domingo, 23 de agosto de 2020

“La caída libre final”. (Tercer Parte)

Boris Larramendi, ex integrante del cubano grupo “Habana Abierta”, dice en el estribillo de una de sus mejores canciones:

Jode y mortifica
Cuando te dicen todo así en tu carita.
Jode y mortifica
Y si te rascas es porque te pica, ¿verdad?
Jode y mortifica


En muchos de mis escritos he afirmado que los cubanos estamos equivocados y esto, siendo yo cubano, podría parecer una idea loca, destructiva, hipercrítica, sin embargo, no es tal, creo firmemente que estamos equivocados.

Me he tomado el trabajo de buscar en internet, bajo la siguiente pregunta: ¿Cómo somos los cubanos? Y estas son las respuestas más importantes que aparecen.

El blog “Te amo Cuba”, dice:

“Definitivamente los cubanos somos seres especiales. Tal vez nos parecemos a otros latinos pero hay características propias de nosotros que nos diferencian de las personas del resto del mundo. Un buen cubano es salsa y fiesta pura. Por las venas nos corre la sabrosura y el amor por la diversión, con un palo y una lata formamos una parranda en menos de lo que canta un gallo y no hacen faltan mayores motivos para celebrar. Somos gente pobre, económicamente hablando, pero tenemos una riqueza invaluable si a virtudes nos referimos. No hay más nadie como nosotros en el planeta tierra. Ese carisma que tiene el cubano no lo encuentras en ningún otro ser, la frescura y la naturalidad tampoco. (…) Estamos hechos a prueba de balas. No hay como derrotarnos, vivimos acostumbrados a luchar y nada nos detiene. Hasta en las circunstancias más duras sabemos salir adelante porque estamos acostumbrados a inventarnos maneras de sobrevivir”.

Por su parte, “CubaDebate”, define:

“Como pueblo, los cubanos somos muy notables, como muchos otros. Tenemos una importante individualidad social y no podemos evitar ver al mundo a partir de ella. En las épocas más recientes, la hermosa combinación de orgullo nacional, un liderazgo extraordinario como el de Fidel, mucha sabiduría individual y colectiva, producto de nuestro sistema educativo universal, y un sentido particular de los verdaderos valores de la vida nos han mantenido incólumes ante los retos de enfrentar enemistades muy poderosas y cercanas. También hemos sabido descifrar calumnias, que son tan burdas que las realidades las destruyen muy fácilmente. Los cubanos hemos tenido la suerte de tener un maestro como Martí que nos dijo en un cuento infantil que “El sol quema con la misma luz con que calienta. El sol tiene manchas. Los desagradecidos no hablan más que de las manchas. Los agradecidos hablan de la luz” (“La Edad de Oro”, “Tres Héroes”). Hablamos esencialmente de nuestra luz, sin olvidar nuestras manchas. Todo lo que somos y no somos lo valoramos y nos sentimos muy satisfechos con lo primero y retados con lo segundo. Pero todo lo positivo de nosotros es mucho más una ocasión histórica que un factor de exaltación con respecto a cualquier otro pueblo”.

La otra idea, que todavía estamos viendo quién la escribió, ella se le ha asignado a diferentes personas y a diferentes épocas, pero que siempre resulta agradable leerla y que en muchas de sus partes nos retrata, nos define como:

"Los cubanos están entre vosotros, pero no son de vosotros. No intentéis conocerlos porque su alma vive en el mundo impenetrable del dualismo. Los cubanos beben de una misma copa la alegría y la amargura. Hacen música de su llanto y se ríen con su música. Los cubanos toman en serio los chistes y hacen de todo lo serio un chiste. Y ellos mismos no se conocen."

Nunca subestiméis a los cubanos. El brazo derecho de San Pedro es cubano, y el mejor consejero del Diablo es también cubano. Cuba no ha dado ni un santo ni un hereje. Pero los cubanos santifican entre los heréticos y heretizan entre los santos. Su espíritu es universal e irreverente. Los cubanos creen simultáneamente en el Dios de los católicos, en Changó, en la charada y en los horóscopos. Tratan a los dioses de tú y se burlan de los ritos religiosos. Dicen que no creen en nadie, y creen en todo. Y ni renuncian a sus ilusiones, ni aprenden de las desilusiones."

No discutáis con ellos jamás. Los cubanos nacen con sabiduría inmanente. No necesitan leer, todo lo saben. No necesitan viajar, todo lo han visto. Los cubanos son el pueblo elegido ... de ellos mismos. Y se pasean entre los demás pueblos como el espíritu se pasea sobre las aguas."

Los cubanos se caracterizan individualmente por su simpatía e inteligencia, y en grupo por su gritería y apasionamiento. Cada uno de ellos lleva la chispa del genio, y los genios no se llevan bien entre sí. De ahí que reunir a los cubanos es fácil, unirlos imposible. Un cubano es capaz de lograr todo en este mundo menos el aplauso de otro cubano."

No les habléis de lógica. La lógica implica razonamiento y mesura, y los cubanos son hiperbólicos y desmesurados. Si os invitan a un restaurante, os invitan a comer no al mejor restaurante del pueblo, sino "al mejor restaurante del mundo". Cuando discuten, no dicen "no estoy de acuerdo con usted", dicen "usted está completa y totalmente equivocado".

 Tienen una tendencia antropofágica. "Se la comió", es una expresión de admiración, "comerse un cable", señal de situación crítica y llamarle a alguien "comedor de excrementos", es su más usual y lacerante insulto. Tienen voluntad piromaniaca, "ser la candela" es ser cumbre. Y aman tanto la contradicción que llaman a las mujeres hermosas "monstruos" y a los eruditos "bárbaros"; y cuando se les pide un favor no dicen "si" o "no", sino que dicen "sí, como que no".

Los cubanos intuyen las soluciones aún antes de conocer los problemas. De ahí que para ellos "nunca hay problema". Y se sienten tan grandes que a todo el mundo le dicen "chico". Pero ellos no se achican ante nadie. Si se les lleva al estudio de un famoso pintor, se limitan a comentar "a mí no me dio por pintar". Y van a los médicos, no a preguntarles, sino a decirles lo que tienen."

Usan los diminutivos con ternura, pero también con voluntad de reducir al prójimo. Piden "un favorcito", ofrecen "una tacita de café", visitan "por un ratico", y de los postres solo aceptan "un pedacitico". Pero también a quien se compra una mansión le celebran "la casita" que adquirió, o "el carrito" que tiene a quien se compró un coche de lujo."

Cuando visité su isla me admiraba su sabiduría instantánea y colectiva. Cualquier cubano se consideraba capaz de liquidar al comunismo o al capitalismo, enderezar a la América Latina, erradicar el hambre en África y enseñar a los Estados Unidos a ser potencial mundial. Y se asombran de que las demás gentes no comprendan cuan sencillas y evidentes son sus fórmulas. Así, viven entre ustedes, y no acaban de entender porque ustedes no hablan como ellos."

Es así, sigo pensando que estamos equivocados, porque muchos nos consideramos cubanos y especiales. Y creo que esa equivocación, no tiene que ver totalmente con la revolución del 59, aunque es cierto, al menos para mí, que ella explotó muchas de estas condicionantes en nuestra forma de vivir y las elevó al infinito, los cubanos, por nuestra historia, ya veníamos caminado de esa forma.

Creo que, este último proceso, que ha consumido a varias generaciones, nos ha acabado de trastornar y nos ha hecho creer que de verdad somos “el pueblo elegido”. Viví cinco años en República Dominicana y luego aquí voy por ocho, he conocido a muchos latinos y personas de otras nacionalidades, africanos y asiáticos, en líneas generales son calmados, pacíficos, modestos, humildes, respetuosos, silenciosos, a veces, aparentemente sumisos. Claro, muchas veces, los niveles culturales y académicos son bajos, pero, ¿es que todos los cubanos somos científicos con máster y doctorados en todo?, ¿Todos los cubanos sabemos escribir, hablar, conversar, exponer ideas coherentemente, no tenemos falta de ortografía?, ¿Todos los cubanos sabemos de todo y tenemos la solución para todos y cada uno de los problemas que nos rodean? Estamos equivocados y entonces, jodidos. Seamos honestos, muchas veces no nos soportamos entre nosotros mismos, muchas veces los que nos rodean, no nos soportan. Claro, siempre es el otro, el que está equivocado.

La revolución del 59 conocía de estas cosas y entonces las desarrolló y las amplificó. Fidel, conocedor del manejo de las masas, con una de sus características principales, la de XXXX, nos terminó de “educar”.

El amigo necesitaba ser aceptado y mucho de protagónico y entonces en cada una de sus intervenciones nos confundió, de ahí lo de, no un país normal con logros, sino lo de potencia. El mejor deporte, el mejor sistema de salud, el mejor sistema de educación, la mejor comida, el resto del mundo no sabe cocinar, el mejor restaurante del mundo, el resto son chinchales, el mejor plan de restauración, los museólogos, los arqueólogos, los historiadores del planeta no saben nada de esto, la mejor playa del mundo, las restantes son charcos, la mejor música del mundo, los otros músicos sólo hacen bulla, la “primera gran derrota del imperialismo yanqui en América”, “los 10 millones van”, “el futuro de Cuba, será un eterno Baragüa”.

Nos confundió y lamentablemente muchos seguimos confundidos, lo que no nos permite, en primer lugar, ponernos de acuerdo y segundo, avanzar.

Veamos a la figura más controversial del planeta hoy. Trump y su gran idea de “Make America great again”, no ha hecho más nada que lo que Fidel hizo durante todos los años de su gobierno. A lo mejor Donald es un alumno de Castro. Esa misma frase, sólo que, en español, fue la base del discurso y actuación chovinista de Fidel. No existen diferencias, ambos apelan a un nacionalismo, que pudiera rozas con la enfermedad. Trump es un prepotente. ¿Y Fidel? Trump es un voluntarioso. ¿Y Fidel? Trump es un autosuficiente. ¿Y Fidel? Trump dice mentiras. ¿Y Fidel? Trump apabulla, maltrata a los periodistas. ¿Y Fidel? Trump se burla. ¿Y Fidel? Trump puede por momentos actuar con violencia, con rabia, con odio. ¿Y Fidel? Trump disfruta con cara vencedora, a veces medio irónica, los aplausos, los apoyos, las muestras de amor a su grandeza. ¿Y Fidel? Trump ha declarado que el que no esté de acuerdo con “America” que se vayan para otro lugar. ¿Y Fidel no definió a gusanos, traidores, apátridas, vende patria, etc. y los mandó a irse o los echó? Trump es el padre para muchos norteamericanos. ¿Fidel no fue nombrado el papá de todos los niños? Trump ha explotado ese sentimiento de superioridad que poseen parte de los norteamericanos, es el actual presidente, entonces es un político, Fidel, creó y explotó el mismo sentimiento de superioridad, fue el dueño de Cuba, pero fue un revolucionario. Todavía hoy, muchos, miramos desde arriba, a veces desde muy arriba, a todos los que nos rodean.

Estamos confundidos y tenemos una enorme mezcla de sentimientos, de conceptos, de argumentos que sólo logran dividirnos y ahí está el triunfo desde y para el poder político cubano. Veamos, a mi modesto modo de ver y entender, declarándome una vez más desconocedor a profundidad de muchos de estos temas, algunos de los conceptos que confundimos todos los días.

La primera gran mentira a exprofeso es seguir hoy hablando de la “revolución cubana”. Revolución es un cambio social organizado, masivo, intenso, repentino y generalmente no exento de conflictos violentos para la alteración de un sistema político, gubernamental o económico”. Hablamos de un hecho específico, con objetivos muy definidos y sobre todo que ocurre en un plazo de tiempo muy definido. No existe la revolución eterna, para siempre.

La historia reconoce varias revoluciones modernas importantes, Revolución Industrial, hechos económicos ocurridos desde finales del siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX. Inglaterra, cuna del asunto, hoy vive cambios económicos constantes, pero no vive dentro de una revolución industrial. Revolución Mexicana ocurrida entre 1910 y 1920, donde un grupo, el más famoso Emiliano Zapata, se alzaron contra la dictadura de Porfirio Díaz, en busca de mejoras democráticas, sociales y de igualdad. México sigue teniendo problemas, luchas internas, demandas sociales, pero no está dentro de la revolución zapatista. La Revolución Rusa, 1917, reconocida generalmente como la Revolución de Octubre, que supuso el fin del zarismo y la llegada de los soviets al poder y la aparición de la URSS. Hoy, no sólo no existe dicha revolución, sino que además desaparecieron los soviets, el PCUS, el comunismo, etc.

Entonces la única revolución que no tiene fin es la cubana, todavía hoy, con justificaciones absurdas de país agredido, país en transformación, etc., se habla y repite lo de la “revolución”, que en realidad fue un proceso, como todos los procesos en el mundo, que tuvo su período de gestación, ideas, planes, organización, luego la presencia en el territorio nacional, con hechos armados y la incorporación de varias fuerzas internas y terminó un día con el triunfo de los “rebeldes” y la llega al poder tras la huida del dictador Batista.

Cuba no tiene una revolución, lo que tiene hoy, desde hace muchos años ya, es un gobierno, tal como tienen todos los países del mundo. La idea de revolución, ya dije, trabajada hasta la saciedad por Fidel, solo pretende mantener un sentimiento de compromiso, una filiación sentimental, un compromiso con ese hecho o etapa, quizás glorioso, pero que ya no existe.

Esa idea de seguir hablando de revolucionarios en el poder y no de políticos, como en el resto de los países del mundo, trata de confundir y de dar méritos a los que hoy ya no los tienen. La idea de revolución trata de justificar los descalabros, a partir de dar la imagen de que se habla de un proceso joven, que aprende y que se encuentra en constantes cambios. La idea de revolución nos sigue llevando a un proceso ideológico y político, cuando los resultados económicos son desastrosos. La revolución es para los revolucionarios y, ¿el resto? Revolución, para el gobierno cubano y muchos de sus ciudadanos, es igual a estado, patria, nación, de lo que se desprende que los que no están a favor, entonces no tengan estado, nación, ni patria. A las medidas se les llama revolución, a los cambios se les llama revolución, pero aún, a determinadas personas se les llama revolución, por lo que la simple crítica de que tal persona ha engordado un poquito se convierte en un acto contrarrevolucionario, muchas veces sancionable por las leyes. Revolución es un escudo blindado, no sólo antibalas, sin anti ideas, anti cambios, anti críticas.

Revolución y estado. Estado es una palabra complicada porque puede ser usada y entendida de varias formas y en diversas opciones de la vida, “el carro fue dejado en estado de abandono”, “el líquido ha pasado a estado gaseoso”, “miremos el estado del tiempo”, etc.

En la vida política de un país, el estado es una organización socio política. Es una entidad soberana para gobernar, desempeñando poderes políticos, sociales, económicos, limitado por los propios límites de ese país. En muchos países, el estado, se divide a la perfección en poderes diferentes, ejecutivo, legislativo y judicial, o sea, es una determinada organización de un territorio bajo el dominio de un determinado gobierno.

Una revolución, no es un estado entonces, el estado en cualquier país está integrado por su población, el territorio y el poder. De lo que se deduce que todos somos estado. La definición marxista de la dictadura del proletariado y, sobre todo, la justificación manoseada de tener que acatar la decisión de la mayoría, son dos de las mejores técnicas creadas para manipular y ejercer el poder, por parte de algunos que, muchas veces, se autoproclaman defensores de todos. Manoseada, porque sabemos, o al menos yo sé y confío, que, por debajo, por atrás, existen miles de mecanismos de chantajes, coerciones, presiones, etc., para lograr esa dictadura.

Nos han confundido, porque las miles de medidas tomadas, muchas veces primero se ejecutaron por el grupo de adeptos y luego se sometieron a la consulta de la mayoría y así crecimos, porque alguien nos dijo que el o los que tomaban las medidas, lo hacían pensando en nosotros, cuando incluso a todas luces, ellas no nos beneficiaban.

Las escuelas son estatales y los hospitales también, son estatales los cines, los restaurantes, los medios de transportes, los medios de trabajo, los cultivos, las vaquerías, lo que da la idea de que el estado tiene propiedades. Vivo en un país donde las escuelas son públicas o privadas, los parques son públicos y los bares privados. El estado no tiene inscrito bajo su nombre en el registro de empresas los parques, las calles, los cielos. El estado, ya sea grande, para Estados Unidos federal, o pequeño, para nosotros estatales, o sea, de cada estado, tiene responsabilidad de mantener, proteger, cuidar, permitir el acceso, hacer seguro, a todos esos lugares que llamamos públicos. Existe organización, pero aquí donde vivo nadie puede prohibirme caminar por un parque, acostarme sobre la hierba y pasar un día cocinando y compartiendo con amigos. Aquí donde vivo, donde los lagos son públicos a nadie tengo que llamar para que me permitan entrar, bañarme, pescar, etc. Digamos que, quizás visto con cierto romanticismo, el estado soy yo.

Los estados tienen reservas, digamos de tierras, que son aquellos lugares estratégicos, como determinados territorios fronterizos, parques naturales, reservas de agua, lugares donde aparecen minerales explotables, como minas o petróleo. Muchos otros estados se reservan la propiedad total de la tierra donde sus personas luego construyen, viven, se desarrollan, y en esos lugares lo más común es que se tenga que pagar un determinado impuesto por el uso, pero nadie se mete en el tipo de casa, el color de ella y menos las fiestas que quieras hacer.

Ahora revolución y nación. ¿Es lo mismo? No. La nación es una comunidad de personas que comparten una lengua, cultura, religión, historia y territorios comunes, por lo que nadie es dueño de la nación, nadie puede quitarla o darla. Usted es un asesino, pero es cubano. Usted es un violador y es cubano. Usted está en contra del gobierno y es cubano. Y como cubano le asisten los mismos derechos. Existen leyes, por lo que el asesino y el violador, estarán presos, pero dentro de las cárceles siguen siendo cubanos. Ningún gobierno debería determinar que usted es traidor, por sólo pensar de forma diferente.

La nación cubana no es el gobierno, ni sus leyes, ni sus chismes, ni sus notas marginales, ni sus recados. La nación cubana es de todos aquellos que nacieron y viven en ella, pero más, la nación cubana es de todos aquellos que incluso no viven físicamente sobre el suelo de ese país. Fidel Castro atacó el Moncada, creó disturbios, inseguridades, más muertos, desestabilizó a un gobierno, sin embargo, no fue ahorcado, ni tan siquiera torturado físicamente, se le dejó defenderse en un juicio oficial y se le sancionó según las leyes vigentes del momento. Dos avionetas civiles piloteadas por cubanos en misión de paz fueron tumbadas por cazabombarderos del ejército cubano, cuando incluso ya volaban por aguas internacionales; varios jóvenes cubanos fueron fusilados a los tres días de haber intentado robarse una lancha para irse de Cuba. Varios cubanos perdieron la vida, niños incluidos, reprimidos por las fuerzas armadas cubanas en su versión marítima, por solo intentar salir del país. Todos estos hechos entre cubanos, los que son dueños de Cuba y tienen derechos y los que no son dueños de nada, porque todo se les quitó. Todos dirigidos como escarmientos y muestras del poder político.

Patria es un término sentimental que se intercambia por el de nación, por lo que nos resulta lo mismo. Lugar de nacimiento, lugar de vínculos históricos, pero además, algo más, patria o nación es el lugar al que una persona se siente vinculada por razones afectivas, argumento que hace posible que Fito Páez, en el concierto que dio en la Plaza de la Revolución, se envolvió con la bandera cubana y se declaró el primer ciudadano argentino cubano, creo que en ese momento de efusividad, frente a miles de fanáticos donde yo estaba, se le olvidó el Che, pero sigue siendo válido.

La patria no es una revolución, la nación no es un gobierno, todo ha sido un manejo, que, repetido y repetido, es sencillamente, más fácil de repetir. La nación cubana, mejor o peor, existía antes del gobierno de turno, aunque el turno sea ya largo y existirá sin dudas después de él. El gobierno en cuestión puede cambiar las reglas, puede establecer normas, pero no puede jamás robarse a la patria. Menos decir o decidir que la patria es para unos, en la misma medida que no es para otros. El gobierno no puede hacer diferencias sobre la nación, menos poner fajarse a sus ciudadanos, en aquellas definiciones absurdas de traición, abandono y esto resulta esencial, porque entre las cosas que veo, es que existe un grupo de cubanos que se han adueñado de Cuba, a ellos son los que más le duele, por lo tanto, son los que tienen derecho. Cuando se escucha a muchos cubanos que viven en Cuba hoy, lo primero que aparece es ese sentimiento, sembrado, abonado y cultivado, desde el poder político, de que ellos son los únicos que tienen derechos a todo, porque los que no están, lo primero que no tienen es patria. Triste.

Ahora, por último, la gran estafa, revolución y gobierno. Esta es la estafa, que nuestro gran líder, formador de toda esa escuela de revolucionarios a su imagen y semejanza y sus seguidores hasta hoy, han mantenido toda la vida. Fidel, al que le daba igual un velorio, que un bautizo, vistió su traje militar verde olivo y sus botas negras siempre, tanto que fue noticia importante que conmovió a no pocos, cuando se puso un traje negro o un par de tenis y su mejor frase, “soy un esclavo de mi pueblo”. Sus seguidores, lo único que hacen es decir que son sus seguidores y que desde la tumba él les está dictando las medidas a tomar todos los días. Pura imágenes sólo comparadas con las de una vedette. Esas imágenes, llevadas a todo, sólo tratan de igualar la revolución y lo bendito que ella tuvo, al gobierno diario. Esa imagen, la del traje, la de la repetición de lo revolucionario hasta el infinito, la de los seguidores que son seguidores, trata de anclar a los cubanos al pasado y crear un lastre y una barrera a todo posible cambio que no fuera el que ese uniforme sugiriera o aprobara. Nunca mejor dicho, “hasta después de muerto, se es útil”.

El gobierno es lo que existe en todos los países del mundo hoy en la modernidad, de izquierda, de centro, de derecha e incluso dictaduras militares, donde el dictador, cabezón, porfiado, malcriado, no puede dirigir a todo un país él solo. Gobiernos son un grupo de personas que administran por un tiempo el Estado, o sea, aquellas autoridades que, en nombre del Estado, no como dueños absolutos de nada, ejercen funciones administrativas, por tiempo limitado. La modernidad hoy prevé que los gobiernos cambien, que sean elegibles, que no sean eternos, que den paso a otras personas, quizás con mejores ideas, al menos teóricamente, La modernidad, conocedora de las consecuencias nefastas, limita el gobierno a años, buenos y malos, hay que dejarlo y dar paso a otros.

El gobierno administra, tiene la responsabilidad de trabajar bien para sus subordinados, tiene la responsabilidad de organizar, custodiar, aquellas propiedades de todos, pero no es el dueño absoluto, para nada puede apropiarse de nada, menos del poder, menos de una nación o país entero. La modernidad luchó contra las monarquías, ese sistema donde la figura de un rey y por excepción reina, era absoluta, incuestionable, incambiable. Aunque aún existen varias monarquías en el mundo, acuerdo histórico y sentimental de sus pobladores, las monarquías tienen, sobre todo, un papel representativo y formal, sin embargo, en y con el socialismo, personas adquieren, bajo otros nombres, las condiciones y privilegios de los monarcas.

Como ya dije, Cuba no tiene una revolución, ella lo que tiene es un gobierno. La revolución, el sacar a Batista del poder, el devolver la democracia, e incluso aquellas primeras medidas de corte popular tomadas, pueden, a pesar de lo negativo, considerarse buena. El gobierno, al cabo de todas estas décadas, de medidas mal tomadas, de errores garrafales, de emborrachamientos con el poder, de una segregación entre los cubanos buenos y los malos, entre los que apoyan y los que quieren cambiar, de esa economía inexistente, de esos caminos cerrados, de ese pueblo que necesita desesperadamente de todo lo mínimo e indispensable para vivir, puede considerarse no solamente malo, sino, inservible.

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