Las elecciones están paradas y por tanto no tenemos aún el nombre del presidente para el próximo periodo 2020-2024. Se siguen contando los votos en algunos estados que, aún hoy, no han terminado el conteo. Puede ser que el proceso demore en arrancar y por tanto los resultados no aparezcan hasta dentro de varios días.
Es complicado, porque todos, republicanos, demócratas, otros participantes políticos, más los ciudadanos no afiliados a ningún partido tradicional, pero que votamos en estas elecciones, hubiéramos preferido, que, fuera quien fuera el ganador, ya en la madrugada del 4 de noviembre hubiéramos conocido su nombre.
Cualquier competencia y las elecciones presidenciales, eso son, una competencia, crea dos bandos más allá de los que compiten y son precisamente, frente al resultado, los contentos, los alegres, por haber ganado y los que quedan triste, disgustados, quizás, asombrados, por la derrota.
Estos momentos son peores, porque la idea pasa de alegría y tristeza a poco entendimiento, a ansiedad, a desconsuelo y por qué no, en determinados lugares y sectores de la población, a la violencia. Todas estas cosas están tratando de representar lo que se siente por quienes hasta ayer tenían un rumbo, más allá de ganar o no, hoy se pueden sentir perdidos. Es como la muerte o la enfermedad grave o terminal, dicen los que saben que, en todos los casos, hay que saberlo, hay que decirlo, incluso a los niños pequeños. Es peor no saber que un familiar querido murió, no está y no estará, a vivir pensando que un día podrá regresar y aparecer. Entonces, creo que hubiera sido mejor, en cualquier caso, saber lo antes posible que nuestro candidato, bueno o malo, perdió o ganó. Eso hace que después de pasar el mal momento, a las pocas horas, por puro instinto de conservación, nuestro cerebro arranque a andar nuevamente. Solo los muy tontos mueren por la política.
La incertidumbre es mala, trae malestar e incluso lo peor, puede generar choques o violencia por la ansiedad entre los bandos participantes, cada uno tratando de apegarse a la idea de la victoria, que aún no se ha destruido por la información oficial de la derrota.
Para estas elecciones, si algo puedo aportar, ya he dicho que es mi primera oportunidad como votante, es que las pasiones, o sea, las personas, se han mostrado muy divididas. Eres furiosamente republicano o eres furiosamente demócrata y parece ser, al menos desde el punto de vista teórico, que la propuesta “furiosamente”, perjudica al proceso y puede ser que luego, cuando todo pase, cuando el ganador se conozca y se establezca, siga perjudicando.
Perdiendo no sólo uno de los bandos, sino llevándose o
multiplicándose la idea de perdedor a la gran masa, probablemente al país,
porque se paraliza la capacidad de crear razonablemente.
Entonces, más allá de Trump ganador, lo que me hubiera gustado he dicho, o Trump perdedor, como representante de un partido político, de una propuesta para un futuro, por lo menos de los próximos cuatro años, el perdedor podría ser la mayoría de todos nosotros los “norteamericanos”, que podremos quedar fajados por un buen tiempo, incluso hasta las próximas elecciones en 2024, porque el futuro se convierte en una serie de zancadillas, barreras, trabas, que sólo evidencian el dolor de haber perdido y sobre todo, la posible burla de los que ganaron. La política o mejor, los políticos, traicionando los más elementales criterios de la teoría, se dedican a la venganza.
Creo que, para este momento, hay, a mi elemental modo de ver, dos primeros problemas, que pueden ser los responsables de todo lo que se ha armado. Uno es el voto por correo y el otro es las encuestas que antes de la votación y durante todo el proceso, estuvieron funcionando.
Las encuestas, herramienta científica que bien utilizadas son muy importantes, precisamente por su capacidad orientadora en primera instancia, para mí gusto, todas o la gran mayoría fracasaron o se equivocaron y no creo que sea por mal empleo “casuístico” de la herramienta o por real desconocimiento. Creo que, de forma mayoritaria, los resultados de las encuestas, las más visibles, los de los diferentes canales de TV que existen, trazaron un escenario, no sólo a favor de los demócratas, sino abrumadoramente a favor de los demócratas. Si uno mira al pasado, se hablaba de una “marea azul, que trató de vestir de ese color, que representa a los demócratas, incluso a aquellos territorios probada e históricamente rojos, o sea, republicanos.
Digamos, para el caso del estado de Texas, que aporta 38 votos electorales, súper importante para cualquier candidato, se trató de decir que, a partir del voto latino, mayoritariamente mexicano en ese estado y, sobre todo, la fortaleza del voto de los jóvenes, como sabemos, más identificados con ideas liberales y demócratas, los resultados en ese estado darían como ganador indiscutible a Biden. Se trató de sembrar la imagen de que, para este año, Texas sería azul. Esa imagen creada, aspirada quizás, pero no real, desinformó porque los resultados son totalmente opuestos. Texas tiene, si mal no conozco, cinco grandes urbes, ciudades, pero la mayor parte de sus votantes, 65%, viven precisamente fuera de esas urbes, en zonas más rurales o cerca de lo rural y esos votantes blancos y latinos, aún son republicanos, tendencia que viene desde hace muchos años. Los 38 votos texanos fueron a parar a Trump.
Florida, con 29 votos electorales, puede ser otro buen ejemplo. Considerada como un lugar complicado por la fuerte presencia latina, con una tendencia de no salir a votar o no saber por quién hacerlo hasta última hora, o sea, ese llamado “voto indeciso”, apelando a la imagen de racista con la que se explotó a Trump durante estos últimos cuatro años, más la juventud, aunque de orígenes latinos, ya nacida aquí, estudiantes o graduados universitarios, base importante del Partido Demócrata, más los cubanos interesados en salvar a todo costo a su familia en Cuba que apoyarían a Biden como continuador de la política “amorosa” de Obama hacia el gobierno de la isla, más los posibles traumatizados puertorriqueños, disgustados por el trato de Trump a raíz del destrozo que ocasionó “María” en la isla caribeña, votaría por Biden. Error, la Florida, no sólo votó por Trump, sino que salió a votar, si mal no entendí, como hacía años no lo hacía. Trump arrasó sin fantasías dentro de los sectores latinos, ejemplo, los cubanos. Los 29 votos electorales de la Florida fueron “trompistas”.
Entonces, a mi parecer, las encuestas no se equivocaron, sería sencillo e ingenuo llegar a pensar que nadie en este país conoce de esa técnica. Para mí, no es un lamento y no lo puedo probar, pero cada cual tiene su olfato, las encuestas estuvieron vendidas y compradas. Mucho dinero detrás de ellas que condicionaron cada uno de los resultados. Sigamos el camino del dinero, como dicen los propios norteamericanos, o sea, de los que pagaron las encuestas y entenderemos que no querían un resultado transparente, real, habían pagado por el resultado de ante mano. Las encuestas entonces dejan de ser imparciales, dejan de ser científicas, dejan de ser honestas en su función de orientar y dar caminos, para convertirse y ese me parece este caso, en una herramienta más de la propaganda política a favor de algo o alguien. Eso me recuerda una de aquellas peleas de boxeo “revolucionario” narradas por el abominable Héctor Rodriguez. Durante los tres asaltos que duraba el combate, el peleador cubano ganaba, le pegaba a su contrincante hasta con el cubo. El oponente, si era norteamericano era más evidente, no hacía nada, no sacaba las manos, no tiraba un golpe, casi no se escuchaba su nombre, lo que podía crear la idea de que no había venido, no estaba sobre el ring, estaba totalmente perdido. Para Rodríguez el boxeador cubano siempre había ganado, primero por boxeador y luego por revolucionario. Minutos finales, veredicto de los jueces, el cubano perdía por votación unánime. En realidad, si no se veía la pelea, mejor sin audio, nunca se llegaba a entender nada.
Tal ha sido el tema del evidente manejo de los
resultados de las encuestas y las noticias falsas generadas por las redes sociales,
que muchas personas terminan recomendando que no se tengan en cuenta, que no se
mire a los canales de TV cuyo contenido es marcadamente demócrata y he podido
comprobar algo de esto. He visto parte de la información oficial que se le dio
al pueblo de Cuba. Los “expertos” aseguraron que los cubanos de la Florida, no
habían salido a votar por Trump, información a todas luces que trata de
quitarle importancia al asunto emigración cubana en Estados Unidos y el “apoyo”
bajo el supuesto tema familia en ambos lugares, que esa parte de los cubanos da
al gobierno cubano, cosa que contrasta inmensamente con la realidad que, nadie
me ha contado, sino que he visto durante todos estos días, o sea, no sólo los
cubanos de Florida, sino de todos los Estados Unidos y además la forma apasionada,
con que se han volcado a la calle, con caravanas, pancartas, fiestas, música,
cervezas y comidas, de cubanos de todas las edades, sexos y colores, en apoyo
del Partido Republicano y especialmente a Donald Trump. Según he podido ver,
cosa que no ocurría desde hacía varios años los latinos y sobre todo lo cubanos,
votaron, incluso por la votación temprana, mucho más a favor del presidente actual.
Entonces la TV cubana y los “expertos” también mienten vulgarmente.
El otro pequeño gran problema han sido los votos por correo. Me llama la atención de que durante semanas antes, Trump y su campaña, estuvieron diciendo que esta forma de votación traería problemas, sin embargo, los representantes del partido demócrata estuvieron todo ese mismo tiempo alentando a que se votara por esta vía.
La votación por correo, experiencia que no es nueva,
según he leído, correspondía sólo con el 15 o 20% de los votos, por lo que era
más utilizado el voto físico por tradición, sin embargo, este año, producto de
los temores relacionados con el COVID-19, muchas más personas se sumaron al
voto adelantado por correo viviendo dentro del territorio nacional, lo que se
suma a los norteamericanos que viven y votan desde el exterior.
El sistema de correo, entonces, no preparado parece que, para un evento de tal magnitud, colapsó y no ha podido entregar todos los votos que ha recibido, provocando entonces que todavía hoy se estén recibiendo boletas de los votantes, lo que resulta a todas luces imposible de poder contar para tener los resultados el propio día 3, estamos a 5 de noviembre y ahora mismo todavía se entregan boletas para ser contadas.
Esto trae otras complicaciones, ahora hay que separar
las boletas enviadas por correo antes del día 3 de noviembre, lo que puede
traer dificultades y “errores”, por la posibilidad de contar con boletas
enviadas días después cuando ya se había cerrado la posibilidad del voto
temprano por correo.
Las elecciones y los fraudes son primas hermanas, no quiero decir que no puedan existir las primeras sin los segundos, pero si miramos la historia, los fraudes electorales son tan viejos como las elecciones lo son. Baste media vez que se pretenda elegir a alguien y que existan como mínimo dos grupos compitiendo, para que la posibilidad del fraude aparezca. Los pillos han existido desde siempre.
No quiero decir que ha existido fraudes, no tengo la más mínima información que me pueda dar indicios de esto, además con la existencia de tanta y tanta información falsa, fabricada para crear estados de opinión a favor de un candidato u otro, lo que me hace difícil creer en algo, es imposible dar una opinión cercana a la verdad, sin embargo, puedo contar que:
- El equipo de campaña de Trump, con familiares incorporados, están en Washington, haciendo una reclamación oficial por malos manejos y posibles fraudes contra el candidato republicano, el actual presidente de los Estados Unidos, lo que ha desatado demandas oficiales, conocimiento de las cortes e investigaciones federales, que han congelado parte de las pruebas. Esto no es un invento.
- Existe una queja de los observadores oficiales y permitidos del Partido Republicano, que se les negó observar desde cerca el manejo y conteo de los votos. Reclamación seria que está documentada, o sea, filmada la reclamación de personas que certificadas para observar no se los permitieron. Esto no es un invento.
- Se han reconocido “pequeños” errores de votos que no existieron, a favor de un determinado candidato, pequeño error de miles de votos, “casualmente” asignados a Biden. ¿Verdadero o falso?
- Se sabe que ha votado por lo menos una persona nacida en 1826, o sea, principios del siglo XIX. ¿Verdadero o falso?
- Se dice que el Partido Demócrata ha utilizado boletas y censos falsos y dicen que esto está demostrado. ¿Verdadero o falso?
- Nevada acaba de reportar que personas fallecidas, aparecen como votantes, también parece ser que algunos muertos, bien muertos, votaron en New York. ¿Verdadero o falso?
- He visto, lo que parece un video de una cámara de seguridad, a un señor, que supuestamente contaba votos, mirar hacia el lado, coger un bolígrafo y poner una cruz sobre una boleta antes de contarla. No sé ahora sobre quién puso la cruz, pero la acción, sea el beneficiario que sea, es un fraude. Esto no es secreto, está en internet, pero es un video real o no. ¿Verdadero o falso?
- He visto en otro lugar, también como resultado de cámaras de seguridad, como en un colegio de votación, varias personas, un señor y dos señoras, por turnos, muy sigilosamente, echan boletas por grupos dentro de una urna. Esto no es secreto, también está en internet, se puede recuperar este video y mostrarlo como prueba de fraude. ¿Verdadero o falso?
- Creo haber entendido que al candidato Biden se le dio ganador de un estado y se le asignaron los votos electorales que ese lugar otorga, sin haberse tan siquiera terminado de contar una buena parte de los votos. Puntos que luego se le han retirado. ¿Verdadero o falso?
Ahora mientras escribo, todo sigue detenido. Trump reclamando
y el conteo de votos continua pendiente en algunos estados, Pensilvania,
Georgia, Carolina del Norte, de tradición republicana, donde Trump debe
llevarse los votos y Arizona y Nevada donde el voto está dividido también inconcluso
y no existe una ventaja fuerte para ningún candidato. De mantenerse los pronósticos
y ganar los republicanos en los tres primeros estados, Trump debería ganar uno
de los dos estados pendientes restantes.
Ahora Trump tiene en estados ganados oficialmente 214 votos y se pronostica que puede ganar en Pensilvania, (20 votos), Georgia. (16 votos) y Carolina del Norte, (15 votos), lo que le haría obtener 265 votos de los 270 que necesita, entonces tendría que ganar uno de los dos estados que aún no han cerrado, Nevada o Arizona, (6 votos y 11 votos respectivamente). Parece entonces, matemáticamente, que la idea no está perdida. El camino está difícil, bien cuesta arriba, pero no es imposible.
He aprendido algo para las próximas elecciones. No existe un centro federal que rija las elecciones para todo el país y esto complica enormemente el proceso, de por si complicado, de las elecciones. Cada estado, donde existe una ley electoral particular, con sus características y definiciones muy estrictas, es diferente al resto de los estados, por lo que es imposible sacar conclusiones a la ligera y tratar de aplicar experiencias foráneas. En cada estado entonces existe un Departamento de Elección, responsable máximo y único de las elecciones. Hasta que ese departamento no termine y el Secretario del Estado en cuestión no firme, o sea, certifique el resultado, nada anterior es oficial. Lo único que hace oficial los votos de cada estado a determinado candidato, es la certificación de ese departamento, por lo que todo lo demás, encuestas, televisoras, periodistas, santeros, espiritistas, expertos, brujos, etc., e incluso las mismas opiniones de los candidatos, es pura ficción.Para la próxima vez, estaré menos tiempo despierto, menos tiempo frente a la pantalla de la PC o TV, leeré menos, hablaré menos con amigos, estaré menos al tanto de las redes sociales y buscaré y leeré los resultados, donde aparecen cantidades de votantes, votos efectivos, boletas no contadas, por cientos para cada candidato, puntos que se le otorgan a quién, etc., exclusivamente en esos cincuenta Departamentos de Elección que existen.
Si se necesita hacer un recuento completo, cosa que puede pasar porque se tiene hasta diciembre para dar un resultado oficial, en dependencia del estado, de la ley escrita que rija en él y de los condados dentro del estado donde exista la necesidad de contar, la historia es extremadamente complicada, porque, digamos, hay que contar voto a voto nuevamente, pero además, en los votos llamados ausentes, hay que salir a localizar al firmante, esté donde esté y comprobar, boleta a boleta, la veracidad del voto, lo que podría demorar semanas. Mientras escribo, la Secretaria de Estado de Pensilvania acaba de declarar que es posible que, hasta el próximo martes, día permitido para la llegada de los votos por correo, no se podrán conocer los resultados oficiales, así que la cosa puede ser para largo.
Creo que todo esto puede ser revisado, quizás para próximos eventos, sobre todo, el voto por correo, pues el movimiento de las boletas, el paso de manos en manos, el posible colapso de una institución prestigiosa como el correo nacional, evidentemente no preparada para esta magnitud, la fecha en que se puede poner una boleta en Japón o Argentina para que llegue a Estados Unidos y pueda ser contada como dentro del plazo asignado, la posibilidad de incorporar boletas no oficiales, etc., etc., etc., hacen todo esto complicadísimo y demuestra que ni tan siquiera un país como Estados Unidos, que presume de su moderna y sólida democracia, esté exento de tener problemas.
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