Hoy en noviembre de 2019, veo tres noticias totalmente contrapuestas, que obviamente dan, tres momentos diferentes de la vida de los habaneros, y por qué no, de todos los cubanos. Noticias que, describen una realidad, que creo no tiene la misma cobertura por los medios, sobre todo nacionales. Uno es el 500 aniversario del establecimiento de La Habana en el lugar donde hoy la conocemos, el otro, la visita de los reyes de España a cuba y la última la reapertura del más que simbólico Mercado de Cuatro Caminos y entonces pienso. Tres celebraciones importantes con finales totalmente diferentes.
La Habana es sin dudas
una ciudad linda, atrayente, hermosa, que muy rápido enamora. No conozco el
mundo español en Latinoamérica, sólo he tenido la posibilidad de vivir y
caminar en República Dominicana, pero he visto imágenes, fotos, películas de
muchos otros países y podría arriesgarme a decir que no existe en el mundo
colonial español una ciudad cuya construcción sea tan linda como La Habana. Esa
Habana que se comenzó a construir muy pronto dentro de la conquista española, después
de dos asentamientos transitorios en el sur y en la propia costa norte, cuando
los recién llegados buscaban un lugar estratégico para vivir, desarrollarse y
sobre todo defender a los intereses de la corona colonialista española.
La Habana, el canal estrecho
de entrada de la bahía, lo que garantiza cierta invulnerabilidad y luego su
bahía de bolsa en la profundidad que protege, la loma de toda la parte
izquierda, donde después se construyeron dos de las mejores fortalezas coloniales,
lo que significó una defensa natural que ella proveía a la zona, las playas del
lado derecho de fácil acceso al interior para pescadores y habitantes son de
aquellas características inigualables que ofrecía el nuevo lugar.
La Habana muy rápido
fue rica y diversa. Su condición de centro de la flota que regresaba a España
trajo ciudadanos de varios lugares del mundo no sólo de la metrópoli,
construcciones cada día más majestuosas, adelantos, acueductos, alumbrados
públicos, correos, farmacias, bodegas, etc. y dinero, sobre todo mucho dinero,
que trajeron la necesidad de muralla y excepcionales fortificaciones militares.
La Habana, niña linda de la Corona Española, se desarrolló y por qué no,
durante siglos, compitió con la misma metrópoli, a partir de intereses que,
aunque nombrados españoles de origen, se fueron creando dentro de ella, sin
conocer incluso a España. La Habana que parió, españoles habaneros, habaneros
españoles, todos españoles cubanos.
La Habana con sus
iglesias, monasterios, seminarios, muchos de inigualable diseño y construcción,
sus palacios y palacetes, que todavía hoy impresionan, sus plazas y parques, montados
a partir de un diseño cuadriculado, donde las calles que corren de izquierda a
derecha y de arriba hacia abajo garantizan el fácil acceso, conocimiento y
dominio. La Habana de la piedra de cantería cubana, los mármoles importados,
incluso de Carrara, que pululan en cualquiera de sus construcciones. La Habana
de los hoteles, mesones y posadas. La Habana, por sólo mencionar a algunos, de Félix
Varela y de José Martí.
Esa Habana que se
convierte no sólo en capital de la isla colonial, sino que hereda su importancia
en la época republicana fundada a partir de 1902, donde, ya no los intereses
españoles, sino los intereses norteamericanos, y por supuesto, los más valiosos
e importantes, los de los propios cubanos, consolida su belleza, su modernidad,
su desarrollo. La Habana de arquitectos, ingenieros, diseñadores súper
capacitados, estudiados muchos fuera de Cuba, pero cubanos. La Habana de
poetas, maestros, pedagogos, filósofos, periodistas, escritores, muchos amantes
y amados, que, aunque no de piedras, enriquecieron durante toda su existencia, la
vida de la ciudad. La Habana de sus dos universidades, la primera antigua,
arriesgada para la época, pionera; la segunda sencillamente inmejorable, extraordinaria,
simbólica para la vida todavía de hoy.
La Habana del Vedado
moderno, del Miramar modernísimo, de los túneles, de los cientos de cines, los modernísimos
hoteles, de los glamourosos restaurantes, casinos y cabaret. La Habana del
Cerro, donde estuvieron las primeras villas de descanso de la oligarquía
española, de los repartos Casino Deportivo, Alta Habana, Fontanar, Apolo y su
primo Víbora Park. La Habana de las miles y miles de esculturas de todas las materias
primas, los trabajos con hierros en puertas, ventanas y balcones, los diseños
en maderas preciosas, sobre todo cubanas, de escultores extranjeros, pero sobre
todo y por encima de todo, de escultores, artistas, trabajadores de las manos y
los oficios cubanos.
Esa ciudad que recibió
a la Revolución de 1959 como una novia vestida de blanco y además virgen y que
la Revolución ocupó intacta, con toda su belleza y funcionabilidad en óptimas
condiciones. Esa ciudad que, con toda su estructura, primero colonial, luego
capitalista moderna y modernizada, se entrega dócilmente envuelta en papel celofán
a aquellos que vestidos de verde, dijeron que la amaban.
La ciudad de las columnas
como la llamara Alejo Carpentier, el más parisino o afrancesado de los intelectuales
cubanos, de Emilio Roig de Leuchsenring, su historiador, y de Eusebio Leal, su
auto proclamado continuador, que, gústenos a no, con discrepancia con algunos
de sus métodos, se dedicaron a recoger piedras, buzones, señales, guardavecinos,
pedazos de papeles y cartas, hierros viejos, huesos, pedazos de vajillas, etc.
y levantar poco a poco, milímetro a milímetro la historia, la riqueza arquitectónica,
el simbolismo, incluso en momentos donde el gobierno central que obtuvo a La
Habana incólume, no sólo no caminaba por sus calles y se dedicaba a sus
realizaciones megalómanas de guerras de liberación mundial o a convertir a Cuba
en un país altamente industrializado capaz de competir y superar a la potencia más grande que ha dado
la historia humana, Estados Unidos, sino que no le interesaba salvar, ni
mantener, absolutamente nada.
La Habana hoy de los
miles de solares y ciudadelas que se han ido apoderando de los edificios
antiguos y casas donde quiera que éstas estén, con la entendible y necesitada transformación
y destrucción que lleva la enorme aglomeración. La ciudad que ha demostrado su
alta calidad y su amor a la eternidad y al enraizamiento sólido a la tierra que
todavía hoy, después de cinco siglos, a pesar del olvido y el maltrato continuado,
se niega a desaparecer totalmente, cayéndose sólo en parte, muy discretamente, se
deteriora mostrando increíblemente la nueva modalidad de la belleza vieja; de
aquellas paredes manchadas de moho con plantas que salen de ellas, la madera de
ventanas y puertas semi corroída por el tiempo, los bichos, los perros
callejeros; los hierros, años atrás muestra de la mejor herrería artística, herrumbrosos
u oxidados por falta de lija y pintura; aquellos vitrales que adornaban
cualquier construcción, hoy falta de muchos de los pedazos de cristales que
formaban su historia o imagen completa, aquellas esculturas de bronce
enverdecidas por el tiempo, la humedad o las de mármol con ese color grisáceo
que además del tiempo, aporta el polvo y el hollín. La Habana ciudad capital de
NO todos los cubanos.
Como es de esperar, por
un cumple de cinco siglos, cualquier ciudad se dispondría a celebrar. ¿Qué son cinco
siglos para Europa? Nada, la cerveza que me gusta tomar tiene sus orígenes en Bélgica
en el año 1366. ¿Qué significan cinco siglos para nuestros queridos chinos?
Menos todavía, Jonathan un día me dijo que el registro más antiguo de alcohol
tomable se encontró en China y data de 9 000 años, o sea, nada más y nada menos
que 90 siglos de antigüedad. Pero para nosotros, los americanos, los que fuimos
descubiertos, o encontrados, o chocamos, con otra cultura y a partir de ahí le
dimos clic al cronómetro, pues 500 años son muchísimos.
1.- Hoy entonces, me imagino
que además de otras actividades íntimas y uno que otro círculo infantil
reconstruido, se ha escogido la restauración del Capitolio de La Habana para
festejar dicho cumpleaños. Los que crecimos en Cuba, es cierto que
considerábamos al Capitolio como algo exclusivísimo, siempre nos gustaba
compararlo con el que más conocíamos en foto al menos, el Capitolio de Washington.
Eso nos ayudaba a considerarnos importantes, pero luego viviendo yo en Estados
Unidos, he descubierto que todas las ciudades aquí con cierta importancia, que
son miles, tienen un capitolio. Todos parecidos, todos con las mismas
funciones, más grande, más pequeño, más lindo o más feo, con mejor diseño
interior o más sencillo, lo que me dice hoy que tener un capitolio en tu ciudad
no era nada del otro mundo.
He visto, siempre para
que no me cuenten, una entrevista del desagradable Randy a Eusebio Leal, donde
el historiador utiliza todos los adjetivos y sinónimos para describir la obra
de nuestro edificio y lo que significó la restauración. Eusebio, con tal de
llenar un espacio cultural, casi con diccionario de la Real Academia en mano,
estuvo mencionando palabras y más palabras semejantes y parecidas, epítetos y
calificativos para describir cada centímetro de nuestro edificio, haciendo su
historia, que como todos sabemos trata de convencer por el ritmo sentimental de
lo que dice, más de lo que por lo que realmente dice.
Y me llama la atención
de como la historia se cambia al antojo de los historiadores vencedores. Ahora,
el Capitolio de La Habana es una gloriosa e inigualable construcción donde irá
a parar el gloriosísimo Parlamento Cubano, o sea, al lugar donde le corresponde,
su casa. El mismo parlamento que fue sacado de allí hace 60 años por
representar al poder burgués y lo más horrible de la sociedad cubana hasta el
1959. El mismo Capitolio que se construyó costando millones de dólares de la época
y se inauguró sin tener en cuenta la realidad económica de Cuba, el mismo año de
la que sería una de las mayores crisis económicas que ha sufrido la humanidad. El
“inigualable” Capitolio es ahora una muestra de los gloriosos constructores de
1929 que bajo el gobierno del, según me dijeron, hijo de puta dictador Gerardo
Machado, el cual fue acusado de defecarse con su obra en la realidad cubana y los
reconstructores actuales, todos cubanos, que con su trabajo convirtieron la
piedra y la madera en una obra de arte. Pero, …, ¿No era el Capitolio Nacional la
sede de un gobierno brutal, asesino, corrupto, nada más y nada menos que dictatorial
que sumergió a toda Cuba en sangre, siendo uno de los períodos más brutales de
gobierno dentro de la República, donde las garantías, no sólo constitucionales,
sino las más elementales de vida, se vieron afectadas o eliminadas?, ¿No fue
ese mismo Capitolio, la obra que, empobreció a toda Cuba más de lo que dicen
estaba?
¿Por qué la Revolución
no ha escogido una obra de la Revolución para celebrar estos quinientos
aniversarios? Existen edificios importantes, tanto o más para el cubano que el
Capitolio Nacional, se me ocurre Coppelia. Es cierto que el Capitolio nos permitía
tirarnos una foto parados fuera de él y tomarlo como referencia de encuentro
para reuniones de amigos, pero muy pocos de nosotros disfrutábamos observando
los detalles de su arquitectura, menos nos dedicamos a caminar por su interior,
sin embargo, Coppelia, además de arquitectura y el lugar más famoso de
encuentros de los habaneros y cubanos, o sea, la esquina de 23 y L, era el
lugar donde se podía acceder al helado, a uno de los mejores helados del mundo.
Puede ser que, incluso, no se conozca el Capitolio, pero Coppelia es imposible
de no conocerla.
Coppelia obra 100% de
la Revolución, acaba de ser restaurada, creo que va por la tercera o cuarta restauración
capital, y, a pocas semanas de inaugurada, con bombo y platillos, las personas
se mojaban más adentro que afuera. ¿Restauración capital? Entonces podrían
haber escogido de nuevo a la heladería para celebrar con una nueva
restauración, a menos de un mes de restaurada y los cubanos hubiéramos estado
más contentos. Los llamo a hacer una encuesta sencilla, con algo de sentimentalismo
incluido: ¿Qué es más importante a restaurar el Capitolio para la nueva sede
del llamado parlamento cubano o Coppelia con su antigua lista de sabores y combinaciones
de helados? OJO, podría ser ésta la peor de las respuestas que obtendría el gobierno
de la aceptación de su actuación.
Leal y Randy, votarían por el Capitolio,
todos sabemos el por qué, pero Pedrito, Albertico, María, Jaqueline, Yusnavy, Yusimi,
Yusleidi, etc, de seguro prefieren lo del helado.
La ceremonia de celebración,
todo un éxito y despliegue de poder, sobre todo económico, para aquellos que fueron
invitados, el verdadero pueblo, aquel que camina y vive la ciudad, aquel que
suministra las sábanas blancas para adornar los balcones y mantener ese lindo
ambiente cultural, fue destinado al Parque Central, junto a la escultura de
Martí que lo preside, donde dicen que ni el audio de la actividad llegaba.
Enorme cantidad de
fuegos artificiales, he leído que 16 000, me imagino que, aprovechando una
oferta de China, la cual a lo mejor todavía no se han pagado, pero como los
chinos además de inventores son los reyes de los artificiales, con quién mejor
que con ellos, la deuda del pueblo cubano.
Me imagino que siguiendo
los pasos de Machado, quien repito, a pesar de la inigualable obra que bajo su
gobierno se inauguró en 1929, además de dictador fue acusado de no importarle
la realidad del pueblo cubano, el gobierno actual ha tratado de decirle al
mundo, una vez más, no pasa nada, estamos bien, todos estamos contentos. Tan
contentos estamos y apoyados por el pueblo, que podemos celebrar con tranquilidad
los cinco siglos de La Habana, con la monumental restauración de una monumental
obra. Estamos tan bien y todos tenemos de todo, que nos sobra para invertir
dinero en esta obra arquitectónica y de arte. No hay problemas, todos tenemos
casas, nada se está cayendo, nada necesita intervención urgente, nunca nadie ha
muerto debajo de los escombros, estamos ahora, porque no tenemos nada más importante
que hacer, ni en qué invertir, reconstruyendo lo que antes fue símbolo y
orgullo de la burguesía, que luego de 1959 nosotros mismos nos dedicamos a
destruir y a cambiar con las diferentes funciones y jefes que allí asignamos,
hasta que casi se convierte en una ruina, para ahora junto a los hoteles que estamos
construyendo para turistas internacionales, dedicarle recursos, incluso importando
materiales y mano de obra especializada, a una obra social, una obra importante
para la historia y, sobre todo, una obra de disfrute popular, nada más y nada
menos que el Capitoliooooooooooooo.
2.- Los Reyes de España
visitaron Cuba. Jóvenes, inteligentes, elegantes, e imagino que aburridos de
pasear por el mundo, la pareja real española, se ha tomado unos días de su, calculo,
complicadísima y ocupada agenda, para pasear, comer, dar y recibir regalos, hacer
y recibir halagos, hacerse los agradables, entendedores, sensibilizados y
solidarios, en la misma medida que acepta los agrados y la aparente
sensibilidad y por debajo del telón, cuadrar la situación e intereses para los
ciudadanos del país que representan, que han tenido y tienen inversiones en la
isla caribeña. Intereses pasados, muchos de ellos no cobrados o intereses
futuros necesitados de garantías para cobrar. Es un juego de antiguos
dominantes y por qué no cocreadores. A lo mejor los tatarabuelos de los reyes o
algunos familiares estuvieron en Cuba, vivieron e incluso prosperaron, por lo
que debe ser super emocionante caminar por las calles de los abuelos, visitar
sus casas, recordar el ambiente, etc. Debe ser agradables para los reyes, pero
para los cubanos …
Las delegaciones frente
al Rey de España y al Presidente de Cuba firmaron un Acuerdo para el Marco de Asociación
país Cuba y España 2019-2020 en materia de Cooperación para el Desarrollo, el
cual como cubano común no me queda claro, pues la palabra desarrollo me parece
muy grande bajo el patrocinio de España y muchísimo más grande para el destruido
gobierno cubano. Desarrollo debe llamarse por la parte española a la salvaguardia
de las inversiones que de la península puedan venir, sobre todo, imagino, de
tipo privada y a la innegable necesidad del gobierno cubano de asirse a la
primera tabla que le pase por el lado en el inmenso océano en el que se encuentra.
¿Hay dinero? Entonces vamos a firmar un acuerdo y le ponemos cualquier nombre.
Es cierto, casi todos
los cubanos tenemos vínculos cercanos o lejanos con España, salvo un poco de
chinos, los descendentes de haitianos, y alguno que otro francés que vivió en
Cuba, tanto los blancos como los negros cubanos podemos tener en nuestro árbol
genealógico o nuestro desarrollo a un español. Los blancos, directo de inmigrantes
que viajaron a Cuba porque se estaban muriendo de hambre en España o porque
querían mejorar fuera de Europa y los negros porque sus abuelos fueron esclavos
traídos desde África como mano de obra más que barata y bautizados católicos
vivieron en Cuba o porque nacieron en las famosas casas cuna patrocinadas por
algún rico hacendado español o porque sus bisabuelas fueron utilizadas sexualmente
por uno que otro español medianamente rico. Esa es nuestra historia pasada, sin
embargo, en la actualidad para lo único que han servido los españoles en Cuba,
es para, esconderse por sus actividades terroristas en España, acostarse con
las lindas mujeres cubanas, jóvenes y no tan jóvenes e inventar negocios,
muchas veces con poco o ningún respaldo económico fuerte. Muchos de esos empresarios
que llegaron a Cuba, viajaron con las especiales condiciones de extranjeros de
que el gobierno los invistió, con papeles y catálogos de empresas que decían representar,
establecieron en Cuba oficinas, siempre ayudados por algún funcionario de “buenos
sentimientos” o algún que otro trabajador “por cuenta propia” y comenzaron a
hacer dinero. Ocuparon las mejores casas, se hicieron famosos y lo que es más
deprimente, comenzaron a utilizar como mano de obra super barata, tal como sus bisabuelos,
a los cubanos que, desprovistos y desprotegidos, nos sentíamos super orgullosos
de trabajar para un español. No importaba si era como jardinero o cuidador de
los perros del tipo, no importaba si como criado de la mujer mulata cubana, que
antes vivía en Párraga y había dejado la escuela en 10 grado para ir a luchar a
las calles, que el tipo tenía ahora como señora y exhibía entre sus amigotes
como trofeo o empleado de su compañía, donde además del trabajo profesional,
ayudábamos al tipo, llevándole a la querida al aeropuerto, limpiándole el carro
o la piscina, porque el tipo era empingao y además pagaba en “fulas”
¿Qué podría significar
la visita de los reyes españoles para los cubanos? Nada, en lo absoluto sobre
todo porque los reyes no van a reunirse con el pueblo, ni ayudarlo
directamente. Obama hizo más, trató más, se comprometió más y dio más al propio
gobierno y tan pronto levantó el pie de la isla, fue no sólo criticado, sino
que los auto parlantes del gobierno se burlaron de él publica y autorizadamente.
La visita de Obama solo sirvió para que el hoy expresidente de los Estados
Unidos, además de por negro pasara a la historia como el primer presidente
norteamericano que visitaba Cuba. Cuba no cambió.
Me llama la atención de
que, según dicen, una cena pagada, o
sea, inventada por los reyes para el gobierno cubano, se diera en el
hermosísimo patio central del antiguo Palacio de los Capitanes Generales
españoles, hoy Museo de la Ciudad y centro
de la Oficina del Historiador de la Ciudad y que ni el mismo Leal, tan
conocedor y defensor de ese sitio, le dijera a los organizadores que ese lugar
es sagrado, que representa hoy no sólo uno de los mejores museos de la ciudad,
sino el mejor y también el lugar donde está depositado parte del patrimonio histórico
de Cuba y sobre todo de nuestras guerras independentistas, donde en sus salas
se exhiben con orgullo muchas de las banderas, viejitas ya, muchas casi destruidas,
llenas de sangre, que sirvieron como símbolos e inspiración de nuestras guerra
de independencia contra España, que duraron nada más y nada menos que 30 años.
Museo que el pueblo de
Cuba quiere y respeta, el mismo pueblo, que hoy paga para poder verlo o ha trabajado,
haciendo un esfuerzo enorme, para recuperarlo, restaurarlo y mantenerlo y que
el día de la cena privada, Reyes de España y primeras figuras del gobierno
cubano, no entró a comer. No entiendo como el mismísimo Leal, que recibió de
manos de los reyes la Gran Cruz de la Real y Distinguida
Orden Española de Carlos III, merecida
por su labor, uno de los más apasionados defensores de la cubanía, no les
recomendó a los organizadores de la cena privada, que escogieran un lugar más
privado, menos visibles, menos dañable que el Museo de la Ciudad, porque le tienen
que sobrar a la Embajada de España y al propio gobierno cubano, los salones
públicos y privados para la cena, que hubiera evitado, al menos para mi gusto, tener
que convertir ese “sacro” lugar con funciones muchas, menos gastronómicas, en
un restaurante de ocasión.
Los reyes de España, además
de La Habana, visitaron Santiago de Cuba y una de las actividades fue
homenajear al almirante Cervera y a más de 300 víctimas de la batalla naval en
la Bahía de Santiago y a más de 600 soldados que perdieron la vida en el enfrentamiento
terrestre de la loma de San Juan. Y entonces una vez más me pregunto, es que
estamos locos, los pueblos y sus políticos olvidan o manejan la historia a su
conveniencia o es que todo es una mentira.
¿Qué le parecería a
Alemania que yo alemán fuera a poner flores en las tumbas de los enjuiciados y
sancionados por el tribunal de Nuremberg?, ¿Cómo podría yo venir a Estados
Unidos y poner también flores para recordar a los árabes que se suicidaron dentro
de los aviones el 11 de septiembre del 2001 causando miles de muertes civiles?,
¿Cómo hacer un monumento dedicado al soldado norteamericano heroico que masacro
al pueblo, niños, hombres y mujeres, ancianos vietnamitas en Viet Nam?
Entonces lo de poner
flores a soldados españoles es un desenfoque, o una burla, un desconocimiento o
un desinterés. No me queda otra, la independencia de Cuba costó como ya
mencioné, como mínimo 30 años de luchar armada, miles de muertes, devastación,
reconcentración de la población, lo que significa asesinato y exterminio, por
lo que los soldados españoles que allí estaban, vivos y muertos, representaban
al más inhumano dominio colonial contra el pueblo de Cuba.
Los soldados españoles
que en Cuba estaban, defendían hasta última hora la brutalidad de la corona
española. No importa ahora si pelearon contra los mambises cubanos o contra las
tropas americanas que llegaron al final cuando ya España estaba literalmente
derrotada. No importa ahora, siguiendo los derroteros de las diferentes
variantes historiográficas, si existieron dos guerras, una de Cuba contra España
y otra de Estados Unidos contra España. El ejército español, sus oficiales y
soldados representaban al colonialismo español e hicieron todo lo posible porque
aquello no cambiara nunca.
Entonces, por qué nadie
les recomendó a los reyes que era mejor poner las flores, por ejemplo, al
emigrante español sin nombre, como acto de buena voluntad a los miles y miles
de españoles que ayudaron a formar y construir de buena fe a lo que hoy
llamamos Cuba. Hubiera sido mejor que los reyes pusieran sus flores a los
músicos españoles, a los bailaores de flamenco, a los poetas, que tanto influyeron
en nuestra cultura. Si los Reyes de España quieren homenajear a sus soldados
muertos, primero habría que preguntarle al Generalísimo Máximo Gómez o al General
Antonio Maceo, habría que encuestar al joven José Martí y a los miles de soldados
que lucharon contra ellos por defender a su patria. A lo mejor, habría que
invitar a Elpidio Valdés y María Silvia para ver qué dirían de la ceremonia “gallega”.
Preguntémonos, ¿Dejaría el gobierno cubano que una misión pacífica fuera a
ponerle flores a los que perdieron a vida en el ataque a Bahía de Cochinos y
Playa Girón o a los que murieron en el Escambray?
La tan famosa y planificada
visita de los Reyes de España a Cuba, que tuvo como justificación la
celebración de los 500 años de la fundación de La Habana, la villa más querida
del colonialismo español no contó con la presencia de los reyes, o sea, vinieron
para celebrar el cumple, pero se fueron antes de que el día del cumple se celebrara.
A lo mejor es algo que se estila en las casas reales, pero, así y todo, quién
puede entender a los reyes.
3.- Como parte de las
celebraciones triunfantes de La Habana, se abrió el famosísimo mercado de
Cuatro Caminos, edificación que llevaba cuatro años en restauración. Nótese que
la majestuosa y colosal obra del Capitolio habanero en la década del 20 del
siglo XX, desde la concepción machadista, el proyecto, la construcción del
edificio más las zonas aledañas, demoró el mismo tiempo que en el 2019 se
dedicó a la restauración del edificio del mercado habanero, lo que quiere decir
que no estamos nada bien.
El Mercado de Cuatro Caminos,
nombre popular por el cual conocemos al Mercado Único, fue el colosal testigo
del desarrollo económico alcanzado por Cuba en el año 1920, tan famoso como el
Capitolio habanero, aunque con un objetivo totalmente diferente, está situado
en una zona privilegiada de la ciudad, muy cerca del puerto y de la antigua
estación de trenes de Cristina, lo que aseguraba el abastecimiento de productos
y el tránsito de las personas. Por su construcción sólida y su tamaño, bien podría
considerarse como una fortaleza militar, fue centro del comercio incesante de La
Habana de aquellos años. Según cuentan no hubo mercado pequeño y mediano que resistieran
sin quebrar a los embates de ese lugar, que se convirtió en símbolo del
desarrollo económico cubano.
No sólo era o trabajaba
como mercado, sino que en sus espacios acogía a una enorme cantidad de puestos
de comidas, restaurantes, cafeterías, que permitían a los habaneros disfrutar
de la inigualable gastronomía cubana. Tengo los cuentos de Pipo Roberto, quien asegura
que después de una noche de fiesta, no había nada mejor que pasar por el
Mercado de Cuatro Caminos a comerse una completa con carne de res y cerveza
incluida que no pasaba de 1.50 pesos cubanos, luego irse a dar un baño para incorporarse
a trabajar temprano en la mañana. Y eso que me cuenta Pipo Roberto, era tan fácil
como super fácil. Fiestar, comer al amanecer en Cuatro Caminos, bañarse y
trabajar, era lo que se hacía cualquier día de la semana.
El mercado vivió sus
grandes momentos hasta que todo cambió y se convirtió en algo que sólo estaba
en la memoria de los habaneros. Se destruyó parcialmente y su oferta cada día
no sólo disminuyo en cantidad, sino sobre todo en calidad, por supuesto, de los
puestos de comidas chinas y habaneras que tanto gustaban a Pipo Roberto, ni la
sombra quedan. Recuerdo que la última vez que lo visité, era una mezcla de
candonga con feria, con el abrigo de un gran mercado negro y sobre todo uno de
los peores ambientes sociales de La Habana. Si querías conseguir una pistola,
una tasa de baño, una caja de muerto con incluso el muerto adentro, el lugar
era ese, el Mercado de Cuatro Caminos.
Entonces, ahora para
las celebraciones del cumple de La Habana, después de algunos años de
restauración y un costo imagino de millones de pesos cubanos, más millones de
dólares, recordar que, de obras como estas, se reparan y construyen muchas casas
de la ciudad, reabrió sus puertas, como mercado en divisas, pobre Pipo Roberto
y a las pocas horas de inaugurado, las autoridades, más cantidad enorme de policías,
se vieron obligados a cerrarlo por el enorme desorden que se generó.
En realidad, lo de
desorden, que es la forma que a mi madre le gusta que describa algunas cosas,
nada. Lo que se formó allí, no me lo contaron, lo vi, fue la de San Quintín.
Decenas de personas, las mismas que antes ocupaban el lugar con su mercado
negro, empujándose, fajándose unas con otras para acceder a los productos. Hombres
encaramados sobre muebles, que cogían y tiraban para atrás los productos,
personas encaramadas unas sobre otras para coger una lata o un pomo de algo y
llamativo, las personas con 4 o 5 cajas de cervezas luchadas en plena guerra.
De ahí el problema, a nadie
le importaba el cumple 500 de la ciudad, menos la visita de los Reyes de España,
muchísimo menos hacer una fila y civilizadamente coger, escoger, pagar y
marcharse. Eso ocurre cuando se inaugura un super en Tokio. En La Habana, la
real, la de todos los días las personas están agrediéndose, con amenazas de:
deja que te coja afuera, por o para comprar algo.
Lo más llamativo es que
los que allí estaban no parecían tener hambre, no estaban famélicos, ni tan siquiera
flacos y me pareció que el producto más demandado fue la cerveza de laticas. Las
mulatonas cubanas gordas, ricachonas, sandungueras, aguerridas y agresivas. Los
mulatones ricos, con sus cadenas de oro en el cuello. Todos disfrutando del “rico”
ambiente creado. Algunas que otras personas, mayores, pedían clemencia,
llamaban a la cordura y daban gritos para que alguien llamara a la policía, que
por cierto en varios videos que he visto, nunca se presentó para arreglar el
desorden con posibilidades de convertirse en desastre.
A pocas horas de
inaugurado el Mercado de Cuatro Caminos no se derrumbó porque ya dije que puede
ser su construcción comparada con la de una fortaleza militar, pero si hubo que
cerrarlo hasta próximo aviso. Imagino que la policía debe estar preparando un
super operativo para manejar la próxima todavía no avisada apertura.
Me hubiera gustado ver
a Randy Alonso, con su bufonesca sonrisa, a Eusebio Leal, con su hablar
medioeval y a Liz, la esposa del Presidente Canel, con su vestidito hecho con una cortina de baño, como parte de las
celebraciones por el cumple de La Habana, todos metidos en el inmenso tumulto
de mulatones y mulatonas cubanos, tratando de comprar sus productos. Eso si
hubiera sido trascendental para la historia de esa ciudad.
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