Lo que se sabe no se pregunta
es la respuesta inteligente de los santeros cubanos, frente a una pregunta de
respuesta evidente o de no respuesta. Tuve un conocido en Cuba que era piloto
de aviación comercial graduado en la URSS, que además era palero y me decía,
con enorme jocosidad, pero realidad, que Fidel era su eleguá, ese dios yoruba dueño
de los caminos y el destino, que abre y cierra los caminos de la vida, o sea, mi
amigo me explicaba que todo lo que el gobierno revolucionario cerraba,
perseguía o trataba de controlar, a él le daba dinero.
El mercado negro en
Cuba siempre ha existido, como creo que debe haber existido en todos los
lugares del mundo. Productos prohibidos, drogas, armas, exclusividades,
animales exóticos, rarezas, mujeres, siempre se han conseguido en el bajo y oscuro
mundo.
Cuba, no es ajena
entonces a esas variantes. Es cierto que, durante mi infancia y primera
juventud, no era tan grande, no tan conocido y público, pero existía. Digamos
los jeans o pitusas originales se compraban provenientes de ese mercado, recuerdo
lo difícil de un LEE o Levi´s, recuerdo el explote que hubo con unos jeans de
marca “Caribú” de los que se le perdieron al gobierno miles que fueron a parar
a los cuerpos de los que pudieron pagarlos.
Luego, cuando
aumentaron las carencias y se comenzaron a perder los productos todos, el
mercado negro, amigo del cubano de a pie, ha ido cobrando dimensiones
inimaginables. Gracias a ese tipo de negocio, los cubanos nos vestimos, comemos,
accedemos a medicinas, gasolina, y todos los demás productos, que pueden ir
desde una batería para auto hasta el cemento para levantar una pared. El robo
al gobierno es, lamentablemente, parte del cubano. Todos culpables por
necesidad, los que venden y los que compran. Las opciones del gobierno nunca
satisfacen, ni en calidad, ni en cantidad, menos en precio, lo que las personas
necesitan y pueden pagar.
Venta de
medicamentos por particulares. Farmacias privadas clandestinas.
Uno de esos mercados
fue y es, más lamentablemente, el de medicamentos. Durante muchos años,
existieron personas que pasaban por las casas y vendían medicamentos que estaba
en falta en la red de farmacias. Por aquellos entonces eran productos de
fabricación nacional, que escaseaban o estaban normados, que eran obtenidos de
las propias fábricas, almacenes, farmacias de hospitales, etc., dentro del
país.
Cuba fue, imagino que
es aún, un gran consumidor de medicamentos. Después de la revolución, el cubano
de forma general olvidó lo de la medicina tradicional, los cocimientos de las
abuelas, las medicinas sacadas de plantas y remedios que siempre se habían
utilizado y nos convertimos en consumidor de medicamentos elaborados. Puede ser
incalculable la cantidad de aspirinas, duralginas, pastillas para los nervios, meprobamatos,
etc., que nos metíamos a propia recomendación. Son famosas las viagras azulitas
de 100 mg, que se vendían clandestinamente y que de pronto muchos tenían
escondidas en sus billeteras como amuletos, que se partían a la mitad o en
cuatro según la necesidad y el deseo. Dicen los que sabe que fuimos grandísimos
consumidores de penicilinas, cristalina y rapi lenta, soviéticas y puede ser
cierto, porque recuerdo que te llevaban al hospital por un dolor en un tobillo y
salías con 14 millones de penicilina. Era como si los médicos cubanos tuvieran
un plan de consumo que había que gastar mensualmente, porque el barco soviético
entraba todos los meses con un nuevo cargamento del casi odiado por todos, antibiótico
“bolo”.
Los médicos, de buena
fe, terminaban muchas veces convertidos en repartidores de recetas, o sea,
llegaban y te preguntaban qué quieres tomar, tú le dictabas el listado de
medicamentos que consumías y otros que querías tener guardados “por si acaso” y
ellos sacaban bolígrafos y llenaban los recetarios. Durante muchos años los
medicamentos fueron baratos, muy baratos, muchas veces se compraban con solo
centavos, entonces además de consumir, todos acaparábamos. En cada casa cubana
había un almacén de pastillas y medicamentos.
Ya durante el llamado
Período Especial, lo de la venta de medicamentos y otros en el mercado negro,
se hizo casi público. Recuerdo a una muchacha de mi reparto, negra y gorda, muy
agradable, que cargaba ella sola con las nalgas que pudieran tener 4 mujeres
normales, que se dedicaba a vender, entre otros, paquetes de algodón. Cuando ella
llegaba, las mujeres de mi casa hacían fiestas. Cuando no llegaba o pasaba sin
el producto esperado y necesitado, siempre le preguntaban en clave: _ ¿Dime, de
aquello qué? Ella sonreía y decía: _La cosa está mala, y seguía su andar difícil
por la carne humana que cargaba.
El Periodo Especial,
que a los que lo vivimos nos pareció malo, hoy no es nada. La carencia de todos
los productos es mayor y sin solución aparente a corto plazo, entonces los
medicamentos siguen en la lista priorizadas del mercado negro.
Los médicos, cubanos de
a pie también, comenzaron a recomendar a sus pacientes que, frente a la desaparición
de medicamentos, los fueran a comprar en las tiendas en divisas donde todavía
quedaban o que los mandaran a buscar a Miami, donde, por todos es conocido, que
todos los medicamentos, los que son sin recetas o con recetas, se pueden comprar.
Los medicamentos tienen un problema muy sencillo. Cuando no tienes huevo, puedes
no comer huevos o puedes esperar a que lleguen, cuando no has comido carne de
res por meses o años, puedes seguir sin comer carne de res por más meses o más
años, pero cuando estás enfermo, no puedes esperar. Si tienes que tomar 10
pastillas azules, no resuelves con 4 pastillas rojas. Se hizo tan popular
dentro de los galenos el enviar a comprar en la “shooping” en dólares, que las
autoridades emitieron una resolución o cómo se llame, que quedaba prohibido a
riesgo de perder el trabajo como médico, siempre la represión, que se le recomendara
a un paciente que fuera a la diplo farmacia o a Miami.
Recuerdo que Albertico
Pujol, el actor cubano, escenificó un gran escándalo en una de esas farmacias
en dólares, porque fue a comprar el medicamento, creo que, para su pequeña
hija, que no encontró en la red nacional de farmacias y pretendió pagar en moneda
nacional con la justificación real de que a él no le pagaban en dólares.
Pero como después del
Período Especial las cosas empeoraron mucho para peor, hoy la escasez de
medicamentos es brutal y una vez más, el invicto y solidario mercado negro, ha
sacado la cara por y para los cubanos. Desde hace años ya, existe una tendencia
de venta de medicamentos por encargo o peor, personas que tienen farmacias
clandestinas en sus casas. Peligro, los medicamentos te sanan y también te
pueden matar, por lo que es complicadísimo, no de entender el por qué, sino de
permitir que se vendan medicamentos sin el más mínimo control de las
autoridades. Hace más daño el tipo que parado en una esquina vende pastillas,
que la viejita que vende cucuruchos de maní tostado. Entonces, ¿por qué la
cogen con la vieja?
Se supone que las personas
que venden en el mercado negro sean conscientes de no hacer daño, pero es sólo una
suposición. Son muchos los cuentos de personas que vendían, por ejemplo, leche
en polvo por la izquierda adulterada con productos no comestibles que
produjeron enfermedades y muertes. Yo, en realidad no yo, sino Martica, fue víctima
de algo de eso. Un día en perro apagón, locos por la falta de leche para nuestros
hijos, desesperados por conseguirla a cualquier precio y acostumbrados a
resolver en el mercado negro, recibimos a dos marchantes que pasaban por mí
casa con leche en polvo. Los pasamos a la cocina, yo con un quinqué en la mano,
comprobamos la calidad, pesamos y pagamos. Al día siguiente descubrimos que las
dos pulgadas de arriba eran de leche en polvo buena, lo otro era pura azúcar blanca.
Aquellos tipos no volvieron a pasar más nunca, como imaginamos se mudaron de
reparto para estafar a otros, era verdad la azúcar no nos mataría sólo nos
haría engordar, pero lo cierto fue que pagamos un precio muy alto por una leche
endulzada en exceso. Eso, ojalá que no, puede pasar con los medicamentos.
Cubanos que viajan a
USA u otros destinos y en vez de llevar ropa, entran al país con los medicamentos
más demandados por la población y tienen ventas clandestinas, como todo lo
clandestino en Cuba que es casi público, de medicinas y una vez más, los
propios médicos, ahora más secreto y bajito, le dicen a las personas, al menos
a las que conocen y quieren, que vayan a casa de esas personas a comprar y
entonces suministran el nombre del producto en Cuba y todos los demás nombres con
los que el mismo medicamento se puede encontrar en dependencia de su lugar de
origen.
A mí me ha llamado la
atención esa variante y siento miedo por mi familia que está allí y que
inevitablemente tiene que recorrer el camino de conseguir los medicamentos con
particulares. Todo se vende, desde las inofensivas vitaminas y el buen Omega 3,
hasta medicamentos que aquí sólo se consiguen bajo prescripción médica. La
desesperación por enfermedad hace, muchas veces, comprar con muchos riesgos. Y
siempre me he preguntado: ¿Por qué se ha dejado correr tanto el asunto?, ¿Por
qué si los médicos lo conocen y los pacientes lo conocen, lo que me dice que
todo el mundo, incluyendo a las autoridades, lo conocen, se permite que cosas
como estas cojan fuerza? Y entonces aparece la respuesta. Las autoridades, como
en muchas otras ocasiones, se hacen los locos y estas cosas sirven como válvulas
de escape para que las personas vayan resolviendo, hasta que, lamentablemente
aparece el problema, un muerto, un intoxicado o empastillado o un millonario
que revende pastillas clandestinamente al que hay que eliminar.
La falta de medicamentos,
cosa que se quiere dejar ver que es exclusivamente culpa del llamado bloqueo,
crea una, primero, necesidad en cualquier población y segundo, una enorme
ansiedad, porque se teme no tener cuando se necesite. Escucho al gobierno todavía
hablando del inigualable sistema de salud cubano y paralelamente me veo armando
cajas para enviar a Cuba, entre otras cosas, medicamentos, a veces tan comunes,
como aspirinas.
La información siempre es
contradictoria. Cristina
Lara Bastanzuri, jefa del Departamento de Planificación y Análisis de
Medicamentos, Reactivos y Farmaco-epidemiología del MINSAP en un artículo
publicado por el periódico Granma, aseguró que "Nuestra
industria tampoco está ajena a las afectaciones del bloqueo norteamericano, que provoca elevados gastos por la no
utilización del dólar en las transacciones y tiene que adquirir las materias primas en mercados muy lejanos
con largos periodos de entregas, donde los fletes muchas veces son aéreos, lo
cual provoca tener que erogar más divisas de lo que cualquier otro país
gastaría para poder obtenerlas". En realidad, no se quiere leer bien, porque ella no asegura
que debido a lo que ella define como “bloqueo” norteamericano, es imposible
comprar la materia prima, porque el gobierno yanqui tiene bloqueado totalmente
el mercado e impide con controles aéreos y marítimos, que esos productos
lleguen a Cuba. Ella lo que asegura es que se tiene que gastar más por traerlos
desde lugares más lejos y más caros, entonces la realidad es que existen
proveedores viejos a los que Cuba le debe dinero o proveedores nuevos a los que
no les puede comprar porque no tiene dinero para pagar.
Recuerdo una
etapa que las duralginas fabricadas en Cuba llegaron a las farmacias con pintas
amarillas. Los cubanos nos alarmamos porque estábamos acostumbrados al color blanco
coco de esas pastillas. El gobierno muy rápido emitió una información diciendo
que el medicamento era bueno, que no había ninguna afectación, sólo que durante
años se había comprado la materia prima, de alta calidad, en Suiza y en esos
momentos se estaba comprando en China, lo que provocaba que el producto tuviera
cambios en su forma externa. ¿Dónde están esos chinos ahora?, ¿Por qué no se
les compra a ellos las materias primas y se les paga?, ¿Por qué el empeño de
comprar más barato, más cerca y con más calidad al enemigo? Nadie puede obligar
al enemigo a vender. ¿No estará el gobierno cubano equivocado en mantener malas
relaciones con “su enemigo”?, ¿Cómo se puede pretender que si estás fajado con
tu vecino más cercano y no le hablas, cuando tu carro amanezca ponchado, tu
vecino te preste su gato o cuando tengas que clavar un clavo, tu vecino
amorosamente te preste su martillo? Tu vecino, sonriendo para adentro pensará, jódete,
sin importarle que tus hijos no puedan pasear en carro ese día o que tengas que
clavar el clavo con una cuchara.
La información siempre es
contradictoria. Según el gobierno cubano, la isla ingresa 1 192 000 millones de
dólares por concepto de exportación de medicamentos. No sé si esa cifra es
mucha o poca, no sé para qué alcanza, ellos la llaman una de las principales
fuentes de ingresos en divisas, pero evidentemente si se produce dinero por
exportar y paralelamente se están haciendo grandes inversiones en áreas de
biotecnología y producción de medicamentos, no debería haber tanta escasez de las
medicinas, al menos los más comunes, no sólo en las farmacias externas, sino dentro
de los mismos hospitales.
El mismo gobierno asegura
que, además del “bloqueo”, el poco abastecimiento hoy tiene sus causas en problemas
con las contrataciones de materias primas, donde más del 90% de las
importaciones aún está en vías de contratación, atrasos productivos, fallas
humanas, negligencia y el retiro de algunos proveedores. No hay que ser muy
inteligente para concluir que estas justificaciones que dan en segundo orden y
menor importancia son las verdaderas causas. No todo es malo, dijo Eduardo Martínez, vicepresidente
primero del estatal Grupo Empresarial BioCubaFarma a Granma y asegura que, una
vez más los cubanos no tiene de qué preocuparse, cuando todo esto se resuelva,
pues tendremos medicamentos en Cuba, sin aclarar nunca para qué mes y qué año
será.
Mi amigo el piloto
tenía razón, la historia de Cuba de esta última etapa, ha sido de abrirse y
cerrarse los caminos. Ese es el ritmo. Un buen día aparece que las autoridades
han descubierto a una red que vende gasolina y uno recuerda que le compraba
gasolina a esa misma red desde hace diez años de forma estable y mantenida. Red
que tenía frente a su casa filas de personas y carros parqueados a partir de
las 8 de la mañana, que con canistras en manos, pretendían comprar el
necesitado combustible. Otro día se comenta que cogieron preso al que vendía
medicamentos y uno recuerda que esa persona vendía medicamentos casi públicamente
desde hacía otros 10 años. La estrategia de la ola marina. Todo dependen de con
lo que la cojan para dar un golpe de efecto. Recordemos, muchos decían que había
drogas en Cuba, muchos le dijeron personalmente al propio Fidel, que, como era
lógico, lo negó. Las autoridades norteamericanas, en su convenio de
colaboración, trataron de alertar. No pasó nada, hasta que un día como
escarmiento para el mundo y la limpieza de determinados dirigentes del gobierno,
se fusilaron a unos cuantos. La droga estaba y lo que es más complicado, está.
Ahora después de años
de mercado negro de medicamentos, de médicos recomendando y pacientes comprando
por la izquierda, la nueva ola, el gobierno arremete contra los que conocía y
permitía que vendieran. Cuba tiene un mecanismo consolidado para recoger
información cuadra por cuadra, trabajo por trabajo, familia por familia,
entonces, ¿Cómo es posible que yo que vivo en Nebraska conozca que eso pasa
hace años y ahora está más fuerte que nunca y ellos no? Lo inexplicable de lo inexplicable. El gobierno
cubano sigue hablando del inigualable
sistema de salud, sigue fajado a muerte
con su más cercano vecino, el dueño del gato y el martillo, sigue pretendiendo
que él le venda más barato, más calidad, a menos precio y a pagar cuándo Dios
quiera, sigue considerando esto justo, porque esa es la justicia a la cubana y
yo sigo haciendo cajas con medicamentos para enviar a Cuba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario