lunes, 10 de agosto de 2020

El perdón. Receta de cocina.

Todos necesitamos ser perdonados y todos tenemos que perdonar. El perdón, debe ser el más importante y difícil sentimiento humano. En realidad, creo que el perdón real, es una acción sólo lograda por personas grandes, diferentes, sólidas, lo que lo hace muy exclusivo de un reducido grupo. La historia recoge muchos ejemplos puntuales de perdón, pero más que todo, son eso, ejemplos.

Debe ser el perdón tan necesario, pero a la misma vez, difícil, que, según Lucas, 23:34, a eso fue lo último que se refirió Jesús, cuando, antes de morir destrozado en la cruz, dijo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Creo, a la luz de los acontecimientos y a pesar del tiempo que ha pasado, el Padre Celestial aún no nos ha perdonado por lo que le hicimos a su hijo.

Todos andamos y hablamos sobre el perdón como si fuera una receta de cocina, como si fuera tan fácil como mezclar agua, azúcar y limón. Todos hablamos del perdón como solución, sobre todo, cuando no hemos sido afectados. Todos exigimos perdón cuando estamos fuera del potaje y nos parece que sólo esa palabra es capaz de resolver todos los males de la humanidad. Sobre todo, todos hablamos del perdón cuando hemos metido la pata hasta Hong Kong y queremos salir ilesos. Pero, ¿Podría perdonar, por ejemplo, una madre o un padre, al que un tipo que sin necesidad, sin razón, a veces sólo por diversión, ha violado a su hija de 14 años, la ha descuartizado y luego de quemar los pedazos del cuerpo, los ha tirado en diferentes partes de una ciudad, tal como si fuera un “delivery” de pizzas?, ¿Podría esa madre o padre, mirar a ese monstruo y decirle: _ “Bueno, te perdonamos, ven a tomar café hoy en la tarde? Es difícil de entender, incluso, cuando frente al TV uno descubre historias de súper perdones.

Sabemos que el Santo Padre Juan Pablo II en 1981, perdonó a aquel turco loco, Mehmet Ali Agca, que, tratando francamente de matarlo, le disparó cuatro veces a boca de jarro. Eso fue lindo, obviamente también fue político, la solución convirtió al padre en más santo. En realidad, no se podía esperar menos del Santo Padre, para eso le pagan. Pero la vida es, muchas veces, otra cosa y tiene obviamente otros salarios.

Todos cargamos con uno de esos archivos de metal tan comunes en Cuba, donde en una gaveta dice “perdones obtenidos”, en otra dice “casos perdonados” y en la última dice “casos a perdonar”. En la primera gaveta, es probable que tengamos guardadas con agrado, las muchas veces que hemos sido perdonados, por inmaduros, alocados, desconocedores, etc. y todas otras peticiones que hemos hecho en busca del perdón. En la segunda, es probable que, demostrando nuestro buen proceder, tengamos diez expedientes cerrados, totalmente perdonados, y en la última gaveta de seguro guardamos cientos de expedientes, con la etiqueta de “casos en investigación, pendientes a perdonar”. Lo que resulta que es más fácil pedir que se nos entienda a entender. Es mucho más fácil el formal perdón, cuyos argumentos podamos tener a mano para cuando nos convenga volverlos a sacar, que lo de dar real borrón y abrir una cuenta nueva. Si hay una palabra que escucho en mis conversaciones casi diarias con mi amigo Ruso, es la palabra perdón, a veces la escucho tanto, que me aburre.

Recuerdo que hace ya unos años visitamos a nuestros amigos Lizzy y Mario, todos los que allí estábamos terminamos hablando de Cuba. Somos cubanos. Una de las ideas más fuertes defendidas fue que los cubanos necesitábamos perdonarnos sinceramente. Y hoy creo que es cierto, necesitamos mirar al futuro y eso puede comenzar por perdonarnos, lo que puede significar mirar y obrar, dentro de nuestras diferencias, hacia un mismo lugar. Para hablar de futuro, tenemos que comenzar por perdonarnos.

Aunque, en algún lugar de este blog, en uno de mis artículos, me he declaro más seguidor de Simon Wiesenthal, judío que dedicó su vida a localizar culpables y entregarlos a la justicia para que pagaran por sus crímenes cometidos durante todo el período hitleriano, creo que, en líneas generales, la justicia, no la venganza, puede comenzar con perdonar. Chile perdonó a Pinochet, al menos las leyes y una parte de la sociedad, pero, ¿Dónde están los desaparecidos? Fidel salvó a Cuba de la droga, pero para ello convirtió a varias esposas jóvenes en viudas, para ello dejó a varios niños y adolescentes huérfanos, sin padres. Raúl, el partido comunista, los integrantes del gobierno, quizás muchos cubanos perdonaron a Fidel, pero, ¿las viudas y los hijos huérfanos de un día para otro, podrán perdonarlo?

De una forma u otra, todos los cubanos que vivimos en Cuba a partir de 1959, tuvimos contacto con el comunismo. Unos protagonistas efusivos, otros victimas públicas o silenciosas, testigos y otros simple observadores escondidos detrás de las ventanas. La mayoría fuimos pioneros, militantes de la UJC o el PCC, trabajadores de las empresas estatales, únicas para poder trabajar. Muchos recibimos un salario de la revolución, logramos una lavadora, un ventilador ruso, una semana en una casa en la playa. Todos comimos de la bodega, vehículo del gobierno para entregarnos la comida que él determinó que necesitábamos comer, todos fuimos atendido en los hospitales “socialistas” por lo cual no tuvimos que pagar una factura en el momento que nos atendieron, todos nos transportamos en alguna forma de transporte público dirigido y mantenido por el gobierno.

Fue imposible evadir algunas de estas formas, estando de acuerdo o no, alguna de ellas, bajo el manto de comunismo, nos tocó. Sólo los que se fueron al día siguiente de entrar Fidel a La Habana y con ella decretar el triunfo de su revolución, hoy pueden decir que no fueron culpables. Repito, todo era del gobierno y aun casi todo es del gobierno, la bodega, el teléfono, el agua, la electricidad, las medicinas, los médicos, los maestros, los carpinteros, plomeros y mecánicos, el aire, los ríos, las playas, etc. Entonces, como plantearon mis amigos en aquella reunión de familia, todos necesitamos perdonar y quizás ser perdonados.

La idea de haber sido pionero, militante comunista por buenos resultados en el estudio o trabajo, la idea de trabajar duro, estudiar, participar en aquellos llamados “trabajos voluntarios”, incluso la idea de haber creído en que por aquella vía se estaba construyendo un futuro mejor, no convirtió a todas aquellas personas, incluso a nosotros mismos en unos asesinos, criminales, represores. Claro, en esta lista de incluidos, voluntarios o forzados, había que sacar a los oportunistas, a los que, si torturaron, si reprimieron, se aprovecharon con las prebendas, los beneficios extras, hicieron daño por placer, diversión, porque de todo existe en la casa del señor. Para muchos de ellos, para mi entender y gusto, el perdón está más lejos.

Creo que los cubanos todos hemos sido muy dañados, es entendible, los papás en su andar, a lo mejor sin quererlo, dañaron a sus hijos y así se estableció la cadena o el círculo, que llegó a ser vicioso. Conflictos, mentiras, exigencias, promesas, fueron los condimentos diarios de nuestras vidas. Todo esto está agravado, a mi entender, entre los que estamos aquí o estamos allá, entre los que hemos cambiado y los que no queremos o podemos cambiar, entre los que sobrevivimos y hoy mantenemos autorizadamente a nuestras familias y los que no tenemos familia en ningún lugar que nos mantenga. Los que dedicamos la vida honesta a un proyecto y hoy tenemos poco y los que dedicamos nuestras vidas deshonestas a cualquiera cosa menos al proyecto y hoy tenemos mucho. Los culpables de Cuba, los que callamos y no dijimos nada y los culpables de la emigración que hablamos y lo decimos todo.

Es difícil de entender e incluso de explicar, pero esa diferencia, esa intransigencia, esa exigencia por el pasado, yo lo siento diariamente y no por parte del gobierno, sino por parte de los propios cubanos. De Cuba no se puede hablar, porque siempre se convierte en un conflicto, no entre enemigos, lo que sería más fácil de procesar, sino entre familias y amigos, de donde se puede entender un discurso acusador y no pocas veces, amenazador, a mi parecer, innecesario entre cubanos pueblo, más allá de que te pueda gustar la fresa o el chocolate.

Lo siento y no escribiré sobre nada que no sea verdad, o al menos mi verdad, la que veo y padezco. Me gustaría aclarar aquí que escribo e incluso critico con respeto, a lo que respeto merece, tratando de ser equilibrado y siempre, tratando de dar mi opinión, no la opinión que alguien me impone o vende. No quiero hundir a Cuba en el mar, no soy yo el que va a atacar para anexar a la isla a una potencia. No soy tan siquiera alguien que mantiene una posición extremista pagada por la CIA, la derecha histórica cubana en el exilio o por Otaola. No pienso, hablo y escribo por encargo. No descubrí los problemas del gobierno cubano cuando crucé la línea amarilla en la frontera de Laredo. El gobierno de Cuba no se ha puesto malo ahora cuando yo llegué a Lincoln, Nebraska, porque cuando yo nací ya el gobierno había escogido ese camino.

Si escribo sobre los mosquitos de Cuba, que por momentos son muchos, sobre todo cuando no puedes estar frente a un ventilador por falta de electricidad, lo primero que recibo es un mensaje de: “Claro eso es porque tú no estás en Cuba. Pero, además, es mentira, pero además en África hay más mosquitos y en los canales de Miami hay cocodrilos que a veces salen al medio de la calle”. Pero, ¿Qué les pasa?, ¿No ven los mosquitos o es que se han vuelto insensibles a ellos? Ahora hablamos de mosquitos, entonces, ¿Qué tienen que ver los cocodrilos de Miami?

A veces escribo y dedico una línea a decir que el presidente de Cuba está gordo o ha engordado. Respuesta: “Si claro porque tú estás afuera, eso es mentira no está gordo, pero además Estados Unidos es el país con más contagiados por el COVID-19, las personas allí están muertas en las calles porque no hay hospitales, el seguro médico no sirve y no hay tierra, ni cementerios dónde enterrarlos”. Pero, ¿Qué les pasa? ¿Son ciegos, no ven la barriga que tiene Díaz Canel?, pero, además, revisen las fotos, ¿No ven la barriga del primer ministro? Ahora, hablamos de las barrigas, que a no ser de parásitos o por temas glandulares, existen por mucha comida, a lo mejor no de mucha calidad, lo acepto, pero mucha comida si es. ¿Qué tiene que ver eso con el virus y los cementerios en Estados Unidos?

Otras veces escribo sobre lo mucho que lamento que mis amigos, familiares, y en general, muchas personas estén haciendo 4, 6 y más horas de cola para adquirir alimentos, lamento que ahora para conseguir algo de “alta gama”, o sea, espaguetis y tomate, tengan mis amigos y familia y una parte de los cubanos, que pagar en dólares americanos y alguien me responde: “Si claro porque tú estás afuera, pero además, es mentira, las personas están ese tiempo en lo que aparentan ser colas tomando el Sol, para ayudar al organismo a fijar la vitamina D, pero te quiero decir que Trump tiene un color de pelo horrible, la ayuda que dio es una miseria que no alcanza ni para tomar un helado, no se lleva bien con su esposa y ha aconsejado inyectar claro a los americanos”. Pero, ¿Qué les pasa? Las colas en las tiendas, la necesidad de alimentos, el tener que pagar caros productos que, además, nada más que se pueden hoy conseguir en dólares, nada más que lo veo y sé yo. No sean obcecados, ciegos, ofuscados, turbados y ridículos, ¿Qué tiene que ver un problema de pareja, intimo, que a Melania le moleste la papada de su marido, con las tiendas en dólares en Cuba?, ¿A quién se le puede ocurrir llamar producto de “alta gama” a los espaguetis, descubiertos por Marco Polo en unos de sus viajes a China en el año 1271, o sea, siglo XIII?

Si se me ocurre escribir a cerca de la política norteamericana, más que todo mis dudas y desconocimientos, porque es lo más que tengo sobre ese tema, muy rápido recibo respuestas parecidas a estas: “Si claro porque tu estas afuera, pero, ¿Recuerdas que se hizo aquí una campaña de alfabetización a principios de la década del 60, en los mismos momentos que se derrotó al imperialismo norteamericano en Playa Girón, gracias a que Fidel se tiró del tanque en que llegó?, ¿Recuerdas que los médicos cubanos han salvado 30 457 689 vidas humanas, más 567 987 vidas de animales, mascotas de esos humanos por todo el mundo y que a Rosita Fornés se le nombró la vedette cubana?” Pero, ¿Qué les pasa?, ¿Se han vuelto locos?, ¿Qué tiene que ver la Casa Blanca con el Ministerio de Cultura o el ICRT cubanos?, ¿Los republicanos y demócratas norteamericanos son los culpables de los animales abandonados en las calles de Siri Lanka o que los monos invadan algunas ciudades de la India?

Y así con cada una de las ideas. Entiendo, a nadie le gusta que estén hablando sin razón de su país. Conozco ese sentimiento porque llegué a República Dominicana en el 2007 con el “cubanísimo” subido. Luego la vida me demostró que, sin dejar de tener la razón en algunas cosas sobre los cubanos como pueblo, en lo de “ísimo” estaba equivocado. Es fuerte e injustificado aceptar que en Cuba cada año mueren de hambre miles de niños o que el gobierno los asesina para hacer caldosas. Es duro aceptar que los gobernantes han engordado porque se comen a las chicas lindas de 15 a 20 años, después de haberlas violado todos a la misma vez. Es irreal aceptar que Díaz Canel hoy lideree un cártel de narcotráfico y que con sus inmensas ganancias haya comprado el Desierto de Sahara para desarrollar un plan de reforestación para sembrar mariguana. Puedo aceptar además que, todos los americanos son locos, que los demócratas y los republicanos son unos asesinos políticos, que Trump es un fantoche, cuya esposa fue una actriz media porno, cuyo hijo más pequeño parece medio bitongo, que no se debe invertir en cohetes para el cosmo, por lo que a la NASA habría que cerrarla. Puedo entender que no les guste la nieve, el frío y que crean que el salmón de Canadá es mejor que el que se pesca en Estados Unidos. Pero, ¿Qué les pasa?, ¿Por qué nos hemos vuelto tan patéticos?

Pero, todo eso y más, ¿Qué tiene que ver todo esto, los locos políticos americanos, los monos de la India, los cocodrilos de Miami, con el boniato, la calabaza, los tomates, la leche de vaca, el café, que se debería conseguir en Cuba fácilmente?, ¿Qué tiene que ver el problema alimentario hoy en Cuba o el desabastecimiento de alimentos, si a falta de poder criar avestruces y jutias en grandes cantidades, el gobierno ha comprado, cifras oficiales, casi 81 millones de dólares en alimentos, pollo, soya, maíz, fertilizantes y tractores, en el primer semestre de este año, 2020, al mercado norteamericano?, ¿Qué tiene que ver el COVID-19 con el plátano o la yuca que no se sembró en el año 2015?

Amigos, perdonemosno. Cuba no es un lugar especial, es un país como todos los que existen en el planeta y todos tienen cosas buenas y malas. No seamos ridículamente falsos amorosos. Los políticos allí, los que integran el gobierno, no son personas sacadas de una caja mágica, son personas de carne y hueso, son como todos los políticos del mundo, son como todos los gobernantes, que pensando que actúan de buena voluntad, se equivocan, cometen errores, tienen dudas, prueban variantes laboratóricas, improvisan, se recomiendan a Dios, etc. Pero, además, los cubanos, para nada somos especiales, ni diferentes, no somos escogidos por nadie, somos un pueblo con sus virtudes y defectos, con sus logros, con su cultura y malos hábitos sociales como cualquier otro pueblo. Seamos menos chovinistas, ser nacionalista es bueno, ser extremista es malo.

Ni los médicos, ni los científicos, ni los policías, ni los niños, ni los delincuentes y asesinos, ni las vírgenes o mojas, ni los rockeros o reguetoneros son nada exclusivo de Cuba, nada fuera de serie y únicos. Somos igual que cualquier otro pueblo de los países del mundo. Ni Varadero, ni las palmas, ni los ríos, ni los huracanes, ni los restaurantes, ni los museos, ni los hospitales, ni las escuelas, ni los estadios de pelota, son nada único y exclusivo, no nos engañemos más o no engañemos a otros. Como Varadero, Hospital Almejeiras, el Parque Lenin, existen miles de lugares parecidos o mejores en el resto del mundo. Cuba tiene su majestuoso Morro, la inigualable La Cabaña, el muy bien construido Túnel de la Habana, pero Egipto tiene sus pirámides, China tiene su muralla, Perú su Machu Pichu, Argentina las carnes y las barbacoas, Brasil a las brasileñas, África los leones, elefantes, monos en vida salvaje y Paris, Londres, Tokio y New York tienen de todo, en todas las cantidades, tamaños, colores, sabores, etc. Inglaterra tiene su Stonehenge, Nebraska tiene su Carshenge.

Pero además, ¿qué es patria? A cada rato, veo la idea de que tal o más cual persona ha traicionado, siento con frecuencia el rechazo o la exigencia de que, claro dices eso porque tú estás afuera. Entonces me preguntó, pero si mi familia, de la cual sí me separé, no me habla de traición y abandono, por el contrario, a pesar de no vernos todos los días, están convencidos de que salir de Cuba fue lo mejor que me pasó, ¿Cómo entender a un desconocido que me habla de traición? ¿Traición a qué o a quiénes?

¿Qué es la patria, quién la otorga, quién la quita? ¿La patria se obtiene por nacimiento, por vida o por sentimiento? Hay personas que nacen en un avión. ¿Su patria es la atmósfera, el espacio exterior?, ¿Pueden reclamar el avión para vivir en él? Hay personas que nacen en un barco. ¿La patria es el Océano Atlántico o el Océano Pacífico?, ¿Pueden llevarse el barco para su futura casa? Hay personas que nacen en un país donde su madre trabajaba, estaba de paso, hacia turismo, pero a ese país nunca regresaron. ¿La patria es el hospital o el taxi donde nacieron?

Nací en una familia con tres bisabuelos españoles. Los vi hablar mucho de España, los vi, ya ellos viejitos, llorar mucho cuando recordaban su infancia. Nunca regresaron a su país natal, hicieron familia en Cuba, trabajaron en Cuba, murieron como cubanos. ¿Les correspondía también un pedazo de esa tierra? Hoy existen muchísimos cubanos ciudadanos españoles, que incluso votan en las elecciones de ese país, sin nunca haber pisado España, muchos, sin saber exactamente dónde queda ese lugar. Existen muchos norteamericanos regados por el mundo, viven donde mejor les parece, regresan a Estados Unidos cuando ellos quieren y vuelven a salir. ¿Han traicionado a los Estados Unidos? Yo soy ciudadano estadounidense y para obtener ese reconocimiento he prometido defender, proteger y respetar este país. ¿Puedo considerar este lugar donde vivo, trabajo, crezco y pretendo morir, mi patria?, ¿Puedo delinquir aquí, cometer un crimen y decir no me puedes juzgar, porque nací en Cuba?

¿Traicionó Máximo Gómez a República Dominicana cuando decidió casarse con una cubana, fundar una familia en Cuba y, sobre todo, dedicar más de 30 años de su vida a luchar de verdad por la independencia de la mayor de las Antillas?, ¿Traicionó el Che a su Argentina natal cuando salió a luchar por la revolución cubana de Fidel y luego decidió irse a morir a Bolivia? Alejo Carpentier, el llamado grande de las letras cubanas, después de haber nacido en Suiza y vivir pocos años en Cuba, se estableció en Paris y allí murió, ¿A cuál de los tres países traicionó? Wilfredo Lam, cubano, mulato, apenas vivió en Cuba, su vida transcurrió entre España y Paris. ¿Lam traicionó a Cuba por haber nacido en ella y ser negro, pero haber decidido mudarse a Europa? ¿Rosita Fornés, la nombrada con justificación vedette cubana, nacida en New York, es considerada una traidora a los Estados Unidos, por considerarse cubana e incluso ser enterrada en Cuba o es considerada traidora a Cuba por determinar pasarse los últimos años de su vida en Miami, lugar donde murió?, ¿Entonces por qué unos si y otros no?, ¿Es la Mona Lisa, que fue pintada en Florencia, pero que se exhibe en el Museo del Louvre, Francia, una traidora a Italia? Por favor.

No acabo de entender por qué lo primero que pasa es que se trata de culpar o hacer sentir culpables a aquellos que ya no están o se han marchado. ¿Culpa de qué? Si la patria se obtiene por nacimiento, entonces hasta el último hijo de puta, hasta el asesino e incluso hasta el más loco terrorista, le corresponde un pedazo de esa tierra, gústenos o no. Si la patria se obtiene por permanencia, entonces todo el que se mudó, vivió, trabajó, luchó, estudio, comió, durmió, hizo el amor, tuvo hijos, crio un perro o un gato, se tomó una cerveza, tiene derecho a un pedazo de tierra, gústenos o no. En algún lugar de este blog, ya conté, que escuché a Serrat decir que su madre decía que “la patria era el lugar que le permitía dar de comer a sus hijos. ¿Fue ella más madre que patriota?, ¿La vida la llevó a ser más pragmática que sentimental?, ¿Tuvo más valor en ella un pedazo de pan que una tela con colores llamada bandera? El mismo hijo años después cuenta en su canción Vagabundear:

No me siento extranjero en ningún lugar
Donde haya lumbre y vino tengo mi hogar
Y para no olvidarme de lo que fui
Mi patria y mi guitarra la llevo en mí
Una es fuerte y es fiel
La otra un papel.

¿Puede Serrat ser acusado de antipatriota, de traidor, de vender o cambiar patria por llamar a su guitarra fuerte y fiel?

Amigos, perdonémosno. Si, al gobierno cubano hay que criticarlo, como se critica a cualquier gobierno del mundo. Resolvamos nuestra confusión, un gobierno no es la patria, un gobierno con presidente y equipo incluido, no es Cuba. Si, al gobierno hay que criticarlo si lo está haciendo mal e incluso al gobierno hay que quitarlo si no logra encontrar soluciones para hoy. Las personas no podemos vivir en el pasado, los psicólogos lo aconsejan. Al gobierno hay que exigirle y darle un tiempo, si no funciona, si no lo logra, hay que cambiar de gobierno. Cada cubano, obtenida esa categoría por nacimiento, vida o sentimiento, recordar a Gómez y al Che, tiene el derecho, viva donde viva, de dar su opinión sobre lo que está pasando en Cuba. Debería tener ese derecho, sin miedo, sin temor, sin que nadie le diga: “claro, porque tu estas afuera”. Cada cubano tiene el derecho de entrar y salir, de quedarse o irse, de regresar, sin tener que pedir permisos extras, a no ser que deba algo a la justicia. Criticar al gobierno, proponer ideas, ver desde cerca o lejos lo que está mal, estar de acuerdo o no con algo o alguien, no significa estar hablando mal o peor, sentir en contra de Cuba. Cuba no es de los cubanos que están allí, muchos porque aún no han podido irse y se han quedado trabados, muchos porque oportunistamente viven de los desarreglos o los poderes, muchos aún motivados, otros inconformes o disgustados, Cuba debería ser de los cubanos todos. Nunca debería aparecer el rencor y la acusación de los que se quedaron contra los que se fueron y aunque esto no esté escrito, aunque no lo pueda demostrar con fotos o documentos, existe, por lo menos yo lo siento.

El gobierno chino, que he dicho que no me gusta, cuando decidió hacer sus arreglos, escribió a la emigración y dijo: China es una gran patria, usted es chino donde quiera que esté, usted debería sentir orgullo de pertenecer a esta gran nación, usted puede regresar cuando quiera o ayudar desde donde quiera que esté. China son los chinos todos. Entonces, eso une, da derechos, motiva a participar y ayudar. China, uno de los países más represores para el interior del mundo moderno, dio derecho a los que estaban afuera, a los que habían huido, a los que habían emigrado e incluso a los que habían nacido fuera del territorio geográfico y administrativo chino.

Por favor, no seamos patéticos. La culpa de lo que pasa en Cuba no es mía y cuando digo mía, digo de los que emigramos. Cuba no ha cambiado para mal debido a mi ausencia y cuando digo ausencia, digo la de los que nos ausentamos. Yo no traicioné ningún pacto de hermandad, ni ningún código secreto. Yo no agredí a Cuba mientras viví allí, no lo he hecho desde que salí. Cuba es más que los cubanos vivos hoy, es más que un gobierno, incluso cuando sea muy bueno y actúe muy bien y obtenga muchos logros, que a mi entender no es el caso.

No seamos patéticos y dejemos de escondernos detrás de parabanes formulados y repetidos como justificación. Cuba, aunque es mucho más, esta jodida como gobierno, viene jodida y no se ve el camino, no existe un plan, no existe un tiempo. Cuba como gobierno, sólo propone el sacrificio eterno. Los seres humanos nacemos, crecemos y junto a eso se nos exigen determinados resultados en cada etapa de la vida, determinados fines, se nos evalúa constantemente como estudiantes, trabajadores, amigos, hijos, padres, etc., se nos premia y sanciona por nuestros logros y actuaciones, entonces, ¿Qué nos pasa?, ¿Por qué no poder evaluar al gobierno sin tener que pensar que se está hablando de los ríos, el verde de las palmas, el tocoloro, el colibrí, la flor mariposa, el restaurante de comida criolla, el ron, la buena música cubana, nuestros muertos, etc.?, ¿Por qué muchos se molestan cuando se dice una verdad?, ¿Por qué parapetarse detrás de falsos sentimientos patrióticos para justificar lo injustificable o explicar lo inexplicable?

Piénselo, amigos, necesitamos perdonarnos, luego que tengamos el derecho de ser realmente cubanos.

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