Debo confesar que cuando terminé de escribir, confiando en que había contado mi verdad sobre los temas que había abordado, al releer mis ideas, incorporé al final del primer párrafo una oración que me parecía necesaria, para adelantar, quizás, algunos de los pensamientos que algunos de mis lectores pudiern tener.
La oración en cuestión fue, " Quizás pueda parecer de extrema, pues bien, puede parecer de extrema". De esa forma, dejaba por sentado que me hacía responsable de lo que escribía, más allá de que todos estuvieran de acuerdo conmigo o no.
Hoy, por suerte, acabo de encontrar en mi Facebook un escrito que publicó el actor cubano Luis Alberto García, y que me arriesgo a reproducir aquí textualmente porque, no sólo estoy de acuerdo y lo que ha escrito Luis Alberto viene a respaldar, con muchos más elementos, lo que yo escribí, sino porque creo que el texto es inmejorable. El relato hace el cuento de lo que pasó, sin agregar nada para condimentar el hecho. Es por demás valiente.
Además, el autor no está en Francia, no es un emigrante que añora y ama su tierra desde lejos, menos es un tipo que se está aprovechando de sus "beneficios" en Cuba.
Es muy poco probable que los cubanos no conozcamos a Luis Alberto García, incluso muchos recordamos a su papá, grandísimo actor de nuestra televisión y cine. El actor puede, sin temor a equivocarnos ser calificado como uno de los mejores actores que dieron las pantallas grandes y pequeñas, más el teatro en Cuba. Son inolvidables cada uno de sus papeles, ya sean de carácter o de comedia. En cada protagónico, Luis Alberto se desdobla de tal forma que jamás se repite. Es un tipo que hace llorar, reflexionar y reír, con una calidad casi incomparable.
Pero, además, Luis Alberto está en Cuba, luchando como un cubano más. Según conozco no es de los artistas privilegiados por las autoridades, no tiene beneficios extras, no se ha rendido y menos doblegado. Es honesto, es real y sobre todo pienso, cubanísimo, tal como lo fue su papá.
Les dejo textualmente lo que, repito, el actoraso cubano, ha escrito y publicado para Cuba y para el mundo sobre la apertura del Mercado de Cuatro Caminos, después de muchos años de que la instalación estuviera cerrada por reparación. De esta forma deja otra huella en cada cubano, al menos eso pienso yo.
"Fue combustión espontánea. No una cabronada de la CIA
ni de la USAID ni de la “mafia de extrema derecha”.
Se abalanzaron mis cubanas y cubanos sobre
vidrieras y mostradores en Cuatro Caminos porque los que calculan y planean,
calentaron en demasía las redes y los medios de difusión masiva con la idea de
que aquello iba a ser el “non plus ultra” de los mercados cubanos. Un oasis
“WALMART” en la frontera entre Centro Habana y Cerro. ¡Apúrate, Abelardo, que
llegó Home Depot!
Y hay necesidades acumulándose durante décadas,
faltantes ancestrales, billeteras vacías, refrigeradores tristes que se enfrían
a sí mismos. Angustias, demasiadas familias con una sola comida al día y el
papel periódico colgando de un clavito en los baños. Muchas personas que no
saben ni cómo funciona Western Union. Viejos y niños recogiendo pomos plásticos
y “escachando laticas”. Y “los viejitos que no han sido funcionarios, los
viejitos que no han sido dirigentes.”
¡¡¡ ERROOOOOR !!!
Diversifiquen las ofertas. No concentren lo mejor
en un solo lugar para que sea vitrina y propaganda. Trabajen duro como lo
hicieron, para los humildes de todos los barrios, de todos los pueblos, de todo
el archipiélago, no para los titulares. Ni por los 500 ni por los 60 o 70.
¿O no saben que demasiadas familias cubanas viven
contando los centavos Día y Noche? ¿Trasladándose a distancias enormes para
“luchar” dos libras de carne de cerdo a 5 ó 10 pesos menos que en la mayoría de
los lugares? ¿Dos cebollas que no cuesten medio salario y hagan llorar? ¿Dos
cabezas de ajo que no signifiquen “a joderse”?
¿No saben que, si no acaban de abrir mercados
mayoristas realmente abastecidos que les permitan a emprendedores y
“cuentapropistas” sacar adelante sus negocios, éstos van a tratar de conseguir
los insumos que necesitan, para que les dé la cuenta y poder pagarle a la ONAT
sus inflamados impuestos, al precio que sea y siempre encontrarán la manera de
burlar normas y prohibiciones? ¿ Por qué la ONAT les cobra una cifra fija
mensual, tengan venta o no, clientes o no, huéspedes o no?
A los dueños particulares les avisan desde las
mismas tiendas cuándo entrarán las estibas de cervezas, las maltas, los
refrescos, el queso crema, la harina vital para pizzas y pastas, el queso
Gouda, el agua potable, la carbonatada, las servilletas y un montón de cosas
más para que sus compradores salgan a resolver lo que necesitan en sus
cafeterías, restaurantes y hostales. Y no son delincuentes, ni acaparadores
insensibles. Son cubanas y cubanos valientes, arriesgados, patriotas, que están
tratando de que sus sueños sean rentables o sus inversiones y sus proyectos de
vida se van a la mierda.
Es una pena lo que sucedió porque la idea
es buena y loable. Sigue siéndolo. Los habaneros, los cubanos de a pie la
merecen.
Tanto esfuerzo construyendo, remozando, soñando, no debería haber tenido como
colofón ese coito interrumpido, ese orgasmo violento de dos segundos. Esa
incultura de rodapiés.
Ni somos el país más culto del mundo ni el más instruido. Hay que despertar de
ese sueño. Tenemos graves problemas como nación que deberemos enfrentar con dos
cojones y todo el amor del mundo. Hay pobreza. No extrema en grado sumo, pero
sí que la hay. En algunas zonas y barrios, coqueteando con el límite.
Menuda tarea la que tiene el gobierno.
Tendría que intentar llevar a la par la belleza del entorno, la solidez de los
bolsillos y la distensión de los estómagos. No es tarea fácil por todos los
tipos de bloqueos y embargos que nos acosan. Los mentales, los reales, los
económicos y financieros. Externos e internos. Internos y externos. “Que no es
lo mismo, pero es igual”.
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