El arma no mata al hombre, dicen los expertos y es
verdad, el arma, a no ser por un accidente, cada día más difícil de que ocurra
por la seguridad de la tecnología, no se dispara sola. El hombre está matando
al hombre.
Creo que tenemos muchos problemas, que no vemos o no
queremos ver, pero lo cierto es que casi todas las semanas, desde hace algún
tiempo para acá, aparece un hecho donde una persona mata a otra o, peor, mata a
varias personas, incluyendo a niños.
Desde hace algunas semanas, nos quedamos impresionados
por hechos que supuestamente no están destinados a ocurrir.
¿Qué nos pasa????????
Problemas económicos en las personas, frustraciones e
insatisfacciones, depresiones sistemáticas y mantenidas, polarización como
nunca antes de la sociedad norteamericana en buenos y malos, vengadores
solitarios, enemigos declarados y no declarados pero enemigos del gobierno y la
figura del presidente Trump, locos con papeles y otros locos que no tienen
papeles, personas que están bien hasta un día y al siguiente están mal, hacen
que estemos viviendo, no con miedo, pero si con cierta preocupación, porque lo
de los disparos sin justificación lo mismo puede ser en un supermercado, una
iglesia, un restaurante, un parqueo o una escuela. Puedes estar sencillamente
paseando por el zoológico y si estás en el lugar y la hora equivocados, puedes
morir.
Creo que medidas hay que tomar.
Sabemos que no es posible recoger y prohibir las armas
de fuego. Para gran parte de los norteamericanos, el arma de fuego está tan
arraigada en su historia y cultura, que primero se logra que las personas dejen
de tomar Coca Cola o comer mantequilla de maní. El arma de fuego está
justificada, primero como hobbie, o sea, para la caza, segundo para colecciones
privadas como se coleccionan otras cosas, tercero, para la defensa de negocios,
granjas, familias y personas.
Luego los productores y comercializadores de armas,
son tan, pero tan ricos e influyentes que a ningún político se le ocurría afectarlos.
Entonces, quizás se impone ser más riguroso a la hora
de vender un arma, o sea, mayores investigaciones, mayores requisitos. Así y todo,
se resolvería un pedacito, porque además de las armas que se venden legalmente,
existen páginas en internet donde venden las partes y piezas para la reparación
y además la fabricación casera, por lo que se puede adquirir las partes
legalmente y armar un arma en la casa, a precios pagables. Pero, además, lo que
suma males, existe un enorme mercado negro de armas. Se habla mucho de la
exportación ilegal de armas hacia otros países, pero poco se menciona la venta ilegal
dentro del mercado norteamericano.
Entonces lo de recoger las armas y prohibirlas resulta
imposible, porque muchas de ellas no se saben dónde están, ni cuántas son.
Recuerdo que, viviendo en República Dominicana, donde el portar un arma visible
es tan normal como comerse un plátano de fruta en una esquina, mis amigos
dominicanos, me decían, no te preocupes por las que ves, esas están legales,
preocúpate por las que no ves. Puedo asegurar que estando en un colmado, que es
como se les llama a las bodegas que existen en cada esquina, donde además se
vende bebidas, se juega dominó y se baila, vi a una persona bajarse de un carro
grande, de esos que los dominicanos llaman jeepeta y antes de sentarse a tomar
con unos amigos, entregarle un AK47 al dueño del colmado para que se guardara.
Y pensé que estábamos viviendo en un país de salvaje, pero es que aquí, casi
estamos en lo mismo.
Lo de verificar está bueno, pero es que también
sabemos que eres una persona normal, aparentemente alegre, con todos los
problemas resueltos y de la noche a la mañana te transformas y te matas o sales
a matar. Que hace falta para el cambio, quizás problemas no resueltos ocultos, traumas
disfrazados, disgustos a veces con el trabajo, con la pareja, con la política
de determinado funcionario, complejos, y alcohol, quizás un poco de droga y una
madrugada.
El arma no mata al hombre, es cierto, el hombre está
matando al hombre, pero resulta más difícil matar a 15 personas con un cuchillo
de cocina, incluso con un machete o matarla a 100 metros de distancia con un
bate.
Hace pocas horas acaba de morir un hombre aún joven,
que ha dejado a una esposa, dos hijos pequeñitos, imagino que, a otros familiares
y amigos, porque un lobo solitario, loco e hijo de puta le tiro con un arma de
fuego.
Sencillamente estuvo en el lugar equivocado, a la hora
equivocada, haciendo algo que consideraba necesario, que quizás lo comprometía,
que quizás lo divertía, pero con sus palabras no estaba agrediendo físicamente
a nadie.
Y esto tiene que parar. No puede ser que tengamos
miedo al llevar a nuestros hijos a la escuela o a una iglesia. No puede ser que
no podamos estar tranquilos en un parque o en un restaurante. No puede ser que
uno o varios locos, con o sin papeles de locos, están deteriorando la salud de
millones de personas.
Ahora, como es tradición en el sistema judicial
norteamericano, aparecen las investigaciones, el FBI, la policía, los abogados
defensores, los psicólogos, los defensores de los Derechos Humanos, los
movimientos por la defensa de los toros de lidia y la persona que cometió el
asesinato, pasa años viva, comiendo tres comidas diarias, con atención médica,
con visitas, televisión, radio, libros e incluso asistencia religiosa. A veces
los juicios y las sentencias demoran tanto que a uno se le olvida el hecho.
Si yo fuera el presidente, hablaría con el pueblo americano
y le dijera que existen dos caminos, el juicio largo y complicado y una
sentencia expedita para la silla eléctrica mañana por la mañana. Estoy
convencido que la mayor parte del país apoyaría la segunda opción. Silla eléctrica,
inyección letal, fusilamiento, horca, el garrote vil o descuartizamiento, me da
igual, pero no perdería ni un segundo en pasar a esa persona al otro mundo.
Como máxima autoridad me daría igual lo que diga el
Papa, la ONU, las comisiones sean cuál sean, los defensores de las hormigas
gigantes de Brasil y la familia y amigos del que apretó el gatillo.
Si yo fuera el presidente encargado, llevaría el tema
a la TV y allí mismo dictaría mi sentencia en respaldo al pueblo
norteamericano, que debe estar cansado de ver morir a sus hijos a manos de
locos y estoy convencido que ese pueblo me entendería y apoyaría.
Según Mateo (26:52), “El que a hierro mata, a hierro muere”, según yo, a hierro tiene que morir.
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