martes, 18 de febrero de 2020

Lo que se sabe no se pregunta. No se puede prohibir lo que no se puede controlar. (Parte II)


Los celulares se han convertido hoy en un problema para el gobierno de Cuba. Hace muy poco aún, las autoridades anunciaron la posibilidad, que hasta esos momentos había sido exclusiva de empresarios, funcionarios y uno que otro amigo, de que los cubanos de a pie, pudieran acceder a servicios de celulares e internet de forma legal.

El servicio, aunque sigue siendo muy caro, muy rápido se puso de moda, dentro de un pueblo ansioso por poseer el nuevo símbolo de “poder” y en realidad, muy necesitado de poderse comunicar. Recuerdo que, durante muchas décadas, el tener un teléfono en la casa era prácticamente un lujo, muchos vecinos quedaron enganchados en listas de la compañía telefónica después del triunfo de la revolución, por lo que era más que frecuente la visita de los mismos para usar tu teléfono y los gritos de: Fulanaaaaaaa, te llaman por teléfono. Paralelamente los teléfonos de las calles, aquellos que tan útiles eran para cuando uno estaba perdido o llegaba tarde, dejaron de existir aceleradamente. Al menos en La Habana podías caminar cuadras y cuadras, de teléfono en teléfono y muy pocas veces lograbas llamar. Recuerdo que las personas hacían filas, a veces largas filas para usar el teléfono más público de Víbora Park, que se encontraba en el portal de la funeraria Mauline. Los muertos tendidos, las familias llorando y las personas afuera dando gritos, riendo, diciendo malas palabras, enamorándose, etc., mientras hablaban.

Bueno a malo, el gobierno demuestra que ya Cuba es moderna y que las personas puedan pagarlo o no, tienen un celular. Resulta a veces contradictorio ver a personas que no trabajan o que pasan el día luchando cuatro pesos o que trabajan por un salario que a todas luces no alcanza para mantener una vida sana, digna y organizada, hayan creado del celular, muchas veces, la primera necesidad de vida. Teniendo teléfono en mi casa, tuve un celular en Cuba, de ahí que sé que es el servicio es muy malo y caro, pero lo tuve cuando mi hija salió del país y me dejó el suyo para comunicarnos, pero, sobre todo, lo tuve cuando yo, sin afectar el resto de mí economía, podía pagármelo. Hasta ese momento, utilizaba el teléfono de mi casa, el de mi trabajo y caminaba de un teléfono público a otro, la mayor parte de las veces, ya dije, sin poder llamar. En mi juventud, salíamos, nuestros padres nos recomendaban-pedían que llamáramos, pero todos sabíamos, padres e hijos, que eso era casi imposible.

Pues ahora, ya dije, las personas, muchos jóvenes, necesitan como algo imprescindible, un celular para …

El gobierno, con tal de recoger dinero, ha implementado la venta de celulares y los servicios que sobre ellos se pueden dar y pagar y así, de paso, exhibe al mundo una determinada cobertura telefónica interna, que los países, en teoría, consideran como desarrollo. Recuerdo que, viviendo el República Dominicana, aquel país recibió un premio internacional por la mayor cobertura telefónica del área. El gobierno dominicano, exhibió aquello como un resultado enorme de desarrollo, claro, desarrollo para los cuatro ricos que viven en Santo Domingo, en el mismo país donde el analfabetismo es gigantesco, donde las personas mueren por falta de atención médica esperando en las puertas de los hospitales, donde la droga está a niveles inimaginables de bandas, asesinatos y consumo y, sobre todo en los campos, la pobreza es de aquella que se ven en los libros, con niños descalzos, barrigones, casas de piso de tierra, no alumbrado, no agua potable, etc. Los políticos son todos iguales, a pesar de que no deberían ser, cada país exige análisis y acciones diferentes.

Muchos cubanos tienen hoy un celular y entonces, como hay tantas personas en la calle todo el día sin hacer mucho y no se puede llamar por celular porque hablar sale muy caro, los propietarios se dedican a tirar fotos y grabar. Grabar a sus amigos y sobre todo grabar todos y cada uno de los conflictos que tienen las autoridades cubanas con el pueblo. Da lo mismo que sea que un policía esté reprimiendo a alguien o que se vaya a comprar el pan y el producto esté un poco tostado. Lo de grabar se ha convertido en una defensa, una acusación y, además, seamos honestos, una diversión. Siempre que hay un conflicto, grande o pequeño, y pasa lo mínimo, se escucha una voz en off que dice: _ graba, graba y entonces en segundos, aparece una imagen de lo que está ocurriendo, donde una parte de los grabados, sabiendo que están grabándolos, comienzan a actuar, a veces sobreactuar.

Y entonces las imágenes han comenzado a caminar por el mundo. Ya sabemos que, a partir de las redes sociales, con sólo dar un click o apretar un botón, la foto y el video, le da la vuelta al mundo. Es posible hoy estar en el Desierto de Sahara, rodeado de casas de campañas y camellos y estar al tanto de lo que está pasando ahora mismo a tu familia o en tu barrio. Puedes ver a los que se divierten, mueren, se aburren, son aplastados por un deslave, son chocados por un carro, son quemados por un incendio, con la rapidez de la luz. Esto es bueno, muy bueno, pero también me parece un poquito malo.

Es bueno porque la información no tiene precio, es bueno estar informado y tener los elementos reales que da, por ejemplo, un video, o sea, es lo que permite decir, nadie me lo contó, yo que estaba en el Desierto de Sahara, lo vi “con estos ojos que tengo aquí, en la puntica de la nariz”, pero a veces el exceso de información, los videos repetidos y repetidos, las miles de variantes inventadas e incluso la información falsa que llega por esa vía, puede crear embotamiento. A mí, cuando no tengo puesto el filtro, me pasa eso con Cuba. Luego de ver uno de esos videos, me digo, ya se cayó el sistema, vámonos para Cuba y en realidad lo que vi fue una trifulca de dos policías con dos jóvenes, cosa que ocurre desde siempre en nuestro país, sólo que la vi desde 7 ángulos diferentes y repetida 20 veces.

Claro, la idea de los videos y la propagación de miles de fotos que llegan a todos en el mundo exterior ha llegado a poner bravo al gobierno, el mismo gobierno que sabe que está ingresando mucho dinero por concepto de telefonía interna. Gobierno que no ha demorado, no sólo en mostrar su disgusto, sino ahora en ponerle o tratar de ponerle solución al temita de los videos en la red.  

La policía nunca antes se sintió tan expuesta. Todos sabemos que el gobierno es dueño de todos los medios de comunicación, quizás fue una de las medidas que Fidel primero tomó sabiendo lo que hacía, por lo que los cubanos durante muchas décadas estuvimos condicionados a una sola fuente, con un solo objetivo. Todo lo demás era chisme o acciones del enemigo. Durante años, vimos, escuchamos y leímos sobre cosas que eran totalmente diferentes a lo que estábamos viviendo. Los periodistas en Cuba, carrera que considero de las más frustrantes y frustradas, eran los “voluntarios” traductores de la realidad. Nada nuevo, es lo típico en los gobiernos totalitarios, sea el totalitarismo de la mano que sea.

Ahora, los policías y los agentes de la Seguridad del Estado, públicos y encubiertos, o sea, aparentemente civiles, se sienten agredidos y un poco desnudo, lo que les trae no pocos disgustos. He visto por esta vía a Díaz Canel salir huyendo del poblado de Regla y acabo de verlo junto a su esposa Lis, ayer bailando y gozando en un concierto dentro del teatro Karl Marx, cosa que es honesto decir, nunca vimos hacer al “comandante invicto”, que, entre otras cosas, no tenía tipo de buen bailarín. Vemos a los hijos de los jefes en sus lujosas vidas dentro de Cuba e incluso en todos y cada uno de sus viajes por los países desarrollados del mundo, porque ninguno viaja a África o a zonas de conflicto. Estamos al tanto de cada una de las actividades que hacen, incluyendo fotos dentro de sus casas o casas de amigos, podemos ver lo que comen, toman, las ropas que se mandan a hacer, etc. Y por supuesto, la mayor parte de esas fotos y videos son de los conflictos, por llamarlos de alguna forma entre autoridades y pueblo en cada rincón de Cuba. Yo, que me gusta la geografía, he conocido de pueblos de los que antes jamás escuché mencionar y me da pena decir, pero no me interesaban.

Esto ha comenzado a disgustar a los llamados “agentes del orden”, que, en medio de cada actuación, no reparan en gritarle a cualquiera _“¡Apaga el celular!”, seguido muchas veces de acciones violentas para arrebatar el equipo al dueño en cuestión, decomisárselo e incluso llevar detenido al novato camarógrafo. Muchos funcionarios civiles, sin reparar en que su gestión es pública, exigen que las personas apaguen los celulares si quieren que ellos les dirijan las palabras. Ambos, funcionarios y agentes, están equivocados, grabar no está penado por la ley, salvo que sea una acción específicamente definida como espionaje. Segundo, desconocen no sólo ese derecho, sino que olvidan que ellos son públicos y por tanto sus actos, todos también lo son, por lo que todo el mundo tiene el derecho a saber qué, cómo, cuándo ocurrió. ¿Tienen miedo?

Fidel intervino, poco a poco, todos los medios, algunos los cerró y otros los transformó a su conveniencia, disfrazada de conveniencia de patria, ahora el gobierno “continuidad”, aclara que internet es para defender a la revolución, tal como si también fueran los dueños únicos de las plataformas digitales. Internet es de la revolución y el propio gobierno tiene a miles de personas transmitiendo, verificando, controlando, entorpeciendo, dentro de las redes. Las principales figuras del gobierno, el propio presidente y muchas instituciones tienen sus plataformas donde publican sus ideas, sólo que no quieren o aceptan que otros publiquen las suyas.

Se complica el gobierno, porque por un lado necesita ingresar dinero y vender celulares e internet, pero por el otro no puede detener lo que hoy está pasando, ya dije como defensa, venganza, moda o diversión, o sea, que cada cubano saqué un celular y comience a grabar, para luego, a la vuelta de un click, enviar al mundo. ¿Conocen la Ley del Bumerang?

Por todos es conocido que la situación en Cuba está mal, los problemas económicos van en aumento sin solución a corto plazo, el gran líder ya no está y su sucesor hermano casi no existe, por lo que el compromiso persona a persona del que los cubanos fuimos partícipes, cada día es menor. El presidente actual es un tipo gris a los que pocos siguen con decidido amor. La población dentro de Cuba, por una parte, envejece y por otra tiene muchísimos menos compromisos, debido a que su realidad no se parece en nada a lo que los discursos políticos dicen. Los emigrantes, al menos una parte, han retomado, a veces con cierta furia, lo de anticomunismo, cosa que hoy la población en Cuba conoce, entonces no se ha hecho esperar. En defensa de lo que ellos llaman pueblo, el gobierno ha recrudecido la represión a ese mismo pueblo, a al menos a la parte de ese pueblo que se está manifestando, de forma desorganizada, aislada, no bien fundamentada o fundamentada, pero se está manifestando, creo yo que como nunca antes.

Entonces ahora, internet es para defender a la revolución y todo lo que no sea eso es factible a reprimirse. Las acciones se dirigen a los celulares y sus dueños y ahí está lo que yo veo complicado. “No se puede prohibir lo que no se puede controlar”, dice el viejo refrán. 

Ya conocemos que, durante décadas, le fue fácil a las autoridades de todos tipos, incluso en el caso cubano de civiles, simples vecinos, que participaban voluntariamente a favor del gobierno, reprimir a una persona, llevarla detenida, violar todos sus derechos, incluso los que ellos mismos dicen que tiene, armarle un juicio frente a tribunales politizados y dependientes, con abogados defensores que tiene o quieren tener las manos atadas y sancionarla, más todas las otras miles o millones de acciones mal tomadas, maltratos, olvidos, abusos, etc. Eran inmunes, incuestionables, actuaban sin leyes, sin control y sin barreras. Muchas veces se abusó y se cruzó la línea del orden, para convertir determinada acción en violenta y vengativa. Yo, personalmente puedo describir, cosa que no es ahora el objetivo, decenas de casos y experiencias como estos, empezando por el mío propio.

Era muy fácil antes decir que lo que se planteaba era mentira o eran ideas suministradas por el enemigo. Era muy fácil no escuchar y tener como única guía el discurso oficialista, dictado muchas veces por una sola persona. Era fácil ocultar y armar un caso, donde los únicos que tenían información eran los dueños del caso. Paralelamente era difícil demostrar la violencia injustificada y el abuso de poder de la policía, la violación de los derechos elementales de cualquier ciudadano, la vida de grandes burgueses que llevaban muchos dirigentes y sus familiares, etc., y todo quedaba a nivel de grupo de amigos y los catalogados chismes de malas intenciones.

Ahora el gobierno, ese mismo que se jacta de que Cuba es un país moderno con celulares e internet para el pueblo, emite resoluciones para sancionar con multas a dueños y decomisar celulares a aquellos que difundan noticias, de las que ellos llaman “en contra de la revolución”, que sabemos por experiencia que pueden ser las que ellos quieran y se inventen en cada uno de los momentos. ¿Cuántas personas fueron sancionadas por tenencia de dólares o acusadas de enriquecimiento, a cuántos se les sancionó por vender café o tener un taller para reparar zapatos?, ¿Son esos los mismos que hoy tienen cuentas millonarias en dólares y moneda nacional, a los que se les permite ser propietarios de pequeños, pero lujosos hoteles,  restaurantes y bares que operan todos los días frente a los ojos de los cubanos de a pie, aquellos a los que se estimula a que luchen el dólar dónde quiera que éste se encuentre, aquellos a los que se les pretende vender un auto de hace 15 años en 200 000 dólares norteamericanos?

La tiene difícil el gobierno, porque le quedan dos remedios a como están las cosas hoy. Retira el servicio de celulares a los cubanos y corre el riesgo de ser criticado por el mundo desarrollado y democrático, cosa que sabemos por momentos no importa mucho o pone a un policía, no cualquiera, sino uno de probada garantía ideológica, al lado de cada uno de los cubanos que tenga un celular en la mano. Pataleta del gobierno que se dice el más honesto del planeta.

¿Cómo controlar el efecto Bumerang? Les dejo la pregunta, si saben la respuesta, pues escríbansela a Díaz Canel, de seguro lo agradecerá.

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