viernes, 27 de febrero de 2015

Éstas cosas pasan.

No todo sale bien en ésta vida. Cuando  menos uno se lo espera, algo se jode y casi siempre pasa con lo que no puede pasar.
Recuerdo que si pedías una camisa prestada, ese día algo la manchaba o la rompía. Si salías con un carro que no era tuyo, al doblar de la esquina, aparecía el choque. Si te arriesgabas a salir con unos zapatos de un amigo, alguien te los pisaba y rompía. Si pedías un libro prestado, ese día te robaban la maleta.
Hago decenas de órdenes de trabajo todos los meses. Desde matar hormigas en apartamentos de residentes anormales hasta reparar techos, ventanas y puertas y casi siempre todo sale bien. Lo de matar hormigas es algo en lo que nunca fallo.
Ayer, jueves 26, recibimos una orden para cambiar el piso de una cocina, que como todo es de versión barata, es de vinil, para lo cual tenemos que sacar todos los aparatos que están sobre el piso, o sea, refrigerador, cocina con horno, lavadora y secadora.
Cuando los apartamentos están sin alquilar, es fácil porque coges todo y lo pones para donde te da la gana, pero cuando los apartamentos están alquilados todo se  vuelve un rollo. Primero hay que mover todos los muebles del comedor y la sala, para luego poder acomodar los muebles que traes de la cocina. Los apartamentos, algunos de ellos, recargados de muebles y adornos, terminan siendo grandes rompecabezas, donde sólo se le deja al residente un pequeño pasillo para acceder a las otras habitaciones.
RYAN
Como la historia revestía cierta urgencia, mi compañero Ryan y yo nos dispusimos a mover y preparar las condiciones  para que la brigada que pone el vinil apareciera. Con una acción rápida y coordinada logramos mover todo y acomodar la enorme cantidad de muebles que había, incluyendo una jaula para perros y una linda cama canina.
El vinil fue puesto en la tarde sin grandes dificultades. Cuando llegué hoy viernes, nuestra misión más importante planificada, era darle a todo para atrás. Se trata de afectar lo menos posibles a los residentes siguiendo los mandatos más elementales del marketing.
Para mí desgracia Ryan no estaba en el residencial, por lo que me tocó ir solo a resolver la orden de reacomodar los muebles, En realidad no es algo complicado, por diferentes razones lo hacemos con cierta frecuencia.
El piso se veía bien. El nuevo vinil, aunque de baja calidad, le daba un toque de renovación a la vieja cocina. Entonces magistralmente moví e instalé la lavadora, la secadora y la cocina, y me dispuse a meter lo único que me quedaba afuera, el refrigerador.

El refri, moderno, grande y pesado, estaba además abarrotado de comida, lo que convertía su traslado en algo tortuoso. No obstante lo entré a la cocina y después de instalar la bombita que empuja el agua hasta la máquina que hace hielo, lo giré con mil amores, a pesar de que se trababa y trababa constantemente. Cuando logré ubicarlo en su lugar y por casualidad bajé la cabeza en dirección al piso, descubrí que había roto el vinil, nada más y nada menos que en el medio de la cocina, frente a la puerta del dichoso refrigerador.

Más que dichoso, el jodido refrigerador se había trabado y con mis empujones se había llevado un pedazo de vinil recién puesto. Ya pueden imaginar. Primero algunas malas palabras en español y luego en inglés para que el aparato pudiera entenderme, más algunos golpecitos en la parte de arriba y los costados, pues de alguna forma tenía que resolver la impotencia sin llegar a meter la cabeza contra la pared. Segundo, la pregunta clásica: por qué me tiene que pasar esto a mí.
Pasado el mal rato solo, porque el refrigerador nunca me respondió, me fui al taller y le comenté a mis compañeros. Ellos reían mientras yo les hacía el cuento todavía medio disgustado.
En casos como este no es que  pase mucho, sólo que el vinil no tiene solución y hay que volver a ponerlo, por lo que hay que volver a mover todos los muebles de la sala y comedor del apartamento y volver a sacar los aparatos de la cocina, para luego volver a reorganizarlos.

Me pareció entender que en vez de poner vinil de nuevo, van a ordenar que se pongan losas de piso como se han puesto en otros apartamentos, cosa que es mucho mejor  para los residentes y sobre todo para nosotros que tenemos todos los días que bregar, como dicen los dominicanos, con historias como ésta.
Es así, según mis compañeros, algo se tiene que joder, todo no puede ser arreglado.
Sin embargo, todavía ahora mientras escribo, pienso que es real, éstas cosas pasan, pero coño, por qué me tienen que pasar a mí.



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