sábado, 22 de diciembre de 2018

Hambre en Estados Unidos o ¿Hambre en Estados Unidos?

Hace unos días recibí esta información que ahora comento.


Me llamó la atención porque ella viene precedida de un título bien rimbombante, “Hambre en Estados Unidos” y es algo que, aunque no nos parezca, puede pasar y de hecho pasa.

La investigación, que no trae muchos datos adicionales para poder valorarla, estuvo hecha por Wells Fargo, uno de los bancos nacionales más grandes y famosos dentro de la Unión, que es además el banco donde tengo puesto mi poquito dinero, por lo que digamos conozco su funcionamiento a groso modo.

Confiando en el prestigio del banco, más allá de si es bueno o no para muchos, me arriesgo a publicarla.

Me he quedado con ganas de sabes más, o sea, a qué llaman hambre y cuáles son los parámetros que utilizaron para medirla, porque a primera vista, la comida aquí está que da al pecho en todas las esquinas. dudo mucho que exista un país donde se venda tanta comida, en todas sus variantes, de todos los países del mundo como en Estados Unidos. Entonces lo que yo he podido experimentar es sencillamente lo contrario, las personas compran y compran sin límites, muchas veces para luego, sin consumir, echar a la basura.


Trabajé casi 6 años como mantenimiento en un residencial, por lo que mi misión en el 98% de los casos era trabajar dentro de los apartamentos y para si fuera poco, muchas veces con tareas asignadas dentro de los refrigeradores, entonces si hay algo que he visto en todo este tiempo es comida, cocinada, semi cocinada, cruda, etc.

En líneas generales los ciudadanos norteamericanos son acusados por su alto nivel de consumo, cosa que puedo asegurar que es cierta, sin que yo pueda calificar a todo el mundo por igual. He visto a muchas personas racionales, sacar cuentas diarias de lo que van a comprar y consumir. No todo el mundo está constantemente echando su dinero sobre cualquier cosa.

Por otra parte, existen muchas facilidades. Primero los salarios, generalmente dignos, alcanzan para vivir el mes. Segundo existen innumerables soluciones a partir de créditos, tarjetas, préstamos, etc., que hacen la vida más llevadera. Tercero a los más necesitados se les aplican determinados planes de ayuda que incluyen dinero en efectivo y bonos para comprar comidas. Cuarto existen muchas instituciones, como por ejemplo las iglesias de todas las denominaciones religiosas, los gobiernos estatales y el propio gobierno federal, que, entre sus misiones más importantes, tienen la de ayudar a los más necesitados, donde incluyen la entrega de comidas, ropas, muebles, medicamentos, atención médica, etc., de forma gratuita.

Claro que este es un país de más de 300 millones de personas, y siempre hay determinados sectores sociales, familias negras, inmigrantes, personas que viven ilegales, que aparentemente pasan más trabajo para vivir.

A veces es complicado de evaluar, porque existen muchas personas y familias que prefieren vivir de la ayuda del gobierno y no trabajar 8 horas y entonces la ayuda, puede resultar insuficiente, porque es sólo eso, una ayuda.

La información sobre el hambre que da Wells Fargo, que para mi gusto es incompleta porque sólo presenta el resultado, puede estar poniendo el dedo en algo real, que la mayor parte de los mortales desconocemos por no ser este el objeto de nuestras vidas. Claro que, imagino que los niveles de hambre a los que se refieren, y que no queda aclarado cuáles son, en principio no tienen que ver nada con el hambre en Haití, parte de África y parte de Latinoamérica. El hambre a la que se refiere el estudio debe ser al hambre norteamericana, que, a mi humilde modo de ver, dista mucho de ser algo extremadamente complicado.

No obstante, sería algo en lo cual pensar, porque, como debemos saber, todo lo que aparentemente brilla no es oro, dista mucho este país de ser esa imagen súper dorada que muchos tenemos cuando vivimos fuera de él, aunque dorado es.

He visto personas pedir dinero y cigarros, pero muchas veces es para poder fumar, tomar alcohol y, peor aún, comprar drogas. No he visto en mis 6 años aquí, a alguien revisando la basura para sacar un pedazo de pizza viejo y comerla. Conozco historias de homeless que la pasan mal, pero cuando averiguas, muchos viven en refugios del gobierno, reciben atención médica, y tres comidas calientes al día gratis, sólo que, por determinadas razones, han parado en esa forma de vida y les cuesta trabajo salir de ella, por otras determinadas razones.

A simple vista no existe aquí adentro el hambre, por el contrario, el pueblo norteamericano es reconocido por la gordura. El sobre peso, ese sobre peso ya como enfermedad grave, es algo que se detecta fácilmente con sólo pasar la vista no sólo en adultos, sino también, lamentablemente en los niños. Por otro lado, habría que ver la cantidad de comida que se compra en una familia trabajadora sin mucha idea de lo que es sano o no. Resulta por momentos impresionante ver aquellos dos e incluso tres carros llenos de comidas que se pasean por los súper en busca de las cajas registradoras. Luego cada cinco metros se encuentra un lugar para comer, restaurantes, cafeterías, negocios de comidas rápidas, farmacias, servicentros, carritos con comidas en las calles, etc., todo lo que genera que las personas, lejos de pasar hambre, se pasen el día con algo en las manos para comer y tomar. 

Sin embargo, para no pecar de ingenuos, debe existir y según Wells Fargo existe, un grupo, que visto de forma general pueden sumar millones, digamos más afectado que no accede a ninguna de estas formas y se las ven más complicados a la hora de llevarse algo al estómago. No lo dudo, aunque no lo puedo asegurar, porque no lo he vivido y no conozco a nadie que lo viva diariamente.


Es un tema bien complicado, abierto de por y para siempre al debate. Muchas veces podrá depender de realidades económicas indiscutiblemente malas y otras de factores selectivos que condicionan el ganar dinero y luego dónde y cómo se invierte. Es probable que, si eres una madre soltera y has tenido 8 hijos que aún son pequeños, con diferentes padres no responsables y vivas de la ayuda del gobierno, te resulte más difícil asegurar una buena alimentación. Es cierto que, si eres drogadicto o bebedor empedernido, prefieras tomar cervezas o fumarte una mariguana antes de comer algo sano de forma sistemática. Es muy entendible que si eres ilegal y no encuentras trabajo estable y para colmo tienes 6 hijos, es más probable que tengas las condiciones para garantizar una dieta digna y estable. Si no tienes trabajo, a veces porque no lo consigues, otras porque no quieres trabajar y estás escogiendo, pues tengas problemas a la hora de comprar la leche diaria. Es conocido de que si prefieres vestir de lujo, tener el último celular de moda y salir con tus amigos, tengas límites a la hora de comprar el pan.

Muchas veces el tema del hambre engaña y conmueve sobre todo cuando se anuncia en grandes titulares, sin que yo quiera ahora por esta vía desconocerla o justificarla. Muchas veces el hambre, me refiero solo y exclusivamente a los Estados Unidos, es el resultado de una mala planificación y sobre todo de una no prioridad de algunos temas prioritarios. 

En mi caso particular, que podría ser ahora un buen ejemplo, cuando llegué aquí hace ya 6 años, vine sin dinero o con muy poquito dinero y lo primero que hice fue buscarme un trabajo, el más fuerte que he hecho en toda mi vida. Trabajamos Jonathan y yo, por momentos uno de los dos únicamente. Nos vestimos con ropa de Goodwill, comprada a precios módicos de 3, 5 dólares y disfrutamos de los muebles que nos regaló una de las instituciones religiosas que existen en Lincoln. Íbamos, debo reconocer a veces a regañadientes empujados por Martica, a hacer colas todos los domingos para recibir alimentos gratis, sólo teníamos un solo automóvil para todos y todo, no comíamos en restaurantes, no íbamos a cines y no compramos cosas a través de Amazon.com, pero nunca, exactamente nunca, dejamos de comer bien, porque sabíamos lo que significa priorizar lo que se tiene que priorizar.


Es un tema muy sensible, abierto de por y para siempre al debate. 


jueves, 6 de diciembre de 2018

"Generación Microwave".

Hace unos días hablando con Jonathan sobre un acontecimiento ocurrido a uno de sus compañeros de trabajo, me mencionó un término que nunca antes había escuchado para definir determinada conducta de los seres humanos. Me habló de una tal Generación Microwave.

Cuando uno escucha microwave, le viene a la cabeza ese aparato rectangular casi siempre que pesa una enormidad, que acelera los procesos en la comida; descongelar, freír, terminar de cocinar, etc., aparato sin el que muchas personas hoy no sobrevivirían y esto lo puedo asegurar porque llevo casi 6 años luchando con ellos en mi trabajo de mantenimiento y conozco lo que se forma dentro y fuera de muchas personas cuando descubren que el dichoso equipo no funciona.

En efecto, el microwave, que todavía no sé exactamente si es bueno o malo, sólo que a mi mujer no le gusta para nada, se utiliza para, sobre todo, terminar algo muy rápido, algo que ya tiene que estar para los próximos segundos, de donde la rapidez es exactamente la mejor justificación que nos da un vendedor y la que encontramos los compradores para poseer uno. Luego vendrán los colores, los tamaños, los botoncitos, los precios, etc.

Pues, parece que ese mismo término, microwave, se está utilizando por los psicólogos y sociólogos para definir la conducta de un grupo de personas y sobre todo las consecuencias de esas conductas. Entonces he leído.

¿A qué se le llama Generación Microwave?

Este término puede y de hecho se aplica a cualquier persona independientemente de su edad, sexo, clase social, etc., pero está encaminado sobre todo a los jóvenes, o al menos a una parte de ellos, porque es precisamente en la juventud donde se aprecian más las características que luego describiré y sobre todo las consecuencias de determinada forma de pensar y actuar, muchas veces, aparentemente ingenuas, leves, inofensivas, sin grandes complicaciones para la vida y otras, agresivas y dañinas y como si fuera poco, destructivas.

Según los especialistas, las formas tradicionales de vida y comunicación se han visto afectadas, truncadas y sustituidas por un enorme frenesí de los medios sociales de comunicación, de donde, para mucho, se ha perdido el valor real de las cosas y el tiempo, lo que ha cambiado de forma drástica el impacto que ellos ocasionan.


El mal o desmedido uso de determinada tecnología, partiendo de las computadoras y parando en los inofensivos teléfonos, está produciendo un fuerte golpe en la mente y la conducta general de las generaciones actuales. Existe una lucha, que ha devenido en costumbre a la vuelta de un click o de apretar un simple botón, por disminuir los tiempos para acceder a cualquier cosa, desde una pizza a hasta un informe oficial sobre el Ébola a nivel mundial.

Al parecer estamos violando muchos aspectos de la vida. Hemos olvidado que hay que sembrar una semilla, luego esperar a que germine, ver crecer una planta, para al final, con suerte, poder observar una flor o comernos una fruta. Estamos creyendo que, a partir de la tecnología, la mejor y más avanzada, podemos cambiar las estaciones del año y poner después del invierno el verano y dejar la primavera para cuando termine el otoño. Apostamos a que las personas están bien, incluso los niños, porque saben moverse dentro de la pantalla en colores de nuestra computadora o celular.

Hemos concluido que no vale la pena recibir clases presenciales en una escuela, pues todo lo que necesitamos aprender se obtiene en la red viendo tutoriales o leyendo lo que otros han publicado. Ya no es necesario ir a ver a un amigo personalmente, porque al final lo vemos en Facebook todos los días a través de sus publicaciones  e incluso para muchos, la relación con Dios y su hijo Jesús, resulta más fácil y rápida utilizando el WhatsApp.

Los más afectados en esta carrera en busca de lo fácil y la inmediatez, resultan los jóvenes que han nacido y crecido como producto y dentro de las modernas tecnologías. Esto les ha propiciado la cultura de la rapidez para obtener y la facilidad para el aparente éxito parcial. Muchos hoy llegan a la conclusión de que mañana en la mañana tenemos que levantarnos millonarios como los millonarios que ven en la televisión, muchos apuestan por obtener los resultados inmediatamente, sin darse cuenta de que muchos de esos resultados son efímeros y sólo parciales.

No se tiene tiempo, el tiempo es una categoría vieja, sólo para los viejos. Si hoy se puede comprar un celular, un libro, un par de zapatos, etc., a través de la web y recibirlo a las 48 horas, entonces podemos a las 48 horas poder hacer y sobre todo obtener cualquier otra cosa.

Esto ha desarrollado, según los estudios que he leído, un facilismo, en la misma medida que hemos olvidado el sacrificio, el esfuerzo, la espera, la constancia, etc. La idea es obtener rápidamente y mostrar lo obtenido, violando la secuencia de sembrar, esperar, trabajar, cosechar.

Para ese grupo, la Generación Microwave, todo es para ahora y ahí el peligro. Al no ser para ahora, pues muy pocas cosas sólidas en la vida se logran para ahora mismo, aparece la frustración, el desengaño, la depresión, el no entender qué es lo que está pasando. En los casos graves, aparece como síntoma la apatía, el olvido, el desinterés y en los casos más críticos, el atentado contra la propia vida, pues se llega a pensar que no vale la pena vivir si hay que esforzarme todos los días para obtener un abdomen bien diseñado, porque necesitan ese abdomen para mañana por la mañana.

Aparecen dentro de este grupo de personas, sean jóvenes o menos jóvenes, las tendencias a la soledad y el sufrimiento en silencio, la incomunicación, porque la frustración es enorme, en la misma medida que se ha crecido sin contemplar que el éxito sostenible es el resultado de haber dedicado muchos años a lo mismo, es la respuesta por haber fracasado en varias ocasiones, aprendido de esto y haberlo intentado de nuevo por otras vías.

Hoy, todo lo queremos para hoy mismo, entonces pretendemos correr en una carrera olímpica, que es la vida, sin antes haber aprendido a caminar bien. Nos frustra el tener que subir escaleras escalones a escalones, cuando en realidad nos parece que podríamos saltarnos muchos de ellos para llegar arriba. Nos desgastamos, no sólo en tener un fingido y endeble éxito, sino en mostrar ese mismo fingido y endeble éxito, ahora disfrazado a los que nos rodean, sin darnos cuenta de que ese éxito puede necesitar y de hecho necesitará base para consolidarse y poderse mostrar como algo real, estable y duradero.

La Generación Microwave, es aparentemente contenta, moderna, activa, líder, pero en realidad sufre, no se adapta, pasa trabajo para conseguir algo a largo plazo, pues está dotada sólo de dedos para mover teclas y esperar el éxito en pocas horas e incluso en pocos segundos.


Son débiles y frágiles tan pronto la vida les pone el primer inconveniente o barrera. No saben reaccionar y muchos, con sus “improvisadas ideas del éxito” con el paso del tiempo, sólo logran quedar en el camino sin haber hecho nada medianamente interesante para la prosperidad. En el mejor de los casos logran sólo preservar la vida frente a la pérdida de un App dentro de su celular, pero la huella que esto dejará en ellos los anula para próximos eventos.