Los que estaban en contra eran combatidos como
enemigos desinformados, que trataban sólo por las ideas sin muchos argumentos,
demostrar que todo aquello era una mentira y que se estaba caminando por un
camino incorrecto y peor, estéril.
Era fácil echar mano a aquello de problemas
ideológicos repitiendo consignas y palabras sacadas de discursos y, sobre todo,
cuando no encontraban argumentos para convencer, acusar a las personas de que
estaban planteando sus ideas “fuera del marco apropiado”. Ellos eran entonces,
además, los dueños hasta del propio “marco” y se negaban a valorar otras ideas
que no fueran las que se consideraban políticamente correctas. Las casas se
convirtieron en campos de batallas, donde te gustara o no, se aplicaba lo del
centralismo democrático y el poder del pueblo. Muchas veces, sabiendo que era
verdad lo que se les estaba planteando, inmediatamente acusaban al interlocutor
de estar influido, cuando menos, o pagado por el enemigo. Los comunistas no
suponen que el resto tenga sus propias ideas, siempre que estas estén en otra
dirección, son ideas pagadas. Fácil solución.
Ahora, muchísimos cubanos tienen un celular, el mayor
porciento jóvenes, y otros muchos tienen acceso a internet fuera de los
controles de un centro laboral, entre otras cosas, porque el gobierno, más allá
de querer demostrar modernidad de su población, cobra muy caro por los
servicios de telefonía. Entonces la idea de ingresar dinero, como la ley del bumerán,
les ha ido para arriba porque no pueden impedir que las personas graven y
difundan lo que quieran. Podrán poner presos a algunos, a otros los podrán
amenazar, pero jamás podrán impedir a un por ciento alto de la población que
haga lo que quiera con sus teléfonos. Los celulares han devenido en fuerzas
clandestinas de oposición, porque no pueden poner a un policía detrás de cada
ciudadano.
Ahora es más difícil decir o al menos creer, que se es
pagado por la CIA o que lo que se dice es un invento, porque existen las
imágenes, fotos y videos y la Agencia de Inteligencia no tiene presupuesto para
comprar todas y cada una de las almas de los cubanos. Las redes sociales, y
esto es bueno, han venido a brindar como contraparte, una información que no se
da por los medios oficiales, que como se sabe, son todos propiedad del gobierno
y de seguro han venido a abrirle las cabezas a algunos, lamentablemente para el
gobierno, sobre todo a los más jóvenes.
Pero como en Cuba se gobierna sin verdadera conexión y
cada medida o acción es más incoherente que la anterior, el presidente del
país, días antes de terminar el año 2019, definió y anunció para los cubanos
las prioridades de su gobierno para el 2020, ellas son: “la batalla ideológica,
la defensa del país; el ejercicio legislativo para apoyar la Constitución de la
República; y la batalla económica”, o sea, a pesar de la
intención de nombrarlas como algo novísimo, es la misma película de hace 61
años, creo incluso que en el mismo orden.
Al
decir del gobierno, estos son los cuatro temas que definen el próximo período, que
el propio gobierno trata de hacer ver como eterno, para ocultar la mentira y el
miedo que se tiene. Primero, siempre primero, la batalla ideológica y cuarto,
siempre cuarto, la batalla económica. Creo que siguen perdidos tratando de
convencer a no sé quién y no sé de qué con los mismos argumentos de hace muchos
años, aquellos que funcionaron en los 60, pero que hoy, luego de los fracasos,
tropiezos, descalabros, frustraciones, carencias, incapacidades, derrotas,
errores, extremas, medias y leves necesidades que existen acumuladas por
décadas, etc., muy pocas personas, de verdad, por convicción, creen y confían.
¿Qué
es defender la ideología?, ¿De qué ideología se habla?, ¿Cómo proponer que algo
tan confuso, tan contradictorio y con tantos de atrás p´lante y de adelante
p´atrás como la actuación del gobierno hoy, se pueda defender a nivel ideológico?
El
presidente, que a todas luces tiene pocas luces, no le queda más remedio que
retomar ideas de el “invicto” para definir su actuación en el futuro y entonces
repite: "En la nueva era que vivimos, el capitalismo no
sirve ni como instrumento. Es como un árbol con raíces podridas del que sólo
brotan las peores formas de individualismo, corrupción y desigualdad”.
Mientras Fidel estuvo vivo era fácil entender, porque él
mismo era todo, o sea, el primer secretario del PCC, el presidente del
gobierno, el presidente del Consejo de Ministro, el Comandante en Jefe, y
además el brujero mayor, el padre santo, el mejor arquitecto, el mejor químico,
el que más sabía de ganado y de boniatos, el padre de todos los niños, el novio
eterno de todas las solteronas, etc., etc., etc. Era incoherente, pero
entendible que cuando él pensaba y hablaba estuviera hablando como ideólogo y
administrador al mismo tiempo. Él, sólo él, tenía una idea y su misión era hacerla
cumplir, porque demás está decir que después que se abrigó con el poder, jamás volvió
a tirar un chícharo con las manos. Sus manos, sus uñas, eran más finas que las
de una mujer.
Pero ahora, existe una aparente división entre Partido-ideología
y Gobierno-presidente y su equipo, digo aparente, porque los cubanos sabemos
que es ficticia, Raúl, siguiendo los pasos de su hermanito, no ha soltado la
dirección del Partido Comunista y ese poder es lo que junto a los altos
militares decide todo en Cuba. Lo de presidente, vicepresidente, parlamento, etc.,
es una obra de teatro, cuyo guion debería ser enviado al grupo de teatro inglés
Monty Python, de seguro la sátira sería inolvidable.
Díaz
Canel, administrador, máximo exponente de lo que se conoce como poder
ejecutivo, que debería no dormir por la cantidad de problemas que tiene que
resolver, que no le alcanzaría una vida para hacer su trabajo y devolverle al
pueblo que dice representar, sólo algo tan sencillo y elemental como la
tranquilidad, se decide primero por resolver, mantener y garantizar el asunto
ideológico, poniéndolo, según sus propias palabras, como punto número uno de su
plataforma de trabajo.
Tantos
años hemos vivido los cubanos debajo del doble discurso, ese que dice hagan lo
que yo digo, pero no lo que yo hago, ese discurso que por un lado hablaba de
pueblo, democracia, igualdad, solidaridad y por otro, oculta la vida real, más
cerca de la burguesía criticada o de la nobleza monárquica o feudal, que ha
logrado confundirnos, no nos damos cuenta o en el mejor de los casos, las
dejamos de escuchar convencidos de que no podemos cambiarlas.
En
el 2020 Díaz Canel, como continuidad, se nombra como el principal defensor de
la ideología, imagino yo que la marxista, aunque estoy cada día más convencido
que de marxista tiene muy poco. Díaz Canel y sus antecesores, poseen su propia
ideología, su propia teoría, han y van construyendo con una palabrería cantinflesca
toda una tela de araña, que repite y repite sin contenido, que no se parece a
ninguna, cuyo único objetivo es mantenerse en el poder en defensa
verdaderamente de sus únicos y privados intereses.
No
existe ideología en Cuba, nunca existió seriamente mucho, el grupo de poder
hizo con ella lo que le dio la gana. Se acogió a la concepción marxista de la
historia y al predominio del partido comunista, como simple formula de sobrevivencia
y garantía de apoyo exterior, pero Fidel y los suyos siempre tuvieron, a nivel
de pensamiento, su propia traducción y a nivel de actuación ni eso, como
actuación hicieron con la ideología lo que les dio la gana.
Ahora,
en un país hecho a retazos, con más que evidentes contradicciones en las estrategias,
con un gobierno que está boqueando incapaz de resolver nada, que, aunque se
muestra fuerte y convencido, no duerme porque no sabe cómo se levantará al día
siguiente, existe menos que nunca. Todavía hablamos de ideología, pero en
realidad ni existe una, ni existe otra teoría, ni se puede apelar a ningún
estudio teórico serio. Ahora, la ideología es todo aquello que le permita al
mismo grupo de poder, permanecer.
Es
una gran contradicción o uno de los retazos, por un lado, el presidente retoma
las palabras de Fidel, definiendo que el capitalismo no sirve para nada, que es
un árbol podrido, mientras al mismo tiempo se exhibe frente a un pueblo
trabajador, sencillo, humilde, con miles de necesidades que lleva todos los
días en enormes mochilas, vistiendo, nada más y nada menos, que un Levi´s, uno
de los símbolos más sólidos de la economía norteamericana. En mi época de joven
tener un jean Levi´s era ser doblemente famoso. Famoso para los amigos que
añoraban; famoso para las autoridades políticas que lo repudiaban.
En
realidad, no es nada nuevo, siempre se ha hablado de ideología marxista y de
socialismo en Cuba como un intermediario entre el poder político y sus dirigidos,
pero en realidad los “jefes” siempre han disfrutado de las bondades del llamado
sistema podrido. Automóviles Mercedes Benz, relojes Rolex, zapatos de marcas
europeas, vestidos de alta costura, casas acondicionadas como las tienen los
ricos explotadores, yates de lujos, viajes y más viajes. Ahora, más que nunca,
porque la arrogancia y el poder vengativo de Fidel ya no existe, los hijos y
nietos del poder, se están repartiendo el país, restaurantes, bares, hoteles privados,
viajes y más viejas. Lujos y más lujos. Esto me recuerda a un director que tuve
en uno de mis trabajos en Cuba, el personaje en cuestión, que se paseaba diariamente
con un trajecito a nivel de uniforme, repetía orgulloso tocándose la tela, que
vestía de forma humilde y que sólo tenía dos trajes como aquellos, Siempre los
mismos trajecitos solo de dos colores diferentes, hasta que un día descubrí que
aquello a lo que llamaba “humilde”, en todos los botones tenía una marca, Dior,
que, traducida a dinero, no bajaba de 500 dólares por pantalón y chaqueta. ¿Humilde
o disfrazado?
Cuba
ha vivido de ese doble discurso, tanto, que nuestros padres lo llegaron a
justificar, tal como si para dirigir a un pueblo hiciera falta comer langostas.
Tanto nos acostúmbranos a ese doble discurso que para muchos es normal el viejo
refrán de hagan lo que yo digo, pero jamás cuestionen, critiquen, imiten, ni
aspiren a hacer lo que yo hago.
Díaz
Canel defiende la ideología. ¿Cuál? Aquella que llama podrido al árbol capitalista
o aquella que grita desesperadamente que se necesitan inversionistas extranjeros
que pongan en Cuba sus podridos dólares. ¿Cuál? Aquella que dice que estamos
ahora en el momento del esfuerzo decisivo número 15 467, que el pueblo necesitará
más ahorro, más restricciones voluntarias, menos vida y más muestra de alegría
o aquella que permite a su mujer hacer eventos de alta cocina cubana en hoteles
5 estrellas frente a un pueblo que no come o a sus hijos ser músicos y estar en
el éter de la cultura, en vez de irse a trabajar a una fábrica o al campo. ¿Cuál?
Aquella ideología que el presidente trata de explicar importando ideas
expresadas de forma cantinflesca, que ni el mismo podría repetir a los pocos
minutos o la que permite engordar y tomar vinos extranjeros en fiestas y
comidas entre familia y amigos cercanos. ¿Cuál? Aquella que repite lo que se
viene haciendo, sin muchos resultados estables y sostenidos durante estas últimas
décadas o aquella que le está pidiendo a los dirigidos que suministren ideas para
sobrevivir, como muestra de acercamiento, aceptación, pero sobre todo
incapacidad para generar ideas. Es como el padre que, tratando de ser bueno,
moderno y aceptado, le dice a su hijo de 3 años, dame ideas de cómo quererte, educarte
y mantenerte.
Veamos
uno de los últimos descalabros de los funcionarios del gobierno, nada nuevo pues
no hace más nada que imitar el nuevo estilo de los ideológicamente definidos
dirigentes cubanos, y por qué no acción, sino orientada, permitida como muestra
de alegría popular, pero que inevitablemente debe estar revolviendo a Fidel
dentro de su piedra. Todos conocemos que el amigo vivió bien, fue de todos los
ideólogos es más fuerte y mejor vividor, pero al igual que mi antiguo director,
fue mago en brindar una imagen de traje militar verde olivo y botas, tal como
si se mantuviera en campaña eterna. Tal parecía que Fidel llegaba a dormir
todos los días vestido de militar. Pocos sabían cómo vivía, el acceso a su vida
privada siempre fue considerado un secreto de estado. ¿Protección o
inteligencia cabrona?
Recientemente
Gerardo Hernández, uno de los cinco espías cubanos que trabajó dentro de los
Estados Unidos, que cumplió años de privación de libertad porque la red Avispa
a la que perteneció fue descubierta y que fue devuelto a Cuba sin terminar de
cumplir su condena, donde se considera héroe, gracias a los acuerdos entre
Obama y Raúl, publicó en una red social pública una foto exhibiendo una paella
que le regaló a su esposa por su cumple, con la siguiente dedicatoria, “Algo especial pa’
ella en su cumpleaños: ¡Paella! ¡Felicidades, amor! Y muchas gracias por todo
lo vivido”.
¿Paellaaaaaaaaaaaaaaaaa?
El “héroe” cubano, debería ser encarcelado nuevamente, ahora por las
autoridades cubanas. Ya saben 8 meses en Villa Marista, 10 años por enriquecimiento
ilícito. Si Jesús está por regresar a la Tierra a decir de una parte de los
religiosos que lo aman, en cualquier momento, Fidel, se sale de la piedra, se
arma de nuevo como los robots de las películas, se viste con su típico uniforme
verde olivo y botas, a lo mejor también Dior y vuelve a la carga con aquello de
traición a la patria, desvío de recursos, enriquecimiento, blandenguería y desmerengamiento,
etc.
Para
los que sabemos de paella, yo me cuento porque la hago con frecuencia, sabemos
que es un plato de origen español, que se prepara con muchas cosas, donde el
arroz sirve de base para la mezcla de carnes. Si escoges una paella marina, puede
tener langosta, camarones, calamares, pulpo, almejas y otros caracoles. Si
escoges una de carne, podría contener, menos carne de res, todas las carnes de los
animales que vinieron en el Arca de Noe. Famosa la paella valenciana hecha con
conejo. Entonces, Gerardo, que además no trabaja en una fábrica, ni dirige una vaquería,
menos una microbrigada que construye apartamentos para la población y muchísimo
menos trabaja en un paradero de guaguas, donde podría demostrar su carácter revolucionario
y su interés por avanzar, sino que es recompensado con un cargo de esos cómico,
que no significan mucho, más que garantizar una buena vida y que nunca podrá demostrar
que lleva 6 meses ahorrando para comprar los componentes de su paella, le regala
a su amorosa esposa un plato con que el cubano de a pie no puede tan siquiera
ni soñar, me arriesgaría a decir que en un por ciento enorme ni tan siquiera conoce
que existe. Con lo que se hace una paella puede comer una familia cubana un año
entero, si recordamos la dramática cómica y sarcástica receta de amarrar un pollo
de un cordel, meterlo en agua hirviendo y sacarlo, congelarlo y volver a
repetir el proceso siempre que se quiera tomar sopa de pollo.
El
tipo no le regaló una hoz y un martillo como símbolo de la ideología que les
permite vivir bien, tampoco una edición de las Obras Completas de José Martí,
nuestro Apóstol tan de moda por estos días. No se le ocurrió regalarle una foto
de Fidel que tanto luchó para que regresara después de haberlo puesto al
descubierto como espía, menos una hamburguesa “conformada”, de las que no queda
muy claro con qué está hecha o un pescadito gris, ambos engendros recibidos por
el pueblo cubano para comer, ambos logro del sistema alimenticio cubano. El
tipo, en medio de la batalla ideológica por el socialismo cubano, en contra del
capitalismo mundial, le regaló una paella y publica la foto son miedo, por lo
que me parece está autorizado, sin pudor, lo que me parece no tiene y esto me
hace pensar, si publica esta foto amorosa de paella pa´ella, cómo vivirá esta
familia, él, héroe por espía y ella, heroína por esposa.
Díaz
Canel es un tipo sin ideas y además sin carácter, Claro la tiene difícil viendo
lo que está ocurriendo en Cuba, sin poder hacer mucho con los hijos y nietos de
Raúl y Fidel, más familiares y amigos cercanos, más los de otros “intocables”, creo
que llega a entender porque él mismo apareció en unas fotos en una gran
comelata con amigos con vinos capitalistas, o sea, podridos, incluidos. Quizás las
fotos del propio Díaz Canel y ahora Gerardo, están tratando de demostrar el
desarrollo cubano y la alegría de un pueblo “bloqueado” por los logros
alcanzados.
¿Qué
tiene esto que ver con la ideología, llámese en Cuba como se llame? Nada. Esto
es parte de lo mismo que siempre hemos vivido y que antes era fácil de esconder
cómo problemas ideológicos y mentiras pagadas y hoy, al menos, tenemos la
posibilidad de ver y aquellos que estamos fuera de Cuba, pues sino criticar,
por lo menos analizar. Hubiera quedado mejor Gerardo si hubiera puesto a pie de
foto algo así como: “pa´ella una revolucionaria, una rica paella revolucionaria”.
En
mi poco conocimiento del idioma castellano, a veces busco adjetivos para nombrar
cosas como estas y no los encuentro nuevos. Descaro, desfachatez, desvergüenza,
indecencia, impureza, irrespeto, irreverencia, demagogia, ofensa, agravio,
injuria, ultraje, hipocresía, falsedad, simulación.
Primer
punto en la agenda del gobierno cubano, defender la batalla ideológica. Claro,
queda claro, batalla ideológica que permita seguir viviendo como “Carmelina” la
nieta preferida de José Arechavala, uno de los hombres más ricos de Cuba, defensor
del modo de vida “podrido” capitalista cubano antes de 1959 y así y todo, estoy
seguro de que la pequeña Carmelina quedaría asombrada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario