miércoles, 30 de junio de 2021

¿En realidad deberíamos agradecer algo a los europeos?

 ¿Realmente deberíamos asombrarnos los cubanos de la violación de los Derechos Humanos en Cuba? Creo que no.

El asunto de los Derechos Humanos es tan humano que, sin poderlo asegurar absolutamente, creo que no existe un país que esté libre de pecado con relación a este tema.

Lo que puede resultar paradójico para los cubanos podría ser que el gobierno que existe hace más de seis décadas, se nombre defensor de los Derechos Humanos, defensor del pueblo, defensor de los cubanos. Creo que no debería asombrarnos que un grupo de parlamentarios europeos, que por momentos juegan con el gobierno cubano, voten hoy reconociendo tal violación. Deberían haberlo hecho hace muchos años.

Desde que tengo memoria más lo que he leído, visto y escuchado, en la Cuba llamada revolucionaria, siempre se han violado los Derechos Humanos. Se violaron los derechos humanos desde el mismo comienzo, 1959, cuando, es cierto, se benefició a unos, también es cierto que, para lograrlo, se perjudicó a otros, consecuencias o efectos que llegan hasta hoy, 2021.

Se violaron esos derechos cuando se intervinieron los grandes, medianos y pequeños negocios, incluso los negocios puramente familiares, cuando es cierto que Cuba necesitaba cambios, pero a todas luces Cuba no necesitaba luchar o destruir a la propia Cuba. Se violaron los derechos cuando se abolieron en nombre de un pueblo que nunca lo pidió, las emisoras de radio, los canales de televisión, los periódicos y las revistas, todo lo que fue a parar a manos del gobierno, con una sola dirección, con un solo contenido.

Se violaron los derechos más elementales cuando los religiosos, siendo Cuba un país religioso o al menos de una fuerte religiosidad popular, fueron marginados, apartados e incluso encarcelados, camino que recorrieron también muchos jóvenes, que sólo querían ser, pensar y actuar como jóvenes.

Se violaron y violan los derechos de todos los detenidos, siendo culpables o no, teniendo verdaderas causas y justificaciones o no. Detenidos y encarcelados por temas económicos, pero, sobre todo, detenidos y encarcelados por asuntos políticos e ideológicos y muchas veces sin tantas rimbombancia o conocimientos teóricos profundos, sino sencillamente por expresar una idea diferente, por cuestionar una realidad, por proponer cambios.

Se violan los derechos de aquellos que estudiaron y luego no encontraron trabajo, de aquellos que fueron obligados a participar en guerras en el extranjero, de aquellos que fueron sometidos a repudios públicos permitidos, orientados y organizados por el partido comunista y el gobierno, que por todos estos años viven en una absoluta simbiosis perfecta, a tal punto que es difícil determinar dónde empieza y termina uno para dale paso al otro. Simbiosis perfecta entre ese partido y ese gobierno, que durante todos estos años ha estado representada por la misma persona.

Violaron mis derechos cuando un día, sin considerar nada, mi hija 4 años, mi hijo tres meses de nacido y yo absolutamente inocente, se presentaron en mi casa, me hicieron un registro, delante de familia y vecinos, sin explicar qué buscaban y por qué lo buscaban, me montaron en un carro de la policía, me llevaron a un lugar que no conocía, me nombraron con un número, 2354, me encerraron en un calabozo del tamaño de un pequeño cajón, tapiado sin ventanas, sin atención médica, sin medicamentos, con torturas psicológicas, gritos, chantajes, presiones, etc. Se violaron mis derechos cuando al darse cuenta de que era inocente, por la acción de mi familia prestigiosa en el área legal, me soltaron con una simple y malhumorada disculpa, sin que yo pudiera denunciar, reclamar, demandar a los actores por “malas prácticas”.

Se violaron mis derechos porque nunca se repara el daño. ¿Quién paga el sufrimiento ocasionado, ya no en mí, sino en mi familia?, ¿Quién paga la desconfianza surgida entre mis vecinos y mis compañeros de trabajo que me vieron como un delincuente?, ¿Quién logra borrar la imagen de mi pequeña hijita despidiéndome en la puerta del carro de policía?, ¿Quién paga las horas y horas de mi familia al Sol para poder verme, sin que lo lograran? Si, se violaron mis derechos, sin justificación, sin una verdadera causa, sin que yo fuera un delincuente probado, sin causa real y sin que luego alguien tuviera que pagar el agravio. Se violaron mis derechos porque la marca, a pesar del paso de los años, la sigo llevando.

No existe en Cuba un detenido que pueda acusar a la policía, a la Seguridad de Estado y gobierno por injusticia, abusos, daños, etc. No existe en Cuba abogados defensores que impugnen al sistema y al gobierno, incluso cuando los errores son garrafales. Los juicios, todos los sabemos, son un circo. Los juicios siempre han sido así, desde el que le hicieron a Hubert Matos, donde el propio Fidel Castro actuó como fiscal acusador, hasta el más grande de todos los juicios presenciados, el de Ochoa y sus compañeros.

Es cierto que no abundan los desaparecidos a la vieja usanza, pero también es cierto que hay desaparecidos temporales, que son levantados de sus casas o apresados en plena calle y por días nadie sabe dónde fueron a parar. Hay detenidos que no son registrados en los oficiales registros de unidades de policía.

Quizás lo nuevo para esta ocasión, fue la votación mayoritaria de los parlamentarios europeos. Los mismos parlamentarios que durante décadas habían estado jugando a favor del gobierno. Hay que recordar que cuando Fidel Castro, para salvar el socialismo cubano, abrió Cuba al capitalismo, nuestra Isla se llenó de españoles e italianos que, muchos, con una maleta y algunas fotografías de productos, vinieron a sacar nuestro dinero y a ocupar aquellos espacios que a los cubanos les estaban prohibido.

Esos europeos, “zapatuos”, como dijera mi cuñada Baby, apoyaron el gobierno cubano, a cambio de casas, mansiones, carros, empresas creadas para la ocasión, hoteles, mujeres y la explotación de los cubanos. Esos zapatuos extranjeros volvieron a esclavizarnos, explotarnos y muchos incluso a burlarse de nosotros los cubanos. Esos zapatuos, se apoderaron, no sólo de nuestra economía, sino de nuestros derechos y apostaron porque Cuba siguiera bajo el régimen actual, donde los “nativos” sólo podíamos emplearnos como mano de obra barata, si, aunque nos pagaran por la izquierda, todos sabíamos que éramos una mano de obra baratísima.

Esos extranjeros amigos de Fidel, de Raúl, de los militares, de los funcionarios de los bancos y de comercio exterior. Esos extranjeros europeos que apostaron por la guerra de Cuba contra Estados Unidos o viceversa, de qué otra forma si no, digamos, los españoles podrían haber invertido en hoteles insignes, nada más y nada menos que el Habana Hilton, en rones y cervezas nacionales, en tabacos, etc. 

Fidel y su combo, nos vendió, como todo en él, con un gran arte, teóricamente para salvarnos y con eso violó todos nuestros derechos.  ¿A quién se le puede ocurrir hablar de derechos en Cuba?

Hoy un grupo de europeos critican o sanciona las violaciones de los Derechos Humanos en Cuba, cuando en realidad el gobierno cubano no los deja entrar para investigar, verificar, conocer, tener elementos objetivos, armar expedientes con verdaderos nombres e historias reales. No obstante, para la opinión pública mundial interesada, puede ser una raya más al tigre.

De qué Derechos Humanos se habla, si se le cae a golpes, se arrastran, se llevan a calabozos a mujeres que pacíficamente caminan de un lugar a otro de la ciudad en petición de reconocimiento y libertad para los que ellas llaman presos de conciencia, por demás sus esposos, hijos, parientes. ¿Desde cuándo pasa esto?, ¿Cuándo los europeos se enteraron?

De qué Derechos Humanos se habla, si hoy hay decenas de personas, sobre todo jóvenes, a los que, sin causa, sin justificación, sin delitos, se les prohíbe salir de sus casas, bajo vigilancia 24 horas del día o se les prohíbe recibir visitas, incluso ni de los familiares más cercanos. ¿Los europeos no saben que esto ocurre? Cubanos presos dentro de sus casas sin causas, sin sanciones, sólo por capricho y abuso de poder.

Los cubanos tenemos una condición especial con respecto a nuestra patria, que no es la patria del gobierno, por mucho que nos quieran confundir. Tenemos que pedir permiso para salir y ahora una nueva modalidad, tenemos que pedir permiso para entrar. No hace falta nada, sólo que un funcionario, un cualquiera a cargo, pida la inclusión en las listas de “Regulados”. Estamos o podremos estar en una de esas listas, que, por demás, como todo en el gobierno cubanos, no tiene por qué ser explicado, ni justificado. Estás en una de esas listas y no puedes entrar, no puedes salir, pero más, de haber entrado pueden retenerte todo el tiempo que se les antoje, sin causa alguna. ¿Los europeos admitirían algo así en sus países?, ¿Esos mismos europeos que viajan a Cuba para hacer turismo, sobre todo, sexual, no saben que esto ocurre desde hace años?

Como dije, es de agradecer, no obstante, los votos que sancionan el tema, aunque en realidad deberían ser más. A los que votan a favor de que no se violan los definidos Derechos Humanos tal como están diseñados, se les debería enviar a Cuba con un “pulovito” pequeño de talla con la cara del Che Guevara al frente, una libreta de abastecimiento, un salario de 300 pesos cubanos, sin dólares, sin euros, sin tarjetas de créditos y ponerlos a vivir tres meses en casa de María, José, Juan, Dolores, en la Guinera, en San Miguel del Padrón, en Párraga o en la parte vieja no restaurada de nuestra Habana Vieja.


Habría que ponerlos a vivir como el cubano de a pie, con apagones diarios de muchas horas, sin agua, con casas inundadas, haciendo colas de 8, 10 o más horas para comprar un pedazo de pollo importado y vendido muy caro o varios perros calientes de producción nacional sin definición de los componentes de su fabricación. Deberían ponerlos a hacer filas desde tempranas horas de la madrugada para ver si pueden comprar costillas de vacas sin carne. Había que decirles que salgan a plantear sus ideas y que choquen con la policía oriental, que al parecer por ser orientales vienen desde fuera de Cuba y entonces preguntarles: ¿Qué hay de los Derechos Humanos?

lunes, 7 de junio de 2021

¿De verdad, los ricos se aburren? (Segunda Parte)

Domingo, nuestro viaje continuó. 


Tercer destino: Playa o Lago de Ozark, (Ozark Beach o Ozark Lake)

Bueno, este lugar podría llamarse lago o océano. Es un lago tan, pero tan grande que nunca ves el otro pedazo de orilla que tienes al frente y por supuesto resulta imposible, creo yo, recorrerlo completo.

Como todo lago de este país, éste tiene una actividad marítima impresionante, marinas, yates, botes, motos de agua, restaurantes sobre el agua o en la orilla del lago, bares con una enorme actividad diurna e imagino con una gigantesca actividad nocturna.

Este lugar suma a su importancia, que una parte de él fue el escenario escogido en el 2017 para filmar la serie del 2017 que lleva el mismo nombre del lago, Ozark, que, si no han visto, les recomiendo verla. Ya tiene, por su éxito, tres temporadas estrenadas.

El Lago Ozark es pura fiesta, no sólo puedes tener allí tu yate, alquilar uno o dejar que alguien te de una vuelta, sino que puedes rentar un helicóptero a un precio pagable, desde donde entonces, si creo que se pueda ver el lago completo.

Allí llegamos, perros incluidos y descubrimos una típica fiesta de jóvenes norteamericanos, 400 metidos todos en una piscina bar, tomando, fumando, bailando. Cómico porque ellos no se conocen todos, sin embargo, el ambiente es tan clásico que unos pasan por al lado de los otros, se hablan, bailan, comparten un trago o una cachada del cigarro, sea cual sea, que tengan. Era una multitud que se veía alegre, en realidad se veía más que alegre. Estaban entretenidos y nada aburridos.

Si esto, que vimos en solo un pedacito del lago, se repite alrededor de todo el lugar, entonces el lago es un fenómeno. Tengo mis cuentos con relación a esto. Soy cubano y el mar es parte de nuestras vidas. La forma estrecha y alargada de nuestra isla hace que no se pase mucho trabajo, sobre todo de norte a sur para chocar con el agua salada. Es cierto, por razones o desrazones más que conocidas, los cubanos a pesar del mar y de poder nadar, no somos muy duchos en actividades acuáticas. La posesión de un viejo bote era algo muy exclusivo, el uso de yates quedó sólo para extranjeros y cubanos asociados, mas los jefes y al pueblo sólo le quedo algunas playas, algunas costas y las cámaras de los automóviles.

Allí los protagonistas fueron nuestros perros. Si no hubo 100 personas que se pararon a tocarlos, a hacerles gracias y hacernos los cuentos de sus perros, unos vivos, otros muertos ya, no hubo nadie. Resulta impresionante repito el amor que estas personas sienten por los perros. Jóvenes, viejos, algunos sobrios y coherentes, otros casi borrachos, todos pasaban y dedicaban un saludo a los perros, los tocaban, los abrazaban, los besaban, les regalaban pañuelos para los cuellos, etc. 

  • Cuarto destino: Branson City.

Allí si se cayó el dinero. Branson es una ciudad total y completamente diseñada para el turismo, que estuvo casi cerrada por tres meses por tema COVID, y que ahora ha vuelto a abrir, entonces miles y miles de norteamericanos la visitan, creándose por momento una masa compacta de autos y personas, difícil de penetrar.



En Branson todo es para la diversión: museos, acuario, plazas, parques de aparatos eléctricos, más parques y más aparatos, salas de juegos, salones con pantallas 3D lo mismo para visitar una selva que para matar bichos, casas de espejos, todos los restaurantes y cafeterías conocidos, más restaurantes y bares locales con una gran vida diurna y una gigantesca vida nocturna, la mayoría con música en vivo.

Miles de personas, familias enteras, caminando, disfrutando de ese lugar donde no hay un hueco vacío, donde no existe un edificio viejo, feo, despintado. Donde a pesar del gran movimiento, no encuentras un papel en el suelo. Lo busqué y no lo encontré.

Tampoco vi guaguas llenas de turistas extranjeros. Los que allí estábamos éramos pueblo norteamericano, pueblo que gracias al trabajo puede darse un fin de semana de ricos. Ese pueblo norteamericano, orgulloso con razón, es el que llena los lugares y mueve el dinero.

Personas de todas las edades, familias con 3 y 4 niños, cosa común en el midwest. Jóvenes bulliciosos, tatuados y con los cabellos azules, verdes y por supuesto, las joyas, o sea, los perros.

Se necesitan de muchos días o repetir varias veces la visita para poder conocer Branson City. Con sólo mirar las chapas de los autos, New York, California, Nuevo México, Nebraska, Texas, Kansas, etc., es fácil descubrir que las personas se mueven.

Siempre me llama la atención y no puedo aún explicar exactamente cómo lo hacen, lo que me entretuvo una noche conversando con Jonathan, es que siempre frente a estos fines de semanas largos o vacaciones, las autoridades de transporte emiten pronósticos de las personas que viajarán por carretera. Para esta ocasión, para estos tres días del experimento, se pronosticó que 34 millones de personas viajarían más de 50 millas sólo por carretera, sin contar otros tipos de transportes. ¿Qué otro país soporta eso?

Por la cantidad de personas que visitan Branson, en todos los lugares hay que hacer filas y esperar para entrar. Branson necesita, como mínimo, una semana entera. La belleza de la arquitectura y los diseños hacen que uno lo quiera ver todo. Las oportunidades son infinitas, incluida también la renta de un helicóptero para ver la ciudad desde el aire.

Branson tiene una enorme e impresionante oferta culinaria. Restaurantes y más restaurantes, unos al lado de otros. Platos desde 8, 9 dólares, ricas hamburguesas con muchas papas fritas, hasta 35 dólares por langostas y camarones y por supuesto, Krispy Kreme donde están las mejores rosquitas y los Starbucks para el mejor café expreso.

Conclusiones parciales:

1.- El gran mérito de este país, no es su ejército, su política interior o exterior, los viajes al Cosmo, ni la cantidad de pollo que se vende diariamente. El éxito es haber logrado que un país tan grande como este, con más de 300 millones de personas reconocidas, funcione de norte a sur y de este a oeste, de la forma en que funciona.

He recorrido algunas millas por carretera y cada metro de calle, independientemente de si es autopista o una calle secundaria, está pintado, señalizado hasta el mínimo detalle, con una definición de señales todas iguales donde quiera que estés. Las estaciones de servicios y combustibles existen siempre cada X millas, lugares con baños, agua caliente y fría, papel sanitario y papel para las manos, que son obviamente por sus funciones diferentes, jabones líquidos y sólidos, comidas, bebidas, cigarros, espejuelos, más venta de todo tipo de souvenirs y artículos para viajes, desde fosforeras y baterías hasta luces para auxilios, líquidos para frenos y motores y herramientas.

Ya sea en Nebraska o en Alaska, Washington o San Francisco, los teléfonos funcionan, los bancos funcionan, las tarjetas plásticas, débito y crédito, de cualquier color, funcionan. Las carreteras están protegidas por hoteles, restaurantes, servicios de grúa y por la policía. Manejas millas y más millas y las soluciones siempre están a la mano y son las mismas. Ya hables inglés, español, chino o sanscrito. No se sufre.

2.- Estados Unidos no depende del “bendito” turismo internacional. Los norteamericanos y yo somos los protagonistas de ese sector. Lo que vi a mi alrededor en estos tres días, nada tiene que ver con guaguas llenas de españoles o canadienses. No dudo que existiera alguno, pero lo que vi fueron ciudadanos alegres de todas las edades disfrutando. No vi a nadie sacar un pan con tortilla de una jaba o sacando un pomito ámbar de los senos de alguna mujer para darse un buche de café.

Vi familias enteras gastando, comprando de todo, incluyendo souvenirs, entrando a los museos y parques para ver figuras de cera, peces de agua salada, anemonas y caballitos de mar. Si, todo de agua salada en el medio de este país donde cualquier costa está a más de 20 horas de camino.

3.- Este último viaje fue compartido con los perros, a los que les pedimos que no pagaran nada, entonces los gastos fueron divididos más menos a la mitad entre dos parejas, mi hijo y su esposa y mi mujer y yo. Cuando he chequeado mi tarjetica roja, mi vida de rico en estos tres días, me salió en 560 dólares. Tres días y dos noches en un hotel con desayunos incluidos. Gasolina. Durante todo el viaje me tomé los alcoholes que quise y disfruté de los cafés que deseé. Nadie me organizó cuándo o qué podía tomar. Durante todo el viaje comí sin mirar los precios, sólo me dejé llevar por las descripciones del bistec o las foticos que ponen en las cartas de los restaurantes.

Sentí sed, había mucho calor. Sentí cansancio, a pesar de mis zapatos cómodos, caminé mucho. Sentí sueño, cuando llegaba al hotel en las noches necesitaba dormir. Todo, no me importó lo que fuera, vino acompañado de papas fritas, muchas papas fritas. No comí brócoli, ni hongos. Los dejé para Martica.

Conclusiones generales:

Para aquellos que dentro de Cuba siguen apelando a la IDEA DE MIERDA de que los ricos se aburren y por eso el sistema capitalista va a desaparecer e incluso peor, para los que viviendo bien fuera de Cuba, siguen apostando a que la pobreza eterna es la única capaz de divertir y entretener a los seres humanos, búsquense OTRA IDEA DE MIERDA, porque esa de que los ricos se aburren y por aburridos se suicidan, es totalmente mentira.

Fui rico por tres días y experimenté muchos sentimientos. Recordé cuando fui papá de dos niños pequeños. Recordé lo mucho que nos costó lograr un entretenimiento agradable y pagable con nuestros salarios. Pensé en muchas personas con las que me hubiera gustado compartir esos momentos. Deseé poder disfrutar con mi nieta todo lo que vi y conocí. Me quedé con ganas de ver más, de volver, pero lo único que NO EXPERIMENTÉ en mis tres días de rico, fue aburrimiento, menos los deseos de endrogarme para enajenarme, mucho menos los deseos de morir.

Los ricos que se aburren, es porque son aburridos. Los que se suicidan es porque les falta un tornillo o los que tiene están flojos. El aburrimiento no es un sentimiento que se experimenta por pertenecer a una determinada clase social, menos por la cantidad de dinero y riquezas que se posea. 

Resulta nada cómico, sino casi ofensivo, pretender hacer creer que sólo los pobres y, sobre todo, los muy pobres, disfrutan alegremente de su pobreza y desean mantenerla eternamente como símbolo de felicidad.

Curiosidad.

Mientras me encontraba en el experimento, otro grupo de humanos cercano a mí, sin previa coordinación, se encontraban haciendo su propia investigación. No conozco los resultados exactos, pero les dejo unas foticos seleccionadas al azar y una pregunta:

¿Parecen ellos aburridos?





 

 

 

¿De verdad, los ricos se aburren? (Primera Parte)

Los ricos se aburren, fue una de aquellas ideas que más nos dijeron y que, inocentemente, muchos repetimos cuando niños, para tratar de criticar al sistema capitalista en la misma medida que se trataba de salvar e imponer la llamada sociedad nueva, la socialista, como paso definitivo y unidireccional para la sociedad superior y perfecta de la vida humana, el comunismo.

Cuánta mentira y cuánta ingenuidad. Resulta ser que, por este concepto, el aburrimiento es monopolio de los ricos, de los millonarios, mientras que los pobres y la pobreza, son causas del entretenimiento, la risa y la diversión. Los ricos, todos, se enferman, de ahí que se vuelven locos, se dan al alcohol y las drogas y se suicidan, mientras que la pobreza, sobre todo, la mantenida por años y décadas crea salud. Los pobres pueden sentirse contentos y orgullosos, porque están sanos y además se divierten, mientras sus opresores y explotadores, se deprimen por no tener objetivos definidos y mueren a edades tempranas por enfermedades de la cabeza. Cuánta mala fe.

Creo que el capitalismo, cuando se vive y se piensa dentro de él, tiene muchas cosas por hacer aún, muchas cosas por mejorar y por qué no, muchas cosas que podrían ser catalogadas de complicadas; para los más extremistas críticos, complicadísimas, pero lo del aburrimiento en las clases sociales poseedoras de riquezas, es una tontería.

En realidad, la alegría y la tristeza, el aburrimiento y el entretenimiento, el enfoque o desenfoque, el alcohol, las drogas, la vida y la muerte no tienen clases sociales, no pertenecen a un determinado tipo de personas, a no ser las que presentan alguna enfermedad crónica, quizás hereditaria. Todos tenemos días aburridos, largos, desenfocados y todos tenemos momentos y períodos, alegres y entretenidos.

Me gustaría ser millonario, solo para poder contarles mi experiencia con elementos. No lo soy, aún, aunque vivo en el lugar exacto donde, al menos teóricamente, esa categoría se puede alcanzar, vía honestidad, trabajo y sacrificio, sin embargo, puedo y he podido hacer algunos experimentos, a nivel de estudio personal, para ver si esto de que los ricos se aburren y terminan suicidándose, puede ser una ley, que además sirva para concluir que el sistema que crea y permite a esos ricos, debe desaparecer para dar lugar a otro, donde todos los seres humanos sean pobres, probablemente eternamente pobres, pero divertidos.

Entonces como el fin de semana fue largo, o sea, sábado, domingo y lunes libres, pensé que era buen momento para experimentar. La prueba podía dar falsos resultados, porque ya dije que no soy rico, sin embargo, no sin riesgos, mi tarjetica verde de débito y mis tarjeticas rojitas, azulitas y verdecitas de crédito, para tres días, me podrían dar la posibilidad del experimento bastante cercano a la realidad.

Quisiera decir, además, que, al experimento humano, Jonathan, Naty, Martica y yo, como en este país las mascotas son tan importantes y en todas las ciudades existen cafeterías, restaurantes, parques y hoteles donde admiten a los animales, a nuestro viaje, tal como los ricos, sumamos a los dos perros, Luna y Aslan, que viven todos los días con nosotros. Entonces no éramos cuatro, sino seis a ser felices y divertirnos o a regresar aburridos de lo que vivimos.

  • Primer destino: Kansas City, Missouri.

Kansas City, Missouri, que no tiene que ver con Kansas, es una ciudad donde desde que se llega se respira el dinero. Su down town, o sea, el Centro, cuatro veces más grande y cuatrocientas veces más lindo que el que tenemos aquí en Lincoln, Nebraska, es una muestra caprichosa de arquitecturas diferentes, esculturas, diseños urbanísticos, etc.

Centro construido para el turismo, muestra la vieja y tradicional arquitectura norteamericana con una muy bien escogida y puesta arquitectura modernísima, que viene no a aplastar a la primera, sino, por el contrario, a complementarla.

Podrían llamar a esta ciudad, la “ciudad del agua”, porque en cada esquina, en muchos portales de edificios y en muchos patios, existen fuentes y esculturas, que, como la ciudad mantiene una vida muy activa durante día y noche, deben estar funcionando las 24 horas del día, pero además “curiosamente” todas, unas pequeñas, unas grandes y otras enormes, tenían agua. Cosa que para mí, cubano, que vi a las fuentes de mi país secarse, no deja de ser un enorme éxito.


Luego, muy llamativo, junto a la arquitectura clásica norteamericana, antigua y moderna, la presencia, no menos grande, de una arquitectura colonial española y de la arquitectura y diseños mudéjar que junto a ella viajó a América.

Tejas coloniales, balcones, arcos de medio punto, columnas, madera expuesta, filigranas para puertas y ventanas, patios interiores, como capricho en la zona central de los Estados Unidos, donde si es cierto que España tuvo representación legal y administrativa teórica, pero no influencia como para que quedaran sus rasgos. Arquitectura y diseños que se deben a una familia norteamericana con dinero, mucho dinero, que por gusto a España recreó en la construcción de Kansas City, Missouri la cultura española de la época colonial.

Caminando por una de las calles, de pronto detrás de mí, un auto trataba de parquearse, el sonido del motor, único e inconfundible, hizo que me detuviera y girara sobre mis pies y ahí estaba, discreto entre otros muchos carros, un Ferrari.

Si claro, puedo imaginar que muchos dirán: _ bueno, era solo un Ferrari. Es cierto, era solo eso y con eso sobra todo lo demás. Las personas que venían dentro, una pareja de un poquito más de 60 años, se comenzaron a bajar y me llamó la atención que, no sé por qué exactamente, pero sonreían, no parecían ni tristes, ni aburridos.

Ella, la señora me quedaba más cerca y al verme paralizado por muchos intentos que hice para mover mis pies, me saludo muy agradablemente: hola, ¿cómo estás? y me miró como diciéndome: _ ¿qué te pasa? Entonces yo le respondí, tan contento como ella: _ Es que soy cubano y estos carros sólo los vemos en las películas de la TV. Ella sonrió y diciéndome: _ Si yo lo sé, agregó, puedes tocarlo y tirarte fotos con él. Esto me pareció genial, porque además de contentos y felices, fueron agradables y sociables. Vestían igual que yo, un jean, unos tenis y un pullover, cosa que ya me habían advertido sobre la sencillez de los millonarios de esta zona del país que no es parecida a New York, California o Miami. Lo de tocarlo me pareció mucho, tampoco era un lingote de oro que dejaban en la acera y yo no provengo de un quimbo africano, pero como el experimento trataba de la felicidad y el aburrimiento en los ricos, no perdí la posibilidad de retratarme junto a él.

Los dueños probablemente se habían bajado a tomarse un café en el mismo Starbucks donde nosotros habíamos estado minutos antes por nuestros expresos. Ellos con sus tarjeticas negra y doradas ilimitadas, nosotros con las nuestras, verdecitas, rojitas, azulitas. Al entrar a un Starbucks, sea cual sea, esté donde esté, no se puede sentir otra sensación que no sea una enorme felicidad.

¿Qué vimos de Kansas City, Missouri? Creo que, con mucha corredera, logramos ver sólo un 10%. Hubiéramos necesitados una semana entera, aprovechando como mínimo 12 horas diarias para poder recorrer museos, teatros, iglesias, parques y plazas, restaurantes y bares. Para poder en vez de tirar una foto y continuar, pararnos frente a una fachada o caminar por dentro de una iglesia o sencillamente sentarnos en un parque a disfrutar del diseño de las esculturas y del siempre agradable sonido del agua cuando corre.

  • Segundo destino: Springfield.

Springfield es una ciudad típica norteamericana que tiene la ventaja de estar en medio de varias ciudades turísticas, lo que le genera muchas personas de paso.

Allí nos hospedamos. Claro a diferencia de los ricos, que necesitan el nombre del hotel para encontrarse con otros amigos ricos y donde pagan 200 dólares por cualquier plato de poca comida, o sea, un pedacito de pescado azul sobre una hoja de lechuga y una salsa que dicen se utilizaba por los griegos antes de Cristo, nos hospedamos en un agradable hotel que admitían a nuestros perros. Dos camas cameras, baño, agua fría y caliente, TV, refrigerador, secador de pelo, una tabla de planchar y una plancha y aire acondicionado.

El hospedaje incluía una piscina y un yacusi, un desayuno americano sencillo, de esos donde puedes comer todo el puré de papa, salchichas, bacon, jugos y café que quieras y un elevador. Al final para nosotros era un lugar para dormir, no para tener sesiones de juego de póker o reuniones de negocios. No estábamos trabajando, estábamos de paso.

La ciudad plana, con todos los restaurantes, super mercados, farmacias, cafeterías y Starbucks conocidos. Se sintió bien, como nuestros bancos funcionaban y nuestras tarjetas pasaban, nos sentimos como en casa.

Restaurante donde aceptan perros, increíbles. Los perros son atendidos primero que las personas. Llegas y entonces, los trabajadores que evidentemente aman a los perros como casi todos los norteamericanos, sacan cacharros con agua para los perros y galleticas especiales, ricas, porque inspirado en Mel Gibson, siempre las pruebo y nunca me han hecho mal efecto. Luego que los perros están instalados y atendidos, comienza la atención a los seres humanos. Esto está al revés, claro, pero para los amantes de los perros y los propietarios, tiene un gran valor y entonces vuelven y vuelven.

Llega a ser agradable, en cada mesa puede haber uno o dos perros, que además de tratar de conocerse, les permite a los humanos interactuar. Las conversaciones que comienzan con temas perros suelen ser más agradables e incuestionablemente une incluso hasta las personas más solitarias y amargadas.