadera. Todas las ciudades, pueblos y aldeas se llenaron de amenazas y advertencias, hechas de forma pública y explícitas, sin el menor temor. 
Algunos de los anuncios, que todavía hoy se pueden ver en las paredes de las casas y almacenes, decían textualmente:

“Quienes violen la política de hijo único, perderán todas sus posesiones”.
“No te embaraces, ni des a luz son permiso”
“Reporta a quien tenga más de un hijo, recibe compensación de hasta 120 pesos”
“Quien se niegue a esterilizarse, será arrestada”
“Si una persona se niega a esterilizarse, su familia sufrirá”
“Medidas firmes contra el embarazo y parto secretos”
“Puedes ocultarlo temporalmente, pero no por mucho tiempo”
“Indúcelo, aborta. ¡No des a luz!”
“Mejor derramar un río de sangre, que tener más de un hijo”

Típico, el doble discurso. Por un lado, sobre todo para la opinión internacional, los gobiernos comunistas tienen un discurso, una imagen, que trata de dar idea de que todo funciona bien, que todo es armónico y, sobre todo, que todas las personas están de acuerdo y felices. Por debajo la verdadera idea que mueve todo, la represión, la amenaza, el chantaje, la fuerza. La idea que, si violas lo que el partido y gobierno dice, aunque esto sea una barbaridad, serás severamente castigado, no sólo tú, sino tu familia entera. La violencia desde el poder, esa violencia a veces silenciosa, a veces personalizada, que llega a aterrar no sólo a los que la padecen, sino a aquellos que pudieran padecerla y entonces tratan de evitarla, produciéndose el efecto deseado, no del control, sino del autocontrol, no de la censura, sino de la autocensura. Este puede ser uno de los mayores triunfos.

Paralelamente se organiza a nivel nacional y se replica en toda la estructura administrativa hacia abajo el Instituto de Planificación Familiar. Así sólo suena lindo, podría parecer científico, sin embargo, nada más lejos de esa idea. Planificación Familiar fue el vehículo para garantizar la política.

Esa institución consistía en grupo de médicos y enfermeras que sistemáticamente, o sea, todos los días recorrían ciudades, provincias, pueblos y aldeas, detectando a mujeres embarazadas que ya tuviera hijos. Médicos y enfermeras eran apoyadas por los líderes políticos y administrativos de esos pueblos y aldeas, quienes cazaban, si cazaban como animales, secuestraban y trasladaban amarradas como cerdos a las mujeres para aplicarles una esterilización o un aborto obligado.

Obviamente frente a estos anuncios “muy estrictos”, las mujeres comenzaron a esconderse durante el embarazo y los partos, lo que aumentó la búsqueda, la cacería y las sanciones. Si parías otro hijo o parías a escondidas, te tumbaban el techo de tu casa o la casa completa, te hacían pagar una enorme multa y te podían confiscar todas tus posesiones. En las puertas de las casas se colocaron placas para identificar los niños que existían y las familias que cumplían o no cumplían con la política de un solo hijo y así los identificaban en cada una de las aldeas y pueblos.

Los niños con hermanos comenzaron a ser abochornados y repudiados en las escuelas, a tal punto de criminalizar, para muchos, el tener un hermano o hermana. Para muchas familias en las zonas rurales, si el primer nacido era hembra, entonces podría “planificar” otro hijo en busca del varón, pero tenía que existir una diferencia de 5 años entre ambos. Si la segunda recién nacida era hembra de nuevo, pues tenía que correr el camino que luego explicaré. Las mujeres al principio parían ese segundo hijo y lo regalaban a familiares o amigos, pero llegó el momento que nadie quería aceptar un niño ajeno, por lo que los partos eran acompañados de unos canastos de mimbre para almacenar a los recién nacidos y dejarlos en lugares públicos, con la esperanza de que alguien los recogiera por caridad.

Los niños recién nacidos fueron echados a los montes y dejados en los mercados y en las puertas de los orfanatos, esperando salvarles la vida. Muchos, muchísimos, al pasar dos o tres días morían de hambre o infestados por picadas de bichos. La peor parte la llevaron las niñas, nadie las quería porque, más que evidente, la sociedad china era, y es todavía hoy a la luz del documental que describo, una sociedad extremadamente machista.

Los equipos de Planificación Familiar hicieron millones de esterilizaciones obligatorias, forzadas, y más, practicaron abortos a mujeres con 8 y 9 meses de embarazos. A decir de las propias enfermeras entrevistadas, muchas todavía hoy convencidas de su gran actuación, sacaban a los niños vivos y los mataban con sus propias manos. Niños ya nacidos y asesinados, que eran metidos en las conocidas jabas de supermercados y tirados en los basureros públicos de casa pueblo o aldea. El documental recoge imágenes, verdaderamente fuertes e impresionantes, de niños recién nacidos, sanos, gordos, incluso chinamente lindos, tirados dentro de bolsas plásticas en los basureros, tal como tiramos todos los días los desechos de nuestros consumos.

Esos equipos de Planificación Familiar que estuvieron 20 años viajando por todo el país, fueron considerados héroes por el gobierno chino, fueron considerados y homenajeados como “trabajadores vanguardias” y sus evaluaciones, o sea, premios o sanciones, como trabajadores comunistas, estuvieron basadas en la cantidad de niños que nacían o no en las poblaciones y aldeas donde ellos trabajaban. Cuenta una comadrona de pueblo que casualmente había recibido a la protagonista del documental que ella sola, o sea, una sola persona, pudo haber practicado de 50 a 60 mil abortos y esterilizaciones forzadas, número que parece ser perfectamente creíble.

Los niños dejados en la calle o en los montes comenzaron a ser objetos de personas que primero trataron de salvarles la vida, pero luego convirtieron la búsqueda y recogida de niños en un gran negocio. Los orfanatos estatales, o sea, del gobierno chino, comenzaron a estimular la recogida de niños, por los cuales pagaban el equivalente a 200 dólares, creándose así una red de personas que traficaban con los pequeños, llamados intermediarios. Esas personas eran encargadas de recorrer los pueblos para recoger niños “votados” y vendérselos a los orfanatos. Ellos, los intermediarios, se crearon sus propias redes, entonces subcontrataron a basureros, repartidores de gas, motociclistas, etc., a los cuales pagaban una parte del dinero por cada entrega.

Los orfanatos, repito instituciones estatales dirigidas por el mismo gobierno y partido, compraban a los niños y los convertían en su lucrativo negocio. Digamos que una sola red de intermediaros entrevistada declaró que ellos habían vendido alrededor de 10 000 niños a esos orfanatos estatales.

Para completar el terrorífico panorama, en el año 1992, el gobierno chino inauguró un nuevo programa, la “Adopción Internacional” y entonces esos niños comprados por los orfanatos estatales fueron vendidos a padres adoptivos de muchos países del mundo, sobre todo de los Estados Unidos. Según una pareja de padres, él norteamericano y ella china, que adoptaron en diferentes momentos 3 niñas provenientes de esos orfanatos, todo estaba previsto y organizado por el gobierno. Ellos sabían desde su casa en Estados Unidos, los documentos a firmar, los papeles a llevar, las autorizaciones a cumplir y el dinero a pagar. Las adopciones costaban entre 10 a 25 000 dólares americanos, dinero cobrado por los orfanatos y entregados al gobierno central. A los niños se les inventaba una historia clínica y se decía que eran huérfanos, todo mentira, porque en realidad se ocultaba que eran niños que se les habían quitado a las madres por la fuerza, se habían encontrado tirados con vida en basureros o mercados, o peor, se le había comprado a la red de intermediarios que existían por toda China.

Debe ser incalculable el dolor de cada familia, de cada madre, padre, abuelo e incluso de cada hermano, sin contar el dolor provocado a un niño nacido vivo que se asesina con las manos. La medida incluía separar a los gemelos, porque al sólo permitirse un hijo, uno de los dos recién nacido debía irse. Debe ser incalculable los padecimientos que existen detrás incluso de esa aceptación sin remedio de las madres, que declaran no haber podido hacer nada, en la misma medida que hoy quieren saber qué pasó con sus hijos, dónde están, si están vivos o no, etc. Sería imposible de calcular los daños en esas enfermeras y médicos, incluso en muchos de los funcionarios que aún frente a las cámaras dicen estar de acuerdo con lo que hicieron porque era una política del gobierno. Lo que si se puede calcular es el daño que como nación creó la Política de un Único Hijo, porque en la actualidad, según el propio gobierno chino, no hay jóvenes para trabajar, ni para cuidar a los ancianos.

Entonces el mismo gobierno, sin más allá, ni más acá, sin pedir disculpas y hacer un verdadero análisis con sus consecuencias no para China de forma general, sino para cada chino en particular, en el 2015, después de 35 años de la Política de un Único Hijo, autoriza a que cada familia pueda tener “felizmente” dos hijos y desata la maquinaria propagandística parecida a la anterior, pero con un nuevo discurso. Ahora las canciones, las obras de teatro, los programas de televisión, los libros para niños, etc., dice y repiten:

“La política nacional es realmente estupenda, cada familia puede tener dos hijos. Uno es muy poco, dos es lo justo. Los jóvenes tendrán hermanos, los ancianos serán cuidados. Estamos dichosos, sonreímos orgullosos”

¿Estarán locos los chinos, serán todos unos hijos de puta o no tendrán más remedio que seguir cumpliendo con lo que estrictamente de arriba les ordenan?

Nanfu Wang, la autora y protagonista del documental, nos deja la mejor conclusión, a cada uno de nosotros nos toca sacar nuestras propias conclusiones. Como siempre, no se queden con mis ideas, les recomiendo que vean el documental, One Child Nation.

“Toda mi vida me enseñaron a creer que amar a mi país, era igual a amar al gobierno y al partido. (…) Tenían que ponerse los intereses nacionales por encima de sentimientos personales, intereses colectivos por encima de todo. Este adoctrinamiento destruye a la humanidad, la individualidad y la conciencia de las personas”






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