viernes, 14 de agosto de 2020

La historia se repite. ¡Cuidado!!!!!!!!!!!! (Primera Parte)

No sé cuándo se inventó lo de reprimir. Me imagino que fue allá cuando a un tipo fuerte, bien comido y que tenía un buen palo para dar golpes, no le gustó que su vecino le mirara a la mujer que, media desnuda, limpiaba un mamut, entonces salió de su caverna y siendo un problema entre dos hombres nada más, lo acusó de contra neardentalismo, como corriente ideológica, le dio una buena entrada de golpes y lo encerró en un hueco que tenía en su cueva. Ese primer evento de seguro trajo que, el golpeador, fuera nombrado jefe ideológico de la tribu, lo que le garantizó no tener que trabajar más nunca y el golpeado pasara a la historia como rebelde con problemas, desde aquel entonces, ideológicos, por querer mirar a una mujer.

Veamos primero las definiciones. La Real Academia de la Legua Española, da dos variantes para definir la palabra reprimir.

  1. Contener, refrenar, templar o moderar.
  2. Contener, detener o castigar, por lo general desde el poder y con el uso de la violencia, actuaciones políticas o sociales.

Otras variantes encontradas en mi PC dicen que reprimir significa:

  1. Impedir que un sentimiento, estado de ánimo o impulso se muestre o se exprese abiertamente.
  2. Rechazar del pensamiento ciertos impulsos o sentimientos considerados inconvenientes.
  3. Impedir que una persona exprese o haga con libertad una cosa.
  4. Moderar un sentimiento o no exteriorizar un estado de ánimo.

Para los psicoanalistas, la represión es un mecanismo psíquico utilizado para lograr que cualquier ser humano auto bloquee pensamientos, recuerdos, deseos, para mantenerlos en el inconsciente, o sea, en el no pensamiento.

De una forma u otra, procedente del latín “repressio”, represión es la acción y el efecto de reprimir generalmente con cierta dosis de violencia, a aquellas personas que cercenan los derechos de otros sujetos o incurren en prácticas ilegales.

Si nos llevamos entonces por las naturalezas frías de las definiciones, todos, en algún momento de nuestras vidas, hemos sido reprimidos y represores. Todos, hemos ocultado pensamientos y sentimientos, para de forma general, escapar de situaciones X, y todos hemos reprimido, quizás, por lo menos, a nuestros hijos tratando de que se “porten bien”.

Pensar en la represión, tiene muchos análisis conceptuales, que pueden complicar incluso nuestras más sinceras posiciones éticas, en la misma medida que podemos estar de acuerdo con ella, en determinados casos y en otros no.

Ejemplo, yo soy un represor, en la misma medida que creo que existen normas de conducta a salvar o mantener. Estoy de acuerdo con una nalgadita salvadora a un niño y un castigo, siempre no súper violento físicamente, enseñador.

Luego soy un represor de aquellas actuaciones que tratan de romper el buen vivir, por lo que si una persona o un grupo, rompen, violan, destruyen, asesina, bajo cualquier justificación, bajo cualquier ideología, bajo cualquier locura, deberían ser reprimidas, enjuiciadas y encarceladas. En la vida moderna, nada justifica que se salga a acabar con la vida de la mayoría, que se destruya lo que tanto trabajo ha costado construir, por diversión o enojo, en defensa de ninguna idea. Hay delitos, que yo, no llevaría, ni a juicios, no perdería ni un minuto de mi vida en investigaciones, no gastaría un centavo en nada que tuviera que ver con ellos, ejemplo, un violador, un asesino, no tiene para mí, derecho a vivir en este mundo, ni en ningún otro, si es que existiera. No me valen los psicólogos, ni los abogados defensores, menos la prensa y la televisión. Esas actuaciones, en mis manos, no sólo las reprimiría, sino que haría algo más, si, como escarmiento único.

Según los religiosos, a los que respeto, no soy nadie para quitarle la vida a otra persona, porque la vida y la muerte es de Dios, entonces, que esos violadores, asesinos, llamen al Padre Celestial y les digan que venga a buscarlos.

La vida moderna se complica entre las políticas, los estados y los gobierno y entonces resulta muy difícil llegar a una sola conclusión. Cada país, cada momento, cada circunstancia es diferente. Los grandes teóricos, filósofos, historiadores, sociólogos, politólogos, aun no se han puesto de acuerdo y muchas veces lo que hacen es criticarse unos a los otros.

Son más que conocidas las protestas, las huelgas de los movimientos obreros alrededor del mundo por mejorar las condiciones de trabajo, son más que conocidas las respuestas que muchos de los gobiernos del mundo han dado en cada caso a cada una de ellas, sobre todo, en aquello escenarios donde el sistema capitalista se puede mostrar como salvaje, incluso en las llamadas “dictaduras de derecha”. Los potenciales reprimidos, agarrados de cosas reales y también medio irreales, se tratan de manifestar y los represores, tratan, de matar dos pájaros de un tiro, por una parte, impedir que aquellos que se manifiestan violen la ley y normas impuestas, reconocidas, malas o buenas y, por otra parte, tiene un objetivo ejemplarizante, tratando de que la sociedad en general que observa, se auto reprima y no imite o se sume a las acciones objetos de represión.

Recuerdo cuando fui joven, tuve un amigo, Carlitos, que había tenido la posibilidad de crecer en Suecia, por el trabajo de su padre. Un día, en una de aquellas sesiones que teníamos en el café que nos quedaba en la esquina del Museo de la Ciudad, llamado popularmente “el café con leche”, nos contó que, estando en Estocolmo, le dijeron que la ciudad se complicaría porque habría una huelga de campesinos. Carlitos, cubano, en espera de lo peor, planificó apostarse en un lugar desde donde pudiera presenciar el evento, imaginando, policías, perros, carros antimotines, chorros de agua, sangre, heridos y muertos, etc.

Llegó el domingo, aparecieron los campesinos en guaguas como las que en Cuba llamamos de turismo, con banderas y pancartas, con unos alta voces con la música de Julio Iglesias, desfilaron a lo largo de una avenida, se abrazaron y besaron y cada uno de ellos se regresó a su casa. Mi amigo, cubano, se quedó con las ganas de presenciar el espectáculo sangriento que viene a nuestros cerebros detrás de la palabra huelga. Además, nunca llegó a entender que tenía que ver la música del Sr. Iglesias en español, con las demandas de campesinos suecos. Yo, por aquellos años, joven desconocedor del mundo exterior real, entendí menos.

El capitalismo lleva ya muchos siglos funcionando. Es cierto, con problemas, pero funcionando y a pesar de los sentimentales y aburridos, no son pocos sus logros, entonces entre las cosas que se han mejorado, son las protestas de los inconformes. Han pasado los años y se trata de que sigan pasando, sin aquellas matanzas a mansalva que se recogen en la historia. Todos tenemos derecho a protestar o demandar. En dependencia de cada país, usted no está de acuerdo con algo y puede, solo o acompañado, previo permisos y definiciones de objetivos, pararse en una esquina o desfilar con pancartas, banderas, música, discursos, incluso frente a la sede del gobierno, lo que no puede y, eso me parece lógico, es coger un rifle y tirar tiros, lo que no puede es lanzar granadas, ni tan siquiera piedras.

¿Se siguen cometiendo en los países injusticias injustificadas? Si, es imposible decir otra cosa. Si todos fuéramos buenos, si todos obráramos con decencia, si todos defendiéramos los derechos de todos, si repartiéramos mucho por igual, si pensáramos en el otro antes de pensar en nosotros, si no hubiera interese políticos, si el poder económico no fuera importante, si se valorara igual a un futbolista de éxito que a un maestro, si no nos comiéramos las vacas, entonces viviríamos en el Paraíso.

Un día llegó toda la teoría de Marx, ahora con más madurez, creo que una parte de ella la elaboró entre cervezas y cervezas, donde define que el aparato del Estado en el capitalismo no puede resolver los problemas de las grandes masas, porque ellas están en contra de la propiedad privada, por lo que la emancipación humana, sólo se conseguiría con su abolición. Engel, compañero de cervezas, consolida el tema y dice que el Estado no se suprime, sino que, con la desaparición de las clases sociales, se extingue. Lenin, para no quedarse atrás, imagino que, con vodka y pescado ahumado, conceptualiza, en apoyo de sus dos guías anteriores que, el proceso de extinción sería gradual y espontáneo. ¡Qué clase de borracheras!!!!!!!

Imagino que estos cuatro actores, Carlitos y Freddy, teóricos, Vlady, práctico y el alcohol, diseñaron todo esto, al no tener que hacer otras cosas terrenales, o sea, trabajar, cuidar hijos, lavar pañales, arreglar baños, etc., para un escenario ideal, altamente desarrollado en lo económico y con un alto grado de conciencia humana, donde los capitalistas y su propiedad privada, aburridos del dinero, cederían todo y más, se quedarían tranquilos y los obreros, arrastrando a los campesinos, felices con su trabajo y sobrándoles tiempo, se dedicarían a tocar canciones en una guitarra. El alcohol, bueno, el alcohol es siempre una buena compañía.

¿Sabían esos teóricos defensores del movimiento obrero internacional, dónde queda Cuba?, Quizá Marx un poquito debe haber escuchado de arroz, frijoles negros, carne de cerdo, por su yerno cubano Pablo Lafargue, pero, por lo poco que vio a su segunda hija es de suponer que menos vio a su yerno, entonces no debe haber pasado de un tema cultural o conversación de un domingo, a lo mejor se sintió motivado por el buen ron de azúcar de caña. Mientras Marx escribió y existió, Cuba era una colonia esclavizada por España, por lo que no aparecía en sus planes. Lenin, no debió ser muy bueno en geografía, por lo que después del Atlántico, a la izquierda, no existían para él, muchas tierras. Lenin hablaba y pensaba en ruso, ¿qué tiene que ver eso con el español caribeño?

Al final de la historia, por aquello de las condiciones objetivas y subjetivas, más algunas maniobras no ortodoxas, que no nos enseñaron en las escuelas cubanas, Lenin y los bolcheviques se hicieron del poder, para entre otras cosas, poner en práctica todas aquellas ideas, que sin tener como respaldo lo de fuerza económica y alta conciencia humana, se metieron algunas a la cañona, intelectuales presos, campesinos colectivizados a la fuerza, disidentes desaparecidos, una guerra abierta contra el capitalismo mundial y una imagen sonriente de felicidad inventada para convencer al mundo.

La URSS, nuestros hermanos o padres por muchísimos años, con esa maquinaria propagandística fuerte en manos del Estado, ilusionó a los movimientos obreros, socialistas de todos aquellos años. Alentó la lucha del proletariado, se garantizó su influencia más allá de sus fronteras. Se mostró al mundo como sólida, como única, mientras reprimía hacia adentro a todos y todo lo que se oponía, o sólo mostraba cierta duda. Son hoy conocidos, los miles de muertos que dentro de la URSS existieron, dentro de los campos de concentración, los gulags, por fusilamientos como resultados de esos juicios políticos y las eliminaciones físicas, más allá de los gulags y los juicios. Se estableció la represión del ejército a los que estaban en contra y la represión como alerta a la sociedad en general, que como era de entender vivió bajo el miedo todo el tiempo.

Luego de la II Guerra Mundial y la expansión a la fuerza del comunismo en Europa, el asunto se complicó, el grupo socialista vendió una imagen de bloque sólido, de felicidad, mientras que, en el interior de cada país se reprimía, por las autoridades comunistas en cuestión, apoyadas ahora por el “padrino” externo, la URSS.

Octubre – noviembre de 1956. Hungría. Según cuentan los libros, estudiantes húngaros, que ya venía pidiendo cambios y libertades para apartarse del comunismo, stalinista, pro soviético, quizás alentados por las críticas que había hecho Nikita Jruschov a las políticas excesivas de Stalin, se lanzó a las calles, a partir de una protesta cívica y pacífica y fue sofocada por el fuego de la policía húngara, desde adentro del Parlamento, lo que llevó a respuestas armadas de los manifestantes. La noticia corrió y la situación se complicó, se volvió violenta y se expandió por toda Hungría, el gobierno fue derrocado, La policía, el ejército húngaro y el apoyo del ejército soviético fueron los actores de la represión. Hubo presos, heridos. Asesinados. El nuevo gobierno establecido, bajo el visto bueno de la URSS, se dedicó a acabar con toda la manifestación de oposición. 

De aquellos días, parece que el descontento, la crítica y el anticomunismo húngaro aumentó e incluso el disgusto de muchos marxistas de la Europa Occidental, lo que no importó para nada, la rebelión fue aplastada, el nuevo gobierno húngaro se encargó de sembrar el terror, prohibiendo incluso las discusiones públicas sobre cualquier tema vinculado al gobierno y el comunismo, medida que duró 30 años y la URSS, la buena y solidaria URSS, clavó sus garras en Hungría, de esa forma consolidaba sus fronteras ideológicas.

Para los gobiernos comunistas, el pueblo es importante como telón. Mientras que participe, o al menos, no se oponga abiertamente, todo está bien. Baste media vez que ese mismo pueblo salga a pedir o demuestre su descontento, el gobierno, bajo el increíble mensaje de estar defendiendo a la mayoría, le pasa por arriba. El pueblo es una definición que se mueve a conveniencia, si apoya es bueno, si protesta, entonces son un grupo de confundidos, mal intencionados, pagados, a los que hay que exterminar.


Agosto 1968. Checoslovaquia. Según los libros también, cosa que aún no queda muy clara del todo, la URSS venía preocupada por aquellas reformas políticas ocurridas dentro del país, lo que se reconoce como Primavera de Praga y que esas reformas pudieran minar el poder del Partido Comunista Checo y la presencia soviética en Checoslovaquia, y que esto sirviera de ejemplo para el resto de los países del llamado “bloque comunista” para apartarse. En la noche del 20 de agosto de 1968, tropas soviéticas invadieron el país con la ayuda de otros miembros del Pacto de Varsovia.

Esa noche, se dice que 170 000 soldados y más de 4 000 tanques del Pacto de Varsovia, procedente de la URSS y también Bulgaria, Polonia, Alemania Oriental y Hungría, irrumpieron en Checoslovaquia sin previo aviso, lo que provocó una gran resistencia popular. El pueblo checo, sin armas, sin preparación militar, se lanzó a la calle y en no pocos casos impidieron el paso feliz de las tropas invasoras. Los muertos varían según las fuentes consultadas, también varía el monto de la destrucción económica, pues fueron muchos los transportes y edificios afectados sobre todo en la capital Praga. La idea también en este caso fue clara, la URSS, en contubernio con el gobierno checo, no aceptaba el cuestionamiento, no permitiría el cambio, no entendía de reformas poco ortodoxas al sistema impuesto. Era comunismo a la soviética o comunismo a la soviética.

El pueblo, pues el pueblo no cuenta. Si se pone majadero, lo que dicen los manuales es que se le pase por arriba.


Diciembre 1989. Rumania. Nicolás Ceausescu, al estilo de todos los dirigentes comunista, fue presidente de Rumania, presidente de su Consejo de Estado y secretario general del partido comunista, desde 1967 hasta 1989, o sea, todo en uno, pretensión eterna.

Su gobierno, como muchos otros del llamado “Campo Socialista” se fue deteriorando, por sus posiciones de líder único al estilo chino. No estuvo muy de acuerdo con las reformas que habían comenzado en la URSS, obvio le afectaban personalmente y trató de mantener el poder a todo costo, metiendo a Rumania en un hueco insalvable cuyas consecuencias las pagaba todos los días el pueblo rumano. Hambre y muertes.

El conflicto que dio pie a esta parte de la historia comenzó en Timisora, relacionados con la figura de un pastor luterano depuesto de sus derechos por el gobierno. Muy rápido aquello se convirtió en manifestaciones de los descontentos, obreros, estudiantes, intelectuales y se expandieron por las principales ciudades del país. El gobierno de Ceausescu ordenó reprimirlos y el ejército, las milicias y la seguridad del estado, salieron a la calle a matar. Disparos, muertes, automóviles incendiados, tanquetas antimotines, camiones cargados de militares, vehículos blindados, helicópteros y francotiradoresssssssssss apostados en los edificios, todo esto contra pueblo. Timisora fue la chispa para algo que explotaría en cualquier momento, la respuesta del gobierno, con el mismo discurso de “salvar las conquistas comunistas” fue la de una bárbara represión armada, a tiros, contra el pueblo en cada una de las ciudades que se sumaron contra él.

Los choques se hicieron fuertes en la capital. Ceausescu salió del país en varias ocasiones, en una de ellas se reunió con Gobachov, quien trató de convencerlo para que dejara el poder en favor de Rumania, el líder comunista, como todos, se rehusó a dejar su posición de “emperador rumano moderno” y se regresó a tratar de resolver el rollo que tenía internamente con discursos y represión directa contra el pueblo, a partir de la intervención del ejército con toda su técnica, cosa que en vez de lograrla, solo favoreció que todo se pudiera peor.

En medio de los problemas diarios, muere de causa no clara, unos dicen que asesinato, mientras el gobierno habló de suicidio, el general Milea, ministro de defensa. Los militares se dividen en dos bandos, unos a favor de reprimir y otros a favor del pueblo que estaba en las calles resistiendo, por lo que los choques armados tomaron mayor connotación. Ceausesco nombra de corredera a un nuevo ministro, Stanculescu, que fue quien al final, el héroe que salvó la situación, desobedeciendo al presidente, ordenó al ejército recogerse a los cuarteles, o sea, se negó a seguir con la represión, recomendó a Ceausescu que abandonara el país junto a su esposa, cosa que el valiente líder, el “emperador”, el represor y destructor de Rumania, hizo, aunque no llegó muy lejos. Fue capturado y ya se sabe cómo terminó.

El mismo cuento en diferente país. El poseer y mantener el poder político llega a ser tan importante, más claro, en el caso de Rumania, salvar el pellejo después de casi 20 años de crímenes, destrucción, abuso de poder, hambre, que se olvida en esos momentos ese pueblo que tanto sirvió de telón. A última hora, cuando la cosa se pone buena, el pueblo que había sido querido, al menos de palabra, es colocado en la posición de enemigo, terroristas, entreguistas, lo que justifica la opción de sacar los tanques de guerra y los francotiradores para, no calmarlo, no entenderlo, no escucharlo, sino, simple y sencillamente, aniquilarlo, desaparecerlo.


Septiembre 1993. Unión Soviética. La URSS, país padre y promotor del socialismo mundial, es un buen ejemplo de lo que significa represión a los que no se sumaron. Existen libros, películas, documentales, por millón, que narran todos estos hechos. LA URSS mantuvo una imagen para el exterior, de “buena fe” y armonía y al mismo momento aplicó mano dura contra sus ciudadanos.

En septiembre, Borís Yeltsin, con todos los títulos que ya conocemos sobre sus hombros, decretó la disolución del Congreso de los Diputados del Pueblo de Rusia y el Soviet Supremo, organismos que obstaculizaban su consolidación en el poder y las reformas que de su propia inspiración pretendía hacer. A todas luces las medidas eran ilegales, al igual que el diseño de una nueva constitución que respondía obviamente a sus intereses personales.

El Congreso ordenó destituir a Yeltsin y las protestas populares en su contra tomaron las calles de Moscú, poniendo a la URSS en el borde de una guerra civil. El presidente no dudo en reprimirlas, lo que ocasionó muchos muertos civiles. El ejército todavía a favor del poder político se prestó para reprimir, pero no sólo a los vecinos moscovitas, sino que, frente a la decisión de los diputados de encerrarse dentro de la Casa Blanca, cede del parlamento ruso, para resistir el asedio de Yeltsin, se dedicó a la tarea de eliminar a los diputados.

El 2 de octubre, Yeltsin cansado de las protestas en su contra, en ese momento muy fuertes y aburrido de la posición obstinada de los diputados, dio la orden de bombardear la Casa Blanca, o sea, carros de combate y artillería pesada en el medio de la ciudad de Moscú. Por supuesto, luego de los bombardeos del ejército contra los civiles reunidos, la resistencia fue sofocada, Yeltsin salió vencedor, sólo que su actuación, además de la destrucción de la sede del parlamento, más las desastrosas imágenes de bombas contra civiles, significó la muerte de alrededor de 2000 personas, más otros miles de heridos.


China. Bueno, el gran país tiene su propia historia, no parecida a ninguna en cuanto a represión al pueblo se trata. No lo duden, el gobierno chino, esos funcionarios sonrientes, aparentemente inofensivos, han sido y son unos grandes y fríos represores. Los chinos, calculadores y de mano dura histórica, no sienten el menor rubor, la menor pena, si necesitan pasarle por arriba a 10 o a un millón de nacionales con tal de mantener el poder. Veamos los ejemplos más sonados, sobre los que ya escribí en este blog, entonces para qué repetir ideas.

1958. La “Guerra contra las Cuatro Plagas”, entre ellas, los gorriones, nombrados alocadamente como enemigos de la revolución, ideada por Mao dentro de lo que él llamó el Gran Salto Adelante, populismo que sólo logró el mayor periodo de hambruna en China, responsable de la muerte por hambre de millones de personas.

1959. La invasión y ocupación del Tibet por el gobierno chino, lo que costó la vida a más de 10 000 personas y otros miles, incluyendo el Dalai Lama, que tuvieron que salir huyendo, territorio que en la actualidad sigue ilegalmente ocupado.

1966-1976. La “Gran Revolución Cultural”, donde se persiguió, encarceló, torturo, y asesino a millones de chinos, con el único objetivo de sembrar a Mao en el “trono” y establecer al Partido Comunista de Mao por supuesto, en el poder de forma eterna con su sólida estrategia de culto a la personalidad.

1989. Los sucesos injustificados de la Plaza de Tiananmén, reconocido como la “masacre de Tiananmén” donde para reprimir, digo yo, exterminar, a manifestantes, sobre todo jóvenes estudiantes, que pacíficamente pedían reformas, el gobierno comunista chino envió a actuar a la infantería y los tanques, generando afectaciones en la población civil en cerca de 1 000 000 de personas. Ejército y tanques de guerra contra pueblo.


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