lunes, 6 de enero de 2020

Clandestinos.

La propia definición de esta palabra aclara que es algo o alguien que existe de forma oculta o secreta para burlar la ley.

En todas las etapas de la vida del hombre, hasta donde yo sé, han existido personas o grupos de personas, que han actuado de forma clandestina. Para no ser reconocidos, apresados o desaparecidos, han vivido o luchado, sin identificarse, contra una situación específica determinada. Los más famosos de las leyendas fueron “El Zorro”, “Robín Hood” y “El Tulipán Negro”, todos héroes, luchadores del bien contra el mal, quienes operaron desde la clandestinidad, con máscaras, disfraces, cambio de identidades, etc.

Es típica esta posición clandestina, en aquellos procesos históricos, etapas o gobiernos, donde las personas tienen miedo a aparecer públicamente y tratan de llamar la atención, apoyar un movimiento o una idea, desde la máxima discreción, desde el más discreto anonimato.

Por hablar de Cuba, pensemos que, durante toda la etapa de lucha contra la dictadura de Batista, existieron grupos de cubanos, sobre todo jóvenes, pero no sólo ellos, sino hombres y mujeres de todas edades, de todos los sectores sociales que, de forma clandestina, apoyaron y no poco, a los revolucionarios que de forma pública luchaban, sobre todo, en escenarios de combates armados. Los revolucionarios cubanos por aquellos años llegaron a crear su propio grupo de Acción y Sabotaje, estructura definida para secuestrar, poner bombas, hacer sabotajes, recopilar armas, dinero y medicinas, etc., y llamar la atención a la sociedad cubana y a la internacional, de que existían descontentos y luchas por cambiar determinada situación.

De ellos, el más grande, el más importante, el más increíblemente desconocido en el momento en que vivió y luchó, y para orgullo, sobre todo, de los santiagueros, fue Frank País García, al que no dedicaré este escrito, pero si diré, primero que durante muchos años y todavía hoy admiro, al nacer yo en una familia santiaguera, Frank era nuestro real líder. Segundo, si revisamos los hechos, no existió tanta solidez, tanta madurez, tanto deseo y sobre todo tanta discreción para hacer revolución, como la de Frank. Dicen las personas que vivieron todos aquellos años y que lo conocieron, entre los que incluyo a mis familiares directos, que, a pesar de su gran liderazgo y la importancia que tuvo para lo que pasaba en la Sierra Maestra, Frank País, era entre todas las cosas que fue, el mejor ejemplo de clandestinidad.

El propio Fidel Castro, digo yo, temeroso por la importancia de Frank, temeroso de que era ese muy joven santiaguero, el que movía el movimiento revolucionario en Oriente, no pudo dejar de reconocer su importancia, cuando en 1957, a raíz del asesinato en el Callejón del Muro en Santiago de Cuba dijo: “¡Qué monstruos! No saben la inteligencia, el carácter, la integridad, que han asesinado. No sospecha siquiera el pueblo de Cuba quién era Frank País; lo que había en él de grande y prometedor. (…) Frank País, el más valioso, el más útil, el más extraordinario de nuestros combatientes”.

Frank pasaba desconocido para la mayor parte de la agresiva policía batistiana. Sabían de su existencia, pero no lo conocían personalmente, se les escapaba y era difícil de localizar. Su muerte, fue debida a un chivatazo de un excompañero de estudio que colaboraba con la policía batistiana y según ahora se plantea, una posible conspiración del alto mando del movimiento 26 de Julio que incluye a Vilma Espín, sino conspiración, errores inaceptables.

Más allá de los que roban todos los días en Cuba y andan corriendo constantemente por la izquierda, clandestinos han sido muchos cubanos durante estos últimos 60 años, quienes, tratando de defender al menos una idea, han actuado ocultos, discretamente, formulando incluso una doble vida. Existe una frase más que repetida en la Cuba de hoy, con sus diferentes interpretaciones  y adaptaciones, en dependencia del que la ha usado, aquella sacada de una carta que el Apóstol José Martí, escribió con su forma complicada de escribir, a su amigo Manuel Mercado desde el campamento mambí de Dos Ríos en mayo de 1895, el día antes de su muerte, donde le dice:  En silencio ha tenido que ser, y como indirectamente, porque hay cosas que para logradas han de andar ocultas, y de proclamarse en lo que son, levantarían dificultades demasiado recias para alcanzar sobre ellas el fin”.

En silencio ha tenido que ser, fue una estrategia de los revolucionarios para llegar al poder, que hoy no quieren que se utilice contra ellos, porque evidentemente, los que pusieron carteles, los que secuestraron, los que pusieron bombas, los que quemaron campos de caña o dejaron a pueblos enteros sin electricidad producto de los sabotajes a las líneas eléctricas, saben lo que poco a poco crean esas acciones. Antes, eran acciones revolucionarias, entendibles y justificadas, ahora las mismas acciones, son sancionadas por terrorismo y contra revolución.

El año 2020 ha comenzado caliente, al menos un poquito. Aparecen en Cuba bustos de Martí, de esos que existen por miles, embarrados de rojo con alguna pintura o pigmento que imita la sangre, cuyo autor o autores se hacen llamar “Clandestinos” y entonces, no sé dentro del país, porque la información sobre esto es limitada, pero en el exterior dichos actos han servido para dividir, a veces furiosamente, una vez más, a la comunidad ya fraccionada de cubanos. Como siempre, unos a favor, apoyando al menos espiritualmente las acciones, reconociéndolas como acciones lícitas para demostrar el descontento y otros, ofendidos, criticando y poniéndose absolutamente en contra de lo de derramar pintura roja sobre los bustos del Apóstol.

Entonces, la primera pregunta es: ¿Estás de acuerdo o no con lo que Clandestinos ha hecho y a lo mejor continúan haciendo con los símbolos que la revolución ha utilizado a su favor durante estas últimas 6 décadas? Puede ser difícil de definir para una respuesta u otra así de pronto, porque lo primero que tendríamos que vencer, sería probablemente, nuestra propia confusión.

Primero sería bueno recordar que los símbolos patrios cubanos son: la bandera cubana, esa de las franjas azules y blancas y el triángulo rojo con una sola estrella, utilizada por primera vez en 1850 y reconocida luego en 1969 como bandera oficial de la Cuba que luchaba por la independencia; el escudo nacional cubano, también llamado Escudo de la Palma Real, creado en 1849 y el himno nacional, también nombrado Himno de Bayamo, interpretado por primera vez en junio de 1868. Luego, existen otros símbolos de conveniencia o acuerdo popular digamos, para el caso cubano, la bandera que identificada como de la Demajagua o de Carlos M. de Céspedes, fue utilizada como símbolo propio del alzamiento y comienzo de nuestra primera guerra por la independencia en 1868 y la bandera del Movimiento 26 de Julio, la roja y negra con las siglas M-26-7, ideada por Frank País en 1956, como apoyo a la expedición del yate “Granma” que traería a Fidel de regreso a Cuba.

Luego es bueno recordar que incluso estos símbolos, creados por el hombre bajo determinadas circunstancias, que identifican a una nación determinada y que deberían ser de respeto de todos, pueden ser cambiados. No son algo inamovible, ni eternos, no tienen por qué ser para toda la vida, perfectamente, previo acuerdo de todos los interesados, cada uno de esos símbolos, bandera, escudo, etc., pueden ser reinterpretados y cambiados, tal como se crearon.

Martí, con todo el respeto que merece hacia todo lo que escribió e hizo, si es cierto que puede ser una de las figuras más importante de nuestra historia patria, también es cierto que no fue el primero, ni el único que luchó por liberar a Cuba del dominio español. Martí fue un hombre, que, como todos los mortales, acertó y se equivocó, estuvo bien y mal. Es cierto que forma parte de nuestra historia, pero no es la historia. Martí, el que todos suponemos que hubiera actuado bien de no haber muerto, sólo dejó miles de páginas, cartas, recados, papelitos escritos, con las valoraciones e ideas que él proponía hacer, luego de lograr una Cuba libre, pero si somos sinceros, no fue el único pensador, ni el primer pensador que tuvimos, leer al Padre Félix Varela, el cubano ilustre que “nos enseñó a pensar” mucho antes incluso de que Martí naciera.

¿Qué nos pasa entonces a una gran parte de los cubanos? Bueno, creo yo, hemos estado o estamos confundidos. La revolución cubana, por no hablar de otros países, se ha apropiado de cuanta imagen ha tenido a mano para manejar y permanecer en el poder. Desde la propia denominación de Martí como autor intelectual del asalto al cuartel Moncada en 1953, aprovechando el respeto y amor que los cubanos sentían por el Apóstol, pasando luego por el Guerrillero Heroico, Che, y el Señor de la Vanguardia, Camilo, hasta el mismísimo invencible e invicto, Fidel, han sido elevado a símbolos patrios. Decir que Martí no sabía montar a caballo es ser anticubano, decir que el Che era autoritario, que no está claro cómo desapareció Camilo en el mar y peor, que Fidel se equivocó cuando dijo que el cielo es de color rosado, es considerado una agresión contra el Estado Cubano y, por tanto, considerado y sancionado como un contrarrevolucionario. Hemos crecido confundidos porque la revolución y luego el gobierno cubano se ha apropiado de todo lo que le ha convenido, por lo que Martí no es cubano, sino que Martí es del gobierno cubano y esto es totalmente diferente. Fidel no era el presidente, Fidel adquirió categoría de Dios, por tanto, se volvió intocable, incuestionable, invaluable y sólo se podía mencionar si era para alabarlo. El Che, otro dios, se convirtió en leyenda de la conveniencia más allá de las fronteras cubanas y Camilo, a pesar de que el Titanic apareció, se perdió en el mar, así como así, lo que hace que todos echemos flores incluso dentro de una palangana con agua para que le llegue nuestro reconocimiento.

La ideología comunista confunde. La bandera no es de los cubanos, por lo que usar con fines no revolucionarios un pullover con el símbolo, es prohibido. Todavía hoy, he escuchado decir, que la silla del comandante está vacía en aquellas reuniones de gobierno, como símbolo del que debe estar, aunque no está, cosa que parece no sólo loca, sino morbosa. Decir que tu vecino, ministro de gobierno, es un corrupto y que el hijo de uno de los generales consume mariguana y trafica con equipos de música, es un acto sancionable con privación de libertad, porque todos los gobernantes adquieren categoría de símbolos patrios intocables, hasta que otros gobernantes, casi siempre los mismos, los quitan y entonces nos los venden como traidores.

Yo, ahora me doy cuenta de que, quizás equivocadamente, hice tanto rechazo al tema que ni el himno, ni la bandera, ni los cánticos apologéticos, ni las llamadas conquistas e incluso ni la música y el deporte me parecían buenos. Llegué a estar en contra de cada deportista cubano y sus victorias, porque sencillamente, eran utilizadas excesivamente como triunfos de la revolución. Los deportistas cubanos, casi todos, olvidaban dedicar las medallas a sus entrenadores, a sus madres y esposas, pero jamás dejaban de agradecer el Comandante en Jefe y ponerle las medallas en el cuello, los músicos cantaban aquello de “un Fidel que vibra en la montaña, un rubí, cinco franjas y una estrella”. Cada programa de la televisión tenía el mismo objetivo, no importa si se habla de comida, de historia, de salvar a los paramecios, todos empezaban y terminaban igual, la revolución vencedora.

Entonces, hago la misma pregunta: ¿Estás de acuerdo o no con lo que Clandestinos ha hecho y a lo mejor continúan haciendo con los símbolos que la Revolución ha utilizado a su favor durante estas últimas 6 décadas? Bueno, cualquier definición puede ser complicada, quizás sea muy rápido para definir, pero también la vida es corta y no se puede dar el lujo uno de pasarse la vida estudiando para tomar una determinada posición.

Yo sí. La idea de Clandestinos me parece valiente, coherente, y que, como toda idea clandestina contra una realidad, está tratando de llamar la atención sobre una inconformidad latente dentro de Cuba. Clandestinos, en otros momentos los fundadores de grupos o partidos disidentes, los que fabricaron balsas en los patios de las casas, los que tiraron botellas aprovechando y para criticar los apagones, aquellos que conspiraron en secreto en pequeños grupos de amigos y familiares, son cubanos dentro de Cuba que están haciendo algo.

Clandestinos no fue a sacar los restos de Martí del Cementerio Santa Efigenia donde descansan, no masacraron su tumba. Ellos, a mi parecer jóvenes inteligentes y capacitados, por las imágenes que han seleccionado para identificarse, imágenes de la propia película cubana Clandestinos y de la serie española La Casa de Papel, son muy valientes al tratar, no de ganarse una VISA para viajar rápidamente a Estados Unidos como asilados políticos, sino al crear acciones que puedan desencadenar movimientos, que todos sabemos que los pueden llevar a podrirse en las cárceles del gobierno, acusados no de opositores, sino de cometer “actos vandálicos contra las propiedades del estado”.

Ahora, trato de ser coherente conmigo mismo, aunque sea difícil de lograr y me obligo a decir que hace meses, el día 26 de mayo de 2019, escribí aquí mismo en mi blog un artículo titulado “El Che de los gay y Mariela Castro”, donde hablé sobre un tal Víctor Hugo Robles, chileno, autonombrado el Che de los gay, amigo personal de Mariela, nada más y nada menos que hija de Raúl Castro, quien me parece, primero que todo un payaso. Ser homosexual no tiene ningún problema hoy, ser un payaso, loco, demagogo y oportunista, sí.

Sobre el señor Roble escribí en aquel momento y repito ahora textualmente: “Para colmo y no contento, el Che de los gay, además, se ha parado y le ha envuelto en el cuello una bandera gay a un busto de José Martí y le ha pintado los labios de rojo, cometiendo, una de las mayores ofensas, nada más y nada menos que a la figura más grande que ha dado la historia de Cuba y que como sabemos, nada tiene que ver con el descalabro de estos últimos 60 años” y en ese mismo artículo comparé esto con aquel hecho de los marines norteamericanos que, borrachos, se subieron sobre la escultura de José Martí en el Parque Central en 1949 y la orinaron, a lo mejor sin estar muy claros de cuál era el significado de esa imagen de mármol para los cubanos, sin embargo, ahora me declaro a favor de Clandestinos.

No soy homosexual y aunque estoy a favor de que existan y puedan existir bien, esa realidad no me afecta mucho, la acción del señor Roble, el mismo que posa con las fotos del Che muerto y la de los “amigos” borrachos marines que orinaron sobre la estatua de Martí, me parecen diferente a las acciones de Clandestinos, quizás, siendo sincero, apoyo a estos últimos por conveniencia ideológica, que como todos sabemos, existe.

Clandestinos son cubanos y están dentro de Cuba, para mí no se están burlando de Martí, sino precisamente han escogido a una figura, sus esculturas o bustos de yeso, para llamar la atención. Clandestinos están utilizando la figura de Martí, uno de los mejores cubanos, para decir que están en desacuerdo con el gobierno, a sabiendas que precisamente Martí ha sido la figura más utilizada por el gobierno para permanecer en el poder durante estos 60 años. Martí, quien aparece como propiedad del gobierno, ha sido utilizado hasta la saciedad para el comunismo, el mismo Martí que fue patriota, demócrata, pero jamás comunista, Martí que habló y luchó para lograr la independencia de los cubanos, pero de todos los cubanos. Martí que era, al menos teóricamente, partidario de unir y no de excluir, de reconocer y no de discriminar, menos de reprimir. Martí que ha soportado que se saquen de contextos sus ideas y que se adapten para respaldar cualquier locura. El mismo Martí que podría preguntarse, qué tuve que ver con que me hayan nombrado autor intelectual de algo, que después cambió y desvirtuó mi propia guía intelectual en interés de unos cuantos.

Tal como dice Roberto J. Quiñones Haces, abogado y escritor cubano, expreso y prohibido de ejercer en Cuba, “En cuanto a que el pueblo cubano desconozca la vida y la obra de Martí, es absoluta responsabilidad del castrismo. No sólo porque continúa enseñando de forma manipuladora nuestra historia y la de nuestros principales héroes -sin reflejar jamás sus debilidades y momentos oscuros-, sino porque, en el caso específico del Apóstol, distorsiona su pensamiento hasta el absurdo de hacerlo coincidir con el ideario comunista, lo cual creen a pies juntillas muchísimos ignorantes. Hacerlo de forma objetiva develaría la incongruencia del ideario martiano con la praxis comunista, pues no puede coincidir un pensamiento libertario, democrático y pluripartidista con otro raigalmente discriminatorio, excluyente y dictatorial. Los libros de José Martí deberían estar a la venta en todas las librerías del país y a precios módicos, pero no es así”.

Para mí es cierto, el exceso de ideología ha creado un desinterés ideológico. El exceso del uso de determinadas figuras de nuestra historia a conveniencia ha creado un desinterés por esas figuras y es más por nuestra verdadera historia. El exceso de la lucha contra el capitalismo paradójicamente ha creado un enorme interés por vivir en él. Por último, el exceso de revolución comunista ha terminado creando un rechazo a todo lo que eso palabra significa, sin distinguir incluso lo de noble que, al menos teóricamente, puede tener.

Los cubanos somos martianos, en la misma medida que hemos sido comunistas, o sea, más o menos. En realidad, cuántos de nosotros se lee a Martí a profundidad, tal como leemos cualquier novela o vemos una serie de turno. Los cubanos somos martianos porque nos hemos visto a repetir que somos martianos, pero en realidad desconocemos a profundidad su ideario, porque para muchos el ser martiano era estar a favor de la revolución del 59 y de sus líderes. Somos martianos, pero pocos hemos protestado por el abuso de las ideas de Martí para justificar ideas absurdas y caprichosas. Somos martianos como somos paleros, santeros, y estando a favor del llamado socialismo cubano nos gustan las películas, las hamburguesas y los refrescos norteamericanos y estamos loco por viajar al capitalismo. Somos martianos en España, Paris, Miami, Lincoln, etc. Somos martianos, así, sin conocer a Martí, más allá de los pedazos de poemas y canciones, que muchas veces como esnobismo los intelectuales cubanos mencionan y las pocas fotos y bustos de yesos que existen. Somos martianos, pero a nivel de pueblo confiamos en que el tipo se encañaba con ginebra, se quimbó a la “niña” de Guatemala y se subió a un caballo blanco vestido de negro para suicidarse, sin conocer la verdad y los motivos. Somos martianos y nos acordamos de Martí, como decía mi abuela que nos acordábamos de Santa Bárbara cuando está tronando.

Somos martianos, pero jamás he visto a nadie con fuerza cuestionar la cantidad enorme de parques y bustos que existen rotos, despintados, olvidados y peor, destruidos dentro de basureros, acompañando como buen patriota, a la basura que nos está comiendo todos los días en Cuba. Lo que, si sabemos hacer, ahora con Martí, mañana con cualquier otra cosa es criticar, ponernos en contra, sancionar, a aquellos que están haciendo algo que nosotros no haríamos o con lo que no estamos de acuerdo que se haga. Somos capaces no sólo de criticar, sino de sancionar desde ya, cualquier acción que rompa el esquema del esquema que tenemos hecho. Defendemos a Martí, al que erróneamente llamamos patria, dejando que la patria siga bajo el dominio de aquellos que usan descaradamente a Martí.


A lo mejor mañana Clandestinos se convierte en un grupo terrorista que envenena el agua de los círculos infantiles o ponen una bomba en un bar o cine, entonces en ese momento serán otros mis análisis. Clandestinos hasta hoy no es un grupo contra Cuba o los cubanos, a mí me parece todo lo contrario. Sus acciones van dirigidas en una sola dirección y además de valientes y meritorias, me parecen necesarias.























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