sábado, 22 de mayo de 2021

Cada día se me hace más difícil. (Cuarta Parte y Final)

 Mira. Del tema Cuba, quienes podemos saber mejor lo que pasa somos los que por acá vivimos. Vuelvo a pedirte que no quisiera comentarios sobre el tema del país, no quisiera equivocaciones al respecto con mi persona, ni con la tuya. Por supuesto, esto lo dice todo. No vale la pena hablar de esos temas, que los atiendan los decisores que es a quienes les corresponden, yo sé que te mortifica que pasemos trabajo y no poder ayudarnos todo lo que podría ser, pero hay que tener fe en que vendrán tiempos mejores.

Yo sé que no es tu propósito, pero al leer tus comentarios, es como si nos dieran un mazazo más. El tema es bien complejo y tu ante todo debes protegernos en todos los sentidos incluso en el sentimental. Sigo con esperanzas de que los tiempos de mañana quizás sean menos difíciles…”

 Autor conocidísimo, pero imposibilitado a identificar.

 “Lo peor que hacen los malvados es hacernos dudar de los buenos”

Jacinto Benavente.
Español. Destacado dramaturgo del siglo XX.
Premio Nobel Literatura 1922.

Cada día se me hace más difícil pensar y hablar sobre Cuba, pero paralelamente más necesario. Los cubanos tenemos que hablar sobre Cuba, nuestro país, estemos dónde estemos, tengamos cualquier definición política, religiosa, color, sexo e incluso cualquier edad. Nunca es mejor la opinión de un anciano que ha vivido mucho. Nunca es mejor la opinión de un joven que comienza a vivir.

Cuba no tiene un dueño particular, no es un lugar que alguien compró, no está entonces condenada a vivir siempre de la misma forma. Los cubanos tenemos que hablarnos, con respeto, pero hablarnos, es precisamente en esa diversidad de opiniones y criterios, donde puede aparecer la verdad para el futuro.

Si seguimos divididos, unos denunciando a los otros, algunos quitándole la autoridad ciudadana que tiene cualquiera, si seguimos subordinados a una idea, que pudo haber sido linda, pero que de ella no queda absolutamente nada, no podremos avanzar. Cuba, la tierra más linda que vieran los españoles a finales del siglo XV, la Llave del Golfo, el punto de reunión y partida de la flota española en su regreso a Europa. La reina de la azúcar, el tabaco, el ron, por muchos siglos. Cuba el país que recibió miles de inmigrantes, la isla taza de oro de la primera mitad del siglo XX, la Cuba que fue capaz de expulsar a una dictadura asesina, hoy sufre, hoy no tiene que comer, hoy no tiene medicamentos y de aquellos servicios que un día exhibió como ejemplo al mundo, hoy casi no queda absolutamente nada. Los maestros renuncian, los médicos se van fuera, los deportistas prefieren jugar bajo otra bandera. Los cubanos que se quedan se quejan, otros, muchos, prefieren irse.

Cuba, a la que nadie quiere anexarse a pesar de sus lindas playas, su tierra fértil, sus mujeres encantadas y encantadoras. Cuba, a la que sólo corresponde a los cubanos de allá, de aquí; a los nacidos, a los que se han naturalizado, a los que se han enamorado y quedado, definir el futuro, más allá de constituciones, códigos penales, regulaciones, papelitos amarillos, recados, chismes.

A veces es tanta la contradicción que frente a Cuba me digo, es mejor no hablar, es mejor no responder, pero es todo lo contrario, tenemos que hablarnos, tenemos que respondernos, tenemos que, incluso, gritarnos, porque no somos noruegos y no podemos tener miedo. Tanto los que se quedaron, como los que se fueron lo han hecho bien, cada uno a su posibilidad, entonces todos tenemos derecho. No nos puede comer el complejo de que yo estoy aquí, tu estas allá, yo soy más cubano, tú eres menos cubano, etc.

Entonces, finalmente, llego al punto A de mi lista: "en 2021 la defensa de un proyecto o experimento, convertido en sistema socio económico del desarrollo humano". Lo he dejado para el final, a pesar de haberlo mencionado como primero, porque creo que él, por sí solo, contiene todos los demás problemas que conocemos tenemos e incluso los que no sabemos que tenemos.

Conozco que existen estudios, al parecer aceptables, sobre los daños antropológicos en nosotros, los cubanos. Estudios que no he podido leer a profundidad, por lo que no me arriesgaré a hablar de ellos aquí, sin embargo, si puedo hablar de daños, de esos que con sólo recordar o pasar la vista es fácil detectar que existieron y existen.

No sé, ya dije, lo que afirman los investigadores, para mí todos hemos sido dañados. Unos más, unos menos. Unos de forma permanente, otros de forma transitoria. En algunos los daños, después de ser bien atendidos, no han dejado grandes secuelas, en otros, las consecuencias son irreversibles.

Todos hemos sido dañados. Lo fueron los que ya murieron, lo somos los que aún estamos vivos. Los daños cubren a los viejos, a los casi viejos, a los niños. Los beneficios obtenidos, no se puede dejar de reconocer que para muchos existieron beneficios, son muchos menores que los daños que esos beneficios causaron. Nunca existió beneficio sin precio y ese precio con el tiempo se convirtió en dañino.

Desde muy al principio de esta larga etapa, fuimos divididos de muchas formas, las más importantes y antagónicas, revolucionarios y no revolucionarios. Los clasificados dentro de la segunda, cosa que por momentos sigue siendo muy fácil, para aguantar y sobrevivir al fuerte impacto, escondieron su no revolución, inaugurando con fuerza lo que hasta hoy se mantiene como uno de los mayores logros del comunismo cubano, la mentira como forma de vida individual y colectiva, convirtiéndose en una de nuestras características sociales más sólidas.

He contado antes que vi desfilar la “inofensiva” pintura del Corazón de Jesús, muy común en muchísimas casas cubanas, de la sala de mi casa, al pasillo, luego al cuarto de Mama Yuya, más tarde fue a parar a la oscuridad dentro de su closet y, por último, después de su muerte, la encontramos debajo del colchón de la cama donde mi abuela dormía. ¿Dejó de creer? No, sólo escondió su creencia.

Fuimos dañados. Un médico, incluso un muy buen médico, era igual que un vago o delincuente. Todos éramos compañeros, todos vivíamos iguales, se valoraba estar vestido de miliciano o verde olivo y paradójicamente muchos vagos y delincuentes eran “furiosos” revolucionarios. La palabra “señor” fue desterrada, por ser una palabra burguesa. No era necesario dar los buenos días, podría ser considerado un acto de flojera.

La revolución en sus representantes decentes y convencidos, pero también en la mugre que apoyó oportunistamente, aplastó la diversidad, la pluralidad. Aplastó la otra idea, el otro criterio, no importó la forma o contenido que tuviera. Tengo un amigo que fue mandado a afeitar por su familia, porque su barba no era revolucionaria. Increíble, hicieron hasta de los pelos de las caras, símbolos ideológicos y partidistas. ¿Familia extremista? Si, claro, pero como esa existieron millones. La de mi amigo, la mía, la tuya, la del vecino, los compañeritos de escuela, la del compañero de trabajo, la de la novia, luego esposa, la de los militantes del partido comunista y los aspirantes, la de los llamados personal de confianza, los antes reconocidos como chivatos, en cada cuadra, en cada edificio, en cada centro de trabajo, etc.

El extremismo se convirtió en la mejor de las estrategias para dirigir un país y entonces en la más grande acción a evadir. Cualquiera podía denunciarte, cualquiera podía “serrucharte el piso”, ponerte “una zancadilla”. Todos éramos vigilados, muchos se prestaron para vigilar con la única explicación de no ser vigilados. Comenzamos los cubanos a hablar por seña, a mirar hacia atrás antes de hablar, a hablar muy bajito cuando el tema era complicado, a poner sobre nombre a los del gobierno, a no menciona determinados nombres y por supuesto, a definir que todo lo que se tenía que hacer de forma obligatoria venía “de arriba”.

Quizás sea yo la mayor muestra del daño antropológico, sencillamente tenga buena memoria o soy muy hijo de puta. ¿Alguien recuerda cuando estaba prohibido que entráramos a los hoteles y que increíblemente un portero, por cierto, cubano, sintiera placer con decirnos “no se puede entrar es solo para extranjeros” ?, ¿Alguien recuerda cuando las guaguas dejaron de entrar en la playa Santa María para impedir que los cubanos utilizáramos esa parte del litoral porque las casas y los hoteles eran rentadas exclusivamente a extranjeros o las llamas “firmas”, empresas, extranjeras o estaba prohibido caminar por la arena frente algunos hoteles de playa y la policía cubana ponía multas o impedía el paso a otros cubanos?, ¿Los hoteles y las playas eran patria?

Alguien recuerda estar parado en Coppelia o en un restaurante y de pronto desembarcar una, dos guaguas de turistas capitalistas en short, chancletas y sombreritos, a los que nos pasaban por delante, cosa que ni ellos mismos entendían, por supuesto acabándose con ellos el helado de chocolate?, ¿Alguien recuerda que a los prostitutas, las llamadas por todos jineteras, las policía las podía detener, multar, llevar a calabozos mientras estuvieran solas o cazando, o sea, trabajando, pero cuando ellas mismas paseaban del brazo de los extranjeros y se burlaban de los policías, de los custodios, de los porteros, no se les podía tocar y había que saludarlas respetuosamente?, ¿Alguien recuerda que la jinetera era una puta a la que había que reprimir el lunes, pero el miércoles después que se casaba con el extranjero, había que nombrarla, recibirla y tratarla como señora? La misma persona, a sólo dos días de diferencia, cuál de las dos era la patriota.

¿Alguien recuerda cuando el gobierno cerró los moteles, conocidos popularmente como “posadas” y los cubanos tuvimos que comenzar a hacer el amor dentro de los carros, en los parques, dentro de los matorrales, en casa de un buen amigo que nos prestaba su cuarto en horario de trabajo o pagando muy caro en casas particulares convertidas convenientemente en hoteles clandestinos?, ¿Dónde hacían el amor los jefes?, ¿Alguien recuerda cuando se sancionó a privación de libertad a cubanos por poseer dólares y después se nos puso a todos los cubanos a caerle atrás a esa moneda como única forma de poder vivir?, ¿El peso cubano, nuestra moneda nacional, era patria?, ¿El dólar norteamericano es parte de nuestro patriotismo?

¿Alguien recuerda cuando los que se fueron, regresaron y llenaron de pacotilla a sus familiares y amigos?, ¿Alguien recuerda dónde quedaron los revolucionarios sin familiares en el extranjero? ¿Quiénes fueron los verdaderos patriotas, los que se quedaron pasando “el Niagara en bicicleta” o los que se fueron y regresaron llenos de dólares a salvar a los que se quedaron?, ¿Alguien puede explicarme cómo se puede ser revolucionario comunista, aspirar a la igualdad y luchar por la equidad, teniendo los bolsillos llenos de dólares, cuotas especiales de comida, autos con tanques llenos de gasolina, hospitales especiales, viajes al exterior, ahora incluso con familia, lo que permite obviamente tener acceso a una vida totalmente diferente a lo que los estatutos y teóricos tienen definida?

¿Hasta cuándo la familia cubana va a ser deshonesta?, ¿Quién envía los dólares hoy?, ¿Quién pone las recargas a celulares?, ¿Quién envía alimentos, medicamentos, productos de aseo, ropas?, ¿Quién está ayudando a reparar las casas, los carros, a celebrarle las fiestas de 15 años a la niña de la familia?, ¿Quién está financiando los viajes al exterior?, ¿Quiénes son los que están haciendo los trámites para sacar a los familiares cubanos de Cuba?

Si los cubanos fuéramos un poquito honestos, sólo un poquito, por lo menos estaríamos en las calles hoy diciendo: está bueno ya de hablar de gusanos, de apátridas y traidores, de mercenarios. Esos a los que se trata todos los días de demeritar, están manteniendo a Cuba en una buena parte. Esos denigrados, están logrando la subsistencia de los suyos y con eso el gobierno comunista sobrevive. Gracias a esos que un día se fueron, hoy los cubanos en Cuba tienen TV, refrigeradores, casas, ropas, medicinas, comidaaaaaaaaaaaaaa, etc.

Si los cubanos fuéramos un poquito honestos, madres, padres, hermanos, hijos, esposas, estuvieran defendiendo públicamente a aquellos que los mantienen o ayudan. Sería bueno empezar por nosotros mismos y dejar la definición de enemigos de la patria para aquellos que intenten envenenar el agua de un círculo infantil, destruir una hidroeléctrica que deje sin agua a ciudades y pueblos, asesinar a médicos, profesores, por sólo asesinar. Sería bueno que, por primera vez, al menos, los cubanos TODOS, los de aquí y allá, nos pusiéramos de acuerdo en esto:

Los cubanos no somos enemigos de los cubanos. Si existe un cubano hijo de puta, él es el enemigo por ser hijo de puta, no por ser cubano e hijos de putas han existido desde siempre.

Estar en contra de un gobierno que además es malo y ya no tiene tiempo, ni mecanismos para mejorar, no es estar en contra de Cuba como patria. Los que estamos en contra del gobierno, estamos definidamente en contra del gobierno y la forma de ejecutar las acciones, estamos en contra de determinadas personas dentro del gobierno, existen otras que son fichas para hacer bultos, que no opinan, ni deciden nada.

Cuba es más que un, dos, tres o infinitos gobiernos, Cuba es el país de origen de TODOS los cubanos y, por tanto, TODOS los cubanos tienen sobre Cuba el mismo deber y derecho. Sobre Cuba, no sobre el gobierno de turno. El gobierno debe desaparecer de inmediato por malo, corrupto, incapaz, oportunista, delincuente, Cuba tiene que existir y hacerlo mejor. El gobierno ya no puede más, ha agotado todos los mecanismos, ahora enfrascado en reordenar el reordenamiento que demoró 10 años en estudio, tal como si la vida fuera eterna. Al gobierno cubano actual, como a todos los gobiernos, se les acabó el tiempo. A nadie se la puede ocurrir defender ahora a los faraones egipcios, menos tratar de restituirlos, porque mandaron a construir las pirámides o al emperador chino Qin Shilhuang, quien ordenó la construcción de los primeros 5000 kilómetros de la Muralla China o a sus otros tres sucesores que la terminaron.

Seamos una vez honestos y llamemos por su nombre lo que es. Los que se fueron de Cuba, no traicionaron a nadie, menos son cobardes, incluso aquellos que por algunos años contribuyeron a la “noble” idea de construir una sociedad nueva, socialmente avanzada.

Los que se fueron, son extremadamente valientes, osados, arriesgados, intrépidos, audaces y algún día tendrán que ser reconocidos como tal. He contado en otros momentos aquel cartel enorme que me recibió en el aeropuerto de República Dominicana en diciembre de 2007, que decía sin pena, sin rubor, que casi gritaba: “Bienvenidos Hermanos Dominicanos” para todos aquellos dominicanos que regresaban a visitar su país, no el país del gobierno.

Los que se fueron abandonaron sus cómodas zonas de confort, dejaron atrás sus pertenencias, sus casas, sus autos, a veces su dinero, renunciaron a sus profesiones y a lo que sabían hacer, muchas veces después de muchos años de estudio. Dejaron atrás su historia, sus conocidos y algo más que importante, fueron capaces de separarse de sus padres, sus hermanos, sus parejas e hijos.

Los que se fueron llegaron a países donde no conocían a nadie, donde no encontraron apoyo, por el contrario, muchas veces encontraron rechazos o lastimas. Los que abandonaron Cuba, llegaron a lugares donde no conocían el idioma que se hablaba, no podían entender, no podían explicar. Los que se fueron, muchos, pasaron hambre, tuvieron que dormir en parques, en estaciones de metro. Pasaron frío, a veces mucho frío. Los que se fueron, llegaron a lugares como Egipto, Tokio, Alaska y tuvieron que coger el primer trabajo que se les dio, tuvieron que limpiar nieve, limpiar baños, trabajar en fábricas, en mataderos, en la construcción, a veces por muy bajos salarios.

Los que se fueron vivieron años sin papeles, caminando por las sombras como ilegales, sin nombre, sin dirección. Los que abandonaron su país de origen, fueron engañados por otros, fueron utilizados, incluso en la prostitución, los que se fueron se vistieron con ropas sacadas de basureros. Los que se fueron vivieron extrañando todo lo que durante toda la vida habían tenido, a veces a un perro, a veces a familias y amigos, otras a una planta, un olor, un sabor.

Y así, con todo esto en contra, teniendo que escapar de mafias, de ejércitos de drogas, de explotadores, han echado adelante, se han crecido, se han hecho profesionales nuevamente y hoy no sólo viven mejor que cuando salieron de su origen, sino que una gran parte ayuda a los que dejó atrás. Los que se fueron hoy están aquí o allá trabajando muchísimo, dejando la vida en camiones que atraviesan los países con lluvia, nieve y hielo, extremos calor. Los que se fueron, mujeres y hombres, hoy tienen dos y tres trabajos y muchas veces tienen que bajar la cabeza, tragarse el orgullo, por la sencilla razón de que de ellos dependen sus familiares aquí y peor, sus familiares en Cuba.

No existen historias dulces dentro de la emigración cubana. Las historias son el resultado de mucho esfuerzo, de mucho valor, de echarles muchas ganas. Son historias de no dormir, de no comer, de inventar para poder dedicarse a alquilar camellos cerca de las pirámides egipcias, o entender un noticiero o una película en japonés o pasar tres y cuatro meses pescando o cazando cangrejos centolla en las gélidas y tormentosas aguas de los mares del norte.

¿Creen que es fácil? Pues no, no lo es. Es siempre más fácil quedarse en lo conocido, comer poquito lo que dan o se consigue, esperar a que el primo pueda poner una recarguita. Seguir asistiendo a un hospital donde no hay que pagar y emplear el tiempo libre en tomarse un “planchao” en la esquina jugando dominó. Es más cómodo o menos arriesgado esperar que otros arreglen lo que está mal. Es, por supuesto, más rico soñar con una sociedad donde se tenga mucho dinero, haya que trabajar poco y todo sea gratis. Es más rico pensar que podemos tener los bolsillos llenos de dinero, ser dueños de empresas y no sacrificar nada. Es hasta cierto punto rico soñar con servicios de primera calidad, calles hermosas, parques lindos, repartos tranquilos sin delincuencia y sin drogas, sin violencia, para lo cual otros trabajen y repartan las grandes ganancias, sin tener que cogerla.

A eso hemos llegado los cubanos, a imaginar tener derechos a una sociedad altamente desarrollada, donde todos recibamos lo que queramos, sin trabajar mucho, que trabajen los otros. Que trabaje el primo que tenemos limpiando carros o trabajando de madrugada en un supermercado de Miami.

Y es esto, precisamente lo que me parece increíble, o sea, que todavía hoy en el 2021, a pesar de todos los pesares, a pesar de que no hay nada que contar, ni exhibir, a pesar de que el gobierno actual, autonombrado continuación del mismo gobierno que se ha tenido por más de seis décadas, se ha mostrado incapaz hasta más no poder, reinaugurando acciones ya probadas, más otras acciones aparentemente nuevas porque las han disfrazado de otros vestidos y colores, más otras evidentemente improvisadas, que no han dado el mínimo resultado.

“Un gobierno que emplea la fuerza para imponer su dominio, enseña a los oprimidos a usar la fuerza para defenderse”

Nelson Mandela.

 Entiendo a los cubanos que aún están en Cuba y no pueden o quieren salir a gritar y se mantienen en los comentarios bajitos, en las caras de desahucio, en las miradas de reojo, o en las posiciones irónicas. Entiendo a los cubanos que aún sienten miedo y se refugian para no padecer represiones y sufrimientos. Quizás a ellos aun no les ha llegado la hora del gran salto, pero a los que no entiendo es a los cubanos dentro de Cuba que defienden un llamado proyecto, que no existe, que hace muchos años dejó de funcionar. Que hoy más que democracia, igualdad y beneficios, lo que queda es autoritarismo, represión, cada día más desigualdad, cada día unos más ricos, los menos y otros más pobres, los muchos. Cubanos que siguen hablando de un socialismo sin saber, estoy seguro, lo que significa esa palabra.

Personas que demagógicamente, o mejor a lo cubano, descaradamente, repiten que sí que se está haciendo un esfuerzo, que vamos por un camino correcto y seguro, que ahora si se va a construir la sociedad más justa que pueda existir.

¿Qué decir de los cubanos que viven fuera de Cuba defendiendo al gobierno cubano?, ¿En qué tipo de persona nos hemos convertido que somos capaces de disfrutar del esplendor de Paris, de la maravillosa y sólida antigüedad de Londres, de la inigualable Madrid o Barcelona y por supuesto del único, del insuperable, del grandísimo Estados Unidos en todos y cada uno de los aspectos, pueblos, campos y ciudades y seguir defendiendo el comunismo cubano que hoy sólo significa destrucción, derrumbes, enfermedades, calamidades, desunión y hambre?, ¿Cómo es que se pueda desear que eso continúe, que los jóvenes sientan la necesidad de escapar, que los viejos no tengan un pedazo de pan y un café con leche para las noches, que muchos profesionales se prostituyan por una recarga de un celular?, ¿Cómo superar que se tenga que tener dólares para poder comer?, ¿Por qué no tenemos yuca, boniatos, azúcar para comer y regalar?

Hay que defender a Cuba, sus tradiciones, su cultura. Hay que defender y explicar nuestra historia verdadera. Somos los responsables de salvar nuestras músicas, nuestras comidas. Somos los responsables de enseñar nuestros valores. Pero nada de eso tiene que ver con el gobierno, ni el partido comunista único. El real desgobierno y el contra revolucionario partido comunista que tiene Cuba, tienen que desaparecer, cuanto antes mejor. Es mentira que el capitalismo engendra la pobreza. Yo emigrante, llegado aquí ya nada joven, después de haber cruzado la frontera entre México y Estados Unidos con una pequeña maleta y sin dinero ni para un café, hoy soy más rico y vivo mejor que casi la mayoría de la población cubana. Hoy, yo, que para nada trabajo detrás de un escritorio, menos como un profesional del cerebro, puedo tener la vida que deseo y me sobra para ayudar a familia y amigos. Yo, trabajando con las manos 8 horas, puedo hacer turismo dentro de mi país y fuera, incluyendo a Cuba, uno de los países más caros del mundo. El capitalismo no engendra esa pobreza de la que se quiere hablar, la parte de China que hoy se exhibe con éxitos, que está invadiendo y comprando al mundo, no es precisamente la parte, ni los métodos comunistas.

Les dejo unas preguntas serias, quisiera que alguien con información, con datos económicos, etc., sin muela ideológica o politiquería, sin palabras como anexionismo, traidores, socialismos o muertes, me pueda convencer o enseñar. Soy un cubano, cubano, no me parezco o quiero parecer a los norteamericanos, que vive fuera de Cuba y me creo con el derecho de pensar y opinar sobre mi país de origen. No reconozco dueños. No creo que por vivir allí adentro se conozca más o se tenga más posibilidad.

  • ¿Qué es lo que este grupo de cubanos dentro de Cuba y fuera de ella están defendiendo?, ¿Cómo se llama el proyecto realmente que se pretende rediseñar?
  • ¿Hacia dónde va?
  • ¿Cuál es el tiempo que se define para lograr lo que se piensa lograr?
  • ¿Cuáles son hoy los resultados y beneficios que se tienen?
  • ¿Qué se pierde con un cambio de forma de vida, con el pluripartidismo, la diversidad de opinión, la economía de mercado, la potencialización de la economía con verdaderas y fuertes inversiones en sectores claves de la economía cubana?
  • ¿Podemos seguir hablando y sobre todo echándole la culpa al embargo de todo, incluso de los mosquitos que se alteran en verano?
  • ¿Los que han dirigido y viene dirigiendo, tienen alguna solución clara, cuando después de 10 años de estudio e investigación, han inaugurado un reordenamiento económico que lo único que ha conseguido a todas luces es desordenar más la economía?
  • ¿Los que hoy dirigen han podido eliminar o disminuir el descontento popular o por el contrario, cada medida, cada discurso, cada programita de televisión, sólo ha logrado que el número de descontentos aumente?

 

 

 

 

 

miércoles, 12 de mayo de 2021

Cada nuevo día se me hace más difícil. (Tercera Parte)

Lo mejor que tiene un punto B dentro de una selección, es que, si está entre el A y el C, no importa por donde se empiece, siempre se encuentra en el medio.

Entonces traído de la primera parte de este artículo, cuando describo los problemas graves y urgentes que veo dentro de un grupo de cubanos que viven dentro e incluso fuera de Cuba, dije: B) la intención de dialogar con un gobierno que se niega a dialogar.

Dialogar, acción inherente al ser humano, por los años que llevamos practicando, debería sernos relativamente fácil, cuesta trabajo creer que no lo sabemos hacer. Estamos más preparados para conversar entre amigos, sobre todo cuando todos estamos de acuerdo y la misión consiste en aportar historias, experiencias, chistes, que apuntan a un mismo lugar o idea, pero, basta media vez que aparece la primera contradicción, lo de dialogar, generalmente se convierte en una batalla.

¿Somos los cubanos un pueblo acostumbrado a dialogar, a negociar? No, estoy casi convencido que no lo sabemos hacer.

Somos una mezcla explosiva entre la cultura de pueblos africanos, traídos a Cuba como esclavos, pero muchos guerreros, reyes, brujos y españoles, precisamente muchos no la mejor oferta de España, peninsulares pobres, mezclados con árabes, gitanos, etc.

Somos el resultado de una mezcla machista, patriarcal, prepotente, autoritaria, guerrera, caciquesca, regionalista, dictatorial, de la cual, salvo raras excepciones, somos líderes, guías, conocedores de todo y de cualquier cosa, dispuestos a incendiarnos con tal de ganar.

Lo de dialogar y ponernos de acuerdo no nos viene muy bien, nuestra misión es ganar. Disfrutamos más las victorias que la razón. Queremos ser reconocidos por líderes, no por buenos negociadores. La negociación, según la teoría, comienza cuando aparece entre las partes el NO, para nosotros, los cubanos, lo que sigue al no es la guerra.

De los más importantes diálogos que recoge nuestra historia patria fue el celebrado en finca Mejorana entre Martí. Gómez y Maceo del cual poco se sabe en detalles. Mucha especulación, por lo que yo imagino algo así:

Martí, con su sencillito traje negro y sus zapaticos gastados, estaba sentado tomándose un café endulzado con miel de abeja, cuando dijo:

_ Tony, yo sueño con un gobierno donde estemos todos, incluso los que no han hecho nada, los niños lean poemas, las mujeres canten y muevan sus caderas mientras cocinan y los negros, libres, toquen sus tambores en las fechas patrias. Deseo un gobierno civil donde los todos dirijan a los militares.

Maceo, de pie, impecablemente uniformado de blanco, con todos sus atuendos de Mayor General y sus botas de piel altas y muy lustradas, acabado de pelar por su barbero particular, le respondió:

_ No jodas, Pepe. ¿Qué sabes tú de esto? Yo llevo 30 años en la manigua luchando contra España y mandé para el carajo a Martínez Campos y nadie me hizo caso. ¿Cuántas heridas tú tienes?, ¿Cuántos hombres que se mueran por ti puedes reunir? Tu último discurso nadie lo entendió, me lo dijeron. Entonces háblame cuando hayamos echado a los “rayaditos”, que es de lo que se trata.

Martí miró al único testigo presente, Gómez. El “Generalísimo” encogió los hombros, como diciendo:

_ Tú sabes cómo es él, te lo dije. Escribe en tu diario lo que sentiste y no te preocupes, yo luego arrancaré las paginas para que nadie se entere.

Maceo miro al Viejo, al que si respetaba. Gómez asintió con un gesto discreto y el dialogo planificado terminó. Martí, sentado aún, pidió otro poquito de café, tenía la garganta seca, cosa que pasa cuando uno se estresa. Maceo, salió sin despedirse, montó y se largó acompañado de su fiel escolta.

¿Dialogo????????????????

Soy un vivo ejemplo de lo que he dicho anteriormente. Durante muchos años un buen ejemplo de lo malo. Puedo conversar durante días seguidos, siempre tengo una historia que aportar, un cuento de un amigo, una experiencia anterior, siempre y cuando la conversación se mueva en la dirección conveniente. Cuando aparece la contradicción, entonces voy a la guerra y no terminaré hasta que no vea, según dicen los míos, sobre todo mi asesora personal, la sangre en mí oponente. Necesito verlo hincar las rodillas y deponer sus armas.

Esto que no es gracioso, lo he entendido y lo he logrado controlar en un porciento alto, a golpes de criticas y más críticas, pero, así y todo, de vez en cuando, el animal se me sale. No fui un gran negociador, en la misma medida que no fui un gran oidor. Escucho lo que escucho, muchas veces no exactamente lo que se dice y sobre eso desarrollo mi defensa. Hoy puedo decir que de cada 10 conversaciones-discusiones que tuve en el pasado, teniendo yo muchas veces la razón, perdí 8. Teniendo la razón, la forma de defenderla desformó la idea, creó rechazos en otros, logró aparentar agresión, burla, desconocimiento y por qué no, falta de respeto, a pesar de ser hoy por dentro un tipo dulce y agradable.

Creo que así somos un poco los cubanos, salvo raras excepciones de personas que poseen un carácter europeo del norte, frío, pacífico, o la gran legendaria e inigualable paciencia china.

En las escuelas no se nos enseña a dialogar con los profesores o con nuestros compañeros. Los primeros siempre tienen la razón, aunque no sepan lo que están diciendo y no admiten una respuesta que no esté recogida en la guía de estudio. Los segundos son tan parecidos a nosotros, que es más fácil resolver el problema, la discordia o desacuerdo, a las 5:00 pm fuera de la escuela, por supuesto a piñazos.

En los trabajos no se nos enseña a dialogar. Los jefes, el partido, siempre tenían la razón, por tanto, se nos contrata la mayor parte del tiempo para ejecutar, lo que incluso no entendíamos. Era necesario e importante ser primero fiel revolucionario y luego, a lo mejor, buen profesional. El gran negocio fue, del que, para mantenerse en el poder, inventó el llamado “centralismo democrático”, a partir del cual, tienes que hacer lo que la mayoría quiera, aun sabiendo que la mayoría en ocasiones no piensa, está comprada o chantajeada, o no sabe nada de lo que está opinando. Esa mayoría que levantaba la mano mecánicamente para votar por algo sin saber por lo que se está votando. Esa mayoría que utilizó el número para aplastar a aquellos que no pensaban igual o hicieron, por ingenuidad, por aparente derecho o con convicción, algunos señalamientos o críticas que en el preciso momento se oponía a la dirección del viento.

No recuerdo que se nos reunió nunca para dialogar. Las reuniones eran para informar, para trazar directivas prediseñadas por otros, para recoger el apoyo formal a una decisión. Si se intentaba dialogar con otro punto de vista, la mayor de las veces la respuesta era “este no es el marco para hacer ese planteamiento”. Siempre me pregunté qué y cuál era ese marco.

En nuestras casas no se nos enseñó, menos permitió, dialogar. En muchas familias apareció el miedo a la idea contraria, entonces se evitaba la conversación, en otras sencillamente no se escuchaba o no se dejaba hablar, las ideas en una sola dirección se imponían, en no pocas, se reprimía al miembro que discrepaba. Vivimos años dentro de nuestras casas sin poder hablar de determinados temas. Vivimos años teniendo que ir a la calle para poder compartir una idea o buscar una explicación con amigos. Años donde nuestras familias, frente a la mínima crítica, nos enviaba a leer el ultimo discurso del Comandante en Jefe, cosa que resultaba interminable porque el “jefe” daba un discurso de 8 horas, a veces hasta 3 y 4 veces por semana, si estaba poco inspirado.   

En nuestras casas no se nos enseñó a hablar, ni a argumentar, menos a ceder. Nuestros padres, fuéramos varones o hembras, nos enseñaron a no quedarnos “dao”. Esto me recuerda a una chilena que conocí en mi casa cuando fui adolescente. Ella vivía un asilo político en Suecia y nos contaba, frente a nuestro asombro, que en aquel país el que agrede no tiene problema, porque es considerado enfermo, el que tiene problemas es el que responde a la agresión, pues es considerado con una personalidad agresiva. Nos contaba que ella y sus dos hijos habían pasado mucho trabajo, tenían reuniones casi a diario en las escuelas, porque chilenos, latinos, mezcla a lo mejor de españoles, indígenas y negros, a la primera que un sueco se le ocurría una gracia, le caían a piñazos. Somos de sangre caliente y entonces explosiva, lo que a muchos no nos permite la paciencia necesaria para dialogar en paz.

Estuve en Londres en 1994 y recuerdo mí asombro cuando me llevaron a visitar el parque, o al menos un parque, llamado “de la democracia”. Un inglés se paraba sobre un banquito de madera y decía, tal como si estuviera recitando “Los zapaticos de rosa” de Martí, que la reina y toda su familia monárquica debían vivir 100 años, algunos aplaudían. Luego otro se subía en el mismo banquito y decía que la reina debía dejar de existir, porque estaban cansados de pagar altos impuestos para que esos vagos vivieran bien, otros aplaudían. Se acababan los discursos y todos se retiraban a los bellos “pubs” a tomar cervezas. Así no somos los cubanos.

Cuando me dediqué al tema empresarial e impartí clases sobre marketing y ventas conocí algo sobre la teoría de la comunicación. Existen miles y miles de obras que tratan desde todos los ángulos posible las herramientas que se necesitan para comunicarse, entre ellas, me apasionaba aquello de la Escucha Activa, que, aunque ya dije que me costó mucho trabajo aplicar, si lograba explicar apasionadamente.

De aquellos años, además de muchos folletos para estudiantes, me queda un libro que escribí dirigido al vendedor profesional, que me place decir y de paso le hago el comercial, que hoy está publicado en Amazon. Del capítulo dedicado a la comunicación entre el vendedor y el potencial comprador, lo que puede llevarse perfectamente a una relación entre dos o más personas en cualquier ambiente y sobre cualquier tema, retomo un gráfico que se explica por sí solo.  Hablando de dialogar, de poder seguir este esquema, nos convertiría en excepcionales comunicadores y por tanto en excelentes negociadores.

Referido especialmente a la teoría de la Escucha Activa, que significa entender no lo que dijo la otra persona, sino lograr entender qué quizo decir nuestro interlocutor y si a ello se le debe dedicar tiempo o no, en post de una negociación o dialogo, ganar – ganar.




La coherencia de este gráfico hace la teoría bella. Si esto nos lo enseñaran de niños, quizás como a los suecos o ingleses, la vida sería otra. Es tan bello, repito, que uno se apasiona a la hora de enseñarlo, pero, lograr aplicarlo entre nosotros los cubanos, en sentido general, es muy complicado. A mí, debo reconocer, experto reconocido profesor, a la hora de “los mameyes”, en medio de la conversación fuerte, a la mitad del gráfico se me olvidó la teoría y el camino. No soy chino.

Si así somos los cubanos o al menos una gran parte de nosotros mismos, entonces a quién se le puede ocurrir que el gobierno sea diferente. ¿El gobierno cubano, que durante muchas décadas se llamó Fidel, estuvo interesado en dialogar con alguien, que no fuera entre ellos mismos, donde de antemano estaban de acuerdo? Raúl, que evidentemente no sabe tan siquiera ni hablar coherentemente, podrá dialogar civilizadamente con ideas contrarias?, ¿El actual presidente del gobierno, que además es el primer secretario del Partido Comunista, creo yo que por no existir más nadie, ha dado muestras de aceptar una conversación con esa parte del pueblo, cada día más grande, que está demostrando su inconformidad?

Creo que, de los diálogos más emblemáticos de la revolución está aquel ocurrido entre Fidel y Camilo Cienfuegos. El Héroe de Yaguajay miraba a una muchacha que estaba frente a la tribuna y le sonreía con aquella sonrisa grande y linda que tenía. Al darse cuenta Fidel de que su cercano seguidor no lo estaba atendiendo, le dio un fuerte pisotón con su bota de combate y le preguntó:

 _ ¿Voy bien Camilo?

 A lo que, el públicamente interrogado, con tal de sacarse la bota de arriba, pues le estaba ocasionando dolor, muy dispuesto le respondió:

 _ Si, vas bien Fidel.

¿Dialogo????????????

A quién se le puede ocurrir promover un dialogo, en un momento donde el gobierno sólo envía mensajes de guerra: entre ellos los más utilizados, la calle es para los revolucionarios, no nos vamos a dejar quitar el poder, no nos vamos a ir, no habrán cambios, el partido comunista está por encima de la constitución, por encima del gobierno y por ende por encima de cada cubano y para colmo de males se retoman con fuerza desde el poder, las definiciones de mercenarios, entreguistas, plattistas, vende patrias, traidores, delincuentes, prostitutas, vendidos, etc., para todos aquellos que estén tratando desde posiciones pacíficas provocar cambios que resuelvan los problemas de ingobernabilidad e incapacidad del gobierno actual.

¿Cómo es que dentro de Cuba e incluso, increíblemente fuera de Cuba, existan personas que hablan de dialogar, si hace unas pocas semanas, un grupo de jóvenes esperaban para hablar con el ministro de cultura, que es más que todo el mayor exponente de la incultura y el “amigo” salió acompañado de su combo y le cayeron a golpes a esos jóvenes? Proceder o respuesta pública y ampliamente justificada y más, respaldada por el gobierno.

¿Cómo se puede dialogar entre un sordo mudo, que sólo habla por señas y un ciego que no puede ver? El gobierno de Cuba, apelando a una politiquería histórica y un discurso fuera totalmente de la realidad que se vive, está sentado sobre la fuerza y en vez de aceptar el dialogo, reprime.

A toda opción de cambio se le llama anexionista para crear un rechazo y encontrar determinada justificación patriótica, cuando en realidad nadie quiere comprar la isla y menos alguien quiere venderla. Optar por una opción democrática, de libertad de todos tipos, de posible futuro desarrollo, de igualdad al menos en derechos sin que existan reglas políticas e ideológicas que identifiquen o clasifiquen a las personas, es para el gobierno una opción enemiga. Antes el enemigo era el extranjero imperialista, hoy el enemigo es el propio cubano.

Enemigos de la patria, enemigos de Cuba, enemigos de los cubanos, dicen desde el gobierno y el partido, a cualquiera que piense diferente, desconociendo descaradamente que somos los mismos cubanos, creo que una gran parte de nosotros, los que queremos que el diseño que lleva 60 años ejecutándose sin logros, deje de existir.

¿Dialogo con el gobierno? Ma parece una gran ingenuidad o una muy bien trazada estrategia para ganar tiempo. ¿Se dialogó con Batista? O sea, ¿las fuerzas civiles, religiosas, políticas cubanas, todos los sectores económicos, más todos los colores de cubanos, se organizaron en una comisión para plantearles sus demandas de no más sangre, no más crímenes, no más torturas al dictador?, ¿Se dialogó con Hitler? O sea, ¿pudieron los progresistas de aquellos años y además una representación de los presos en los campos de concentraciones, llevarle unos ricos dulces europeos y unos bombones y reunirse con Adolfo y los dirigentes de las SS alemanas y pedirles por favor que no mataran más a humanos en las cámaras de gas?

Es tonto o enviado, pensar que un gobierno que se ha plantado por la fuerza y que no reconoce a nadie, ni a nada más, esté dispuesto a hacer cambios, que serían, a como estamos hoy, radicales, porque no pueden ser de otra forma. Es simple pensar que los que hoy están amparados en una constitución que se inventaron y en los estatutos de un partido único existente, lo que les da, para ellos mismos, cierta legitimidad, se dispongan a salir, cuando se está cuestionando por completo la labor del gobierno completo y el partido comunista en su totalidad como responsables máximos del desastre que tenemos hoy en la bella isla caribeña.

¿Dialogar con quién? Con Díaz Canel que suma en su persona el cargo máximo de administrador y el cargo máximo ideológico, con sus discursos de una Cuba que no existe. Con sus ideas de que ahora necesitan más tiempo para reordenar el recién reordenamiento puesto en práctica que debía, tal como fue anunciado, resolver y encaminar todos los problemas. Díaz Canel, muñeco del verdadero poder oculto, que le habla a una Cuba que no conoce, lo máximo que ha podido decir es que son “continuidad” y que lo importante de tener una producción de limones es que se puede hacer limonada.

No se puede dialogar, porque esa parte del poder, en realidad, tiene miedo, mucho miedo, se sabe culpable, sabe que les están llevando las cuentas y va a aguantar por todos los medios, incluyendo la activa y masiva represión, sin apoyo jurídico o legal, para no ser expulsados, quizás enjuiciados. Cada uno de los que está en el poder está chantajeando al otro y diciéndole: si cedemos nos van a joder. Cada uno de los que está en el poder, estará pensando y diciendo: no vamos a pagar nosotros lo que se ha hecho durante 60 años, cuando los mayores culpables se fueron invictos.

¿Y qué hay de las víctimas? De aquellos que durante todos estos años han sufrido, a veces por un absurdo o capricho. De aquellos a los que se les quitó dinero, empresas, riquezas, casas. De aquellos que se les expulsó y no se les dejó regresar o no se les deja regresar. Aquellos que cumplieron prisión o cumplen prisión por leyes inventadas a conveniencia. Aquellos a los que le fusilaron a un familiar. ¿Qué pensaran aquellos que todavía hoy envían dinero, mantienen a su familia y como consecuencia benefician al gobierno que es al final la figura que se apropia de todo ese dinero, cuando escuchan decir “escorias”, “vende patrias”, “mercenarios”, “gusanossssssssssssssss”?

La Real Academia de nuestra lengua, aclara que el dialogo es una “plática entre dos o más personas, que alternativamente manifiestan sus ideas o afectos”, es, sobre todo, “una discusión o trato en busca de avenencias”.

La fuerza, la violencia, no admite, no está interesada en dialogar. A la violencia, según la experiencia histórica, hay que echarla con violencia o por lo menos asustarla tanto hasta que huya. Dialogar con la violencia es correr el riesgo de ser engañado. Cuando la violencia propicia el dialogo, sólo está tratando de ganar tiempo, armarse, reorganizarse para volver a ser violencia, a no ser que se logre el compromiso de “borrón y cuenta nueva”.

Se debería dialogar pacíficamente, creo que sí, se podría experimentar esa solución, siempre y cuando el dialogo sea para incorporar a todos, entender a todos, complacer a todos. Sería una buena y madura solución histórica, que evitaría más violencia, mas inconformidad, un posible derramamiento de sangre en cada uno de los bandos que se opone. Chile, Argentina, tuvieron como dictaduras miles de ciudadanos desaparecidos, asesinados, pero en Rumania, los rumanos ajusticiaron al presidente y a su esposa, máximos responsables del desastre rumano, incluyendo la larga y gigantezca hambruna. 

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domingo, 9 de mayo de 2021

Cada nuevo día se me hace más difícil. (Segunda Parte)

 “El opresor no sería tan fuerte si no tuviese cómplices entre los propios oprimidos”

 Simone de Beauvoir.
Francia. 1908 - 1986
Escritora, filosofa, activista política, feminista y estudiosa de la teoría social.

En mi último escrito dejé un listado de los principales problemas, los más graves y con consecuencias más desastrosas que yo, como cubano que vive fuera de Cuba, veo. Creo no tener suficiente autoridad para definir nada, pero son los que yo veo y son más importantes que toda la comida del mundo. Entonces como el orden es también mío, pues continúo, trayendo ahora el tercero, que no por ser el último que mencioné, es menos importante.

C) la represión que ha pasado de sutil, enmascarada, hasta cierto punto profesional, más psicológica que física, a violencia pública, dirigida, autorizada, uniformada, contra parte de la población civil cubana como pocas veces antes ocurrió.

La revolución cubana no es ajena a la represión y la violencia. Al ser un proceso que se estableció por la fuerza en 1959, sí, es cierto, contó con un gran apoyo popular, sobre todo en sus primeros años llamados democráticos, populares, antimperialistas y agrarios, pero también es cierto que desde muy al principio algunos de los que habían triunfado como revolucionarios combatientes se disgustaron, se distanciaron, criticaron y como la revolución joven no tenía tiempo, ni madurez, ni paciencia, fueron reprimidos, apartados, encarcelados, fusilados.

La propia radicalización hacia el comunismo, todavía con apoyo popular, ganó más adversos. La idea del color rojo era ya por aquellos años, décadas del 60, la bruja de la escoba, teniendo en cuenta la experiencia de lo que había ocurrido en la URSS y en los países de Europa del Este apadrinados por los primeros. Resulta cómico creer en la ingenuidad de los que opinaban que el comunismo mataba a las personas y las convertía en carne enlatada, pero sí, muchos lo creyeron.

Entonces muchos, que, por decencia y honestidad, confiando en la posibilidad de opinar a la que estaban acostumbrados, declararon que eran sobre todo católicos, fueron reprimidos, las iglesias, los curas y las monjas fueron desterrados, muchos fueron a parar a las cárceles por sólo amar a un dios. Otros, quizás más jóvenes, quizás más ingenuos declararon sus ideas en canciones y poemas, se dejaron los pelos largos, hablaron de amor y de paz, fueron reprimidos, fueron enviados a cárceles creadas para la cuestión, aquellos campamentos conocidos como UMAP, donde dulcemente se les enseñaba sobre la ideología comunista y para purgar sus errores se les hacía trabajar forzadamente.

Cuentan que muchos jóvenes fueron parados en las calles y aguantados por las fuerzas, vieron sus pelos largos caer al suelo, cortados o arrancados precisamente no por barberos. Cuentan que muchas jóvenes fueron atrapadas en las calles y vieron los dobladillos de sus sayas cortas romperse a tirones puros y no fue precisamente por costureros.

La revolución fabricó sus propias leyes y entonces siempre fue fácil llegar, hacer registros, llevar a calabozos a culpables y a no culpables. Nada más fácil que ir detenido. Creo que no abundaron los desaparecidos, las torturas físicas que recogen la historia de ojos sacados y dedos cortados, pero siempre fue fácil agredir verbalmente, ofender, chantajear, presionar psicológicamente como parte de todo un proceso establecido oficialmente dentro de los calabozos de las unidades de la policía o los centros llamados de investigación.

Los campesinos que se opusieron fueron reprimidos, algunos apartados de sus tierras. Existen hoy pueblos en Cuba, creados en medio de la nada cuyo objetivo fue reconcentrar a familias enteras que fueron sacadas de sus tierras. Existen también historias de campesinos muertos, cuyos cuerpos nunca fueron entregados a sus familias, que hoy todavía, a pesar de que han pasado varias décadas, no saben donde poner un ramo de flores.

Los llamados “problemas ideológicos” que fueron y aún son cualquier cosa que convenga al poder, clasificó, estigmatizo a muchas personas. Muchas veces incluso cuando ellas tenían razón en lo que decían. Problemas ideológicos eran sencillamente decir que hacía calor, que el pan estaba duro, que el bache de la calle llevaba ahí 15 años, que no gustaban los apagones continuos todos los días por 10, 12 horas, etc. Problemas ideológicos eran sencillamente la mejor justificación para sancionar, expulsar, apartar. Muchos fueron sacados de sus trabajos, incluso profesionales, otros fueron sacados de los estudios, porque sencillamente “la calle era para los revolucionarios”, las universidades y escuelas eran para los revolucionarios” o porque, o eras revolucionario furioso o eras enemigo.

Mientras el tiempo caminó y el proceso revolucionario fue mostrando sus incapacidades, sus “huecos negros”, sus caprichos, aumentaron las represiones y llegaron aquellos nombrados “mítines de repudio”, donde una masa enardecida, dirigida y autorizada descargó su odio sobre aquellas personas señaladas con problemas, ya sean porque se querían ir del país o por sencillamente estar en contra de lo que vivían. Mítines de repudio que se llegaron a convertir en diversión y pase de cuentas personales detrás de la represión en defensa de la “revolución”.

Actos vandálicos donde se apedreaba a las personas sin que pudiera aparecer un Jesús bíblico que las defendiera. Se les cortaba todo suministro en sus casas, electricidad, agua, alimentos, visitas de familiares y amigos, se les hacía caminar con carteles enganchados en el cuello dentro de una multitud que no conforme con el rechazo social, quería sangre. Se golpeo hasta la saciedad. Se mató. Y todo esto fue bien visto por y desde el poder y por supuesto por aquellos que lo apoyaban incondicionalmente. Es cierto Fidel y Raúl no salieron a dar golpes, pero todos los cubanos sabemos que diariamente veían los videos y quizás comiendo “palomitas de maíz”, los disfrutaban orgullosos al sentirse apoyados, por cubanos que sin el más mínimo escrúpulo golpeaban, torturaban, a cubanos, mujeres, hombres, ancianos y niños, a sus vecinos, a sus compañeros de trabajo o sencillamente a alguien que no conocían pero era en ese momento el foco para divertirse un poco, decir un poco de malas palabras autorizadas, ofender, tirar algunas piedras, romper algunos cristales, embarrar las casas con frases prefabricadas y dar uno que otros golpes, a veces a mano limpia, a veces con palos, tubos, cabillas, etc.

Existen otros miles de ejemplos, las multas injustas incluso en el tráfico, la chivatería de vecinos y compañeros de trabajo o escuela, la vigilancia constante, dentro de la cual y forrada de revolución, también se escondió el revanchismo, la envidia, el odio, el oportunismo y, sin embargo, a mi parecer, nada de lo anterior se parece a lo que hoy estoy viendo.

La llamada revolución se ha deteriorado, logrando, sobre todo, el desequilibrio humano, ya Fidel, “el mago”, no está, su hermano Raúl poco pudo hacer como todos sabíamos, más allá que profundizar el desastre y ahora el gobierno está compuesto por ineptos desconocidos, que sólo pueden repetir que son continuidad de lo que viene ocurriendo, o sea, en buen cubano, del desastre, lo que ha provocado que la oposición pública crezca.

Las personas van perdiendo el miedo, aquello institucionalizado por nuestros padres y abuelos de “habla bajito”, “no te metas en nada”, ha comenzado a desaparecer y entonces frente al descontento, imposibilitado de resolver nada a corto plazo, el gobierno estrena la represión sin esconderla, sin disfrazarla.

2021 muestra una inversión en la balanza. Aquella revolución apoyada por millones no importaba el error craso que se estuviera cometiendo, hoy no existe. Los jóvenes, los negros, los campesinos, las mujeres, otrora objetivos de la revolución y logros a exhibir, hoy están en las calles gritando.

(Ya se acabó) sesenta años trancado el dominó, mira
(Se acabó) tu cinco nueve, yo, doble dos
(Ya se acabó) sesenta años trancando el dominó
Somos artistas, somos sensibilidad
La historia verdadera, no la mal contada
Somos la dignidad de un pueblo entero pisoteada
A punta de pistola y de palabras que aún son nada
No más mentiras
Mi pueblo pide libertad, no más doctrinas
Ya no gritemos patria o muerte sino patria y vida.

Y frente a estos gritos, el gobierno sale a la calle a reprimir con las llamadas fuerzas del orden, la policía uniformada, pero además con miles de hombres vestidos de civil que portan armas escondidas dentro de las ropas o maletines que hoy pululan en las calles cubanas.

Hoy, bajo no sé qué ley, se mantienen a personas incomunicadas dentro de sus casas, imposibilitadas a salir, impedidas a visitar, sin tener una sanción, sin tener un delito, sencillamente sólo por pensar y expresarse diferente. Jóvenes profesionales, mujeres y hombres, que tienen sencillamente imposibilitada la vida pública p or capricho del poder. Personas que tienen 24 x 24 horas, día y noche, a otras personas, aparentemente pueblo, todos sabemos que agentes de la hoy llamada policía política, apostados frente a sus casas para impedir que alguien salga o alguien entre a ellas.

Han comenzado a aparecer los llamados “desaparecidos”, o sea, personas que son montadas en carros de la policía o en carros aparentemente civiles sin destino conocido. Literalmente desaparecidos porque familias, esposas, hijos, madres, por muchos días no saben qué ha sido de su familiar, dónde está, qué le están haciendo, de qué se le acusa. Personas escondidas ya no en sitios públicos y oficiales, sino en casas especiales, disfrazadas, destinadas a la investigación, a interrogatorios, imagino que a presiones y chantajes para “alertarlos” de que dejen de hacer lo que hacen.

Han regresado inimaginablemente los “mítines de repudios”, ahora con menos personas, comprometidas y citadas oficialmente, que muchas veces ni conocen al repudiado, pero con la misma forma de procedimiento, pintura, carteles, piedras, golpes, etc. Mítines de repudio que dan asco, mítines de repudio que dan pena. Cubanos prestados para agredir incluso físicamente a otros cubanos, de esos que son señalados como con problemas ideológicos, traidores, mercenarios, enemigos, etc., algunos por sólo poner una canción cuya letra dice algo extremadamente coherente:

Que no siga corriendo la sangre
Por querer pensar diferente
¿Quién le dijo que Cuba es de ustedes?
Si mi Cuba es de toda mi gente
ya se venció tu tiempo, se rompió el silencio

Hoy 2021, ya aquello de que todos fuimos culpables no es cierto. Ya no se puede meter en el mismo saco a todos. Hoy los culpables se van quedando solos, van identificando sus nombres y van dejando ver sus caras. Hoy son muchos los cubanos que no quieren seguir siendo culpables, no quieren seguir apoyando el desastre, menos la represión de un pueblo.

Hoy los culpables son pocos, todavía con fuerza, ya no moral, sino militar, pero son pocos. El cubano comienza a, no ha despertar, sino a manifestar que está despierto. Muchos cubanos, fuera de Cuba, pero también dentro de ella, han comenzado a gritar, a oponerse, a pelear contra la policía política disfrazada y la policía de oficio.

La represión, como medida de contención, contra ese pueblo que contradictoramente el gobierno y el partido comunista sigue diciendo que defiende, ha aumentado, pero también ha aumentado la respuesta popular. Sigue siendo fácil catalogar de enemigos y mercenarios, pero también es cada día más fácil identificar que esos enemigos y mercenarios son nuestros hermanos, nuestros hijos, nuestras madres y abuelas cansadas de pasar trabajo para vivir. El gobierno sigue pidiendo tiempo, los cubanos hemos descubierto que el tiempo se acabó, después de 60 años de derrocharlo.

La represión contiene por un tiempo, las fuerzas del poder pueden contener a algunos, pero eso está pasando, los cubanos están perdiendo el tiempo. Reprimen a un cubano y aparecen dos cubanos identificados con el reprimido. Los cubanos nos cuestionamos por qué y hasta cuándo.

👀. OJO. Ya no todos somos culpables, ahora los culpables se están filtrando y la historia cuenta que los culpables tendrán que pagar. Nadie es obligado a dar golpes. Nadie es obligado a arrastrar por las calles a mujeres, a adolescentes. No existe fuerza moral que obligue a un hombre a dar golpes, a torturar. Todos aquellos que lo están haciendo, lo hacen porque, entre otras cosas y beneficios que reciben, lo disfrutan.

Es fácil torturar a un indefenso, es fácil golpear o arrastrar a un esposado, es fácil guapearle a una mujer. Esos mismos que hoy las tienen fácil, aparentemente autorizados y amparados por el poder, son los que mañana lloraran frente a un tribunal, son los que pedirán clemencia, son los que trataran de decir que no sabían lo que hacían, que sólo cumplían órdenes. Como decía una de mis abuelas, “torres más grandes que esa, se ha caído”.

Represores, están a tiempo. Niéguense. Los tanques de acero que lanzan agua, gases y proyectiles, que un día incluso pueden ser lanzados a la calle, no lo dudemos, no se manejan solos. Luego cuando una galleta tenga su precio, guando un piñazo tenga su precio, cuando un arrastre a la fuerza, una ofensa, un chantaje tenga su precio y se les cobre, no lloren.

(Ya se acabó) ya se acabó la risa y el llanto ya está corriendo
(Se acabó) y no tenemos miedo, se acabó el engaño
(Ya se acabó) son sesenta y dos haciendo daño.

 

 

 

 

 

 

 



 

 

 

 

 

viernes, 7 de mayo de 2021

Cada nuevo día se me hace más difícil. (Primera Parte)

Cada nuevo día se me hace más difícil pensar y hablar sobre Cuba y nosotros, los cubanos. Descubro o experimento un sentimiento contradictorio sobre aquel lugar de infancia feliz, de juventud dinámica y productiva, el cual no puedo olvidar y el desinterés real por volver a vivir allí bajo las condiciones que hoy imperan.

Desacuerdo entre la Cuba que me gustaría que fuera, incluso para otros y la Cuba que va quedando luego de décadas de mala administración del gobierno, planes ilógicos y alocados, experimentos y mas experimentos, cada uno de ellos con peores resultados.

Cuba, que es más que todo los cubanos, sufre como nunca, como no lo recuerdo y como resultado de ese sufrimiento, cansados incluso de sufrir, nos dividimos en decenas de manifestaciones y terminamos auto culpándonos y como si fuera poco, culpándonos unos a los otros.

Cuba entonces se convierte en una leyenda, en un lugar mítico, cercano o lejano, del que cada cubano tiene un pedazo de propiedad, ganada o robada. Cuba, hoy más que nunca, deviene en un casi obligatorio contenido patriótico, tal como si lo de patria fuera tan sencillo y fácil como poner un grillete en un tobillo.

Y eres tú mi canto de sirena
Porque con tu voz se van mis penas
Y este sentimiento ya está añejo
Tú me dueles tanto, aunque estés lejos.

Leyendo y leyendo, tratando de encontrar quizás una solución, quizás un consuelo, me he encontrado con una idea, más que eso, toda una filosofía que, al menos para mí, deja claro todo lo relacionado con este embrollo, haciéndolo más ligero. El escritor, novelista, guionista egipcio Naguib Mahfouz, Premio Nobel de Literatura en 1988, asegura que: “tu hogar no es donde naciste; el hogar es donde todos tus intentos de escapar, cesan”. Yo, sustituyendo convenientemente lo de hogar por la aparentemente sólida palabra definida, patria, digo: patria es el lugar de donde no quieres escapar.

¿Patria? ¿Tuvimos una patria que nos permitió amar libremente a Dios, a Shangó, a Buda sin necesidad de escondernos?, ¿Pudimos adoptar el rock o el kung fu como filosofías para la vida sin padecer represión?, ¿Cuba, como patria, nos entendió cuando dijimos que sembrar el inigualable santiaguero mango bizcochuelo en Pinar del Río era un error o nos opusimos a la tala indiscriminada de los hermosísimos arboles frutales para sembrar una mala variedad de café?, ¿La patria nos apoyó o al menos entendió cuando dijimos que no queríamos ir al Servicio Militar Obligatorio o a luchar en la guerra de Angola porque éramos pacifistas y no nos interesaba el continente africano?, ¿Por qué debería interesarnos?, La patria nos llevó a ver bien la casi posibilidad de hacer estallar cohetes nucleares, para la patria por muchos años fue preferible la absurda muerte.

La patria Cuba nos enseñó a valorar la ardua tarea de Martí e incluso del mismísimo Fidel para recaudar fondos, dinero de los obreros, campesinos y también de muchos burgueses, pequeños, medianos y grandes propietarios, para organizar sus revoluciones y hoy nos obliga a ver como mercenarios enemigos a aquellos que reciben apoyo económico para intentar hacer también sus revoluciones. La patria Cuba nos educó valorando la huelga de hambre de Mella, incluso las múltiples de Gandhi, reconociéndolas, no sólo como valientes, sino como justas, sin embargo, hoy quiere que veamos como traidores, entreguistas, anexionistas, delincuentes a cubanos, Zapata, Alcántara, Ferrer, por sólo citar algunos, que han hecho y hacen sus propias huelgas de hambre con objetivos, para ellos al menos, muy bien definidos.

La patria Cuba nos metió a pioneros y nos permitió orgullosa que creciéramos tratando de ser asmáticos como el argentino “Che”, pero no nos dejó conocer y parecernos al cubano Reynaldo Arenas. No nos engañemos más, para muchos de nosotros, para muchos de ellos, no ha existido la patria. Cuba desde hace ya muchos años, más de los queridos y necesitados, es más que todo y por encima de todo una conveniencia.

Hoy yo te invito a caminar por mis solares
Pa' demostrarte de que sirven tus ideales
Somos humanos, aunque no pensemos iguales
No nos tratemos ni dañemos como animales
Esta es mi forma de decírtelo
Llora mi pueblo y siento yo su voz
Tu cinco nueve yo, doble dos
Sesenta años trancado el dominó

¿La patria no nos permitió sentirnos orgullosos de la cubanísima Celia, mientras nos daba a Stierlitz y al tío Stiopa como patrones a imitar?, ¿Por qué la patria Cuba no condecora a Carlos Varela, a Pedro Luis Ferrer, a Mike Porcel?, La patria nombró a Gorbachov como Diablo y al diablo Valdés nos lo presenta como un santo. Cuba, la llamada, la añorada, la inventada e incluso por qué no, la necesitada patria, desde hace ya muchos años es sólo eso, una conveniencia.

¿Qué celebramos si la gente anda deprisa?
Cambiando al Che Guevara y a Martí por la divisa
Todo ha cambiado ya no es lo mismo
Entre tú y yo hay un abismo
Publicidad de un paraíso en Varadero
Mientras las madres lloran por sus hijos que se fueron.

Para los entendedores e informados, no vale la pena hacer más leña del árbol caído, porque incluso el árbol que un día pudo ser frondoso y fuerte hoy está no sólo caído, sino que su madera podrida, ni para leña sirve. Quizás a un tibetano o a un indonesio haya que hacerle el cuento con todos los detalles, creo que a los cubanos no.

Son los cubanos y sobre todo las gloriosas madres y abuelas cubanas las que están luchando para llevar algo de comer a la mesa después de hacer 8, 10 horas de largas colas. Son los cubanos, sobre todo las valientes madres y abuelas cubanas las que están viendo a sus familiares enfermos sin poder recibir una adecuada atención médica o el apropiado medicamento. Hoy son los cubanos los que están viendo caerse los edificios, derrumbes causantes de heridos y muertos. Los cubanos son los que, con sus títulos universitarios “gratuitos”, se siguen tirando al mar entre la isla y Estados Unidos, siguen saliendo a caminar por las selvas latinoamericanas o consiguiéndose un pasaje para cualquier destino en el planeta Tierra.

Muchos cubanos hoy están apelando a las más diversas formas de sobrevivencia, incluyendo la pornografía informática de ambos sexos. Son los cubanos los que desesperadamente llaman a sus familias y amigos en el exterior para que los ayuden con unos pocos o unos muchos dólares, moneda del enemigo que odiamos para terminar amando, por aquello de que el odio también es amor.

Creo que hoy, en vía de la unidad y el entendimiento, es poco conveniente y agradable seguir buscando culpables, porque en realidad, aunque la culpabilidad también tiene sus rangos, como dice la máxima popular, culpables fuimos casi todos, da lo mismo los que mataron a la vaca, como los que en silencio le aguantaron las patas.

Recientemente he leído el libro, “Memorias de un guerrillero desconocido”, de Juan Juan Almeida, residente en Miami e hijo del nombrado jocosamente “negrito de la Caridad del Cobre” papá que, por muchos años, décadas, fue uno de los hombres más poderosos dentro del gobierno cubano, sólo decir, amigo íntimo y confiable de Fidel desde que se reunían en la casa de María Antonia. Existieron los que mataron a la vaca, los que le aguantaron las patas, pero por encima de ellos estuvieron los que idearon darle muerte al animal.

En su libro, flojito para mi gusto, Juan Juan, aporta la mejor idea que le leí, ahora no sé si por real compromiso, demagogia o sencillamente hábil limpieza. Afirma que en Cuba Desgraciadamente el robo fue aplaudido e institucionalizado como una vía de escape, y nadie lo criticó ni advirtió sobre los riesgos morales. Los religiosos y los abuelos olvidaron los consejos, las buenas costumbres y nos enseñaron a disimular o a disfrazar las cosas ilegales o inmorales con el vocablo «resolver». La Revolución nos enseñó a mentir, y, como era de esperar, no quedó títere con cabeza porque usted, si es cubano, fue tan culpable como yo”.

Somos la dignidad de un pueblo entero pisoteada
A punta de pistola y de palabras que aún son nada
No más mentiras
Mi pueblo pide libertad, no más doctrinas.

No vale la pena seguir hablando del pasado, ni encontrar a los más culpables. Como dice Juan Juan, si usted es cubano, algo de culpa también tiene sobre sus espaldas. El pasado no se puede cambiar, los más culpables están muertos o son tan viejos que ahorita ningún código penal los puede sancionar. Paralelamente es muy arriesgado tratar de adivinar el futuro. Llevamos diseñando futuros dentro del futuro y casi ninguno de los diseños se adaptan a la realidad vivida o sufrida. Sin embargo, creo que es bueno tratar de explicarnos el presente, o sea, el hoy mismo.

Para mí existen, dentro de las muchas cosas que existen, tres puntos importantes que se distinguen a escala insospechadas. Es cierto Cuba tiene problemas de alimentos, de medicamentos, de apagones, de falta de agua, de derrumbes, etc., pero es que estos problemas siempre los hemos tenido, en mayor o menor escala, sólo recordar el mal llamado Período Especial, del cual ahora no me queda claro si se salió, si se terminó, o si esto que se vive ahora es una etapa superior del desarrollo hacia el fracaso.

Esos tres aspectos a los que me refiero son, a mi entender: a) en 2021 la defensa de un proyecto o experimento, convertido en sistema socio económico del desarrollo humano; b) la intención de dialogar con un gobierno que se niega a dialogar; c) la represión que ha pasado de sutil, enmascarada, hasta cierto punto profesional, más psicológica que física, a violencia pública, dirigida, autorizada, uniformada, contra parte de la población civil cubana como pocas veces antes ocurrió.