sábado, 7 de noviembre de 2020

Frustrado, pero no demócrata socialista

 Sinceramente, creo que me han tocado las elecciones más difíciles para ser yo un principiante. Casi cuatro días después de haber muy simbólicamente votado, todavía no sé el nombre del candidato que ganó y se llevó la presidencia de mi país para el período 2020-2024. Es un poco frustrante.

Después de haber estudiado tanto, pensé que apostaba por el caballo que, por mucho, sería el ganador. Nada más que ver al contrincante confundir los números de muertos por el COVID-19, quedarse en blanco sin saber mucho qué decir, confundir su candidatura para presidente con una carrera para senador y enterarme de que ahora, su hijo está sometido a una investigación que lo incluye, por aparentes sobornos y dinero sucio, más los varios, por no decir muchos movimientos violentos de destrucción que se han celebrado a favor de su partido, pensé que mi candidato, con los miles de problemas que tiene públicos, cosas que a muchas personas no gustan, más otros miles de problema que debe tener privados, que todos tenemos, discusiones con la esposa, acidez por comer chícharos, calzoncillos cagados, peste en los pies, días de gases intestinales expulsados por la boca o el ano después de comer col, intolerancia a la leche, etc., era el tipo ganador.

Y aunque aún puede serlo, según a como están las cosas ahora mismo, el sabor de ser ganador indiscutible y directo y salir de madrugada a saludar a sus votantes, ha quedado atrás. Ahora, más encuestas, más opiniones, más alegres, más tristes, más pronósticos. Imagino a gente rezando para que gane y a otros rezando para que pierda.

Yo, a pesar de mi frustración por lo lento del resultado, me mantengo firme con mi voto. Espero tranquilo. Y es eso lo que primero me llama la atención como resultado para observar, los demócratas pierden o se sienten perdidos y salen a las calles a romper cosas, hacer manifestaciones, a abusar de otras personas, siempre con las caras tapadas para no ser identificados y los republicanos, incluso en estos momentos, donde una parte puede pensar que les han robado por fraude las elecciones, se han levantado a trabajar. A pesar de que pueden sentirse agredidos, al menos en lo que he visto hasta ahora, no se han disfrazados ocultando su identidad y no han salido a la calle a romper cristales, a virar carros de policía, ni a darle golpe a las personas que caminan por las calles o comen en un restaurante. ¿Serán más disciplinados, más apáticos, menos apasionados, más fríos?

Esa es una realidad real, que nadie me cuenta, sino que yo veo a mi alrededor. Siendo Nebraska un estado tradicionalmente republicano, que a pesar de un movimiento demócrata de jóvenes que existe, el estado completo dio sus 5 puntos electorales a Trump, todo está extremadamente tranquilo. No he visto a nadie discutiendo, menos llorando, mucho menos acompañando a otros en manifestaciones frente a la sede del partido demócrata o el Capitolio, menos frente a la casa del gobernador, que es pública, que no tiene guardias armados en la puerta, frente a la cual se puede caminar por la acera y todo el mundo aquí sabe dónde vive. Los republicanos aquí, ofendidos, dolidos, en desacuerdo con los resultados, han seguido con sus vidas sin cambios.

Pensando y pensando y, pensado en los demócratas, según he podido entender, la base de ese partido tiene un gran respaldo de graduados universitarios y estudiantes y uno de sus problemas es la menos incidencia que tiene dentro de los obreros. He pensado demasiado.

Es interesante y lógico, si se es estudiante de la universidad, conozco a muchos porque trabajé 5 años en cuatro residenciales de apartamentos donde ellos eran un por ciento muy elevado de los clientes y mamá y papá además de pagar por los estudios, garantizan todo para vivir, incluso el dinero para fiestas, pizzas y cervezas y otros estudian a base de un préstamo otorgado por los gobiernos de los estados o por fundaciones, que es cierto luego se tiene que devolver, pero luego, es fácil entender que la inclinación de esos jóvenes sea a lo liberal, a la teórica democracia. Es el momento de pensar en igualdad, en la repartición igualitaria de todo, en las gratuidades o al menos en los menores pagos. Es el momento para las causas filantrópicas, pueden ser a nivel nacional o incluso en lugares remotos. Es cuando aparecen los sueños de cambiar al mundo, de irse un mes a trabajar voluntario a una aldea de África o a un intrincado poblado indígena en el Perú. Es el momento de reunirse a escuchar música extraña, leer libros de poesía japonesa y sobre todo emborracharse hasta caer casi muerto, comer pizzas, hacer el amor salvajemente, andar en los mismos jeans, los mismos tenis y en patinetas por todas las ciudades. Los jóvenes son iguales en todos los lugares.

Eso es fantástico, se descubre la canción “Imagine” de Lennon, se ama a Kurt Cobain como líder espiritual, se conoce la cultura hinduista y se pintan los tatuajes, sin embargo, como nada se detiene, esos jóvenes, un día se gradúan de sus carreras y se ven obligados a entrar en el mercado laboral para, primero que todo, mantenerse y ahí es precisamente donde viene el cambio.

Fuera de suponer que, con esa posición demócrata, de salvación de la humanidad, trabajaran por muy bajos salarios o voluntarios toda su vida y, sobre todo, se abstuviera de cobrar elevados precios por los servicios que ofrecen. Nada de eso. Parece ser que tan pronto se gradúan se les olvida lo del mejoramiento, claro, al cambiar sus vidas, necesitan transitar por dónde todo el mundo transita.

Los papás se desentienden, los jóvenes se casan, quieren tener sus propias casas, sus propios autos, quieren viajar en pareja, luego generalmente vienen los niños y con ellos los enormes gastos a hacer. Todos deben aspirar a seguros médicos, mejores tratamientos médicos, mejores medicamentos. Se divorcian, los papás, ya no tan jóvenes, tienen que pagar entonces manutención a los tres hijos que dejaron con la primera esposa, más rehacer sus vidas probablemente con otras esposas.

¿Cuánto gana un médico en Estados Unidos? Esto es muy difícil de definir, porque está relacionado con la especialidad, el tipo de hospital o clínica donde se trabaje, los años de experiencias, más bonificaciones especiales, etc., no obstante, se llega a información de corte general que puede servir al menos como ilustración.

Según la Medscape Physician Compensation Report, en el año 2019, el salario medio de un médico en este país es de $ 299 000 dólares por año, subiendo a $ 329 000 dólares si sólo se computan los salarios de las especialidades. Yo trabajando como técnico de mantenimiento logré ganar $ 31 800 dólares en un año, lo que significa casi 9.5 veces menos. Y eso está bien, el médico se quemó las pestañas, supuestamente salva vidas y yo soy un tipo bruto, sin respaldo académico que prefirió no estudiar y tomar cervezas.

¿Cuánto ganan los abogados en Estados Unidos? Nada de esto es exacto, pero la información pública dice que los abogados cobran una media de $ 119.250 dólares al año y unos 70 dólares a la hora, más del doble del sueldo medio en el país, de $ 25 dólares. El 25% de los mejor pagados perciben cerca de $ 180.000 dólares, mientras el 25% de los que menos cobran gana algo menos de $ 80.000 dólares. Yo como mantenimiento llegué a ganar $ 15.00 dólares la hora, lo que significa $ 45 dólares menos la hora y casi 4 veces menos salario al año.

¿Cuánto gana un ingeniero, por ejemplo, civil en Estados Unidos? Las ingenierías son muchas, por lo que es difícil plantear un estudio completo comparativo, no obstante, se publica que un ingeniero civil gana un salario promedio de $ 78,288 al año, lo que se traduce en $ 6,524 mensualmente. Ganando yo, $ 15.00 dólares la hora, lo que me permitía sonreír todo el tiempo, sin contar el “over time” el mes que hacía guardia, mi salario bruto promedio mensual era de $ 2 400 dólares, lo que significa más de $ 4 000 dólares de menos de diferencia con un mal pagado ingeniero civil.

¿Cuánto gana un técnico en lo que llamamos ultrasonido en Estados Unidos? Bueno, conozco un caso de cerca, digamos que $ 29.00 dólares la hora, como mínimo, con pocos años de experiencia, trabajando en un hospital estatal, o sea, público. Ese técnico gana casi el doble de lo que yo, también técnico, gano. Y eso está bien, ese técnico en ultrasonido tuvo que estudiar como un mulo para lograr ver en una pantalla gris algo difícil de ver a simple vista. A ese técnico le pagan por logran descifrar qué es lo que se ve dentro de una pantalla donde todo se mueve como en las películas de ciencia ficción.

La pregunta madre es, ¿Cuál de estos jóvenes demócratas probablemente, se acuerda de mí, comparte su salario conmigo, se da cuenta que entre lo que él gana y lo que yo gano existe una diferencia brutal? Claro el médico salva vidas, el abogado gana juicios, el ingeniero civil calcula estructuras y el técnico descubre una arteria bloqueada o un tumor en el estómago, pero cuando se les rompe el aire acondicionado, o se les tupe la tasa del baño, o se le descompone la máquina de fregar o tiene hormigas entrándoles por las ventanas, me llaman a mí para que les resuelva.

¿Cuál de esos jóvenes antiguos demócratas deja de cobrar por sus servicios, atiende de gratis?, ¿Cuál de esos se niega a aplicar las tarifas que existen? Mi última visita a mi doctora de cabecera, una especie norteamericana de doctora de familia, la que me saludó agradablemente, me recetó las mismas pastillas que tomo desde hace años, me miró la garganta y me chequeó los pulmones mandándome a respirar fuerte, tuve que pagar $ 90.00 dólares. 15 minutos agradables sin más nada, 6 veces de mi salario de una hora, si seguimos el cuento de los $ 15.00 dólares por hora. ¿Por quéeeeeeeeeee no me cobró menos, en nombre de la igualdad, la equidad, el bienestar social a gran escala, en nombre de los demócratas socialistas?

Estos demócratas entonces se parecen a muchos comunistas de mi país de origen, que antes de estar en la jugada grande hablan de igualdad, de equidad, de los pobres, del pueblo y tan pronto llegan a altos puestos de gobierno o partido, autorizados por el propio partido o el gobierno, o ambos a la misma vez, comienzan a vivir como la gran burguesía internacional, tal como si para dirigir a un pueblo hubiera que comer langostas, o sea, casas, a veces mansiones, en zonas privilegiadas, con servicio doméstico incluido, no llamado criados sino compañeros del partido que los atienden, autos, a veces varios, porque el jefe lleva uno, pero la esposa e hijos llevan otros, combustible ilimitado que no pagan, abastecimiento de comidas y bebidas, muchas veces de importación y alta calidad, ropas de marcas extranjeras, más salvo conductos para resolver cualquier cosa necesitada, desde un televisor, un médico especial porque no van a los hospitales destinados al pueblo, hasta un hotel o “casa de descanso”, para pasar algunas horas con una o varias noviecitas, frente a un pueblo que hoy está comiendo tripas de cerdo, clarias que ni los chinos se comen y haciendo 10 horas de cola para comprar espaguetis, sin luz y agua en las casas, esperando por la llegada de algunos dolaritos de los familiares que lograron salirse para poder comprarse un tubo de pasta dental o un pomo de champú. Demócratas millonarios tanto en Estados Unidos como en Cuba. Ya entendí que los de aquí no son ni comunistas, ni socialistas al modo clásico, no podrían serlo por mucho que se les ha tildado de eso, aunque ahora, cuando he profundizado en las lecturas y la escucha, he descubierto que muchos de ellos se auto reconocen como “demócratas socialistas”, término que declaro, no me queda ni medianamente claro qué quiere decir.

No voy a insistir aquí en los actos de violencia protagonizados mayormente por esos jóvenes demócratas socialistas, internet está lleno de videos de lo que ocurrió y aún ocurre. Sólo decir que, como nunca antes, he visto, con cierta impotencia, a turbas, bandas, grupos, movimientos, o como se les quiera llamar, destrozándolo todo por el placer de destrozar. He visto a jóvenes golpear salvajemente a otros jóvenes, por el simple hecho de ser blancos e increíblemente a ancianos, muy viejitos, por el simple hecho de caminar por las calles. He visto vandalizar tiendas y robarse los productos y acabar con pequeños privados negocios, incluso de propietarios negros. He visto entrar a restaurantes y virar las mesas de las personas que han estado comiendo y los partidarios de los demócratas se ha hecho los de la vista gorda, incluso a su candidato le ha costado trabajo criticarlos públicamente. Se ha dejado, en esta ocasión, solo al presidente Trump, porque, seamos honestos, el tema no es la democracia, el tema no es la tranquilidad, menos el resolver el problema racial cultural de base que existe es esta sociedad, el asunto no es detener o resolver el tema migratorio ilegal, sino para estos últimos cuatro años, el asunto ha sido, a todas luces, Trump. El presidente no gustó desde el primer día, entonces todo lo que ha ocurrido, incluyendo las falsas noticias y la guerra de los medios, lo que de seguro le confiere el récord del presidente más criticado de la historia norteamericana, el juicio político orquestado por los demócratas y cada uno de los aparentes olvidos, ha sido una venganza.

Otra de las cosas que me llama la atención es precisamente la actuación de muchos cubanos de ambos lados, por lo menos de ambos lados del Estrecho de la Florida. Es difícil, al menos para mí, definir sobre esto, porque el aparente simple tema tiene muchísimas aristas.

Muchos cubanos aquí apoyan a Biden porque son demócratas y eso me parece bien. Piensan como norteamericanos y escogen esa opción para vivir. Pero otros muchos apoyan a Biden, por la sencilla explicación de que él ha prometido mejorar o al menos continuar el camino marcado por Obama con relación al gobierno de Cuba y eso me parece una contradicción enorme. Claro, no se puede descontar a las personas que vienen a cargar para revender, a los que se arreglan los dientes o se atienden en hospitales cubanos para no pagar o pagar mucho menos y los que pretenden ir a disfrutar de los hoteles, cervezas y jóvenes que no pudieron disfrutar mientras tuvieron la condición de cubanos dentro de Cuba.

No acabo de entender, cómo es posible, que cubanos que viven fuera de Cuba y no pueden probar su pertenencia al gobierno o su trabajo secreto para él, hoy siguen buscando soluciones con los que allí están. No quisiera definir una opción absoluta, radical, extremista, pero creo que, si fuéramos por una vez coherentes, todos los cubanos que, por la causa que sea, hoy están viviendo y disfrutando del capitalismo dónde quiera que se encuentren, deberían estar en contra del gobierno cubano y lo único que pedirían para él es la disolución y la desaparición. De lo contrario el camino que les quedaría, para ser respetados, es recoger sus bultos e irse a vivir a Cuba. Sin embargo, no es así, los cubanos, muchos, hemos demostrado que se puede vivir en el capitalismo de Estados Unidos, disfrutar, a veces mucho, de sus posibilidades y bondades y al mismo tiempo defender al gobierno comunista cubano. Estamos hablando de dos cosas tan diferentes en todo y para todos como la sal y la azúcar, el aceite y el vinagre, la cerveza y el ron, fresa y chocolate, negro y blanco, que hemos logrado meter juntas.

No entiendo como cubanos que viven aquí, sigan hablando de negociar y ayudar al gobierno, más cuando ya Obama experimentó ese mismo camino y en realidad para el pueblo no se dio ningún cambio, todo lo contrario. Si alguien fue criticado en Cuba, por el gobierno y luego sus “altos parlantes” humanos, fue el propio Obama antes de que su avión levantara las ruedas del aeropuerto cubano. Entonces, ¿Ahora, Biden va a ayudar al pueblo cubano, a mi familia, haciendo concesiones al gobierno?, ¿El gobierno cubano va a dejar prosperar desde todos los ángulos y va a dejar de reprimir gracias a Biden?

Este año aporta además un nuevo estilo o movimiento. Los cubanos que están en la frontera con México dicen que, como mínimo hoy son 20 000, están en contra de Trump, a él le han exigido y echado la culpa de sus desgracias y desde la frontera donde están muchos acinados y en malas condiciones, apoyan al candidato Biden, el mismo Bidem vicepresidente de Obama, coautor o co responsable de la pérdida de la especial condición que los cubanos tuvimos durante décadas. Esto es la mayor de las locuras. Biden ayuda a que pierdas la condición por la cual hoy no puedes entrar a los Estados Unidos y los cubanos trabados en la frontera apoyan “furiosamente” a ese candidato.

El gobierno cubano ha hecho una vez más de las suyas y en nombre de las familias cubanas, lo que ya ni los mongos creen, que según dicen, están hoy divididas y en mal estado por Trump, apostó y movió sus hilos por Biden. No dudar, el gobierno de Cuba tiene aquí adentro una fuerza considerable de adeptos voluntarios y/o asalariados. La población cubana ha estado más interesada en las elecciones norteamericanas más que la mitad de los ciudadanos norteamericanos que aquí viven, apoyados obviamente por la enorme descarga de la propaganda que hace el gobierno. Esa misma población que no ha parado de criticar a Trump, ejerciendo el sagrado derecho a tener una opinión y darla, en el mismo momento que jamás hace críticas a lo que está pasando en Cuba, responsabilidad exclusiva de su gobierno. ¿Se entretienen sin consecuencias?

He visto muchas entrevistas en la calle a cubanos de ese llamado pueblo, cuando se les ha preguntado algo sobre el gobierno cubano, se han negado a responder o sencillamente han dicho que no saben nada de política, sin embargo, esas mismas personas han estado dispuestas a responder sobre su candidato escogido en los Estados Unidos, con detalles, actuaciones, etc. ¿Cómo es que esto pasa?, ¿Se puede tener una opinión sobre la política de los Estados Unidos, las elecciones presidenciales e incluso el sistema político de esta nación y declararse neófito y desconocedor de la política y la actuación del gobierno del país donde se vive todos los días?

El llamado parlamento cubano ha sido movilizado en pleno para seguir minuto a minuto las elecciones norteamericanas, en vez de estar sembrando boniatos. No hay que decir más para demostrar las aspiraciones del gobierno cubano, que ahora puede estar viendo, conociendo a los cubanos, su prolongación en la isla, una vez que desaparezcan las presiones que el “malo” de Trump venía haciendo junto a su promesa de ayudar a la lucha contra el comunismo. 

He visto imágenes de cubanos celebrando no el triunfo de Biden, lo que pudiera ser lógico, tal como se disfruta cuando a nuestro actor preferido le entregan un “Oscar”, sino la derrota de Trump. Personas que no viven aquí, que a lo mejor no quieren vivir aquí, que disfrutan enormemente las elecciones norteamericanas, que han apostado por sacar al monstruo de la Casa Blanca, pero que no saben cómo se pasó de Fidel Castro a su hermano gris Raúl y de éste al “grisesísimo” Díaz Canel y por supuesto, menos pretenden cuestionarlo. Personas que critican a mansalva el sistema electoral norteamericano, que ya dije no es ni remotamente fácil de entender, pero es el que este país ha escogido y tiene, pero se levantan a votar en Cuba por un delegado, digamos por Silvio Rodríguez, que aparecía postulado por el municipio 10 de Octubre, si mal no recuerdo, viviendo en una mansión en Miramar. Por el mismo Silvio que si le pide que vaya en guagua a el municipio por el que lo postulaban, de seguro jamás hubiera llegado sin ayuda del compañero del partido que lo atiende. Los cubanos de Cuba hoy tienen ideas “muy avaladas” de cómo debe dirigirse a este país, de qué es lo que necesitamos los que aquí estamos y por supuesto, cuáles deben ser las posiciones norteamericanas para con el gobierno de Cuba, que luego, dicen, resolverá el asunto de la familia cubana, pero no pretenden, y es ahí el problema más grave, tener ideas de qué cosas hay que hacer en Cuba. Lo de la paja en el ojo ajeno, no son sólo palabras lindas de Jesús.

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