miércoles, 11 de agosto de 2021

No se puede estar equivocado, cuando tantas personas piensan igual.

A menos de 24 horas de haber publicado mi último artículo donde hablo sobre la decencia para tratar el tema cubano, he leído un documento público, que a continuación reproduzco íntegramente.

Obra del pintor Manuel Azcuy. (Miami)
Vivo hoy más que nunca convencido de que no estoy muy equivocado. No cabe la posibilidad de equivocación cuando tantas personas piensan de la misma forma.

Entiendo que mis escritos no gusten algunos porque increíblemente tienen miedo de leer e imaginan las posibles consecuencias de su acción como lectores y de las mías como escritor. Entiendo que mi forma de escribir, a veces cruda, a veces hiriente, no sea del agrado de aquellos que prefieren echarle a todo un poco de sirope de chocolate. Entiendo incluso que mis escritos no sean entendidos incluso por los que me quieren, porque parten de mí experiencia, de mis ideas y quizás, como un mortal común, de mis odios. 

Sin embargo, al enfrentar el tema de Cuba y exigir decencia, sólo estoy retomando aquella palabra, más que una palabra, un modo y explicación de vida, que nuestros abuelos aprendieron de sus abuelos. Al menos en Cuba, se podía ser pobre, es más se era realmente pobre, pero había que ser decente.

Sobre la decencia no voy a comentar más, sobre el documento que he anunciado voy a reproducir a continuación, no voy a hacer ni el más mínimo comentario, creo que él por sí solo, se convierte en uno de los documentos más claros, más objetivo, más honesto de todos los que he leído sobre el momento actual de Cuba.

Recomiendo a mi familia y amigos que lo lean hasta el final. También recomiendo a mis enemigos ideológicos, a aquellos que salieron de Cuba y declaran que nunca tuvieron problemas económicos y políticos, a aquellos que recién inauguran una estrategia pacifista y de dialogo, también a aquellos que defienden a los afroamericanos sin saber que la gran mayoría de ellos, vive mejor que sus propios defensores, a aquellos que defienden a los nativos americanos, sin saber qué lamentablemente gracias a que sus abuelos murieron, hoy disfrutan de privilegios indescriptibles, mantienen sus negocios, tienen su propia policía y sus propias leyes, no pagan impuesto y reciben un sin número de gratuidades y beneficios de por vida, a aquellos que promueven una ley en defensa de los animales y mascotas en Cuba, cuando no existe una ley que proteja realmente a los seres humanos, a aquellos que hoy callan y prefieren hablar sobre geografía, también les recomiendo que lo lean hasta el final y si  logran entender que los autores no son políticos ni de aquí, ni de allá, no son mercenarios ni de aquí, ni de allá, sino que se autonombran profesionales del sector de la salud pública cubana, hoy tan maltratado, desgastado y destruido en Cuba, entonces encontrarán la mejor definición de la palabra Decencia.

Nota: Puede ser que sean médicos los que escribieron esto. Si lo son, son muy valientes y guapos. Todos los cubanos sabemos, lo que, incluso en momentos como estos, de necesidad enorme de profesionales, les puede pasar, a nadie puede asombrar que los identifiquen y les prohíban ejercer sus carreras. Puede ser que no sean médicos, da igual, las ideas expuestas son irrefutables para cualquier cubano de pueblo, no comprado o comprometido con el gobierno.

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Cuba, 6 de agosto de 2021

Sr. Miguel Diaz Canel Bermúdez. Primer secretario del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la Republica

Sr. Manuel Marrero Cruz. Primer Ministro de Cuba

Sr. Esteban Lazo Hernández. Presidente de la Asamblea Nacional y del Consejo de Estado

Sr. José Ángel Portal Miranda. Ministro de Salud Publica

Sr. Francisco Durán García. Director Nacional de Epidemiología

Recientemente la Organización Panamericana de la Salud (OPS) reconoció que la situación de la pandemia de covid-19 en Cuba "era preocupante y complicada" y exponía claramente que, en las últimas semanas, nuestro país se ubicó primero en Latinoamérica y cuarto en el mundo por cantidad de contagios de covid-19 por cada 100.000 habitantes. Por número de muertos cada 100.000 habitantes, se situó tercero en Latinoamérica (después de Paraguay y Argentina) y noveno en el mundo.

A pesar de que estas escalofriantes estadísticas, tomadas de los informes oficiales emitidos por el Estado en el cual todos ustedes ocupan cargos de primerísima importancia, dudamos que representen la verdadera situación que vive hoy nuestro pueblo. La dura realidad que se vive en cada provincia contrasta mucho con estos datos fríos que se presentan día tras día. Los hospitales están colapsados, los enfermos tienen que esperar largas horas para ser atendidos, no alcanzan las pruebas diagnósticas para identificar los casos positivos, muchos enfermos y sospechosos son enviados a sus casas para un ingreso domiciliario ausente en muchos casos de la evaluación diaria necesaria por parte del personal de salud de la atención primaria (APS), no hay medicamentos esenciales en las farmacias. Si se necesita trasladar a un enfermo hacia un hospital se tienen que esperar horas e incluso días porque no hay ambulancias disponibles para ello. Algunos compatriotas han fallecido en sus casas y la familia ha tenido que soportar en silencio el inmenso dolor del cadáver frente a ellos por no existir manera alguna de que sea recogido y trasladado hacia las morgues abarrotadas. Los cementerios no dan abasto para ofrecer una digna sepultura a los que han perecido en esta situación y en muchos lugares se abren fosas comunes para colocar los cuerpos sin vida, huérfanos de poder recibir el último adiós por sus seres queridos.

Los que escribimos esta misiva sabemos muy bien lo que estamos diciendo, pues somos profesionales de la salud que nos encontramos en la primera línea de batalla frente a esta epidemia. Hemos visto con nuestros propios ojos todo lo que les estamos relatando. Tenemos que lidiar cada hora, cada minuto, cada día con la desesperación de nuestro pueblo, con la angustia de los enfermos, con la impotencia de ver morir a nuestro pueblo ante nosotros. Llevamos meses y meses batallando casi exclusivamente con nuestra dignidad y sentido del deber profesional, por ello; en estos momentos, nos importa bien poco si les gusta o no lo que les vamos a decir en estas líneas, pues ninguno de nosotros tiene que cuidar cargos públicos o puestos encumbrados, ninguno de nosotros cambiará la ciencia por la política asquerosa que está llevando a Cuba a un desastre bajo la responsabilidad de todos ustedes. Por ello muchas cosas tienen que ser dichas de frente y no vamos a ser nosotros los que nos quedemos en silencio ante este desastre.

Estamos frente a una crisis epidemiológica mundial. El SARCOV 2 se ha convertido en una pandemia global. Es una guerra de la ciencia frente a la naturaleza, y esta guerra deben liderearla los científicos, no los políticos. Es el ministro de Salud Pública con sus direcciones nacionales, en este caso la de Epidemiología que dirige Durán, el que debe asesorar al PCC y al Gobierno en cómo se debe enfrentar científicamente esta situación epidémica, pues es el MINSAP el que posee los conocimientos técnicos y los expertos para ello. 

La estrategia de la salud pública cubana es política. Ello está bien claro desde la propia Ley No 41 de la Salud Pública que define la universalidad, gratuidad, su carácter social, etc., etc., etc. Pero la táctica para alcanzar el derecho constitucional que tienen todos los ciudadanos de nuestro país a que se les atienda y proteja su salud, y la obligación que tiene el Estado de garantizar ese derecho, tiene que ser eminentemente científico. Solo así, el Gobierno sabrá qué hacer en cada momento y los científicos le dirán como abordar la crisis. No es al revés como se hace hoy.  Por ello el desastre que hoy estamos enfrentando, por ello el manejo de la epidemia se nos ha ido de las manos y es el pueblo el que lo está pagando con su vida.

¿No han visto ustedes los videos que circulan por las redes mostrando las caóticas condiciones que hay en nuestros hospitales y centros de salud?, ¿No han visto la gente morir frente a las minúsculas lentes de los móviles de sus familiares desesperados?, ¿No han visto madres, hermanas, hijos llorando impotentes con un familiar agonizando en un centro de salud que parece más una zona de guerra que un lugar destinado a salvar vidas? 

El pueblo les está mostrando la verdadera cara de la situación existente hoy en Cuba. Esa es la realidad que estamos sufriendo y no la que presenta la prensa oficial, cuyos reportes se asemejan más a una sátira maquiavélica de lo "real maravilloso" o quizás en este caso, mejor dicho, la trasmutación del infierno de Dante en una isla del caribe que un día soñó con el paraíso.  Eso que se ve en las redes no es siempre mentira, ni son siempre "fakes new" financiados por una inteligencia extranjera para desacreditar a nadie como se nos intenta meter en la conciencia. Es el grito de un pueblo desesperado que no tiene a quién quejarse porque sus principales dirigentes se hacen los ciegos y los sordos ante la verdad cotidiana. Dediquen un tiempo mayor a mirar lo que les está mostrando la gente en sus redes, y menos tiempo a publicar tuits en Twitter que nada tienen que ver con la realidad cotidiana y que solo evidencian lo lejos que ustedes viven de su pueblo.  

Sr Díaz Canel, bájese de ese podio en que se sienta sistemáticamente cual emperador en el Grupo temporal de trabajo para la prevención y control del nuevo coronavirus, y siéntese humildemente a oír lo que tienen que decir los que saben cómo se enfrenta una epidemia. Su papel como Primer secretario del PCC es garantizar y fiscalizar que lo que allí digan Portal y Durán, sea cumplido por los que administran este país. Y como jefe de Estado, cuyo poder supuestamente dimana del pueblo, usted debe garantizar que su pueblo sufra lo menos posible en esta precaria situación. Mande a bajar de ese mismo estrado a todos sus primeros secretarios en las provincias y garantice que los directores provinciales de salud jueguen el papel que les corresponde. 

Sr Marrero, a usted le toca implementar desde lo ejecutivo y lo administrativo todas las medidas necesarias para que las orientaciones científicas que emita el MINSAP sean llevadas a cabo. Usted dispone de los recursos de todos los ministerios de la nación y tiene que ponerlos en función de las indicaciones asesoras del MINSAP.  Si no hay ambulancias, exíjale al Ministerio del Interior (MININT) a través de sus gobernadores en cada territorio, que pongan a disposición de Salud la mitad de los miles y miles de carros patrulleros que posee. Cada uno de ellos, con un enfermero al lado, resolverían el traslado de los enfermos a los lugares en que deben ser atendidos en tiempo y forma. Es una falta de respeto que solo se les haya ocurrido utilizar para ello bicitaxis, carretones de caballos o viejos "almendrones" particulares. No les avergüenza que el pueblo haya visto asombrado cuánto dinero se ha gastado en comprar modernos carros patrulleros, camiones para transportar tropas especiales y poder reprimir al pueblo y Salud pública no tenga el parque de ambulancias necesario para salvar las vidas de ese mismo pueblo. Ningún otro cubano tendría que esperar largas jornadas para ser rescatado si se complica en su hogar, ningún otro cubano morirá en su casa y su cadáver tendrá que esperar horas para ser llevado a su descanso final. Sería, además, una honorable forma para que la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) comenzara a lavar la sangre que mancha hoy sus ropas luego de las brutales golpizas, detenciones arbitrarias y encarcelamientos masivos que desde el 11 de julio llena de agravio a una fuerza cuya principal función es proteger a su pueblo, no masacrarlo. 

Imponga al Ministerio de Justicia y a la Contraloría General de la República la necesidad de ser estrictos veladores de los recursos que dispone el país. Ellos debieran garantizar que los dirigentes corruptos que pululan por doquier en medio de toda esta caótica situación no puedan desviar los escasos recursos con que contamos para llenar de comida sus refrigeradores, o construirse casas con materiales no disponibles para el resto de los cubanos. Evitar y sancionar a los hijos de los principales dirigentes de la revolución que se dan una vida de "millonarios proletarios" mientras el pueblo se revuelca desesperado entre tantas necesidades insatisfechas. Acabar definitivamente con el nepotismo enraizado en las altas esferas. Que auditen a todas las instituciones estatales, incluyendo al emporio militar GAESA para que ponga a disposición del país los millones de divisas con las que cuenta en sus arcas para comprar comida y artículos de primera necesidad para los cubanos.  ¡Los militares están para salvaguardar el país contra fuerzas extranjeras que intenten invadirlo, no para hacerse los empresarios capitalistas y manejar el dinero de la nación!  Que se sancione con toda la severidad necesaria a todos los que entorpecen el desarrollo económico de la nación. Ello sería mucho más efectivo que desgastarlos en multitudinarios y vergonzosos procesos sumarísimos sin garantías de defensa a miles de jóvenes que, en su mayoría, solo salieron a expresar y a exigir sus derechos constitucionales. Haga que sea ininterrumpido el abasto de agua al pueblo, tan necesario para las medidas higiénicas en medio de esta epidemia, exija que no haya apagones, garantice que todas las estructuras del país hagan lo que tienen que hacer de una vez y por todas para resolver las necesidades del pueblo al que se deben.

Sr Lazo, convoque a la Asamblea Nacional para analizar, lejos de formalismos previamente castrados por la falsa unanimidad y el estrangulamiento de opiniones que puedan ser divergentes, a un verdadero referéndum para analizar, evaluar y corregir los múltiples errores cometidos por el ejecutivo en el manejo de esta crisis y que aún hoy se siguen cometiendo. ¿Quién responderá ante el pueblo por mantener la afluencia de turistas desde países con altos índices de contagio hacia nuestros principales polos turísticos?, ¿Cuándo va a rendir cuentas el presidente por llamar al pueblo a prácticamente una guerra civil, a enfrentar con golpes y palos los reclamos del mismo pueblo?, ¿Usted no va a exigir responsabilidad a los que, a pesar de todas las advertencias, engendraron e impusieron en el peor momento el desastroso "reordenamiento" que tanto ha hecho sufrir a nuestro pueblo y sumido a nuestra economía en una profunda y prácticamente insalvable crisis? Creemos que la Asamblea Nacional, si verdaderamente representa el poder del pueblo y expresa su voluntad soberana, tiene largas e ininterrumpidas sesiones por delante. Y nosotros solo le hemos sugerido algunos pocos temas para el debate.

Sr Portal Miranda, usted ha permitido que una de las "joyas" de las llamadas conquistas de la revolución hoy sea un fantasma ahogado en sus propias mentiras. El sistema de salud está colapsado, desorganizado y exhausto. Cientos de profesionales de la salud han muerto por la COVID. Se trabaja sin los adecuados medios de protección personal, los centros de aislamiento dan vergüenza, la APS no puede cubrir las demandas de enfermos en las casas. Se trabaja con pasión, pero ello no basta. Acabe de reorganizar nuestro sistema para poder enfrentar esta pandemia. 

Unas preguntas imprescindibles se imponen: ¿Cuántas autopsias se realizan a los casos fallecidos por COVID en nuestro país? A usted como ministro del ramo no le ha llamado la atención buscar una explicación científica al por qué la epidemia en nuestro territorio está afectando a tantas personas jóvenes e, incluso, a que se debe el elevado número de casos en edades pediátricas que están resultado enfermos en Cuba, cosa que no ha sucedido en ningún lugar del mundo hasta ahora. Pero para eso hay que estudiar los cadáveres para ver que está pasando realmente.  ¿Están nuestros protocolos de atención médica al mismo nivel de respuesta que los últimos avances mundiales en el tratamiento de la COVID? Es humillante ver la sugerencia de apifármacos y medicina verde para tratar una enfermedad potencialmente mortal. ¿Vivimos aún en Cuba en la época de las cavernas? 

Sabemos que se han comenzado a traer a muchos profesionales desde las misiones médicas cubanas en el exterior hacia nuestro país para apoyar a provincias críticas como Ciego de Ávila, Matanzas, Cienfuegos. Ello pudiera ayudar, sobre todo para oxigenar a los que en suelo propio llevamos meses y meses trabajando sin descanso a riesgo de nuestras propias vidas, la de nuestras propias familias e hijos, pero sin recursos poco se podrá hacer. Y usted lo sabe muy bien. Consideramos que los miles y miles de dólares que recibe el país por concepto de la Colaboración médica deben ser puestos a disposición de la compra de los insumos, medicamentos y cuanto sea necesario para enfrentar con dignidad esta epidemia y poder dar un mejor servicio de salud a nuestro pueblo. Nada hoy puede ser más importante que la vida de nuestros hermanos.

Dr Durán; ha sido muy doloroso para nosotros verlo fomentar, desde su tribuna diaria frente a las cámaras de la televisión nacional, la caravana de la UJC en el día de ayer. ¿Cómo es posible que la máxima autoridad epidemiológica del país, que lleva meses y meses llamando a la disciplina popular, al distanciamiento social, la persona que mejor sabe que este virus encuentra el mejor caldo de cultivo para su propagación en estas concentraciones, sea tan hipócrita y, pensando más en cuidar su puesto que en cumplir con su deber profesional, bendiga la estúpida decisión de seguir convocando a concentraciones que solo provocaran mayor propagación de esta enfermedad y mayor número de muertos?. Su obligación profesional y moral, basada en su experiencia médica, en sus años de servicio, en su alto cargo debió ser, desde el principio, de exigencia frontal para que se cerraran nuestras fronteras cuando el país aún no estaba seriamente afectado por la enfermedad. En negarse a que siguieran entrando al país cientos y cientos de constructores indios provenientes del lugar donde ya se había detectado y circulaba la variante Delta del virus, con una elevada contagiosidad y mortalidad. De decir que no a las ilógicas restricciones horarias nocturnas cuando en el resto del día el pueblo entero se mantenía en colas interminables para paliar el hambre que lo atenaza. ¡Qué decir de sus partes diarios! Se ha encariñado tanto con los medios y los periodistas que ya hasta aprendió a mentir mejor que ellos. Usted sabe muy bien que esas cifras son puras falacias y obedecen a indicaciones estrictamente políticas. No puede haber certeza en esa información cuando no hay test diagnósticos disponibles para todos, cuando los laboratorios en varias provincias colapsan por la gran cantidad de muestras que tienen que procesar los equipos. Cuando se sesga el número de fallecidos evitando que, por ejemplo, si algún caso que fue positivo a la COVID se negativiza, pero aun así muere por sus secuelas, no se reporta como caso de la enfermedad; cuando a pesar de tener los síntomas, el paciente fallece sin que se le realice el PCR, no sale en las estadísticas como defunción por COVID y así, un sinnúmero de mentiras solo calculadas para que el mundo no se percate de que estamos hasta el cuello de tanta mierda.

Muchas cosas nos pueden faltar por decir en esta misiva, pero la catarsis de exponérselas a ustedes, principales responsables de la situación que atraviesa este país nuestro, de no ser parte de este engendro macabro en que hoy se ha convertido lo que un día fue un faro para los desposeídos, nos alivia el corazón y el alma. No seremos cómplices de tanta mentira, de tantos errores, de tanta basura. Nuestro pueblo tiene que saber la verdad. Y a ustedes, la historia no los va a absolver.

Firmado

 Profesionales de la salud cubana agotados, engañados; pero dispuestos a seguir luchando por la vida de nuestros hermanos.



martes, 10 de agosto de 2021

Sólo se trata de Decencia.

 


Leyendo y leyendo me he encontrado con una idea que viene como anillo al dedo para Cuba hoy. Helena Villagra, tercera esposa, musa y viuda del famoso escritor y periodista uruguayo, Eduardo Galeano, fallecido en el 2015, cuando fue a recoger el título Honoris Causa Post Morten que la Universidad de Guadalajara otorgó a su difunto esposo, dijo, haciendo referencia a los sucesos ocurridos en septiembre de 2015, con los estudiantes procedentes del pueblo de Ayotzinapa, México, que habían salido a formar profesores rurales y que resultaron muertos, heridos y desaparecidos, tras un encuentro entre policías y aparentes integrantes de una banda de narcotraficantes:

“A la lucha de esos “nadies” doctorados en Ayotzinapa, los queridos 43, que le han enseñado al mundo que los músculos de la conciencia son antídotos contra el espanto. (…) En estos tiempos donde no abunda la solidaridad, hay muchos corazones decentes que laten juntos”

Puede parecer tonto decir que no tengo nada en contra de Cuba, sin embargo, no es tan tonto cuando se lee y escucha tanto sobre patriotismo y agradecimientos.

Cuba es una bella isla, no tanto la más bella de todas las islas, que está bien posicionada en el mar Caribe, playas, cayos, vegetación, tierra muy fértil, aunque no lo parezca, pocos accidentes geográficos como volcanes, terremotos, etc., pocos animales desagradables o venenosos y yo, Santiago de Cuba, la segunda gran ciudad desde siempre, fue mi cuna.

No tengo nada contra Cuba. En medio de muchos problemas que siempre tuvimos, crecí fuerte, estudié, trabajé, sembré muchos árboles, escribí mi primer libro y edifiqué, día a día, lo que hoy puedo llamar una linda familia.

Tengo el Cuba una gran e importante parte de mi familia y como José Valladares, un millón de amigos, más las familias de mis amigos, muchas de ellas, como si fueran las mías propias y aunque no creo mucho en el tema, por tener, tengo allí muchos muertos, a lo que quise mientras estuvieron vivos.

Mi problema franco, abierto y público fue y es con el gobierno, con el cual estoy en contra desde que tuve los primeros brotes de acné juvenil. Sí, he estado siempre en contra incluso en aquellos momentos donde muchos todavía dicen que estuvimos bien gracias a la interesadísima “ayuda” del campo socialista y sus dueños “los hermanos soviéticos”.

Fidel me engañó mientras fui niño. Pinté contenes, participé en trabajos voluntarios junto a mis padres, recogí materia prima casa por casa, hice “guardias pioneriles”, luego, recién estrenada mi adolescencia, más nunca me engañó. Cuando lo volví a escuchar, sólo tuve un objetivo, discutir con él frente a la TV, desmentirlo, burlarme y hacer exactamente lo contrario a lo que él quería.

No tengo nada en contra de Cuba, ella no es culpable. La tengo contra el gobierno en todas y cada una de sus manifestaciones, verticales y horizontales y estoy convencido de que como no se van a ir voluntariamente, hay que sacarlos a todos. Ojalá rápido encontremos los cubanos y las fuerzas internacionales de bien, que necesitamos como apoyo, cómo hacerlo, mientras más rápido y urgente mejor.

Díaz Canel aseguró, guapeó, frente a las cámaras de televisión, que habría que pasar por encima de su cadáver. Ojalá no haya que llegar a eso, pero si no queda otro remedio, sería bueno obedecerlo, él, solamente él, escogió el camino. ¿Qué vendrá después? No lo sé exactamente, pero sí sé que no va a ser peor que lo que hemos tenido. ¿Nos convertiremos de la noche a la mañana en la Suiza del Caribe? No, no somos suizos, ni tan siquiera europeos y no existen los milagros. Sólo queremos un país normal, simple, con un rumbo a la prosperidad, por lo menos un rumbo. Normalidad y prosperidad que hace 60 años no tenemos.

Retomando la palabra de la Sra. Villagra. “los músculos de la conciencia son antídotos contra el espanto” y “en tiempo donde no abunda la solidaridad, hay muchos corazones decentes que laten juntos”, hay que enfrentar el tema de Cuba hoy.

Se trata de conciencia y decencia. Es absurdo seguir fajados como perros de peleas entre los cubanos de aquí y los de allá. Muchas veces los de “aquí” en el papel de víctimas y los de “allá” en la repetida función de victimarios. Inexplicable ahora mismo, seguir defendiendo un sistema político y económico, en ese orden, o mejor un sistema político que nunca tuvo una economía real, que desde hace años no funciona. Es increíble que todavía hoy se hable de conquistas y beneficios que para lo único que sirven es para lastrar y clavar a un pueblo en el pasado y evitar que piense y construya un futuro diferente. Las ideas del miedo elaboradas magistralmente por el gobierno, esa de: sin mí no vas a poder, vas a estar peor si cambias, vas a perder lo que tienes y vas a caer en el pasado, allá por 1927, no te arriesgues, no cambies, no sobrevivirás, han sido el medicamento o veneno puesto en vena que durante todas estas décadas ha logrado detenernos y que sin dudas algún efecto ha tenido.

Es ridículo que la única explicación hoy sea que los mambises lucharon por independizar a Cuba de España, que Julio A. Mella hizo una huelga de hambre y que los que desembarcaron en Playa Girón eran mercenarios. Sucesos de nuestro pasado, bien y mal contados, que no definen el presente y mucho menos dejan ver la puerta hacia el futuro. Sucesos del pasado que una gran parte del pueblo cubano, reconozcámoslo, aunque nos sea doloroso, no conoce y en realidad no quiere conocer. Hoy la cara de Mella sin afeitar tirado en una cama de hierro y las batallas de los mambises, son tan lejanas como las historias de los vikingos.

El gobierno corrupto y corruptor sólo puede decir que es “continuidad” y es precisamente lo único que logra, ser continuidad del desastre. Hace falta sólo decencia para reconocer que esto que está pasando con el Covid-19, con el virus, se veía venir, que hubo muchas advertencias, que el deterioro en ese, uno de los pilares teóricos de la revolución cubana, viene caminando desde hace ya décadas. Es fácil concluir que el sistema de salud forma parte del descalabró del sistema total por lo que no puede ser diferente. Es fácil recordar las críticas diarias cada vez que se pisaba o visitaba un hospital. ¿Desde cuándo los salones se filtran?, ¿Desde cuándo no hay agua?, ¿Desde cuándo se coge piojos en los salones de parto?, ¿Desde cuándo las camas, las ventanas, las sábanas, los colchones, no sirven?, ¿Desde cuándo faltan médicos, equipos, medicamentos? Yo que no soy de mucho visitar hospitales, puedo decir que, con mayor o menor visibilidad, desde siempre.

No se le puede echar la culpa al COVID, no pueden decir que todo funcionaba a las mil maravillas antes. No podemos seguir echándole la culpa de todo, todo el tiempo a factores y fuerzas externos.  Con excepción de algunos médicos y técnicos, muy buenos, profesionales y humanos, el sistema de salud en Cuba fuera del televisor y los discursos, ha funcionado a partir de médicos graduados a partir de cursos frente a la televisión, médicos enviados como negocios a cualquier parte del mundo, estudiantes extranjeros atendiendo al pueblo cubano, hospitales desechos, falta de higiene, inoperatividad, indolencia y una enorme carencia de medicamentos, equipos, tecnología de punta, instrumental médico, etc. Médicos malcomidos, mal pagados, sucios con uniformes viejos, muchos de ellos negociando con la salud de su paciente, o, ¿Es que vamos a decir, indecentemente, que no sabemos que muchos médicos cobran en efectivo o aceptan regalos de cualquier tipo: gasolina, un jabón, un aguacate, una recarga del celular?

¿Nadie lo vio?, ¿Nadie lo sabe? Entonces están más jodidos, porque es verdad que no hay que pagar una factura para recibir una atención, pero son pocos los que visitan un hospital sin una recomendación y, sobre todo, un regalo. Esto, que es público y notorio, ha terminado por corromper a ese sistema de salud, porque al final los del gobierno, los altos militares, los empresarios cómicos y los que tienen un socio dentro del “sociolismo”, jamás visitan los hospitales “del y para el pueblo”, entonces los médicos y pacientes han hecho lo que les da la gana. Unos pagan, otros cobran y el resto que se joda.

Ellos, el gobierno, sus amigos y familiares desde siempre, desde Fidel, tuvieron y tienen hospitales, clínicas, casa de descanso, farmacias, etc., como si fueran privados, tal como en cualquier país capitalista criticado. Beneficios para ellos nada más.

Ellos han disfrutado o al menos contado con la posibilidad, siendo el sistema cubano de salud gratis y apologéticamente el mejor del mundo, en montarse en aviones, ellos, sus hijos, sus familiares e ir a recibir tratamientos en el exterior a muchos países capitalistas y hospitales privados, donde se ha encontrado los mejores médicos o incluso, algunos, cuando se les ha apretado el zapato, por encima de los buenos médicos cubanos, según ellos, los mejores del mundo, han enviado a buscar a médicos capitalistas para que los atiendan en Cuba. ¿Dónde paren sus mujeres?, ¿Dónde se atienden sus hijos?, ¿Dónde se operan y atienden una enfermedad X?, ¿Quién paga todo esto?

Como decimos los cubanos cuando la respuesta es obvia, ¿dónde si no? Seamos decentes. En realidad, ¿no sabemos que esto ocurre? Entonces, ¿de qué sistema de salud hablamos?, ¿qué es en realidad lo que se está defendiendo porque ya ni de la idea queda nada? Hoy, repito no por la pandemia, no por el embargo, estoy viendo hospitales donde sólo hay un médico, donde las personas enfermas no quieren estar, donde no hay ni una duralgina para bajar la fiebre, donde las personas mueren y pasan horas para que los vengan a recoger, donde pululan las cucarachas, los gusanos, los ratones. ¿Mejor sistema de salud?, ¿Cómo seguir repitiendo el mismo discurso, si el propio médico que te atiende, para ayudar te manda a buscar los medicamentos fuera de Cuba, en Miami, o se conoce que para ser atendido tienes que llevar tu jeringuilla, tu algodón, tu hilo de coser y probablemente hasta la placa de Rayos X.

Hoy recuerdo las críticas despiadadas contra los Estados Unidos en los primeros momentos del virus. Cada palabra dicha por un político, cada acción tomada por los expertos fue criticada e interpretada de forma insaciable. Estuvimos semanas viendo imágenes publicadas, reales y no, sobre Nueva York. Llegamos a conocer los nombres y apellidos de los muertos, nos hablaron del colapso de las morgues y de los cementerios. Conozco muchas personas qué dedicaron su tiempo a la súper crítica, sobre todo en aquellos momentos iniciales donde gracias a la “secretividad” de los chinos, que no hicieron nada que no hayan hecho anteriormente todos los países comunistas y totalitarios, nadie sabía qué pasaba y menos qué había que hacer para resolver.

Recuerdo cuánto se cuestionó al sistema de salud norteamericano, llegando a decir, los más activos que, no sólo era malo, sino que no existía. Recuerdo a muchas personas que conozco criticar y criticar lo que estaba pasando sólo porque no le gustaba el presidente de turno, pero esas personas olvidaron que Estados Unidos es un monstruo de muchas cabezas y cuando se le logra cortar una, en ese lugar salen dos o tres nuevas. A esas personas se le olvidó que están en presencia de una de las economías más ricas y poderosas, no de una región, no de un continente, sino del planeta Tierra. Entonces al poco tiempo el gobierno regaló dinero a sus ciudadanos para ayudarlos económicamente, el gobierno repartió enormes cantidades de comida gratis a sus ciudadanos, el ejército salió a la calle a apoyar cada una de estas acciones. A esos amigos se les olvidó, no la conocen o todavía dudaron de la gigantesca capacidad que este país tiene para hacer pruebas gratis. No vieron o quisieron ver que antes de la fecha probablemente señalada, rompiendo todos los récords, Estados Unidos anunciaba la tenencia de dos vacunas que pondría organizadamente a todos sus ciudadanos. En resumen, a las pocas semanas, por un llamado del gobierno a los empresarios, muchas fábricas se reconvirtieron y comenzaron a fabricar mascarillas, instrumentos, trajes y respiradores, lo que garantizó que, al poco tiempo, si al poco tiempo, todo lo necesario existiera y sobrara, no sólo para atender a norteamericanos, sino para enviar a otros países del mundo.

Tengo la información de primera mano, mi hija Jennifer, especialista en ultrasonidos de un hospital de San Antonio, Texas, ha estado todo el tiempo, desde el primer momento, trabajando con pacientes de COVID. Ellos tienen un protocolo a seguir, imagino que todos los hospitales del país lo tengan y no cabe la posibilidad, no existe la casualidad, ni el error para que lo que tiene que existir, no exista. No puedo creer más en el periódico Granma que en mi hija. No puedo escuchar más al partido comunista cubano, mentiroso por excelencia, que a mi hija que, diariamente, me hace un resumen de lo que trabaja y hasta ella misma queda impresionada de la disponibilidad existente. Repito, ni por casualidad hoy falta algo que se debe tener para cumplir con el estricto protocolo para atender a pacientes de COVID. ¿Entonces?

El cuento que les quiero dejar hoy tiene esta misma óptica, es real, irrefutable, no criticable y ni tan siquiera dudable, porque ocurrió en Cuba dentro de mi familia, la que, si es cierto que no me va a inflar una determinada situación, es seguro que no me va a engañar.

Frente a la falta de suministro de oxígeno el gobierno cubano en sus “cuadros” del Ministerio de Salud Pública, están visitando las casas que están registradas que tienen balones de oxígeno para de forma “persuasiva” lograr que los entreguen, o sea, personas que tienen hace muchos años esos balones de oxígeno, porque los compraron legalmente y los necesitan para mantener la salud de un enfermo, digamos un asmático crónico o un anciano en cama, hoy están presionados a perderlos.

Recuerdo que la única fábrica de oxígeno que había, por lo menos en La Habana, era una fábrica que estaba en la calle Melones y había sido inaugurada por Don Tomás Estrada Palma en 1902, como primer presidente de la República. ¿Cómo se supone que funcione un sistema de salud sin tener las reservas necesarias para el suministro de oxígeno?

En casos como estos, ¿Desconoce el gobierno actual de Cuba y los funcionarios del Ministerio de Salud Pública que más de la mitad de los balones de oxígenos están en las manos de los chapistas y los soldadores?, ¿Desconoce el gobierno de Cuba que cada carro, camión, moto o refrigerador que se chapistea en ese país, se hace con un balón de oxígeno que ha sido robado y cargado por la izquierda de un hospitales o de un policlínico?, ¿Ahora se acordó el gobierno de Cuba de los balones de oxígeno, cuando lleva meses diciendo que todo estaba controlado?, ¿De qué sistema eficiente de salud se habla en Cuba ahora, cuando mientras el mundo se hundía por falta de manos especializadas, Cuba seguía sacando sus médicos hacia el exterior, funcionarios altos del turismo seguía promocionando a la isla caribeña como un destino seguro para pasear y divertirse en medio de una pandemia mundial?, ¿De qué control y seriedad hablamos, si hasta hace pocas semanas, que yo conozca, todavía llegaban a Cuba, aviones y más aviones de turistas rusos sin control alguno, sin necesidad de cuarentena?, ¿De qué control se habla, si el famoso médico que da los partes diarios de la enfermedad, acaba como buen político que debe ser, de felicitar y justificar la idea de que los jóvenes comunistas, los pocos que asistieron, desfilaran por la Avenida Malecón como muestra de reafirmación revolucionaria. ¿Médico o político? Pobre viejo.

¿Dónde están los hiper críticos que ahora han desaparecido, que ya no llevan las estadísticas de los fallecidos?, ¿Qué les pasa que ya no hablan de las morgues y los entierros en fosas comunes, morgues y fosas comunes colapsadas ahora mismo en Cuba?, ¿A estos hiper críticos ya no les interesa, se cansaron de los muertos, ahora que son cubanos, amigos y familiares?, ¿Ahora ya no hay que criticar, ahora es el momento de poner fotos de viajes, de los animalitos que tenemos en casa?, ¿Ahora su silencio, desinterés, apatía, el aparente desconocimiento, son las mejores propuestas?

Sólo tenemos que ser decentes. Deberíamos estar todos dando gritos, los de “aquí” frente al gobierno, en todas sus estructuras verticales y horizontales. Los de “allá” frente a embajadas, cada casa de amistad, cada agencia, cada organización internacional, etc.

¿Cuántos respiradores, cuántos botellones de oxígeno,
cuántas duralginas se podrían haber comprado?,
¿Ejército armado para luchar contra cuál enemigo, el pueblo?

Sólo tenemos que ser decentes. Los muertos en Cuba, de todas las edades, como nunca habían existido, no son resultados del bloqueo, menos de la gusanera. No son resultados de los llamados “mercenarios pagados” que protestan dentro del país, ellos son directamente responsabilidad del gobierno cubano y su presidente y secretario general del partido comunista y si no tengan valor y háganse y háganle a cada miembro del gobierno con que tropiecen una sola pregunta: ¿Cómo no hay dinero para balones de oxígeno, medicamentos específicos para el virus y medicamentos generales para otras dolencias y enfermedades, jeringuillas, agujas, antibióticos, etc. y si hubo dinero para comprar miles de escudos antimotines, gases, miles de trajes especiales, cientos de carros y motos para la policía, como si hubo y hay dinero para comprar petróleo o gasolina para echar a andar toda la maquinaria represiva y tener a miles y miles de policías y agentes vigilando las calles e yendo a buscar a los protestantes a sus casas?

Cubanos; ya no se trata de partidos políticos, ni ideologías, ni tan siquiera de estatus económicos, sólo se trata de que tenemos que ser más DECENTES.

domingo, 1 de agosto de 2021

¿Y los represores anónimos qué?

Crecí en una familia santiaguera, de esas donde se aseguraba que, de no ser por los orientales, Batista aún estaría en Cuba. Al margen del regionalismo y chovinismo que como nación hemos padecido o disfrutado siempre, un poquito de este razonamiento es cierto. La Habana era la capital, la capital siempre está más protegida y es más difícil para cualquier cambio.

Además, crecí en una de aquellas familias revolucionarias desde antes del triunfo de la revolución. Mi abuelo, Rafael Grillo Longoria, abogado reconocido por sus resultados como profesional, tuvo una destacada acción en la clandestinidad santiaguera, entonces crecí muy orgulloso de ese hombre que, luego, con el transcurso de los años desempeñó importantes funciones de gobierno, junto con su siempre labor como profesor en la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana y otras del país.

Mi abuelo, Papá Felo, recién triunfada la revolución, fue nombrado presidente de aquellos tribunales populares donde se enjuiciaron y sancionaron a los batistianos de la zona oriental del país. Mi madre, muy joven por aquellos años, siempre nos contaba de su participación como pueblo en varios de aquellos juicios, donde no pocos batistianos con crímenes probados, terminaban llorando y pidiendo clemencia. Por supuesto, otros no.

Nunca pregunté a mi abuelo, si por aquellos días, 1959 – 1960, ya era comunista. Hoy mirando hacia atrás, creo que no. Había sido hijo de una inmigrante española, que, a golpe de mucho trabajar, sacó a sus hijos adelante. Mi abuelo y su hermano José Antonio, estudiaron Derecho en La Habana. Estudiaron como pobres, comprando los nuevos libros con la venta de los viejos, estudiando en parques y en los tranvías, viviendo en pensiones baratas.

No creo que fuera comunista, ni tan siquiera un gran teórico de esa filosofía. Era un demócrata, vinculado a la ortodoxia cubana, que dedicó parte de su trabajo como abogado a defender a los obreros, sobre todo del sector de transporte frente a injusticias de los patrones y problemas con la tiranía. Era por aquellos años un profesional que comenzaba a vivir bien económicamente, que, como muchos otros, se vinculó a lucha contra el mal común, Batista. Creo que, también como en muchos otros, primó en él los sentimientos de libertad, soberanía, justicia, paz, y por qué no, equidad y equilibrio.

Según mi abuelo y otros contemporáneos con él a los que conocí, vinculados a la lucha clandestina en Oriente, luego de las primeras horas del triunfo, se fueron a buscar a batistianos asesinos probados, a los que todos conocían, los sacaron de sus casas, los llevaron fuera de las ciudades y en matorrales los ajusticiaron o asesinaron, puedes utilizar el verbo que quieras, sin juicios, sin reuniones, sin actas.

Reacción salvaje para la teoría, pero entendible como respuesta a los años de represión y crímenes. Los pueblos de cualquier lugar del mundo no son todos senadores, profesores, investigadores, pacifistas, el pueblo es sólo eso, gigantescamente diverso pueblo. Muchas personas con las que hablé no recordaban o no querían recordar los lugares exactos de los hechos, siempre se escudaban en que había sido de madrugada. La justicia por la mano y aunque no se reconozca, un pequeño pero inevitable sentimiento de venganza es tan vieja como el hombre. Las masas sociales desbordadas suelen actuar así, hasta que luego los procesos de todos tipos se organizan. Veo una y otra vez, las clásicas imágenes del pueblo cubano rompiendo los parquímetros de las calles, los hoteles, los casinos, por considerarlos enemigos, una vez que Batista huyó del país.

Como sabemos, mucho batistianos fueron presentados ante tribunales. Algunos, pocos, salieron absueltos, otros se escondieron dentro de Cuba en iglesias y embajadas y luego salieron del país y otros, por aquellas cosas que tiene la vida, lograron pasar inadvertidos, se camuflajearon, se mudaron de ciudades, se convirtieron en simples ciudadanos de bien y escaparon. Ni la justicia es perfecta.

Los libros de historia y la, a veces corta, memoria popular, recogen a los muy buenos o los muy malos. Es imposible no saber de Hitler o de Fidel, es casi imposible no haber escuchado sobre Gorbachov o Mandela. En estos momentos a muy pocos se le puede ocurrir desconocer que Miguel Díaz Canel, dio la orden pública de “combatir” a un pueblo desarmado. Dio esa orden que significó desatar oficialmente una ola de represión armada, profesional y sin límites contra un pueblo o una parte de él, sea el por ciento que sea, que desfiló en las calles pidiendo libertad.

Díaz Canel, desde su posición de presidente del gobierno y secretario general del partido comunista, cometió el gran error de su vida que creo nadie podrá olvidar. Es posible que a la “hora de los mameyes” a nadie le importe Raúl, que, si está vivo, será tan viejo como ni para invertir tiempo en juzgarlo, pero Nicolás Ceausescu, también presidente del partido rumano y del gobierno, fue ajusticiado por haber llevado a Rumania a los mismos niveles que hoy se encuentra Cuba, exactamente los mismos niveles y luego dar la orden de reprimir a los rumanos. Díaz Canel merece, sólo por dar la orden de combate, que él no ha combatido en las calles, ser sometido a un juicio sumarísimo como los que se les están haciendo a los que han detenido en las calles de Cuba. Como modernos que somos, merece tener un abogado defensor, que puede ser el cocinero de una unidad militar, la telefonista del Comité Central o el mecánico que le arregla los carros y merece encontrar la mayor sanción de todos los códigos penales que han existido en Cuba independientemente de la época en que se haya escrito o funcionado.

Ese Díaz Canel y sus cuatro jefes comprados o chantajeados, ya están en la lista de los malos de los libros de historia, pero, ¿Y qué pasa con los anónimos?

¿Qué pasa con aquellos que detrás de una máscara anti COVID o una máscara anti motín, escondidos detrás de escudos de guerra, camuflajeados detrás de uniformes, siempre en grandes grupos, armados con armas de guerra, bastones, bates de pelota convertidos en armas, han estado reprimiendo a mujeres viejas y jóvenes, hombres viejos y jóvenes e incluso a adolescentes, por sólo pensar y manifestarse diferente a lo que el gobierno opina?, ¿A esos, los anónimos, los vamos a olvidar?

Los cubanos estamos dañados. ¿Cómo sensibilizarnos con las
Madres y Abuelas de la Plaza de Mayo, Argentina y
no salir en masas a defender a estas cubanas?
Es evidente que el gobierno cubano está en su última etapa, aunque nadie pueda decir el día del fin, porque sencillamente ha pasado a la fuerza represiva contra aquellos a los que dice representar y defender. Ha pasado a la violencia porque se le ha acabado los argumentos. El gobierno cubano ha sacado a la calle a la policía, al ejercito especializado, incluso a los perros entrenados, pero además ha movilizado a los jóvenes que están pasando el servicio militar como carne de cañón y como si fuera poco, han ido a buscar más jóvenes en las universidades y los han armados con palos amarrados a los antebrazos y todo ellos, cuando son todos, porque de forma individual no son capaces de actuar, están en la calle cazando como animales a los cubanos.

Los represores cubanos están usando, no sólo spray antimotines, sino manoplas de acero en los puños, para dar de forma segura y en los muchos videos que he visto, los han filmado los que están allí en Cuba, se ven disparando contra los que únicamente con sus celulares estaban caminando y gritando consignas, algunas de ellas paradójicamente, ahora con diferentes objetivos, las mismas que se gritaron en Cuba en defensa del comunismo, como “el pueblo unido, jamás será vencido”. El gobierno cubano se queja de que manifestantes han respondido en algunos lugares con piedras, que es lo único que han encontrado para defenderse. Es una pena que no tuvieran bazucas o lanza cohetes. Entonces sí estarán equilibrados, entonces si existiría un combate.

¿Culpable Díaz Canel? Si, culpabilísimo, pero culpable también cada cubano que ha reprimido y esos tendrán que ser buscados, tendrán que aparecer y tendrán que ser juzgados.

Los cubanos estamos dañados. ¿Cómo identificar la violencia por la cual,
como resultado, murió G. Floyd, un negro norteamericano y
no defender en masas a estos cubanos?
¿Cuáles pueden ser las justificaciones de los represores anónimos? Las mismas que tuvo la policía y el ejército de Batista, las mismas que tuvo el ejército iraquí bajo la orden de Hussein para casi exterminar a los kurdos en Iraq, las mismas que tuvo el ejército chino dirigido por el gobierno y el partido comunista, para invadir el Tíbet y arrasar con los jóvenes en la Plaza de Tianamen, o quizás otras, un mejor salario, un apartamento en un edificio de microbrigada, una moto o una jabita semanal con comida, ron y productos de aseo personal. En realidad, no importa, no debería existir una justificación para que un gobierno emita una orden de combate al hombre armado para que se convierta en depredador del propio hombre desarmado.

Lo que ha pasado durante todos estos años, es que los cubanos no sentimos respeto por nuestra policía. Ella es, me refiero sobre todo a los de a pie, bruta, corrupta y abusadora con el pueblo que sabe no tiene reales derechos. Durante todos estos años la policía ha registrado, decomisado, golpeado, metido en calabozos sin muchos miramientos a cuantos cubanos se le antojó, pues sabe que el cubano pueblo no tiene ni como defenderse, ni quién lo defienda realmente frente a las leyes que, todas, exactamente todas, son creadas y ejecutadas por los mismos desde y para el poder.

Entonces esa policía que muchas veces trabaja lejos de su lugar de origen, por lo que no tiene compromisos, ni familia, ni amigos, hoy se está vengando de ese poco cariño y es por eso la forma en que se han ensañado con los que protestan pacíficamente. La policía ha esperado este momento para ejercer el poder, como ya dije, siempre en grandes grupos aventajando al reprimido. Nada más hay que ver los videos para descubrir el odio que muchos de ellos sienten. Nada más hay que ver los videos para descubrir que están disfrutando con pararse en la puerta de una casa y decirle a una joven o a un joven que no pueden salir a la calle y que no tienen nada que explicarle. Está en prisión domiciliaria sin delito, ni juicio. Sencillamente está en presión domiciliaria, incomunicado porque a los del poder les da la gana.

Odio, sí, eso es lo que yo veo. Rabia es lo que tienen, porque de lo contrario, quién los obliga a disparar un arma o caerle a bastonazos a una persona que está esposada y además aguantada por 4, 5 o 6 policías más.  Nadie puede obligar a otra persona a que cometa esos crímenes, a no ser que sepa el jefe que los subordinados van a responder exactamente como él quiere.

Luego están los de tropas especiales, hoy vestidos totalmente de negro con petos antibalas, rodilleras, cascos, escudos, que han sido entrenado desde siempre, hoy lo siguen estando, por instructores rusos, vietnamitas y chinos. ¿Podría considerarse esto como una injerencia extranjera?, ¿Cómo es que no se protesta porque los cubanos sean entrenados para reprimir a su propio pueblo por expertos extranjeros en la materia de reprimir?, ¿Quiénes son más represores de su pueblo que los chinos y ellos son hoy los entrenadores?

Entonces, yo no sé cuándo, pero todos esos, a los que debemos conocer y recordar, un día tendrán que pagar por haber cumplido una orden errada y no haber tenido la dignidad de quitarse el uniforme del color que sea, bajo la justificación que ninguna de las fuerzas represivas que posee el estado, existen para reprimir, matar, herir, golpear a una parte del pueblo indefensa que sólo está pidiendo, después de haber aguantado 62 años, que quiere cambios porque su realidad es aplastantemente mala. Cada cubano que quiere mejorar, llámese como se llame la fórmula en el futuro, debe recordar una cara, un nombre de esos represores anónimo, porque llegará el momento de presentar pruebas frente a tribunales. Se pasaron de la hora de dialogar, se pasaron de la hora de entender, entonces tendrán que pagar.

No podemos olvidar. No podemos luego escuchar los lamentos, porque esos que se van a lamentar o justificarse con que cumplían ordenes, no escuchan hoy los lamentos y los llantos de las madres y esposas que tienen a sus familiares desaparecidos dentro de calabozos y encarcelados a partir de juicios sumarísimos, muchos de ellos con impotentes abogados defensores, otras veces sin abogados. Quien no escucha lamento, no puede lamentarse.

Mi madre recuerda haber visto a muchos batistianos, fuertes, agresivos, que disfrutaban con reprimir, torturar y asesinar, llorar y pedir clemencia en los juicios que se les celebraron. Clemencia que no les dieron, porque quizás no la merecían. Llegará el día en que muchos de estos anónimos represores, ayudados y alentados por el poder, por el partido comunista y por el propio presidente cubano, tengan que pagar y entonces habrá que recordarles.

Yo soy partidario de no olvidar, porque como dice mi Joan Manuel Serrat, “el pueblo que pierde la memoria, pierde la llave del futuro”.