Es típico hoy, tanto
para cubanos que están en la isla, como increíblemente los que viven afuera, la
respuesta de, “yo no sé nada de política, yo soy músico, escultor, mecánico de
naves espaciales, vendedor de estampillas religiosas y flores”, etc., cuando
alguien pregunta por la realidad que se vive en Cuba. Esas mismas personas que
desde Cuba pueden criticar al detalle cualquier país capitalista donde jamás
han vivido o que, viviendo en uno de ellos, son extremadamente críticos con las
calles de París, la llovizna de Londres, la violación de los derechos humanos
en Siria, la golpiza que ayer le dieron a un negro o lo injusto de los
impuestos en los Estados Unidos, se niegan, quizás por razones entendibles, a dar una
opinión.
Pudiera parecer, cuando
se trata sobre Cuba, que es difícil ver lo que pasa, o sea, las calles
destruidas, los edificios que se están cayendo, la carencia de transporte
público, la falta continuada de alimentos o la represión con golpizas injustificadas,
incluso a personas esposadas, que están ocurriendo en muchos puntos de la geografía
y que sólo tienen o pueden tener opinión aquellos que son graduados de politología de una universidad de Inglaterra. Cuando hablamos de Cuba, caemos en una discusión
que va hasta la llegada de los españoles a la isla en 1492, abundan, creo yo
que, por miedo o facilismo, los datos del pasado, que si Martí, que si Maceo,
que Machado, que la campaña de alfabetización y la invasión por Playa Girón,
etc., y nos perdemos. Creo que lo pasado, pasado está y como todas las
historias, tuvo sus aspectos positivos y negativos, de lo que tenemos que
hablar es de hoy, del 2020, de lo que se está viendo y viviendo. Aunque se
vendan estampillas y flores, no se puede estar ajeno.
Por todos es conocido,
o al menos eso pienso yo, que la información, las noticias e incluso la historia
como ciencia, dentro de Cuba desde hace los mismos 60 años que todo pasa, ha
tenido y tiene una sola dirección. Dirección controlada, organizada, manipulada
y dirigida a un mismo fin, o sea, la defensa de la revolución, la creación de
un enemigo fantasma que atacaba diariamente y ocultar, sobre todo, ocultar, los
problemas, las desventajas, los incumplimientos, las locuras, los desastres y, por
encima de lo imaginable, las vidas personales, para nada parecidas a la vida
del pueblo, de los dirigentes, ya sean los de turno, como los eternos y de toda
su familia y amigos más cercanos.
Si uno sólo se informaba
por los medios de comunicación existente, por cierto, todos de propiedad
absoluta del gobierno y partido comunista cubanos, podría llegar a pensar que
transitábamos, con llegada muy rápida, a la sociedad perfecta, donde todos
estábamos contentos, donde todos teníamos todas las necesidades resueltas,
donde cada uno de los cubanos vivíamos únicamente para respaldar voluntaria y
alegremente a los líderes del proceso. Siguiendo la información oficial, los
problemas, todos, estaban fuera de Cuba, el hambre, la explotación, la droga,
las guerras, los niños de las calles, los asesinatos, la prostitución, etc., y,
sobre todo, el descontento de casi toda la población mundial con su realidad. Se pretendía impresionar y meter miedo con estadísticas frías e inventadas sobre
que los burgueses, enemigos eternos del proletariado, eran todos corruptos, enajenados,
drogadictos y alcohólicos, por lo que “el futuro pertenece por completo al comunismo”,
en la misma medida que el proletariado mundial, siguiendo la clásica teoría
marxista leninista, se encontraba a sólo un pasito de llegar al poder liberador.
No soy yo, ni este es
el espacio que pueda demostrar que todo eso fue mentira, pero es válido
recordar que ni estuvimos tan contentos, al menos una gran parte, ni hubo
tantos logros y beneficios, ni se amaba tanto a los líderes, ni los comunistas
eran tan comunistas, ni los “jefes” vivían como el pueblo. Si algo siempre se
vio, claro, aquellos que quisieron ver, es que todo lo que ocurrió hasta ayer
al menos, era un montaje teatral de algunos en el poder, para, en nombre de un
pueblo al que sólo utilizaban como paraban, seguir en el poder y con ello
garantizar por encima de todo sus buenas vidas.
Recién, la nueva
tormenta llega a partir de un documental, “Sueños al pairo”, que, utilizando la
persona y una parte de la vida de Mike Porcel, músico cubano, trata de hablar
sobre hechos ocurridos en Cuba hace 40 años ya. El material, como siempre, ha
desatado la furia de los cubanos en todas las direcciones, los que ahora
sienten pena por Mike, los que partiendo de posiciones intelectualoides dicen
que el material cinematográfico no tiene valores estéticos, los que dicen que
esa historia esta amañada con entrevistas preparadas, los que retoman los hechos
para echarle más tierra arriba de la que ya tiene la historia del gobierno comunista
cubano, imagino que los que a través del documental han podido o tenido que
recordar lo que sufrieron en carne propia y los que, habiendo sido
protagonistas agresores de aquellos hechos, hoy, dentro de Cuba o fuera, no
quieren recordar nada.
Primero quiero decir
que, por lo menos yo, no recordaba a Mike Porcel hasta que llegué casualmente a
Lincoln, Nebraska, porque mi amigo Ruso, con mucha pena, me habló de él. Ruso,
supervisor de una planta de procesamiento de carne, lo conoció personalmente
aquí como subordinado, o sea, obrero, trabajando en uno de los trabajos, lo
digo porque yo también trabajé allí, más inhumano y fuerte que se puede haber
inventado, después de picar piedra en una cantera. Antes de eso, me es honesto
decir, que jamás pensé en él. Mike Porcel es un ejemplo de lo que, otra vez, Orwell
llama la “nopersona”. Imagino que, para aquellos seguidores de la Nueva Trova
cubana, para aquellos que vivieron ya de grandes los finales de los 60 y los
años 70 siguiendo aquel movimiento musical y para los estudiosos de la música
cubana, era conocido, era recordado, para el resto, Mike nunca existió.
No podía existir porque
fue enterrado vivo, no podía existir porque “traicionó” a la revolución, no
pudo seguir existiendo porque, contradiciendo la frase que Silvio Rodríguez incorporó
en el comienzo de una de sus más conocidas canciones, utilizando un pensamiento
del poeta alemán Berthold Brecht, Mike dejó de ser imprescindible, porque dejó
de luchar toda la vida, obviamente considerando vida revolucionaria al estilo
cubano.
El documental, sin ser
yo conocedor de la técnica cinematográfica y sin pretender evaluarlo como arte,
cosa que no sé cómo lo pueden hacer los que tampoco son especialistas en el
tema, me pareció bueno, pues salvo dos a tres entrevistas, utiliza imágenes reales
de archivo, imposibles de desmentir, que tratan exactamente los temas de los
mítines de repudio y la salida del país de los cubanos por aquellos años.
No es una historia biográfica,
ni pretende ser tan siquiera un estudio de la obra musical de Mike. Me parece,
sobre todo, valiente, porque fue hecho por dos jóvenes cineastas cubanos que
están en Cuba y que, a lo mejor inocentes, o muy jodedores, o muy ciegos
apasionados con su obra, pero no anormales para desconocer que no pasaría el
primer análisis de las autoridades, lo entregaron para presentarlo en la reciente
edición del Cine Joven en Cuba que acaba de suceder. Como es tradición, por
tanto, tenía que ser esperado, el documental fue censurado y prohibido de participar en el
evento, pero más, creó gran revuelo entre las autoridades del cine y la cultura
cubanas, debe haber provocado muchas reuniones de análisis y terminó con la
expulsión de la joven directora del festival, que fue
sumarísimamente sacada de su puesto.
A lo mejor, de haberlo exhibido,
las personas, que son pocas en el festival, lo hubieran visto, lo hubieran comentado
y a las tres semanas nadie se acordaría de él, como ha pasado con otras muchas
cosas, pero las autoridades temen, lo prohíben y entonces el material de
documental para a ser una bomba. La censura lo potencializa, lo hace incluso
más grande de lo que, a lo mejor, sus realizadores se propusieron o imaginaron.
El documental toma una
parte de la vida de Mike Porcel, fundador del movimiento de la Nueva Trova y
del Grupo Síntesis, además parece, gran compositor y arreglista, para contar lo
que pasó en Cuba, en aquel momento histórico e históricamente oscuro de los
mítines de repudio, organizados por el gobierno y partido comunista cubanos, al
cual además se arrastró a parte de la población, vecinos, amigos, compañeros de
trabajo y aunque parezca imposible, se incluyó a los niños que fueron en muchos
lugares movilizados desde las propias escuelas y que, como pasa con frecuencia,
sumó a la chusma, a la delincuencia que estaba aburrida y necesitada de
diversión encontró un buen momento para tirar piedras, huevos, dar golpes, decir
malas palabras, ofender, etc.
Mike no es un caso
aislado, es famoso ahora, porque fue una persona conocida en Cuba, pero él es
el ejemplo de lo que pasó a miles de cubanos, familias, viejos y niños, por sólo
haber declarado su deseo de abandonar el país. Existen miles de imágenes, fotos
y videos, entrevistas, de lo que aquello significó. Existen miles de historias
y anécdotas de lo que pasaron las personas, golpes, atentados, casas
destruidas, familias separadas e imposibilitadas de verse, desmoralización,
humillación, e incluso muertos. Agresión verbal brutal y física más brutal a cubanos
por agresores dirigidos, autorizados y orquestados por el gobierno. Personas
arrastradas por las calles, sacadas a golpes de sus trabajos, invadidas en sus
casas, despojadas de sus ropas, obligadas a caminar con carteles colgados en el
cuerpo, que fueron sometidas a 24 horas continuas de insultos por días,
semanas, donde los comunistas y los aburridos se vengaron con esa posición chusma,
vulgar, agresiva, que muchas veces las masas adoptan cuando se desbocan.
Entonces Mike y su
familia sufrieron esa represión brutal de, primero que todo, sus compañeros de
trabajo, a decir del documental y no desmentido, lidereados por nada más y nada
menos que el Sr. Silvio Rodríguez, pero que incorporó a casi todos los miembros
de la nueva canción cubana. A decir del mismo Mike, ahora entrevistado por la
TV, los únicos de aquellos conocidos músicos que no participaron fueron Amaury Pérez,
que evidentemente tenía con Mike parece una relación de amistad más cercana y
Sara González, que nadie, ni la misma víctima, sabe explicar el por qué de su
ausencia.
Lo que viene después es
de imaginar, en el caso de Mike, gritos, ofensas, golpes a la puerta de la casa
de sus padres donde se refugió, carta de ofensa y amenaza firmada por todos, donde
se le dice hasta del mal que va a morir y lo que incluso pasaría después de la
muerte, 9 años de castigo y olvido sin poder salir de Cuba, exilio político
interno, el olvido de sus más cercanos amigos y colaboradores, familia destruida
e imagino noches sin dormir por miedo, incomprensión, odio, impotencia, etc. Esto
fue lo que pasó exactamente a Mike, pero, es más, esto es lo que pasó a miles
de cubanos, niños, jóvenes, padres y madres, abuelos, familias enteras, algunos
hoy ya recuperados fuera de Cuba, otros aún sin poder reponerse.
El documental
entrevista a artistas y músicos cubanos que estuvieron en aquel momento frente
a la casa de Mike Porcel, de ellos, solo Eduardo Ramos, el gran bajista cubano,
se mostró arrepentido honestamente y dijo que lo había lamentado toda su vida y
más, aprovechó el documental para enviar, para mí, sentidas disculpas a Mike.
No creo que Ramos mintiera. Estuvo allí, grito y reprimió como parte de sus
compañeros movilizados, pero antes de fallecer, cosa que es lamentable, tuvo el
coraje de decir frente a una cámara, me equivoqué, me arrepiento, he vivido con
este dolor adentro toda mi vida y pido disculpas. Ramos no sabe explicar cómo
un hombre como él se vio mezclado en aquello y se arrepiente honestamente.
La figura protagónica del
mitin de repudio de esta historia fue el Sr. Silvio Rodríguez, para muchos la figura
más importante del movimiento de la Nueva Trova. Según los testigos
presenciales, Pablo Milanés propuso ir a cantar frente a la casa de Mike, pero
Silvio, quizás más amigo de Mike, quizás por sentirse más traicionado porque le
preguntó directamente a su, hasta ese momento, amigo y este le dijo que no, que
no se iría de Cuba, dijo que no, que había recibido una llamada del secretario
ideológico del Comité Central del Partido y el funcionario le había orientado
que nada de cantaleta, había que meterle un mitin. Después confesó que lo de la
llamada había sido mentira y algunos testigos y participantes aseguran que la
idea del mitin fue de la propia inspiración del autor de Ojalá.
Silvio al reconstruir
los hechos, declara que él trató de perderse, o sea, esconderse, pero fue
encontrado por sus compañeros y entonces fue al mitin. Y a partir de aquí
mismo, de esta declaración de su puño y letra, se embarca. ¿Quién era Silvio?, ¿Era
aquel joven revolucionario de verdad? Si eso fuera cierto, tenía que haber
salido al primer llamado y no tratarse de perder para no dar la cara, como él
mismo declara en su escrito defensa, pero si no estaba de acuerdo, tenía que
haber salido y declarar su inconformidad y definir su no participación públicamente
y por supuesto, haber estado dispuesto a afrontar las consecuencias. Amaury y Sara no fueron y no estuvieron presos
después, ni fueron sancionados a no poder cantar más.
Pues no, típico en
muchos “revolucionarios” cubanos, se esconde, luego es detectado, no le queda
más remedio que participar, hace presencia y luego se dice, bueno, la historia
me absolverá, cuando tenga que explicar, pues haré una notica amorosa y se
acabó. Y esta actuación, a mis ojos, pues lo demeritan enormemente y me dice
que mis valoraciones, no al Silvio poeta, sino al Silvio persona, no estaban
equivocadas.
Como digo, para mí, a Silvio,
es bueno decir que no soy fanático a su música y me importa un carajo cada una
de sus canciones, le quedaban dos soluciones claras e inequívocas, más allá de la
nota que ahora, después de 40 años, escribió, porque, aunque fue requerido para
el documental, no se dejó entrevistar, porque quizás ahora, puede ser que se
escondiera una vez más y que se escondiera bien para no ser localizado.
Una era decir, si,
participé, me siento orgulloso, creo que era necesario, que fue importante y
además, para que no quede dudas de mi necedad, lo volvería a hacer. Dos, tener
los testículos de decir, estuvo mal, se nos fue la mano, fuimos groseros, agresivos,
cometimos el error de dejarnos llevar por directivas de gobierno mal tomadas
u orientadas, y por supuesto, me arrepiento de haberlo hecho. No tenía más
solución, tenía que haber adoptado una o la otra y entonces a lo mejor,
personas como yo, a los que no nos cae bien, hubiéramos dicho, coño el tipo es
de verdad, no importa el camino escogido. Tenía dos vías, mantenerse públicamente
o arrepentirse públicamente.
Pues no, ni una, ni la
otra. Silvio en su nota hace una historia dulce, para mi entender, tratando de
quitarle importancia al hecho, o sea, al mitin de repudio, léanla. Trató además
de demostrar que Mike había sido colaborador entusiasta del sistema y al final
dice, más dulcemente aún, tratando de minimizar su participación, que llegó al
lugar donde estaban sus compañeros de la Nueva Trova y como siempre vecinos
indignados, sus compañeros lo esperaban para que él comenzara a dirigir la
orquesta, caminó hasta el portal de la casa y por la ventana SUSURRÓ una
palabra. Testigos presenciales, Tony Pinelli, miembro también fundador del
mismo movimiento cultural, asegura que todo fue a través de un micrófono,
porque había un micrófono.
Nunca Silvio en su escrito dijo la palabra susurrada,
ella pudo ser, perdóname o pudo ser traidor, pero todos los que declararon para
el material cinematográfico aseguran que fue la segunda, además todos sabemos
que esa era la palabra más repetida en aquellos actos contra la dignidad
humana. Mike no lo delata, a lo mejor ni lo escuchó. Después de su SUSURRO,
dice Silvio que viró la espalda y se fue. Dice además que luego, otros de sus
compañeros que estaban apostados frente a la casa, también se acercaron y
susurraron sus palabras. Ya sabemos que de susurro nada, hubo un micrófono, que
nada cambia, pero la idea clara era el espectáculo, por tanto, mientras más
decibeles mejor.
¿Susurro en un mitin de
repudio? Apretó Silvio. Susurro Rodríguez sigue siendo el mismo hipócrita que
desde hace años es, pero además ahora se ha vestido públicamente de cobarde y oportunista,
de lo cual a mí no me quedan dudas. Al final de su escrito, sin más nada que
decir, como si todo hubiera sido un juego de niños, le escribe a Mike que
cuando él quiera puede ir a grabar a Cuba, cosa que se hace más fácil que en
Estados Unidos, donde él ahora vive, o sea, algo así como, _ Oye, Mike, no ha
pasado nada, no seas tontito, ya hace mucho tiempo de aquello, ya lo debes
haber superado, la vida es así, son daños colaterales, es verdad te metimos una
semana de repudio continuado y luego te sancionamos a 9 años de prisión interna
sin delito ni juicio, pero para que veas que soy bueno, te invito a grabar una
cancioncita en Cuba. ¿Qué decir de Susurro Rodríguez?
Mike Porcel además de
músico parece una buena persona, dicen los que lo conocieron de cerca y
trabajaron con él que sus canciones, sus arreglos y su obra, podía
perfectamente haber competido con la del reconocidísimo Susurro, todavía en
todas las entrevistas que he visto para conocer los detalles sobre el tema, no
se ha cagado en la madre de nadie. Todavía dice que no se sintió traicionado,
se sintió agredido, que no guarda rencor, pero no olvida, cosa que es entendible
porque cosas como esas jamás se podrán olvidar. Yo fui el número 2354 dentro de
100 y Aldabó, tengo el número grabado en mi cerebro, todavía Mike Porcel,
bueno, tiene ganas de perdonar.
Los invito a ver el
documental, “Sueños al pairo”, como dicen muchos intelectuales cubanos de las redes,
quizás no es la gran obra, quizás no sea la Meca, o sea, no pretende romper récord,
ni posicionarse como el más clásico de todos los clásicos de su género, pero es
un material que se puede ver, sobre todo, para como dice Mike Porcel, no
olvidar.
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