miércoles, 30 de agosto de 2023

523.- Mi pullover con la bandera cubana.

Ya he comentado que mi madre vive conmigo y lo que me sigue llamando la atención es su enorme interés por conocer. Claro, como todo humano, el interés por conocer es sobre lo que ella quiere conocer, le gusta y le cuadra, sobre lo otro, que a lo mejor yo creo que también debería conocer porque forma parte también del saber humano, en el plano teórico y en el práctico, eso, no le interesa mucho. Cosa a la que me he tenido que acostumbrar.

Entonces leyendo uno de los últimos artículos publicado por ella en su blog, “AliGrillo. Emprendiendo nuevos caminos”, donde hace una linda presentación de la nueva ciudad donde está viviendo, San Antonio, en el gran estado de Texas, me vienen determinadas reflexiones que quisiera compartir y que pueden estar relacionadas con el título y contenido de mi escrito.

Le comento a mis lectores, que al final son mis familiares y amigos, a los que escribo porque me divierte y mantiene conectados a ellos, que estoy de antemano de acuerdo con el posible daño que tengo, acepto que mis pensamientos pueden estar sesgados o inclinados hacia una parte. Luego quiero decir que lo que voy a escribir, para nada es una opinión que generaliza o define algo, menos el resultado de un estudio sociológico y mucho menos que es lo que le pasó a todo el mundo. Siempre repito que el todo de un todo no es fácil de lograr en las conductas humanas, por lo que sólo hablaré de mí, de mis experiencias, de lo que pienso sobre todo para mí mismo. Tu puedes estar de acuerdo o no, puedes tener otras explicaciones, otras soluciones. De eso trata la diversidad, incluso puedes, tal como yo, hacerte un blog.

Mi madre, motivadísima por encontrar la bandera norteamericana, usada en entradas de edificios, casas, ropas, gorras, autos, etc., en su blog reflexiona:

“Me llevo de Lección Aprendida la necesidad que tiene todo ciudadano sea del país que sea, de expresar su sentimiento de identidad por el país donde nació, lo que se expresa de múltiples formas, entre ellas la exhibición de la bandera de su ciudad y país, en las residencias, negocios, etc.

Esto puede ser un ejemplo positivo para los cubanos, en el sentido de que las autoridades pertinentes gestionen con mayor intencionalidad y agilidad la materialización de este sentimiento y podamos ver banderas de Cuba exhibidas en casas, negocios, etc., como se podía palpar en Cuba hace algunos años.

Para ello es imprescindible que se oferten banderas cubanas en moneda nacional y a precios módicos en las tiendas a las cuales tienen acceso la mayoría de la población, tema planteado reiteradamente pero aún no resuelto. 

Para de tal forma poder sentir nuevamente la alegría de ver nuestra bandera exhibida no solo los días de festividad nacional en instituciones públicas, sino de forma permanente en las mismas además de verlas en casas, MIPYMES, etc., como expresión de sentimiento patrio y de identidad nacional”

Bueno, esto me ha hecho pensar y preguntarme: ¿Por qué yo cubano, jamás me puse una prenda de vestir o utilicé en una de mis pertenencias, la bandera cubana?

Si, es notorio, por ejemplo, los norteamericanos usan constantemente su bandera para todo. La ponen en sus casas, apartamentos, autos, pero además en todo lo demás de la vida, desde un pullover hasta una taza de café, desde una toalla hasta un empaque de galleticas, desde la entrada de un banco o servicentro hasta en un cepillo de diente. ¿Por qué? Porque la bandera norteamericana es de ellos. No del gobierno, no de un partido, no de una historia. La bandera norteamericana, orgullo del estadounidense, es propiedad de cada estadounidense. Es uno de sus símbolos más fuertes, es la alegría de pertenecer, aunque con problemas y dificultades quizás diarias, a algo grande.

Los niños desarrollan ese orgullo y entre las cosas que manosean con sentimiento de pertenencia, pero también de propiedad, es su bandera, que repito, no es de más nadie que de cada uno de ellos. La bandera aquí donde vivo, nada tiene que ver con una adicción ideológica o partidista, menos con una filiación religiosa, mucho menos con determinado estatus económico, la bandera es mía y yo con orgullo la visto sin demeritarla en un short, en una calcomanía para mi auto, en un lápiz para escribir, en un llavero, en una taza de café, en la pared de mi casa.

Entonces esa es la explicación. La bandera cubana se convirtió en propiedad de un gobierno y sólo se utilizaba dirigida por el gobierno, para aquello que el gobierno necesitaba. La bandera cubana también fue el símbolo de un gobierno, por lo que, los revolucionarios eran los propietarios de ella y los que no, pues tenían prohibido su uso. Prohibición o auto prohibición.

La bandera cubana se asoció a la imagen de Fidel Castro y su gobierno, mal sanamente llamado revolución y entonces se nos empujó. Se creó con ella, o se quizo crear algo tan, pero tan “sagrado”, que se limitó su uso. Y entonces, si eras revolucionario podías usar la bandera, si no lo eras, no la podías usar, porque al no ser revolucionario, eras antipatriota, eras un traidor, que no tenía ese derecho de uso. La bandera cubana dejó de ser cubana, para convertirse única y exclusivamente en bandera revolución.

Recuerdo cuando niño, “revolucionario”, que las cuadras en mi reparto se llenaban de banderas, se ponían en los jardines, en los árboles y como tradición en los portales de las casas. Objetivo, celebrar, por ejemplo, el triunfo de la revolución. Recuerdo cuando niño, “revolucionario”, haber participado en marchas, movilizaciones, etc., junto a mis padres portando la bandera cubana. Objetivo, celebrar, respaldar, apoyar, etc., a la revolución y, sobre todo, oponerla como arma al más que conocido y nombrado imperialismo yanqui.

La bandera cubana intensamente vinculada a ideas ideológicas únicamente se convirtió en algo tan, pero tan, pero tan revolucionariamente sagrado, que desapareció de nuestro uso común. Llamo la atención además de que después del descalabro, dentro del descalabro mayor, la única forma de obtener una bandera por vías privadas era comprándola en dólares, la moneda del “eterno” enemigo, lo que debería cuestionar, al menos un poco, aquello de patriótico. ¿Patria en dólares?

El mismo camino creo que cogió la guayabera, que según dice la tradición es una prenda cubana, que donde único no se usa con orgullo y de forma sistemática por los pobladores es en Cuba, porque, a mi entender, se convirtió en símbolo de vestimenta del gobierno cuando no vestía de militar, pero ese podrá ser el tema para de otro escrito.

Recuerdo, porque recuerdo, que incluso se llegó no sólo a criticar, sino a sancionar, el uso de la bandera en pendas de vestir fuera de actividades oficialistas en apoyo a la revolución, bajo el criterio de que “se estaba mancillando a la patria”. Todo un absurdo.

Recuerdo, porque aún recuerdo, que algunos sí la podían usar, eran revolucionarios al menos de forma pública, otros no, porque habían sido considerados "gusanos". En los primeros, no sólo se permitía, sino que se veía bien; en los segundos, se criticaba hasta la saciedad, hasta lo enfermizo. Miren las fotos de Haila y Celia. ¿Dónde está la verdadera diferencia?

Y pudiera parecer cosas del pasado, de esas que yo recuerdo, ya hoy superadas, de las que muchos no quieren hablar. Pues no, no son cosas del pasado. Hoy en 2023, una mujer cubana de 43 años, joven aun comparada conmigo, fue detenida y está enfrentando en la provincia de Camagüey una causa judicial donde le piden 4 años de privación de libertad, por "ultraje a los símbolos patrios". Aniette sólo ha publicado dos fotos cubriendo todo su cuerpo con la bandera cubana, con esto quizo decir, "la bandera es de todos" y eso, al menos como justificación oficial, la puede llevar a prisión.

De ahí que los cubanos, los comunes, los que veníamos, tal como dice un influencer muy jocoso en el uso del término, en la parte de abajo del Titanic, usáramos cualquier bandera, los más arriesgados la americana para mostrar nuestro descontento. Recuerdo, porque recuerdo, que lo único que le pedí a mi hermano Igor, residente en Miami, cuando dio su primer viaje de paseo a Cuba, fue que me trajera un pullover con la bandera norteamericana. Claro para molestar, cosa que logré inevitablemente. Mi madre, la misma que hoy se queda, no sólo sorprendida, sino enamorada de la bandera norteamericana usada en la vida cotidiana de los norteamericanos, no paraba de pedirme que me quitara el pullover. Claro, ella, mejor que nadie, sabía lo que eso podía implicar.

Yo, con 60 años, y lo digo hasta con cierta pena, después que dejé de ser niño “revolucionario”, descubrí la bandera cubana como mía, cuando salí de Cuba. Quizás sea el recurso del emigrado, quizás sea una parte de lo que ya no tenemos, quizás sea la intención de decir, yo vivo aquí, yo puedo ser ciudadano administrativo de aquí, puedo ser feliz aquí, pero soy cubano.

Y entonces yo, emigrado, he comenzado a disfrutar libremente de mi Cuba, sin que me la impongan, sin que me receten, sin que tenga que demostrar nada, sin que me sienta clasificado como bueno o malo. A veces me descubro escuchando una música que jamás en Cuba escuché, a veces me siento a leer una noticia emitida por el gobierno cubano, que en Cuba nunca leí. He redescubierto todos aquellos cuentos y anécdotas que ocurrieron en mi vida mientras fui cubano de Cuba, la mayor parte de ellos que, estando en Cuba, no quería recordar como vivencias. A veces me descubro emocionado al ver una foto de Cuba, incluso de esa Cuba hoy destruida.

Desde muy pequeño, allá cuando tenía 10, 11 años, por la valentía que significaba, por lo de nuevo que escuchaba, por la lógica que tiene, siempre me llamó la atención aquella canción, “Vagabundear”, interpretada por mi escogido Joan Manuel Serrat, donde dice:


No me siento extranjero en ningún lugar
Donde haya lumbre y vino tengo mi hogar
Y para no olvidarme de lo que fui
Mi patria y mi guitarra las llevo en mí
Una es fuerte y es fiel
La otra un papel.

La bandera, como no estamos en guerra, aquí en Estados Unidos, es de uso común, las personas se las tatúan en el cuerpo, se las amarran en las cabezas para taparse del Sol, las usan en toallas para secarse el cuerpo, las utilizan en las cortinas de sus baños. ¿Y es que en realidad son más pragmáticos o menos patriotas? Para nada, al menos en este aspecto, están menos enfermos. La bandera aquí es parte de la vida y entonces la ponen en un cake que luego van a picar para comérselo.

Aprendamos, la bandera, una bandera, un pedazo de tela con un o varios colores, con un o varios símbolos, con una foto, con el diseño más diverso que se ha podido ver, ya sea de un país, de un estado o provincia, de un equipo de deporte, de una banda de música, de una escuela, de un grupo de amigos o una persona que ha querido construírsela para sí, no tiene propietario exclusivo, el propietario soy yo, eres tú, son ellos.  Podemos ser todos a la misma vez.

 

 

 

 

 

 

 

sábado, 26 de agosto de 2023

522.- Diversión para el "pueblo" cubano. 2023

Una vez más, El Terrible, mi colaborador voluntario y gratuito, me escribe. Sus comentarios actualizándome sobre la realidad cubana, son imperdibles.

Y tiene razón, el gobierno cubano, donde la esposa del presidente, sobre la cual se ha dejado claro por muchas vías, no funge como Primera Dama, entonces ocupa un puesto alto de gobierno vinculado al tema cultura y turismo, vamos que tampoco trabaja en una fábrica, no se cansa de programar, organizar y celebrar festivales sólo propios de las potencias desarrolladas con ningún o muy poco problemas. Así el pueblo cubano en Cuba y fuera de ella ha visto concursos de comida, obviamente, gourmet, fiestas, desfiles de moda, festivales, etc.

El más reciente rotundo fracaso, fue el celebrado hace muy pocos días en el cayo Santa María, ocupado y controlado por el sistema económico de las Fuerzas Armadas, donde los reguetoneros más malos del presente, algunos de ellos rozando con la delincuencia, animaron la fiesta. Vale destacar como parte del fracaso que muchos cantantes que se anunciaron como gancho que participarían, tuvieron a bien denunciar el uso de sus nombres sin consulta y se negaron a ser incluido en el programa.

El fracaso era de esperar, nada que se haga puede tener éxito, sin embargo, lo que más me ha llamado la atención, es que, al no reunir a extranjeros como público, se han visto obligado a abrir el evento a el “pueblo cubano”, que más presto que perezoso se animó a participar. El pueblo cubano siempre como “telón de fondo”.

“Pueblo” necesitado de diversión, es hasta cierto punto real y entendible, pero ese pueblo que se queja de que está mal, ese pueblo que se lamenta, que muchas veces vive de artimañas ilegales o de sus familiares en el exterior, que no para de hacer videos con la mala situación que existe en Cuba y que está huyendo desesperadamente hacia cualquier lugar, ha pagado 100 000 pesos cubanos para participar en el programado y avisado fracaso.

¿100 000 pesos cubanos? Si, ese fue el “famosísimo” precio pagado. ¿Cómo?, ¿Quiénes? Todos sabemos las respuestas, pero es bueno decir que esa es una de las causas por la que costará mucho, para no decir jamás, resolver el problema grande.

Imaginen, un clásico cartón de huevos con 30 posturas de cualquier tamaño y antigüedad vale hoy 1 800 pesos cubanos. Mi madre después de 60 años de trabajo logró ganar como retiro 2 573 pesos cubanos. Es fácil, una entrada al festival costó más de 55 veces el precio de un producto tan preciado como los huevos y casi 39 veces más que el dinero que mi madre obtuvo por la jubilación de 60 años de trabajo como profesional de la enseñanza, donde sólo se ausentó de su trabajo el exacto día de sus tres partos.

¿Es difícil entender el fracaso, a pesar de los festivales que tratan de lavar imágenes y demostrar que se está gordo de felicidad?

Les dejo las ideas de El Terrible, como siempre digo, más sólidas que cualquiera de las mías, donde habla de otro festival.

“Hoy inauguraron el festival “Josone” en el Parque Josone en Varadero. Cinco conciertos que incluyen a uno de los hijos del comandante Juan Almeida y a la Haila Mompié. Los organizadores Issac Delgado y Edith Masola dicen por TV que el festival es todo un éxito en medio de una gran diversión que reina en aquel lugar de Matanzas.

Pero si Ernesto Guevara por una mala palabra en medio de las lomas de Oriente y en un ambiente de guerrilla integrado sólo por hombres analfabetos, campesinos, podía mandar a fusilar a cualquiera de ellos o castigarlo de manera ejemplar, ¿Qué pudiéramos hacer con los cubanos indignos Edith e Issac??????

¿Cómo pueden estar esos ambientes llenos de hijos de los jefes y extranjeros y decir que es una muestra de la alegría en la que vive el pueblo de Cuba??????

Habrá que fusilar a muchos si se quiere hacer justicia por burlarse de los cubanos en medio de la peor de las etapas que nos han tocado vivir en comunismo.

Ellos alternan entre Miami y La Habana preparando su futuro en ambas plazas. Son uno de los más oportunistas y corruptos de los que por aquí han nacido.

No podemos estar mejor, somos un pueblo destinado al fracaso y la oscuridad sin solución posible”.

Nota: 

Para los cubanos es necesario aclarar que, si, el Cayo Santa María, aunque no lo conozcamos, es un cayo que está en el norte de Cuba. Existe, no es un invento de última hora, quizás podamos adquirir más información preguntándole a los turistas canadienses o a la familia de los generales.

También para los cubanos, es bueno aclarar que el hoy Parque Josone de Varadero, tampoco es un invento de última hora, aunque no lo conozcamos, es un lugar que fue construido como residencia en el año 1942 por un matrimonio de Cárdenas. Es una bella mansión rodeada de una vegetación tropical bien diseñada. Cuentan que Batista, al que, si conocemos bien los cubanos, pasaba allí sus vacaciones. 

viernes, 25 de agosto de 2023

521.- ¿Víctima o Victimario?

Para no darle vueltas a la respuesta, creo convencidamente que es VICTIMARIO, es más, ha sido y es, su propio victimario. Ya a mi edad no se cree mucho en la casualidad o la ingenuidad. No existió la ingenuidad, existió el abuso disfrazado de buena intención.


Ya con esto lo he dicho todo, me quedaría poco por aportar después de una afirmación tan categórica, pero evidentemente, como nunca es todo de un todo, porque no hablamos de un laboratorio de química y no es tan fácil como hacer dar a una vaca más de 100 litros diarios de leche y es muy difícil meter en una misma actuación a cientos, a millones de personas, durante más de seis décadas, entonces habría que explicar y para ello, me es conveniente sacarme de la ecuación y ver el asunto desde afuera, como si fuera un simple observador o tal como si yo viniera del planeta Júpiter.

Nada extraño, veo a mi alrededor, a muchas personas que parecen haber llegado ayer de ese planeta. No es que yo esté afuera, soy cubano y viví muchos años de mi vida en ese país, por tanto, lo conozco, pero resulta más fácil evaluar lo que pasó en una película, sin tener el papel de director, productor, guionista o algunos de los actores protagónicos. No estoy afuera, sólo me pongo afuera para escribir este artículo, porque al final también fui pionero y repetí inocentemente que quería ser como el Che, aunque me place decir que no mucho más.

La primera idea para desmontar, es que el pueblo cubano hizo una revolución. En realidad, el pueblo se encontraba viviendo como todo pueblo. No muchos por aquellos años, ni los mayores representantes de las ideas “justas”, estaban para poner el muerto. Es cierto, había sectores descontentos, pero también había muchos sectores muy contentos. Existían por tradición, sectores que aspiraban a cambios democráticos que beneficiaran más, frente a un gobierno que en sus actuaciones había introducido como contén, la represión, los asesinatos, las torturas, pero existían también muchos sectores a los que no les importaba el presidente de turno y se enfocaban en vivir.

Al pueblo cubano, que trabajaba, que sobrevivía, pero que también disfrutaba a su máxima expresión, se le llevó una revolución, que por muchos factores que se combinaron bien en un determinado momento, derrocó a un gobierno que se desarticuló frente a la huida de sus máximos representantes. Con esta huida el pueblo, una vez más, se quedaba sin caudillo para amar o criticar y entonces rápidamente encontró a otro, como dice el viejo refrán “a rey muerto, rey puesto”. El pueblo cubano es un pueblo históricamente enamorado de los machos fuertes, mientras más fuertes y machos, mejor.

Ese pueblo, que fue descubierto como seguidor del caudillismo, sobre todo el político, regionalista y muy débil desde el punto de vista cultural e ideológico-político, se le mostró una imagen linda de un grupo de libertadores y esa idea fue comprada. No estoy afirmando que los cubanos eran toda una banda de incultos, porque paralelamente Cuba tiene desde los siglos de la colonia, una enorme muestra de intelectuales, artistas de todas las artes y profesionales de todas las profesiones que la hicieron diferente e importante en su contexto, pero sólo era eso, grupos de individuos que se destacaron dentro de una gran masa donde la cultura, el conocimiento y la madurez política no era el fuerte.

Entonces la idea, vista desde hoy, fue linda y sobre todo cautivadora, unos jóvenes, algunos más conocidos que otros, que rompiendo con todo lo que existía anterior, hablaban de democracia, igualdad, libertad, independencia, real soberanía, pero sobre todo de prosperidad ilimitada en ascenso y super rápida para todos. ¿Qué otra cosa quiere cualquier pueblo, si no es esto, todo metido en el mismo paquete? Todo tan fácil como lo era antes de 1959 ir a comprar pan a la panadería.

Sabemos que existieron los que no creyeron, siempre existen, pero esos ni fueron representativos como mayoría y muy rápido descubrieron los caminos a escoger, quedarse y no oponerse al menos en público, las consecuencias se comenzaron a mostrar rápidamente y fueron desastrosas, o emigrar en busca de una paz transitoria que permitiría luego el regreso.

Entonces es ahí donde se realiza el matrimonio que hasta hoy perdura. Fidel Castro, el macho, el líder Alfa, el nuevo caudillo, el pueblo enamorado, embobecido, aceptador y apoyador, que se autocastró de su capacidad para pensar, evaluar, cuestionar, criticar, la hembra y la plaza pública, a partir de 1959 llamada plaza de la revolución independientemente de su ubicación geográfica, o sea, la tribuna como alcoba matrimonial.

Ahí comenzó la historia, donde durante horas y más horas de discursos en forma de monólogos o monólogos en forma de discursos, el aclamado líder hacía que explicaba y sobre todo hacia que consultaba a sus seguidores, cuando en realidad cada palabra, cada gesto, cada inflexión de la voz, cada idea, cada acción, ya estaba tomada de antemano sin previa consulta y peor, sin necesidad de previo consenso. Cada idea, ya acordada dentro del cerebro del líder macho, sólo necesitaba ser comunicada, a sabiendas que no recibiría rechazo de una multitud que comenzó a cogerle el gusto y el disfrute a sentirse con poder de decisión y, sobre todo, el ejecutor de una venganza contra toda la historia pasada. La multitud en su categoría de juez se enfermó tanto que, incluso en el borrado de la historia anterior, llegó a desconocer que su gran líder, procedente de una de las familias más ricas del oriente cubano, había disfrutado de todas las bondades propiciadas por la explotación anterior y lo retrató como proletario. Para muchos que descubrieron a Fidel en aquellos momentos, el líder había recién bajado del cielo.

Día a día, tal como hace la gota de agua sobre la roca, Fidel Castro, desde una posición enferma de cerebro, a la que su auditorio reconoció como genialidad inigualable, talló el camino sin retorno. Cada noticia, cada idea, cada decisión, incluso cada foto, fue detalladamente diseñada para engañar, sin que los receptores se sintieran engañados, para lograr inmunidad, sin que los receptores descubrieran ese fatídico papel. La maniobra, diseñada milimétricamente, dio a entender que los sin poder tenían poder y los sin poder lo creyeron.

Entonces la formula fue fácil, descubriendo que los sin poder, creían que tenían poder, Fidel Castro preparó su poción venenosa y la entregó para que voluntariamente ese pueblo la consumiera. Una vez que llegó al cerebro, el veneno se esparció por las calles, los centros de trabajo y estudio y peor, el veneno, a veces hasta con cierto sabor dulce, llegó a las familias. El triunfo estuvo garantizado, cada familia se encargó de vigilar, de reprimir, de censurar, de mostrar una unidad sólida. El veneno, tal como en la genial obra de Orwell, llegó a los niños.

A partir de ahí incluso los más grandes errores, los salvajes, los inmensos, fueron dejados de ver y en el mejor de los casos justificados, los cubanos, como buenas hembras, abusadas, pero hembras, siempre encontraron una solución para salvar a su macho, para defenderlo hasta el punto del absurdo. Muchos pregonaron que lo defenderían hasta con sus propias vidas. El macho estaba salvo, entregó a los sin poder la idea de que tenían poder y eso le garantizó no aquel futuro luminoso que prometió, él sabía que era mentira, sino su propia vida. Fidel, dejando atrás un país que arruinó, murió nonagenario de muerte natural, los sin poder, a pasar de las evidencias, con menos comida, con menos ropas, con menos libertades de todo tipo, lo lloraron.

El daño fue tan grande, que los cubanos no sólo se vigilaron, repudiaron, marginaron, se estigmatizaron, incluso se agredieron físicamente, sino que todavía hoy lo hacen. No existe mejor defensa que la desmoralización y la humillación del otro. Si algo caracteriza a ese pueblo es la división, la envidia, la vigilancia, el odio, estando incluso fuera de Cuba. Es tan grande el daño que aún muchos, desconociendo el verdadero papel de destructor que jugó Fidel Castro, lo invocan, lo traen y están convencidos de que, de tener vida, el presente de Cuba, así de destruida como está, sería otro. Fidel, para muchos, sigue siendo el gran salvador. Es tan grande el daño que aún viviendo y disfrutando del “capitalismo salvaje” que tanto se criticó, todavía defienden aquel sistema y modo de vida que se prometió y nunca llegó.

¿Fidel tuvo la culpa? Si, claro, pero, ¿Lo hubiera podido hacer él solo? No, lo logró, en el plano interior, porque tuvo el inmenso apoyo de los cubanos. Jamás él solo hubiera logrado nada. Fidel fue el envenenador de un pueblo que se convirtió en su propio victimario. Ese fue su gran triunfo. No las vacas, no los mangos, no el café, no la educación, ni el deporte, Fidel logró que el pueblo consumiera voluntariamente la pócima y vigilara al pueblo, que el pueblo reprimiera al pueblo, que el pueblo, negros, mujeres, ancianos, e incluso niños, partiendo de la aparente posesión del poder, acabaran destruyendo a los negros, mujeres, ancianos e incluso a los niños. Todos cubanos.

Creo que existen muchos pueblos, que, a pesar de todos los pesares, son unidos, se defienden por encima de todo, pienso en el llamativo caso de los judíos, estén dónde estén. ¿Somos realmente unidos los cubanos, más allá de la cerveza, el sexo y el dominó? El veneno ingerido, tal como dicen que pasa con el consumo de los metales pesados, es muy difícil de eliminar. Hay deformaciones que duran toda la vida.

Los cubanos fueron y son sus propios victimarios, creo, aunque parezca complicado, que muchos, pero muchísimos, aún disfrutan ese papel de vigilante y censor del otro. Quizás, como pueblo, una parte no quiere ni reconocer, ni recordar lo que paso y siguen buscando las causas en la destrucción de las selvas, la matanza de las ballenas, el deshielo del Polo Norte, la guerra entre dos tribus africanas, etc. Quizás como pueblo no sepan hacer otra cosa que rezarle a Fidel  Castro.

Estados Unidos en su expansión, por diferentes vías y métodos, mató a un gran número de nativos americanos. Estados Unidos perdonó. Los norteamericanos se salvaron. Japón fue el receptor de las dos únicas bombas atómicas que se han lanzado a la humanidad. Japón perdonó. Los japoneses se salvaron. Vietnam es el ejemplo de un pueblo sometido a la más feroz guerra de nuestros tiempos. Vietnam perdono. Los vietnamitas se salvaron. 

¿Se salvarán los cubanos?


  • Simone Lucie Marie Bertrand de Beauvoir. (9 de enero de 1908 - 14 de abril de 1986) fue una francesa filósofa existencialista, escritora, teórica social y activista feminista. Escribió novelas, ensayos, biografías, autobiografías y monografías sobre filosofía, política y cuestiones sociales. 


martes, 1 de agosto de 2023

520.- Jardín de Té Japonés o Sunken Gardens de San Antonio, Texas.

Motivado por conocer e impulsado atómicamente por mi madre, visité el famoso Jardín de Té Japonés de San Antonio.

Sin saber mucho de la teoría de los parques japoneses fuera de Japón, donde tienen una tradición milenaria y una explicación muy propia de esa cultura vinculada al budismo, conozco que se han puesto de moda en el mundo occidental. Existen muchos países y ciudades que, bajo su inspiración, retomando o manteniendo algunas características de esos parques o jardines, han construido sus propios parques japoneses como una atracción turística más a ofrecer. El Japón real queda, a veces, muy lejos.

Este tipo de jardín es diferente por lo que significa, primero que todo, para los japoneses y luego para el resto del mundo interesado en recrear ese tipo de, digamos, diseño.  Muchos jardines japoneses auténticos he visto en fotos y películas y se reducen a un estanque de arena con algunos dibujos hechos con especies de surcos, con una, dos o tres piedras puestas en el centro, lo que para cualquier no japones debe resultar, por encima de todo, aburrido. Otros incluyen agua que corre desde la naturaleza o en estanques y piedras. Más nada, eso es todo. Lo que me ha dicho siempre que no logramos entenderlos en su totalidad, no logramos captar su real y profunda belleza, porque sencillamente no somos japoneses. Así de sencillo.

Loa jardines japoneses no son lugares para la recreación intensa y de grandes emociones, menos para la producción de altas dosis de adrenalina. Ellos son espacios clásicos para tener paz, reflexiones sobre la vida, caminar, interactuar con otras personas incluso las desconocidas, tirar y/o tirarse fotos, incluyendo la de bodas y, sobre todo, contemplar el resultado de la naturaleza, básicamente plantas y algunos que otros peces.

Ellos donde quiera que estén tratan de mostrar una combinación balanceada, en algunos lugares perfecta, entre el agua, las piedras, la arena, las plantas, los estanques y algunas construcciones como caminos, puentes, pequeñas edificaciones al estilo asiático, que termina por atrapar y deslumbrar, sin que exista, repito, un aparato gigantesco que da vueltas, una música estridente, juego de luces, ni nada que tenga que ver con el gran desarrollo tecnológico. No tienen que inventarse samuráis, ni geishas que caminan, los primero peleando y las segundas sonriendo, aunque puedo asegurar que yo, por mi inmensa imaginación y capacidad para las imágenes, los veo. No se tiran al final del día fuegos artificiales. Son, es así como lo veo, lugares de paz dentro de las bulliciosas y dinámicas ciudades, donde quiera que estén. Son especies de laboratorios para lo emocional.

Si algo me llama la atención de estos jardines, y más, me gusta enormemente, son las tradicionales fuentes “shishi odoshi”, la ingeniosa estructura hecha de bambú que es movida con agua de los arroyos, en primer lugar, hecha para poder tomar agua, personas y animales y utilizar en la agricultura y luego para adornar jardines y casas. Estructura movida por el agua, que crea al paso de esta un característico, sistemático y rítmico sonido. Genialidad del Japón antiguo, que hoy lo simboliza. 

Tengo en mi expediente de vida, por amor a esa cultura, haber fabricado dos shishi odoshi, la primera para mi apartamento en Lincoln, Nebraska, la segunda como regalo para mí hija y su casa en San Antonio, Texas, utilizando a diferencia del Japón donde se construyen con bambú, unos modernos, conseguibles y baratos tubos de PVC.

Sobre este, para mí, gran trabajo de artesanía y dedicación porque todo está en el equilibrio, el movimiento y peso del agua, publiqué un artículo en mi blog “Lincoln in”, el 24 de septiembre de 2015, que incluye videos donde se puede ver la fuente funcionando, del cual dejo aquí la referencia para aquellos que quieran conocer, no sólo la tradicional fuente, sino cómo hacerla. Trabajo que me sirve, sin ser japones, de orgullo, porque una japonesa real, o sea, de Japón no de Estados Unidos, con la que compartíamos por aquellos años, me pidió, como todo lo japones, muy ceremoniosa, amorosa y respetuosa que le hiciera una, que ella me la compraría. ¿Una japonesa real que quedó impresionada con mi fuente? Es mucho reconocimiento, más que el dinero que podía haber ganado.

http://rolynebraska13.blogspot.com/2015/09/shishi-odoshi.html

Entonces hace pocos días, me dispuse. Me bajé del carro y emocionado por lo que vería, me llevé a caminar, a veces junto a mi madre, a veces casi arrastrándola. Aclaro que mi madre y yo tenemos un gran problema al andar. Yo mido casi seis pies y camino rápido, mi madre es pequeña y más que pequeña de tamaño, siempre, desde su más temprana juventud ha caminado muy lento. Recuerdo que cuando salíamos en familia, yo caminaba muy rápido para estar cerca de mi padre que caminaba rapidísimo, lo que se convertía para mí casi en una carrera de velocidad y mi madre siempre venía atrás, a varios metros de distancia.  Algo así como el cuento de la liebre y la tortuga, nosotros siempre llegábamos, nos acomodábamos y mi madre llegaba seis meses después.

Bueno, me bajé del carro, a lo que aquí llamamos auto y al pararme frente al portón que da entrada el jardín leo el nombre que en letra mayúscula está puesto para orientar: “ENTRANCE TO CHINESE TEA GARDEN”, o sea, entrada al jardín de té chino y eso me confundió. ¿Estábamos en el jardín japones o en un jardín chino?

Aunque para muchos esto pueda dar igual, porque, sobre todo para los cubanos, todo el que tenga los ojos rasgados, incluso sin importar mucho el color de la piel, es chino, no funciona así para el mundo, porque entre otras cosas, al menos desde el punto de vista histórico, no sé exactamente si se mantiene hoy, los japoneses y los chinos se odian. Por lo que entiendo que nombrar a un parque japones como parque chino, podría disgustar o quizás ofender a los nipones, al menos para aquellos que leen el anuncio de la entrada y a mí, amante de Japón, su cultura, su historia, sus logros, etc., en contraposición de mi casi no amor por los chinos de China.

Aquello me llamó la atención, pero el calor no me dejó pararme a pensar o investigar mucho, el objetivo era avanzar para encontrar la sombra y el fresco.

El jardín, que no es gigante, pero en su interior se parece a los jardines japoneses, al menos a los occidentalizados, o sea, espacios abiertos, muchas plantas combinadas al detalle lo que forma un lindo espectáculo de colores e incluso olores. Pasillos para caminar, puentes que pasan por encima del agua, una enorme cascada a lo lejos o al menos lo más lejos de la entrada, estanques con peces koi de vivos colores rojo, blanco, azul, amarillo, a los que nos es mejor llamarles carpas, que tienen una gran explicación en la tradición sobre todo china y japonesa, vinculados en el primero a la fuerza y el poder y en el segundo a la amistad y al amor.

Las construcciones todas de piedra, nada plástico, nada de metal. Piedras sobre piedras que dan cierto ambiente antiguo al lugar, bancos rústicos que imitan a madera y lugares para descansar bajo la sombra, algo así como lo que reconocemos como gacebos o pérgolas, todo también construido en pura piedra.

Eso es un jardín japonés, más nada. Por lo que el sitio es un lugar para caminar, sentarse conversar, tirar fotos y sobre todo contemplar la naturaleza. Lo increíble de esto, es que, en medio de una sociedad dinámica, a veces donde se vive corriendo, el lugar está siempre, lo que experimenté no es la excepción, siempre lleno de personas, nacionales y extranjeros, jóvenes, niños y personas muy adultas o casi viejas, que lo visitan, comparten, saludan, se tiran fotos y sobre todo se ven alegres.

Me sigue siendo llamativo, pienso que a mi madre más, sobre todo, ver a los jóvenes, esos mismos jóvenes tatuados, con los pelos de muchos colores irreales, que se ven en los “famosos” conciertos de rock, que podrían aparecer para muchos como locos, borrachos, drogadictos, etc., caminando tranquilamente solos o acompañados por este lugar, disfrutando de la naturaleza.

Fue un lindo y tranquilo paseo, en el cual se puede invertir algunas horas en obtener paz. No consumimos nada, pues llevábamos nuestra agua, pero el lugar tiene una cafetería con el mismo estilo constructivo japonés, donde venden refrigerios y meriendas, tal como se vendió en la antigüedad. El jardín pertenece al gobierno de la ciudad, o sea, es público, por tanto, gratis.

Lo de chino o japonés me duró hasta que llegué a mi computadora y averigüé. Ahora un poco de historia organizada y con datos que pueden ayudar a valorar la visita al lugar.

El Jardín de Té Japonés de San Antonio, conocido también como “Sunken Gardens” está establecido sobre las ruinas de una antigua cantera abierta por alemanes, que desde 1840 utilizó la piedra caliza para abastecer a las construcciones de la ciudad. Muchos edificios del hoy Downtown fueron construidos con las piedras sacadas de allí. Luego en 1880 se incorporó al lugar una fábrica de cemento, la Alamo Cement Company, que trabajó por 26 años, lo que atrajo a muchas familias de norteamericanos que encontraron trabajo en esas compañías y se convirtieron en atracción turística por las cerámicas y cestas tejidas que fabricaban a mano y la comida que ofrecían a los visitantes, imagino que carnes, tradición que llega hasta nuestros días.

Luego en 1917 el Comisionado de Parques de la Ciudad imaginó un parque asiático en el hueco o foso de la cantera con pasarelas, puentes, arcos de piedra, una isla y una pagoda japonesa y ordenó a uno de sus ingenieros que diseñara el parque, el cual quedó presidido por una puerta torii japonesa hecha en concreto imitando la madera, representación en Japón de las entradas a los santuarios sintoístas cuya aparición data de forma segura del año 922, pudiendo ser más antiguas incluso. Las puertas torii se utilizan en Japón para señalar la entrada a un lugar sagrado y con eso se vistió al lugar en San Antonio, así como algo especial.

Dos años después la ciudad invitó al artista japonés Kimi Eizo Jingu, quien inauguró un restaurante de té japonés y vivó allí junto a su esposa y ocho hijos hasta después del ataque a Pearl Harbor en 1941, donde el sentimiento norteamericano anti japones los desalojó y se fueron a …

El parque entonces pasó a llamarse Chinese Te Garden para evitar que los sucesos de la guerra desde el punto de vista emocional dentro del país desencadenaran el vandalismo y la destrucción del lugar, como ocurrió en otras ciudades y entonces esto explica la contradicción que encontré en la puerta de entrada al jardín. O sea, creo que se ha dejado lo de Chinese Te Garden como respeto a la antigüedad y el reconocimiento a un momento estratégico de preservación, pero quizás hoy poco llamativo y por eso poco explicado a los visitantes, muchos, que, a lo mejor, no leen el anuncio del nombre, sólo ven una puerta de entrada.

Después de varios momentos de cambios, a partir de 1984 se le devolvió el nombre de Jardín Té Japonés para lo cual se invitó como homenaje a los hijos de su creador y a funcionarios japoneses, evidenciando la unidad entre los dos países.

Hoy el Jardín de Té Japonés, no sólo es una atracción turística, sino que, para orgullo de nosotros, los sanantonianos, está incluido dentro del Registro Nacional de Lugares Históricos, que puede parecer cualquier cosa, pero no lo es.

 

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