¿Qué pensar?
1.- Puede ser que al cabo de 50 años Fidel se diera cuenta de los errores cometidos y estuviera hablando de que lo logrado, camino que él había trazado y ejecutado, porque no fue alguien que llegó a última hora, ni que podía decir que no sabía lo que se había hecho, no funcionaba ya ni para Cuba, ni para que otro país lo imitara. La idea era linda, el camino empedrado, al final el Infierno.
2.- Puede ser que estuviera chochando, todos
chocheamos sobre todo en la vejez.
3.- Puede ser que estuviera dejando un mensaje a los
que continuarían, sobre todo a su hermano Raúl, al que a todas luces dejaría y
dejó en el poder.
4.- Puede ser el pensamiento de un hijo de puta que
estaba diciendo me equivoqué, fui caprichoso, fui impulsivo, no escuché a nadie
y no quiero irme de este mundo con ese error, entonces es mejor pasar de
sincero.
5.- Puede ser un pensamiento maduro, de alguien que
trató y trató y se dio cuenta, frente al desastre conseguido, el balance
general, a pesar de los aciertos, es desastroso, que lo hecho había estado mal.
6.- Puede ser que supiera que la idea era linda, pero
impracticable.
7.- Puede ser que siguiera luchando por la
popularidad, sobre todo internacional, entonces sabía que una idea como esta lo
colocaría nuevamente en los primeros números de rating, ocupando espacio y
tiempo en las televisoras, la radio, las revistas y periódicos, etc.
8.- Puede, se me ocurre, ser la mezcla de varias de
estas ideas.
Si leemos fríamente, entonces podríamos preguntarnos:
a.- ¿Cómo el amigo que pasó décadas diciendo que el futuro pertenecía por entero al socialismo, que debió haber repetido millones de veces “socialismo o muerte”, que no sólo se dedicó a hablar, sino que trató de exportar esa idea, la suya, al resto del mundo, con guerras y guerrillas incluidas, lo que lo convirtió en figura internacional, ahora, en ese momento se baje con esa idea de que el modelito que él fabricó, más allá de Martí, Marx, Lenin y todos los “soviets” que pasaron por Cuba, no servía para nada?
b.- ¿Estaba en sus condiciones óptimas de cerebro,
estaba cabrón, estaba decepcionado, estaba cansando, se estaba despidiendo, se
estaba burlando o estaba siendo sincero?
Pero, además, podríamos preguntarnos, siguiendo esta
frase fríamente, sólo siguiendo esta frase sin conocer los antecedentes, que es
probablemente lo que le pase a mi nieta Mia, nacida aquí cuando lea sobre Fidel:
c.- ¿Cómo es que entonces, si el faro y guía, el
maestro, el invicto, el fundador y mayor realizador de ideas, planes y
prácticas, el inigualable, etc., a fines de su vida como gobierno absoluto, aseguró
tal cosa, lo que lo convertiría en el “mayor gusano” de la historia cubana,
todavía hoy se habla de socialismo en Cuba, todavía hoy ese “modelo” definido
que no funciona por su padre cubano, se trata de implementar u organizar,
todavía hoy los seguidores no dejan de mencionar a Fidel, el convencido artífice?
d.- ¿Cómo, queridos amigos, si Fidel, casi al final de
su estancia en “la silla”, que por cierto escuché a Díaz Canel decir que se
mantenía vacía porque ese era el lugar del Comandante, algo para mí ridículo
más allá de simbólico, para los creyentes necesarios por la posibilidad que
tiene el alma de sentarse en algún lugar, aseguró, que el modelo no funcionaba
incluso ni para los propios cubanos, todavía algunos creen y aseguran que Fidel
los esta orientando desde el más allá a que sigan con ese modelo?
Todo es un absurdo, pero, al final queda el recurso de decir, es una frase sacada de contexto, si se lee bien, si se escucha el ritmo de la voz, si se observa la respiración y el movimiento de las manos, se puede concluir otra cosa. Los enemigos de Fidel se aprovechan de ella para demeritarlo y decir que fue un hijo de puta, los amigos dicen que no quizo decir lo que dijo y comenzaran con las traducciones e interpretaciones oportunas, otros dirán que estaba loco, cosa de la cual tuvo bastante, pero además megalómano, prepotente, mentiroso, etc., y otros dirán que fue sincero al final de sus días. Todo dependerá del camino y el cariño a escoger.
Si pensamos en Fidel, creo que, de todos los adjetivos y epítetos asignados a su persona, el que mejor lo define es el de mago, claro un mago atípico porque fue el dueño de los trucos, del escenario, de las cámaras y luces y del público que siempre asistió a sus actos de magia.
Si revisamos su verdadera historia, que difiere bastante de la de dios homérico, creada por los que lo rodearon y autorizada por él mismo, porque lo disfrutaba, es fácil entender que desde muy joven se las arregló para salir siempre ileso y más, apoyado por todos, hasta llegar a convertirse, ya dije, dueño de la magia, en un ser intocable e incuestionable. Bien por él para él mismo, porque, primero, como el azadón o guataca, como decimos los cubanos, siempre estuvo halando para un solo lado, el suyo y segundo, no necesitaba de opositores, se los quitó a todos de arriba, sólo necesitaba aduladores, cosa que no sólo permitió, sino que desarrolló hábilmente.
Fidel, como pocos, es dueño de las mayores mentiras que se han dicho en Cuba, pudo, fue capaz de engatusar a personas que no lo escuchaban, sólo lo apoyaban fanáticamente. Fue capaz entonces, con esa aparente dulzura de hijo ilustre de la patria y padre preocupado por todos, de garantizarse el apoyo total de una mayoría a todo lo que se le ocurrió, mayoría que luego se dedicó a aplastar a la minoría que escuchaba y traducía lo que él estaba diciendo.
Suma también, a mi cuenta, todos los mayores desastres desde el punto de vista político, ideológico, y sobre todo económico y sin embargo logró permanecer tranquilamente en el trono hasta que él mismo quizo levantarse y dejarlo. No queda en Cuba un plan, una batalla, una acción que se haya emprendido bajo su orden, que sea un éxito. No existe ni el más mínimo vestigio de que una vez existió algo que funcionó. Durante décadas y décadas se dilapidó enormes presupuestos en ideas locas, caprichos económicos, guerras, pruebas y más pruebas, sin resultados. Durante décadas se maltrató, Fidel maltrató, a una población, hoy más ignorante que nunca, menos preparada, menos culta, con el único fin de “carnerizarla” y hacerla caminar sin rumbo propio.
Hoy Fidel está muerto y ha dejado a los cubanos, con todos sus planes de emperador e imperio, al borde de un precipicio, viendo caer a los que primero llegaron caminando. La caída al vació es triste para cualquiera, pero más para aquellos que un buen día apoyaron todos aquellos planes fracasados, obligaron o aplastaron a los que miraban de forma diferente y hoy, sin padrino, sin planes reales, sin el discurso chovinista, sin la esperanza, sólo les queda vivir al pairo, rezando porque el corazón no se les pare. ¿Eso es vivir?
Sesenta años del mismo poder y como resultado el fracaso, donde incluyo a la educación y la atención médica, de aquellos años de gloria no queda nada, y, sin embargo, Cuba mantiene un gobierno, que, desconociendo el pensamiento del mismísimo mago, se empeña, absurdamente, en decir que el modelo funciona y es más, que ahora va a funcionar mejor.
El presidente del partido comunista, más importante en Cuba, según la propia constitución, que el presidente de gobierno, no aparece, ya no está orientando ideológicamente al pueblo. No tiene nada que decir. Actúa como un fantasma, donde los que lo rodean lo menciona, pero nadie lo ve. El presidente de gobierno es un mal administrador al estilo de bodega de barrio, encargado primero que todo en mencionar a Fidel y a Raúl en cada una de sus intervenciones. Sabiéndose impopular, trata de captar la atención de aquellos, cada día menos, amantes no de él, sino del “invicto”.
Los cubanos sabemos que el presidente del partido comunista puede hablar poco, le cuesta mucho trabajo ensamblar tres o cuatros ideas de forma coherente. Sabemos que está ahí por su filiación familiar, porque ni como político, ni como intelectual, ni tan siquiera como militar tiene méritos algunos. Sus intentos por hablarle al pueblo apartado de un discurso que alguien le redacta son para la historia de Cuba, profusa en grandes intelectuales, una ofensa y bochorno a la comunicación. Fidel pensaba y utilizaba las palabras para su magia, Raúl ni es mago, ni sabe hablar. ¿Pensará?
Díaz Canel es entonces un esqueleto cubierto de carne y grasa y ojos, con poca sangre, que Fidel y Raúl, amasaron tal como si estuvieran haciendo un pan, lo llamaron para comprarlo o para chantajearlo, que aún hoy, 2020, sigue tratando de decir que el “socialismo” funciona y funcionará en la totalmente destruida Cuba. Contradiciendo a su héroe, sigue apostando por un modelo, cada día más impopular, cada día más alejado del real pueblo. Modelo que ya no es el modelo que el mismo Fidel demeritara, sino una serie de parches, de costuras, de pegatinas, puestas una sobre otras, que no tienen ni camino definido, ni tiempo señalado. Parches y costuras tomadas de urgencia, que van por un lugar, mientras el discurso público, que se sabe mentiroso, va por otro. Medidas “sanadoras”, propuestas sobre otras medidas que no lograron sanar nada, soluciones que no se ven o sólo se ven en la propaganda de gobierno, que es sólo eso, propaganda irreal, repetida una y mil veces como un mal y aburrido sermón.
Defensa de un sistema socioeconómico, llamado nuevo, superior, salvador, que utiliza hoy, todos los días, fórmulas del sistema socioeconómico “enemigo” anterior. Ya no digamos, desde el campo de las ideas que es malo, sino, incluso para un supuesto pueblo “carnerizado” que pueden estar pensando en aún tener solución, es totalmente confuso y contradictorio. Vaya, una tremenda “infladera” como dicen los reguetoneros cubanos para definir aquello que es una gran mentira.
En realidad, los que hoy están, todos puestos a dedos, desde y para el poder, no son mentiroso, son extremadamente cínicos. Para la Real Academia de la Lengua Española, la mentira es una “expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, se piensa o se siente”, por lo que ellos no están mintiendo, ellos no conocen la verdad, ni sienten nada por ese pueblo, por lo que su planteamiento es más que todo cínico, para lo cual la misma fuente define que ser cínico, es “una persona que actúa con falsedad o desvergüenza descarada”. Alguien cínico es “impúdico y procaz”.
¿Cómo lo veo, en mi pensamiento simple? Pues ellos, los muertos ya y los que aún viven, han estado décadas tratando de hacer unos espaguetis, para lo cual tenían la pasta conformada, un poco de sal de mar, una salsa de tomate, media cebolla. Años de planes y recetas, pruebas y experimentos y aquellos espaguetis nunca quedaban bien. La pasta era de mala calidad, la salsa de tomate tenía poco tomate y más ají y calabaza, por lo que no daba color, ni sabía a tomate y la sal, además de hecha piedras, estaba contaminada y húmeda.
Alguien entonces llegó al 2020 y dijo:
_ No podemos hacer espaguetis, los componentes son malos y nadie ha podido dar con una buena receta, a pesar de los asesores chinos e italianos que hemos tenido. Entonces hagamos un arroz con pollo.
A lo que uno de los presentes, medio temeroso, aportó:
_ Lo apoyo jefe, es una buena solución, pero es que no tenemos arroz, el barco vietnamita no ha llegado. No tenemos pollo, no se lo hemos podido pagar a los americanos y la buena pasta de tomate sólo se consigue en las tiendas en dólares y está muy cara. Luego ya ni calabaza, ni ajíes tenemos.
_ No importa, respondió el primero, vamos a coger los mismos espaguetis, la misma salsa de tomate, vamos a moler la sal pasándole por arriba una botella llena de ron y hagamos un nuevísimo arroz con pollo, al que llamaremos “soberano”. Es más, diremos al pueblo que hemos hecho un arroz con pollo como nunca se ha comido en Cuba. Le pediremos que miren al plato de espaguetis que debía ser de color rojo y vean un arroz con pollo de color amarillo, que coman sin repetir para que alcance, que nos entiendan, que nos den tiempo para mejorar el invento y consultar que dijeron Marx y Martí de ese tipo de arroz y sobre todo que disfruten de la rica receta de arroz amarillo con pollo, que por demás representa a la soberanía nacional, o sea, un arroz anti anexionista, pero, además, les pediremos, para no decir que les orientamos, suena muy fuerte, que sean capaces de recomendarla a sus familiares, los antiguos llamados “gusanos” que están fuera de Cuba, para que también la puedan disfrutar. Arroz amarillo con pollo “soberano”, hecho con espaguetis, salsa de calabaza y sal.
Eso es lo que ocurre y entonces eso no es mentir, eso es ser cínicos, lo que no es nada nuevo, ni extraño, incluso la mentira pierde todo vínculo con la verdad sobre la cual se erige, dejando de ser mentira y lo que queda entonces es la desvergüenza.
El gobierno cubano, a diferencia de un clásico violador, violento y enfermo, quiere que el pueblo después de seis décadas de violaciones siga gozando y disfrutando con la violación que se les ocurre cada día, que le dé tiempo, sin protestar y desesperarse, a que el violador se quite poco a poco, lentamente, la ropa y se peine mirándose en un espejo de mano. El gobierno cubano quiere que el violado descubra las maravillas de ser penetrado a la fuerza, pero que, además, cuente alegremente el incidente, que no solo lo disfrute, sino que defienda el acto de violación y que consiga a otras personas voluntarias para que el violador las viole.
No es mentira, es un enorme cinismo. Una inmensa locura. Fidel fue el mago, estos de hoy, son las tablas del escenario por donde caminó.
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