La
propia definición de esta palabra aclara que es algo o alguien que existe de
forma oculta o secreta para burlar la ley.
En
todas las etapas de la vida del hombre, hasta donde yo sé, han existido personas
o grupos de personas, que han actuado de forma clandestina. Para no ser reconocidos,
apresados o desaparecidos, han vivido o luchado, sin identificarse, contra una
situación específica determinada. Los más famosos de las leyendas fueron “El
Zorro”, “Robín Hood” y “El Tulipán Negro”, todos héroes, luchadores del bien
contra el mal, quienes operaron desde la clandestinidad, con máscaras, disfraces,
cambio de identidades, etc.
Es
típica esta posición clandestina, en aquellos procesos históricos, etapas o gobiernos,
donde las personas tienen miedo a aparecer públicamente y tratan de llamar la
atención, apoyar un movimiento o una idea, desde la máxima discreción, desde el
más discreto anonimato.
Por
hablar de Cuba, pensemos que, durante toda la etapa de lucha contra la
dictadura de Batista, existieron grupos de cubanos, sobre todo jóvenes, pero no
sólo ellos, sino hombres y mujeres de todas edades, de todos los sectores sociales
que, de forma clandestina, apoyaron y no poco, a los revolucionarios que de
forma pública luchaban, sobre todo, en escenarios de combates armados. Los
revolucionarios cubanos por aquellos años llegaron a crear su propio grupo de
Acción y Sabotaje, estructura definida para secuestrar, poner bombas, hacer
sabotajes, recopilar armas, dinero y medicinas, etc., y llamar la atención a la
sociedad cubana y a la internacional, de que existían descontentos y luchas por
cambiar determinada situación.
De
ellos, el más grande, el más importante, el más increíblemente desconocido en el
momento en que vivió y luchó, y para orgullo, sobre todo, de los santiagueros, fue
Frank País García, al que no dedicaré este escrito, pero si diré, primero que
durante muchos años y todavía hoy admiro, al nacer yo en una familia
santiaguera, Frank era nuestro real líder. Segundo, si revisamos los hechos, no
existió tanta solidez, tanta madurez, tanto deseo y sobre todo tanta discreción
para hacer revolución, como la de Frank. Dicen las personas que vivieron todos
aquellos años y que lo conocieron, entre los que incluyo a mis familiares directos,
que, a pesar de su gran liderazgo y la importancia que tuvo para lo que pasaba
en la Sierra Maestra, Frank País, era entre todas las cosas que fue, el mejor
ejemplo de clandestinidad.
El
propio Fidel Castro, digo yo, temeroso por la importancia de Frank, temeroso de
que era ese muy joven santiaguero, el que movía el movimiento revolucionario en
Oriente, no pudo dejar de reconocer su importancia, cuando en 1957, a raíz del
asesinato en el Callejón del Muro en Santiago de Cuba dijo: “¡Qué monstruos! No saben la inteligencia, el carácter,
la integridad, que han asesinado. No sospecha siquiera el pueblo de Cuba quién
era Frank País; lo que había en él de grande y prometedor. (…) Frank País, el
más valioso, el más útil, el más extraordinario de nuestros combatientes”.
Frank pasaba desconocido para la mayor parte de la agresiva policía batistiana.
Sabían de su existencia, pero no lo conocían personalmente, se les escapaba y
era difícil de localizar. Su muerte, fue debida a un chivatazo de un excompañero
de estudio que colaboraba con la policía batistiana y según ahora se plantea, una
posible conspiración del alto mando del movimiento 26 de Julio que incluye a
Vilma Espín, sino conspiración, errores inaceptables.
Más allá de los que roban todos los días en Cuba y andan corriendo constantemente
por la izquierda, clandestinos han sido muchos cubanos durante estos últimos 60
años, quienes, tratando de defender al menos una idea, han actuado ocultos,
discretamente, formulando incluso una doble vida. Existe una frase más que
repetida en la Cuba de hoy, con sus diferentes interpretaciones y adaptaciones, en dependencia del que la ha
usado, aquella sacada de una carta que el Apóstol José Martí, escribió con su
forma complicada de escribir, a su amigo Manuel Mercado desde el campamento
mambí de Dos Ríos en mayo de 1895, el día antes de su muerte, donde le dice: “En silencio ha tenido que ser, y como
indirectamente, porque hay cosas que para logradas han de andar ocultas, y de
proclamarse en lo que son, levantarían dificultades demasiado recias para
alcanzar sobre ellas el fin”.
En silencio ha tenido que ser, fue una estrategia de los revolucionarios
para llegar al poder, que hoy no quieren que se utilice contra ellos, porque
evidentemente, los que pusieron carteles, los que secuestraron, los que pusieron
bombas, los que quemaron campos de caña o dejaron a pueblos enteros sin
electricidad producto de los sabotajes a las líneas eléctricas, saben lo que
poco a poco crean esas acciones. Antes, eran acciones revolucionarias, entendibles
y justificadas, ahora las mismas acciones, son sancionadas por terrorismo y contra
revolución.
El año 2020 ha comenzado caliente, al menos un poquito. Aparecen en Cuba
bustos de Martí, de esos que existen por miles, embarrados de rojo con alguna
pintura o pigmento que imita la sangre, cuyo autor o autores se hacen llamar “Clandestinos”
y entonces, no sé dentro del país, porque la información sobre esto es
limitada, pero en el exterior dichos actos han servido para dividir, a veces
furiosamente, una vez más, a la comunidad ya fraccionada de cubanos. Como
siempre, unos a favor, apoyando al menos espiritualmente las acciones, reconociéndolas
como acciones lícitas para demostrar el descontento y otros, ofendidos,
criticando y poniéndose absolutamente en contra de lo de derramar pintura roja
sobre los bustos del Apóstol.
Entonces, la primera pregunta es: ¿Estás de acuerdo o no con lo que
Clandestinos ha hecho y a lo mejor continúan haciendo con los símbolos que la revolución
ha utilizado a su favor durante estas últimas 6 décadas? Puede ser difícil de
definir para una respuesta u otra así de pronto, porque lo primero que tendríamos
que vencer, sería probablemente, nuestra propia confusión.
Primero sería bueno recordar que los símbolos patrios cubanos son: la bandera
cubana, esa de las franjas azules y blancas y el triángulo rojo con una sola
estrella, utilizada por primera vez en 1850 y reconocida luego en 1969 como
bandera oficial de la Cuba que luchaba por la independencia; el escudo nacional
cubano, también llamado Escudo de la Palma Real, creado en 1849 y el himno nacional,
también nombrado Himno de Bayamo, interpretado por primera vez en junio de 1868.
Luego, existen otros símbolos de conveniencia o acuerdo popular digamos, para
el caso cubano, la bandera que identificada como de la Demajagua o de Carlos M.
de Céspedes, fue utilizada como símbolo propio del alzamiento y comienzo de nuestra
primera guerra por la independencia en 1868 y la bandera del Movimiento 26 de
Julio, la roja y negra con las siglas M-26-7, ideada por Frank País en 1956,
como apoyo a la expedición del yate “Granma” que traería a Fidel de regreso a
Cuba.
Luego es bueno recordar que incluso estos símbolos, creados por el
hombre bajo determinadas circunstancias, que identifican a una nación determinada
y que deberían ser de respeto de todos, pueden ser cambiados. No son algo
inamovible, ni eternos, no tienen por qué ser para toda la vida, perfectamente,
previo acuerdo de todos los interesados, cada uno de esos símbolos, bandera,
escudo, etc., pueden ser reinterpretados y cambiados, tal como se crearon.
Martí, con todo el respeto que merece hacia todo lo que escribió e hizo,
si es cierto que puede ser una de las figuras más importante de nuestra historia
patria, también es cierto que no fue el primero, ni el único que luchó por
liberar a Cuba del dominio español. Martí fue un hombre, que, como todos los
mortales, acertó y se equivocó, estuvo bien y mal. Es cierto que forma parte de
nuestra historia, pero no es la historia. Martí, el que todos suponemos que
hubiera actuado bien de no haber muerto, sólo dejó miles de páginas, cartas,
recados, papelitos escritos, con las valoraciones e ideas que él proponía hacer,
luego de lograr una Cuba libre, pero si somos sinceros, no fue el único
pensador, ni el primer pensador que tuvimos, leer al Padre Félix Varela, el cubano
ilustre que “nos enseñó a pensar” mucho antes incluso de que Martí naciera.
¿Qué nos pasa entonces a una gran parte de los cubanos? Bueno, creo yo, hemos
estado o estamos confundidos. La revolución cubana, por no hablar de otros países,
se ha apropiado de cuanta imagen ha tenido a mano para manejar y permanecer en el
poder. Desde la propia denominación de Martí como autor intelectual del asalto
al cuartel Moncada en 1953, aprovechando el respeto y amor que los cubanos
sentían por el Apóstol, pasando luego por el Guerrillero Heroico, Che, y el
Señor de la Vanguardia, Camilo, hasta el mismísimo invencible e invicto, Fidel,
han sido elevado a símbolos patrios. Decir que Martí no sabía montar a caballo
es ser anticubano, decir que el Che era autoritario, que no está claro cómo desapareció
Camilo en el mar y peor, que Fidel se equivocó cuando dijo que el cielo es de
color rosado, es considerado una agresión contra el Estado Cubano y, por tanto,
considerado y sancionado como un contrarrevolucionario. Hemos crecido
confundidos porque la revolución y luego el gobierno cubano se ha apropiado de
todo lo que le ha convenido, por lo que Martí no es cubano, sino que Martí es
del gobierno cubano y esto es totalmente diferente. Fidel no era el presidente,
Fidel adquirió categoría de Dios, por tanto, se volvió intocable, incuestionable,
invaluable y sólo se podía mencionar si era para alabarlo. El Che, otro dios,
se convirtió en leyenda de la conveniencia más allá de las fronteras cubanas y
Camilo, a pesar de que el Titanic apareció, se perdió en el mar, así como así, lo
que hace que todos echemos flores incluso dentro de una palangana con agua para
que le llegue nuestro reconocimiento.
La ideología comunista confunde. La bandera no es de los cubanos, por lo
que usar con fines no revolucionarios un pullover con el símbolo, es prohibido.
Todavía hoy, he escuchado decir, que la silla del comandante está vacía en
aquellas reuniones de gobierno, como símbolo del que debe estar, aunque no está,
cosa que parece no sólo loca, sino morbosa. Decir que tu vecino, ministro de
gobierno, es un corrupto y que el hijo de uno de los generales consume mariguana
y trafica con equipos de música, es un acto sancionable con privación de
libertad, porque todos los gobernantes adquieren categoría de símbolos patrios
intocables, hasta que otros gobernantes, casi siempre los mismos, los quitan y
entonces nos los venden como traidores.
Yo, ahora me doy cuenta de que, quizás equivocadamente, hice tanto
rechazo al tema que ni el himno, ni la bandera, ni los cánticos apologéticos,
ni las llamadas conquistas e incluso ni la música y el deporte me parecían
buenos. Llegué a estar en contra de cada deportista cubano y sus victorias,
porque sencillamente, eran utilizadas excesivamente como triunfos de la
revolución. Los deportistas cubanos, casi todos, olvidaban dedicar las medallas
a sus entrenadores, a sus madres y esposas, pero jamás dejaban de agradecer el
Comandante en Jefe y ponerle las medallas en el cuello, los músicos cantaban
aquello de “un Fidel que vibra en la montaña, un rubí, cinco franjas y una estrella”.
Cada programa de la televisión tenía el mismo objetivo, no importa si se habla
de comida, de historia, de salvar a los paramecios, todos empezaban y
terminaban igual, la revolución vencedora.
Entonces, hago la misma pregunta: ¿Estás de acuerdo o no con lo que
Clandestinos ha hecho y a lo mejor continúan haciendo con los símbolos que la
Revolución ha utilizado a su favor durante estas últimas 6 décadas? Bueno,
cualquier definición puede ser complicada, quizás sea muy rápido para definir,
pero también la vida es corta y no se puede dar el lujo uno de pasarse la vida
estudiando para tomar una determinada posición.
Yo sí. La idea de Clandestinos me parece valiente, coherente, y que,
como toda idea clandestina contra una realidad, está tratando de llamar la atención
sobre una inconformidad latente dentro de Cuba. Clandestinos, en otros momentos
los fundadores de grupos o partidos disidentes, los que fabricaron balsas en
los patios de las casas, los que tiraron botellas aprovechando y para criticar
los apagones, aquellos que conspiraron en secreto en pequeños grupos de amigos
y familiares, son cubanos dentro de Cuba que están haciendo algo.
Clandestinos no fue a sacar los restos de Martí del Cementerio Santa
Efigenia donde descansan, no masacraron su tumba. Ellos, a mi parecer jóvenes inteligentes
y capacitados, por las imágenes que han seleccionado para identificarse, imágenes
de la propia película cubana Clandestinos y de la serie española La Casa de
Papel, son muy valientes al tratar, no de ganarse una VISA para viajar
rápidamente a Estados Unidos como asilados políticos, sino al crear acciones
que puedan desencadenar movimientos, que todos sabemos que los pueden llevar a
podrirse en las cárceles del gobierno, acusados no de opositores, sino de
cometer “actos vandálicos contra las propiedades del estado”.
Ahora, trato de ser coherente conmigo mismo, aunque sea difícil de
lograr y me obligo a decir que hace meses, el día 26 de mayo de 2019, escribí aquí
mismo en mi blog un artículo titulado “El Che de los gay y Mariela Castro”,
donde hablé sobre un tal Víctor Hugo Robles, chileno, autonombrado el Che de
los gay, amigo personal de Mariela, nada más y nada menos que hija de Raúl
Castro, quien me parece, primero que todo un payaso. Ser homosexual no tiene
ningún problema hoy, ser un payaso, loco, demagogo y oportunista, sí.
Sobre el señor Roble escribí en aquel momento y repito ahora
textualmente: “Para colmo y no contento, el Che de los
gay, además, se ha parado y le ha envuelto en el cuello una bandera gay a un
busto de José Martí y le ha pintado los labios de rojo, cometiendo, una de las
mayores ofensas, nada más y nada menos que a la figura más grande que ha dado
la historia de Cuba y que como sabemos, nada tiene que ver con el descalabro de
estos últimos 60 años” y en ese mismo artículo comparé esto con aquel hecho de
los marines norteamericanos que, borrachos, se subieron sobre la escultura de José
Martí en el Parque Central en 1949 y la orinaron, a lo mejor sin estar muy
claros de cuál era el significado de esa imagen de mármol para los cubanos, sin
embargo, ahora me declaro a favor de Clandestinos.
No soy homosexual y aunque estoy a favor
de que existan y puedan existir bien, esa realidad no me afecta mucho, la
acción del señor Roble, el mismo que posa con las fotos del Che muerto y la de
los “amigos” borrachos marines que orinaron sobre la estatua de Martí, me
parecen diferente a las acciones de Clandestinos, quizás, siendo sincero, apoyo
a estos últimos por conveniencia ideológica, que como todos sabemos, existe.
Clandestinos son cubanos y están dentro de
Cuba, para mí no se están burlando de Martí, sino precisamente han escogido a
una figura, sus esculturas o bustos de yeso, para llamar la atención.
Clandestinos están utilizando la figura de Martí, uno de los mejores cubanos, para
decir que están en desacuerdo con el gobierno, a sabiendas que precisamente
Martí ha sido la figura más utilizada por el gobierno para permanecer en el poder
durante estos 60 años. Martí, quien aparece como propiedad del gobierno, ha
sido utilizado hasta la saciedad para el comunismo, el mismo Martí que fue patriota,
demócrata, pero jamás comunista, Martí que habló y luchó para lograr la
independencia de los cubanos, pero de todos los cubanos. Martí que era, al
menos teóricamente, partidario de unir y no de excluir, de reconocer y no de
discriminar, menos de reprimir. Martí que ha soportado que se saquen de contextos
sus ideas y que se adapten para respaldar cualquier locura. El mismo Martí que
podría preguntarse, qué tuve que ver con que me hayan nombrado autor
intelectual de algo, que después cambió y desvirtuó mi propia guía intelectual
en interés de unos cuantos.
Tal como dice Roberto J. Quiñones Haces,
abogado y escritor cubano, expreso y prohibido de ejercer en Cuba, “En cuanto a que el pueblo cubano desconozca la vida y
la obra de Martí, es absoluta responsabilidad del castrismo. No sólo porque
continúa enseñando de forma manipuladora nuestra historia y la de nuestros
principales héroes -sin reflejar jamás sus debilidades y momentos oscuros-,
sino porque, en el caso específico del Apóstol, distorsiona su pensamiento
hasta el absurdo de hacerlo coincidir con el ideario comunista, lo cual creen a
pies juntillas muchísimos ignorantes. Hacerlo de forma objetiva develaría la
incongruencia del ideario martiano con la praxis comunista, pues no puede
coincidir un pensamiento libertario, democrático y pluripartidista con otro
raigalmente discriminatorio, excluyente y dictatorial. Los libros de José Martí
deberían estar a la venta en todas las librerías del país y a precios módicos,
pero no es así”.
Para
mí es cierto, el exceso de ideología ha creado un desinterés ideológico. El exceso
del uso de determinadas figuras de nuestra historia a conveniencia ha creado un
desinterés por esas figuras y es más por nuestra verdadera historia. El exceso
de la lucha contra el capitalismo paradójicamente ha creado un enorme interés
por vivir en él. Por último, el exceso de revolución comunista ha terminado
creando un rechazo a todo lo que eso palabra significa, sin distinguir incluso
lo de noble que, al menos teóricamente, puede tener.
Los cubanos somos martianos, en la misma
medida que hemos sido comunistas, o sea, más o menos. En realidad, cuántos de
nosotros se lee a Martí a profundidad, tal como leemos cualquier novela o vemos
una serie de turno. Los cubanos somos martianos porque nos hemos visto a
repetir que somos martianos, pero en realidad desconocemos a profundidad su
ideario, porque para muchos el ser martiano era estar a favor de la revolución
del 59 y de sus líderes. Somos martianos, pero pocos hemos protestado por el
abuso de las ideas de Martí para justificar ideas absurdas y caprichosas. Somos
martianos como somos paleros, santeros, y estando a favor del llamado socialismo
cubano nos gustan las películas, las hamburguesas y los refrescos
norteamericanos y estamos loco por viajar al capitalismo. Somos martianos en España,
Paris, Miami, Lincoln, etc. Somos martianos, así, sin conocer a Martí, más allá
de los pedazos de poemas y canciones, que muchas veces como esnobismo los
intelectuales cubanos mencionan y las pocas fotos y bustos de yesos que existen.
Somos martianos, pero a nivel de pueblo confiamos en que el tipo se encañaba
con ginebra, se quimbó a la “niña” de Guatemala y se subió a un caballo blanco
vestido de negro para suicidarse, sin conocer la verdad y los motivos. Somos
martianos y nos acordamos de Martí, como decía mi abuela que nos acordábamos de
Santa Bárbara cuando está tronando.
Somos martianos, pero jamás he visto a
nadie con fuerza cuestionar la cantidad enorme de parques y bustos que existen rotos,
despintados, olvidados y peor, destruidos dentro de basureros, acompañando como
buen patriota, a la basura que nos está comiendo todos los días en Cuba. Lo que,
si sabemos hacer, ahora con Martí, mañana con cualquier otra cosa es criticar,
ponernos en contra, sancionar, a aquellos que están haciendo algo que nosotros
no haríamos o con lo que no estamos de acuerdo que se haga. Somos capaces no
sólo de criticar, sino de sancionar desde ya, cualquier acción que rompa el
esquema del esquema que tenemos hecho. Defendemos a Martí, al que erróneamente llamamos
patria, dejando que la patria siga bajo el dominio de aquellos que usan descaradamente
a Martí.
A lo mejor mañana Clandestinos se convierte en un grupo terrorista que
envenena el agua de los círculos infantiles o ponen una bomba en un bar o cine,
entonces en ese momento serán otros mis análisis. Clandestinos hasta hoy no es
un grupo contra Cuba o los cubanos, a mí me parece todo lo contrario. Sus acciones
van dirigidas en una sola dirección y además de valientes y meritorias, me
parecen necesarias.
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