sábado, 30 de julio de 2022

455.- ¿Por qué ellos sí y nosotros no? (Segunda Parte)

Ahora si se puso bueno esto. El Terrible, después de mucho tiempo, se anima a escribirme y eso me hace seguir escribiendo. Sus ideas mucho mejores y claras que las mías, me sirven de alimento. Al final el intercambio termina por enriquecer. Aquí les pongo sus reflexiones sobre lo que vengo desarrollando. Como siempre, mi cercano lector, genial.


Leí tus últimas reflexiones como todas las anteriores. No veo nada malo en el acto de los cubanos que viven fuera del país en opinar sobre lo que pasa en estos momentos históricos. Hoy es el Día de los Mártires en Cuba, sobre todo por la relación con el asesinato de Frank y algunos de sus compañeros de lucha. Tenía 22 años en aquel momento y planeaba casarse con su novia América también compañera de ideas y luchas. Dicen que el joven fue un excelente estudiante con gran devoción cristiana que no le impedía ser el jefe de acción y sabotaje en aquel momento y el autor intelectual de las acciones que se ejecutaban para calentar el llano sobre todo la ciudad de Santiago de Cuba en el año 1957 y mantener el apoyo a los alzados en las lomas orientales. Con la excepción del hecho de haber confiado en el gran líder histórico, Frank y sus amigos son ejemplo de entrega ciega a un ideal poniendo en riesgo sus propias vidas y la de sus familiares todos los días. ¿Qué fuerza desconocida lleva al hombre a mantener semejante comportamiento?, ¿Será la misma que mantuvo a los músicos del Titanic tocando mientras se hundía en aquellas frías aguas o como la actitud del capitán de encerrarse en el puente para viajar a las oscuras profundidades del océano, según los sobrevivientes? Claro que los tiempos son diferentes en Cuba y como consecuencia los cubanos de hoy también son diferentes. Los que nacimos y crecimos aquí sabemos las razones que mantienen a los cubanos de hoy en indefinida resistencia pasiva. ¿Qué pudo mover a los bayameses en el siglo XIX para que tomaran la decisión de quemar sus viviendas y partir al agresivo monte cubano antes de entregárselas al enemigo, si sabemos que en su mayoría eran analfabetos?, ¿Somos o no somos los mismos cubanos?, ¿Cómo nos transformó el hecho de vivir bajo un régimen que neutraliza y destruye los más elementales preceptos de comportamiento humano al margen de su filiación política? Es un misterio que en algún momento de la historia será debelado. ¿Cómo se puede controlar y manipular a todo un pueblo durante décadas?, ¿Qué mente diabólica puede lograr que la mayoría se mantenga con la cabeza baja y desarrolle la capacidad de resistir lo indecible justificando su actitud?, ¿Cómo un mortal puede lograr que el miedo pueda ser heredado y transmitido por generaciones sin que nada ni nadie pueda impedirlo? Los cubanos merecemos lo que tenemos y por desgracia tendremos que esperar a que las soluciones vengan desde afuera. El gran hermano y gran líder histórico se aseguró de que el infernal mecanismo siguiera funcionando aún después de su desaparición física. Es evidente que los cambios se demoran y no podrán ser vistos por las presentes generaciones, lo que ha incrementado el éxodo masivo y recurrente en los últimos 60 años. Nadie quiere permanecer preso para terminar abandonando la lucha y el país. Nadie quiere morir en la Cuba de hoy, las opciones son resistir y aguantar o desistir y emigrar. No ha nacido todavía el cubano que podrá cambiar ésta actual y triste realidad porque los que ahora tienen la edad de Frank quieren ver el final de la película y abandonan el barco para no hundirse. Sigue escribiendo, para tú suerte y la de muchos que te seguimos vives en un lugar en el que muchos dicen lo que piensan sin miedo a el criterio ajeno”.

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Fidel Castro hace años murió. A pesar de lo malo, murió bien, en el hospital que tenía montado en su casa, rodeado de familiares y amigos. No pagó lo que debía. Dicen que sus cenizas están dentro de una piedra en el Cementerio Santa Efigenia, afectando el protagónico de José Martí también enterrado allí, cosa que yo no creo, porque son demasiado mafiosos los Castros como para poner las cenizas de la persona cuyo legado es lo que hoy tenemos en Cuba, a sabiendas de que frente al primer cambio, muchos irán con martillos, cinceles y mandarrias a destruir la enorme piedra devenida en monumento fúnebre, tal como pasó con el Muro de Alemania o de conseguir en ese momento alguna grúa, la piedra será nuevamente desenterrada y lanzada con las cenizas de Fidel o de una viejita que murió el mismo día y no fue reclamada por sus familiares a la fosa de Bartlett, al sur de Santiago de Cuba, al decir de los expertos unos de los mayores desniveles submarinos del mundo.

Raúl Castro, cuyo único mérito real es ser hermano de Fidel, algunos dicen que medio hermano, pero en realidad subordinado total y absolutamente a su hermano mayor, es una persona nonagenaria, que hoy sirve para muy poco. A veces cuando una actividad ceremonial lo merece, lo sacan y lo presentan y así coge un poco de Sol. Raúl, con una mascarilla que le cubre casi toda la cara, a partir de la misma base de los ojos, hoy no sabemos si es un muñeco, un doble o alguien que es trasladado, sentado, movido por cordeles y que levanta la mano para saludar y a veces aplaudir. Raúl hoy es presentado como un recuerdo, con muchos méritos inventados y utilizado por los presentes modernos dirigentes para simular determinado apoyo, aprobación y tal como dicen con esa palabrita más que traída por los pelos, la continuidad, como si se tratara de fabricar un chorizo detrás de otro en la misma máquina y con la misma materia prima.

Miguel Díaz Canel, el “puesto a dedos”, el “singao”, deberá pasar a la historia como el peor de los presidentes que ha tenido Cuba desde que se fundó la República allá por el 1902. Es cierto que algunos de los presidentes republicanos tuvieron sus problemitas, pero por lo menos eran elegantes. Este tipo que hoy tenemos, primero no parece cubano le falta arranque y fuerza, es un tipo sin personalidad, gris, bruto, al que le tiembla la voz cuando habla y le cuesta trabajo enunciar una idea claramente, cuyas frases más célebres son: “la limonada es la base de todo", en un país donde un limón sólo es comparado con una pepita de oro y “nosotros amamos el amor y odiamos el odio”, en un país donde amor y odio se han confundido y hasta fundido en la cabeza de cada uno de los cubanos. Su “continuidad” sólo ha significado hundir aceleradamente a un país que ya venía hundido, donde, nada exactamente funciona, donde, por sólo poner un ejemplo, en aquella azucarera del mundo que fuimos, la zafra del 2020 ha sido la más mala de la historia del país desde 1904 cuando la caña se cortaba y se alzaba a manos, se trasladaba en carreta tiradas por bueyes y los ingenios eran aún los heredados de la época colonial que terminó en 1899.

De aquella revolución cubana que fue faro y luz durante algunas décadas para el mundo necesitado de cambios e igualdad, hoy no queda ni el faro, ha tenido que venderse a los capitalistas que quieran invertir en Cuba y por supuesto, literalmente menos queda luz, en un país donde tener electricidad hoy es sencillamente un lujo. Hoy no hay faro, no hay luz, ni hay un quinqué, no hay una vela, no hay fósforos.

El pueblo cubano es un pueblo totalmente dañado, humillado, transformado en algo que no se puede definir qué es. Interesado en emigrar hacia cualquier parte del mundo donde se pueda al menos soñar con vivir en paz y con dignidad. Un pueblo que nada tiene hoy que ver con dignidad, soberanía, patriotismo, amor, etc. y está sólo abocado a sobrevivir de la peor manera que existe. Un pueblo que no confía en las instituciones del gobierno y menos en la cantidad de dirigentes ineptos, incapaces, corruptos y gordos que dice lo representan. Un gobierno que para dirigir a un pueblo sigue comiendo langostas, continuidad si, heredada de Fidel.

Cuba más que nunca es la muestra de las grandes diferencias, mansiones ocupadas por los dirigentes del gobierno, negocios privados de personas que no han tirado un chícharo en ese país y nadie sabe de dónde han sacado el dinero, hoteles para turistas extranjeros provenientes del explotador capitalismo y una población que no sólo pasa trabajo para conseguir comida y medicinas, sino que está imposibilitada a resolver un pedazo de madera y clavos para reparar una puerta, un saco de cemento para arreglar una rajadura o un techo, un bombillo o tomacorriente, algo tan elemental como una frazada para limpiar el piso, un par de zapatos o un juguete para niños.

Los cubanos hoy no emigran, huyen. Huyen como todo el que desesperadamente trata de escapar, sin tomar en cuenta de que la huida puede ser más peligrosa que la propia permanencia. El cubano, sobre todo y de forma penosa, los jóvenes, no creen en selvas, ni mares, ni policías y coyotes, ni en monstruos de siete cabezas. Los cubanos huyen, como todo aquel que un día huyó de una cárcel o un campo de concentración, donde sólo la huida era disfrutada por su cercanía a la libertad.

Un pueblo que tiene una población regada por el mundo, que a pesar de problemas ayuda a los suyos en la isla y que aún es considerada como “gusana”, aún, quizás hoy más que nunca, es maltratada, irrespetada, marginada, pero que ayuda inconscientemente, todavía hoy en silencio y con discreción, a confundir más al cubano de la isla, que frente a las dificultades que vive, ve en esta ayuda una forma “agradable” y “fácil” de vida. Todavía hoy cubanos que incluso pueden apoyar al llamado sistema socialista, del cual nada queda en realidad, vistiendo un short con la bandera norteamericana, cubriéndose la cabeza con una gorra que dice “I love N.Y.” y debiendo tener dólares norteamericanos en los bolsillos hasta para poder comprar cualquier cosa, incluida la sal, siendo Cuba una isla o mejor un archipiélago y por tanto estar rodeada de agua de mar, que se mantiene, a pesar de los problemas climáticos, salada. Agua de mar y Sol fuerte casi todo el año, que deberían permitir a Cuba ser millonaria, porque podríamos ser los mayores exportadores de sal del mundo de una industria cuyos mayores componentes los pone Dios todos los días, por los que no hay que pagar a nadie aún, ni importarlos. Agua salada y Sol, elementos que el “bloqueo asesino” no ha podido bloquear.

Un pueblo donde todos se ponen contentos cuando Yusimí, mulatica linda ayer, con 17 años hoy aparece en casa con Manuel, español de 60 años o con Flavio, italiano de 65 años que prometen casarse con ella y entregar a la familia quizás algunos camellos, casas de campaña, dátiles, algunos cristalitos de colores, chocolates, turrones, espaguetis, etc., como dote. Yusimí a sus 17 años, flaca le decía padre, bruta le decía su madre, hoy es punto menos que una heroína, no solo en su familia, sino en su cuadra, en su edificio, en su barrio. Yusi la que ha demostrado que la diferencia de edad, cultura, idioma, tradiciones, etc., no son nada cuando el “amor” existe. Yusy la que escapó y al pasar un año regresa con los cabellos más lacios que los japoneses, los lentes azules tal como tienen los ojos las mujeres suecas, con el seseo de Madrid o que en las mañanas se levanta y les dice a sus familiares “buon giorno” para celebrar el amanecer del día, pero que compra los pastelitos y los tamales para la fiesta de celebración del aniversario X de los CDR y le promete a la prima que buscará para ella otro amor aunque tenga 80 años, lo importante es el pasaporte.

¿Por qué a pesar de todo lo que no tenemos, todavía hoy no hemos volado por los aires al gobierno? Sumo mi pregunta al comentario y preguntas de El Terrible. Y la respuesta siempre fácil es porque somos anormales, retrasados, incapaces, cobardes, conformistas, corruptos, etc. Argumentos con los cuales no estoy de acuerdo, a pesar de todas las muestras, actuaciones y hechos que puedan apoyar estos planteamientos.

Cada pueblo es diferente, cada momento, aunque largo, complicado y doloroso, es muy puntual dentro de la historia grande. Cada persona y entonces cada pueblo tiene sus propios límites.

Recuerdo cuando fui muy joven, que un día escuché a Fidel Castro hablar del libro “Mi lucha” y decir que era uno de sus libros de cabecera. Aquello me llamó mucho la atención, aunque debo decir que por aquellos años ni conocía mucho a Hitler, autor del libro y menos había tenido acceso a la obra.

Luego crecí y tuve la oportunidad de leerme “Mein Kampf”, Mi Lucha, en español por supuesto, libro donde Adolf Hitler desarrolló junto a las experiencias de su vida, sus propias ideas ideológicas, convirtiendo su obra, que al principio casi pasó inadvertida, en un manifiesto del nacionalsocialismo que deseaba para Alemania y luego el mundo y entendí que Fidel no sólo había leído el libro quizás varias veces, sino que tenía que haberlo estudiado y de seguro terminó en secreto admirando a Hitler, sobre todo en su discurso y acciones populistas para convencer a un pueblo que al principio ni lo conocía, ni lo quería. Es cierto Cuba no llegó a los campos de concentración y exterminio similares a los del nazismo, aunque de los primeros si tuvo disfrazados con otro nombre, pero sobre el manejo de las masas, la represión y castigo a las personas que se arriesgaban a actuar o tan siquiera pensar diferente fuimos ejemplares fusionando la experiencia alemana, incluso con el trabajo con los niños con la experiencia y “consejos” soviéticos.

Claro, era demasiado fuerte aparecerse como admirador de alguien tan malo, pero de seguro, sus ideas, las estrategias para el manejo de las masas, etc., fueron imitadas y puestas en práctica, para sobre todo engrandecerse y engrandecer al “genio” cubano. Para sus admiradores, quienes juegan con el desconocimiento de muchos e incluso el de ellos mismos y convertidos voluntariamente en felices repetidores, Fidel fue un brillante genio, para muchos casi único, cuando se estudia la historia, se detecta que no inventó nada, sólo aprendió a empujar para no darse golpes y salir siempre ileso a cualquier precio.

454.- ¿Por qué ellos si y nosotros no? (Primera Parte)

Ahora mismo no recuerdo si ya escribí sobre este hecho que a continuación quiero contarles. Han pasado algunos años y tengo escrito en este blog más de 400 artículos, algunos buenos y otros buenísimos, JAJAJA, por lo que no tengo tiempo para buscar y buscar, pero como tengo buena memoria puedo reproducirlo casi textualmente sin temor a errar.

Acabado de llegar yo a República Dominicana, 2007, tuve la oportunidad de ver una noticia por la televisión que me conmovió a tal punto, que le pregunté a mi hija, en forma de burla, pero muy serio, ¿pero Jennifer a qué país me has traído a vivir?

La policía dominicana había dado muerte a un joven y tenía el cadáver en una morgue, bajo la justificación de que el caso no estaba cerrado. La familia reclamaba el cadáver para darle cristiana sepultura y a pesar de los trámites y solicitudes legales, no obtenían respuesta. Imagino que se fueron cansando del abuso.

Entonces aprovechando un apagón, cosa que ocurría muy frecuentemente sobre todo en los pueblos del interior, aunque la capital Santo Domingo no quedaba afuera, los amigos y la familia, incluyendo niños, si, niños, del occiso, se presentaron en la morgue y con piedras y palos asaltaron el edificio que estaba fuertemente custodiado por policías armados. Si, con piedras y palos se fajaron con los policías y al cabo de poco tiempo, lograron entrar a la morgue y se robaron, textualmente, se robaron el cadáver, sacándolo con camilla y todo para el medio de la calle.

Lo que vino después fue algo de lo real maravilloso. El cadáver se trató de montar en una motocicleta, medio de transporte más común del pueblo dominicano, pero el joven que estaba detrás del conductor no era lo suficientemente fuerte o estaba muy nervioso, como para cargarlo. Entonces apareció una mujer, la mujer dominicana es brava y muy ”echá pa´lante” que se sentó detrás del chofer, se atravesó el cadáver del joven, probablemente su familia, en sus piernas, entre la espalda del conductor y su barriga y de esa forma el cuerpo fue conducido por todo el pueblo hasta llegar a una casa, imagino que de la familia.

Los videos deben estar todavía el YouTube para los interesados o los incrédulos. Las imágenes de personas, incluyendo a niños de no más de 10, 12 años fajados a piedras con la policía, el robo del cadáver y luego, sobre todo, la forma en que fue trasladado por todo el pueblo resultan, primero difíciles de digerir, segundo, difíciles de olvidar. Para algunos podrá ser el resultado de cierto salvajismo y violencia desmedida, para otros fue el resultado de un grupo de personas que se tomó la justicia por las manos cansados de esperar y esperar por respuestas “oficiales” que nunca llegaban.

¿Por qué el cuento? Bueno, porque he visto hace pocos días, que policías cubanos, tal como si hubiera más acciones y métodos a ejecutar, asesinan a un joven, que según los testigos no estaba armado, por lo que su supuesta agresividad era mínima. Ese joven fue esposado, tirado en el piso, pateado en lo que se desangraba y no asistido por médicos o paramédicos de forma alguna.

El joven con 17 años fue víctima de una represión brutal, desmedida y como imaginamos autorizada, que inmediatamente fue justificada por el gobierno. A lo mejor a los policías se les dieron condecoraciones por “defender a la patria”. La muerte de ese joven puede ser considerada como un daño colateral y nada más.

Los que allí estaban reunidos, cubanos de a pie, santaclareños, testigos, se conformaron con filmar videos y hacer algunos comentarios con las mismas palabras de siempre, abusadores, asesinos, etc., pero nadie se movió, nadie fue a quitarle el cuerpo del joven al policía que lo pateaba, incluso estando esposado y mal herido, nadie se fue a fajar con uno de aquellos policías flacos, engrandecidos bajo el uniforme azul y la pistola en la cintura, pero en realidad con muy poco valor, para no hablar de instrucción, nadie fue a prestarle asistencia en un país donde los médicos y las enfermeras pululan. Nadie, ni tan siquiera por la más mínima humanidad se metió.

Nadie fue a reclamarle al policía, menos a agredirlo, lo que facilitó o permitió que las llamadas fuerzas del orden se retiraran, no sólo invictas, sino sanas. Entonces, ¿cómo un grupo de dominicanos con palos y piedras puede derrotar a la policía también armada y apostada bajo órdenes de no ceder y llevarse por la fuerza un cadáver y en Cuba decenas de personas ven el asesinato de un joven, más la tortura y el ensañamiento y no pasa nada?, ¿Dónde está la familia, los amigos y más, la indignación de un pueblo que ya para nada confía en el gobierno, muchísimo menos en su policía?, ¿Qué tiene que ocurrir para que las personas se organicen y reaccionen o sencillamente reaccionen de forma explosiva, no planificada, etc.?

Sobre todo, ¿dónde está la madre, el padre y los hermanos de ese joven de 17 años, que, en momentos de paz, como todos los padres y hermanos juramos que a los nuestros no hay quién los toque porque los defenderemos incluso con nuestras vidas?, ¿Cómo el policía frente a un pueblo entero salió de allí pistolita en mano, sin tan siquiera un arañazo y con el uniforme limpio y casi recién planchado?

He visto muchos videos de policías norteamericanos, de más está decir que debe ser una de la policía mejor armada tecnológicamente del mundo, armas de varios tipos, cámaras, aparatos, espray, etc. y he visto a muchos ciudadanos norteamericanos fajarse a los piñazos con esos policías, he visto a policías revolcados por el piso e incluso he visto a policías noqueados, fuera de combate.

Entonces, ¿por qué los dominicanos si, por qué los norteamericanos si y los cubanos no?

jueves, 28 de julio de 2022

453.- Me sigue pareciendo que los cubanos sí.

Hace ya algunas semanas, tuve la oportunidad de hablar por teléfono con un familiar al cual me unen miles de historias, sentimientos, experiencias, enseñanzas, etc. Después de los saludos cordiales, éste cercano familiar, para el cual el éxito se mide en dinero y acumulación de tarecos, me dijo que leía lo que yo escribía y que escribía bien. Viniendo de él, un profesional exitoso como pocos he conocido, aquello me pareció todo un gran halago.

Después de pasar los saludos cordiales y caer de plano en nuestras realidades diarias, con el mismo impulso de lo anterior, me dijo que lo que escribía no servía de nada, que había que hacer otras cosas. Punto menos que me dijo que era un comemierda por dedicar mi tiempo libre a escribir y expresar lo que pienso.

El criterio para nada me tomó de susto. De haber sido 30 años antes, hubiéramos desencadenado una conversación-discusión que, a lo mejor, todavía duraría, pero como el tiempo, cuando pasa bien, no sólo deja sus huellas en el cuerpo, sino también en el cerebro y como “guerra avisada, no mata soldados", lo escuché, sonreí y pasamos a hablar de otros temas.

Qué hay de aquellos que, por escribir, hoy son millonarios y peor, que hay de aquellos pobres que, por escribir, acumulan reconocimientos y premios, incluido los Nobels. Puede parecer increíble, pero para muchos, quizás como para mi familiar, estas personas no han hecho nada productivo en la vida. Productivo puede ser tener siete televisores.

Entonces ayer encontré esta idea que ahora dejo aquí. Ella me salva, no para mí, estoy salvo por mí mismo, sino para los que me acompañan y me anima, a pesar de la pobreza, a seguir escribiendo.

Llamo la atención que Jacques Derrida fue un filósofo francés nacido en Argelia, que desarrolló una forma de análisis semiótico conocido como deconstrucción. Autor de varios textos reconocidos a nivel mundial, trabajó en la fenomenología, amplio movimiento filosófico que defiende una psicología descriptiva, corriente idealista subjetiva dentro de la filosofía, la cual propone el estudio y la descripción de los fenómenos de la conciencia, o sea, en cubano, el análisis de las cosas tal como se manifiestan y se muestran en la conciencia. Es la búsqueda de conocimiento que apela exclusivamente a la experiencia evidente, carente de hipotetización. 

El 15 de julio de 2021, hace ya un año, en este mismo blog, escribí un artículo, “Los cubanos no estamos confundidos. Los cubanos queremos LIBERTAD”, donde recordaba los incidentes que vivimos en muchas ciudades y estados de este país, a raíz de la muerte de George Floyd. Hecho que desató revueltas, algunas de ellas de elevado nivel, con pérdidas económicas, saqueos, enfrentamientos entre personas y las autoridades, heridos y muertos, para algunos mucha diversión, para otros mucho odio, por varias semanas y meses. 

En aquel momento escribí:

Hace ya poco más de un año, un afroamericano, un negro, para nosotros los cubanos, George Floyd, murió como consecuencia de una acción desmedida de un policía blanco mientras trataba de inmovilizarlo en el piso.

Floyd no era ningún héroe, no era tan siquiera un humilde consagrado trabajador, era un delincuente con varias condenas menores cumplidas en cárceles, no obstante, no debió morir. El policía, no la policía norteamericana, fue arrestado, enjuiciado y, a pesar de estar cumpliendo con su deber, fue sancionado a muchos años de privación de libertad.

La muerte de Floyd inmediatamente desató una respuesta nacional e internacional. Parte de la comunidad negra de los Estados Unidos y también muchas personas blancas dejaron escuchar sus voces de repudio al hecho.

Movimientos organizados, civiles, “Black Lives Matter” y armados, “Black Panther Party”, tomaron muchas ciudades y a ellos se sumaron grupos de izquierda, más muchos estudiantes que, aprovecharon la coyuntura para expresar sus insatisfacciones y, sobre todo, sus desacuerdos con Donald Trump, en aquellos momentos presidente del país.

De demandas pacíficas, se pasó muy rápido a la violencia como diversión. Hubo heridos y mucha destrucción, hasta que el Gobierno Federal tomó cartas en el asunto y los norteamericanos que sí están armados y muchos entrenados por haber pertenecido al ejército, hombres y mujeres, salieron a proteger sus negocios, casas, derechos y tranquilidad.

Internacionalmente la respuesta no se hizo esperar. Todo el mundo opinó, nosotros los cubanos en el protagónico, tanto que muchos dieron la imagen de enorme dolor, tal como si fueran familiares o amigos cercanos de Floyd. Poco énfasis se hizo en que también anualmente mueren muchos negros asesinados por lo de su misma raza o color de piel en asaltos, atracos, violaciones y guerras entre pandillas por el control de zona de droga y tráfico de armamento y mucho menos se recordó que todos los años policías de todos los colores, edades y sexos son asesinados por delincuentes. El hecho de la desgraciada muerte de Floyd, negro, fue maximizado porque, entre otras muchas cosas, se utilizó como una venganza contra Trump, el que para muchos es el Diablo en persona.

El gobierno de Cuba, como siempre, cuando se trata de los Estados Unidos, emitió su mensaje de condena por la muerte, cosas que me parece aceptable, ético y necesario en cualquier gobierno, porque Floyd no debió morir de la forma que murió, pero, además, muy rápido, el gobierno cubano se solidarizó con las protestas reconociéndolas como legítimas.

El pueblo “oprimido” de los Estados Unidos tenía derecho a protestar, a mostrar su inconformidad. Por supuesto, la policía imperialista no debía existir, dijeron. La brutalidad policial en el país más abusador del planeta debía desaparecer, afirmaron.

Los mensajes cariñosos al movimiento Black Lives Matter, cuyos principales líderes se declararon abiertamente socialistas y a los Black Panther, grupo paramilitar considerados por algunos como beneficioso y por otros como uno de los mayores peligros para la sociedad norteamericana, inundaron los medios informativos.

No fueron pocos los que culparon a Trump y su “discurso racista”, incluso cuando el presidente no conocía a Floyd, no conocía al policía y no estuvo en el lugar de los hechos. Odio a Trump y más, odio absurdo a los Estados Unidos, por parte de muchas personas que no viven aquí y aunque disfrutan de las ventajas, bondades y beneficios de otros países capitalistas, mantienen siempre una doble jugada, con un discurso dulce de igualdad, fraternidad, equilibrio, gratuidades, etc.

Las protestas ocurridas eran legitimas y necesarias. Esa parte del pueblo norteamericano que protestó tenía no sólo el derecho, sino la absoluta razón. Esa fue la conclusión de muchos, entonces, ¿dónde están esas voces ahora, que dan la callada por respuestas?, ¿por qué no están en la calle con el mismo ánimo y entusiasmo defendiendo el derecho de los cubanos a defenderse?

¿Floyd no debió morir y los cubanos?”

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Hoy de Floyd nadie se acuerda. Pienso que su familia, la cual recibió una gran indemnización, porque a pesar de no ser Floyd un héroe en un país de derechos su vida importaba y los policías vinculados al incidente, que, aunque cumplían con su deber, parece que le provocaron la muerte, el resto, incluyéndonos a muchos cubanos, esperamos otro evento que podamos utilizar para formar líos, sobre todo si esos eventos significan criticar o herir a Estados Unidos, porque así somos muchos de agradecidos o algún que otro funcionario o político que no nos gusta.

Si el reclamo de derecho fuera siempre honesto, no habría problemas, pero es conocido que dentro de esos reclamos hoy se esconden decenas de variantes e intereses que para nada tienen que ver con lo que se refiere el reclamo público. Da igual el evento, da igual el país, se llega incluso a pagar para que personas salgan a la calle a marchar y así engordar las filas de los aparentes descontentos.

Es bueno recordar que Floyd, que repito estaba tratando de cometer un delito y sumarlo a los que ya tenía en su historia privada, al querer pagar en una tienda con un billete falso, que al parecer se encontraba bajo la influencia de drogas y se resistió a bajarse del auto donde estaba cuando llegó la policía, no murió asesinado por un o varios policías, o sea, el policía no le disparó con su arma, no se utilizaron armas de fuego en el incidente, no lo cogieron por el cuello hasta dejarlo sin vida, no lo reventaron a patadas, etc.

El policía trató de llamarlo al orden bajo una acción, al parecer, más violenta de lo debido poniéndole la rodilla en el cuello mientras estaba boca abajo, lo que provocó que Floyd tuviera dificultad para respirar a decir de él mismo, luego se llamó a una ambulancia que le brindó los primeros auxilios y se le trasladó a un hospital, donde dejó de vivir, según los intencionados no especialistas, por la violencia recibida.

Se le prestó atención médica, se le trasladó en una ambulancia, lo que aquí significa un hospital ambulante con un cuerpo de paramédicos altamente preparados y se le recibió en un hospital, donde se le trató de salvar la vida.

El informe preliminar de los médicos forenses del condado, máxima autoridad oficial al respecto, asegura que la autopsia “no revelaba hallazgos físicos que respaldaran un diagnóstico de  "asfixia traumática o estrangulación”, pero lo que si se encontró fue que Floyd sufría de una "enfermedad de las arterias coronarias y enfermedad cardiaca hipertensiva" que pudieron haberle ocasionado la muerte poco después de la violencia recibida por la acción del policía y las drogas que había consumido.

 

Paralelamente la familia del occiso, no contenta con el resultado oficial, contrató a un forense privado de la ciudad de New York, porque tuvo ese derecho, el cual declaró totalmente lo contrario al examen practicado por los forenses oficiales. La familia recibió un dinerito y los policías hoy están sancionados a largas condenas de privación de libertad, cada uno en dependencia de su responsabilidad y participación en los hechos.

 

Drogado o no, violento o no, delincuente o no, Floyd no debió morir ese día. Nadie merece morir así. Sus últimos minutos, a pesar de haber sido atendido por médicos con alta tecnología, deben haber sido muy malos.

Lo cierto es que, como todo ajiaco puntual, pero con todos los condimentos para ser utilizado, a las pocas horas muchas personas se lanzaron a las calles y utilizaron la figura y muerte de Floyd para mostrar sus descontentos. Estos movimientos, al parecer anunciados como pacíficos en sus definiciones, como todos los movimientos masivos, dejaron incorporar y digo dejaron porque en ningún momento se declararon en contra o se diferenciaron, a grupos de maleantes e incluso organizaciones violentas desde su fundación que provocaron los disturbios altamente peligrosos para la tranquilidad ciudadana.

 

La familia de Floyd, los participantes en organizaciones civiles y pro derechos humanos, estudiantes y por qué no, muchas personas de bien, salieron a protestar y pedir justicia, pero lo que vivimos aquí no fue sencillamente eso, sino un desborde de la delincuencia que dio candela, destruyó locales, tiendas, restaurantes, agredió a personas sin distinción de edad, daba lo mismo que caminaran por las calles, estuvieran sentadas tomándose un café o manejaran sus automóviles, abundaron los robos, saqueos, agresiones a policías, choques con otros grupos civiles que trataban de llamar al orden o al menos defender sus derechos y propiedades, etc. Políticos que llegaron a defender la idea de quitarle los fondos a la policía, cuando lo que tenemos es que asignar más dinero para poder tener mejores y más policías que nos protejan.

 

De una forma u otra todo el mundo se manifestó, unos a favor de la protesta nacional con la violencia incorporada, otros totalmente en contra. Muchos convirtieron a Floyd por algunas semanas en su héroe. Los más interesados llevaron el incidente a la política y como era de esperar a temas de racismo, explotación, discriminación, etc.

 

Algo parecido, pero en otro contexto y país, ocurrió hace pocas semanas. En Cuba un policía mató, algunos testigos dicen de dos, otros dicen de tres disparos a un joven cubano en la ciudad de Santa Clara, que por casualidad había salido a marchar pidiendo cambios radicales para Cuba en pasado 11 de julio de 2021.

 

El joven de 17 años fue baleado por un policía, que luego de tenerlo herido y esposado boca abajo en el medio de la calle, todavía le daba patadas. El joven murió desangrado, sin atención, frente a decenas de santaclareño inertes, que sólo se conformaron con filmar con sus celulares lo que estaba ocurriendo.

El hecho, ya no tan nuevo para los cubanos, enseguida desató la noticia oficial del gobierno, y como siempre el joven asesinado resultó tener un historial de violencia y en aquel momento estaba armado con un cuchillo y un machete cuando la policía en defensa propia lo liquidó, por lo que la “justa” acción policial se inscribe dentro de un acto legítimo de defensa propia. Los testigos aseguran que no estaba armado y que la bronca no era tan siquiera con la policía.

 

O sea, el joven ya herido de muerte y desangrándose, fue esposado y puesto boca abajo, lo que lo inmovilizaba totalmente, pero como si fuera poco, el policía que estaba parado junto a él, lo pateó varias veces y a eso el gobierno llama justa defensa. El joven, en un país donde una ambulancia, para no darle muchas vueltas, hoy no existe, murió desangrado, sin atención profesional. Era un adolescente, visto por mí ahora, casi un niño, que además tenía un hijito de un año.

El mismo gobierno cubano que no hace mucho estuvo entretenido varias semanas repudiando y criticando el caso Floyd, con aquello de las diferencias sociales, los desposeídos y el racismo, ahora justificó el hecho en Santa Clara. Los repetidores del gobierno cubano, incluyendo los que viven fuera de Cuba, que sufrieron hasta más no poder por la muerte del afroamericano y le echaron la culpa al malo de Trump, que ni por allí estaba, se hicieron, una vez más, como siempre, tal como nos tienen habituados, los locos frente al hecho de Santa Clara.

La versión es clásica y repetida. Floyd, casi un héroe norteamericano, víctima del racismo. El joven cubano, delincuente, de actitud violenta, agresor. Policía norteamericano malo y asesino, mientras que los policías cubanos víctimas, son buenos y justicieros. Floyd endrogado, tratando de resistirse al arresto y tratando de cometer el delito de pagar con dinero falso, víctima del sistema capitalista. Joven cubano, enemigo del sistema más humanitario y solidario del mundo, delincuente y provocador.


El sunami, la gran ola, creado por la muerte de Floyd en el mundo que odia a Estados Unidos, no existe para el mismo hecho cuando sucede en Cuba. Los gobiernos llamados democráticos, incluyendo a Estados Unidos, poco dijeron, el Papa izquierdista y su iglesia católica, todavía hoy habla de su relación “humana” con Raúl Castro, del joven de 17 años muerto por la super violencia policial en Cuba nada y para colmo los familiares, los amigos, los socios del barrio, la ciudad de Santa Clara, sólo filmaron.

 

Cuando conversamos entre íntimos sobre estos temas, siempre aparece la misma pregunta, ¿qué nos pasa como pueblo?

 

Y en realidad es difícil de entender el embrujo al que hemos sido sometidos y digo embrujo para atribuirle una justificación más allá de la lógica.

 

Un joven, sea el que sea, recibe disparos de un policía, lo esposan, lo tiran al suelo boca abajo, el policía ensañado todavía para dañarlo más de lo que estaba, lo patea, cosas que lo único que reflejan es la inyección de odio con que los llamados oficiales del orden salen a la calle a reprimir a los cubanos. Lo único que demuestran es la impunidad con que están trabajado.

 

Joven muerto y ni las personas más cercanas, familiares y amigos, responden. Seis o siete policías flacos, mal comidos y mal entrenados, son capaces de resistir, detener e inmovilizar a decenas de cubanos que desde lejos filman con sus celulares y hacen comentarios para las redes sociales. ¿Cómo?


Floyd no debió morir ya dije, pero, me sigue pareciendo que los cubanos sí.