sábado, 16 de abril de 2022

447.- “¿Estamos creando una generación de inútiles? Nunca es tarde para cambiar”

Pues sí, resulta que los multimillonarios magnates creadores y desarrolladores de las nuevas tecnologías, sobre todo las de uso doméstico, tienen a sus hijos en escuelas donde está prohibido el uso de celulares, los anuncios y noticias escolares se siguen imprimiendo en papel y se continúan poniendo en los murales y los profesores, a la vieja usanza, siguen utilizando pizarrones, plumones, tizas, para dar sus clases. Estos genios, no sólo han sabido y saben buscarse el dinero, sino que, conocedores de problemas y de venenos, saben qué es lo que quieren para los suyos.

Acabo de leer una entrevista a Bill Gates, donde afirma categóricamente que un niño jamás debería tocar un celular antes de, como mínimo, los 10 años, sin embargo, nosotros los simples mortales, además de pagar mucho dinero, cada día los precios son más ridículamente altos, por ejemplo, para un teléfono, nos sentimos indefensos frente a nuestro pequeño hijo con sólo 2 años de vida, a veces más pequeño, que nos está dando un enorme bateo porque quiere nuestro celular y no se calma hasta no tener en sus manitas la “mágica” caja plástica o frente a nuestra pequeña hija que con apenas 7, 8, 9 años ya está subiendo videos en Tik Tok en los que se desdobla imitando a una cantante de moda o bailando reguetón. Se han puesto muy de moda las autofotos frente a los espejos y las mejoras de los cuerpos y las caras con programas informáticos que dejan a los que posan irreconocibles hasta para ellos mismos.

Fui y soy un buen papá, creo haber escrito sobre esto antes, por lo que los temas relacionados con esta, a la que llamaríamos “super especialidad”, me siguen interesando. Fui un buen papa y no me parece petulante decirlo, los que me conocen bien pueden dar fe, aunque ya a mis cerca 60 años, cualquier opinión sobre mi posible petulancia me da lo mismo.

Veo entonces hoy que nosotros, los papás, siempre cansados, siempre estresados, siempre complicados con otras ideas realizables y no, nos sentimos tranquilos porque por lo menos nuestros hijos están calmados y se entretienen horas solos. Molestan y aparecen poco. Entonces para mantener esa “tranquilidad”, compramos y compramos más tecnologías. Más memoria en las computadoras no para estudiar y hacer proyectos inteligentes, sino para que las máquinas acepten y trabajen mejor con los modernos juegos sobre todo los de guerra, mejores cámaras para tirarse fotos frente a los espejos con esos cuerpos virados hacia atrás y hacia delante al mismo tiempo, que de seguro crearán trastornos en los esqueletos, para mostrar lo que en realidad la biología no les dio. Sillas inteligentes, que se mueven, cimbran, con bocinas incorporadas, que más parecen ser butacas de aviones de combate que un mueble cómodo y ergonómico para sentarse frente a un escritorio. 

Nosotros los mortales hoy, comemos, manejamos, caminamos, hablamos con otras personas, trabajamos, etc., con un celular en la mano. A veces me pregunto qué tiene que decir alguien o con quién tiene que comunicarse a las 6:30 am, cuando cada vez que para en un semáforo o incluso manejando, escribe un mensaje o habla con alguien. Antessss de salir el Sol. A veces me pregunto cómo es que hemos llegado a dominar el arte de caminar, subir y bajar escaleras o elevadores, cruzar calles, sin cambiar la vista de la pantalla de un celular. Nosotros los mortales hoy, estamos enviando mensajes de texto a nuestras parejas que se encuentran en la habitación contigua a la que nos encontramos y somos mal mirados cuando alguien te envía un mensaje que no ves inmediatamente, dando muestras de que eres un anormal que ha logrado vivir lejos de su celular. Cuando no tenemos el celular en el bolsillo del pantalón, nos sentimos indefensos y en peligro de no existir.

Nosotros los mortales de hoy, estamos muy contentos de no ver a nuestros hijos, porque estos están muy ocupados dentro de cuartos a los que no tenemos prácticamente acceso, bajo nuestra inventada justificación de que: _ “tú sabes, los jóvenes son así”. Nosotros los mortales de hoy, nos orgullecemos de publicar en redes sociales aquellos mensajes de: “te amo mi amor”, tratando de demostrar al mundo que nuestro amor es el más genuino y fuerte de todos los que han existido hasta ahora en la historia del amor humano, mientras nuestros hijos metidos en sus cuartos, convertidos en semi calabozos de encierro voluntario, están tratando de inventar lo ya inventado.

He tenido la desgracia de experimentar directamente junto a los padres, el suicidio de un joven de 19 años y creo que es lo más difícil de todo lo difícil que le puede pasar a un papá o una mamá. Perder a un hijo producto de un accidente, de una guerra, de una mortal enfermedad, jamás es entendible, pero al menos tiene un culpable: el accidente, la guerra o la enfermedad. La idea de un suicidio deja una enorme cantidad de preguntas que jamás podrán ser respondidas. La idea crea una posible culpabilidad de la que jamás se podrá salir. En este caso el joven no tenía falta material alguna, lo material en su vida estuvo y estaba garantizado, sin embargo, el joven, a todas luces débil, cargaba una cruz peor que la que dicen que cargó Jesús en su Via Crucis hacia el lugar donde finalmente murió, pero el joven nunca habló de sus verdaderas ideas, probablemente al joven nadie le preguntó. El joven estaba solo, porque: _ “tu sabes, los jóvenes son así”.

Los Ángeles Times, en su sección digital, publicó un estudio donde afirma que: “... el suicidio es la segunda causa principal de muerte entre los estadounidenses de entre 10 y 34 años”. ¿Suicidio a los 10 años? Es difícil de entender.

En el mismo artículo se publicó parte del resultado de la investigación del psicólogo Jean Twenge, profesor de la Universidad Estatal de San Diego, donde se asegura: “No creo que sea exagerado decir que tenemos una crisis de salud mental entre los adolescentes de los Estados Unidos" y concluye que: "según muchas medidas, los adolescentes y adultos jóvenes se han vuelto personas más deprimidas durante la última década y han sufrido niveles más altos de angustia psicológica que sus predecesores (…) Hay pruebas que sugieren que la relación única de esta generación con la tecnología digital es un factor clave”.

Más adelante el mismo profesional, asegura que: “Las tendencias del suicidio juvenil no se alinean bien con las explicaciones económicas o con los traumas públicos como los tiroteos en las escuelas o los ataques terroristas, pero a medida que los teléfonos inteligentes y el uso de los medios sociales se han vuelto omnipresentes, ha habido un cambio fundamental en la forma en que los adolescentes pasan su tiempo libre. Las actividades que benefician la salud mental, incluyendo el sueño y la interacción cara a cara con la familia y los amigos, han disminuido a medida que los jóvenes estadounidenses han profundizado su afición a los medios digitales”. Los multimillonarios magnates creadores y desarrolladores de las nuevas tecnologías, saben lo que están haciendo con sus hijos.

Entonces, ¿qué estamos haciendo con los nuestros?, ¿Estaremos contribuyendo inconscientemente claro, pero contribuyendo, a su posible futura enfermedad mental o peor, a el posible desastroso desenlace?

Hace tiempo escuché a una psicóloga argentina, dar una conferencia a teatro lleno frente a padres de adolescentes. Allí definió con muchos argumentos y ejemplos, que los papás de hoy estamos jodidos, porque crecimos teniéndole miedo a nuestros padres y ahora vivimos teniéndole miedo a nuestros hijos. Miedo, sí miedo. La relación en la época de nuestros padres fue muy rígida con muy pocas posibilidades de comunicación real. No es que fuera mala del todo, sólo fue lo que en aquellos momentos la sociedad de forma general exigía, aceptaba y aplicaba. La relación con nuestros hijos hoy ha ido al extremo opuesto, o sea, la enorme flexibilidad por parte de padres, la continua satisfacción de hasta los mínimos detalles sin exigir nada, los premios por encima al respeto y la mala conducta, el enorme desconocimiento de las realidades de sus hijos y por qué no, el miedo al enfrentamiento, a la crítica, a la obtención de respuestas, por momentos, hasta violentas.

Desde que llegué a este país, he escuchado muchas veces aquello de: esto no es Cuba, aquí hay que tener mucho cuidado con lo que haces con tus hijos porque te coje la ley. Y creo que esa es una posición “light” que los padres se han inventado para no actuar y dejar correr y correr a los hijos a su libre albedrío. Posición suave que al final crea los problemas que los hijos no traen cuando nacen. Es cierto, existen leyes que protegen muy bien a los infantes, pero una cosa es coger un martillo y darle un martillazo en la cabeza a nuestro pequeño o amarrarlo con cadenas a un árbol y otra es una sorpresiva nalgada merecida que llama al orden o un castigo reparador frente a malas acciones.

¿A quién de los que hoy tienen más o menos mi edad, no le dieron un día con un cinto?, ¿A quién no lo castigaron o dieron una bofetada frente a una falta de respeto a la abuela u otra anciana del barrio?, ¿A quién no lo sancionaron frente a una falta con una profesora en la escuela, en la época cuando los profesores eran sagrados? Nada de eso nos mató, por el contrario, nos hizo más fuertes, nos enseñó a considerar y sobre todo a respetar. El invento de que aquí a los hijos no se les puede corregir fuertemente, lo único que evidencia es la deformación e incapacidad de los padres.

Es cierto, muchos niños y jóvenes hoy, incluso llegan a amenazar a sus padres con aquello de: te voy a llamar a la policía, con ese chantaje oportunista que muchas veces logra hacer lo que les da la gana, pero también es cierto que conozco una historia de un policía llamado por un supuesto abuso infantil, que no era real, sino una malacrianza más y el policía advirtió al adolescente que la próxima vez que actuara mal con su mamá, él mismo vendría a darle la próxima nalgada.

Los padres de hoy preferimos seguir sacrificándonos, trabajando como mulos para quedar bien e incluso ser aceptados, frente a hijos que cada día se vuelven más exigentes y dan menos. Hijos desconsiderados, malcriados y por qué no, con conocimientos de causas, que crecen hijos de puta.

Los padres de hoy preferimos seguir sacrificándonos, trabajando como mulos para quedar bien e incluso ser aceptados, frente a hijos que cada día se vuelven más exigentes y dan menos.

Les dejo un pequeño artículo publicado por la Dra. Martha Delia Sirvent Cancino, que no por pequeño es menos importante. Cada padre o madre tendrá que seleccionar su camino estratégico, seguir teniendo miedo con tal de no molesta a los hijos o enfrentar una realidad a favor de salvarlos para el futuro de ellos mismos.

Ya dije que soy un buen papá, lo que no significa que sea un padre perfecto. Me he equivocado en miles de ocasiones mientras aprendía y accionaba sobre mi responsabilidad, frente a dos hijos cubanos, en Cuba una buena parte del tiempo. Mis equivocaciones, casi todas, han sido resueltas porque vivo dentro de un constante Juicio de Nuremberg en frente a mis hijos. La habilidad para cambiar de papá a amigo, cosa que parece sencilla, pero en realidad no lo es, me ha permitido hoy tener dos hijos salvos, no idealmente perfectos, pero salvos desde todos los puntos de vista.

¿Estamos creando una generación de inútiles?

LA NUEVA GENERACIÓN. Hay que llamarlos varias veces en la mañana para que vayan al colegio. Se levantan irritados, pues se acuestan muy tarde hablando por teléfono, viendo tele o conectados a la Internet. No se ocupan de que su ropa esté limpia y mucho menos ponen un dedo en nada que tenga que ver con “arreglar algo en el hogar”. Idolatran a sus amigos y viven poniéndoles “defectos” a sus padres, a los cuales acusan a diario de “sus traumas”. No hay quien les hable de ideologías, de moral y de buenas costumbres, pues consideran que ya lo saben todo. Hay que darles su “semana” o propina, de la que se quejan a diario porque, “eso no me alcanza”. Si son universitarios, siempre inventan unos paseos de fin de semana que lo menos que uno sospecha es que regresarán con un embarazo, cayéndose de borrachos o habiendo fumado droga. Definitivamente estamos rendidos y la tasa de retorno se aleja cada vez más, pues aún el día en que consiguen un trabajo hay que seguir manteniéndolos. Me refiero a un segmento cada vez mayor de los chicos de clases medias urbanas que bien pudieran estar entre los 16 y los 24 años y que conforman a la ya tristemente célebre “Generación de los NINI’S”, que ni estudian, ni trabajan, o estudian y trabajan con todo el pesar. ¿EN QUÉ ESTAMOS FALLANDO? Para los nacidos en los cuarenta y cincuenta, el orgullo reiterado era que se levantaban de madrugada a ordeñar las vacas con el abuelo; que tenían que limpiar la casa; que lustraban sus zapatos; algunos fueron limpiabotas y repartidores de diarios. Otros llevaban al taller de costura la ropa que elaboraba nuestra madre o tenían un pequeño salario en la iglesia en donde ayudaban a oficiar la misa cada madrugada. Lo que le pasó a nuestra generación es que nosotros mismos “elaboramos un discurso” que no dio resultado: ¡YO NO QUIERO QUE MI HIJO PASE LOS TRABAJOS QUE YO PASÉ! ¿Usted por qué tiene lo que tiene? Pues porque le costó su esfuerzo. Muchos sacrificios, y así es que aprendimos a valorar los esfuerzos de nuestros padres al “ver y compartir” su esfuerzo, en lugar de “ocultarlo” y aparentar que todo es “color de rosa” en la vida. Sin embargo: NOSOTROS ACOSTUMBRAMOS A NUESTROS HIJOS A RECIBIR TODO POR OBLIGACIÓN. Nuestros hijos nunca han conocido la escasez en su exacta dimensión, se criaron desperdiciando. El “dame”' y el “cómprame” siempre son generosamente complacidos y ellos se han convertido en habitantes de una pensión con todo incluido, (TV, DVD, equipo de sonido, Internet y comer en la cama. Recogerle el reguero que dejan porque siempre se les hace tarde para salir, etc…). Luego pretendemos que nuestra casa sea un hogar, o exigimos o preguntamos, por qué nuestros hijos se aíslan, no comparten con nosotros, ya que cualquier cosa es mejor que sus padres o una actividad familiar. Quien les suministró todo eso a nuestros hijos. NOSOTROS MISMOS, SOLITOS Y SABIENDO QUE NO ESTABA BIEN. Al final se marchan a la conquista de una pareja y vuelven al hogar divorciados o porque la cosa “les va mal" en su nueva vida. Los que tienen hijos pequeños, pónganlos los domingos a lavar los carros y a limpiar sus zapatos, a ganarse las cosas. Un pago simbólico por eso puede generar una relación en sus mentes entre trabajo y bienestar. Víktor Frankl dice que: “LO QUE HACE FALTA ES EDUCAR EN EL AMOR AL TRABAJO CREATIVO”. La música de moda, los conciertos, la tele, la moda y toda la electrónica de la comunicación han creado un marco de referencia muy diferente al que nos tocó, y ellos se aprovechan de nuestra supuesta desinformación para salirse con la suya. Ya que ahora los: “HIJOS MANDAN Y LOS PADRES OBEDECEN”. Pues ahora somos padres ignorantes con hijos informados, mal, pero con información al cabo. Será cierto que: ¿SOMOS LA GENERACIÓN QUE PEDÍA PERMISO A LOS PADRES; Y AHORA, PIDE PERMISO A LOS HIJOS? Estamos forzados a revisar los resultados, si fuimos muy permisivos o si sencillamente hemos trabajado tanto, que el cuidado de nuestros hijos queda en manos de las domésticas, maestros, y en un medio ambiente cada vez más deformante y supuestamente por nuestro cargo de conciencia de no tener mucho tiempo con ellos, subsanarlo con cosas materiales. NUNCA ES TARDE PARA CAMBIAR”.

 

domingo, 10 de abril de 2022

446.- "La gente razonable siempre teme a los locos".

“La reunión privada se celebró durante una comida en la soledad de la terraza de la mansión oficial de la primera ministra británica en los campos que se extendían a las afueras de Londres. El personal, como siempre, había sido reclutado en el servicio de cocineros de la señora. El marido de la mandataria se asomó a las puertas del patio, asintió, esbozo una sonrisa de oreja a oreja y se retiró a ver el partido de cricket entre Inglaterra y Australia. Marjorie Grey no bebía demasiado, pero de vez en cuando le apetecía una copa de prosecco antes del almuerzo dominical. Sir Edrian la acompañó. Cuando la camarera se marchó, la señora ministra se volvió hacia su invitado:

_ ¿Qué opina de este asunto norcoreano Edrian?

_ Ya ha recibido un informe completo del Ministerio de Asuntos Exteriores, sus antiguos jefes.

_ Por supuesto, pero me gustaría oír tu parecer. ¿Cuál ha sido la opinión oficial convencional?  Como siempre conformista, que deberíamos seguir el ejemplo estadounidense, ponernos de acuerdo con el Departamento de Estado y la Casa Blanca y, ¿la suya?

Sir Edrian bebió un sorbo y contempló el ondulante césped.

_ No es la primera vez que participo en la operación, hace años incluso he dirigido una o dos. Pueden ser muy perjudiciales para el enemigo y beneficiosas para uno mismo. Si salen bien el enemigo puede pasar meses e incluso años cometiendo errores. Tiempo, dinero, esfuerzo, sudor, trabajo duro y lágrimas y todo para nada o mucho menos que nada por un error, pero la peor variante es el autoengaño y me temo que ese es el océano en el que han decidido zambullirse los estadounidenses.

_ ¿No cree que sea factible la completa desnuclearización de Corea del Norte?

_ Después de todo es un fraude primera ministra, una mentira, un timo, pero hábilmente planteado como siempre y me temo que la Casa Blanca está mordiendo el anzuelo una vez más. Han echado a demasiados y al hombre que vive allí solo le preocupa recibir el premio Nobel de la Paz. Así que está imponiéndose el deseo de creer que siempre es el precursor del éxito de un tema.

_ ¿Entonces cree que Pyongyang miente?

_ Estoy convencido de ello.

_ ¿Cómo consiguen salirse siempre con la suya?

_ Corea del Norte es un enigma primera ministra. No tiene nada o muy, muy poco. En términos internacionales es un país pequeño, árido, carente de materias primas, espantosamente gobernado, en bancarrota y al borde de la hambruna. Las dos cosechas anuales de cereales, arroz y trigo han vuelto a ser un desastre y sin embargo Corea del Norte cabalga el mundo como un conquistador.

_ ¿Cómo consigue el régimen todo eso?

_ Porque se lo permiten, la gente razonable siempre teme a los locos”.

La anterior historia corresponde textualmente a un fragmento de “El Zorro”, publicada en 2018, última novela escrita por mi autor preferido Frederick Forsyth, para mí y una buena parte del mundo, el gran y mayor auténtico maestro de la novela suspense internacional. Cada uno de sus libros, más de 20, y una amplísima muestra de ellos adaptadas al cine, la televisión, el teatro y los videojuegos, siempre son el mejor resultado del thriller político internacional, relatando un conflicto mayor y los otros muchos conflictos menores que se desarrollan alrededor de él.

Autor de obras inmensamente famosas como “El Día del Chacal”, “Los perros de la guerra”, “El Archivo Odessa”, “El Negociador”, “El cuarto protocolo” y otras muchas más, ahora en “El Zorro, vuelve a manejar magistralmente la relación entre Gran Bretaña, Estados Unidos y Rusia, incluyendo, como el que no quiere las cosas, la historia, obvio con el nombre cambiado, y el ascenso al poder, del mismísimo Putin, hoy tan de moda.

En el fragmento que he recogido aquí donde se habla de Corea del Norte, me ha hecho pensar en Cuba y en sus por qué.

Si hay algo que todos nos preguntamos, a veces con numerosos ejemplos: si Gandhi ganó él solo el tema de la India con varias huelgas de hambre, que si Mándela estuvo 25 años preso y así tumbó al Apartheid, que si la URSS desapareció o implosionó por trabajos “bajos” de Gorbachov, que Europa del Este se destruyó sin tirar un tiro, etc., etc., etc., es por qué el gobierno cubano, a pesar de los pesares, sigue y probablemente por algunos años más seguirá, campeando por su respeto.


La pregunta de por qué, repetida y repetida por cubanos de allá, de aquí, más muchos extranjeros que han vivido y conocen la realidad cubana, más otros que sin vivirla se la imaginan por la información que sobre la isla poseen, es difícil, por no decir imposible, de responder en pocas palabras y pocas ideas. Más, creo que no existe una idea, sino que la situación de Cuba y sus más de 60 años con la misma forma de gobierno, cada día más inoperante, cada día más incapaz y menos proveedor de lo que él mismo debe proveer, es el resultado de muchas ideas y muchas acciones o no acciones juntas.

Dejando a un lado ahora la política norteamericana con respecto al gobierno cubano, que, por momentos en todos estos años, ha sido bruta, incapaz, poco definida y por qué no, hasta comprometida o al menos suave, con los comunistas, si existe un país que ha tenido razones o justificaciones para que su pueblo se lance a la calle a protestar, ese es Cuba. Creo haber escrito ya sobre esto en uno de mis artículos anteriores, tratando de resumir lo que conozco, mucho o poco, sobre el tema, veamos otro resumen.

  • Tan pronto triunfó la revolución en enero de 1959, no pocos combatientes de la clandestinidad y de la propia lucha armada, muchos de ellos con altos grados militares obtenidos como resultado del valor en batallas o escaramuzas, se dieron de baja del grupo fidelista por entender que el líder había traicionado los postulados que lo llevaron a la lucha contra Batista. No pocos entendieron que de democracia tradicional nada y que el gobierno radicalizado se dirigía al comunismo que lidereaba por aquellos años la Unión Soviética.
  • Muchos de estos excombatientes, algunos amigos cercanos de los principales líderes revolucionarios se dedicaron a tratar de revertir el triunfo y entonces empezaron los grupos de los inmediatamente llamados contra revolucionaros, mercenarios, vendidos, antipatriotas o vende patrias, etc., digamos: atentados contra los lideres de la revolución y contra determinados objetivos económicos, ataque por la Bahía de Cochinos, alzados en el Escambray, etc. Como resultado, muchos condenados a largas condenas en prisión, fusilamientos, reconcentración de familiares y supuestos adeptos, etc., todo lo que tiene que haber provocado, no sólo daños a los líderes y cabecillas y a los participantes activos de cada una de estas acciones, sino a todas sus familias y amigos más cercanos.
  • La revolución se radicalizó y en vías de fortalecerse entonces emprendió una guerra silenciosa y al mismo tiempo bulliciosa contra cualquier manifestación que como mínimo cuestionara al poder. Ahí cayeron intelectuales, artistas, iglesias y católicos, sobre todo, más todas aquellas personas que comenzaron a llamarlas “confundidas”. La forma de acabar con esa supuesta confusión fue cárceles, campamentos con trabajos forzados, represión, mítines de repudios, pérdida de trabajos y estudios, aislamientos, etc. Muchos afectados y más, porque la afectación llegó a la familia de cada uno de los sancionados, reprimidos, aislados.
  • Desde muy temprano comenzamos a vivir como una neocolonia de nuevo tipo de la URSS y sus intereses macro. Cuba fue utilizada por los comunistas europeos como carne de cañón para enfrentar a los Estados Unidos y entonces a la población cubana se trató de sovietizarla. Se nos obligó a estudiar ruso en todos los niveles educacionales, se llenó la isla de asesores técnicos y militares, se entretuvo al pueblo con música, películas, muñequitos, literatura y una enorme propaganda comunista que ensalzaba el modo de vida de los países del CAME y sobre todo de los soviéticos. Cuba se sovietizó, era preferible matar a otro cubano que decir que no queríamos a los hijos de Lenin, era preferible fajarnos con nuestra propia familia que manifestar que no queríamos a nuestros “hermanos” impuestos. La idea sólo de criticar algo relacionado con esto, era interpretado como un gran problema ideológico que había que resolver. Llamados “problemas ideológicos” a cualquier cosa de interés del gobierno para marcar, marginar, reprimir, excluir a cubanos durante todos estos años.
  • Fuimos obligados a servicio militar y a participar en guerras en cualquier lugar que el gobierno decidió, a irnos meses a trabajar de forma obligada en las llamadas escuelas al campo y escuelas en el campo, nuestra dieta se vio afectada porque nos quitaron productos alimenticios para regalarlos como solidaridad a otros países, ejemplo: el café, la azúcar, etc.
  • Fuimos obligados a estudiar determinadas materias, vestir de determinada forma, comer lo que se nos vendía de forma regulada, etc. No ha habido momento en Cuba donde la falta de electricidad, de agua, de transporte, no haya existido. Llegamos a vivir con 12 horas de apagones diarios programados, en el mismo momento que el gobierno cubano rexportaba el petróleo en el mercado internacional y llegamos a consumir productos alimenticios que jamás se conocieron en la dieta cubana desde antes de la llegada de los españoles en 1492.
  • Se politizó la enseñanza a todos niveles, de donde quedaba claro que estabas conmigo o estás contra mí. Se cambió nuestra historia patria, sacando y metiendo figuras a conveniencia, que ha traído como consecuencia que hoy no sepamos en realidad quiénes somos y de dónde venimos. Se dividió a la familia en post de la política y se echó a fajar a unos contra otros, pidiéndoles incluso a los niños y adolescentes que cuestionaran las decisiones de sus padres.
  • El gobierno contradiciendo el viejo adagio de que “lo que no puedes controlar, no lo puedes prohibir”, fue creando en el transcurso de los años, miles de delitos económicos, además de los políticos, para sancionar a su antojo, lo que ha convertido a un pequeño país como Cuba, en un lugar con más de 200 instituciones carcelarias para adultos, más otro número para menores de edad y que hoy tengamos, según la información conocida oficialmente, una de las poblaciones penales más grandes del planeta Tierra. Sin contar, por supuesto, los miles de lugares públicos, otros no tan públicos, que existen para investigar, mantener detenidos, chantajear, presionar, etc., a todo el que se le antoje, con real razón o sin ella. Millones de afectados, más familiares y amigos que también han sufrido todo este rollo.
  • Hemos visto poner y quitar a miles de personas en cargos de gobierno. Todos han sido utilizables hasta un día, el día que los del poder único lo decidan. Hemos observado enriquecimiento de algunos, llamadas traiciones de otros, amigos que se convierten en enemigos, subordinados acusados de insubordinaciones.
  • Hemos vivido hasta hoy mismo la huida de los cubanos a, primero Estados Unidos y luego a cualquier parte de la geografía mundial con el objetivo de escapar del gobierno comunista cubano, intención revestida y explicada por el propio gobierno como una sola intención de emigración económica. Hemos visto a familias despedir a sus hijos jóvenes, hemos visto a embarazadas, a viejos de más de 80 años, a niños, a negros y blancos, profesionales y no profesionales, delincuentes y personas honestas, llamados gusanos y antiguos comunistas enérgicos montarse en embarcaciones de fabricación casera para irse a otro lugar del mundo. El cubano se he metido en contenedores para viajar sobre las cubiertas de barcos, se han auto embarcados dentro de cajas, se ha metido en los trenes de aterrizaje de aviones, se han hecho pasar por locos, homosexuales, enfermos, participantes en grupos que están en contra dentro de Cuba. Otros se han enamorados de cualquier ciudadano del mundo, sin tener en cuenta edad, religión, etnia, etc., con tal de poder salir de la isla cárcel.
  • Hoy vemos arrastrar a nuestras mujeres por la calle, siempre en desventajas numéricas, encarcelar a nuestros hijos con absurdas y ridículas y gigantescas sanciones de privación de libertad e incluso reprimir a niños y jóvenes por sólo cantar una canción o levantar un cartón que dice “Libertad” o “Patria y Vida”. Hemos visto morir a familiares por la falta de medicina y atención médica en los hospitales que todavía el gobierno define como los mejores del mundo.
  • Durante décadas hemos asistido a la priorización de extranjeros, cualquier que estos sean por encima del cubano. Por años estuvimos prohibidos a entrar a hoteles, restaurantes. Todavía hoy se nos entrega como fuerza de trabajo extremadamente barata a cualquier que logre crear una empresa en Cuba, cobrando el gobierno la mayor parte del salario que el extranjero paga. Vivimos momento donde un extranjero sin un centavo, mal vestido y sucio valía más que cualquier científico o profesional cubano, valía más que el pueblo. Hemos visto a médicos en bicicleta, vendiendo la gasolina, haciendo dulces para sobrevivir. Hemos visto a profesores vendiendo las pruebas o cambiando las notas por regalos. Hemos visto el surgimiento y desarrollo hasta su consolidación de la prostitución de ambos sexos, de donde algo tan repudiado como la prostitución, hoy sea una de las formas más elegantes y aceptadas, además de supuestamente divertidas de vida. Hemos visto a mujeres lindas y jóvenes desfilar orgullosas con sus “novios” octogenarios sacados de sombreros de magos.

Y así una lista que considero interminable de experiencias y anécdotas reales que cada cubano ha sufrido durante décadas y décadas, cualquiera de ellas, incluso las más aparentemente sencillas, capaces de lanzar a cualquier pueblo a la calle. ¿Entonces qué nos pasa?

Bueno, para mí, la madre de las respuestas me la dio Forsyth en “El Zorro” cuando hablando sobre Corea del Norte escribió: “Porque se lo permiten, la gente razonable siempre teme a los locos”.

Detrás de la imagen de amante desinteresado del pueblo, auto desarrollada por Fidel y engordada durante todos sus años de gobierno por sus seguidores, muchos descerebrados, otros muy bien dotados de cerebros inteligentes para el buen vivir, se escondió el verdadero artífice del terror. El líder cubano fue el máximo exponente del desarrollo de ese terror silencioso que se extendió por toda Cuba. Fidel fue, en su doble discurso, el implacable, despiadado, frío, inclemente calculador de cada una de las acciones que le permitieran salir ilesos de todos sus errores, miles y que le garantizaran permanecer en el poder a todo costo. Fidel, ese aparentemente dulce “papá de todos los niños cubanos, no dudó jamás y no escatimó ni dinero, ni trabajo, en establecer por los mecanismos más inimaginables, acciones como: la vigilancia en cada trabajo, en cada cuadra, dentro de cada familia, que lograron inmovilizar a todos.

Fidel infiltró todas las instituciones internacionales presentes en Cuba, más obviamente, todas las instituciones de todas las denominaciones religiosas, más las de la disidencia, más a muchísimos empresarios capitalistas que invirtieron en Cuba. A todos los presionó, los chantajeo, los utilizó siempre. Fidel, detrás de su discurso populista, liberador, democrático, solidario, fue el creador del terror en la misma medida que ni las leyes escritas, ni las constituciones, servían para nada cuando de su interés se trató.

Luego Raúl, el que llevaba muchos años afilándose los dientes para ocupar la silla de su hermano una vez este desapareció físicamente, no contento con el control que por seis décadas seguidas tuvo sobre el ministerio de las fuerzas armadas y la cogida por el cuello de los más altos grados militares, se vistió de traje y corbata civil y de presidente. Raúl, en el que muchos confiaron por sus posibles aires de renovación, con los mismos viejos discursos populistas, aparentemente renovados y modernizados, no hizo más nada que seguir los pasos de su hermano. Pobres de los que aspiraban a otra cosa. Prometer y prometer y por supuesto amarrar, ahora a su nombre los cordeles del gobierno.

Raúl militarizó, con militares a él directamente subordinados, no sólo la economía, sino a todo el país. Dando al taste con el supuesto socialismo cubano participativo y convirtiéndolo en un muy marcado y público gobierno de un grupo selecto de militares y muy rápido y hábilmente, se quitó las cámaras de TV de encima y dejó a un loco, que sólo puede ser continuidad de la más genuina locura, el “puesto a dedo, Díaz Canel.

Canel, la figura más gris que podía haberse seleccionado, pero más confiable para los intereses de la cúpula, ha probado su locura, en la misma medida que se nombra absoluta continuidad de sus dos antecesores.

Canel, que, frente a la escapada del pueblo, no dudó, como nunca fue hecho anteriormente, en declararle la guerra “armada” contra aquellos que se decidieron, por casi primera vez en nuestra historia, en salir a la calle a, pacíficamente, pedir cambios. ¿Cuáles? Pues cambios que hay que hacer en primera instancia, para luego cambiar lo demás que tiene que ser cambiado, que confieso es casi todo, creo que menos la bandera cubana, el himno nacional por respeto a los mambises y el lindo escudo.

Díaz Canel, loco y borracho con el poder, más temeroso de que pueda él pagar todas las culpas de los 60 años anteriores, hoy ha aumentado sustancialmente la población carcelaria cubana, metiendo preso, con sanciones exageradas, por delitos inventados a última hora, a miles de cubanos. Díaz Canel hoy, sin importarle nada, ni opinión nacional, ni repudio internacional, se ha convertido en ese loco que está dispuesto a pasarle por encima a todo un pueblo con tal de mantener el poder. Loco y borracho con el poder.


“La gente razonable siempre teme a los locos”. Temieron mis abuelas por sus hijos y nietos y se plegaron y escondieron sus verdaderas ideas, temieron mis padres por ellos mismos y por sus hijos y terminaron aceptando y quizás hasta mintiendo. Temimos nosotros, los hijos, por nosotros mismos y ahora, a pesar de algunos estar lejos del alcance de los tentáculos del gobierno, al menos físicamente, tememos por nuestros hijos dejados atrás y familiares que aún viven en Cuba.

Tememos a los locos, lo que no quiere decir que seamos miedosos. Nuestro caso y por eso esta idea me parece la madre de las posibles justificaciones o explicaciones, no es el miedo porque somos valientes, sino el terror que es una posición humana más arriba y complicada.

Estamos dispuestos a luchar contra las olas del mar y los tiburones. Estamos decididos como no muchos a luchar en las selvas contra animales venenosos y salvajes, bandas de narcotraficantes, coyotes inescrupulosos, delincuentes y hasta asesinos. Estamos decididos a caminar por semanas y meses, a fajarnos con la policía de cualquier país del mundo, en sobornar a cualquier autoridad que se nos atraviese en nuestro camino o objetivo de llegar a la “tierra prometida”. Estamos dispuestos a dar un escándalo en cualquier aeropuerto del mundo, frente a cualquier agencia de viaje, frente a cualquier embajada. Estamos dispuestos a cruzar ríos con nuestros viejos agarrados por los brazos o nuestros pequeños hijos montados a “caballito” en nuestras espaldas. Estamos decididos a dejar a nuestros muertos al lado de los trillos o caminos, muchas veces sin poder enterrarlos como nuestra tradición exige. Estamos decididos a quedarnos ilegal en cualquier lugar del mundo, a pasar hambre y frío, a comunicarnos por señas en lugares donde los idiomas nos son totalmente desconocidos. Estamos dispuestos a olvidar nuestra historia, nuestros títulos académicos, nuestra experiencia, para irnos a limpiar carros, casas o culos en cualquier lugar. Estamos decididos a escapar, acción nunca sencilla y fácil.

Pero paralelamente vivimos dentro del terror, el miedo, la doble moral, el doble pensar, el oportunismo, el revanchismo, la venganza contra nuestro igual, siempre el disfraz en nuestras acciones, la traducción a menos “decibeles” de nuestras ideas, el poco compromiso, la poca solidaridad con el igual, los cada día más visibles intereses personales y menos el mirar al de al lado.

Nos hemos cansado de nosotros mismos y entonces sólo queremos escapar. No queremos, hasta cierto punto humano, poner el muerto, ni el herido, menos el detenido de por vida y la respuesta que puede tener muchas otras respuestas dentro, que puede contener incluso los once millones de interpretaciones, o sea, como mínimo, una por cada poblador cubano, es que el razonamiento del pueblo común, sigue temiendo y quizás para la cuba de hoy, seguirá temiendo a la locura.