viernes, 7 de febrero de 2020

No se puede liberar a un pueblo que no quiere ser liberado. (Parte IV y Final)


No hay nada mejor que uno mismo ser su principal crítico. A pesar de los comentarios que recibo de mis amigos lectores, los que agradezco mucho y por suerte me escriben para alentarme a que siga escribiendo y me dicen que están de acuerdo conmigo, tan pronto publico algo, lo leo y lo vuelvo a leer. A veces me parece que fui demasiado categórico, nada extraño, por momentos es mi forma de actuar por lo que soy a menudo criticado, otras que me sobró una palabra o una idea, entendible porque hablo mucho y escribo como hablo y en muchos casos descubro que me faltaron muchas cosas por decir.

Creo que, mirando la realidad, es fácil concluir, por tanto, no es necesario argumentar, sobre el fracaso económico del proyecto cubano. Hoy el pueblo cubano es más pobre y vive peor que antes de 1959. No existe una necesidad que esté resuelta de forma estable y las múltiples intervenciones del gobierno, sólo son dirigidas a culpar a otro de los problemas y a enumerar medidas y más medias, incoherentes, que no van a ningún lugar, ni resuelven nada por lo menos para los próximos 60 años. Luego aquellas victorias, de las que tantos años ha vivido la propaganda, por ejemplo, la educación y la salud, son también de los servicios más afectados. Siguen siendo gratis, o sea, por los que no hay que pagar en efectivo al momento de recibirlos, porque en realidad gratis no hay nada, pero el deterioro es más que evidente. Como resultado hoy no somos un pueblo educado y la instrucción académica cada día es peor, una buena parte de los jóvenes se gradúan, pero no saben escribir, ni leer bien, por lo que la historia se convierte sólo en un tema de títulos y estadísticas y la asistencia a los servicios médicos pasa por caminos muy deteriorados, donde ahora mismo por faltar, faltan hasta los medicamentos más elementales. Sobran las palabras.

En mi último escrito, la tercera parte de “No se puede liberar a un pueblo que no quiere ser liberado”, quizás por pasión, describí un escenario, que, es cierto que existe, pero no es el único. Las acciones, tanto dentro de Cuba, como de lo que llamo la otra Cuba, o sea, los emigrantes que vivimos en todas las latitudes del mundo tienen otras aristas y no es tan apática como quizás prima en mi artículo. Entonces quiero volver a escribir sobre esto, tratando de concluir con el tema y, sobre todo, no repetir lo que ya dije.

Es evidente que el pueblo de Cuba, a veces en silencio otras a medio expresar, está cansado de tantos años de propaganda poco comprobable. Cada día que pasa, la realidad que se vive se parece menos a lo que los medios oficiales del gobierno dicen. Entonces me niego a la solución facilista de que el pueblo cubano no está informado, si es cierto que las noticias oficiales tienen una única dirección, también es cierto que no existe mejor información que la que trae la vida que se vive todos los días. No creo que ese pueblo al que se le llama culto, ilustrado, informado, preparado políticamente, instruido, no sea capaz de ver en sus propias vidas, la de los amigos, la de los compañeros de trabajo, la de los vecinos y sea incapaz de producir o elaborar sus propias ideas, su propia información.

Es una contradicción presentar a un pueblo culto e instruido y luego querer justificar lo que hace o no hace con la falta de información. Viví muchos años en Cuba y considero que mientras estuve allí fui una persona informada, tanto de la realidad nacional como de la internacional y puedo recordar a muchísimas personas a mi alrededor tan o mucho más informadas que yo. Siempre leí, escuché, compartí, moví literatura y música censurada, me reuní a “conspirar”, vi películas que no se ponían por la televisión y sobre todo a cada noticia, información, cuento o chisme que me llegaba, le metía el cerebro, el mismo cerebro sin leche, sin langosta, sin cremas para las arrugas, sin antena o señal de satélite, que tiene la mayoría de los cubanos.

Una cosa, para mí, es un pueblo desinformado, por la verdadera imposibilidad de analizar la información y otra cosa es un pueblo que no le interesa informarse o no le interesa profundizar en determinado tipo de hechos. Una cosa es el analfabetismo funcional, cosa que en Cuba según dice no existe, y otra, es la respuesta bloqueadora por el exceso de un solo discurso, de una sola óptica, en la que no se cree, pero tampoco se hace esfuerzo por cambiar.

Es cierto, todos los pobladores no tienen por qué ser amantes de los estudios sobre política, ideología, historia, etc. Todas las personas no tienen por qué convertir esos estudios teóricos en el centro de su vida intelectual, lo que pasa es que ahora mismo no es un problema teórico de alto vuelo intelectual lo que está sucediendo. Lo que ocurre, después de 60 años de la misma administración, con los mismos métodos, es que la comida alcanza menos, el agua se desaparece por semanas, la basura está hundiendo a las ciudades, el deterioro en todos los sentidos, transporte, arquitectura, atención médica, educación, etc., están visiblemente sin solución a corto plazo, entonces eso es muchísima información diaria y constante.

Hoy más que nunca existe contacto con la información. Como nunca antes, los cubanos viajamos a Cuba de visita, llevando lo necesario para ayudar y llevando también nuestras experiencias, estilos de vida, etc., sobre lo que a veces hay que explicar y otras sencillamente son fáciles de entender sin explicación. Como nunca antes, hoy los cubanos viajan al exterior, con objetivos familiares y de negocios. Tenemos hoy en Cuba un ejército de ciudadanos españoles, tanto como para crear una provincia española en ultramar, que pasan dos y tres meses, como mínimo una vez al año en el exterior, a veces pasan más meses o viajan con más frecuencia, y esas personas tienen la posibilidad de vivir y compartir en otros escenarios y con otras personas. ¿Qué es entonces la información?

Hoy más que nunca antes, el cubano hace uso de internet, mensajes, video cámaras, etc., para comunicarse, siendo una de las vías de comunicación el exterior. Muchísimos cubanos, más de lo que la misma realidad permite, portan celulares “atómicos”, modernos, sofisticados y están todo el tiempo filmando y compartiendo todo lo que ven diariamente, cosa que permite que yo, que vivo en el medio de Estados Unidos, vea día a día videos de lo que está pasando en las calles cubanas, no del Vedado, ni de Ciudad de la Habana, sino de un pueblecito perdido en la provincia de Las Tunas, a la que nunca visité y por lo general esos videos no se refieren a eventos culturales, conferencias, aperturas de museos, pintura de los contenes y chapeo de las áreas verdes. ¿No tenemos información o no nos interesa estar informados?

Entonces qué se necesita en Cuba para estar informado, a qué tipo de información y cuáles medios tienen que suministrarla. Si algo recuerdo de Cuba es que las noticias corrían más rápido que la pólvora y que las informaciones consideradas más que secretas, o sea, por ejemplo, las cosas que se discutían a puertas cerradas dentro del Comité Central, al otro día estaban en la calle. El miembro se lo contaba a su esposa bajo juramento de secretividad, ella llamaba a la amiga y le pedía discreción, la amiga lo comentaba a la hora de comer con su esposo, pero su hijo que aparentemente miraba la televisión lo escuchaba. Ese joven se lo contaba a su novia después de hacer el amor y ella lo llevaba a su casa, su hermano se lo contaba a uno de mis hijos, y entonces ellos me lo decían a mí. 
En menos de 24 horas, yo que vivía en Víbora Park, que no participaba ni gustaba del gobierno, sabía lo que al día siguiente saldría publicado como oficial. No existe en Cuba secretos, las noticias, unos apoyándolas, otros para desaprobarlas, corren de boca en boca. El miembro del MININT, tiene un hermano o esposa que no están tan comprometidos. 

Entonces cómo entender que el pueblo de Cuba no está informado, mientras es público que muchos están actualizados en la última canción que sacó Chocolate, la conocen y la bailan inmediatamente, el último tenis de la Nike, o la época de las recargas con bonos.
El pueblo de Cuba si está informado, su realidad y los chismes o noticias de amigos, lo informa diariamente y eso justifica que, desde siempre en Cuba, haya existido una “contra”.

Los movimientos, partidos, llamados clandestinos, grupos o como gustaba llamarlos al “amigo”, grupúsculos, siempre han existido. Si lo sé yo, es segurísimo que el gobierno lo sepa, entonces también siempre los ha minado, monitoreado, perseguido públicamente y en secreto. Los grupos de disidentes, quizás desesperados por captar adeptos y seguidores, han sido penetrados por agentes de la Seguridad del Estado o la Inteligencia o no sé cómo se llama el departamento que los atiende y sobre eso existen muchos ejemplos. Lo digo por propia experiencia. Conocí a una persona fundadora de la Comisión de Derechos Humanos en Cuba, según la historia la tercera persona en la lista. Fuimos amigos, me elaboró, con su puño y letra, un aval para presentar en la Comisión de Refugiados de la Oficina de Intereses de Estados Unidos, construimos historias, hechos, fechas, como un irrebatible guion. Pasó el tiempo y pasó y un día estando yo ya fuera de Cuba, recibí la página central del periódico Granma, con un reportaje, fotos incluidas, donde se contaba la historia del infiltrado capitán de la Seguridad del Estado, fulano de tal. ¿?????????

Fui injusto, pido disculpas cuando dije que el pueblo de Cuba, todos, están zombizados. Tengo amigos, que fueron mis compañeros de estudios en la Universidad y luego mis compañeros de trabajo, que hoy, públicamente, liderean partidos o grupos de oposición. El gobierno los conoce, los persigue, los detiene, imagino que los presiona y no se han ido de Cuba, siguen allí, siguen su lucha.

Creo que, siendo justo, las cosas han ido cambiando y cada día se ven más manifestaciones de ese pueblo que está cansado. Es cierto que aún salen 10 Damas de Blanco solamente, que los incidentes con las autoridades, muchos de ellos que terminan con violencia, no son por cuestionamientos políticos, sino por problemas económicos, de vivienda, respuesta a las brutales e injustificadas represiones de la policía e incluso de militares vestidos de civiles que portan armas de fuego, etc., pero se ven hoy más que nunca. No es de ocultar que el pueblo de Regla gritó, se burló y exigió la salida de ese territorio del presidente Díaz Canel, quien ni corto ni perezoso y buen entendedor, cuando vio la candela cerca de sus pies, se montó en su lujoso carro y salió echando, frente a un pueblo que además de gritarle, se reía, se burlaba de él y filmaba para que yo lo viera aquí en Lincoln, Nebraska.

Cada día, siguen siendo acciones aisladas, no coordinadas, pero hay más cubanos dentro de Cuba que le hablan a su celular. No pasan de ahí, no crean aún el monte, pero se comienzan a ver los palos. Las personas han comenzado a perder el miedo y bajo cualquier chispa, como están cansadas y machacadas, explotan. Las acciones de embarrar los bustos de Martí de rojo no eran muy comunes cuando yo fui joven.

Lo que pasa, es que, desde aquí, mi confort, quiero más y más rápido. Creo que la oposición interna está dividida, por caudillismo, quizás tal como en el sigo XIX dentro de la propia manigua. Parte de su tiempo se dedica a criticar y evaluar las acciones que hacen otros y aunque, supuestamente todos quieren lo mismo, no se ponen de acuerdo. No se sientan en una mesa y definen la plataforma general que los va a guiar. No conocen a Gómez, el General más grande que diera la historia de Cuba, que cedió, con su más que probada humildad, su lugar a José Martí, lo reconoció, sabiendo que Pepe no sabía nada de manigua, caballos, tiros, etc. y lo nombró no sólo Mayor General, sino “el alma de la Revolución”. A veces da pena ver a un llamado disidente hablar mal de otro. A veces es incompresible que algunos de esos líderes critiquen a una Dama de Blanco y consideren sus acciones de menos importancia. Resulta incomprensible ver las críticas y los trapos sucios que se sacan constantemente, apelando a hechos reales o inventados, ya no por parte del gobierno, sino por parte de ellos mismo, donde prevalecen los temas de dinero, abuso de poder, robo, estafa, violencia doméstica, etc. Muchos disidentes en Cuba se llaman puros y entonces demeritan al otro. Muchos disidentes sólo quieren tener el protagónico. A veces parece que están pensando en los cargos después de la victoria, sin pensar primero en cómo conseguirla.

Seamos sinceros a la hora de exigirle al pueblo de Cuba, yo trato de hacerlo. A la dictadura batistiana no la tumbó el pueblo de Cuba, no hubo manera, ni tiempo, de organizar a los 6 millones de personas que por aquellos años existían. A Batista lo tumbó una parte de esa población, sólo una parte, la avanzada, los más interesados, los más valientes, los más arriesgados y por qué no, los más locos. Al pueblo de Cuba en su totalidad se le entregó la huida de Batista en bandeja. Existieron los rebeldes, existió la clandestinidad, muchos, de todos los sectores de la población, apoyaron directa e indirectamente, algunos se alzaron, otros pintaron las calles con carteles de “Abajo …”, otros compraban “bonos” para luego con el dinero comprar medicinas y armas, otros llevaron mensajes, etc., pero mientras esto pasaba, había una enorme cantidad de personas que no hicieron nada, no se motivaron, estuvieron en contra o siguieron vacilando. La imagen de pueblo revolucionario está magnificada por los libros y discursos. No todo el mundo estuvo dispuesto a poner el muerto. Recuerdo que mi abuelo, santiaguero luchador activo en la clandestinidad, me decía que cuando el salía de Santiago, ciudad ensangrentada, perseguido bajo amenaza de muerte y se escondía en La Habana, la capital estaba en carnavales y fiestas. Puede ser que no fuera 100% cierto, mi abuelo fue santiaguero y siempre existe una probabilidad de regionalismo, pero lo cierto es que a la “hora de los mameyes” las diferencias existieron.

Entonces eso mismo pasa hoy. Si pretendemos que todos, a la misma vez, den un grito de “libertad”, estamos pidiéndole “peras al olmo”. Existe y existirá una parte de ese pueblo al que habrá que llevarle los cambios envueltos en papel celofán. Siempre, en cualquier sociedad, existen los líderes, más los seguidores, más los aceptadores, más a los que, por más justa que sea la causa, no les interesa nada.

La Cuba de adentro si está informada. Lo está hoy más que nunca. Sólo que una parte está dividida, la otra está dormida, la otra está tranquilamente esperando, la otra aún confía en el discurso político, la otra está maniatada y a la otra no le interesa lo más mínimo. Verlo así, nos permitirá entender y no sufrir. Hagamos cada uno de nosotros lo que tengamos que hacer. Sería fantástico poner a todos de acuerdo en un fin, pero es imposible, porque muchas veces no podemos ponernos de acuerdo ni con nosotros mismos.

Siguiendo mis propios ejemplos, Martí vino a donde casi nadie lo conocía. Aceptó los grados de Mayor General que él debía saber que le quedaban grandes, porque era el mayor grado militar que se ganaba en batallas, de las cuales él no había participado en ninguna. Se paró y dio un discurso frente a los rudos y analfabetos mambises, semi vestidos, semi desnudos. Terminó y miró a Gómez como diciéndole, nadie me entendió, pero aceptó el guiño de ojo que le debe haber hecho “El Viejo”, diciéndole no te preocupes, los conozco, todo va a estar bien. Escribió una carta a su amigo, su despedida. Desayunó y terminó, imagino que, con el tantas veces mencionado por él, café endulzado con miel, se montó en un caballo mambí, que se debe haber dado cuenta muy rápido de que su jinete era un principiante, salió debajo de los tiros y murió. No se detuvo a convencer a muchos, no se interesó en ser apoyado totalmente, no le importó el papelazo y las críticas, necesitó estar, montar, salir, estando consciente de que no sólo su acción, sino su muerte serviría, cosa que ocurrió, de motor por lo menos para unir a los cubanos.

La otra Cuba, la de afuera, tampoco está tan mal como yo la describí.

No es oculto que los cubanos estamos regados por todo el mundo. Por mi cuenta deben quedar muy pocos países donde no exista por lo menos un hijo de la mayor de las Antillas. No voy a hablar entonces de cómo debe ser, porque me resulta imposible. No voy ni tan siquiera a definir cómo pasan las cosas en Estados Unidos donde vivo, porque la Unión tiene 50 estados y en casi todos hay cubanos. Ni tan siquiera voy a asegurar cómo es Miami a este respecto, porque sólo pasé por allí unos meses y no la conozco, no obstante, voy a escribir cómo creo que funcionan las cosas con el llamado exilio cubano.

Aquí en Estados Unidos, siguen vivos, menos, pero siguen vivos los llamados del Viejo Exilio, aquellos que ya dije fueron los pioneros, al menos masivamente, en llegar. Esos que además criaron aquí a su descendencia con sangre cubana, pero con menos vínculos con la Tierra, hijos que, como es de entender, al vivir el sufrimiento y la inconformidad de sus padres, hoy continúan con la llamada línea dura. Pero son 60 años de continuada inmigración, entonces aquí también están los que vinieron después, los que llegaron junto a mí y los que están llegando todavía hoy. Están los “gusanos” convencidos, los que vinieron en busca del sueño americano nada más, por lo que al comprar el carro y la casa se paralizan, los que quieren vivir mejor con una piscina en la que nunca antes se habían bañado mientras vivieron en Cuba, los que llegaron por aventura y hasta por casualidad. Recuerdo haber visto una entrevista a un cubano en Miami, que dijo que a él lo habían montado totalmente borracho en una balsa, que había pasado el viaje vomitando y sin poder abrir los ojos y que en determinado momento se vio desembarcando en las playas de Miami. Happy End!!!!!!!!!!

Están los que vinieron con VISA, los que llegaron en balsas, los que cruzamos las fronteras de Canadá o México, los que vinieron de viaje de turismo y se quedaron. Los que vinieron para trabajar y los que vinieron convencidos de que la idea era continuar robando y estafando. Estamos aquí los que nunca comulgamos con el comunismo, pero también están los que fueron militantes destacados del PCC hasta que aterrizó el avión en “tierra de libertad”, los que fueron ministros y militares de alto nivel del gobierno cubano, los exmiembros de la seguridad del estado y el Minint, los antiguos policías. Están aquí los jóvenes y los viejos, más los intelectuales, filósofos, artistas, y también los campesinos, los carpinteros, los constructores. Los eruditos y los simples mortales. Todos cubanos, todos con derechos sobre aquella tierra y sobe todo, todos con ideas. Cubanos todos, los católicos, los cristianos, los rosas cruces, los santeros, paleros, ñañigos, más los masones, los judíos y budistas y por supuesto los que aún no creen en nada. Y están aquí otros de otras categorías que ni se me ocurren en este inventario ¿Cómo poner a todas estas variantes de acuerdo con la dificultad de que todo cubano es líder, de que todo cubano es conocedor, de que todo cubano defiende a Cuba, pero sobre todo a su Cuba, su ciudad o pueblo natal y que casi todos los cubanos, por mucho que nos duela, llevamos a un Fidel, mayor exponente de nuestras características buenas y malas en estos últimos tiempos, dentro?

Claro, soy de la opinión que todos, por puro pudor, deberíamos estar en contra del comunismo, por lo menos por coherencia. Todos, incluso los que han salido por amor, justificación noble, deberíamos acordar que lo que existe en Cuba, llámese como se llame, no debería existir o de lo contrario, muchos deberían regresar a defender aquello desde adentro, sobre todo ahora que se puede regresar o más, son bien recibidos por el gobierno bajo su estrategia de repatriación con libreta de abastecimiento incluida. Todos deberíamos apoyarnos y escoger una causa pequeñita para convertirla en nuestra.

“Yo no sé nada de política”, “No soy político”, son unas de las frases más escuchadas en aquellos sectores del exilio, que ya no son aquellos pioneros. Y aquí una contradicción o pequeña confusión. Creo que, para justificar actuaciones e intereses, muchos se tratan de apartar de tener que criticar o al menos dar una opinión sobre la verdad. Muchos estamos confundidos, una cosa es ser político de profesión, estudioso, especialista y otra es no querer comprometerse. No creo en la apolítica, creo que el hombre como ser social debe tener una participación activa en su entorno, tiene que ser consciente de lo bueno y de la malo y tiene que actuar. Por más que el tema cubano hoy, ya no es un tema político, no se trata de la evaluación teórica de si el comunismo es bueno o malo, es sencillamente la realidad de que por más de 6 décadas todo se ha ido desmoronando y hoy estamos peor que cuando empezamos. Es sencillo, no hay que ser político, no hay que analizar profundamente nada, no hay que dar grandes discursos ideológicos, lo que se trata es de ver la realidad y ponernos de acuerdo en un solo tema, la realidad cubana, toda, debe desaparecer y dejar paso a otra variante, que no sabemos a ciencias ciertas cómo será, pero por lo menos será nueva.

Hoy, pienso que, por suerte, porque, aunque tiene riesgos y cosas que pudiéramos ver como negativas, aparece el fenómeno de las redes sociales dentro del exilio cubano y esto ha venido a volver a mover a las personas. El exilio que, a mi consideración, tuvo momentos de dormir, de ponerse viejo, de no llamar la atención, parece que despierta, al menos en el campo de las ideas, que es tan necesario.

Las redes sociales, fenómeno hoy perseguido por millones de personas, están trabajando en la dirección Cuba. Hay que tener cuidado, claro, porque es cierto que cualquiera toma una cámara y habla lo que le da la gana, por lo que existen muchas mentiras, muchos inventos y sobre todo mucha mierda, pero no se puede desconocer que hay personas que están tratando de hacer algo digno.

Es llamativo, aprovechando la más que famosa “libertad de expresión norteamericana”, ver que existen, dentro de las redes sociales, lo mismo que nos pasa a los cubanos en la vida real, dos posiciones diametralmente opuestas. Posiciones identificadas, comprometidas, aparentemente serias y posiciones que desde plataformas dentro de los propios Estados Unidos defienden absoluta y públicamente al gobierno cubano y lo más increíble es que estas posiciones, las últimas, tienen miles de consumidores, adeptos y activos seguidores, no viejos, sino jóvenes que, viviendo dentro de los Estados Unidos y no pretendiendo regresar a Cuba, defienden no las palmas y el guateque campesino, sino al gobierno, a Raúl Castro, Díaz Canel, al Partido Comunista Cubano e incluso al desaparecido Fidel, tanto que resulta imposible no pensar que son mimados y por qué no, pagados de alguna forma por los comunistas cubanos. ¿Qué nos pasa a los cubanos?, ¿Cómo digerir tanta incoherencia?

Algunos “influencer” dentro de las redes sociales, unos mejores y otros peores, están trabajando para demostrar que “el cambio es ya”, pero cubanos al fin, se desgastan en criticarse unos a otros con chismes y fajarse, a veces utilizando golpes bajos, que increíblemente gustan a las personas y garantizan los “me gusta”, pero diluyen el que debería ser el verdadero objetivo. No obstante, me gusten más o me gusten menos, su mensaje llega a miles de cubanos que están fuera de Cuba y para aquellos que siguen diciendo que el cubano no está informado, sus mensajes llegan a miles de cubanos que están dentro de la isla. Eso me parece bueno. Entonces seamos capaces de separar la paja del grano y obtendremos el beneficio. Parece, según los expertos, que el movimiento de información a través de las redes sociales puede y de hecho hay ejemplos donde ha sucedido, crear movimientos a favor de determinada causa. Estos “influencer”, más allá de lindos o feos, homo o heterosexuales, más cultos o menos cultos, más chismosos o menos chismosos, merecen atención, más allá del dinero que se pueden ganar por sus trabajos, cosa que es lícita, lo ilícito es robar, están tratando de despertar cerebros y creo que lo logran, sin pretender que la población cubana completa los quiera nombrar presidentes de su próximo gobierno.

Hace pocos días he leído algo que me llamó la atención y me ha hecho pensar que hemos estado y muchos podemos seguir estando equivocados con lo del anticomunismo. Pedro Luis Ferrer, el trovador cubano tan bueno como Silvio Rodriguez, cuya vida personal y obra artística, por defender solamente una determinada posición ética, han corrido diferentes caminos que las del dueño de “Ojalá” y hoy dentro de Cuba se encuentra en el más franco ostracismo, hace muy pocos días dijo y con esto termino:

"El fidelismo, entre otras cosas, constituye una cosmología de pensamiento intransigente que no solo abarca a quienes están incondicionalmente a su favor, sino también a los que se le oponen radicalmente dando sustento justificativo a la lógica de su razonamiento excluyente. (…) El antídoto del comunismo no es, como algunos creen, el anticomunismo, sino la democracia. (…) La democracia, en cambio, no es una reacción, sino una esencia simultáneamente integradora y liberadora que equilibra la convivencia social y, al establecer ampliamente el derecho de cada ente, garantiza el respeto recíproco y armónico de todos los individuos y colectivos en la sociedad”.

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