sábado, 30 de enero de 2016

Lo que no admiro de los norteamericanos.

Ya veo que a mis amigos les gustan estos temas de opinión. Conozco que ustedes también las tienen, pues no por gusto son mis amigos, JAJAJA, sólo que a veces es difícil encontrar el tiempo y quizás las palabras para expresarlas. Me está llevando el Diablo con el frío, pero lo de admirar a los norteamericanos ha causado gran sensación y he obtenido muchos comentarios. Lo agradezco. JAJAJA. 

Es difícil definir, somos muchos y creo que la idea básica aquí es no parecernos unos a otros, entonces lo de definir se hace más complicado o cuesta arriba.

Ahora tengo una gran idea a desarrollar y es, qué no admiro de los norteamericanos. Gran idea la mía para escribir y compartir.

Primero haré una historia. Hace ya algunos años trabajé en el Restaurante “1830”. Los que tienen memoria aún recordaran que durante muchos años, fue el restaurante del gobierno, o sea, antes de inventarse el Complejo Palacio de las  Convenciones, el 1830 fue el lugar escogido para las comidas oficiales de gobierno. No es mentira que Fidel y sus muchachitos pasaban por allí con mucha frecuencia. Luego quedó como un lugar de mucho lujo al que era difícil acceder. Digamos que era el espacio que se seleccionaba para celebrar el cumple de alguien importante en la familia o el aniversario de bodas de un matrimonio que tenía la posibilidad de celebrar la fecha. Caro, siempre resultó muy caro y lo de las alfombras rojas, los candelabros dorados, la gran escalera de mármol, los dependientes impecablemente vestidos de negro, impresionaba al cubano de a pie. Tengo la experiencia de que la gente llegaba a la puerta y preguntaba si se podía entrar. Aquello, por su construcción lujosa, tenía más tipo de museo o de oficina de protocolo, que de un lugar para comer.

Yo llegué allí como Comercial y Relaciones Públicas y la verdad es que estaba como pescado en tarima, pues nunca había trabajado en el turismo y menos dentro de un restaurante. Aquello de vender comidas, espectáculos, actividades nocturnas en bares y cabaret de primer momento me quedaba grande. A pesar de mi genialidad, las primeras semanas fueron de mucha presión, pues tenía que dirigir a personas que sabían mil veces más que yo de lo que tenían que hacer.

Lo primero que me pasó el primer día fue que estando parado en el lobby del restaurante mientras un capitán de salón me daba la bienvenida, vi pasar a una excompañera de universidad vestida de dependiente, que se hizo la que no me vio. Era difícil, mido casi 6 pies y pesaba 200 libras, pero así y todo fui no visto. Digamos que me dolió. JAJAJA

Le pregunté a la persona que amablemente me atendía si esa muchacha era la que yo pensaba que era. Me respondió que sí, que era mi misma compañera de  universidad y que ella sabía que yo empezaba a trabajar allí, pues se habían pasado mi curriculum. Entonces dejé al tipo casi con la palabra en la boca y me fui a buscar a la muchacha. La llamé, la abracé y besé cariñosamente tal como lo hacíamos en la escuela y le pregunté, _ pero qué ha pasado para que no me mires y ella me respondió, _ el problema es que yo soy dependiente y tú eres gerente. Yo que venía de otro mundo laboral, no entendí de momento y traté de demostrar que a pesar de mi puesto de trabajo, era el mismo. Ella sonriendo me dijo, _ ya veras, tienes que aprender.

El 1830 fue una buena escuela, no tanto desde el punto de vista laboral, pues debido a mi genialidad a las pocas semanas ya conocía lo que tenía que hacer y creo que lo llegué a hacer bien, sino desde el punto de vista humano. Mucho me sirvió para aprender y hacer cosas buenas y también para ver cosas muy malas.

Lo primero que pasaba allí, a lo mejor sigue pasando, es que el maître y los tres capitanes de salón eran homosexuales. Esto no es importante, ya sabemos que cada cual puede hacer con su … conciencia, JAJAJA, lo que le dé la gana. El problema es que aquellos jóvenes, elegantes, bonitos, de muy buenas formas y sobre todo bien preparados, habían sido muy discriminados por las administraciones anteriores y entonces había creado una cofradía impenetrable para defenderse. El 1830 tenía una administración oficial compuesta por varios especialistas, pero en realidad los que dirigían, controlaban y “manichaban” aquel lugar eran aquellos 4 trabajadores.

La comunicación era difícil, parecía que hablábamos diferentes idiomas, en realidad al principio no había comunicación. Cada vez que preguntaba por algo, me enfrentaba a caras que miraban al techo. Todos tenían opinión, pero tenían miedo. Miedo a la administración, miedo a aquellos 4 jinetes que controlaban por abajo todo,  miedo a enfrentarse y perder la posibilidad de luchar el dinero. Miedo a que les serrucharan el piso. En más de una ocasión tuve que llevarme a un compañero de trabajo al fondo del lugar, pegado al mar y sobre los arrecifes tratar determinado tema. La gente no quería hablar, los 4 jinetes eran muy buenos en la jugada por detrás. Se respiraba cierto terror dentro de aquellas lindas paredes.

Nada se movía en aquel lugar si el maître no lo santiguaba. Me costó mucho romper aquellas barreras, que al final por mi forma de ser y para mi bien, logré romper. Lo primero que logré fue reconocer y aceptar la realidad sexual de aquellas personas, entonces me aceptaron. Me hice amigo de ellos y al final me enseñaron y ayudaron a trabajar. De lo contrario estoy convencido de que no lo hubiera logrado.

No obstante y a pesar de esa relación, allí todo el mundo estaba preparado para sonreír y aceptar incluso las cosas más absurdas de la vida, para luego hacer lo que les daba la gana por atrás.  Esto se parece a lo que estoy viendo todos los días aquí.

Ya conté que admiraba al pueblo norteamericano por su capacidad e intención de trabajo. Hay otras muchas cosas que me gustan y me dicen que no me he equivocado cuando traté de llegar a este lugar. Sin embargo hay cosas que no me gustan.

Quizás sea porque mi forma, que es bastante común entre los cubanos, sea un poco diferente. Crecimos en un lugar donde al menos en teoría todos éramos iguales, por lo que hoy podías ser jefe, tener carro y viajes al extranjero y mañana amanecer subordinado sin tan siquiera una silla donde sentarte o peor ir preso junto a los llamados delincuentes comunes. Por nuestro temperamento no nos es muy difícil a los pocos segundos decir lo que exactamente pensamos, sin medir las posibles consecuencias. La idea impuesta era ser y parecer proletario y entonces todo vestigio de “buenas maneras” fueron poco a poco exterminadas, llegándonos a convertir en un pueblo muy instruido o al menos con muchos estudios, pero paralela y directamente proporcional muy  mal educado. Nos acostumbramos a gritar, decir malas palabras y cantarle a cualquiera las cuarenta, sin medir edad, sexo, color o sencillamente responsabilidad y autoridad, incluso a nuestros padres.

Aquí la cosa funciona diferente, o al menos eso es lo que me parece. No logro discernir si es por un exceso de educación, desinterés o sencillamente una cuota de hipocresía. Las personas aquí, primero sonríen constantemente, incluso cuando no hay que sonreír y luego casi nunca se dicen la verdad de frente. Hay mucho de un aparente acatamiento de lo que se dice y poco enfrentamiento.

Esto no sería malo, a no ser porque para mí se convierte en un mal de fondo con el que cuesta trabajo luchar. Es bueno ser educado, correcto, incluso calmado, pero cuando esto se utiliza como una estrategia para escapar, comienza a ser no tan bueno.

Los norteamericanos, recuerden que siempre es en sentido general, se han inventado varias cosas. Primero un cierto espacio para la comunicación, o sea, si vas a hablar con alguien es mal visto que te le acerques mucho, porque puedes estar invadiendo su “espacio privado”. No les gusta mucho que muevas las manos cuando hablas, porque puede parecer que los estas agrediendo. Complicado para mí porque, a veces, cuando se me olvida lo de la madurez, puedo gesticular, alzar la voz, acercarme con el objetivo de dar fortaleza a mis criterios, sin ningún otro objetivo. Puedo parecer agresivo, es cierto, pero no creo que tanto como para intimidar a mi interlocutor.

Luego se han inventado soluciones “políticamente correctas” a determinados temas, que a mi entender no son más que negociaciones hipócritas para mantener algunos asuntos sociales controlados, que aunque ya no tienen vigencia, ellos mantendrán intactos de por vida, creo que incluso  por miedo a un posible desborde de determinados grupos de personas. Es algo así como, no te quiero, tú lo sabes, pero como sabemos te tengo que soportar y entonces lo mejor que hacemos es mantenernos cada cual en su lado y esto no creo que sea exclusivo de un grupo o que tenga una única dirección, sino que es bastante común dentro de la sociedad general. De ahí lo de afro americano, nativo americano, querido mexicano, etc.

He notado que las personas no se tocan, o sea, los amigos cuando se encuentran se saludan con un simple “hola”, tal como si tocarse fuera algo malo. Digo tocarse para definir un estrechón de manos, un beso en la cara, un abrazo, etc., pues con lo de toquetearse todo el día tampoco estoy muy de acuerdo. Soy un tipo cariñoso, pero no baboso.

Todos sonríen constantemente y cuando la cosa está buena y caliente, he notado que muchas veces la solución es escurrirse tratando de no escuchar lo que se está diciendo. Por momentos no logro definir si estoy entre enemigos o traidores.

La comparación con los cubanos, tratando de definir características comunes en nosotros, es complicada. En realidad somos medio salvajes en cuanto a definiciones protocolares. Nos gusta tener ideas, compartirlas y sobre todo tener la razón. Muy rápido pasamos de recién conocidos a íntimos amigos, por lo que  podemos amarnos y odiarnos al mismo tiempo. Emprendemos una conversación sobre cualquier tema y da la impresión que llegaremos a matarnos, minutos después, sin que la sangre llegue a correr, se nos olvida y podemos volver al modo de cariño. Somos apasionados y de sangre medio caliente.

Aquí me parece que son diferente. Vienen con refrescadores de sangre incorporados, tienen mucho en cuenta lo de tu espacio y mi espacio, tanto que llega a ser aburrido. Están preparados, como ya dije, para sonreír, incluso cuando lo último sería una sonrisa. No les gusta tomar decisiones complicadas y prefieren todo someterlo a consulta de los jefes, de esa forma garantizan equivocarse menos en la toma de decisiones. Al final, final, no son personas con las que puedas contar para remar, pues por el medio del camino, descubrirán lo de los intereses personales y las recomendaciones del último libro de autoayuda o del terapeuta y te la dejaran en las manos.

La frase mágica más utilizada es "lo siento". No está mal disculparse, todo lo contrario, es por momentos lo mejor que uno puede hacer para reconocer al otro, sin embargo muchas veces el lo siento se convierte en una frase que dice, me da lo mismo tu problema, jódete, no es mi asunto, etc. No dudo que por momentos se exprese con sinceridad, hay muchas personas buenas y responsables, pero también se expresa mucho como solución a la no solución, sencillamente apelando a la magia que se supone existe detrás de ella. Algo así como, lo siento, pero en realidad no siento nada, pero como ya dije lo siento, pues dejé resuelto el problema y nadie me podrá acusar de que no lo sienta. JAJAJA. Qué locura.

Antes escribí sobre el trabajo en Cuba y creo que sí, muchas cosas las hicimos sin pensar en el dinero. Las hicimos pensando en el otro, en mi compañero de trabajo, en el resultado del equipo. Somos, o fuimos, o al menos soy un tipo comprometido, muy comprometido con mi amigo. El siempre cumplir con mi amigo tiene en mi un peso brutal, cumplir con el mismo amigo al que le digo que es un comemierda y que lo que hizo no estuvo bien. Me tomo muy en serio las enseñanzas que recibí de pequeño, un amigo es algo para la eternidad. Eso me obliga.

Me parece que aquí lo de amigo, no lo han aprendido mucho. Son personas más bien solas o que se unen circunstancialmente para algo o por algo, pero lo del compromiso casi visceral les queda grande. Piensan más en el espacio. Se piensa tanto en esto que incluso dentro de la pareja tú tienes tu espacio y yo tengo mi espacio y entonces ambos tenemos, de forma planificada y aceptada,  nuestro espacio y tiempo para no coincidir. Serán más flexibles y desarrollados? A lo mejor, pero podrían ser también más hipócritas y puramente formales.

Creo que el formalismo es la palabra exacta para definir lo que pasa. El formalismo que se aprende desde pequeño y que por momentos puede convertirse en algo represivo y auto represivo. El formalismo que tiene la mentira como base. El formalismo que se inventa una jodida sonrisa, incluso cuando lo último que se necesita es sonreír.

jueves, 28 de enero de 2016

Admiro al pueblo norteamericano. (Parte Dos)

El norteamericano promedio existe para trabajar. Tengo en mi residencial dos ancianas extremadamente fuertes, de más de 90 años, ambas viudas viven solas y solas resuelven todos sus problemas, una de ellas aun maneja. Una delgada, que me recuerda a mi cuñada Lourdes, aun da brincos, corre y siempre sonríe, la otra más rechoncha, de mandíbulas grandes no cree en mal tiempo, recoge cartones para donarlos para reciclaje. Ambas caminan por el residencial sobre la nieve y el hielo para resolver cualquier asunto. Ellas me recuerdan a esas mujeres cubanas de la época de mis abuelas que nacieron y murieron trabajando.

El ritmo de trabajo es acelerado es cierto, pero para mi opinión tampoco como muchos lo quieren pintar. Esto tiene más de Hollywood que de realidad. Todo dependerá de la actividad que realices. Si trabajas en la línea de producción de una fábrica el ritmo lo pone la máquina y eso es feo, cosa que conozco porque trabajé en una de ellas, pero en otras compañías y posiciones, pues no es tan brutal. Entiéndase por acelerado el que la gente no va a perder tiempo a su trabajo. Existen objetivos definidos, plazos, etc., y eso se cumple. Los que están para controlar, que a su vez son bien controlados, controlan.

Llevo tres años aquí y puedo asegurar que se conversa, se hacen chistes, se cogen 5 y hasta 10 minutos como en todos los lugares del mundo. En mi lugar, por ejemplo, tenemos días en que la cosa está suave y nos “comemos la yagua” como decía una de mis abuelas. Muchas veces lo que pasa es que muchas personas descubren el trabajo cuando llegan aquí y entonces se traumatizan. Se trabaja, es verdad, pero no se trabaja 18 horas diarias, ni tienes como regla a un tipo con un látigo detrás de ti. Se trabaja, pero sobre todo se trabaja bien, sin “vigilantes”, sin tantas reuniones, sin competencias por ventiladores o casas en la playa. Cada uno sabe lo que tiene que hacer. Entre otras cosas las personas, o la  mayoría de ellas, pienso, cuidan su trabajo.

Nosotros, por ejemplo, a veces trabajamos solos, otras en equipo, todo depende de lo que se tenga que hacer, pero el asunto fluye a partir, digamos, como de una cultura. No he visto en estos años mucha gente sentada con los dedos metidos en la nariz o rascándose el fondillo, al menos por mucho tiempo. JAJAJAJA. Aclaro lo de mucho tiempo, porque para no crear falsas imágenes y engañarnos, si he visto a gente con el dedo en la nariz y rascándose el fondillo durante la jornada laboral.

Creo que esa es la cosa que más admiro, la gente va al trabajo a trabajar. Claro, yo no paso trabajo para trabajar que se pasa en Cuba. Voy a mi trabajo en carro con calefacción o aire acondicionado según la temporada del año después de haber desayunado. En mi trabajo tengo todo lo necesario para trabajar, por lo que no tengo que penar e inventar nada. Si por casualidad necesito un tornillo azul y en ese momento no lo hay, pues lo pido y a más tardar el día siguiente aparece sobre el banco de trabajo. Las herramientas se compran para reemplazar las que se pusieron viejas, no se espera a que se cree el caos por no tener herramientas. Mi taller tiene dos televisores, dos refrigeradores, un bebedero, un equipo de audio donde la música está puesta las 24 horas, calefacción, aire acondicionado, dos carros de golf, más todo lo que se ha inventado para poder trabajar. No trabajo 27 horas diarias, no trabajo bajo presión, apenas tengo reuniones y la evaluación es una sola vez al año. No trabajo más que nadie. Sencillamente trabajo de 9 am a 5:30 pm y me da tiempo para conversar, ver mi celular y responder una llamada, hablar con mis compañeros, hacer un chiste, almorzar, fumarme un cigarro, etc. No soy una máquina, sólo que voy al trabajo a trabajar. Tengo, como todos, días complicados de mucho trabajo y tengo días de poco trabajo que hay que inventar para hacer pasar el tiempo. Y creo, o estoy convencido, de que en todos los lugares pasa igual. Lo de tener mucho trabajo todo el día y todos los días, a veces, es como lo de estar estresado sin saber por qué, es casi una moda.

Aquí la gente trabaja, pero tiene las condiciones para ser eficiente. No hay demoras, no hay interrupciones por tonterías, obviamente no hay excesos de reuniones, no hay movilizaciones y marchas, no se para el trabajo para escuchar un discurso, se va al trabajo a trabajar.

Ahora, lo de trabajar como locos, animales o máquinas tampoco me parece verdad, porque a veces cuando escuchas a algunas personas te puede dar la impresión de que son enfermos al trabajo. Nada de eso. He dicho varias veces que en sentido general el pueblo norteamericano trabaja, y que eso es lo que admiro. Es verdad. Sin embargo y ahora viene mi muy propia opinión, tampoco son súper súper. Mi experiencia es que muchos son buenos para guillarse, aparentar que están trabajando, sacarle el cuerpo sin llamar la atención, etc. Muchos, como en todas partes, le tienen cogida la vuelta al sistema y escapan. Precisamente por conocer el  sistema, acomodan las cosas a su favor y tienes que estar luchando con ellos porque si te haces el bobo, sencillamente te joden. Trabajan pero no dan el extra nunca, trabajan pero te la dejan en la mano cuando menos te lo esperas. Trabajan, pero se han acostumbrado a que mejor trabajes tú. JAJAJA, o sea, lo de pueblo trabajador tampoco es una ley como que los japoneses tienen todos los ojos rasgados y el pelo lacio.

Nada, donde quiera es igual, porque al final, somos seres humanos.

Admiro al pueblo norteamericano. (Parte Uno)

Tengo ya 52 años, que no son muchos pero si los suficientes como para evitar el auto deslumbramiento. Vivo aquí hace 3 años ya y hay algunas cosas de los norteamericanos, en sentido general, que no me gustan, sin embargo hay otras, muchas, también en sentido general que admiro. Lo de gustar y admirar es infinitamente relativo porque depende, obviamente, de los postulados y bases con que se miren, entonces aquí reflejaré, como siempre, parte de mis puntos de vista. Estoy convencido de que podría pasar lo mismo en cualquier parte del mundo que estuviera, porque como saben, tengo puntos de vista.

Es difícil tratar de definir algo en este país, porque somos más de 300 millones de habitantes, cifra que crece y crece diariamente, con la complejidad de una enorme y súper gigantesca diversidad con personas de todos los rincones del mundo, de todos los colores que existen, incluyendo el azul de los personajes de Avatar, de todas las religiones grandes y pequeñas que se han inventado, de todos los grupos y partidos políticos, incluyendo la barbarie de neonazis, etc., lo que trae a todas luces una enorme variedad de culturas, gustos, interpretaciones, conductas, etc, que viven o sobre viven dentro de lo que se conoce como “Norteamérica”. Pobre los canadienses, porque siempre parece que ellos viven en otro lugar. JAJAJA

Tratar de definir algo llevaría mucho tiempo, estudios, experiencias, en resumen mucha vida, que no es mi caso, ni mi idea. Entonces voy a contar, para entretenerme, lo que he visto y aquellas ideas que obtengo de mi compartir con las personas que me rodean. Puedo estar equivocado? Absolutamente. Puedo cambiar mi percepción sobre estos temas? Seguro. Algunos de ustedes tendrá otras ideas? Claro. Los invito a que las compartan y formen líos. JAJAJA

Creo que lo que más admiro de este pueblo es en sentido general que es un pueblo trabajador. Más allá de algún que otro vago, borracho o delincuente, personajes que existen en cualquier país del mundo, aquí, sin importar edad, sexo, color, religión e incluso estado físico, la gente trabaja. No he podido determinar si lo del trabajo es por el dinero que se gana, por un sentimiento de responsabilidad, un exceso de patriotismo o una mezcla de las tres cosas, pero si puedo asegurar que el ritmo de trabajo es rápido y constante.

Eso es lo que creo que hace de Estados Unidos un país rico. Es cierto, estoy informado, sé que se compraron muy barato algunos pedazos de tierra y se robaron otros y que también compraron algunos cerebros, tal como compraron el mío, JAJAJAJA, pero esos temas no son determinantes para lograr lo que han logrado sostenidamente en el tiempo. Hay otros países más grandes y que también se han apropiado de algunos cerebros y no logran ponerse a la altura de la Unión.

En contraposición a esta idea, he escuchado varias veces y de boca de los propios cubanos, cuando se cae en comparaciones tontas, que en Cuba no se trabaja. Y varias veces he manifestado mi desacuerdo. Creo que las personas al vivir aquí y tratar de convertir esto en algo más sublime de lo que realmente es, a lo mejor la posición normal del emigrante, llegan a postulados absurdos. Creo que para reconocer lo primero, no hay necesidad de inventar lo segundo.

Viví muchos años en Cuba y vi a muchas personas trabajar toda su vida, trabajar muchas veces a cambio de prácticamente nada, sólo por el compromiso, la realización profesional, la responsabilidad. Conozco a muchas personas que aún trabajan en medio del deterioro que sufre ese lugar, sin que el robo sea la condición que mueve el esfuerzo. Conozco a médicos que atienden sin miramientos a muchos niños en un cuerpo de guardia, mi pediatra particular por ejemplo y a muchos maestros, mi madre por ejemplo, que dan clases incluso en sus casas sin cobrarles nada a sus alumnos.

Es más soy partidario de que se pasa mucho más trabajo para trabajar y que muchas personas tienen una dosis de sobre esfuerzo que les permite continuar. Imagínense, o recuerden, a una madre cubana que tiene que llevar a pie a un niño al círculo infantil o escuela todas las mañanas, niño que como todos sabemos se entretiene por el camino o sencillamente se niega a caminar, para de ahí salir y caminar 7, 8, 9 cuadras para pararse en una parada y esperar un transporte público que puede pasar, o pasar y no parar, o sencillamente no pasar nunca. Tener que encaramarse o ir colgada en la puerta para llegar antes de las 8:00 am, pues el hecho de ser madre y no tener carro en Cuba, no te exonera de cumplir con el horario establecido por la administración, que muchas veces si tiene carro.

Luego trabajar sin aire acondicionado, sin agua, a veces sin nada para comer o tomar, pero además sin papel para escribir, sin gomas para borrar o pegar, sin presillas para agarrar algo, en lugares lúgubres, apuntalados, en incómodos muebles, baños inservibles, etc. Imagínense que unos médicos tienen que esperar para usar el estetoscopio del otro, o un dentista tiene que esperar a que se vacíe una silla para poder arreglarle o sacarle la muela a su paciente, o un simple mecánico que tiene que caerle atrás por todo el taller a una llave que necesita para aflojar un tornillo. Profesores que no tienen con qué escribir en la pizarra, o que no tienen un bolígrafo para tomar sus notas. Es cierto, se pasa mucho trabajo, cada hora de trabajo del cubano se debía valorar como la de los astronautas, o sea, como mínimo a hora y media, pues no es sólo el trabajo, sino el desgaste que crea el trabajo que se pasa para trabajar, Sin embargo, así y todo, hay gente que trabaja. Diría yo siempre y todavía la mayor parte de la gente trabaja.

Lo absurdo y ridículo, cosa que también quisieron meternos en la cabeza, es querer comparar a Cuba con los Estados Unidos. Esto sólo se le podía haber ocurrido a un loco o un artista, para, tal como una droga, repartirla entre sus más fervientes seguidores, los que llegaban a repetir sin pensar que vivíamos mejor y que Cuba era una súper potencia, con mejores resultados que las verdaderas súper potencias del mundo.  A quién se le puede ocurrir, súper potencia una pequeña isla del Caribe, subdesarrollada, que por no tener, no tenía ni pescados. Primero colonia española, luego semi colonia de los gobiernos norteamericanos y al final semi colonia de los gobiernos soviéticos con un muy mal administrador al frente.

No obstante sigo siendo partidario de no decir que en Cuba no se trabaja, sería mentir y contradecir lo que yo mismo vi e hice mucho durante muchos años. Es cierto que la deformación se ha ido imponiendo, que los mismos que están para controlar no controlan, que el robo o “la lucha” le han ido ganando la batalla a la honestidad, pero todavía existen escuelas, hospitales, fábricas, construcciones, laboratorios, talleres, etc., que resuelven algunos problemas. Si conocen Cuba, sabrán que no todo el mundo vive de los dólares del exterior y del robo institucionalizado.

Sin intención de comparar lo que no se puede comparar y además creo que no vale la pena comparar, he visto y probado que aquí en Lincoln, donde vivo, se trabaja. Imagino que al igual que en otras muchas ciudades norteamericanas.

Les cuento.

Estamos ahora en invierno y vivimos entre los 20º F. y los - 3º F., o sea - 6 º C. y - 20º C. respectivamente, y como ya he contado hemos tenido varios días de nieve. Cuando nieva tengo que ir temprano, casi siempre a las 5:30 am para quitar la nieve de las aceras y las escaleras. Es duro, algunas veces he pensado en no ir y apelar a las famosas enfermedades cubanas, fiebre, vómitos y diarreas. Sin embargo no he logrado quedarme y no creo en mi caso exacto sea pensando en el dinero que gano o dejo de ganar si falto un día. No es que pueda prescindir de él, pero no es algo que me va a partir un pulmón.

Lo que me asombra en extremo es que cuando salgo al amanecer, a veces medio dormido, a veces medio cabrón, ya hay personas limpiando las calles quizás desde 2 o 3 horas antes para que yo pueda andar sin peligro. Todo, exactamente todo esta funcionando. La ciudad no se detiene por agua, nieve, hielo, ni viento y eso es de admirar

Si necesitas un servicentro para gasolina o comprar cigarros, refrescos, etc., puedes ir confiando pues todos están abiertos, no importa la hora, no importa que la nieve llegue al techo. Me asombra ver a los carteros, hombres y mujeres, repartiendo la correspondencia caminado debajo de una nevada con el clásico maletín que usaban los carteros en Cuba cuando yo era niño, que evidentemente no han pasado de moda. Admiro sobre todo a las mujeres, jóvenes y viejas, que con una pala o máquina, quitan la nieve de las aceras y entradas de sus casas y cortan el césped. He visto a mujeres que manejan guaguas, camiones y rastras de 53 pies, maquinarias pesadas y que reparten paquetes todos los días de esta vida, además de las que se encargan de cargas cajas en almacenes y supermercados.

miércoles, 20 de enero de 2016

La vida según Ghandi.

Una buena amiga que está en Cuba me envió esto que a continuación reproduzco.

Las definiciones que aparecen aquí son geniales. Para pensar. De seguro que a más de uno de nosotros nos vendrán bien.

No puedo asegurar que Ghandi fuera el autor, a pesar de que estoy convencido de que perfectamente podría serlo. No obstante sea o no Ghandi el creador, creo que vale la pena leerlas, aprenderlas, y por qué no, compartirlas. Podrían servir como medicina.

Gracias Isabel.



viernes, 1 de enero de 2016

FELICIDADES a TODOS.

Holaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
FELICIDADES  a TODOS. 
A la familia de la que un día nos separamos en Cuba y que allí, estoicamente, todavía resisten.
A los amigos de toda la vida de los cuales también un día nos separamos.
A esos amigos que, buscando un futuro mejor, hoy tenemos regados por diferentes países del mundo. Allí donde pudieron llegar o allí donde ya se han aplatanado.
A los amigos de aquí, que comparten conmigo, incluso en diferentes lugares, éste gran país.
A mi familia aquí, por orden de aparición, Martica, Jennifer, Jonathan, Yordan y la encantada y encantadora  Mia, máximos responsables de que yo esté vivo y sano, física y emocionalmente.
La lista, a mis 52 años, se haría interminable. Sobre todo  porque como he sido un buen tipo, hoy puedo atesorar gente que me quiere de verdad. No es que no haya hecho un poquito de mal a alguien, a veces hasta sin quererlo mucho, pero el balance sobre el mal y el bien en mi vida, tiende a lo segundo.
El 2015 fue sin dudas un año de éxitos para todos. Éxitos, porque esto es una condición que va dentro de los luchadores. Éxitos grandes que parten del pequeño triunfo de haberse podido comprar un  rico helado de chocolate. Entonces el 2016, no será diferente, para los luchadores será también un año de éxitos.
Existirán problemas? Seguro, porque los problemas son parte de la vida, pero como leí en algún lugar, "fracasar no es caerse, sencillamente fracasar es negarse a levantar" y los luchadores se levantan.
Como no existen celebraciones de fin de año sin fotos alegres, aquí les dejo algunas para que nos vean.