lunes, 17 de febrero de 2020

Lo que se sabe no se pregunta. No se puede prohibir lo que no se puede controlar. (Parte I)


Lo que se sabe no se pregunta es la respuesta inteligente de los santeros cubanos, frente a una pregunta de respuesta evidente o de no respuesta. Tuve un conocido en Cuba que era piloto de aviación comercial graduado en la URSS, que además era palero y me decía, con enorme jocosidad, pero realidad, que Fidel era su eleguá, ese dios yoruba dueño de los caminos y el destino, que abre y cierra los caminos de la vida, o sea, mi amigo me explicaba que todo lo que el gobierno revolucionario cerraba, perseguía o trataba de controlar, a él le daba dinero.

El mercado negro en Cuba siempre ha existido, como creo que debe haber existido en todos los lugares del mundo. Productos prohibidos, drogas, armas, exclusividades, animales exóticos, rarezas, mujeres, siempre se han conseguido en el bajo y oscuro mundo.

Cuba, no es ajena entonces a esas variantes. Es cierto que, durante mi infancia y primera juventud, no era tan grande, no tan conocido y público, pero existía. Digamos los jeans o pitusas originales se compraban provenientes de ese mercado, recuerdo lo difícil de un LEE o Levi´s, recuerdo el explote que hubo con unos jeans de marca “Caribú” de los que se le perdieron al gobierno miles que fueron a parar a los cuerpos de los que pudieron pagarlos.

Luego, cuando aumentaron las carencias y se comenzaron a perder los productos todos, el mercado negro, amigo del cubano de a pie, ha ido cobrando dimensiones inimaginables. Gracias a ese tipo de negocio, los cubanos nos vestimos, comemos, accedemos a medicinas, gasolina, y todos los demás productos, que pueden ir desde una batería para auto hasta el cemento para levantar una pared. El robo al gobierno es, lamentablemente, parte del cubano. Todos culpables por necesidad, los que venden y los que compran. Las opciones del gobierno nunca satisfacen, ni en calidad, ni en cantidad, menos en precio, lo que las personas necesitan y pueden pagar.

Venta de medicamentos por particulares. Farmacias privadas clandestinas.

Uno de esos mercados fue y es, más lamentablemente, el de medicamentos. Durante muchos años, existieron personas que pasaban por las casas y vendían medicamentos que estaba en falta en la red de farmacias. Por aquellos entonces eran productos de fabricación nacional, que escaseaban o estaban normados, que eran obtenidos de las propias fábricas, almacenes, farmacias de hospitales, etc., dentro del país.

Cuba fue, imagino que es aún, un gran consumidor de medicamentos. Después de la revolución, el cubano de forma general olvidó lo de la medicina tradicional, los cocimientos de las abuelas, las medicinas sacadas de plantas y remedios que siempre se habían utilizado y nos convertimos en consumidor de medicamentos elaborados. Puede ser incalculable la cantidad de aspirinas, duralginas, pastillas para los nervios, meprobamatos, etc., que nos metíamos a propia recomendación. Son famosas las viagras azulitas de 100 mg, que se vendían clandestinamente y que de pronto muchos tenían escondidas en sus billeteras como amuletos, que se partían a la mitad o en cuatro según la necesidad y el deseo. Dicen los que sabe que fuimos grandísimos consumidores de penicilinas, cristalina y rapi lenta, soviéticas y puede ser cierto, porque recuerdo que te llevaban al hospital por un dolor en un tobillo y salías con 14 millones de penicilina. Era como si los médicos cubanos tuvieran un plan de consumo que había que gastar mensualmente, porque el barco soviético entraba todos los meses con un nuevo cargamento del casi odiado por todos, antibiótico “bolo”.

Los médicos, de buena fe, terminaban muchas veces convertidos en repartidores de recetas, o sea, llegaban y te preguntaban qué quieres tomar, tú le dictabas el listado de medicamentos que consumías y otros que querías tener guardados “por si acaso” y ellos sacaban bolígrafos y llenaban los recetarios. Durante muchos años los medicamentos fueron baratos, muy baratos, muchas veces se compraban con solo centavos, entonces además de consumir, todos acaparábamos. En cada casa cubana había un almacén de pastillas y medicamentos.

Ya durante el llamado Período Especial, lo de la venta de medicamentos y otros en el mercado negro, se hizo casi público. Recuerdo a una muchacha de mi reparto, negra y gorda, muy agradable, que cargaba ella sola con las nalgas que pudieran tener 4 mujeres normales, que se dedicaba a vender, entre otros, paquetes de algodón. Cuando ella llegaba, las mujeres de mi casa hacían fiestas. Cuando no llegaba o pasaba sin el producto esperado y necesitado, siempre le preguntaban en clave: _ ¿Dime, de aquello qué? Ella sonreía y decía: _La cosa está mala, y seguía su andar difícil por la carne humana que cargaba.

El Periodo Especial, que a los que lo vivimos nos pareció malo, hoy no es nada. La carencia de todos los productos es mayor y sin solución aparente a corto plazo, entonces los medicamentos siguen en la lista priorizadas del mercado negro.

Los médicos, cubanos de a pie también, comenzaron a recomendar a sus pacientes que, frente a la desaparición de medicamentos, los fueran a comprar en las tiendas en divisas donde todavía quedaban o que los mandaran a buscar a Miami, donde, por todos es conocido, que todos los medicamentos, los que son sin recetas o con recetas, se pueden comprar. Los medicamentos tienen un problema muy sencillo. Cuando no tienes huevo, puedes no comer huevos o puedes esperar a que lleguen, cuando no has comido carne de res por meses o años, puedes seguir sin comer carne de res por más meses o más años, pero cuando estás enfermo, no puedes esperar. Si tienes que tomar 10 pastillas azules, no resuelves con 4 pastillas rojas. Se hizo tan popular dentro de los galenos el enviar a comprar en la “shooping” en dólares, que las autoridades emitieron una resolución o cómo se llame, que quedaba prohibido a riesgo de perder el trabajo como médico, siempre la represión, que se le recomendara a un paciente que fuera a la diplo farmacia o a Miami. 

Recuerdo que Albertico Pujol, el actor cubano, escenificó un gran escándalo en una de esas farmacias en dólares, porque fue a comprar el medicamento, creo que, para su pequeña hija, que no encontró en la red nacional de farmacias y pretendió pagar en moneda nacional con la justificación real de que a él no le pagaban en dólares.

Pero como después del Período Especial las cosas empeoraron mucho para peor, hoy la escasez de medicamentos es brutal y una vez más, el invicto y solidario mercado negro, ha sacado la cara por y para los cubanos. Desde hace años ya, existe una tendencia de venta de medicamentos por encargo o peor, personas que tienen farmacias clandestinas en sus casas. Peligro, los medicamentos te sanan y también te pueden matar, por lo que es complicadísimo, no de entender el por qué, sino de permitir que se vendan medicamentos sin el más mínimo control de las autoridades. Hace más daño el tipo que parado en una esquina vende pastillas, que la viejita que vende cucuruchos de maní tostado. Entonces, ¿por qué la cogen con la vieja?

Se supone que las personas que venden en el mercado negro sean conscientes de no hacer daño, pero es sólo una suposición. Son muchos los cuentos de personas que vendían, por ejemplo, leche en polvo por la izquierda adulterada con productos no comestibles que produjeron enfermedades y muertes. Yo, en realidad no yo, sino Martica, fue víctima de algo de eso. Un día en perro apagón, locos por la falta de leche para nuestros hijos, desesperados por conseguirla a cualquier precio y acostumbrados a resolver en el mercado negro, recibimos a dos marchantes que pasaban por mí casa con leche en polvo. Los pasamos a la cocina, yo con un quinqué en la mano, comprobamos la calidad, pesamos y pagamos. Al día siguiente descubrimos que las dos pulgadas de arriba eran de leche en polvo buena, lo otro era pura azúcar blanca. Aquellos tipos no volvieron a pasar más nunca, como imaginamos se mudaron de reparto para estafar a otros, era verdad la azúcar no nos mataría sólo nos haría engordar, pero lo cierto fue que pagamos un precio muy alto por una leche endulzada en exceso. Eso, ojalá que no, puede pasar con los medicamentos.

Cubanos que viajan a USA u otros destinos y en vez de llevar ropa, entran al país con los medicamentos más demandados por la población y tienen ventas clandestinas, como todo lo clandestino en Cuba que es casi público, de medicinas y una vez más, los propios médicos, ahora más secreto y bajito, le dicen a las personas, al menos a las que conocen y quieren, que vayan a casa de esas personas a comprar y entonces suministran el nombre del producto en Cuba y todos los demás nombres con los que el mismo medicamento se puede encontrar en dependencia de su lugar de origen.

A mí me ha llamado la atención esa variante y siento miedo por mi familia que está allí y que inevitablemente tiene que recorrer el camino de conseguir los medicamentos con particulares. Todo se vende, desde las inofensivas vitaminas y el buen Omega 3, hasta medicamentos que aquí sólo se consiguen bajo prescripción médica. La desesperación por enfermedad hace, muchas veces, comprar con muchos riesgos. Y siempre me he preguntado: ¿Por qué se ha dejado correr tanto el asunto?, ¿Por qué si los médicos lo conocen y los pacientes lo conocen, lo que me dice que todo el mundo, incluyendo a las autoridades, lo conocen, se permite que cosas como estas cojan fuerza? Y entonces aparece la respuesta. Las autoridades, como en muchas otras ocasiones, se hacen los locos y estas cosas sirven como válvulas de escape para que las personas vayan resolviendo, hasta que, lamentablemente aparece el problema, un muerto, un intoxicado o empastillado o un millonario que revende pastillas clandestinamente al que hay que eliminar.

La falta de medicamentos, cosa que se quiere dejar ver que es exclusivamente culpa del llamado bloqueo, crea una, primero, necesidad en cualquier población y segundo, una enorme ansiedad, porque se teme no tener cuando se necesite. Escucho al gobierno todavía hablando del inigualable sistema de salud cubano y paralelamente me veo armando cajas para enviar a Cuba, entre otras cosas, medicamentos, a veces tan comunes, como aspirinas.

La información siempre es contradictoria. Cristina Lara Bastanzuri, jefa del Departamento de Planificación y Análisis de Medicamentos, Reactivos y Farmaco-epidemiología del MINSAP en un artículo publicado por el periódico Granma, aseguró que "Nuestra industria tampoco está ajena a las afectaciones del bloqueo norteamericano, que provoca elevados gastos por la no utilización del dólar en las transacciones y tiene que adquirir las materias primas en mercados muy lejanos con largos periodos de entregas, donde los fletes muchas veces son aéreos, lo cual provoca tener que erogar más divisas de lo que cualquier otro país gastaría para poder obtenerlas". En realidad, no se quiere leer bien, porque ella no asegura que debido a lo que ella define como “bloqueo” norteamericano, es imposible comprar la materia prima, porque el gobierno yanqui tiene bloqueado totalmente el mercado e impide con controles aéreos y marítimos, que esos productos lleguen a Cuba. Ella lo que asegura es que se tiene que gastar más por traerlos desde lugares más lejos y más caros, entonces la realidad es que existen proveedores viejos a los que Cuba le debe dinero o proveedores nuevos a los que no les puede comprar porque no tiene dinero para pagar.

Recuerdo una etapa que las duralginas fabricadas en Cuba llegaron a las farmacias con pintas amarillas. Los cubanos nos alarmamos porque estábamos acostumbrados al color blanco coco de esas pastillas. El gobierno muy rápido emitió una información diciendo que el medicamento era bueno, que no había ninguna afectación, sólo que durante años se había comprado la materia prima, de alta calidad, en Suiza y en esos momentos se estaba comprando en China, lo que provocaba que el producto tuviera cambios en su forma externa. ¿Dónde están esos chinos ahora?, ¿Por qué no se les compra a ellos las materias primas y se les paga?, ¿Por qué el empeño de comprar más barato, más cerca y con más calidad al enemigo? Nadie puede obligar al enemigo a vender. ¿No estará el gobierno cubano equivocado en mantener malas relaciones con “su enemigo”?, ¿Cómo se puede pretender que si estás fajado con tu vecino más cercano y no le hablas, cuando tu carro amanezca ponchado, tu vecino te preste su gato o cuando tengas que clavar un clavo, tu vecino amorosamente te preste su martillo? Tu vecino, sonriendo para adentro pensará, jódete, sin importarle que tus hijos no puedan pasear en carro ese día o que tengas que clavar el clavo con una cuchara.

La información siempre es contradictoria. Según el gobierno cubano, la isla ingresa 1 192 000 millones de dólares por concepto de exportación de medicamentos. No sé si esa cifra es mucha o poca, no sé para qué alcanza, ellos la llaman una de las principales fuentes de ingresos en divisas, pero evidentemente si se produce dinero por exportar y paralelamente se están haciendo grandes inversiones en áreas de biotecnología y producción de medicamentos, no debería haber tanta escasez de las medicinas, al menos los más comunes, no sólo en las farmacias externas, sino dentro de los mismos hospitales.

El mismo gobierno asegura que, además del “bloqueo”, el poco abastecimiento hoy tiene sus causas en problemas con las contrataciones de materias primas, donde más del 90% de las importaciones aún está en vías de contratación, atrasos productivos, fallas humanas, negligencia y el retiro de algunos proveedores. No hay que ser muy inteligente para concluir que estas justificaciones que dan en segundo orden y menor importancia son las verdaderas causas.  No todo es malo, dijo Eduardo Martínez, vicepresidente primero del estatal Grupo Empresarial BioCubaFarma a Granma y asegura que, una vez más los cubanos no tiene de qué preocuparse, cuando todo esto se resuelva, pues tendremos medicamentos en Cuba, sin aclarar nunca para qué mes y qué año será.

Mi amigo el piloto tenía razón, la historia de Cuba de esta última etapa, ha sido de abrirse y cerrarse los caminos. Ese es el ritmo. Un buen día aparece que las autoridades han descubierto a una red que vende gasolina y uno recuerda que le compraba gasolina a esa misma red desde hace diez años de forma estable y mantenida. Red que tenía frente a su casa filas de personas y carros parqueados a partir de las 8 de la mañana, que con canistras en manos, pretendían comprar el necesitado combustible. Otro día se comenta que cogieron preso al que vendía medicamentos y uno recuerda que esa persona vendía medicamentos casi públicamente desde hacía otros 10 años. La estrategia de la ola marina. Todo dependen de con lo que la cojan para dar un golpe de efecto. Recordemos, muchos decían que había drogas en Cuba, muchos le dijeron personalmente al propio Fidel, que, como era lógico, lo negó. Las autoridades norteamericanas, en su convenio de colaboración, trataron de alertar. No pasó nada, hasta que un día como escarmiento para el mundo y la limpieza de determinados dirigentes del gobierno, se fusilaron a unos cuantos. La droga estaba y lo que es más complicado, está.

Ahora después de años de mercado negro de medicamentos, de médicos recomendando y pacientes comprando por la izquierda, la nueva ola, el gobierno arremete contra los que conocía y permitía que vendieran. Cuba tiene un mecanismo consolidado para recoger información cuadra por cuadra, trabajo por trabajo, familia por familia, entonces, ¿Cómo es posible que yo que vivo en Nebraska conozca que eso pasa hace años y ahora está más fuerte que nunca y ellos no?  Lo inexplicable de lo inexplicable. El gobierno cubano sigue hablando del inigualable sistema de salud, sigue fajado a muerte con su más cercano vecino, el dueño del gato y el martillo, sigue pretendiendo que él le venda más barato, más calidad, a menos precio y a pagar cuándo Dios quiera, sigue considerando esto justo, porque esa es la justicia a la cubana y yo sigo haciendo cajas con medicamentos para enviar a Cuba.

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