Los celulares se han
convertido hoy en un problema para el gobierno de Cuba. Hace muy poco aún, las
autoridades anunciaron la posibilidad, que hasta esos momentos había sido exclusiva
de empresarios, funcionarios y uno que otro amigo, de que los cubanos de a pie,
pudieran acceder a servicios de celulares e internet de forma legal.
El servicio, aunque sigue
siendo muy caro, muy rápido se puso de moda, dentro de un pueblo ansioso por
poseer el nuevo símbolo de “poder” y en realidad, muy necesitado de poderse
comunicar. Recuerdo que, durante muchas décadas, el tener un teléfono en la
casa era prácticamente un lujo, muchos vecinos quedaron enganchados en listas
de la compañía telefónica después del triunfo de la revolución, por lo que era
más que frecuente la visita de los mismos para usar tu teléfono y los gritos de:
Fulanaaaaaaa, te llaman por teléfono. Paralelamente los teléfonos de las calles,
aquellos que tan útiles eran para cuando uno estaba perdido o llegaba tarde, dejaron
de existir aceleradamente. Al menos en La Habana podías caminar cuadras y cuadras,
de teléfono en teléfono y muy pocas veces lograbas llamar. Recuerdo que las
personas hacían filas, a veces largas filas para usar el teléfono más público
de Víbora Park, que se encontraba en el portal de la funeraria Mauline. Los muertos
tendidos, las familias llorando y las personas afuera dando gritos, riendo,
diciendo malas palabras, enamorándose, etc., mientras hablaban.
Bueno a malo, el gobierno
demuestra que ya Cuba es moderna y que las personas puedan pagarlo o no, tienen
un celular. Resulta a veces contradictorio ver a personas que no trabajan o que
pasan el día luchando cuatro pesos o que trabajan por un salario que a todas
luces no alcanza para mantener una vida sana, digna y organizada, hayan creado
del celular, muchas veces, la primera necesidad de vida. Teniendo teléfono en
mi casa, tuve un celular en Cuba, de ahí que sé que es el servicio es muy malo
y caro, pero lo tuve cuando mi hija salió del país y me dejó el suyo para comunicarnos,
pero, sobre todo, lo tuve cuando yo, sin afectar el resto de mí economía, podía
pagármelo. Hasta ese momento, utilizaba el teléfono de mi casa, el de mi
trabajo y caminaba de un teléfono público a otro, la mayor parte de las veces,
ya dije, sin poder llamar. En mi juventud, salíamos, nuestros padres nos
recomendaban-pedían que llamáramos, pero todos sabíamos, padres e hijos, que
eso era casi imposible.
Pues ahora, ya dije,
las personas, muchos jóvenes, necesitan como algo imprescindible, un celular
para …
El gobierno, con tal de
recoger dinero, ha implementado la venta de celulares y los servicios que sobre
ellos se pueden dar y pagar y así, de paso, exhibe al mundo una determinada
cobertura telefónica interna, que los países, en teoría, consideran como
desarrollo. Recuerdo que, viviendo el República Dominicana, aquel país recibió
un premio internacional por la mayor cobertura telefónica del área. El gobierno
dominicano, exhibió aquello como un resultado enorme de desarrollo, claro,
desarrollo para los cuatro ricos que viven en Santo Domingo, en el mismo país
donde el analfabetismo es gigantesco, donde las personas mueren por falta de
atención médica esperando en las puertas de los hospitales, donde la droga está
a niveles inimaginables de bandas, asesinatos y consumo y, sobre todo en los
campos, la pobreza es de aquella que se ven en los libros, con niños descalzos,
barrigones, casas de piso de tierra, no alumbrado, no agua potable, etc. Los políticos
son todos iguales, a pesar de que no deberían ser, cada país exige análisis y
acciones diferentes.
Muchos cubanos tienen
hoy un celular y entonces, como hay tantas personas en la calle todo el día sin
hacer mucho y no se puede llamar por celular porque hablar sale muy caro, los propietarios
se dedican a tirar fotos y grabar. Grabar a sus amigos y sobre todo grabar todos
y cada uno de los conflictos que tienen las autoridades cubanas con el pueblo.
Da lo mismo que sea que un policía esté reprimiendo a alguien o que se vaya a
comprar el pan y el producto esté un poco tostado. Lo de grabar se ha convertido
en una defensa, una acusación y, además, seamos honestos, una diversión. Siempre
que hay un conflicto, grande o pequeño, y pasa lo mínimo, se escucha una voz en
off que dice: _ graba, graba y entonces en segundos, aparece una imagen de lo
que está ocurriendo, donde una parte de los grabados, sabiendo que están grabándolos,
comienzan a actuar, a veces sobreactuar.
Y entonces las imágenes
han comenzado a caminar por el mundo. Ya sabemos que, a partir de las redes
sociales, con sólo dar un click o apretar un botón, la foto y el video, le da
la vuelta al mundo. Es posible hoy estar en el Desierto de Sahara, rodeado de
casas de campañas y camellos y estar al tanto de lo que está pasando ahora mismo
a tu familia o en tu barrio. Puedes ver a los que se divierten, mueren, se
aburren, son aplastados por un deslave, son chocados por un carro, son quemados
por un incendio, con la rapidez de la luz. Esto es bueno, muy bueno, pero
también me parece un poquito malo.
Es bueno porque la
información no tiene precio, es bueno estar informado y tener los elementos reales
que da, por ejemplo, un video, o sea, es lo que permite decir, nadie me lo contó,
yo que estaba en el Desierto de Sahara, lo vi “con estos ojos que tengo aquí,
en la puntica de la nariz”, pero a veces el exceso de información, los videos
repetidos y repetidos, las miles de variantes inventadas e incluso la
información falsa que llega por esa vía, puede crear embotamiento. A mí, cuando
no tengo puesto el filtro, me pasa eso con Cuba. Luego de ver uno de esos
videos, me digo, ya se cayó el sistema, vámonos para Cuba y en realidad lo que
vi fue una trifulca de dos policías con dos jóvenes, cosa que ocurre desde siempre
en nuestro país, sólo que la vi desde 7 ángulos diferentes y repetida 20 veces.
Claro, la idea de los
videos y la propagación de miles de fotos que llegan a todos en el mundo exterior ha llegado a poner bravo al gobierno, el mismo gobierno que sabe que está ingresando
mucho dinero por concepto de telefonía interna. Gobierno que no ha demorado, no
sólo en mostrar su disgusto, sino ahora en ponerle o tratar de ponerle solución
al temita de los videos en la red.
La policía nunca antes
se sintió tan expuesta. Todos sabemos que el gobierno es dueño de todos los
medios de comunicación, quizás fue una de las medidas que Fidel primero tomó
sabiendo lo que hacía, por lo que los cubanos durante muchas décadas estuvimos
condicionados a una sola fuente, con un solo objetivo. Todo lo demás era chisme
o acciones del enemigo. Durante años, vimos, escuchamos y leímos sobre cosas
que eran totalmente diferentes a lo que estábamos viviendo. Los periodistas en
Cuba, carrera que considero de las más frustrantes y frustradas, eran los “voluntarios”
traductores de la realidad. Nada nuevo, es lo típico en los gobiernos
totalitarios, sea el totalitarismo de la mano que sea.
Ahora, los policías y
los agentes de la Seguridad del Estado, públicos y encubiertos, o sea,
aparentemente civiles, se sienten agredidos y un poco desnudo, lo que les trae
no pocos disgustos. He visto por esta vía a Díaz Canel salir huyendo del
poblado de Regla y acabo de verlo junto a su esposa Lis, ayer bailando y gozando
en un concierto dentro del teatro Karl Marx, cosa que es honesto decir, nunca
vimos hacer al “comandante invicto”, que, entre otras cosas, no tenía tipo de buen
bailarín. Vemos a los hijos de los jefes en sus lujosas vidas dentro de Cuba e
incluso en todos y cada uno de sus viajes por los países desarrollados del
mundo, porque ninguno viaja a África o a zonas de conflicto. Estamos al tanto
de cada una de las actividades que hacen, incluyendo fotos dentro de sus casas
o casas de amigos, podemos ver lo que comen, toman, las ropas que se mandan a
hacer, etc. Y por supuesto, la mayor parte de esas fotos y videos son de los conflictos,
por llamarlos de alguna forma entre autoridades y pueblo en cada rincón de Cuba.
Yo, que me gusta la geografía, he conocido de pueblos de los que antes jamás
escuché mencionar y me da pena decir, pero no me interesaban.
Esto ha comenzado a
disgustar a los llamados “agentes del orden”, que, en medio de cada actuación,
no reparan en gritarle a cualquiera _“¡Apaga el celular!”, seguido muchas veces
de acciones violentas para arrebatar el equipo al dueño en cuestión, decomisárselo
e incluso llevar detenido al novato camarógrafo. Muchos funcionarios civiles,
sin reparar en que su gestión es pública, exigen que las personas apaguen los
celulares si quieren que ellos les dirijan las palabras. Ambos, funcionarios y
agentes, están equivocados, grabar no está penado por la ley, salvo que sea una
acción específicamente definida como espionaje. Segundo, desconocen no sólo ese
derecho, sino que olvidan que ellos son públicos y por tanto sus actos, todos
también lo son, por lo que todo el mundo tiene el derecho a saber qué, cómo, cuándo
ocurrió. ¿Tienen miedo?
Fidel intervino, poco a
poco, todos los medios, algunos los cerró y otros los transformó a su
conveniencia, disfrazada de conveniencia de patria, ahora el gobierno “continuidad”,
aclara que internet es para defender a la revolución, tal como si también fueran
los dueños únicos de las plataformas digitales. Internet es de la revolución y
el propio gobierno tiene a miles de personas transmitiendo, verificando,
controlando, entorpeciendo, dentro de las redes. Las principales figuras del
gobierno, el propio presidente y muchas instituciones tienen sus plataformas
donde publican sus ideas, sólo que no quieren o aceptan que otros publiquen las
suyas.
Se complica el
gobierno, porque por un lado necesita ingresar dinero y vender celulares e
internet, pero por el otro no puede detener lo que hoy está pasando, ya dije
como defensa, venganza, moda o diversión, o sea, que cada cubano saqué un
celular y comience a grabar, para luego, a la vuelta de un click, enviar al
mundo. ¿Conocen la Ley del Bumerang?
Por todos es conocido que
la situación en Cuba está mal, los problemas económicos van en aumento sin
solución a corto plazo, el gran líder ya no está y su sucesor hermano casi no
existe, por lo que el compromiso persona a persona del que los cubanos fuimos
partícipes, cada día es menor. El presidente actual es un tipo gris a los que
pocos siguen con decidido amor. La población dentro de Cuba, por una parte,
envejece y por otra tiene muchísimos menos compromisos, debido a que su
realidad no se parece en nada a lo que los discursos políticos dicen. Los
emigrantes, al menos una parte, han retomado, a veces con cierta furia, lo de
anticomunismo, cosa que hoy la población en Cuba conoce, entonces no se ha hecho
esperar. En defensa de lo que ellos llaman pueblo, el gobierno ha recrudecido
la represión a ese mismo pueblo, a al menos a la parte de ese pueblo que se
está manifestando, de forma desorganizada, aislada, no bien fundamentada o
fundamentada, pero se está manifestando, creo yo que como nunca antes.
Entonces ahora, internet
es para defender a la revolución y todo lo que no sea eso es factible a
reprimirse. Las acciones se dirigen a los celulares y sus dueños y ahí está lo que
yo veo complicado. “No se puede prohibir lo que no se puede controlar”, dice el
viejo refrán.
Era muy fácil antes
decir que lo que se planteaba era mentira o eran ideas suministradas por el enemigo.
Era muy fácil no escuchar y tener como única guía el discurso oficialista,
dictado muchas veces por una sola persona. Era fácil ocultar y armar un caso,
donde los únicos que tenían información eran los dueños del caso. Paralelamente
era difícil demostrar la violencia injustificada y el abuso de poder de la policía,
la violación de los derechos elementales de cualquier ciudadano, la vida de
grandes burgueses que llevaban muchos dirigentes y sus familiares, etc., y todo
quedaba a nivel de grupo de amigos y los catalogados chismes de malas intenciones.
Ahora el gobierno, ese
mismo que se jacta de que Cuba es un país moderno con celulares e internet para
el pueblo, emite resoluciones para sancionar con multas a dueños y decomisar
celulares a aquellos que difundan noticias, de las que ellos llaman “en contra
de la revolución”, que sabemos por experiencia que pueden ser las que ellos quieran
y se inventen en cada uno de los momentos. ¿Cuántas personas fueron sancionadas
por tenencia de dólares o acusadas de enriquecimiento, a cuántos se les
sancionó por vender café o tener un taller para reparar zapatos?, ¿Son esos los
mismos que hoy tienen cuentas millonarias en dólares y moneda nacional, a los
que se les permite ser propietarios de pequeños, pero lujosos hoteles, restaurantes y bares que operan todos los días
frente a los ojos de los cubanos de a pie, aquellos a los que se estimula a que
luchen el dólar dónde quiera que éste se encuentre, aquellos a los que se les
pretende vender un auto de hace 15 años en 200 000 dólares norteamericanos?
La tiene difícil el
gobierno, porque le quedan dos remedios a como están las cosas hoy. Retira el
servicio de celulares a los cubanos y corre el riesgo de ser criticado por el
mundo desarrollado y democrático, cosa que sabemos por momentos no importa
mucho o pone a un policía, no cualquiera, sino uno de probada garantía
ideológica, al lado de cada uno de los cubanos que tenga un celular en la mano.
Pataleta del gobierno que se dice el más honesto del planeta.
¿Cómo controlar el efecto
Bumerang? Les dejo la pregunta, si saben la respuesta, pues escríbansela a Díaz
Canel, de seguro lo agradecerá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario