sábado, 22 de agosto de 2020

“La caída libre final”. (Segunda Parte)

“Claro, soy el resultado de una relación unidireccional del individuo con el gobierno de un estado determinado. Nunca se me pidió o exigió que entendiera sobre estos temas, además no podía hacer nada luego de entenderlos, ahí están los graduados universitarios en Cuba y qué. Nadie pudo hacer nada desde la base del conocimiento técnico, porque la historia nunca fue de técnicas. Soy el resultado no de una relación libre en dos sentidos, sino de una total dependencia y subordinación deformada y deformadora dentro de ella”.

Esta es la última idea con la que terminé la primera parte de este artículo. Ahora mismo no sé si es posible, oficialmente, que uno se cite a sí mismo sin parecer un ególatra, no sé si tan siquiera es de buen gusto dentro de las normas aceptadas, pero como me he mencionado un violador de nuestro idioma, me sirve para continuar escribiendo en esta segunda parte. Ya los conocedores expertos se encargarán de las críticas.

Entonces estoy convencido de que esta idea, expresada a mí forma, es la peor consecuencia que hoy arrastramos los cubanos. La idea no es la falta de comida, ni la falta de posibilidades para acceder a mejorar, digamos, casas, ropas, paseos, etc. La idea no es la falta de esas libertades que todos pregonamos, ni tan siquiera la de tener que vivir una realidad que no gusta y tener que sonreír. Esto se puede resolver, para mí lo peor de todo es la dependencia absoluta que el gobierno cubano ha logrado desarrollar y sembrar en la cabeza de, si no todos, la mayoría de los cubanos.

Revisemos mi ejemplo, es mejor que cualquier teoría. Un día se me ocurrió cruzar la frontera entre México y Estados Unidos, acogiéndome a una regulación que ya no existe. El gobierno norteamericano, tal como estaba previsto, sabía que yo venía sin dinero, sin amigos, sin papeles para vivir, entonces me entregó una ayuda, dinero en efectivo, bonos para comprar comida, un seguro médico “full” y la autorización para cruzar la línea amarilla. Esto no hay quién lo cuestione porque fue mi vida.

Gran acción de un gobierno, indiscutible gran mérito, eso es lo que se supone que haga, proteger a aquellos que llegan autorizadamente o viven por debajo de las mínimas posibilidades, pero OJO, todo aquello entregado, por mi cara linda y condición de cubano, tenía un tiempo limitado, meses, ese tiempo que el gobierno tiene determinado para que yo, hiciera mis trámites médicos y de papeles, permiso de trabajo, me organizara, consiguiera ropa adecuada, apartamento adecuado, por supuesto, me tomara un helado y me comiera un bistec con papas fritas. Nada de todo aquello tiene o tuvo la intención de convertirme en una carga, en un hijo con síndrome de Down, en un anormal al que hubiera que mantener de por vida. Nada de esto era infinito e ilimitado.

Fue una ayuda invalorable, pero con tiempo limitado. Yo debía arrancar, debía incorporarme a luchar por mi vida, a trabajar y ser productivo y entonces producir para el gobierno o estado norteamericano. No se estaban comprando un problema a futuro, la ayuda estaba dando la opción, o al menos la condicionaba, de que, a los pocos meses, yo fuera independiente, trabajador, productivo. Entonces luego de esos meses de inserción, el gobierno norteamericano no me ha dado más nada, a excepción de la ayuda súper buena, llamada por todos de Trump, pero en realidad del gobierno, de 1200 dólares sin tener que devolverlos, frente al tema del COVID-19.

Veamos la idea de cómo hemos vivido los cubanos, de forma general, siempre existen excepciones, claro está.

A todos, el gobierno nos dio un círculo infantil y como sobrevivimos, nos dio la escuela primaria, la secundaria y el preuniversitario. No había que luchar mucho, el gobierno nos los dio. Luego por ser buen estudiante, a veces no tan bueno, nos dieron la carrera pedida o la que alcanzamos con nuestras notas como estudiantes, el gobierno nos dio la carrera universitaria. Al terminar, nos dieron nuestro primer trabajo, anunciado como servicio social, en el cual nos dieron un salario. Salario que luego se fue moviendo hacia arriba, corta y lentamente, entonces nos subieron el salario a todos por igual, no importaba mucho si eras productivo, si eras capaz, si el resultado de tu trabajo lo merecía, sino que caminabas por un llamado “tridente” establecido a partir de años, por lo que transitamos por 210, 225, 230, así como caminar sobre una estera. Sólo para que el gobierno nos diera el aumento, teníamos que esperar el paso del tiempo.

El gobierno nos da la comida por la libreta, nos da la posibilidad de comprar ropa y zapatos, nos envía los huesos para hacer la caldosa y el ron para celebrar una determinada fecha de la patria revolucionaria. El gobierno, nos dio un ventilador o una casa en la playa como reconocimiento a nuestro esfuerzo. El gobierno le dio una beca en el extranjero a nuestro hijo y el gobierno nos mandó a atendernos en un hospital “afuera”.

El gobierno no ha enviado mi pan hoy, el gobierno no me ha dado la dieta por mi enfermedad, el gobierno quitó la luz o no ha puesto el agua. El gobierno no me ha enviado la pintura para pintar mi casa, etc., son de las frases que todavía hoy se escuchan. El gobierno abrió tiendas para vender comida, el gobierno exige tarjetas magnéticas para comprar, ahora el gobierno no tiene las tarjetas, el gobierno ha puesto los precios para el transporte “particular”, los llamados boteros, el gobierno ha puesto los precios máximos para los boniatos, las coles, etc. El gobierno …

“Estoy esperando por el gobierno”, es lo que todos hemos tenido y aún muchos tienen. Y es esa relación amorosa, aparentemente solidaria, humana, que nos ha convertido a todos en anormales, para beneficio y conveniencia de los que ostentan el poder político.

El ciudadano promedio norteamericano es más libre, no porque sea más capaz y maduro políticamente, no porque sea más demócrata o republicano, no porque conozca más de historia, no porque tengas más cosas materiales, es más libre porque NO depende del gobierno, porque NO está esperando que el gobierno le dé, porque sabe, que con el gobierno X o el gobierno Y, tiene que levantarse a trabajar todos los días y que gracias a eso, luego tiene la independencia para decidir, qué quiere comprar, dónde quiere vivir, a dónde quiere ir de vacaciones, si quiere, incluso, mudarse a la “Conchinchina” fuera de su país natal. A los jubilados incluso, el gobierno no les da, ellos reciben el beneficio de haber trabajado, por lo que, lo que obtienen, les toca.

Es más libre porque NO está amarrado a una decisión política, es más libre porque puede incluso No estar de acuerdo con la Casa Blanca y decirlo abiertamente, porque sabe que esa “casa” no va a pagar sus facturas, pero OJO, tampoco se puede meter en las facturas que el quiere, puede o tiene que pagar.

Cuba es un problema para todos los cubanos. Tanto los que viven allí adentro, “esperando por que el gobierno de” y para los de afuera que queremos que el “gobierno no de más nada”, pero ni unos, ni otros, sabemos exactamente lo que tenemos que hacer.

Veamos este ejemplo, que aparentemente no tiene nada que ver con lo que explico, pero para mí psicología si:

Estamos frente a un paciente, grave, moribundo, que ha bajado mucho de peso porque tiene un cáncer de estómago. ¿Qué hacer? Bueno, se nos abren, a mi modo de ver, cinco opciones, todas con sus beneficios y consecuencias negativas.

  1.  Eutanasia. No tengo que explicar.
  2. Dejarlo morir de muerte natural, con el consabido sufrimiento, una muerte lenta con vómitos, sangramientos, dolor, escaras, etc.
  3. Intervenir el cáncer lo antes posible, o sea, cirugía, lo que puede resultar positivo o no.
  4. Darle de comer mucho hasta que recupere el peso ideal para la cirugía, lo que significa 50 libras de más y 6 meses de espera. Mucha comida para engordar a alguien que tiene además vómitos y diarreas frecuentes.
  5. Operarlo y en el mismo momento irle dando mucha comida cargada de carbohidratos, azúcares, etc., para que salga gordo del salón de operaciones. Cosa que no estoy convencido de que la ciencia lo pueda garantizar, aunque no lo descarto porque he visto a la ciencia hacer maravillas operándole el cerebro a una persona que está despierta y hablando con los médicos como si estuvieran en un bar, operando a un feto dentro de la barriga de la mamá embarazada, sin picarle un centímetro de la barriga, sólo pequeñas incisiones para meter cámaras y pinzas.

Cada una de estas decisiones, en dependencia de cada persona interesada, puede ser mejor que la otra, lo que en una reunión generaría miles de contradicciones, miles de horas de discusión. Eso es el tema cubano hoy. Cada uno de nosotros tiene su solución, cada uno tiene su camino, cada uno tiene sus prioridades, gustos, preferencias. Y entonces esa buena intención, la de cambiar lo que pasa en Cuba, pensando, suponiendo, deseando que sea para bien, lo único que logra es empedrar el camino.

Las ideas son las mismas de hace 60 años, “el bloqueo” para unos, “el embargo” para otros, el partido comunista como única solución ideológica, un gobierno político mezclado con esa única ideología, Fidel el destructor, Raúl el incapaz, Díaz Canel el puesto a dedo, la falta de comida, la falta de agua, la falta de electricidad, la falta de libertad, etc., por un lado y por otro, los que pretendemos cambiar todo eso de una sola vez, en una mañana, con nuestras propuestas de nueva constitución, nuevos salarios, nuevos políticos, incluso nuevos cepillos de dientes.

Ya nadie entiende: Muchos a ambos lados nos preguntamos cómo los que están allí viviendo no se dan cuenta, no apoyan, no se sublevan, no salen a la calle a gritar, para resolver todo de una sola vez, en una mañana. Ya nadie entiende. Muchos nos preguntamos por qué los que estamos fuera nos escodemos detrás de las pantallas de nuestras computadoras, incluso con sobre nombres e imágenes falsas, para hacer una pequeñita crítica. Ya nadie entiende por qué los que están adentro siguen hablando de los hermanos “gusanos traidores” cubanos que se fueron y los que estamos afuera seguimos defendiendo el sistema de salud cubano y confiando en las medidas tomadas en una madrugada, que son efectivas nunca o que duran una semana.

Y entonces para mí, viene o sale esa relación anormal que el comunismo, el socialismo, el totalitarismo, o cualquier otro nombre que se le dé, crea entre ciudadano y gobierno o visto de otra forma, la relación que un gobierno en cuestión crea con ese ciudadano al que necesita amarrar, detener, comprometer, inmovilizar. Relación, a mi modo de ver, el peor mal de todos.

Todos hemos estado confundidos, algunos sinceramente todavía lo están y agradecemos a los políticos lo que nos dan. Hemos aprendido a coger fácil y dejarnos chantajear. Hemos aprendido a esperar como gorrión que nuestra madre, el gobierno, nos traiga la comida media procesada y nos la ponga en la boca.

No sé ahora lo que dice el socialismo teórico, pero Cuba, que, si conozco bien, ha vivido de esto toda la vida, por lo menos, mi vida. El gobierno, primero te da, luego te dice, te restriega que te da y al final te exige eterno agradecimiento, te chantajea a soportarlo, te miente con un exterior malo y no te perdona que seas mal agradecido a su forma e interés.

El gobierno te engaña y te dice que la atención médica es gratis, que la educación es gratis y no te dice que el trabajo de todos las está pagando, no te dice que tu carrera la paga tu papá y luego la pagas tu con tu servicio social y luego la estás pagando muchos años con tus salarios provenientes de un tridente que alguien inventó probablemente 25 años antes que tu te graduaras y por supuesto, tu salario no te resuelve nada. El gobierno no dice cuánto cuesta a un padre hoy la carrera de su hijo. Tengo un sobrino que se acaba de graduar en la universidad CUJAE, 2019, vive a 50 kilómetros de esa escuela de altos estudios, su carrera le costó a su papá y mamá, alrededor de 82 000 pesos cubanos, en comidas modestas, no langosta, no caviar; transportes modestos, camiones, carros boteros, ropas modestas, tenis y pullovers y algún dinero de bolsillo, probablemente en las tres monedas al uso. ¿No me creen? Pueden preguntarle a mi hermano Iván.

El gobierno no dice lo que cuesta hoy ir a un hospital. Las personas, muchas, tienen que pagar o regalar, lo del regalo se ha convertido en el modo de vida de algunos médicos, pero además hay que pagar transporte privado, el público no existe cuando se necesita, pero además hay que llevar comidas, bebidas, sábanas, ventiladores, agua, etc., porque muchas veces los hospitales no los tienen.

El gobierno regula la comida a partir de esa libreta de abastecimiento, herramienta de control, pues te ata a comprar lo que dan en un lugar específico. La idea de que es para que todos recibamos lo mismo es de las mentiras más largas en el tiempo, en realidad lo único que justifica esa libreta es la miseria, la incapacidad de producir más, la incapacidad para surtir de todo, todo el tiempo y por algunos años la posibilidad del gobierno de enviar o exportar determinados productos. ¿Recuerdan los más viejos, aquello de enviar arroz, café, a diferentes hermanos del mundo, quitándole al cubano una parte de la cuota? Eso no lo he inventado yo, se puede revisar la historia.

El gobierno te trata de atar, con ese agradecimiento eterno, haga él lo que haga, le queden como le queden las cosas. Si haces críticas, si te opones, lo primero que te dicen es que eres un mal agradecido, pues debías agradecer que a tu abuelo lo alfabetizaron hace 60 años ya o que a tu hermana le dieron una lavadora rusa o una olla “Reina”. No puedes cuestionar, ni incluso viendo la barbaridad, porque entonces eres un mal nacido, un traidor, un apátrida, que no agradece el que a tu papá le permitieron estudiar en la universidad en los cursos para trabajadores.

Tengo una historia. Un día, hubo un momento de mi vida, por suerte muy corto, donde viví fuera de Víbora Park y fui a parar a una casa en Santos Suarez. En aquel lugar conviví con un “compañero” que era viceministro de Comercio Exterior y además miembro de la contrainteligencia, con unos grados que no puedo asegurar, pero altos. Un día en aquella casa, se reunieron tres amigos, esta persona, que era el dueño, un compañero capitán del MININT, vestido de civil, recuerdo su camisa rosada y un general del MININT también, vestido de su uniforme con grados y todos. Recuerdo los nombres, ahora no son necesarios.

Aquellos tres “compañeros” disfrutaban una tarde frente a una mesa donde había quesos y jamones y unas botellas de whiskey “Juanito el Caminador”. A los pocos minutos de la actividad, fui mandado a buscar, era por aquellos años un producto a exhibir, pues trabajaba con Leal en el Museo de la Ciudad en franco apogeo de la restauración de La Habana Vieja.

Después de haberme negado a salir de mi cuarto, pues conocía de mis problemas ideológicos, tuve que ceder, hoy creo que fue un error, e incorporarme alrededor de la mesa llena de comidas y bebidas. Los compañeros, ya con muchos alcoholes dentro, comenzaron a descargar sobre los jóvenes cubanos, haciéndolos responsables del desastre que vivíamos ya por aquellos años, o sea, los jóvenes no quieren trabajar, no quieren sacrificarse, todo lo quieren fácil, etc.

A la cuarta vez de, “… los jóvenes …”, intervine y se formó la de San Quintín, porque yo era un inmaduro, loco, con un cable conectado de la cabeza a la lengua. Discusiones, más ideas desde y para el poder y lo primero que el general del MININT, extremadamente disgustado, casi colérico, me preguntaba gritando fue: _ “pero dime, cuánto tu pagaste por nacer”. ¿Increíble, eh? El tipo no era bruto, por el contrario era evaluado como muy inteligente, luego era en aquellos años, el general más joven que tenía el Ministerio del Interior y, frente a no querer escuchar, no querer entender y no tener ideas para rebatir lo que yo le decía, me agredía, llamándome poco agradecido, porque según él, yo había nacido de gratis y eso justificaba la botella de whiskey que él se estaba metiendo en nombre de la revolución.

Esa ha sido Cuba desde siempre y creo, amigos, que nos han robado el dinero. Vivo en un país donde la educación primaria hasta el preuniversitario es pública, o sea, las personas no pagan por los estudios de sus hijos. Vivo en un país, donde existen miles de planes para facilitar y ayudar a los jóvenes a estudiar en la universidad, incluso para que estudien sin tener que pagar nada. Ahora mismo en Lincoln, Nebraska y también en San Antonio, Texas, puedo suponer que, en el resto del país igual, las escuelas han habilitado un programa para que los papás pasen diariamente a recoger las comidas y meriendas de sus hijos que están en las casas por el COVID-19. Todos los días, meriendas y comidas, gratis. Ahora mismo, frente a la apertura de las clases y niños que la recibirán en sus casas, los hijos de mi amigo Ruso, Raulito, 7 años y Layla, 5 años, han recibido dos computadoras gratis, una para cada uno, para que puedan recibir sus clases en sus casas. Vivo en un país donde mi hija estudió un curso de especialización en lo que llamamos ultrasonido, dos años continuados de 8 horas diarias y no ha tenido que pagar un centavo.

Vivo en un país donde las personas, blancos, negros, indios, legales e ilegales, jóvenes, maduros y viejos, incluso los “homeless” no se mueren en la puerta de un hospital por falta de atención, no se mueren, es un delito federal no atender a un necesitado. Vivo en un país donde existen muchas clínicas que no cobran y dan un muy buen servicio, no me lo contaron, estuve años asistiendo a una de ellas, clínica encargada de atender a las personas de bajos recursos, sin cobrar nada. Vivo en un país donde muchas veces te regalan los medicamentos y en las farmacias existen diferentes planes para que puedas acceder a tus medicinas pagando a veces muy poco. Vivo en un país, donde no se exige en un curriculum poner tu edad, tu raza, tu origen, tu color, es un delito federal hacerlo. Vivo en un país, donde yo emigrante, acabado de llegar, sin haber apenas trabajado, sin conocer a nadie y sin hablar bien el inglés, me operaron a corazón abierto, me hicieron un “by pass”, en dos días, o sea, consulta, 24 horas de espera en mi casa, cirugía y no tuve que pagarrrrrrrrrr nadaaaaaa. Todo lo cubrió el seguro médico que tenía y puedo asegurar que no existe un hospital en mi Cuba natal como el que estuve. Ni el Cira García, ni el Almeijeira con su piso 24, ni el CIMET, ni la clínica privada que tuvo montada Fidel en su casa, ni la clínica privada que debe tener montada Raúl en su casa.

Vivo en un país donde existe una Seguridad Social grande. Si, para los que no saben o critican por criticar, si existe. Las personas se retiran y luego pueden disfrutar, existen miles de planes para inmigrantes, para recién llegados, para viejos, para las madres solteras, para los niños sin padres, para los desempleados circunstanciales, etc. El gobierno norteamericano acaba de enviar a cada ciudadano 1200 dólares, más 500 dólares por cada hijo, dinero que no hay que devolver y se supone que debe llegar otra ayuda, a la que cariñosamente llamamos “de Trump”. Vivo en un país donde trabajas, te pagan, te suben anualmente el salario, te estimulan, te premian. Salario, premios, que están más o menos coordinados con el costo de la vida en cada lugar y que está definido el mínimo posible a ofrecer legalmente. Y todo eso está relacionado de una forma u otra con el gobierno.

Conozco de muy cerca un caso, madre soltera que no trabaja, con dos hijos, vive en un confortable apartamento, de sótano y dos pisos, moderno y lo paga el gobierno, más cupones para comida, más seguro médico full, más atenciones como, por ejemplo, la posibilidad de que una guagua recoja diariamente a sus dos niños en la puerta de su casa y luego los devuelva, sin costo alguno. Conozco a personas mayores, que obtienen apartamentos, teléfonos, ayuda mensual para pagar electricidad y gas, más ayuda para comprar comidas, más ayuda para otros gastos, más seguro médico y todo eso que tiene obviamente que ver con el gobierno, es gratisssssssssssssssssssss. Vivo en un país donde un amigo va todos los viernes a un lugar a recoger comida gratis, es tanta la que le dan, que luego reparte parte de ella entre otros amigos, lo sé porque soy uno de ellos y todo eso es gratissssss, a veces es tanta comida que luego Martica y yo le llevamos parte de lo que nos llega a nuestro hijo Jonathan y Naty. Creo, amigos, que nos han robado el dinero.

¿Tenemos problemas en Estados Unidos? Claro, miles, pero además son públicos, están todo el día en la televisión, en los periódicos. Alcoholismo, suicidios incluso en los jóvenes, maltrato doméstico, asesinatos, disgusto de obreros, disgusto de grupos sociales. Ahora mismo uno muy grave y lamentable, hace escasos días, un joven “afroamericano”, ya saben lo que sería para nosotros simplemente un joven negro, de 27 años, mató a tiros a un niño rubio de 5 años que jugaba frente a su casa y que, por cierto, ninguno de los movimientos que protestaron por la muerte de Floyd y ninguna de las autoridades cubanas que tanto jodieron con ese tema, han dicho nada, no se han manifestado y no han salido a la calle a romper vidrieras.

Todos ellos han dado “la callada” por respuesta, lo que me ratifica que todo lo anterior, incluyendo las manifestaciones de dolor de personalidades de gobierno en Cuba, eran pura fachada, pura política, pura provocación, pura guerra de intereses. Tenemos y por mucho trabajar, continuaremos teniendo problemas, pero, en una sociedad como la cubana, cuyo gobierno dicen ha trabajado a brazos partidos por un mundo mejor, siempre para beneficio de los más humildes, donde, según el propio gobierno, todos están satisfechos y no quieren cambiar nada, ¿No hay delincuentes?, ¿No hay ladrones?, ¿No existen hechos de sangre, crímenes, asesinatos?, ¿No existe la delincuencia, el proxenetismo, la prostitución de cada día más jóvenes de ambos sexos?, ¿No existen las violaciones de menores, incluso dentro de las escuelas?, ¿No hay drogas?, ¿No hay casas y edificios que se caen?, ¿No hay barrios insalubres?, ¿No existe la corrupción a todos los niveles, en las escuelas, los trabajos, los ministerios, el MININT y las FAR, el gobierno y su partido o el partido y su gobierno, en las funerarias?, ¿No hay en Cuba tráfico de influencia?, ¿No existe la sarna, los piojos?, ¿No hay en Cuba alcohólicos de cervezas y ron, pero además de “azuquín”, “duérmete mi niño”, “salta pa´tras”, “bájate el blumer” e incluso alcohol boricado?, ¿Los hombre en Cuba no golpean a sus mujeres?, ¿No hay personas y familias que pasan hambreeeeeeeeeeeee?, por sólo hacer algunas preguntas. Creo, amigos, que nos han robado el dinero.

Los políticos se hacen ver para los cubanos como intocables, son héroes y heroínas que adquieren categorías de dioses. Los políticos están por encima del pueblo, de ese pueblo que tiene que agradecer su existencia y trabajo, categorías que se crearon con “el invicto”, cuando en realidad debería ser lo contrario. Los políticos de gobierno son mantenidos por el pueblo trabajador y están allí para y hasta que puedan responder. Si un político no responde, no sólo hay que criticarlo, sino debería existir el derecho de quitarlo, de echarlo, de volarlo, de dejarlo sin trabajo. A los políticos de gobierno, no hay que reírle, ni agradecerles nada. Si lo hacen bien, pues felicidades, cumplen con su misión, si lo hacen mal, no hay que pasarle las manos, hay que sacarlos y facilitarles el camino para que se dediquen a freír croquetas. La idea del famoso “cuadro de dirección” es un invento para mantener en el poder a, muchas veces, los incapaces, los improductivos, que cumplen con una sola idea, la de ser incondicionales. Trump salió presidente y renunció a la administración de sus negocios, dejó sus cargos de CEO, de presidente, para evitar ser acusado de preferencias, claro, su hijo le puede consultar los domingos, si, Jonathan y Jennifer, todavía me consultan cosas. Trump renunció a su salario de presidente de los Estados Unidos, lo dona para determinadas causas. Si claro, dirán, pero el tipo es millonario, Fidel también lo fue.

No entiendo entonces cómo podemos perder tiempo y por supuesto, cubanos, en fajarnos, por ideas como constituciones, elecciones, partidos políticos, etc. cosas para las cuales haría falta mucho tiempo y conocimiento y sobre todo mucho respeto y acuerdos. Nuestro tema es uno, no Díaz Canel, menos ya Raúl, nuestro tema no es hacer cambios, poner parches, colorear los huecos sin color, dar algunos cosméticos, conversar amigablemente con los que hoy están. Nuestro tema, para lo cual deberíamos ponernos de acuerdo es uno, solo uno, y es, a mi modo de ver, volar todo lo que existe, erradicar el cáncer totalmente, destruir todo lo que está mal, que debe ser el 98% de las cosas, eliminar todo vestigio de comunismo totalitario, volar por los cielos a esos 500 000 cuadros de dirección,  políticos come vacas, descarados, delincuentes ideológicos, eliminar desde abajo todo y a todos los que están teniendo que ver con lo que está pasando. Dejar a Cuba acéfala, poner provisionalmente a cualquiera, a Farah María o al muñequito Toqui, da igual, para entonces, poder estructurar desde cero, no hay otra, nada de lo que está hecho, sirve. Si nos logramos poner de acuerdo en esto, que, hasta el momento, nos ha sido muy difícil, no hay que pensar en más nada.

Les dejo una historia, que logra enseñar. Martí pasó años de su vida organizando el inicio de la Guerra de Independencia, él personalmente como presidente del Partido Revolucionario Cubano. No delegó, no claudicó, no estuvo con falsas democracias. Él era el jefe, él era el líder, él era quien sabía lo que había que hacer. Nada de reuniones para aceptar críticas y democratizar las decisiones sobre el futuro de Cuba.

Acordado el inicio, llamó a Maceo y le dijo, mi general, tiene que irse para Cuba, aquí tengo una embarcación y este poquito dinero, tenemos que estar allí cuando empiece la guerra. El gran Maceo, el general de las mil batallas, el héroe, el Titán de Bronce, el tipo al que seguían miles de mambises, pero que no le gustaba mucho Martí, se negó a ir, le dijo que él necesitaba mejores condiciones, más hombres y más dinero para le expedición. Si Maceo no se incorporaba, no sólo se estaba dejando afuera a uno de los más grandes hombres de nuestras luchas independentistas, sino que, de hecho, miles de hombres no se incorporarían, pues no seguían a ninguna doctrina, ninguna ideología, menos a Martí, sólo seguían al líder mulato.

Complicada la tuvo Martí. Escoger entre retardar la expedición para complacer a Maceo, poniendo en riesgo el inicio de la guerra o la otra variante, que fue la que escogió, entonces le dijo a Maceo, con todos sus méritos indiscutibles, te quedas, no vas, el barco sale y sale no sólo sin ti, sino que pongo como jefe de la expedición a otro cubano, a otro general. Guapo el Apóstol. Aquel pequeñito hombre, medio débil, medio enfermo, pero muy fuerte, tuvo que haber sido, de carácter, le dijo a Maceo, con palabras lindas, pero que, traducidas al cubano de hoy, debieron haber sido: Por mis c…. el barco sale y tú te quedas. Tú no eres más importante que la revolución, ni te lo creas. No te vistas que no vas.

La historia concede un feliz final a todo aquello cuando desembarcaron, pero Maceo vino, si es cierto, en el mismo bote, pero sin cargos, como subordinado a otro cubano, lo que le debe haber caído bien mal al general Antonio. Martí no cedió, no comió miedo. Aplicó una cirugía total. No te vistas que no vas.

Entonces a nosotros nos queda el mismo camino, no podemos aspirar más nada que no sea el total final. Luego, como cubanos, los de aquí, los de allá, los nacidos y los que están por nacer, ya nos arreglaremos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

1 comentario:

  1. Llegué y me leí la segunda parte de "La caída libre final" y me parece lo suficientemente cargada de argumentos que hasta el más pragmático y alejado de esos temas puede comprender. Si, así como mucho dices, esa ha sido en gran medida la manera en que se han desarrollado los acontecimientos en estos 60 años. La mayoría de los cubanos comunes, (como es de esperar), no se atormentan con tantos análisis tan profundos y se quedan en con el hecho de sufrir las penurias materiales como eventualmente pasa con la gente simple. En verdad en Cuba pasó algo diferente en la medida de lo degradado que terminó siendo. Ahora nadie puede saber en que terminará porque mientras más tiempo pasa, más se desvirtúa y se transforma en algo irreconocible. Ahora hablan todos los días en la TV sobre la reunificación monetaria o sea quitar el CUC, una medida propuesta desde hace más de 10 años y parece que finalmente lo harán. Lo gracioso es que esa medida no beneficia en nada al pueblo porque los precios y los salarios no se pueden mover al tener un presupuesto con gran déficit. El gobierno dice que cuando aumente la producción y las exportaciones todo se resolverá y nos convertiremos en un país desarrollado. La verdad es que Cuba está bien jodida y sin arreglo alguno a corto plazo. Las pocas industrias están destrozadas con tecnología obsoleta, la agricultura no arranca y hay que importarlo todo. El gobierno infiere que una parte de la gente tiene dólares guardados para gastárselos en esas tiendas, pero, ¿qué país puede hacer crecer su economía con semejantes mecanismos? Esperemos los ciclones sean pocos y débiles, este es uno de los peores momentos para asumir gastos como los que suponen la recuperación de un país después de un ciclón. Esperemos las comunicaciones se mantengan porque los cables están por los aires y lo primero que se cae son los postes. Sigo negativo y aunque me lo propongo no encuentro razones para cambiar mi manera de pensar. Los cubanos hemos dado muestras suficientes de lo incapaces de resolver nuestros más elementales problemas con nuestras propias fórmulas y es una lástima porque ninguno de los que estamos vivos hoy veremos a esa Cuba diferente. Seguiremos con los niños más sanos y escolarizados, las mujeres más emancipadas e independientes, los negros más libres, los LGBTIQ más autorizados, pero con las familias más divididas, los jóvenes más distantes, los viejos más solos, en fin, la desesperanza y la incertidumbre que nos embarga a la mayoría de los cubanos. Estamos en manos de Dios y de unos pocos incapaces acomodados y viciados que no pueden ni quieren hacer que las cosas realmente cambien de una vez.

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