jueves, 28 de enero de 2016

Admiro al pueblo norteamericano. (Parte Uno)

Tengo ya 52 años, que no son muchos pero si los suficientes como para evitar el auto deslumbramiento. Vivo aquí hace 3 años ya y hay algunas cosas de los norteamericanos, en sentido general, que no me gustan, sin embargo hay otras, muchas, también en sentido general que admiro. Lo de gustar y admirar es infinitamente relativo porque depende, obviamente, de los postulados y bases con que se miren, entonces aquí reflejaré, como siempre, parte de mis puntos de vista. Estoy convencido de que podría pasar lo mismo en cualquier parte del mundo que estuviera, porque como saben, tengo puntos de vista.

Es difícil tratar de definir algo en este país, porque somos más de 300 millones de habitantes, cifra que crece y crece diariamente, con la complejidad de una enorme y súper gigantesca diversidad con personas de todos los rincones del mundo, de todos los colores que existen, incluyendo el azul de los personajes de Avatar, de todas las religiones grandes y pequeñas que se han inventado, de todos los grupos y partidos políticos, incluyendo la barbarie de neonazis, etc., lo que trae a todas luces una enorme variedad de culturas, gustos, interpretaciones, conductas, etc, que viven o sobre viven dentro de lo que se conoce como “Norteamérica”. Pobre los canadienses, porque siempre parece que ellos viven en otro lugar. JAJAJA

Tratar de definir algo llevaría mucho tiempo, estudios, experiencias, en resumen mucha vida, que no es mi caso, ni mi idea. Entonces voy a contar, para entretenerme, lo que he visto y aquellas ideas que obtengo de mi compartir con las personas que me rodean. Puedo estar equivocado? Absolutamente. Puedo cambiar mi percepción sobre estos temas? Seguro. Algunos de ustedes tendrá otras ideas? Claro. Los invito a que las compartan y formen líos. JAJAJA

Creo que lo que más admiro de este pueblo es en sentido general que es un pueblo trabajador. Más allá de algún que otro vago, borracho o delincuente, personajes que existen en cualquier país del mundo, aquí, sin importar edad, sexo, color, religión e incluso estado físico, la gente trabaja. No he podido determinar si lo del trabajo es por el dinero que se gana, por un sentimiento de responsabilidad, un exceso de patriotismo o una mezcla de las tres cosas, pero si puedo asegurar que el ritmo de trabajo es rápido y constante.

Eso es lo que creo que hace de Estados Unidos un país rico. Es cierto, estoy informado, sé que se compraron muy barato algunos pedazos de tierra y se robaron otros y que también compraron algunos cerebros, tal como compraron el mío, JAJAJAJA, pero esos temas no son determinantes para lograr lo que han logrado sostenidamente en el tiempo. Hay otros países más grandes y que también se han apropiado de algunos cerebros y no logran ponerse a la altura de la Unión.

En contraposición a esta idea, he escuchado varias veces y de boca de los propios cubanos, cuando se cae en comparaciones tontas, que en Cuba no se trabaja. Y varias veces he manifestado mi desacuerdo. Creo que las personas al vivir aquí y tratar de convertir esto en algo más sublime de lo que realmente es, a lo mejor la posición normal del emigrante, llegan a postulados absurdos. Creo que para reconocer lo primero, no hay necesidad de inventar lo segundo.

Viví muchos años en Cuba y vi a muchas personas trabajar toda su vida, trabajar muchas veces a cambio de prácticamente nada, sólo por el compromiso, la realización profesional, la responsabilidad. Conozco a muchas personas que aún trabajan en medio del deterioro que sufre ese lugar, sin que el robo sea la condición que mueve el esfuerzo. Conozco a médicos que atienden sin miramientos a muchos niños en un cuerpo de guardia, mi pediatra particular por ejemplo y a muchos maestros, mi madre por ejemplo, que dan clases incluso en sus casas sin cobrarles nada a sus alumnos.

Es más soy partidario de que se pasa mucho más trabajo para trabajar y que muchas personas tienen una dosis de sobre esfuerzo que les permite continuar. Imagínense, o recuerden, a una madre cubana que tiene que llevar a pie a un niño al círculo infantil o escuela todas las mañanas, niño que como todos sabemos se entretiene por el camino o sencillamente se niega a caminar, para de ahí salir y caminar 7, 8, 9 cuadras para pararse en una parada y esperar un transporte público que puede pasar, o pasar y no parar, o sencillamente no pasar nunca. Tener que encaramarse o ir colgada en la puerta para llegar antes de las 8:00 am, pues el hecho de ser madre y no tener carro en Cuba, no te exonera de cumplir con el horario establecido por la administración, que muchas veces si tiene carro.

Luego trabajar sin aire acondicionado, sin agua, a veces sin nada para comer o tomar, pero además sin papel para escribir, sin gomas para borrar o pegar, sin presillas para agarrar algo, en lugares lúgubres, apuntalados, en incómodos muebles, baños inservibles, etc. Imagínense que unos médicos tienen que esperar para usar el estetoscopio del otro, o un dentista tiene que esperar a que se vacíe una silla para poder arreglarle o sacarle la muela a su paciente, o un simple mecánico que tiene que caerle atrás por todo el taller a una llave que necesita para aflojar un tornillo. Profesores que no tienen con qué escribir en la pizarra, o que no tienen un bolígrafo para tomar sus notas. Es cierto, se pasa mucho trabajo, cada hora de trabajo del cubano se debía valorar como la de los astronautas, o sea, como mínimo a hora y media, pues no es sólo el trabajo, sino el desgaste que crea el trabajo que se pasa para trabajar, Sin embargo, así y todo, hay gente que trabaja. Diría yo siempre y todavía la mayor parte de la gente trabaja.

Lo absurdo y ridículo, cosa que también quisieron meternos en la cabeza, es querer comparar a Cuba con los Estados Unidos. Esto sólo se le podía haber ocurrido a un loco o un artista, para, tal como una droga, repartirla entre sus más fervientes seguidores, los que llegaban a repetir sin pensar que vivíamos mejor y que Cuba era una súper potencia, con mejores resultados que las verdaderas súper potencias del mundo.  A quién se le puede ocurrir, súper potencia una pequeña isla del Caribe, subdesarrollada, que por no tener, no tenía ni pescados. Primero colonia española, luego semi colonia de los gobiernos norteamericanos y al final semi colonia de los gobiernos soviéticos con un muy mal administrador al frente.

No obstante sigo siendo partidario de no decir que en Cuba no se trabaja, sería mentir y contradecir lo que yo mismo vi e hice mucho durante muchos años. Es cierto que la deformación se ha ido imponiendo, que los mismos que están para controlar no controlan, que el robo o “la lucha” le han ido ganando la batalla a la honestidad, pero todavía existen escuelas, hospitales, fábricas, construcciones, laboratorios, talleres, etc., que resuelven algunos problemas. Si conocen Cuba, sabrán que no todo el mundo vive de los dólares del exterior y del robo institucionalizado.

Sin intención de comparar lo que no se puede comparar y además creo que no vale la pena comparar, he visto y probado que aquí en Lincoln, donde vivo, se trabaja. Imagino que al igual que en otras muchas ciudades norteamericanas.

Les cuento.

Estamos ahora en invierno y vivimos entre los 20º F. y los - 3º F., o sea - 6 º C. y - 20º C. respectivamente, y como ya he contado hemos tenido varios días de nieve. Cuando nieva tengo que ir temprano, casi siempre a las 5:30 am para quitar la nieve de las aceras y las escaleras. Es duro, algunas veces he pensado en no ir y apelar a las famosas enfermedades cubanas, fiebre, vómitos y diarreas. Sin embargo no he logrado quedarme y no creo en mi caso exacto sea pensando en el dinero que gano o dejo de ganar si falto un día. No es que pueda prescindir de él, pero no es algo que me va a partir un pulmón.

Lo que me asombra en extremo es que cuando salgo al amanecer, a veces medio dormido, a veces medio cabrón, ya hay personas limpiando las calles quizás desde 2 o 3 horas antes para que yo pueda andar sin peligro. Todo, exactamente todo esta funcionando. La ciudad no se detiene por agua, nieve, hielo, ni viento y eso es de admirar

Si necesitas un servicentro para gasolina o comprar cigarros, refrescos, etc., puedes ir confiando pues todos están abiertos, no importa la hora, no importa que la nieve llegue al techo. Me asombra ver a los carteros, hombres y mujeres, repartiendo la correspondencia caminado debajo de una nevada con el clásico maletín que usaban los carteros en Cuba cuando yo era niño, que evidentemente no han pasado de moda. Admiro sobre todo a las mujeres, jóvenes y viejas, que con una pala o máquina, quitan la nieve de las aceras y entradas de sus casas y cortan el césped. He visto a mujeres que manejan guaguas, camiones y rastras de 53 pies, maquinarias pesadas y que reparten paquetes todos los días de esta vida, además de las que se encargan de cargas cajas en almacenes y supermercados.

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