viernes, 18 de septiembre de 2020

¿Hasta cuándo van a mentir? Se puede engañar a un parte de las personas, una parte del tiempo, pero ... (Tercera Parte)

 Las noticias de ese día, como algo super novedoso dentro de la soberanía alimentaria fueron dos ideas de Manolito, ya saben, “El Tripador”: “No podemos darnos el gusto de comer camarones y langostas porque la concreta es que estaremos sin leche en polvo para los muchachos y vamos a estar pasando más trabajo” y “se han logrado recuperar dos millones y medio de tripas de res y de cerdo, eso no es de países pobres, sino de un aprovechamiento de países desarrollados, hay cultura en Cuba de consumir esos productos y se sustituyen importaciones”.

Con este párrafo terminé la segunda parte de mi escrito y la traigo aquí de nuevo, porque creo que es lo “estratégico” de la intervención del “ministro alimentado”. Creo que esas dos ideas expuestas, encierran los lineamientos que el VII Congreso del PCC señaló para el MINAL.

La primera es una idea que tiene 60 años. Los cubanos “no podemos darnos el gusto de comer camarones y langostas”, ahora por la super justificada y más que amorosa idea de que de ellos, los famosos mariscos en cualquier parte del mundo y en los libros de biología cubanos, depende la leche de los niños.

Manolito “El Tripador” está claro, si se lee nuevamente las palabras de Fidel Castro en 1967, se podrá concluir que el amigo hablo de frutas, vegetales, vacas y su leche, café, hablo de producciones inmensas y de la obtención de todo de forma gratuita, pero no mencionó a las langostas. Desde épocas tan tempranas ya, las langostas estaban fuera de las listas de cosas a entregar y consumir por el pueblo en Cuba.

¿Podría ser un olvido del comandante? No lo creo, según cuentan sus amigos más cercanos, era fanático a consumir langostas, pero, además, cuentan sus también cercanos que se había convertido en experto chef especializado en langostas. No lo digo yo, ponen documental en la TV cubana sobre los primeros años de la revolución, donde aparece el “invicto” comandante explicando la mejor forma de hacer una langosta, compitiendo con sus experiencias con todos los que estaban presente. Eran frecuentes las conversaciones con su amigo Gabriel García Márquez y todos podían suponer que hablaban de política, de literatura, noooooooooooo, hablaban de cómo cocinar langostas.

No fue un olvido, fue una estrategia bien definida, que convirtió a la langosta, en la isla caribeña de Cuba rodeada de mar, por eso es una isla, donde por su costa norte, en determinada época del año, corren unas de las mejores langostas en su traslado y gracias a la amplia plataforma del sur resulta fácil cogerlas, en un producto prohibido, sólo conseguible en las casas de los jefes de jefes, en hoteles a los que por muchos años el pueblo no pudo entrar y en el mercado negro, tan negro como el del tráfico de cocaína.

No es de desconocer que, si te atrapaban con una langosta, además de decomisártela y nunca saber a dónde iría a parar el animal muerto, porque al mar no podía volver, tu, el pescador, el vendedor traficante, el comprador, ibas detenido, tenías que pagar multas o te podían poner en privación de libertad. Lo sé porque durante muchos años, como hobbie, pesqué submarino con mis cuñados y sacar una langosta fuera del agua era todo un problema. Lo hacíamos claro, era como encontrar una pepita de oro, pero a riesgo de que nos decomisaran no sólo las langostas, sino los equipos de pesca, ir a parar a una estación de la policía y tener que enfrentar un juicio.

La langosta y los camarones se prohibieron, eran objeto de exportación. Lo que, al principio de la revolución, los sentimentales entendieron bien y aceptaron, claro, no veían las fotos de los grandes banquetes de los jefes de jefes donde los mariscos eran los reyes. Las fotos, por aquellos años, fueron bien ocultadas.

Ahora se repite que de los camarones y las langostas depende la leche de los niños y esto, junto a películas como “La vida es Bella”, tocan las fibras sentimentales más profundas de cualquier ser humano. Tal parece que no se pueden tocar las langostas porque al ordeñarlas se saca la leche que se toma en Cuba. Las langostas tienen que vivir, de su reproducción, crianza y ordeño, depende la leche del desayuno de los infantes. Esto es capaz de motivar hasta el propio Hannibal Lecter, el personaje de “El Silencio de lo Corderos”, a lo mejor, no explicado en la película, esa fue la causa por la que el psicópata prefirió comer seres humanos, o sea, dejar de comer las langostas para que los niños pudieran desayunar el deseado líquido blanco.

Recuerdo, siendo yo aún niño, mi tía Susy, primera esposa de mi tío Carlos, estudió francés en la universidad. Contaba que tuvo una profesora francesa que, al llegar a Cuba, buscaba desesperadamente la “langouste” cubana, decía, pensaba ella, que, al ver la publicidad que la langosta cubana tenía en Francia y la presencia de ella, la langosta, en los supermercados franceses, ella, la profesora, suponía que el deseado crustáceo debería estar caminando por las calles de Cuba, los cubanos cansados de comerla, no le hacían ya mucho caso. Al explicarle lo que pasaba en la isla, ella aseguraba que no podía ser, que no se podía exportar lo que un pueblo no consume, que era un absurdo, imagino, además un abuso. Luego al conocer los precios que había que pagar por comerla en un restaurante, faltó poco para que la profe francesa se regresara a su país natal. La “langouste” revolucionaria cubana era desde aquellos años, yo niño, famosa en Francia, en la misma medida que en Cuba no se conocía.

Ahora, el ministro alimentado, quizás con langosta, de seguro que se la come, porque por algunos años conocí al director del lugar donde se cazan y procesan las langostas en Batabanó y la comía, dice que de la langosta cubana dependen la leche de los niños, pero, es que los cubanos no comen langostas, están de acuerdo con considerarla un producto absolutamente para la exportación y los cubanos de Cuba tampoco tienen leche. ¿Quién se toma la leche proveniente del ordeño de las langostas?

Recientemente, no lo invento, he visto las imágenes, miren las fotos, la Primera Dama de Cuba, o sea, la esposa del presidente Díaz Canel, se dedica a organizar y patrocinar eventos de cocina, de alta cocina, mariscos, jamones, quesos, etc., dentro de Cuba. Dentro de la misma Cuba donde las madres y abuelas hacen 10 horas de cola para comprar “lo que aparezca” de comida y entonces sin el más mínimo pudor, el mínimo que tengo yo para no enviar a Cuba, a mi familia, a mis amigos fotos comiendo un bistec del tamaño de un zapato número 10 o metiendo la cabeza dentro de un galón de helado de chocolate, de forma histriónica, se deja fotografiar detrás de langostas y comiditas ricas. De las mismas langostas que tienen que ser preservadas para sacar la leche de los niños cubanos.

La Primera Dama, debería padecer de alergia y frente al primer pedazo de marisco, que su glotis se le comenzara a cerrar, no para matarla, sino para darle un pequeñito susto y evitar así que pueda seguir consumiendo con cada langosta, varios litros de leche.

Fidel iba a repartir todo gratis, menos las langostas. Las langostas las reservó para él y sus amigos. 60 años de no poder comer langosta y otros mariscos, por la misma justificación, los mariscos de la isla de Cuba son para la exportación y traer leche, para al cabo de los mismos 60 años no tener leche. ¿Qué hacen entonces con el resultado de la exportación?

La segunda gran idea, nueva para cerrar el 2020, de Manolito, “El Tripador, el “ministro alimentado”, es que se “han logrado recuperar dos millones y medio de tripas de res y de cerdo, eso no es de países pobres, sino de un aprovechamiento de países desarrollados” ¿Qué es esto, un chiste, una ironía o una locura?, ¿Es un acto de entrega revolucionario o un llamado a la sublevación y al levantamiento general? Me confunde. Ni el mismísimo Fidel, el gran inventor de todo durante muchas décadas, fue capaz de ver y menos decir algo así. Como los chorizos y morcillas que comía eran importados de España, ni pensó jamás que las tripas de cerdos y vacas se le podían vender a la población.

Ministro de la Industria Alimentaria,
Manolito "El Tripador", el ministro alimentado

Ahora el ministro anuncia que se tiene 2 000 000 de metros de tripas recuperadas, da la impresión de que está hablando de algún mineral sacado de una mina o de algún producto que se recicla. Tripas de cerdos y vacas recuperadas, que los expertos cubanos, gracias a los biólogos, ingenieros, etc., que tenemos regados por el mundo, conocedores del interior de los cerdos y las vacas, han determinado después de mucha matemática y trabajando con datos promedios, que son 2 000 kilómetros de tripas y lo mejor, que esos kilómetros de intestinos corresponden a 13 386.95 toneladas de carne, obviamente de cerdo y de res. ¿Dónde está esa carne? Tal podría parecer que se está hablando en Cuba de una especie especial en la que los cuerpos de los cerdos y vacas están sólo compuestos de cabeza a intestinos. ¿Dónde fueron a parar los músculos?

Los malos son más malos, porque saben que están mintiendo, saben que lo que están diciendo ni ellos mismos lo creen, por lo que están montados en la idea de dar imágenes y ganar tiempo. Eso es peor, porque a lo mejor al principio, los jefes se lo creían, estaban tratando de hacer algo nuevo, de dejar sus huellas, de hace cambios, pero ahora, 60 años después con las mismas o peores fórmulas, ¿quién les va a creer? Si fueran nuevos, acabados de llegar, cabría la opción de que están trabajando sobre lo nuevo, pero es que son los mismosssssss.

¿Esos ministros, esos jefes, no tienen familia?, ¿Sus hijos, esposas, hermanos, madres y padres, no se relacionan con otros cubanos, no ven las carencias, no ven las colas, no ven los tumultos, el descontento, no ven que la policía está reprimiendo, no saben que un policía sacó su pistola apuntando a mujeres que sólo lo que querían era comprar comida? Si lo saben, entonces son peores, porque están, no engañados, sino tratando de engañar a millones. Ya no cabe lo de la buena voluntad, ya no cabe lo del sacrificio, están conscientes del daño y están tratando de salvarse a ellos mismos.

He hecho un zoom donde aparecen varios amigos del presidente Díaz Canel, obsérvese las barrigas. Puedo asegurar que el del pullover azul es el Presidene de Cuba
He hecho un zoom de esta foto. Obsérvese las barrigas de los amigos que
 se abrazan frente a una cámara fotográfica. Puedo asegurar que el que
viste el pullover azul claro es Díaz Canel, el Presidente de Cuba.
 ¿Comedores de tripas?

Como siempre, como desde hace años, la idea es que Cuba se nutre, se dirige, emula y compite con los países altamente desarrollados. No encuentran una justificación mejor, no pueden decir, hay que comer tripas para no morir, vamos a estar así por seis meses. No, la idea, ahora en el 2020, es que el comer tripas es de países desarrollados y está recomendado por las organizaciones internacionales que orientan sobre el tema alimentación. 

La idea ahora es hacer creer que todos en el mundo comen tripas varias veces a la semana y que entonces Cuba se convertirá en ejemplo para otros países, pasándole sus experiencias en cuanto a tripas se refiere. Ahora veremos entrevistas a trabajadores contentos de las fábricas de tripa, laborando con máquinas hechas en Cuba y por supuesto, veremos entrevistas a cubanos, más contentos, que dirán frente a cámaras de TV lo felices que son al comer tripas, lo bien y sanos que se sienten por el poder nutritivo de las tripas e incluso lo que han mejorado culturalmente por el consumo de los intestinos de reses y cerdos. Se les harán poemas y canciones revolucionarias a las tripas y se buscará a algún líder de opinión, quizás una de las Kardashian, para que se fotografíe comiendo un plato de tripas o dándole a uno de sus niños un enorme vaso de batido de tripas. Ahora, comer tripas resulta “nice”. Siempre es lo mismo, una vez más los mismos mecanismos, porque hasta en eso han sido fatales.

Habría que preguntarle a Lis Cuesta, la Primera Dama, si estuviese dispuesta a patrocinar un nuevo evento para madres y abuelas cubanas que no viven dentro de los hoteles 5 estrellas y sobre todo, si ella se va a meter las tripas que dice Manolito, “El Tripador”, el “ministro alimentado” que hay que meterse. Habría que preguntarle a la propia esposa del ministro si está dispuesta, no a comer chorizos, embutidos, morcillas, porque no se ha hablado de eso, sino tripas en la mañana, en la noche, en salsa, fritas, en picadillo y sobre todo, si podrá convencer a sus hijos de comerlas, diciéndoles que los alemanes, rubio de ojos azules, de 6 pies de alto y super sanos, desde hace siglos comen salchichas forradas con tripas de cerdo. Salchichas alemanas, según dicen, de las mejores del mundo.

1 comentario:

  1. "El Terrible": Seguimos por aquí, en combate. Me leí todas las partes de "El encantador de tripas". Esas cosas increíbles del presente cubano quedarán para la historia. ¿Es verdad que este no es el comunismo de Marx, ni el comunismo chino, pero, y, entonces que cosa es? Cuando yo era niño en la escuela nos decían que estábamos en el socialismo y construyendo una sociedad superior, única, llamada comunismo. Entonces, ¿en qué fase de esas etapas estamos ahora? Yo recuerdo que en las reuniones de la UJC había un momento para la auto crítica y todos sin excepción tenían que hacer el ejercicio de pararse, delante de todos y hacerse al menos una crítica sobre su comportamiento aunque fuera inventado para esa ocasión. También sabemos de la actitud obligada de referirse siempre en plural, aunque se tratara de algo personal e individual. Nos decían que seriamos el hombre del futuro, superior desde todos los ángulos. ¿Qué pasó en Cuba que todo se trastocó?, ¿Cómo nos hemos convertido en lo que somos realmente hoy? No sé en qué fase nos pondría Marx si nos viera en este momento, ni que solución le encontraría a este arroz con mango. Estamos en un camino sin salida y mientras más nos demoremos en asumirlo, mucho peor serán las consecuencias. Hay que hacer algo para salir del hueco, pero algo nuevo, diferente que cambie las cosas de verdad. Esto no es lo que nos prometió Martí y Fidel nos cumplió. Si los jóvenes se quieren ir, los viejos están solos, los profesionales están decepcionados y frustrados, etc., qué sentido tiene seguir por este camino. Del supuesto bienestar social y de la soñada igualdad por lo que merecía aguantar y resistir hasta morir ya no queda nada. Somos una sociedad cansada con gran deterioro lógico de todos aquellos principios que nos mantenían con fuerza para resistirlo todo en nombre de un ideal. En realidad, como pueblo no hemos demostrado ser diferentes ni mejores, si no, todo lo contrario. La vida ha demostrado que nos falta mucho de lo que otros si han logrado imponiéndose y cambiando su realidad para siempre. La mediocridad y el chovinismo barato acabaron con una tradición de lucha y entrega verdadera de los cubanos de tiempos pasados. ¿Hasta dónde aguantaremos?

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