Ayyyyyyyyy Fidel, ¿Por qué te nos fuiste, chicoooooo?,
¿Cómo es que nos has hecho esto, viejoooooo? ¿Cómo te imaginas que podemos
vivir sin ti? La vida sin tu presencia diaria nos es muy difícil. Sin ti nada
es fácil.
Es cierto fuiste malo, real o probablemente el más malos de todos los malos. Sumaste en tu andar, todos los defectos que le caben a un ser humano adentro y te asiste el gran mérito de, entre experimentos y experimentos, dejar un país destruido y, lo que es peor, irrecuperable, pero Fidel, eras entretenido.
Recuerdo con agrado las miles de horas que dediqué a analizar cada una de tus palabras, cada uno de tus discursos e incluso, muy observador yo, cada una de tus caras. Recuerdo las miles de discusiones con mi madre, que engañada o enamorada, insistía en defenderte o por lo menos quitarte la categoría de “más malo”. Recuerdo las discusiones de horas y horas con mi amiga Normita, empeñada en, sino convertirme casi con un acto de exorcismo, por lo menos en que viera que el Sol no tenía nada más que manchas. Recuerdo que el discutir sobre ti y cada uno de tus desastres, me unió a mi hermano Iván y a muchos otros amigos, unos más públicos, otros menos, pero todos de acuerdo en que el Sol representado por ti casi lo que no tenía era luz. Recuerdo que, criticándote todos los días, enseñé a mis hijos las ideas sobre la libertad.
Te recuerdo Fidel, eras entretenido, porque malo entre los malos, fuiste un tipo inteligente, hábil, poseedor de la palabra, generalmente de muchas palabras, que me obligaste a estudiar, pensar y también tratar de poseer las palabras para poder combatirte. Desde joven fuiste maldito tanto como para escapar siempre ileso, emerger de la nada, escapar físicamente sin una herida, sin un golpe, sin una espina, echarte a un país y sus millones de pobladores arriba, o mejor, en un bolsillo, maniobrar y maniobrar, a veces con cara feliz, otras con cara deprimida y seria, estudiadas frente a un espejo, para que te consideraran no culpable y al final de tu vida, morirte el día que quisiste, tranquilo, de muerte natural, porque, es cierto esa fue tu única derrota, a la muerte no la pudiste convencer para que te dejara un ratico más.
Pero ayyyyyyyyyyy Fidel, ¿Cómo nos has hecho esto?, ¿Cómo con todos tus laboratorios, con todos tus científicos, no nos dejaste algo mejor, algo más parecido a ti?, Ayyyyyyyy chicooooo, ¿Cómo nos dejaste a Díaz Canel?
Creo que al final de tu vida te dejaste de esforzar, te cansaste. Podrías igual que inventaste una vaca que daba 100 litros de leche diarios, un monte de banderas negra frente a la Embajada de Estados Unidos, la recuperación de un niño para entretener a un pueblo durante meses, desaparecer o enterrar a antiguos amigos, haber dejado algo mejor, tal como se hizo con Frankenstein. Podías haber tomado la risa de Camilo, la dignidad de Eddy Chibás, la grandeza de Frank País, la humildad de Celia Sánchez, la cara de la actriz Beatriz Valdés y el cuerpo de Farah María y fabricar a alguien que, por supuesto sin tu inteligencia, con un poco menos quizás, pudiera hacer un mejor papel, pudiera hablar con coherencia, pudiera tener un poco de carisma, de personalidad y, sobre todo, un ápice de sinceridad.
¿Cómo nos dejaste desamparados frente a las pantallas de los televisores, aburridos frente a las páginas de los periódicos? Aburridos si, poco motivados y, sobre todo, sin nada para discutir en cada esquina, cada mañana. Ayyyyyyyyyy Fidel, ese fue tu gran daño.
Nosotros los cubanos, acostumbrados a reírnos y burlarnos de todo y de todos. A los que en las escuelas se nos enseñó que el período colonial, fue una mierda, que nada vale la pena destacar de él, sólo a los negros esclavos. Los que repetimos en secreto que Martí tomaba ginebra o Maceo era un mulato prepotente insoportable. Los que luego nos vengamos con cada uno de los presidentes de la llamada seudo república, Estrada Palma el traidor y entreguista, José M. Gómez el tiburón que se bañaba y salpicaba, Machado el dictador, Grau San Martín y su cuñada Paulina, Prío, el bien parecido pero flojo, Batista el asesino: ¿Cómo podremos entender y considerar a Díaz Canel?, ¿Quizás sólo porque es tu sucesor? Explícame, Fidel, ¿Cómo?
Si sólo existieran los grises en nuestras vidas, Díaz Canel sería el más gris, el mejor gris, el gris más brillante y definido. Es un tipo que “ni tiñe, ni da color”, que, como dicen los dominicanos, “ni lava, ni presta la batea”. Es un tipo tan, pero tan, pero tan gris, que es totalmente gris.
Hay quienes dicen que aquello que tu ingeniosamente
llamaste “período especial” fue peor que lo que se está pasando en Cuba hoy. No
lo creo, porque te tuvimos a ti. A ti, que no con tu ejemplo, pero si con tu muela,
nos convenciste de que el “Cerelac” era mejor que la leche para desayunar, que
el picadillo de soya o la soya molida como si fuera picadillo, aportaba más proteínas
que la carne de res, que era bueno para el corazón montar bicicletas 13, 15 kilómetros
o más diariamente y que la moringa, comida en la mañana, las tardes y las noches,
alargaría la vida 20 o 30 años.
A Canel no le quedan bien los discursos, no le quedan bien los chistes, no le quedan bien los trajes, debe ser el marido más aburrido que una mujer haya tenido, pero además no le quedan bien las medidas. Cada una de ellas, tomadas tal como si estuviera haciendo algo trascendente, es peor que la anterior.
Fidel, parece que Díaz Canel anda con un libro de recetas
tuyas, el que dejaste sin poder publicar, abre una página al azar y repite lo
que ya tu hiciste hace 12, 25 años atrás, repite la receta, sin leer tus comentarios
de que no había funcionado. Ensaya en su casa debajo de una foto tuya, te pone
una vela y trata de convencer que, en cada una de sus decisiones, tu sigues
presente. Te sigue echando la culpa, no te deja descansar en paz dentro del
pequeño hueco donde estás en la gran piedra.
Ahora, la calle es de los revolucionarios, dice el gris. Dice además que acabar con el mercado negro, que ahora como nueva creación gris, se le llama “coleros”, es una demanda a gritos del pueblo. Pero ¿Cómo?, ¿Quién puede creer que el pueblo quiera acabar con los coleros, nueva versión del mercado negro que existe en Cuba desde que yo fui niño, si de ese mercado negro, los luchadores, los fenicios, los revendedores, los ladrones, los coleros, ha vivido ese pueblo durante todos estos años?
¿Cómo resolvimos durante todo este tiempo la ropa, los desodorantes, los perfumes, etc., que usábamos?, ¿Cómo accedimos a la carne de res, la leche en polvo, la langosta, el queso que comimos?, ¿Cómo pudimos construir, arreglar, pintar, instalar tanques, hacer cisternas, en nuestras casas?, ¿De dónde salió el combustible o la pieza de repuesto para mover nuestro carro? Todo esto y más, fue gracias a los que trabajaban paralela e increíblemente mejor que las entidades de gobierno, esos que hoy son llamados coleros, acaparadores y especuladores.
Creo haber escrito ya sobre el mercado negro y lo que
he dicho es mi real pensamiento. El mercado negro, por momentos figura
económica que hasta pareció, no sólo permitida, sino controlada por el gobierno,
sirvió como válvula de escape para no pocos millones de cubanos, suministrando
calidades y precios más adaptados a la realidad. Creo haber dicho que se
debería por honor, darle una categoría oficial y crearle un ministerio aparte,
con ministros y viceministros incluidos.
Ese mercado negro, que repito, recuerdo existe desde que fui niño y ya casi voy cerca de los 60 años, nos desarrolló a todos, los que compraban y los que no compraron, la idea de que primero, ante todo, había que tratar de resolver en él. Los cubanos, primero pensamos en la izquierda, en el socio, en el tipo de la carne o el del yogourt, en el tipo de la gasolina o en el que cambia los dólares, antes de regirnos por la derecha, o sea, por la legalidad y el buen orden. Recuerdo en aquellas reuniones, muchas veces casi todas las semanas, incluso las que eran exclusivas para los militantes del partido comunista, o sea, la vanguardia, como todos los asistentes levantaban la mano declarando la guerra contra el mercado negro y los revendedores y tan pronto se acababa la reunión, unos salían a vender y otros salían a comprar, como única solución a los problemas. La realidad era más fuerte que las reuniones.
Hoy Cuba no está mejor que cuando el “periodo especial”. En aquel momento tu Fidel, muy rápido, con una de esas caras, que, como máscara, usabas para momentos difíciles, permitiste los dólares, creaste el CUC con más valor dentro de Cuba que la moneda antes mencionada, convertiste las diplotiendas” en tiendas para “todos”, metiste a los extranjeros capitalistas que a partir de esos momentos fueron buenos, abriste hoteles, bares, turismo de playas y ciudades, apoyaste la restauración de ciudades para tener algo que mostrar y entretener a los visitantes, creaste y dejaste crear empresas capitalistas dentro del esquema socialista, jugaste, dicen que jugaste, con la droga, etc., pero, sobre todo, nos convenciste de que todo aquello era necesario, de que lo hacías con dolor, pensando en nosotros y que veríamos pronto el resultado. Abriste las fronteras para que los no convencidos, los no seguidores, los inconformes, los aburridos, los flojos, los traidores y algunos delincuentes se lanzaran al mar con destino Estados Unidos y te las arreglaste para permanecer y, lo que es más, permanecer tranquilo, custodiado por muchos que te siguieron considerando genio e invicto.
Diaz Canel, no sólo es gris, sino que no sabe nada de nada, pero si se leyó muy bien la introducción de tu manual, donde explicaste cómo manejar a los cubanos, porque llegaste a conocernos mejor que nuestras propias madres. Entonces de un viernes para un lunes abrió, lo que él ha llamado tiendas de “alta gama”, para vender productos especiales, o sea, espaguetis, tomate, mayonesa, refrescos, aceite, etc., que de alta gama no tienen nada, son de lo más comunes de la historia. Esas tiendas se deberían haber anunciado como tiendas de productos super caros, tiendas donde cualquier costo está multiplicado por 3 o 4 veces a la hora de fijar el precio de venta.
Al decir del presidente, además de productos de alta gama, ellos se podrá comprar únicamente en la moneda americana, dólares, que sólo debe poseer un por ciento muy pequeño de la población cubana, que muchas veces han sido obtenido desde el exterior, cuyo origen proviene de aquellos traidores que un día, por flojos, abandonaron Cuba o de los que allí adentro han tenido a bien, no trabajar para el gobierno en pesos cubanos y dedicarse a traficar, negociar, resolver o aceptar prebendas de extranjeros hasta no hace mucho prohibidas, perseguidas y sancionadas.
La gran nueva medida de las tiendas de alta gama, que, repito, deja afuera a un por ciento muy, pero muy alto de la población, que además no tiene otros lugares para consumir en las otras monedas que circulan, porque están totalmente desabastecidos, se anuncia tal como se justificó el asalto al cuartel Moncada en 1953, o sea, aquello del motor pequeño que impulsaría el motor grande, por lo que su sonado fracaso y las muertes ocurridas de ambos lados, los que atacaron y los que defendieron, era un paso necesario a dar en la historia, ahora se presentan como necesarias, porque de ellas, de sus altos precios, se sacará el dinero para impulsar la industria nacional.
Canel, en eso si es continuidad como él mismo dice, desprecia
tanto a los cubanos como tu Fidel en tu manual ¿Pensarán realmente que esas 74
tiendas podrán recuperar e impulsar la industria nacional?, ¿Será verdad que
ellos creen que esas tiendas, con cuatro productos comunes vendidos como oro
molido, podrán garantizar la economía de 11 millones de personas?
Es todo un real populismo, o sea, Diaz Canel, lo veo como una almohadilla sanitaria, que está en buen lugar, pero en mal momento, en realidad peor, porque la almohadilla sanitaria, tan pronto se usa, se desecha y se utiliza una nueva. Díaz Canel pretende que sabiendo los cubanos que los están violando, disfruten de la violación, bajo aquel refrán popular que dice: “cuando la violación es inminente, relájate y goza”.
Pero además, no sólo los altos precios, ridículamente altos precios, el tener que pagar en una moneda, nada más y nada menos que la que durante 60 años ha significado el enemigo, el imperialismo, el ataque, el “bloqueo”, los productos de alta gama como mantequilla llena de moho o un pomo de espárragos en casi 70 dólares, el gobierno que ha inaugurado esas tiendas un lunes habiéndolas avisado el viernes, ahora descubre que tiene un problema, los coleros, los acaparadores y los revendedores. ¿No recuerdo ahora si Fidel escribió en su manual algo sobre las acciones y las consecuencias, aquello de acción y reacción?
¿El gobierno no sabía que esto funcionaría así? El mercado negro y todos sus funcionarios, estaba listo para entrar a trabajar a la misma hora que abrieran las tiendas. Ese mercado negro, trabaja mejor que cualquier gobierno, sin tantas reuniones, carros, oficinas, computadoras, etc. Ese mercado negro, que pasa el tiempo auto preparándose, capacitándose, está listo para actuar SIEMPRE.
Entonces, claro, aparecieron los coleros, los acaparadores y los revendedores, que siempre han existido, que siempre han “ayudado” a ambas partes, al gobierno y al pueblo. Ahora como las tiendas son pocas, como no resuelven el problema, como una gran parte está disgustada, no la parte traidora y floja, sino la parte que está allí ayudando todavía a que funcione, el gobierno ha desatado una nueva guerra entretenimiento y lo más ridículo, ha creado nuevos batallones, también recomendados en el manual de Fidel, de miembros de las fuerzas armadas, el ministerio del interior y trabajadores de las propias cadenas de tiendas, identificados con brazaletes y todo, para tratar de golpear, una vez más en nombre del pueblo, a los elementos que tratan de afectar el buen funcionamiento de las tiendas de alta gama.
Ahora el gobierno, una vez más, culpa a cualquiera, en este caso a coleros, etc., de ser los responsables de los males que el otro pueblo, el que trabaja en moneda nacional, está sufriendo. No la incapacidad del gobierno, no la destrucción total de la estructura económica tanto nacional como la de exportación, no la insuficiencia del agro en aquella tierra más bellas que ojos humanos vieran, como dijera el Almirante, sino los coleros, los acaparadores, los revendedores, son los culpables de la casi miseria.
Entonces el gris, más gris de todos y sus derivados, como el primer ministro, anuncian una batalla de pueblo, contra pueblo. Exigen que se persiga y se denuncie a aquellos que, comprando en dólares en las tiendas, te llevan el producto, un poco más caro, pero te lo llevan a la puerta de tu casa, permitiéndote pagar en dólares, CUC, pesos cubanos y la combinación de cualquiera de las tres monedas, etc. Ahora los grises descaradamente proponen y esperan que el mismo pueblo que no puede acceder a las tiendas, a las únicas tiendas donde se puede comprar comida y productos de primera necesidad, o sea, papel sanitario de alta gama, pasta de diente de alta gama, detergente de alta gama, desencadene su disgusto contra sus vecinos, contra otros cubanos, que “luchando”, les resuelven sus problemas.
¿Por qué existen los coleros, acaparadores, revendedores? Marx no dijo nada de eso en sus muchísimas páginas de análisis teórico de la sociedad nueva. Lenin no describió estas figuras como mal del sistema comunista. ¿Cómo es posible que existan con diferentes nombres esas figuras hace casi el mismo tiempo que lleva el gobierno cubano en el poder?, ¿Ahora lo descubrieron?
Nada de eso, todo está en el manual, ahora lo que se tiene que provocar es un entretenimiento, se tiene que lograr que los cubanos se levanten pensando y hablando de las tiendas, que se desgasten viendo hacia cuál tienda de “alta gama” van a irse a hacer 4, 6 o más horas de cola, que piensen en los coleros y sobre todo que a ellos se le eche, de forma colectiva, la culpa de todo lo que pasa. Es ahora una manera de entretener, de dar una imagen de que el gobierno está trabajando y, sobre todo, que en un esfuerzo gigantesco se está pensando en esa gran mayoría que no puede entrar a las tiendas, es una manera de que no se piensen en otros males y menos que se aspire a otras soluciones. La estrategia de libro es entretener, engañar y ganar tiempo.
Ahora la TV se ha convertido en la mejor serie policial que se pueda ver. Cada día, todos los días la oficialidad enseña a un colero, un acaparador o revendedor prendido, sancionado, al que se le ha decomisado, lo mismo 20 jabones, como cinco pescados. Cada día la autoridad se muestra más firme para “defender los intereses del pueblo”, aunque nunca aclara a dónde van a parar los alimentos, productos y dinero decomisado. Tal como aquellos juicios a Ochoa, Tony, Abrante, ahora los casos presentados y por qué no, esperados por el público cubanos en general es la mejor solución de pasatiempo al no tener Neflix.
Ahora los coleros se convierten en un tema antimoral, antipatriótico, antisocial. Ahora ser colero, según el manual que dejó Fidel, tiene que ser visto, es el nuevo enemigo interno, ese enemigo que siempre se ha fabricado para distraer a los crédulos.
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