lunes, 21 de diciembre de 2020

Dame la F. Dame la R. Dame la A. Dame la U. Dame la D. Dame la E. ¿Qué dice?, No se escucha.

 ¿Dónde estamos? Ya no lo sé.

Declaro que, para seguir el ritmo de la información, las declaraciones, las presentaciones de errores, irregularidades, declaraciones juradas de testigos, pronunciamiento de los colegios de cada estado, decisiones de las cortes, aparentes fraudes, despidos, renuncias, opiniones de los medios, TV y prensa, a todas luces inclinados más hacia un lado, etc., habría, me parece, que dejar de trabajar y dedicar a esto de las 24 horas que tiene el día, al menos 29 horas.

A mí, y lo digo con dolor porque el tema me interesa, me ha sido imposible seguir el ritmo, escuchar a todo el mundo que ha hablado, para luego sacar mis propias conclusiones y entonces, como en otras muchas ocasiones, el cerebro, quizás un poco atiborrado de información de todos tipos, tamaños, colores, al parecer para protegerse, se desconecta.

Para mí, nada conocedor, con lo poquito que he podido seguir, existió un enorme fraude y más que fraude señalo la palabra enorme. Tan grande como el que estamos acostumbrados a ver y es típico de muchos otros países.

Tengo, antes de estas, tres tipos de experiencias en elecciones.

La primera de ellas, la aprendí en el inigualable programa humorístico de la TV cubana, “San Nicolás del Peladero”, donde se trataba de reflejar satíricamente, con saña y alevosía, lo que dicen ocurrían en las elecciones de la llamada por la historiografía cubana, Seudo República.

Etapa donde, según los conocedores, parece que votaban los muertos, los fantasmas, algún que otro animal. Donde no sólo se compraban los votos, sino que se obligaba a votar a punta de pistola, donde, no todos, pero una parte de los políticos y politiqueros convirtieron la política nacional en su negocio personal, con sobradas muestras de caciquismo, regionalismo, machismo y al parecer mucho dinero.

La segunda, bueno, esas las viví en Cuba, durante el tiempo que viví allí, donde no hacía falta el gran fraude, porque las votaciones, el partido que se proclamaba como candidato, la figura candidata, los colegios e incluso los votantes, eran propiedad del gobierno. Toda la estructura estuvo siempre cuadrada, bien diseñada. No puedo asegurar que los muertos votaban, pero si puedo asegurar que personas aún vivas porque su corazón, aunque muy lento, aun latía, pero ya sin cerebros, emitieron sus votos, ayudados “un poquito” por familiares que decidían dónde poner la cruz.

Experiencia deformadora. No se hacían elecciones, las constituciones se cambiaban a gusto y conveniencia de algunos. Los llamados candidatos eran los mismos y respondían, al menos formalmente, a la misma idea.

Momentos donde no ir a votar se convirtió en un suicidio, en una autoanulación. No votar significaba quedar marcado con una “letra escarlata”, como en la película de mi novia secreta Demi Moore, que te denunciaba donde quiera que estuvieras. No votar era para los más bravos, el resto se conformaba con anular silenciosamente las boletas, convencidos de que no significaría mucho para los resultados finales. La propia ley electoral, hecha a conveniencia, preveía el ganar sin necesidad de contar las boletas anuladas “por error”.

Cuba, el país donde casi todo, casi siempre, fuera lo que fuera se aprobaba por unanimidad. Cuba, el país donde por muchos años jamás se preguntó por los que se abstenían o estaban en contra. Cuba, país de un único e irrevocable partido comunista, asegurado como una receta de cocina por la última constitución. El país que en 61 años ha tenido sólo tres presidentes, donde el primero dejó al segundo y luego el segundo dejó al tercero.

Mi tercera experiencia fue en un país capitalista, donde pensé yo que la cosa mejoraría, lamentablemente no fue así. República Dominicana, ese lindo país es pobre, aunque muchos de ellos lo imaginan rico, de bajo nivel cultural de forma general, donde los males recreados en San Nicolás del Peladero y más, se viven en realidad.

Lo de votar los muertos era lo de menos, allí votaban y quizás aún voten, los que nunca nacieron. Los votos se compran, se venden, se regalan, se cambian por comida, se entregan por favores de todos tipos, incluyendo los sexuales, etc. Sobre esas elecciones, mi asombro, lo que vi y viví, escribí mucho en mi antiguo blog “Dominicaneando”, por lo que no voy a repetir aquí todas aquellas ideas. Pueden leer y me es agradable recomendarme a mí mismo, en:

1.- La política en República Dominicana. Miki vs Papá. (17 de marzo de 2011) https://dominicubano.blogspot.com/2011/03/la-politica-en-republica-dominicana.html

2.- Elecciones Presidenciales en República Dominicana. (primera parte) (23 de mayo de 2012) https://dominicubano.blogspot.com/2012/05/elecciones-presidenciales-en-republica.html

3.- Elecciones Presidenciales en República Dominicana. (segunda parte) (26 de mayo de 2012) https://dominicubano.blogspot.com/2012/05/elecciones-presidenciales-en-republica_26.html

4.- Elecciones Presidenciales en República Dominicana, 2012. (tercera parte) (26 de mayo de 2012) https://dominicubano.blogspot.com/2012/05/elecciones-presidenciales-en-republica_9918.html

5.- Elecciones Presidenciales en República Dominicana, 2012. (final) (30 de mayo de 2012) https://dominicubano.blogspot.com/2012/05/elecciones-presidenciales-en-republica_30.html

Ahora les puedo garantizar que la imagen de un político, presidente de un partido o aspirante a la presidencia del país, encaramado en la cama de un camión, tirando gallinas o cerdos vivos a los congregados que pedían otro, otro, son reales, yo las vi con “estos ojos que tengo aquí en la punta de la nariz”. La imagen de batallas callejeras donde políticos de diferentes bandos se entran a tiro, no son películas, son una realidad cotidiana de ese agradable pueblo, al que obviamente les gustan las elecciones de cualquier tipo y en cualquier momento, porque al decir de muchos dominicanos, en esos momentos “el dinero corre y corre cantidad”.

Entonces en medio de todas estas experiencias, para mí, que siempre quise vivir aquí, aparecía la imagen de los Estados Unidos. País altamente desarrollado, país altamente influyente en el plano económico, político, militar, diplomático para el planeta Tierra. Estados Unidos, país con una constitución moderna, sólida, bien estructurada a pesar de los años que la tiene, que ha servido y sirve de ejemplo a muchísimos países y constituciones del mundo. País con un sistema político sólido, con estructuras de gobierno bien diseñadas, donde las palabras libertad, seguridad, patria, derechos, son de consumo diario y diseñan y marcan la vida práctica de cada ciudadano.

Estados Unidos el país iluminado y que ilumina a aquellos que piensan en democracias, donde las leyes son fuertes, se cumplen para todos por igual. Estados Unidos que, además, desde hace muchos años, da clases y consejos.

Pues resulta que con todo eso que existe, que no es perfecto, pero existe, hoy, para mi modo de ver y entender, está enfrentando, según muchos expertos, el mayor fraude electoral de toda su historia. Y en realidad, yo, que comencé diciendo que no puedo seguir el ritmo de lo que está pasando en cada estado, en cada corte, que llegué ayer, que no conozco al detalle absolutamente nada, que no tengo experiencias anteriores, que mi inglés en realidad me permite entender sólo la mitad, puedo asegurar que los errores, las irregularidades, los problemas, las cosas nunca antes vistas, los defectos, etc., son gigantescos, son enormes, son incalculables, son hasta cierto, no sólo difíciles de contabilizar, sino hasta de creer.

Yo no tengo ni una prueba para decir que existió el FRAUDE, no las puedo tener, el juego está a un nivel que ni soñando yo puedo entender, pero desde mi silla, con lo poquito que he podido ver y entender, no fraude, sino un ENORME FRAUDE es lo que ha existido. Y lo más inentendible de todo esto, es cómo los interesados y responsables no lo ven, no lo definen, no lo nombran y lo acaban de declarar.

Es cierto, puede ser fuerte, porque la historia ha pasado de ser una batalla política entre dos candidatos por los próximos cuatro años de presidencia, a convertirse en un análisis de la fiabilidad y confiabilidad del sistema electoral de la “gran” nación. El asunto ha pasado al cuestionamiento de estados, de leyes, de procedimientos, de políticos y gobernadores, de partidarios del partido demócrata y del partido republicano.

La idea, cosa que no tuviera mayor relevancia, ha dejado de ser por un puñado de votos para saber quién ganó o perdió, para hablarse de complot internacional, injerencia extranjera, corrupción y sobre todo traición, ya no a una persona u otra, sino a la Unión.

La idea ha cambiado radicalmente. Hasta ahora el Presidente Trump, candidato competidor por el partido republicano para un nuevo período de gobierno, que había sino catalogado con todos los adjetivos negativos que se han inventado para un humano, o sea, prepotente, mentiroso, corrupto, machista, racista, ladrón, mal marido, mal padre, hijo de una mala madre, tramposo, ahora es reconocido y nombrado “patriota” y es que esa categoría se la ha ganado porque ha enunciado y mantenido una defensa, no para él, sino para la patria, o sea, para los Estados Unidos, demostrando que ese interés es el más grande.

Si estamos de acuerdo que Trump, no necesita de ser presidente para vivir bien, que su dinero no dependió, ni depende de su paso por la política. Si acordamos que ahora mismo podría tirarlo todo a la mierda e irse a vivir cómodamente, sin la menor preocupación, creo debe tener dinero para comprarse una isla, un pedazo de un país y incluso la tan moderna idea de comprarse una parcela de tierra en la Luna. Si entendemos que precisamente su paso por la política no está basado en compromisos históricos con los “viejos” y que no parece fácil comprarlo o comprometerlo. Si reconocemos que fue sometido a un juicio político, donde los demócratas la tiraron con todos los hierros y no pudieron probarle nada, menos destituirlo o sacarlo de la Casa Blanca, entonces el fácil reconocer que, primero, se ha portado bien, sólo ha apelado a los derechos que tiene, dando paso por paso, sin violar absolutamente nada y segundo, que lo de patriota está bien ganado. Es un patriota, es un norteamericano, que está defendiendo a su país y quiere probar, a lo mejor puede, ojalá pueda, la corrupción histórica, tradicional, quizás silenciosa o silenciada por los intereses, que desde hace muchos años existe.

Precisamente el patriota, seguido de un grupo de personas honestas, también reconocidas como patriotas, quieren poner al relieve lo que pasa, lo que se domina en los pasillos de la política y lo están haciendo, aunque con eso destruyan la imagen de solidez que tiene el país, sobre todo para el resto del mundo. Ellos están diciendo, hubo un enorme fraude, que no debía haber pasado, pero que pasó y entonces hay que descubrirlo. Ahora los llamados patriotas, se han vestido de lujo, porque han dejado de ser lo que eran, para convertirse en los defensores de los mayores derechos, logros y seguridades de Estados Unidos.

Por la cuenta mía, sólo lo que he podido escuchar y ver, los llamados “errores” y las “irregularidades son:

  • Muchos muertos votaron en varios estados.
  • Estados enviaron boletas por correo a personas que nunca lo solicitaron.
  • Envío de boletas a jóvenes menores de edad que no tienen derecho a votar.
  • Personas votaron en varios estados, ciudades o colegios electorales a la misma vez, duplicando así el voto.
  • Boletas que fueron pasadas para contarse cuatro o cinco veces, lo que quiere decir que dieron cuatro o cinco veces el mismo voto a un candidato.
  • Personas que cuando llegaron a votar, ya su voto se había realizado por ellas, sin que nadie pudiera explicar.
  • Suspensión del conteo de los votos cuando un candidato ganaba y luego de una madrugada, donde se introdujeron miles de boletas por la izquierda, el ganador perdía.
  • Introducción de miles de boletas, provenientes de cajones escondidos, camionetas de carga, etc. que han quedado registrado en los videos de las cámaras de seguridad de los centros de conteos.
  • Declaraciones bajo juramento de personas que fueron entrenadas para participar en los conteos, donde aseguran que sus supervisores los conminaron a mentir.
  • Boletas llegadas por correo contadas, cuya fecha de emisión estaba fuera de los rangos de fecha permitidas por la ley electoral.
  • Boletas contadas sin comprobarse si el que la emitió, firma y sobre, era una persona real o no.
  • Estados que cambiaron las leyes de votación días antes, sin estar autorizados para hacerlo.
  • Máquinas y programas para contar votos que estaban conectadas a internet y que cuyo conteo fue cambiado de un candidato a otro que fueron utilizadas en varios estados del país. Máquinas y software que se sabe se fabricaron y utilizaron para cambiar otras elecciones.
  • Conteo de los votos en otros países, que nada tienen que ver con las elecciones norteamericanas.
  • Observadores legales, en este caso republicanos, a los que no se les dejó observar nada y no pudieron cumplir con sus funciones de garantizar la honestidad de los conteos.
  • Trabajadores de correo con cajas de boletas “olvidadas” en el maletero de sus carros.
  • La prensa y los medios de comunicación, conocedoras del caso Hunter Biden y sus “acuerdos” con Rusia, por los que recibió dinero, millones de dólares y que según se plantea su padre Biden, uno de los candidatos competidores formaba parte y sabía, ocultó toda la información antes y durante las votaciones.
  • Demócratas que ha declarado el fraude en contra de Trump.
  • Decenas de personas que han declarado bajo juramento, en varios estados del país, donde han evidenciado el mal manejo con las boletas, el permitir a votantes votar sin presentar ningún documento de identificación.
  • Votos por correo con más que evidentes violaciones.
  • Trump diciendo desde 2018, con una ley incluso firmada, que sabía que se estaba montando un enorme fraude, desde el 2018 hace dos años, por lo que llamó a las personas a votar de forma presencial, en lo que los demócratas hacían énfasis en lo conveniente de las votaciones por correo, que son precisamente donde aparecen la mayor parte de los problemas demostrados.

Entonces, si esto pasa en República Dominicana o algún país de África o América Latina, todos gritaríamos FRAUDEEEEEEEEEEEEE, sin embargo, estas mismas “irregularidades” aquí son vistas de forma diferente, lo que me parece poco explicable. Los demócratas y sus acompañantes están diciendo que no pasa nada, que ellos no saben por qué las quejas, que Trump está dando una perreta de niño malcriado, que sus seguidores, todos, son locos o mongos. Los medios de comunicación han censurado casi todo, han eliminado canales informativos, no se puede mencionar determinadas palabras, entre ellas Trump, Biden, fraude. Los organismos que se supone investiguen, han investigado poco, me refiero al FBI, a la CIA, a no ser que se están guardando el resultado para hacer un carnaval. Las cortes estatales, los gobernadores, los senadores, muchos, se ha pasado con fichas.

A mí me parece entonces que el fraude es sólo evidenciable y gozable por todos, en los países pobres, en aquellos lugares que a nadie les interesa. En República Dominicana se hace fraude, aquí en Estados Unidos son irregularidades, errores, insignificantes, que no cambian nada, que no pasan a las ligas mayores, por lo que todo sigue igual, el país sigue caminando viento en popa, no hay nada que revisar, ni dudar, menos cambiar. Y es ahí, más allá del candidato que gane, donde estaremos jodido a futuro.

¿A dónde vamos ahora?

 

domingo, 13 de diciembre de 2020

Para cubanos, vuelve "El Tavo" con Su Propia Guerra.

Muy pocas veces se tiene la posibilidad de conocer a personas celebres, sobre todo, cuando uno no proviene o vive dentro de las celebridades.

Es siempre emocionante entonces, acercarse en vida a alguien que tiene una obra propia hecha. No importa si es escritor, científico, artista, arquitecto, plomero o constructor. La obra terminada es lo importante.

En mi primer viaje a San Antonio, Texas, allá por el 2013, donde viven mi hija Jennifer, mi nieta Mia y mi yerno Yordan, conocí que éste último tiene allí también parte de su familia. Entonces, como todo recién llegado, un día nos fuimos a casa de la familia, hasta ese momento de Yordán y digo hasta ese momento, porque hoy ya también lo es mía. Su primo hermano Sandor y su esposa Bianca. Él, cubanísimo sin filtros, ella, una joven mexicana que no sabe cocinar para menos de 20 personas, dueña del mejor pozole que se puede consumir y los padres de Sandor, tía María Elena y tío Anthony. Con tía Mary se rompieron todos los cálculos, santiaguera que, a pesar de vivir en la capital cubana por muchísimos años, sigue siendo santiaguera, dueña de la sonrisa, del dominó, del baile, de las cervezas, de las buenas y malas palabras cubanas, dueña de las fiestas y de vez en cuando, hoy escondida de sus familiares por determinados padecimientos de salud, dueña de los cigarritos y tío Tony, una persona gordita, bajita, de cara agradable y una sonrisa maldita, tranquilo y muy familiar.

A los pocos minutos descubrí que Tony era tan conversador como yo y entonces, yo como un perro en busca de cariño, me le arrimé poco a poco. Pues resultó que Tony, por aquellos días, se encontraba trabajando en terminar de escribir un libro, cosa que me atrapó más. Para colmo de bienes el tema del libro era para mi conocido.

Resulta que Tony, viviendo y trabajando en Cuba, fue el coguionista de la famosa serie de TV cubana, “Su Propia Guerra”, donde, a lo mejor si digo que el personaje de Octavio Sánchez Guzman era el protagonista, muchos no lo recordaran, pero cuando se dice el Tavo, no es difícil definir y reconocer que el protagonista, no sólo se convirtió en la figura principal de la pantalla, sino que por muchos meses se convirtió en el protagonista de nuestras vidas. Tanto se convirtió el Tavo en parte de nuestras vidas, que todavía hoy, muchos años después ese sobre nombre significa mucho para los cubanos, con ese sobrenombre, que hubiera pasado sin importancia como otros miles de sobrenombres que usamos, se identifica y sirve para identificar una forma de actuar y proceder. Tavo proveniente de achicar el nombre Gustavo en Cuba es una cosa y otra, a partir de la serie, es el Tavo.

Recuerdo que la serie desde el primer capítulo cautivo a todos, de todas las edades. Hay papeles que marcan la vida de los artistas y este es uno de esos casos. Por aquel entonces Albertico Pujol, hoy al pasar de los años, Alberto, fue el Tavo y por lo menos para mí, cuesta trabajo verlo, incluso interpretando otro cualquier personaje y no pensar en aquella serie y su trabajo en ella. Es así para muchos actores, Marlon Brandon, el más grande de todos los grandes, con una historia en el teatro y el cine de envidia, con decenas de personajes diferentes magistralmente interpretados, es Vito Corleone. Alberto Pujol es tanto el Tavo, que, todavía hoy viviendo en Miami, declara que muchas personas siguen pensando que él fue realmente agente de la seguridad del estado y sonriendo se ve obligado a aclarar que no, que sólo fue un papel dentro de una serie policiaca, tal como si hubiera interpretado otro cualquiera.

Por aquello días, Tony y yo, en nuestros encuentros hablamos de su libro y recordábamos el impacto de la serie en la televisión. Quizás de haber sido otro el entorno, había merecido, como se hace en otras ocasiones, una película en la pantalla grande.

Pasaron los años, seguí visitando a la familia de Yordan, que ha ido creciendo, Sandor y Bianca, hoy tiene dos lindas texanas, seguí participando en las alegres fiestas con tía a Mary a la cabeza, con incluso algunos cigarritos fumados escondidos en el jardín o patio, tal como si todos fuéramos niños que por primera vez nos llevábamos un cigarro a la boca y por supuesto seguí comiendo salvajemente los platos de pozole y hoy, me es muy grato reconocer que aquella idea del libro que tío Tony estaba escribiendo, es una realidad. Ya está, ya se puede comprar, ya se puede leer.

Y entonces, al no poder esperar al próximo encuentro, cogí mi celular y llamé a Tony. Tres ideas. Una las más que merecidas felicitaciones. Cualquiera que piense que escribir es fácil, está en un craso error. Segundo, enterarme cómo y dónde lo podía adquirir, quería leerlo por Tony y por mí. Tercero, la duda que siempre tuve, Tavo y su Propia Guerra, ¿no resultaba una apología a la Seguridad del Estado cubana?

“El Tavo” de esta, por llamarla de alguna forma, novela policiaca, no es la biografía de alguien en específico, o sea, Gustavo Sánchez Guzman nunca existió, sin embargo, ella es el resumen de muchas horas de investigación, sobre los miles de Tavos, que los cubanos sabemos que, si existieron y deben aún existir, como parte de las armas que la Revolución Cubana ha utilizado desde 1959.

Yo, en mi experiencia personal conocí a dos. Quiero dejar las historias.

Un día, siendo yo muy joven, tan joven que comenzaba a explicarme por mí mismo la vida, me fui a hacerle “la media” a mi amigo Robertico. Él tenía que ir a ver a una compañera de trabajo, ahora no recuerdo por qué. Ambos montamos en la moto que él tenía, una Júpiter del trabajo y nos fuimos a Mantilla, bajamos por la avenida que está al lado del cine Martilla y casi al final, en una casa metida para adentro, que para llegar había que caminar por unos angostos pasillos entre paredes de otras casas, nos encontramos con la amiga de mi amigo, una negra gordita cubana, de esas que se parecen a la clásica imagen puesta en las etiquetas de la mayonesa Doña Delicia. Inmediatamente vasos con ron.

En aquella casa, estaba, además, un tipo para mi gusto extraño. Peinaba uno de aquellos peinados clásicos de los llamados “guapos” cubanos, muy rebajado atrás y con prominentes motas sobre las orejas, tenía muchos dientes de oro y varios tatuajes, de aquellos que se hacen en las cárceles, diferentes a los que hoy se exhiben como arte en los cuerpos. Allí estuvimos un corto tiempo y al anunciar que nos marchábamos, el amigo con tatuajes, dientes de oro y “fleitó”, nos pidió una “botella” hasta la Calzada de Mantilla.

Robertico manejaba, el para mi delincuente se sentó detrás de él y a mí me toco el sidecar de la moto, por lo que mi cabeza quedaba a la altura de la cintura de los amigos. Entonces cuando giré mi cabeza a la izquierda, descubro que el amigo “delincuente” llevaba en la cintura una pistola Makarov y casi muero. Crecí en un país donde no se veían las armas, ellas sólo eran portadas por los agentes de la seguridad del estado, muy bien camuflajeadas y por los policías cuando estaban de servicio. La idea de un delincuente clásico, todo tatuado, con muchos dientes de oro, que había contado que había estado varias veces preso, en varias cárceles cubanas y una pistola Makarov en la cintura, no me eran comunes. Yo era muy joven. El tipo se bajó, nos despedimos de él y en nanosegundos le pregunté a Robertico, que sonriendo me respondió: _ "es un Tavo". El tipo era uno de aquellos agentes encubiertos que pasaban su vida infiltrado en grupo de delincuentes, incluyendo dentro de las cárceles.

Mi segunda historia no es menos impresionante. Estaba yo con mi hermano Iván resolviendo un tema de ponche en una goma en el servicentro que está en la esquina de mi casa en Víbora Park. Ya saben, ponchero, palancas, golpes que al final terminan destruyendo las llantas, suciedad casi mortal. Entretenido estábamos, vigilando al ponchero poco diestro, cuando apareció un cubano bajito, delgado, rubio, que dijo venía empujando la rueda de una moto Ural desde La Palma, o sea, más menos 10 cuadras.

El ponchero lo miró, como se mira a una rata que cruza cerca y le respondió que no podía hacer nada por él, en aquel servicentro sólo se podían trabajar gomas de automóviles. El motociclista, comenzó casi a rogarle y le dijo que él era el administrador del servicentro famoso que está en la esquina de la calle Perla con la Avenida 100, tratando de motivar a mi ponchero por pertenecer al mismo sindicato. El ponchero, que seguía mirando a una rata, a pesar de que eran compañeros de trabajo, le respondió que, si él sacaba la cámara, entonces podría cogerle el ponche. ¿Sacar la cámara? Respondió el amigo sudado, dejando claro que no tenía idea de cómo hacerlo. Entonces Iván y yo, que presenciamos la conversación entre dos trabajadores del mismo ramo pero que no se ayudaban, solidarios, le pedimos al ponchero sus medievales instrumentos de trabajo y comenzamos a sacar la cámara de la llanta de la moto, tal como si fuéramos aquellos herreros de las películas. El sudor entonces cambio de cuerpos.

En uno de los baja y sube, al amigo rubito, que hasta ese momento era el administrador de un servicentro de Ciudad de la Habana, se le subió la camisa y entonces apareció clavada en la cintura una pistola Makarov. Mi cara de asombro fue tal, cosa que durante muchos años me ha traído problemas, o sea, eso de no poder esconder mi cara, por la idea de un administrador de servicentro con pistola, que el amigo ya menos sudado, sonrió y nos comentó con mucha discreción, que no nos preocupáramos por la pistola y para mayor seguridad, nos enseñó su billetera, dentro de la cual estaba su carné, su “boniato”, su identificación del G-2. Entonces entendimos, era un Tavo.

A partir de estas dos historias y luego de vivir, conozco que todo el Cuba, cada centro de trabajo, cada cárcel, cada institución no gubernamental, incluyendo a la iglesia, cada partido o grupo de los llamados disidentes con muchos o menos integrantes, cada misión, incluso ahora en muchas de las calles del exterior, sobre todo en Estados Unidos, existen muchos, muchísimos Tavos. Unos trabajan por amor, por compromiso, otros imagino por dinero y beneficios y los que Tony con su serie primero y luego libro describe, por chantajes.

Tony, por suerte, está vivo, entonces no creo que yo pueda superar lo que él mismo ha dicho junto al lanzamiento del libro. No vale la pena que me convierta en su traductor, menos en su interprete. Les dejo la reseña oficial que se ha hecho y la entrevista que se le hizo, ambas cosas para celebrar la llegada de su obra. Sólo quiero ratificar que, si quieren recordar para los que “el Tavo” fue conocido, pero además si quieren conocer cómo funciona en la realidad parte de ese sistema de gobierno, quizás su parte menos visible y hasta oscura, si quieren pasar un buen momento leyendo, no dejen de comprar el libro.

https://www.amazon.com/propia-guerra-tavo-Caligrama-Spanish/dp/8418104104

 

Antonio Joaquín González (Tony, La Habana, Cuba, 1948). Se desempeñó como escritor para radio y televisión desde 1969. Entre sus guiones destacan los creados para las series policíacas Día y nocheSu propia guerraMiami special teamCódigo 357XPedientes Cold CaseNieve en Miami, entre otros. Su primera novela literaria, Apuntes para un dossier, escrita en 1978, desapareció misteriosamente de una editorial cubana sin que llegara a publicarse. Cuatro décadas más tarde, estalló el escándalo de los «ataques acústicos» contra personal diplomático en algunas embajadas de La Habana mediante un método muy parecido al concebido por la imaginación del escritor en la novela raptada. A finales de 1980 publicó la trilogía policíaca Arenas blancasLa hidra de Lerna y Talco alegreSu propia guerra es su última novela.                                                                                        Caligrama, octubre 2020

“Llega la novela basada en la serie de televisión cubana que cosechó éxitos en más de veinte países: Su propia guerra.

El escritor y guionista Tony Joaquín González versiona y moderniza el thriller policíaco y consigue una obra capaz de exponer las sombras del régimen cubano.

La editorial Caligrama publica Su propia guerra. El Tavo. Tony Joaquín González versiona el guion que escribió en los 80 y que resultó ser la serie con mayor éxito de la televisión cubana. El resultado es un thriller policíaco repleto de intrigas, con un trasfondo que expone las sombras del régimen castrista. «Pasar de un estilo a otro conlleva sus riesgos. Con el guion solo tienes que pensar en imágenes, la escenografía, la acción, el drama están ahí a la vista. Pero en la literatura tienes que narrarlo y hacerlo de una forma tal que atrape al lector. Me fascina ese reto y confío mucho en la imaginación de los que tienen el hábito y la paciencia de leer. De manera que le he dado una estructura a la novela que recuerda los cortes y elipsis de la televisión y el cine. Mi idea es que el público lea como si estuviera viendo el capítulo de una serie o una película», cuenta el autor de varias novelas y series transmitidas por la TV cubana, venezolana, norteamericana y europea.

«Marginal se nace, delincuente se hace», dice el protagonista de la trama, Octavio Sánchez Guzmán, conocido en los bajos fondos como Tavo el Quieto, «quien desde el primer contacto con la policía demostró, no solo su potencial, sino que libraba en su interior una guerra particular para no convertirse en delincuente y ser un hombre de bien», cuenta el escritor. Los personajes pertenecen a la ficción, pero están inspirados en gente real a partir de entrevistas que el autor realizó a «agentes, exagentes, chivatos, delatores de oficio y cuanta cosa rara uno se encuentra en ese mundo subterráneo».

Las contradicciones y los antagonismos se vierten en un texto trepidante en el que los conflictos avanzan sorpresivamente. Las luchas interiores y exteriores caracterizan a los protagonistas de una historia que, más allá de la ficción, posee credibilidad y autenticidad. Su propia guerra es una novela audaz y palpitante, que sacude y que da voz a los que pocas veces se les brinda la oportunidad”.

Entrevista a Tony Joaquín González.

1. Eres escritor de guiones televisivos, muchos de los cuales han tenido enorme éxito. Además, has publicado varias novelas, ¿cuál de tus facetas de escritor prefieres? 

Definitivamente, y sin pensarlo, prefiero la literatura, a pesar de que ser guionista ha sido por años la manera de ganarme la vida. Creo que fue Gabriel García Márquez quien definió el trabajo de escritor como el más solitario del mundo y esto aplica para ambas facetas. Nadie puede ayudarte a escribir lo que tienes en mente. Sin embargo, crear guiones para radio o televisión tiene una regla básica para el escritor: estar blindado contra los resultados del oficio. De manera que tienes una idea, tuya o por encargo, como sea, comienzas a desarrollarla, creas los personajes, los puntos de giro, los conflictos que hacen avanzar la trama, en fin, la dramaturgia. Por supuesto, si eres un profesional. Entonces aparecen los inversionistas, ejecutivos, directores, productores, actores y todo el que se cree con derecho a opinar y decir cómo debía haber sido. Ya no es tu idea y no estás tan solo, pero en muchos casos mal acompañado. Es lógico, la televisión no es un medio cultural, sino un transmisor de productos para el consumo. Y el guionista no es más que la base de una pirámide invertida.

De todas formas, pasar de un estilo a otro conlleva sus riesgos. Con el guion solo tienes que pensar en imágenes, la escenografía, la acción, el drama están ahí a la vista. Pero en la literatura tienes que narrarlo y hacerlo de una forma tal que atrape al lector. Me fascina ese reto y confío mucho en la imaginación de los que tienen el hábito y la paciencia de leer. De manera que le he dado una estructura a la novela que recuerda los cortes y elipsis de la televisión y el cine. Mi idea es que el público lea como si estuviera viendo el capítulo de una serie o una película. 


2. ¿Cómo surge tu obra Su propia guerra, El Tavo?

Es la versión literaria de una serie de televisión que se transmitió en Cuba a finales de los años 80 y que marcó un antes y un después en la concepción televisiva del policíaco cubano. La historia trata sobre un joven nacido en un barrio marginal que es comprometido a colaborar con las autoridades mediante un supuesto chantaje dado a partir del contexto social donde nació y se crio. Su familia había probado los rigores de la cárcel y eso bastaba para que fuera tildado como un delincuente en potencia. Pero Octavio Sánchez Guzmán, conocido en los bajos fondos como Tavo el Quieto, estaba muy por encima de las expectativas. «Marginal se nace, delincuente se hace», decía, y desde el primer contacto con la policía demostró, no solo su potencial, sino que libraba en su interior una guerra particular para no convertirse en delincuente y ser un hombre de bien. El personaje es ficción, pero está concebido sobre bases ciertas porque fue diseñado a partir de una serie de entrevistas que tuvimos con agentes, exagentes, chivatos, delatores de oficio y cuanta cosa rara uno se encuentra en ese mundo subterráneo. El conjunto formaba parte de la realidad nacional. Igual sucedió con los casos tratados y el resto de los personajes. Todos tienen origen real.


3. ¿Por qué una versión literaria de la serie?

A estas alturas de la vida y más de treinta años después, te puedo decir que todavía no sé cómo esa serie pudo pasar la férrea censura de la televisión cubana. Su argumento desmitificaba por completo la teoría del «hombre nuevo» que preconizaba el régimen. Por primera vez el cubano se vio reflejado realmente en una pantalla.  El público se quedó con deseos de más y yo sentí que tenía una deuda doble. Primero, con el personaje: había que reivindicarlo para llevarlo a su justa dimensión mucho más allá del marco local donde se desarrollaba. Segundo, con el actor Alberto Pujol que le dio vida al Tavo y a partir de ahí también se le complicó la existencia. A pesar de ser un gran actor y tener en su haber series, novelas y películas internacionales, Alberto Pujol es Tavo el Quieto. Solamente este hecho ameritaba retomar la obra y llevarla por un camino tan cercano a la verdad que ni las propias autoridades podían sospechar. Hicimos varios intentos para televisión, incluso en plataformas streaming actuales, pero fueron infructuosos. El factor económico mezclado con intereses personales predominaba. Mi hijo Sándor siempre me decía: «Tú no tienes que depender de nadie. Escribe un libro». Entonces tomé la decisión de contar una historia a partir de mi concepción de lo que debió ser el Tavo y plasmarla en una novela literaria donde yo soy el dueño de lo que digo y el amo de lo que callo.  Así comenzó la verdadera historia de Su propia guerra, que, sin proponérmelo, cobra muchísima actualidad en este momento exacto que se está viviendo en el mundo y especialmente en Estados Unidos, donde la izquierda anda como desenfrenada buscando formar un nuevo orden mundial. De manera que mezclé hechos reales con algunos toques de ficción en un intento de universalizar la obra. Le envié un primer borrador a mi amigo Alberto Pujol y le gustó. Después escribí a varias editoriales y Caligrama me respondió enseguida.  Hubo una comunicación sincera y fluida con la asesora editorial y estamos a punto de ver el resultado. El lector tendrá la última palabra, que espero sea satisfactoria.

 

4. ¿Qué tiene que tener una novela policíaca para enganchar al lector?

Credibilidad. Más allá del caso que se trate, el ambiente donde se desarrolle la trama debe ser reflejado con la mayor veracidad posible. Además, por supuesto, no se pueden perder de vista las intrigas y situaciones peligrosas por donde transita el protagonista.


5.La trama de esta novela sucede en La Habana, ciudad en la que naciste. ¿Qué visión muestras de tu país y su historia?

La Habana fue una ciudad increíble hasta mediados de 1959 cuando comenzó a fenecer para convertirse en lo que es hoy: una ruina social, política y económica. En la novela intento mostrar esa etapa de transición entre el esplendor y la decadencia. Por supuesto que hay un balance en los puntos de vista del enfoque. Unas veces prima el concepto marginal y en otras los hechos se narran como debieron suceder, en ambos casos es el Tavo o sus acólitos reflexionando a partir del mundo que los rodea.

La Habana se perdió y su composición social mutó hacia valores paupérrimos. El delito y la mentira se convirtieron en una forma de vida que atrapó la colectividad nacional que no formaba parte de la superestructura. Es decir, esa gran masa irredenta que ciñe las bases de una sociedad. No sé si algún día se pueda rescatar. El daño social ha sido muy grande

6. ¿Quiénes son los personajes y con qué características los has construido? 

Los personajes son contradictorios, antagónicos en algunos casos y en otros conflictivos. Pero te puedo asegurar que no hay ningún plano. Todos tienen sus luchas exteriores e interiores. El Tavo nació marginal y, sin que lo supiera, ya tenía un enemigo mortal en el momento de su alumbramiento: el Pury, cuyo padre fue asesinado por el progenitor de Octavio dos días antes de que este viera la luz. Gustavo, el babalao, padrino de religión del Tavo, es un tipo lleno de contradicciones que le da actualidad al relato. Toña el negro, es un joven, babalao también, homosexual, buena persona y amigo incondicional de Octavio que vive inmerso en su mundo fuera del armario, pero poniendo sus creencias religiosas sobre todas las cosas. Botaperro, es el backup (respaldo) de Octavio, una categoría de agente encubierto que no se ha dado mucho a conocer, pero que existe en realidad. También hay dos muy notables por esa época, el capitán Pablo Bermúdez y el oficial operativo Omar. Tengo que destacar dos figuras cuya construcción bordea el tono de la farsa: Emigdio Nelson Rodrigo Ríos y Camilo Lemus Torrada, son dos policías que, si no fuera por lo triste de su contenido, podría decirse que su proceder es histriónico. En realidad, reflejan el estereotipo de una suma de actitudes ambiguas, donde se destacan el oportunismo, el crimen, la mentira y otros males con el fin de escalar posiciones. Casi todos los personajes, incluso, estos dos, han sido concebidos sobre bases totalmente creíbles porque parten de la realidad. No existen buenos y malos, todo no es más que la consecuencia de una cadena de acciones. En resumen, el lector definirá con quien simpatiza o no. Hay muchas sorpresas, pero no puedo revelarlas porque no quiero exponer de antemano las expectativas de la novela.

 

7. Toda novela está poblada de un trasfondo que va más allá del desarrollo de la trama, ¿cuál es en el caso de Su propia guerra?

Exponer una sociedad que ha sido destruida por un maniqueísmo absurdo y en nombre de una doctrina tan aberrante como un genocidio. Y no solo se trata de poner al descubierto los horrores del sistema, sino también sus ideales y métodos de expansión a partir de inculcar un ridículo chauvinismo que lleva ya 61 años de ignominia y prejuicios.


 8. ¿Qué hace de esta una historia única?

La forma de contar o la narrativa, si se quiere ser pretencioso. No existe una historia única o exclusiva porque todo se ha dicho ya desde que el mundo es mundo.


9. ¿Qué te gustaría conseguir en el lector que se adentre en tu obra?

Que se sintiera identificado con alguno de los personajes o situaciones. No es difícil, todos hemos jugado alguna vez a policías y bandidos o a ser un espía exitoso. Seguramente muchos sienten curiosidad por los métodos y las leyes que rigen ese universo. Adentrándose en la novela pueden satisfacer alguna de sus curiosidades.


10. ¿Cómo recomendarías tu libro a alguien?

Cómprelo, hay cosas más caras que no dan satisfacción alguna. Léalo sin prejuicios. No tenga miedo.


11. ¿Suele servirte algún método de trabajo, sigues algún horario o escribes cuando sientes la necesidad?

Primero me documento, investigo, entrevisto, busco fuentes y datos. Defino qué voy a contar y cómo. Me cuesta trabajo comenzar. Es el controvertido miedo a la cuartilla en blanco, entonces pienso mucho en la historia. Tomo nota de frases y sucesos que se me ocurren. Después, un día, me siento y escribo un guion de 54 minutos en unas 20 horas. Claro, eso no puedo hacerlo con la literatura. Este libro ha sido para mí una revelación de que la metodología es necesaria para lograr una buena narrativa. Pensé que podía escribirlo en menos de tres meses. Estaba totalmente equivocado. Narrar no es escribir un guion, aunque el método, el estilo y las elipsis sean similares. Comencé a escribir esta obra en el 2018 y dos años después me parece que puedo hacerle modificaciones y mejorarla. Pero eso quedará ya para una segunda edición, si se produce.


12. ¿Qué aspectos de tu vida te han podido marcar como escritor?

Muchos. «Yo soy yo y mis circunstancias y si no la salvo a ella no me salvo yo», reflexionó Ortega y Gasset en Meditaciones del Quijote.

Todo ser humano está marcado por su época y la que me ha tocado vivir a mí ha sido bastante convulsa y contradictoria. Algo que todavía continúa así. De manera que, si logro escribir otras obras, también estarán definidas por las mutaciones del tiempo.


13. ¿Alguna anécdota a resaltar relacionada con el proceso creativo de esta obra?

Sí, hay varias, pero la más importante es que en medio del proceso creativo sucedió un hecho que volvió a dividir la historia de la humanidad en dos: antes y ahora, porque lamentablemente todavía no hay un después de la COVID-19. A pesar de la pandemia, aquí estamos y con toda honestidad podemos decir a los lectores que para pasar entretenido la cuarentena nada mejor que una buena lectura. Por tanto, le recomendamos nuestro libro Su propia guerra. El Tavo.

 

15. ¿Cómo valoras el proceso de edición?

Como te dije anteriormente, el guionista tiene que estar blindado para recibir opiniones externas y no ceder ante ellas. Esa fue mi actitud desde que recibí el informe editorial. Pero no fue así realmente. Desde el principio todo estuvo enfocado a mejorar la redacción sin obstaculizar el contenido. Nunca había pasado por un proceso igual, sobre todo porque se desarrolló a distancia mediante emails y herramientas de autor. El resultado me parece bueno. Yo estoy complacido, aunque falta la última palabra que es la del lector.


16. Termina la fase: Caligrama es…

…la editorial del futuro.

viernes, 11 de diciembre de 2020

Mientras se reprime cada día más y con más fuerza, el gobierno y sus acólitos, quieren que se les entienda, les den tiempo y engañan con querer dialogar.

Todos comentemos errores. De ahí lo de “el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”. Cuando hoy miro hacia mi pasado, puedo recordar las miles de veces que, incluso teniendo la razón o pensé que actuaba bien, metí la pata, luego metí la otra y de seguro no metí más ninguna porque no la tuve.

Discusiones, palabras fuertes, malas actuaciones para mi buenas, arranques violentos y poco pensados e incluso una que otra nalgada a alguno de mis hijos o fuertes reflexiones, llamándolos a lo que, según mi cerebro y tradición familiar, se debía hacer.

La “Parca”, la fría muerte, me ha dado la oportunidad de estar vivo aún, entonces desde hace algunos años, primero, trato de equivocarme menos, pienso más antes de actuar y segundo, me he propuesto resolver mi pasado y entonces a los más cercanos, a los que siguen viajando conmigo en el tren, a veces con actos, otras con palabras, he tratado de explicar y pedir disculpas.

A veces, incluso con la razón, la forma escogida no es buena, entonces terminamos dañando a personas que queremos y queremos mucho. Como dicen algunos poetas y escritores, lo que sabemos que resulta imposible, primero deberíamos ser viejos y luego caminar hacia la niñez.

En esto de pedir disculpas o perdón, quizás cosa que se ha puesto de moda, algunos políticos, presidentes de países y Papas han dado ejemplos y han reconocido errores históricos, actuaciones indebidas, masacres y guerras innecesarias y por ello han pedido perdón. Perdón simbólico, porque no se puede devolver la vida a millones de personas, pero perdón.

Puede sonar hipócrita, quizás oportunista, pero no; es responsable, honesto y necesario el reconocimiento de errores, que, a la luz de hoy, fueron actuaciones amparadas por determinadas circunstancias, ocurridas incluso hace muchos siglos atrás.

Cuba, en esta última etapa de seis largas décadas, acumula una enorme cantidad de “errores” y malas actuaciones en todas las direcciones y en todos los sentidos. Al ser cubano me parece que en eso de los “errores” Cuba podría al menos competir por un lugar en el pódium. Daños a personas, familias e incluso instituciones que sin explicación fueron cerradas, desestimadas, saqueadas, etc. Una gran parte de ellos, tantos como para descubrir una forma de actuar sistemática, promovidas desde el gobierno y el partido comunista, que durante muchos años estuvo representado por la misma persona, que cuando se cansó, le pasó el batón a su hermano y este, ya viejito, le ha entregado el mismo batón en la misma pista de carrera a un elegido, que por sus méritos y posibilidades mejor debería participar en una carrera en unos juegos paralímpicos.

Hasta hoy, que yo recuerde, jamás se ha pedido perdón o disculpa. Ya nadie quiere hablar de esas cosas, tal como si nunca hubieran pasado y los que las recuerdan, pues son fácilmente acusados de rencorosos.

Maltrato a personas, profesionales, intelectuales, artistas, músicos. Discriminación, censura, maltrato y cárcel a los homosexuales. Censura y separación de los trabajos, escuelas, a las personas que piensan y se manifiestan diferente, a veces sólo con dudas. Personas de pueblo que sólo trataban de sobrevivir.

Los cubanos hemos sido testigos de fusilamientos sin juicios o juicios amañados, reconcentración de familias enteras que fueron sacadas de sus tierras y depositadas en pueblos lejanos y apartados como cárceles, sanciones bajo argumentos a todas luces fabricados desde el poder, derribo en aguas internacionales de avionetas civiles, hundimiento de embarcaciones con personas e incluso niños dentro, etc. Por todo esto y más, jamás se ha pedido disculpas.

Cuba, los cubanos, hemos sido testigos de los más abusivos, agresivos, denigrantes y antihumanos, actos contra las personas, los tristemente famosos “mítines de repudio”.

Mítines de repudio a cualquier cosa, a cualquier persona, dirigidos, organizados, permitidos y alentados por el partido comunista y el gobierno cubanos, haciéndolos pasar como una manifestación espontánea de un pueblo ofendido que se defiende.

En los ochenta, durante semanas se ajustició a personas sin juicios, sin delitos. Tanto hubo de eso que se convirtió en una fiesta de la chusma vestida de revolucionaria, donde incluso se ventilaban y resolvían problemas personales. La furia fue tanta, que se convirtió en una histeria colectiva. Poco faltó para que las personas echaran espuma por la boca.

Las personas, hombres, mujeres, jóvenes y viejos, adolescentes y niños fueron torturados durante semanas. Fue una fiesta para dar golpes, tirar piedras, huevos, frutas podridas, confinar a familias enteras dentro de sus casas, a los que se les cortaba la electricidad, el agua, el gas y día por día, noche por noche, los apostados afuera gritaban, ofendían, destruían ventanas y puertas. Jamás la policía, ni los revolucionarios más revolucionarios pararon aquellos choques cuya acción era sólo desde un lado y en una dirección.

Todos fuimos culpables. Los agredidos por no salir con una vieja escopeta. Los agresores por agredir salvajemente y divertirse. Los inactivos testigos, incluso los que estábamos en contra, por no salir y combatir o al menos detener a los agresores. Unos tiraban piedras y daban golpes, otros se refugiaban dentro de sus casas y los muchos, sólo mirábamos celebrarse aquellos horrorosos espectáculos.

Pueblo contra pueblo. Sanciones sin delito, sin juicios. Humillación como respuesta llamada “revolucionaria”. Personas, familias, antiguos buenos compañeros de trabajo, antiguos buenos compañeros de estudio, buenos vecinos casi familia, fueron todos convertidos en objetos de prácticas salvajes. Jamás, que yo recuerde, nadie ha pedido perdón. Jamás se ha hecho una evaluación justa. Jamás se prometió que no volvería a pasar.

Sé de lo que hablo. He visto muchos videos y además fui testigo de cuatro de esos mítines. De ellos, el mayor, contra unos muy buenos vecinos, personas decentes que toda la vida habían vivido en la misma casa. Profesionales, intelectuales, músicos, miembros de la lucha clandestina antes de que el joven Fidel Castro se hiciera famoso como pistolero vinculado a las pandillas de La Habana.

Días y noches, grupos de personas apostadas frente a una casa, ya sin luz, sin agua, sin comunicación con el exterior, sin posibilidades de obtener alimentos, donde lo más suave que se hizo fue gritar ofensas. Por aquellos meses, las noches de Víbora Park, se convirtieron en una arena romana donde el gladiador “enemigo” estaba desarmado, hambriento, mortalmente herido y los otros gladiadores convertidos en una turba salvaje y chusma, no estaban interesados en matarlo de una vez, preferían disfrutar de la tortura lenta.

Jamás se ha pedido disculpa, pero muchos pensaron, yo incluido, que aquellas escenas jamás se repetirían. Fue tan desagradable a lo largo de toda la isla, tantas personas fueron dañadas, incluso familias divididas, unos represores y otros reprimidos, que los cubanos deberíamos al menos por decencia, nunca repetir aquello.

Sin embargo, hoy 2020, no satisfechos con lo que se hizo, no repugnados de los golpes, de la sangre, de los traumas que todo aquello logró, aparecen nuevamente, contra todo pronóstico, los repudiables mítines de repudio y han regresado bajo el mismo lema, el pueblo indignado responde voluntariamente, sin previa movilización, a los enemigos.

Y entonces, lo que se pensó que jamás volvería a suceder, hoy está de nuevo de moda, pero con más fuerza, con más odio, con más planificación y aceptación del gobierno, que ha puesto a las llamadas fuerzas del orden, más a las tropas especiales del ministerio del interior, más trabajadores y estudiantes que son movilizados de forma obligatoria desde los trabajos y escuelas, más aquellas personas escogidas, entrenadas por el gobierno, que asisten, a pesar de su preparación en armas y artes marciales, vestidos de civiles para pasar inadvertidos. Pueblo indignado movilizado espontáneamente que portan armas debajo de las camisas y que son especialistas en karate y judo japoneses, taekwondo coreano, krav maga israelita, más kung fu y wushu chinos. Pueblo indignado que entra a cualquier lugar, a veces disfrazado de constructores, otras de médicos, pone llaves inmovilizadoras, carga en peso a personas y las meten magistralmente en carros de policía. ¿Pueblo indignado?   

Mítines que han regresado con más fuerza, porque hoy el gobierno tiene más miedo. Mítines clásicos, aquellos de personas paradas frente a las casas escogidas dando gritos histéricos y alocadamente pidiendo que viva Fidel, cuando el pobre lleva ya varios años muerto, incinerado y metido dentro de una piedra. Hoy la represión es más fuerte bajo los mismos argumentos de mercenarios, enemigos, vende patria, gusanos, entreguistas, anexionistas, contrarrevolucionarios y por supuesto, hijos de putas.

A veces estos mítines se convierten en unos carnavales histéricos, otras, más sofisticados y nuevos, se dedican a aportar agentes de la seguridad las 24 horas, día y noche, frente a las casas de los “señalados” para evitar que salgan a la calle o que alguien entre, o sea, personas que están presas sin juicio, sin delito, sólo bajo la orden de “tú sabes que no puedes salir”, o sea, en buen cubano, no puedes salir porque a mí, oficial de la seguridad enviado aquí por el gobierno, no me da la gana.

Registros sin órdenes, decomisos de cualquier cosa, hoy lo primero a decomisar son los celulares, señalamiento de enemigos, carros de policías, calabozos, sanciones expeditas, cárceles.

El gobierno, entendible para el gobierno, no quiere soltar, entonces evita cualquier manifestación que por pequeña pueda convertirse en la chispa que explote el polvorín.

La policía y los miembros de la seguridad del estado actúan en la oscuridad, con apagones provocados porque es fácil coordinar con los que proveen la electricidad, entran rompen puertas y ventanas, carga con todo a su antojo y se llevan detenido a cualquiera sin orden de captura.

Yo pensé que los cubanos nunca volveríamos a ver aquellos desagradables mítines. Me equivoque. Volvieron.

Y volvieron frente a un pueblo con hambre, con miles y miles de necesidades acumuladas, sin solución. Volvieron frente personas que cada día creen menos. Ya no pueden creer.

Muchos de estos mítines, que no se pueden ocultar porque están documentados por los cubanos que actúan como periodistas independientes con sus celulares como única arma, se pueden ver hoy en las redes sociales. Personas movilizadas por el gobierno y partido comunista cubanos para gritarle y darle golpes a personas que ni tan siquiera conocen, pero que alguien las ha etiquetado con la estrella de enemigo, tal como se etiquetó a los judíos con aquella obligatoria estrella de seis picos amarilla.

He visto muchos mítines de repudio, cada uno de ellos más desagradable que el anterior. El que más me indigna es uno que se repite mucho, donde una mujer cubana, de las llamadas “Damas de Blanco”, está tirada en la calle boca arriba, mientras varias personas la agarran por los pies y las manos tratando de trasladarla. En ese momento, cuando la mujer estaba inmovilizada por sus cuatro miembros, otra mujer cubana, vestida de civil, en la foto con tenis blancos, short oscuro y pullover blanco, quizás madre, abuela e hija, con un objeto largo en sus manos le pega furiosamente, con odio, saña, por la barriga, por sus partes íntimas, por los senos. Golpes fuertes como se le daría a una serpiente o a un cocodrilo fuera de control o como según dicen y muy criticado ha sido, se les daba a los esclavos.

¿Qué ideología justifica esto?, ¿Qué revolución de cualquier tipo tiene que ser defendida por una mujer que golpea salvajemente a otra mujer que está tirada en el piso, agarrada, sin posibilidad tan siquiera de cubrirse?, ¿Qué diferencia tiene esto con lo que se les hizo a los negros por el KKK, lo que se les hizo a los judíos de Europa por los alemanes nazistas, con lo que se les hizo a los indios americanos, con lo que se le hizo a los chilenos durante la dictadura de Pinochet, lo que le hizo un policía norteamericano a Floyd?, ¿Cómo es posible que no se sea capaz de salir a buscar a esa mujer, esbirro, torturadora, asesina en potencia y dialogando con ella pacíficamente, colgarla de una mata de guásima, tal como decían que ejecutaban a los campesinos los de la Guardia Rural en nuestro pasado.

Cuba es un país y nosotros los cubanos somos especiales en nuestras soluciones. Si no fuera por lo dramático que es, podría dar risas, aunque de cómico tiene poco. Vemos bien que un Papa pida perdón por las personas que fueron quemadas en hogueras por la Iglesia, nos solidarizamos y exigimos una ley para proteger a los animales, le y que evite el abuso. Nos mueven los temas del cambio climático. Pero vemos a una mujer cubana, golpeando salvajemente a otra mujer cubana, por tener una forma diferente de pensar y querer expresarlo y viramos la espalda y nuestra mejor respuesta es el silencio, la callada por estrategia. Nos entretenemos y entretenemos a otros con temas filosóficos.

Como se puede defender a un gato para que yo, con hambre, no me lo coma y no salir a la calle a por lo menos detener estos mítines de repudio, donde no sólo se ofende de palabras, sino que se da golpes y se ataca físicamente a las personas, a otros cubanos, incluso a personas mayores. El enemigo ha dejado de ser el externo, porque se ha comprobado que nunca ha atacado y nunca nos va a atacar y entonces el enemigo es aquella parte del pueblo que está pidiendo justicia y cambios, que pueden ser perfectamente una compañera de trabajo o de escuela, una vecina, una familia de un amigo e incluso el propio amigo.

El gobierno tiene miedo y entonces aparece la palabra dialogo, pero, ¿Se dialoga de esta forma?, ¿Esto de darle golpes a las personas, de trancarlas a la fuerza en sus casas, de ponerlos en calabozos o sancionarlos a privación de libertad, es dialogar? El gobierno tiene miedo y entonces, tal como las ratas cuando se les acorralan en una esquina, salta.

¿Dialogo? En realidad, lo que necesitan es ganar tiempo, para ver si se hace “el milagro”.

¿Podrá existir el dialogo con los que hoy están siendo golpeados frente a sus familiares, frente a sus hijos pequeños? Mañana, porque el mañana llegará, ¿Se le podrá pedir a esa mujer que fue golpeada mientras estaba amarrada de pies y manos, que dialogue y perdone a su torturadora? Dicen que Mandela lo hizo con su carcelero y lo perdonó. El Papa Juan Pablo visitó en la cárcel, al árabe que le disparó e hirió casi mortalmente y lo perdonó. Se puede hacer entonces, sólo que hay que ser muy grande como ser humano. Cuando se trata con odio, no se puede esperar al amor como respuesta.

La represión no es buena, ni tan siquiera para los animales, sin embargo, cuando ella se hace sistemática, termina por solidarizar a los reprimidos, termina por destruir el miedo, por lo que creo que el gobierno y su partido único o el partido único con su gobierno, es lo mismo, están cavando su propia tumba. El mañana llegará. Luego, como dice el estribillo de una canción popular cubana: "no quiero llanto, mamá, no quiero llanto"

lunes, 7 de diciembre de 2020

¿Dialogar?, ¿Ahora?, ¿Con quién? (Segunda Parte)

Entonces, ahora, el gobierno atrapado, con miedo, sentimiento que no pueden esconder, aunque digan lo contrario y se quieran mostrar fuertes, apelando a la fuerza como nunca antes, apelando a la represión nunca vista, incorporando tropas especiales, armas especializadas, perros, saben que pueden reprimir a cuatro, a diez, pero no pueden reprimir, controlar, callar, desaparecer a cientos de cubanos. 

Por un lado, en silencio, en la oscuridad con apagones provocados, uno a uno, reprimen, tratando de que las imágenes no salgan y por otro, dulcemente hablan de dialogar y la pregunta que me hago es: ¿El gobierno cubano ha querido en algún momento dialogar con alguien? Que yo recuerde no. Es más, podría asegurar que nunca ha sido la idea escuchar, dialogar, ponerse de acuerdo, aceptar. Podría asegurar que nunca se ha dialogado, ni en las escuelas, ni en las universidades, ni en los trabajos, ni en las cuadras, ni tan siquiera en las familias. Desde 1959 la idea fue precisamente la fuerza, el apagar, el acabar, el desaparecer, el no escuchar, el imponer.

Dialogar, entre otras acepciones quiere decir debatir distintos puntos de vista para llegar a un acuerdo. ¿Eso ocurrió en Cuba a gran escala?, ¿Alguien pudo debatir con Fidel Castro, luego que llegó al poder en 1959? Que yo recuerde, no. ¿Se admitió en Cuba otra idea, otra variante, otra explicación? Que yo haya vivido, no. Tan siquiera, sin dialogo profundo, ¿Se respetó otra posición, se conoció la diversidad, la pluralidad? Que yo haya presenciado, no. El dialogo fue expulsado, fue prohibido, fue exterminado. Los del gobierno, a todos los niveles, nunca estuvieron interesados en escuchar a nadie. No se negoció nunca, porque nunca se aceptó el no. Mientras el gobierno fue fuerte, mientras tuvo detrás a los “hermanos” comunistas, se negó a aceptar la más mínima idea que lo contradijera, las frases ideológicas de que la calle es para los revolucionarios y que se vayan porque no los queremos, así lo demuestran.

Hace unos días escribí a un amigo en Cuba algo que me arriesgo a publicar ahora textualmente, creo que no vale la pena inventar ideas.

“Como sabes, desde mi butaca te leo siempre con interés y respeto y entonces he leído varias veces este artículo publicado por Juventud Rebelde. Lo primero que me trae duda es si esto es la opinión oficial para evaluar o es un simple escrito de un periodista. Lo primero es serio, lo segundo es complicado, porque mañana pueden decir que ese periodista es nieto de una persona que fue dueña de un pequeño mercadito o que compró un jabón en el mercado negro y lo pueden desaparecer, no físicamente, pero si del o de los periódicos. Esto ha pasado muchas veces. Te puedo asegurar, sabes que soy un tipo serio, que una periodista extranjera, entrevistando a Fidel, tratando de demostrar que lo que él decía contradecía lo que estaba publicado en el periódico Granma, como sabes, “Órgano Oficial del Partico Comunista de Cuba” y Fidel, puedes buscar la entrevista, de seguro debe estar guardada en los archivos del gobierno por la importancia del entrevistado, le dijo: Oh, en el Granma, pues no siempre se puede creer en lo que allí se publica.

Dialogo. ¿Crees en realidad que el gobierno cubano en todos estos años ha estado interesado en dialogar? Después que la Revolución Cubana pasó de ser un proceso democrático popular, agrario, antimperialista, o sea, de aquella pequeña etapa muy al principio, el dialogo desapareció, porque se crearon, cosa que se mantiene hasta hoy, dos bandos, encabezados por la idea de “estás conmigo o estás contra mí”. Creo, fue más fácil no escuchar. Sólo se escuchó a los que hicieron apologías y a los que dentro de lo que se llamó “el marco apropiado” se decía, sin que esto implicara grandes críticas y grandes cambios. Si lees, se acaba de publicar hace poco un libro sobre las cartas del Che y el propio “amigo” dice en varias de sus cartas, que no fue escuchado con relación a determinados temas cruciales para la economía, etc. Si no se escuchó al Che con todo lo que se decía que lo querían, a quién se escuchó.

¿Dialogo? No sé, me da miedo, porque la frase, "que se vayan, que se vayan, no los queremos aquí, no los necesitamos", dice lo contrario. Habría que averiguar cuántas personas hoy viven en el exterior, sólo porque nadie los escuchó o peor, después de haberlos escuchado los catalogaron de contrarios. No hablo de “la escoria” que todo país tiene, hablo de profesionales, a veces, altos profesionales, ciudadanos honestos, personas que, interesadas en Cuba, no coincidieron con los cientos de, por ejemplo, planes económicos, que hoy se demuestran fueron productos de caprichos y de los que hoy nada queda. ¿Dialogo? No lo veo, porque siempre ha sido más fácil catalogar de enemigo, mercenario, vende patria, pagado, escoria, delincuente a cualquiera y con esa solución fácil desde y para el poder, no hay que dialogar. Ha sido más fácil hacer registros, llevar detenidos a personas sin explicarles ni siquiera el por qué. Si las universidades y las calles son para los revolucionarios, los que no lo son y sabemos que eso es muy relativo, porque durante estos años hemos tenido a muchos revolucionarios que luego, después de haberle cogido cariño, hemos tenido que desmontar el amor, recuerda a Landy, Felipito Roque, Aldana, Robaina, Lage, Ochoa, por sólo citar a algunos, cómo podemos aspirar a dialogar. El dialogo, no lo es tal, nunca lo ha sido. Ya que el artículo publicado habla de la Revolución desde sus inicios, te pregunto: ¿Se dialogó con los católicos o los homosexuales al principio?, ¿Se dialogó con los emigrantes por más de 30 años?, ¿Se dialogó con los intelectuales y artistas que poco a poco fueron cambiando su forma de pensar? Yo creo que no. Pero bueno, sobre eso han pasado ya muchos años, pero, ¿Alguien dialogó conmigo, sin meterme miedo, escuchando mis ideas, sin que yo tuviera consecuencias?, ¿Alguien alguna vez me dijo, sabes qué, tienes razón? No. ¿Cómo se pretende un dialogo, mientras exista una lista de “Regulados” para entrar a Cuba y otra de “Regulados” para salir?, ¿En realidad se puede creer que con Fidel se podía dialogar para cambiar algo importante? ¿Se puede creer que Raúl propone y es factible al intercambio de ideas? No conozco a nadie en el proyecto San Isidro, no tengo allí amigos y la información que tengo sobre el proyecto como propuesta artística, es muy poca. Sólo te cuento que cuando un hombre decide hacer huelga de hambre y sed, como Mella o Gandhi, sus propias razones deben tener, excluyo la locura y eso merece respeto. No puede ser, eso siempre es raro, que todo el que quiera decir algo diferente, sea un delincuente. No tengo amigos dentro de los jóvenes y no tan jóvenes que se reunieron frente al MINCULT. Desconozco los detalles, no estuve allí, pero no puede ser que todos sean delincuentes, que quieren vender lo poco de la patria que queda. No puede buscarse siempre la misma solución. Es cierto, dentro de todo, siempre, incluso dentro de las más nobles ideas, hay aprovechados, hay quienes se pegan para resolver sus propios problemas, pero no es la generalidad. A esos la historia los decanta, porque no soportan la rectitud de los procesos.

Ya sabes, muchos jóvenes. Eso me recordó los sucesos de la Plaza de Tianamen en China cuando jóvenes intelectuales, estudiantes se concentraron para cantar y leer poemas. Por suerte el final no ha sido el mismo. China no quizo dialogar y les pasó los tanques por arriba. En aquella ocasión se publicó oficialmente que eran enemigos del gobierno y querían cambios. Recuerdo que de los primeros gobiernos que felicitaron al gobierno y partido comunista chinos por la magistral solución en defensa del socialismo, estuvo el nuestro, ya sabes representado por la figura de quién. Lo cierto es que se necesitan muchos cambios, en todos los órdenes, y a mi modesta opinión, los que ahora están, continuidad de lo mismo, no lo pueden hacer. Muchos compromisos, muchos caprichos, muchos que no quieren dejar de vivir bien. Están poniendo paños tibios y parches, la realidad no se resuelve así. Ahora si lo que quieren es mantener el poder político y perpetuarse en el gobierno, jamás van a dialogar. ¿Pudo negociar Fidel Castro con Fulgencio Batista? Los jóvenes y muchos no tan jóvenes que intentaban cambiar a Cuba pudieron mandarle un mensajito al dictador, diciéndole, te esperamos para conversar en la Bodeguita del Medio. Entonces ahora, ¿A quién le interesa y por qué dialogar?, ¿Proponer dialogar, no estará tratando de ganar tiempo?

Ojalá se permitiera dialogar, ofrecer ideas, entender que existen miles de puntos de vistas diferentes, incluso el de declarar incapaz a un gobierno entero. Creo que seguir hablando de Batista y la Campaña de Alfabetización, lo que considero importante, no resuelve los problemas de hoy, a los jóvenes de hoy, o al menos a muchísimos, esos hechos les quedan muy lejos, no los padecieron y como ya no se lee mucho, ni los conocen. La realidad es hoy. Como sabes un gobierno puede ser bueno en un momento y luego convertirse en desastroso y los ciudadanos no están obligados a soportarlo por lo que ese gobierno hizo hace 25 años atrás. Las personas no viven en el pasado, no se puede utilizar de forma estéril el pasado histórico como lastre. No se puede pretender que se viva de un agradecimiento eterno por cosas que incluso muchos no han conocido. Ojalá se pudiera dialogar, pero, has memoria, ¿Pudo algunos de los pueblos que vivieron años bajo el sistema comunista, mucho mejor que nosotros los cubanos, dialogar con el gobierno? Aquí bueno o malo, el gobierno tiene 4 años para demostrarme y dialogar conmigo. Si no resuelve, pues adiós, votos en contra y otras personas, otras propuestas, otro proyecto. Así y todo, si fue muy bueno y dialogó mucho conmigo y además yo le cogí cariño, sólo tiene otros 4 años. Esto puede, en un análisis profundo tener de bueno y de malo, pero lo que sí está claro es que el gobierno no es eterno. No lo puede ser, de serlo, se convierte en lo que hoy tenemos en Cuba, al menos en mi humilde opinión, algo que viene pasando hace seis décadas, cuyos resultados hoy son muy pocos, donde se ha tenido que apelar a medidas y más medidas que nada tienen que ver con la teoría que dicen defender. Marx y Lenin se hubieran suicidado. Ahora el gobierno pide cariñosamente que necesita tiempo, más tiempo, pero sólo creo que ha olvidado una cosita, los más favorecidos, los muy poquitos, vivimos más menos 90 años, el resto muere antes, entonces el tiempo es una categoría con la que no se puede jugar. Cuando comencé a descubrir que no existía el dialogo tenía 13 años, luego cuando comencé a sentir que no existe el dialogo o al menos no existió conmigo, tuve 25, 30, 35 años, hoy tengo 57 años y no lo veo aún.