jueves, 9 de enero de 2020

¿Fortalecimiento de vínculos? Cuba, es difícil olvidarme de ti.


Hola Cuba, es difícil olvidarme de ti.

Creo que una de las cosas que permiten el medianamente buen funcionamiento de un gobierno, más allá de la teórica democracia, o por lo menos limita o condiciona su actuar, es la opinión. Sabemos que esto es bien relativo, porque los gobernantes conocen que tienen siempre un margen que les permite hacer y luego poder justificar o arreglar lo que hacen.

Creo que es muy difícil pretender en la actualidad, que cada vez que un gobierno piense o decida hacer algo, se vea obligado a consultar a todos los interesados, hoy los interesados suman millones en cualquier país del mundo. Eso puede hacerse en una tribu donde el número de integrantes es muy bajo y es fácil a los ancianos reunirse en círculos con todos y decidir si se sale a cazar o se siembra la tierra o se permite la alianza con la tribu vecina. Fue fácil en Roma, a la que todos nombramos como ejemplo de democracia, donde los que contaban eran unos pocos y el resto, esclavos, gladiadores, muy pobres, etc., no importaban para nada. Pero, no obstante, las complicaciones de la modernidad, me parece cierto que al saber que la opinión pública puede funcionar e influir, hace que, por lo menos, se conozcan a nivel estadístico, qué piensan y dicen los que votaron o piensan votar. Para eso, los medios de comunicación, que para nada son santos, ni imparciales, juegan su papel.

En un país donde, primero no importa lo que se piense desde el exterior, porque sólo se utiliza al exterior a conveniencia y tampoco se tiene en cuenta lo que se pueda decir en el interior, más, en un país donde todos los medios, propiedad del gobierno, se dediquen a repetir, sin mucho vínculo con la realidad, lo que el gobierno dispone, los gobernantes la tienen fácil.

La propaganda, herramienta de comunicación política ideológica, tiene su máxima expresión en esos tipos de gobierno, a los que no llamo comunistas, sino totalitarios, donde existe primero que todo un divorcio entre la realidad que se vive y el discurso de la realidad que se quiere hacer ver. En esos lugares donde las realidades se tratan de crear desde oficinas y luego se hacen repetir a los que la viven, tratando de que crean en lo que no ven, tratando de que confíen incluso en un futuro que nadie sabe dónde está, ni cómo se llega y menos cuándo se llega.

Veamos entonces el significado, a groso modo, de totalitarismo, tratando de resumir los aspectos más importantes aportador por los teóricos, sin hablar de ningún país en específico. Si quieren de forma más fácil sin tanta teoría, saber de qué se habla cuando se describe el totalitarismo, no dejen de leer la magistral obra “1984”, del escritor inglés George Orwell. Sus libros, éste y otros, entre otros muchos, fueron prohibidos en los países comunistas, por supuesto Cuba, a pesar de que el escritor no menciona el comunismo en ningún lugar, menos a la isla caribeña, la cual se encontraba construyendo las bases de su período dorado de la década del 50 en el mismo momento que las páginas escritas por Orwell aparecieron en las librerías del mundo.

El totalitarismo es un concepto ideológico y político, donde las libertades individuales están seriamente restringidas y el Estado ejerce todo el poder sin restricciones. Son típicos por ser dirigidos por un solo partido político, cuya opción de partido único se funde con las instituciones del Estado, llegándose a fusionar a tal modo que partido único y Estado aparecen como la misma cosa.

En estos Estados es típica la existencia y exaltación de una persona con poder ilimitado, que alcanza todos los ámbitos del gobierno y sólo utiliza a otras personas como ejecutores de sus ideas y objetivos. En estos escenarios, los gobiernos totalitarios utilizan el movimiento de las masas para respaldar también sus ideas y sueñan, al menos propagandísticamente con construir un hombre nuevo y una sociedad perfecta, creando y ejerciendo paralelamente un mecanismo de control social y represión, bajo formulaciones secretas o enmascaradas. Los gobiernos totalitarios crean instituciones, más allá de las públicas, para mantener bajo control a las masas que dice defender y bajo una enorme propaganda ideológica y política crea y alimenta el miedo y la división ciudadana e incluso familiar, como herramientas de autocontrol.

El totalitarismo maximiza al Estado, considerándolo un fin en si mismo. Según se dice fue Mussolini en Italia quien utilizó por primera vez el término con su slogan, “todo en el estado, todo para el estado, nada fuera del estado, nada contra el estado”. Creo que el socialismo marxista mundial no aparece como totalitarismo, por el contrario, a pesar de las diversas formas en que llegó al poder, por revoluciones e imposiciones, las primeras acciones tratan de mantener al menos un discurso democrático, de liberación y dignificación de todo un pueblo, sin embargo, al crear tantos problemas en su ejecución y afectar a una buena parte de la sociedad donde se estableció, va trocando su discurso democrático, convirtiéndolo sólo en una imagen irreal, por un discurso y una actuación totalitarista obligatoria, como única forma de sobrevivencia.

El totalitarismo, en su práctica real, suspende la existencia de la persona como elemento individual con intereses propios y actuaciones individuales, considerándolas únicamente como masa en función de la sociedad, donde los intereses personales tienen que subordinarse a los sociales, casi siempre definidos por el partido único y la figura del gran líder. Las posturas se cambian, la bondad desaparece, la democracia se limita y entonces se crea la figura de un enemigo, externo e interno, que lleva a la necesitada de defensa, como aparente consecuencia, pero en realidad estrategia sin opción definida fríamente en oficinas, de “o estás conmigo o estás contra mí”. Aparecen esos enemigos, a veces sólo por pensar, a los que la enorme propaganda partido-estado, logra el apoyo para reprimir o desaparecer. Aparece entonces la categoría de enemigo de la patria, porque patria-partido único-estado, son propiedad de un líder y de sus más subordinados seguidores.

Si pensamos en Cuba y en su última historia, puede ser perfectamente el mejor ejemplo, caribeño claro, pero mejor ejemplo, de la transformación de la democracia en totalitarismo, quizás por propia inspiración cubana combinada con las recomendaciones o líneas de trabajo diseñadas por los “padres” soviéticos.

El comunismo, no el teórico y lindo, sino el práctico entonces se convierte en una gran licuadora, donde todo se muele y se mezcla a favor de una sola idea. Creo que, a estas alturas del juego, a nadie se le puede ocurrir cuestionar esto, a pesar de que el discurso público del gobierno siga tratando de hablar de sistema democrático. Hoy, como una línea estratégica definida como “continuidad” para darle cierta seriedad patriótica y tratando de garantizarse el apoyo de quienes amaron el proceso desde sus comienzos, la propaganda tiene los mismos objetivos que la inaugurada por el gran líder en años tan tempranos como inicios de la década del 60, confundir y gracias a eso, sobrevivir, cuando la realidad labrada años tras año y a la que se ha llegado hoy, es totalmente diferente a lo que se dice por los medios de comunicación, propiedad absoluta del partido-estado.

Recién he leído una publicación de Bruno Rodríguez, Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, publicadas el día 7 de enero de 2020, declaraciones propias de un gobierno totalitario, al que no le importa, porque no le tiene que importar la opinión y menos a los que opinan. Declaraciones que tratan, una vez más, de confundir a todas las opiniones, a sabiendas que ninguna de ellas pueden cuestionar, menos cambiar, una realidad. Información elaborada desde la más hipócrita posición, que maneja los conceptos a favor de contradecir lo que pasa internamente y crear un ambiente de clima favorable para seguir sobreviviendo.

Rodríguez, que es famoso por lo menos para mí, por sus declaraciones mentirosas, respondiendo a la estrategia de partido único-estado-gran líder-patria, hace pública la cantidad de cubanos que viajó a Cuba en el año 2019, 623 831 y de ellos a 552 816 los señala como procedente de los Estados Unidos, detrás de estas cifras dice, y cito textualmente: “evidencia, (haciendo referencia a las cifras), el fortalecimiento de los vínculos de Cuba con sus nacionales en el exterior”. Los que vivimos allí años, sabemos que ésta inofensiva nota, además de tratar de resolver las acusaciones sobre los derechos humanos en la isla, la ilegitimidad del gobierno y su incapacidad actual está tratando de preparar el camino a la próxima reunión entre el gobierno cubano y los escogidos emigrantes a celebrarse dentro de unos meses. El gobierno cubano, nada creativo e innovador, siempre ha actuado igual.

Esto debería dar ganas de llorar, si pensamos en la escena real de un canciller comprometido con su pueblo, hablando de las relaciones de su gobierno con sus emigrantes. Esto, casi debería llevar a la emoción, sobre todo para aquellos que hoy integran ese ejército, obligatorio o voluntario, de cubanos radicados fuera de Cuba. La idea de fortalecimiento de los vínculos entre emigrados y patria suena super amorosa. Habla de los intereses honestos de un gobierno por reconocer, respaldar, maximizar los derechos e intereses de toda la comunidad que está fuera de su país, sin pensar en causas y acciones, interesada en que su país mejore, avance, se desarrolle, etc. Habla del reconocimiento respetuoso de ambas partes, emigración y patria y de la necesidad de ambos para ambos.

¿Sin embargo, es esto verdad? La propia y conocida capacidad de mentir de Rodríguez y su parcialidad absoluta, primero, lo pone en dudas. Luego la idea por sí sola es un engendro del manejo de las palabras para reafirmar una determinada idea o posición, que, si no fuera porque es mentira, fuera linda, ya dije que incluso conmovedora.

Pensemos por qué vamos los cubanos a Cuba y podremos entender lo del vínculo y reconocimiento al gobierno. La lista es de mi propia inspiración, así que es posible que se me olvida incorporar alguna de las razones.
1.- Tenemos allí a parte de nuestra familia, a veces parte importante, hijos, esposas, padres, etc., por lo que la visita tiene carácter obligatorio.
2.- Tenemos allí amigos a los cuales consideramos tanto como familia, la misma obligación.
3.- Muchos vivimos con el complejo de emigrados, muchas veces no adaptándonos o insertándonos en la realidad de los países donde vivimos, entonces la depresión nos mata y nos hace regresar a aquello que conocemos, donde obviamente nos sentimos mejor.
4.- Muchos, al haber sido obligados a emigrar o al haber emigrado voluntariamente a un lugar del que nos dijeron era punto menos que el infierno, regresamos a demostrar que, aunque vivimos en el Congo, Chile, Australia, Francia, Estados Unidos, no nos morimos, peor, vivimos y estamos mejor de cuando salimos. Entonces muchos queremos demostrar que el infierno no nos tragó, que no nos quemó, que no hemos muerto y además de vivir, nos permitimos la oportunidad de viajar, hacer turismo, ayudar a los nuestros, y por qué no, burlarnos de aquellas instituciones y personas que nos maltrataron, oprimieron, reprimieron, nos echaron pa´lante, etc., en resumen, nos hicieron la vida imposible y ahora nos reciben como héroes, nos saludan, nos reconocen, nos felicitan y viene a tomarse nuestro café “enemigo”. Nos sentamos a tomarnos la misma cerveza que antes tomábamos a escondidas, ahora en los portales de las casas, viendo pasar “derrotados y sedientos” a aquellos que antes nos decían borrachos, alcohólicos, antisociales, etc. Nos gusta regalarle 5 dólares a aquellos que nos persiguieron por “tenencia ilegal de divisas” y casi le firmamos el billete como recuerdo.
5.- Cuba es un lindo país. Playas, ciudades, bares, restaurantes, música, calles, plazas, parques, donde la nostalgia nos hace creer que la carne de puerco y la yuca con mojo, nos sigue pareciendo que saben diferente.
6.- Cuba es el lugar para gastar nuestro dinero porque tampoco tenemos iniciativa para ir a otro lugar, entonces como lugar seguro, pretendemos conocer a la Cuba que no pudimos conocer mientras fuimos obreros, o médicos, ingenieros, etc. Pretendemos ir a esos lugares geográficos que muchos sólo veíamos en los libros o plegables para turistas e incluso a aquellos lugares donde nacieron nuestros padres y abuelos, perdidos en un mapa de la isla. Sentimos placer con que alguien nos desee la bienvenida en la puerta de un hotel, el mismo CVP o portero que antes nos negaba la entrada por ser cubanos. Nos place enseñar nuestros pasaportes o residencias extranjeras, condiciones a las que ponemos a competir contra el carnet de identidad. Nos encanta enseñar nuestras cadenas y tatuajes, los mismos que antes teníamos que usar a escondidas y por supuesto nos encanta sentarnos a hablar de nuestros nuevos lugares de residencia, cines, supermercados, gasolineras, celulares, carros, etc., etc., etc., frente a amigos que se alegran, sueñan y añoran.
7.- Muchos vamos a Cuba para encontrar amores, transitorios, momentáneos e incluso eternos. Algunos porque nos gustan las cubanas, las suecas son muy frías y otros porque no podemos cazar a una italiana, una suiza, etc., por mucho que vivimos en Italia o Suiza.
8.- Vamos a Cuba a atendernos con un médico cubano, en su casa o en el hospital donde trabaja, porque confiamos en la medicina cubana, porque tenemos amigos o familiares en el sector de la atención a la salud o porque, aunque tengamos que pagar por la derecha o la izquierda, casi siempre por esta última vía, siempre nos va a resultar más barato que pagar en los países donde vivimos y trabajamos o donde recibimos ayuda del gobierno.
9.- Muchos de nuestros hijos y nietos nacidos en otros lugares del mundo, llega el momento que sienten interés por conocer la patria de sus padres y abuelos y eso genera un viaje sentimental a los orígenes, en busca de ver los cuentos que tantos le hemos hecho, o sea, la arena de Varadero, la palma real, la Bodeguita del Medio, etc.
10.- Cubanos, creo yo que no en grandes cantidades, estamos todavía a favor del gobierno-partido único-estado y aunque vivimos en el exterior añoramos un sistema socialista marxista y extrañamos los discursos nacionalistas y chovinistas y las grandes decisiones tomadas por el partido comunista y su gran líder y entonces participamos en conferencias, reuniones, quizás pequeñas inversiones o donaciones y aceptamos directrices para apoyar desde nuestros países al gobierno cubano actual.

Todas estas acciones, de la 1 a la 10 de mi lista, generan un vínculo mayor, más importante y es el estrecho vínculo del dinero. 

Como la mayor parte de los emigrantes de países pobres, los cubanos enviamos dinero sistemáticamente a los nuestros. A veces 10, 50 o 100 dólares es la acción amorosa con la que tratamos de apalear nuestra ausencia física. Dólares no para hacer ricas a nuestras familias, no para construirles palacios y montarlas en modernos autos, sino, salvo excepciones, una muestra cariñosa para lograr que los nuestros accedan a jabones, papel sanitario, medicamentos, ropas y comidas, etc.

Más el dinero que dedicamos en nuestros viajes a garantizar el consumo, no porque nuestra familia sea mala o egoísta, sino porque más allá de la comida de bienvenida, a veces es difícil garantizar lo que los visitantes necesitamos para la estancia. Nuestras familias están dispuestas a quitarse lo que tiene con tal de que la pasemos bien, pero a veces no pueden quitarse lo que no tienen.

Más el dinero que aprovechamos para dar gustos, galleticas de dulce, helados, pizzas, cervecitas frías, paseos y visitas a lugares “cómicos”.

Más el dinero que dedicamos a “resolver” parte de la lista de problemas acumulados, equipos rotos, muebles y colchones viejos, platos, vasos, bombillos inexistentes, etc.

Entonces no sé, o me cuesta trabajo reconocer cuáles son los vínculos que se fortalecen. El canciller habla de vínculos con Cuba, tratando de enmascarar lo que pasa con el gobierno, o sea, no hay ningún problema entre cubanos y gobierno, no sabemos de qué se nos acusa, fíjense a los cubanos como viajan a su país. Si sacamos una simple cuenta, difícil porque en realidad la información clara y precisa no existe, o sea, la cantidad de cubanos que viven fuera de Cuba, pero asumiendo que podemos ser más menos 2 millones de personas, los que viajamos a Cuba en 2019 sólo representamos el 30% de los que estamos fuera.

No sé de qué vínculos fortalecidos se habla cuando los cubanos tenemos que, independientemente de las ciudadanías que tengamos, para viajar a Cuba poseer un pasaporte cubano por el que tenemos que pagar casi 400 dólares para su confección que sólo dura 6 años, más 200 dólares para su habilitación cada dos años, lo que lo debe convertir en uno de los pasaportes más caros de la historia, téngase en cuenta que el pasaporte norteamericano, el más deseado de los pasaportes, cuesta ahora alrededor de 100 dólares y sirve por 10 años, además de que, menos muy exclusivos países en todo el planeta Tierra, te sirve para llegar a cualquier punto y ser bienvenido, sin mayores trámites y costos.

No me queda claro el vínculo cuando ahora, más que nunca, los cubanos podemos ser “regulados” o sea, prohibidos a entrar a Cuba por intereses supremos del gobierno, lista de la cual los cubanos no sabemos si estamos o no, no sabemos cuándo hemos entrado o peor, no sabemos cómo vamos a salir. El caso más reciente que conozco de prohibición a cruzar inmigración cubana es el de un deportista que se quedó en Canadá hace 8 años y no pudo ver a su madre, muchacho humilde y decente que emitió un comunicado al mundo, donde sólo le pidió a su viejita que tuviera fuerza, mucha fuerza.

¿Cuáles son los vínculos si los cubanos que viajamos estamos sometidos a la “mafia de los aeropuertos cubanos”, o sea, personas vestidas de autoridad, policías, miembros del ministerio del interior, oficiales de inmigración, funcionarios de aduana, enfermeras y médicos, trabajadores simples del aeropuerto, que todos, exactamente todos, tratan de joderte con tus equipajes, tus paquetes, y tu dinero y desconociendo que los que viajamos no llevamos armas, ni venenos, sino comida, ropa, regalos y  medicamentos para nuestra familia, nos aplican unas regulaciones, por demás difíciles de conocer, donde casi parece una venganza por haberte ido y ahora tratar de regresar.

¿Cómo un gobierno se toma el derecho de prohibir la entrada a diestra y siniestra a sus ciudadanos, por cualquier razón o por pensar diferente, o por dar una entrevista a un canal de televisión o sencillamente escribir tus ideas en un blog?, ¿De qué fortalecimiento se habla cuando ahora los cubanos, o al menos una parte de nosotros, puede tener miedo a ir y que te prohíban categóricamente y sin posibilidades de amparo, la entrada a Cuba?

No sé cómo, bueno sí lo sé, el canciller puede hablar de vínculos con Cuba para tratar de crear la imagen de que los vínculos son con el gobierno que está en el poder. Y lo sé, porque desde hace muchos años, lo que se dice para nada respeta, ni tiene que ver con la realidad. Lo que se dice, se declara desde una posición de dueño al que poco le interesa la opinión de los que escuchan. Lo que se dice, no tiene miedo de que se declare como mentira, porque todo, desde hace muchísimo ya, es una mentira.

En el totalitarismo la opinión de la “masa” no importa, porque la masa, se trata como la práctica de los panaderos. Es algo que se mezcla, luego se empuja y hala, se enrolla, se tira contra la mesa, se le dan algunos estratégicos golpes y se pone al horno para hornear y luego comer. La masa es aquello a lo cual se le va a dar una idea, que probablemente no vea o no esté de acuerdo, pero se le va a pedir que apoye y repita ciegamente. Los que terminan apoyando en el totalitarismo, por acuerdo o defensa, escapan, los que no, pues se anulan, se reprimen, se esconden o desarticulan logrando la autocensura como sobrevivencia.

En el totalitarismo existe una sola voz, ahora la del canciller Rodríguez, que se levanta y escribe algo aparentemente de su propia inspiración, siempre respaldando a la fusión único partido-estado, sin tener que explicar o argumentar nada. Es sencillamente la idea que se conoce que repetirá por todos los ecos del gobierno en sus campañas propagandísticas. Mienten y saben que lo hacen, pero no les importa, ellos están ahí para mentir.















No hay comentarios:

Publicar un comentario