sábado, 7 de marzo de 2020

¿Quién divide a la familia cubana? (Primera Parte)

El Terrible I, desde Cuba, me cuenta:


"Busca Mesa Redonda de hoy para que te enteres del último invento del Ministerio de Educación Superior, llamado de ciclo corto o sea carrera que quedarían en 4 años. ¿Cómo si los profesionales salen con muchas lagunas, se les puede ocurrir quitarles un año a las carreras? Los títulos serian llamados técnicos superior. No inventan nada nuevo bueno, son miles de funcionarios, una partida de vagos acomodados que cobran y no aportan nada más que burocratismo. El Ministerio de Educación en Cuba es una de las cargas pesadas para el gobierno que no puede mantener esa estructura inservible y poco viable. Los pocos jóvenes que terminan su carrera con calidad en pocos meses empiezan a pensar en cómo pueden irse de Cuba. Es una lastima porque hay mucho que hacer aquí en todas las esferas del desarrollo y el crecimiento del país. Más inventos para adelante y para atrás que no resuelven nada en concreto y ya son más de 60 años de lo mismo. Las universidades cayéndose a pedazos y ellos dice que todo está OK. Los suministros no llegan, tiendas llenas de mierdas muy caras que nadie compra ni necesita. Entré en una tienda ayer, de 10 neveras solo dos funcionando con perros calientes adentro. ¿En que tiendas compran los jefes y sus familias? Sacan unas pocas cajas de pollo en (..) después de muchos días y faltó poco para que alguien muriera. Mujeres fajadas como fieras. ¿La mujer de Randy habrá hecho alguna de esas colas para coger pollo? Un italiano invierte 8 millones de dólares en una fábrica de chocolates en Baracoa. Dice el ingeniero jefe que no alcanza la producción actual de cacao y que la tecnología es muy moderna, lo que les permitirá exportar los chocolates, pero no dijo cuándo los cubanos podremos comerlos. Seguimos en combate".

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Una de las ideas más repetidas hoy día desde las dos orillas del Estrecho de la Florida, es que la familia cubana está dividida y con gran fuerza, el gobierno de la isla y no pocos de los emigrantes, de esos que el gobierno cubano llama “emigrantes positivos, aseguran que una parte de la emigración cubana, donde, yo creo que me encuentro, somos los causantes del sufrimiento y la división de la familia cubana.


Claro, eso me hace pensar. Cuba se prepara para una nueva reunión del gobierno con la emigración, ésta, la cuarta edición de ese tipo de encuentro, donde se reunirán representantes del gobierno, imagino Díaz Canel y Bruno Rodríguez, como maestros de ceremonia, con un grupo de emigrantes, por ellos muy bien escogidos y con esto dar una imagen de que todo funciona bien, que el gobierno no tiene problemas con sus hijos que están fuera y más, que se preocupa por ellos y los tiene en cuenta para tomar decisiones.

La fiera está herida, como muchas otras veces, trata de encontrar y culpar a otros. Hay dos estrategias que los gobernantes cubanos, imitándose unos a otros, han practicado, a veces con éxitos, durante todos estos años.

Uno de los métodos es la respuesta con una pregunta, con la cual se abre una serie de preguntas y respuestas preguntas, que puede ser inacabable, haciendo tediosa y tendenciosa la conversación. Esto es una solución viejísima, tan vieja que se le atribuye a Sócrates, filósofo clásico griego que vivió entre 470 a.C. hasta 399 a. C., como su creador. 
El método conocido como Socrático, los españoles le dicen “responder a la gallega, se ha desarrollado hasta hoy, reconociéndose muy útil para aquellos que, por una parte, tratan de enseñar y estimular al que pregunta, para que llegue a sus propias conclusiones, apelando a conocimientos que cree que no tiene y por otra parte, para aquellos que, no quieren o no tienen cómo dar una respuesta y entonces esquivan, se escapa, se deslizan, se esfuman.

Es un método muy recomendado para políticos e incluso para vendedores y de seguro, si cierras los ojos, descubrirás que tienes alguno dentro de tu grupo de amigos e incluso dentro de tu familia. Recuerdo que cuando estudié marketing y luego escribí mi libro sobre ventas, aprendí que esto de responder con una pregunta, no era un método pedante de un interlocutor prepotente, sino que era algo enseñado en las academias para conducir una determinada conversación, claro, todo bajo la mano de la mesura y la coherencia. Todo en exceso es complicado.

Sócrates fue el que utilizó conscientemente esta forma como método, muchos la han utilizado de allá para acá, hasta llegar a Cuba, donde Fidel encontró y se apoderó del filósofo griego y se convirtió en su mejor alumno. Fidel, retomó y utilizó en millones de ocasiones eso de responder con una pregunta, a veces con bondad, en su “misión” de gran maestro del pueblo y para mal, cuando trató de escaparse de una pregunta difícil, un momento fuerte, algo que lo cuestionaba o no podía demostrar, etc. Hoy el presidente actual, ya como caricatura, como método se pregunta y él mismo se responde lo que se quiere responder y así pasa la mayor parte de su intervención cantinflesca, claro, sin la maestría para el bien y para el mal que tuvo el primero.

El otro método es el de la victimización. Recurso humano, llevado con éxitos a la política. Mis problemas no son míos, no son creados por mí, ni son el resultado de mi mala actuación, sino que son las consecuencias de factores externos. El embargo, “bloqueo”, puede ser ahora, porque durante muchos años ni se mencionó con fuerza, la justificación de todos y cada uno de los males que desgraciadamente aparecen en Cuba. El bloqueo, a decir de ellos, es el causante de todos los males, incluso de que los sargazos ensucien las playas cubanas, que los mosquitos aparezcan en las noches calurosas y que las olas del mar mojen el faro del Morro cuando aparecen los nortes, lo que sin dejar de reconocer que puede tener determinada incidencia en determinados asuntos, llega a ser ridículo.

Yo he crecido confundido debido a la incoherencia del discurso. Un día, a partir de un enorme chovinismo, con cara de fieras y gritos incluidos, éramos una isla grande, una potencia, un enemigo inmortal para cualquiera, éramos capaces de acabar con el capitalismo mundial, éramos potencia médica, educacional, deportiva, ideológica, política y militar y preferíamos morirnos y al otro día, con cara de víctimas, discursos bajitos y pausados, éramos una pequeñita isla del Caribe, pobre, maniatada, inocente, atacada, “bloqueada”, imposibilitada de crecer por las acciones foráneas. La primera nos llevaba a mantener ejércitos a nivel de las potencias más armadas del mundo y la segunda nos mantenía con un pan diario. La primera nos llevaba a mantener a las guerrillas de todo el mundo, con la única condición que se nombraran anticapitalistas, regalar hospitales, escuelas y centrales azucareros y la segunda, nos amarraba a malas guaguas, apagones, falta de agua potable, interminables filas para cualquier cosa, el boniato y la papa como joyas exclusivas. La primera nos quería hacer entender que la langosta, el tabaco y el buen ron era para la exportación porque eran productos revolucionarios y la segunda nos condenaba a lavarnos la boca con bicarbonato, jabón o sal, a cocinar con carbón, leña, keroseno o petróleo y alumbrarnos con cocuyos o luciérnagas.

Ahora la noticia, justo ahora en el 2020 dice, con cierta victimización e incluso aparente dolor, que la familia cubana está dividida y el gobierno muy rápido da sus conclusiones. Nos vuelve a dividir y nos llama “cubanos positivos” y “cubanos negativos”. Los positivos son aquellos que, aunque viviendo afuera del país, en destinos capitalistas, se reúne, pacta, colabora, ayuda, incluso con amor, al gobierno cubano, diferentes caras, pero el mismo sistema y método de gobierno de hace 60 años y los negativos, bueno, ya sabemos quiénes son los negativos.

El gobierno conoce la confusión, la contradicción, e incluso la conveniencia con la que vivimos y nos aprovecha, nos clasifica, y más, nos pone a fajar, sabiendo que increíblemente, los que vivimos fuera de Cuba, no hemos logrado, lo que resulta inexplicable, estar por lo menos de acuerdo en una sola cosa, en lo mínimo, en lo más decente y coherente, sencillamente es que, seamos de izquierda, derecha, de abajo o de arriba, verdes, blancos, estemos a favor de proteger la capa de ozono o no, estemos a favor de proteger los bosques o no, nos pronunciemos a favor de los derechos de la comunidad LGTB más todas las demás letras que quepan o no, deberíamos acordar que ese gobierno no puede existir más. No por el embargo-bloqueo, no porque los mosquitos piquen a las 7 pm en verano, no porque el faro del Morro se moje con agua salada, sino porque ha demostrado su incapacidad para resolver lo mínimo, o sea, el agua potable de forma estable en las pilas de las cocinas o duchas de las familias cubanas.

Ahora el mensaje para el exterior y sobre todo para el interior cubano que da el gobierno a través de todos sus monopólicos mecanismos propagandísticos y que para mí increíblemente, repiten muchas personas fuera de Cuba, es que la pobre familia cubana es tratada de dividir, es explotada y peor, olvidada. Para esta ocasión no se apela al discurso de potencia, con ritmos prepotentes, con gritos y maldiciones, sino con discurso de víctimas que pretenden causar lástima. Ahora los “emigrados negativos” son los culpables, son los instrumentos, son los causantes del sufrimiento y las carencias internas.

Pero ¿quiénes son los que han dividido y dividen a la familia cubana? Veamos nuestra historia, al menos la que yo recuerdo y veo desde mi óptica, que aclaro no es la absoluta óptica, pero es la mía.

La revolución triunfó en enero de 1959 y muy rápido, a los pocos meses, el gobierno llamó traidores, sancionó a largas condenas de prisión e incluso a penas de muerte, a aquellos que demostraron, incluso por vías pacíficas que no estaban de acuerdo con el camino que se estaba tomando. Existen muchas historias, vean uno de los casos más famosos por lo de amañado e injustificado del Comandante de la Revolución que entró a La Habana el día 8 de enero en el mismo tanque que llegó Fidel, Huber Matos. Familias divididas.

Luego, cuando grupos de cubanos, muchos de ellos con méritos probados en la lucha clandestina y armada contra Batista, se mostraron en contra del gobierno, primero fueron llamados no contrarrevolucionarios tan siquiera, sino “bandidos” y se les echó al ejercito encima. Aquellos campesinos de las zonas donde se dieron los acontecimientos, que colaboraron voluntaria e incluso forzadamente con los “alzados” fueron sacados de sus casas, de sus tierras, arrancados de sus propiedades y trabajos y fueron llevados a Pinar del Río, a poblados, que yo conozca, como Sandino y López Peña, donde se reconcentraron. Reconcentración idéntica a la que Valeriano Weyler puso en práctica en el año 1896 dentro de Cuba o a la de Hitler con sus ghettos para judíos y sus campos de concentración y exterminio durante la II Guerra Mundial. Conozco a dos familias completas que fueron levantadas de donde habían vivido por siglos y enviadas al más occidente cubano. Conozco la historia de la abuela de un amigo muy cercano, muy querido, que no sólo le quitaron sus fincas y los trasladaron, sino que, a la abuela, le mataron a su marido y un hijo, campesinos no bandidos y jamás le dieron o dejaron ver los cadáveres. Nunca supo dónde fueron enterrados. Familias divididas.

El gobierno no sólo intervino las grandes compañías monopólicas cubanas y extranjeras, sino que liquidó a todos los pequeños negocios dentro de Cuba. A partir de la ofensiva revolucionaria del año 1968, el bodeguero, el panadero, el talabartero, el pequeño productor de sillas y mesas, el que fabricaba cajas para muertos, el dueño de un carro de duro frío, los propietarios de pequeñas escuelas de barrio, etc., fueron intervenidos y convertidos, los que aceptaron, en obreros asalariados. Los campesinos fueros cooperativizados y puestos a vivir en edificios de micro brigadas y a comer de la libreta de abastecimiento. De esto tengo millones de historias, el padre de mi cuñada, el abuelo de mi mujer, son dos de ellas. Economías arruinadas. Familias divididas.

A los que no entendieron de qué se trataba, se les persiguió, se les reprimió y se les encarceló. Personas que trataban de mantener su religión, personas que querían hacer su arte, personas que querían, impulsados por corrientes internacionales, tener el pelo largo, los jeans apretados, las faldas cortas. Poetas que quisieron escribir sus poemas, cantantes que quisieron cantar. Se abre entonces la gran etapa que hasta hoy dura, la lucha y batalla ideológica donde se metió a todo aquel que por mínimo pensara un poquito diferente. Casos famosos por todos conocidos, el de Pablo Milanés y Jaime Ortega para la UMAP, el de Silvio Rodriguez castigado en el barco Viet Nam Heróico, Dulce Ma. Loynaz, Lezama Lima, más los miles y miles de cuentos que se podrían recopilar. Intelectuales, artistas, religiosos profesionales o populares, jóvenes y menos jóvenes como el caso de mi tío abuelo enviado a la UMAP. Estas personas no se alzaron, no le tiraron un tiro a nadie, no agredieron con armas, sencillamente en un momento determinado pensaron y se les ocurrió decir lo que pensaban. Familias divididas.

Al poco tiempo comenzó de forma masiva la purga revolucionaria, tal como hizo Hitler, o sea, las aulas en las escuelas y los centros de trabajo se convirtieron en tribunales, que, siguiendo los aires revolucionarios, enjuiciaron y expulsaron a homosexuales probados y no, jóvenes con problemas ideológicos, llamados así todos los pensamientos y actuaciones no permitidas por el rígido sistema de gobierno. Los trabajadores fueron evaluados casi todos los días de sus vidas, debajo de “estás conmigo o estás contra mí”. Todavía esa variante de expulsión de las Universidades la cogí yo a principios de la década de los 80. Una compañera de mi aula, matancera, fue sacada de la carrera porque declaró, quizás con esa honestidad ingenua de la juventud, que era protestante, su papá era pastor de esa religión desde muchos años antes de ella nacer. Hoy es más que nunca público el lema a repetir a gritos por eufóricos jóvenes, “la universidad es para los revolucionarios”, o sea, si piensas diferente no puedes estudiar. Familias divididas.

Cuba es un país que emigra de forma individual e incluso de forma masiva desde el propio 1959. Al principio los batistianos, los ricos, los que fueron intervenidos, los religiosos, etc., pero luego durante estos 60 años, el cubano ha tratado de salir en busca de mejor vida. No viejos, no recalcitrantes y anquilosados, sino jóvenes, estudiosos, graduados universitarios, técnicos, pero además no solo los blancos de piel, sino los negros para los que se había hecho la revolución, pero no sólo los hombres sino las mujeres para las que se había hecho la revolución. Emigran los intelectuales, los profesionales, pero también los obreros y los campesinos para los que se había hecho la revolución.

Durante todo este tiempo el cubano ha transitado en aviones por los aires, pero también en yates, botes, balsas, en gomas de carro, sobre puertas de casas, dentro de bañaderas, etc., a través del mar. Cubanos han caminado por las selvas de América Latina, fajándose con otros cubanos, con bandas de narcotraficantes, con guerrilleros y caminando y caminando han atravesado 6, 8 países para llegar a Estados Unidos. Cubanos que han viajado a terceros, cuartos países, desde África a Europa, para a veces quedar en el país menos pensado, como, por ejemplo, Turquía o Ucrania, o a veces llegar a Estados Unidos.

En todos esos escenarios hemos dejado muertos, a veces en el aire, varios jóvenes se han embarcado en los trenes de aterrizajes de los aviones y miles, el número es desconocido, en el mar, en la selva, en las fronteras. De esos cuentos yo puedo hacer un listado inmenso de nombres, sexos, edades, amigos míos y amigos de los amigos. El caso más famoso el mío propio y los míos, Cuba - República Dominicana - México DF - México frontera - Laredo, Texas - San Antonio, Texas - Miami, Florida - Lincoln, Nebraska. Mi amigo el “Chino”, Cuba – Portugal, Europa - México DF - México frontera - Laredo, Texas - San Antonio, Texas - Miami, Florida - Lincoln, Nebraska - Portugal, Europa - Guinea Ecuatorial, África. Tengo un amigo que se auto embarcó junto a un grupo de amigos dentro de un contenedor vacío en un barco que iría con destino a un tercer país. Es conocido el caso de la joven cubana que se auto embarcó dentro de una caja y se despachó en un avión como carga. Todos dejamos familias y amigos en Cuba, pero después hemos ido dejando familia y amigos en cada uno de los lugares donde hemos estado viviendo, gentes que nos han ayudado, acogido, estimulado, etc. Familias divididas.

Frente a las salidas del país, legales o ilegales, el gobierno organizó y estimuló los mítines de repudio, que después el mismo gobierno se dijo no culpable, echándole la culpa a manifestaciones “espontáneas” de los revolucionarios. Casas sitiadas, familias sin agua, sin electricidad, sin comida, sin poder salir y sin que nadie pudiera entrar, a las que, durante días, semanas, con sus noches incluidas, se les montó un bochornoso y vulgar operativo de agresión. Huevos y piedras tiradas, pinturas manchado paredes, puertas rotas y agresiones personales, golpes, arrastradera por las calles, personas obligadas a caminar con carteles colgados en los cuellos frente a una masa que los golpeaba y les gritaba. Creo que la mejor representación de lo que fue en Cuba, puede ser la película de Mel Gibson, “La pasión de Cristo” donde a Jesús se le hizo caminar cargando la cruz donde lo matarían, frente a una multitud que ni le conocían bien, pero como la moda era ofender y dar golpes para humillar, pues se sumaron. Familias divididas. Recuerdo que los vecinos de al lado de mi casa salieron. Eran muy buenas personas y habíamos sido no vecinos, sino familia durante muchos años. La imagen no se me olvida, el mitin fue sencillo porque fue al medio día, yo llegaba de la escuela, los hombres de la familia salieron con botellas de ron vacías en las manos, preparados para responder a las agresiones que, por aquellos años, se convirtieron más que en repudio, en diversiones morbosas de grupos de cubanos. Yo, desde el portal de mi casa, no pude abrazarlos. Familias divididas.

Es más que sabido que durante años, los que se marchaban de Cuba, se morían, dejaban de existir. El gobierno y partido comunista exigió a sus seguidores que desterraran de sus vidas y corazones a familiares y amigos que dejaban Cuba. Se vigiló a los que, a pesar de las alertas, mantenían relaciones con sus padres, hermanos, tíos, primos “gusanos”. Ya dije que a los muertos al menos se les podía nombrar, a los que se habían ido, no se les podía ni mencionar. Así, mi familia, quizás la tuya, tuvo sus “gusanos”, aquellas personas a las que habíamos querido, con las que nos relacionábamos, jugábamos, y un buen día dejaron de existir.

En su novela 1984, Orwell describe el proceso de borrado sistemático de las personas asesinadas por el Partido Único, a las que llama “nopersonas”. Ellas, como estrategia sistemática, son borradas de sus vidas, de las fotografías, quitándola de los reales hechos, o sea, las “no personas” nunca estuvieron. En eso, el socialismo mundial fue famoso, de ahí que tengamos un día que reconstruir o reescribir nuestra historia. Nuestra familia, nuestros amigos, nosotros mismos, un día fuimos declarados “nopersonas”. Familias divididas.

Pero un día el gobierno cambió, la necesidad de dólares y el empuje de la emigración pues los hizo aceptar a los que se fueron y entonces los “gusanos” regresaron convertidos en mariposas. Llegaron con dólares, con pacotillas y sobre todo con aquellos perfumes, todos iguales, que se olían a 100 metros de distancia. Fue lindo para muchos, llevaban 20 años sin verse, pero entonces, a pesar de que estaban autorizados a entrar, el gobierno dictó a sus militares, a sus militantes, que no podían compartir con las mariposas. Ellos estaban obligados a informar la visita, a pedir autorización para verlos y muchos de ellos tuvieron que moverse de casas y dormir en otros lugares con tal de no compartir con sus familiares que regresaban de visita procedentes del “imperialismo”. Claro, otros también, mintieron, dijeron que no participarían, pero a escondidas visitaban y mejor, a escondidas recibían los regalos. No existe mejor forma de hacer el comunismo que vivir del capitalismo. Durante muchos años se les prohibió a los militares de la Fuerzas Armadas, a los miembros del Ministerio del Interior, visitar y comprar dentro de las tiendas en dólares. Ellos buscaban a terceros para que les compraran lo que necesitaban de esos lugares. Familias divididas.

Cuba vio a sus hijos jóvenes ser enviados a guerras en países que ni tan siquiera conocíamos cómo se llamaban o dónde estaban. Guerra que no eran de los cubanos, pero si del gobierno en su negocio comunista a nivel mundial y por la egolatría de los líderes que, mientras esto ocurría, si supieron poner a buen recaudo a sus hijos. Cuba vivió el regreso de miles de sus hijos muertos, metidos enteros o en partes dentro de cajas o a veces sólo recibir una fotografía. Jóvenes de 16, 17, 18 años que fueron a morir para defender a gobiernos que luego los echaron de allí. Cubanos que fueron a luchar, incluso cuando los nacionales de esos países no lo hacían. Esposos, hermanos, hijos muertos en nombre de algo que nada tenía que ver con ellos y de los que hoy nadie del gobierno se acuerda. No alcanzaría el cemento, el hierro, etc., para hacer monumentos a cada caído en esas batallas. Los listados son de decenas de miles de cubanos. Familia más que divididas. Familias destruidas

Cuba asistió al enjuiciamiento de un grupo de sus mejores hombres, al decir del mismo gobierno, por el supuesto vínculo con el narcotráfico y, sobre todo, traicionar a Fidel. No sólo el juicio, sino presenció cómo a aquellos, sus, hasta esos entonces, más destacados combatientes, se le condenó a muerte sin derecho a reclamar. Nadie pudo intervenir, no se escuchó a nadie. La opinión del pueblo fue descaradamente manipulada. El gobierno era dueño de sus vidas. Entonces, mientras los grandísimos capos de la droga mundial son enjuiciados y condenados a penas de años, pero se les salva la vida, mientras un tipo como Popeye, uno de los guardias más cercanos a Pablo Escobar, confeso de haber participado en más de 2000 acciones para matar a personas y haber de su propia mano matado a más de 250 personas, fue condenado y al haber cumplido su sanción, fue liberado en la propia Colombia que lo condenó, los cubanos fueron fusilados. Esos cubanos sancionados a cárcel y a muerte dejaron a hijos, esposas, amigos, etc., en la misma Cuba que, según ellos, todos sabían lo que se estaba habiendo, incluso muchos de ellos actuaban convencidos de que el alto mando y el “jefe” lo sabían. Familias divididas.

Hechos complicados. Julio de 1994, el hundimiento del remolcador “13 de marzo”. 41 muertos, dentro de ellos, 10 niños. A decir de muchos testigos presenciales, la embarcación, muy cerca de las costas cubanas, fue embestida, después de minutos de chorros de agua a presión, fue golpeada y virada, para evitar que se fugaran de Cuba. Febrero de 1996, dos avionetas civiles de Hermanos al Rescate, sin armamentos a bordo, sin misión de combate, fueron derribadas por los aviones de guerra del gobierno cubano en aguas internacionales, matando a los 4 jóvenes cubanos que estaban dentro de ellas. Abril 2003, tres jóvenes que intentaron secuestrar una de las lanchas que recorría el camino dentro de la bahía de La Habana entre la ciudad y el poblado de Regla, que no lograron ni salir a aguas internacionales fueron sometidos a un juicio sumarísimo, que los declaró culpables y los sancionó a la pena de muerte, ejecutada 9 días después del incidente, sin notificarlo siquiera a sus familiares. Familias divididas. Familias destruidas.

Luego de sancionar a privación de libertad, por la tenencia de dólares ilegalmente, un día no sólo se liberó el asunto, sin sacar de las cárceles a los sancionados, sino que casi se orienta a caerle atrás a la moneda yanqui. Entonces dentro de la familia cubana apareció un fenómeno no visto antes, los que tenían dólares y los que no tenían. Se pusieron de moda los trabajos como taxistas, maleteros, limpiadores de habitaciones en hoteles, guías turísticos legales e ilegales, trabajadores de servicentros, etc., a donde incluso, muchísimos profesionales, cubanos, abogados, médicos, arquitectos, ingenieros, profesores, etc., fueron a parar. Aquellos que se quedaron, por amor, por miedo, o por no poder acceder en sus trabajos en moneda nacional, sufrieron las diferencias. Familias divididas.

Aparecieron los hijos que ganaban dólares, los ganaban o se los buscaban y los hijos que no. Aparecieron los niños, los primos, que sus papás eran porteros de hoteles que exhibían los mejores tenis, los mejores juguetes, las mejores comidas y los niños, primos, que sus papás eran médicos, maestros de primaria y andaban semi descalzos, sometidos a un pan diario, al picadillo de soya, el refresco de sirope, el cake medio verduzco, hecho de boniato, de la panadería. Existieron los que hasta ese momento se los estaba llevando el Diablo y producto de ser despachador de gasolina o trabajar en un matadero de carne, amanecían “macetas”, ricos, y no llegaban a entender por qué su hermano o cuñada, o su primo, seguían insistiendo en trabajar en un taller como ingeniero o ser laboratoristas, lugares donde no se podía “luchar”, o sea, robar nada. Familias divididas.

Recuerdo las diferencias económicas dentro de la familia cubana. En mi caso, recuerdo con agrado porque eran mis amigos, la cantidad de veces que fui mirado con lastima, e incluso ayudado, por trabajar como historiador o profesor. Recuerdo cómo era cuestionado por, estando en contra del gobierno durante muchos años, negarme a robarle. Recuerdo haber visto a muchos, amparados en la doble, triple, octava moral que desde siempre hemos practicado, diciendo que estaban a favor del gobierno, siendo militares, policías y militantes furiosos del partido comunista, se llenaban los bolsillos de miles de pesos en ambas monedas. Recuerdo el efecto no sólo económico, sino psicológico que se creó en nuestra sociedad, aquellas personas llamadas popularmente como “nuevos ricos”, cuando las personas trabajaban en una firma o empresa extranjera, en un hotel, en una tienda, que los llevó, no a todos, pero si a muchísimos, a sentirse diferentes, y, sobre todo, a decir muchas mentiras, ya no a los vecinos, sino a la propia familia, a los propios hijos, hermanos, etc. Recuerdo a muchos comiendo a escondidas, disfrutando a escondidas, socializando sólo con personas de su misma categoría o nivel económico. Familias divididas.


Claro, estas son cosas del pasado, de aquellas que muchos dicen no vale la pena recordar. No es bueno ser rencoroso, menos querer que los que fueron causantes de estos problemas paguen. Mi madre en Cuba, todavía con ganas de ayudarme, me recomienda que ya no hable más de esas cosas. Pero, que pasó que no esté pasando hoy mismo y que sigue separando a la familia.

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