lunes, 16 de junio de 2025

611.- ¿Belleza?

Que lastima me da con todos aquellos que piensan que a los que ejecutan el poder, en el caso cubano, por casi 70 años, se les va a sacar con lemas, canciones, peticiones pacíficas por escrtito, etc.

Desconocen la historia.

Cuba ha demostrado constantemente que los que gobiernan, son capaces de tomar cualquier decisión, meter cualquier muela, hacer cualquier compromiso que saben no cumplirán, pedir tiempo y confianza e incluso dar órdenes de combatir con las armas a un pueblo indefenso, para no dejar sus puestos.

Viven muy bien, siempre con la palabra pueblo en sus bocas. Cualquiera que no los conozca puede llegar a pensar que son sacrificados trabajadores, a partir de aquella frase magistralmente inventada por Fidel Castro cuando se autonombró “esclavo” del pueblo cubano.

Para no irnos más lejos, porque estuvimos 30 años en guerras para lograr la independencia del poder colonial español, que defendió su posesión cubana con uñas y dientes, más para acá, para sacar a Batista, porque entre otras cosas, ya pocos lo soportaban de verdad, incluyendo a nuestros, por aquellos años, vecinos cercanos del Norte, una parte de Cuba se fue a la guerra.

No fue tan grande como se ha querido reflejar, no fue tan popular como se ha tratado de decir, pero fue una guerra con bombas, petardos, tiros, heridos,  muertos, asesinados, dinero donado y dinero aceptado, carteles, marchas, llamados a huelgas generales para paralizar al país entero, etc. No fue tan grande como se ha querido decir, pero fue.

Muchos jóvenes se incorporaron a la lucha armada, pero sobre todo, a la lucha en las ciudades, sabotajes, líneas férreas y eléctricas cortadas, robo de armas, justicia por las manos, etc., pero también se incorporaron muchos de otros sectores, campesinos y de las diferentes denominaciones burguesas, compraron bonos para apoyar con dinero, defendieron a acusados en juicios, curaron heridos, enviaron medicinas, escondieron a los rebeldes tanto de las ciudades como de los campos.

Este último movimiento que comenzó siendo una locura, con un desembarco por accidente, que heredó muchas décadas de luchas anteriores, se fue armando y frente a un ejército dicen desmoralizado y económicamente pobre, se consolidó y un buen día entró triunfante a la capital del país. Entonces el pueblo cubano, que en su mayoría se mantuvo de observador, se incorporó, no nos engañemos, sólo después de la victoria. A partir de ese momento a los ganadores le asistió el mérito de haber ganado, lo que les permitió entonces, hacer y deshacer a sus antojos, hasta convertir a un país entero con todos los que se quedaron en un laboratorio donde se probaron todos los experimentos incluyendo los humanos, con un solo objetivo, permanecer en el poder. Doloroso, ese experimento, ese único experimento, les ha quedado bien, digamos lo que digamos, justifiquemos lo que justifiquemos, les ha quedado bien, lo que quiere decir que a él han dedicado un capital multi, multimillonario y sus vidas, sin importar la vida de más nadie.

Adiós elecciones, adiós democracia, adiós libertad y sobre todo, adiós progreso real, ganado con el buen trabajo.

Después de casi 70 años, Cuba exhibe la peor economía de su historia, vale la pena recordar que nuestros aborígenes, cazadores y recolectores en su mayoría, con muy poco desarrollo como comunidad, recibieron a los españoles colonizadores a finales del siglo XV con piñas, yucas, tabaco, etc. Productos que, al parecer, según los propios recién llegados que narraron lo que veían, poseían y consumían de forma común.

Con las maniobras del poder para permanecer en estas últimas décadas, se podría escribir una obra más extensa que la Enciclopedia Británica.

Por no tener nada más importante que hacer, parece, hoy en 2025 al gobierno cubano se le ocurre un congreso de economistas. ¿Qué se supone que debería ocurrir? Bueno según los resultados de casi 70 años, deberían pararlos a todos, uno a uno y fusilarlos, por supuesto, con el comité organizador a la cabeza.

Economistas que años tras años, con el implemento o aceptación de las acciones sólo han logrado la miseria en un país que fue lindo. Economistas que sólo han logrado que el pueblo cubano necesite de los dólares del “enemigo” para sobrevivir y para aquellos que no los logren tener, lo de sobrevivir sea una tarea casi inalcanzable.

Economistas que sólo han logrado que las palabras dignidad y soberanía sean hoy sinónimos del hambre. Hambre no sólo de comida, sino de ropas, de casas, de electricidad y agua, medicinas y sobre todo hambre de esperanza, de sueños y visión de un futuro alcanzable en una vida.

Economistas que por falta del más mínimo pudor, todavía hoy enarbolan las ideas de Fidel Castro y el Che Guevara, que podrían saber de cualquier cosa, si es que sabían de algo, menos de economía, incluyendo la doméstica o personal, porque apenas trabajaron, porque apenas mantuvieron a sus familias con su trabajo. Mínimo pudor que los obliga a seguir ideas económicas de Raúl Castro, que su único mérito fue ser siempre el hermano menor incondicional, que de economía ni idea tiene que existe la palabra, la técnica, la ciencia. Menos pudor que mínimo, para seguir las ideas de un tal Díaz Canel, de un tal Marrero, de un tal …, cualquiera que está de turno, que han llegado a donde han llegado por un discurso político, una sopa o ajiaco para cubanizarlo de palabras que mueven de derecha a izquierda de arriba hacia debajo de “profunda” subordinación conveniente, que mientras menos diga claramente es mejor. Discurso de ”donde dije digo, digo Diego, demagógico que jamás aclara cómo sembrar boniatos, calabazas, yucas, para garantizar comida en las mesas y menos aclaran cuando se podrán comer definitiva y establemente. Promesas de estamos trabajando, estamos haciendo el esfuerzo, que llevan casi 70 años sin resultados.

En su ya habitual siempre aburrida forma de hablar, el “Sincasa” Díaz Canel sin decir nada inteligente, dejando claro que el proyecto de todo lo que se ha dicho y dirá sigue estando dentro de la estrategia de la construcción de algo que él sigue nombrando socialismo, afirmó:

“… Sabiendo que estamos moviéndonos en un contexto que además de complejo y duro es desafiante, pero yo digo, la belleza que tiene ese reto es que seamos capaces de superarlo y yo cada vez me convenzo más de que si lo vamos a superar y que si lo podemos superar”. (Como siempre está diseñado y concebido, aplausos, para esta ocasión aplausos economistas).

No voy a reproducir el resto de las palabras, sólo voy a hacer referencia a una palabra que se le ocurrió, imagino yo, que porque su vocabulario es muy limitado.

El “Sincasa” Díaz Canel utiliza la palabra belleza para referirse al reto que Cuba, o sea, los cubanos de la isla hoy tienen. No se le pudo ocurrir otra peor.

Llamar belleza a lo que se tiene que hacer para salvar a Cuba, no es sólo una ofensa a la más mínima inteligencia, sino una burla a ese pueblo que no sabe si mañana tendrá agua para lavarse los dientes o la cara. Lo de pasta dental o jabón, ya ni se piensa. Es sabido que no hay.

Es una burla llamar belleza a pasar DIARIAMENTE, cerca de 15 o más horas sin electricidad, con calor, a oscuras, cosa que los que descubrieron o se encontraron con Cuba no sufrieron pues traían sus lámparas de aceite y encontraron mucha madera para hacer fogatas para cocinar y espantar a los mosquitos de la isla.

Es una ofensa mayor llamar belleza a un pueblo que NO SABE qué comerá en el próximo turno destinado por nuestra tradición de tres comidas diarias.

Es una burla ofensiva llamar belleza a la tarea por hacer, cuando el que estudió y trabaja HUYE DESESPERADAMENTE para cualquier lugar del planeta con tal de no quedarse en Cuba y los barrigones del gobierno, más los agotados economistas no pueden ya casi ni doblar el cuerpo por la gordura.

¿Dónde el “Sincasa” Díaz Canel ve la belleza? Hay que ser no sólo un desprovisto de casa, sino un desprovisto de madre para mencionar ese palabra frente a la realidad cubana.

¿Será está la BELLEZA de la cual habla el gobierno, como para sentirse orgulloso de su actuar?



miércoles, 11 de junio de 2025

610.- Contradicciones.

Viví 5 años en República Dominicana, que tiene entre otros problemas, uno muy grave, la inmigración masiva y desesperada de haitianos. No puedo hoy definir cuántos haitianos nacen y quedan en Haití, pero si puedo decir que más de la mitad viven en Dominicana, tanto que a veces se ven más que los propios nativos.

Durante mi experiencia allí fui testigo, a veces muy testigo, de la “cacería” de haitianos en las calles por las fuerzas del llamado “Orden”. Digo casería porque al ser dominicanos y haitianos los implicados, aquello tomaba por momentos formas muy violentas.

Muchas veces vi, caminando yo por una de las calles de Santo Domingo, llegar violentamente una guagua, atravesarse en medio de la calle como si filmaran una película de acción, violentamente bajarse uniformados y no y más violentamente, sin muchos miramientos, recoger a haitianos que caminaban, estaban parados en una esquina o trabajaban.

Según muchos cuentos que escuché, todo esto era también un negocio. Muchos empresarios contrataban a los haitianos, por ejemplo, en la construcción, y para no pagarles, los denunciaban a inmigración, muchas veces esas guaguas los sacaban de las ciudades, les cobraban dinero y los dejaban libres para que fueran casados nuevamente, muchas veces los haitianos pagaban cualquier fechoría de los dominicanos, siempre eran, imagino que sean, el eslabón más débil de la cadena. En este tipo de cosas todo puede ser posible en la parte dominicana de la antigua Quisqueya en taino o La Española en castellano.

Dominicana tiene un problema serio, como cualquier otro país que se enfrente a una desorganizada, en el caso haitiano, masiva, inmigración ilegal. Los haitianos de ambos sexos y todas las edades pululan en las calles dominicanas y van a lo que vamos todos a los países desarrollados, a vivir. Los haitianos no son millonarios, por lo que no emigran para invertir nada porque nada tienen, no son políticos por lo que no pretender revertir ningún gobierno, emigran para salvar sus vidas, trabajando muchas veces en aquellas actividades que los dominicanos hoy desechan: construcción, agricultura, servicios domésticos, etc. Lo de "vienen a quitarnos el trabajo", es una explicación burda que trata de justificar todos los excesos. Los dominicanos en 5 años que conocí y conocía muchos porque pasé todo el tiempo como profesor de dos universidades, ni querían ser agricultores, menos trabajar salvajemente en las construcciones.

Los haitianos que yo conocí y conocí a muchos, eran humildes, solidarios, alegres, respetuosos, agradecidos, estudiosos, en algunos casos mejores personas que muchos nacionales.

¿Merecían estar allí? Bueno, humanamente si, estaban luchando decentemente por sus vidas y la historia de la humanidad recoge a la migración como parte entendible. Rompe el alma ver a 5, 8, 10 niños pequeños bajo el calientísimo Sol dominicano o la fuerte lluvia en cada semáforo de las ciudades. Parte el alma ver a mujeres embarazadas o con bebitos en las mismas esquinas tratando de conseguir algo, da igual dinero, que unas galleticas o caramelos. Parte el alma saber que después de jornadas de 10, 12 horas de trabajo en la brutal construcción, sólo se tenga para comer una sopa hecha con calditos de pollo, o sea, sopa de agua caliente, pero, para un país y un gobierno esto no deja de ser un enorme problema.

¿Cómo organizar, planificar, desarrollar con una población siempre creciente, de inmigrantes ilegales sin conocerse tan siquiera quiénes son, cuántos son, a dónde se mueven, qué hacen o van a hacer?, ¿Cómo detener, el secreto a voces, de los negocios de dominicanos que utilizan a estos seres humanos, incluyendo a los niños?

Demás está decir que existe casi un sentimiento nacional dominicano en contra de los haitianos, que puede ser irracional, pero existe. Sentimiento, como muchos otros, que se aprenden en las casas, en las familias, en las escuelas, que no se pueden explicar mucho, pero son sólidos.

Hoy soy ciudadano norteamericano, pero no olvido que un día, hace ya 13 años, cuando todavía los cubanos teníamos algunos privilegios otorgados por el gobierno norteamericano, también crucé por la frontera entre México y los Estados Unidos, buscando como los haitianos, poder vivir. No se me puede olvidar porque no nací en este lugar.

En las últimas votaciones presidenciales voté convencida y alegremente por Trump. Más allá de gustos y preferencias, sigo creyendo que, en aquel momento frente al desastre demócrata y su candidata propuesta, sacada como conejo de un sobrero de mago, era mejor opción. Voté por Trump porque su discurso, sobre todo de urgencia, para enfrentar los grandes problemas que tiene este país, me parecía no sólo lógico, sino necesario. Hacer a Estados Unidos grande otra vez, fue una muy buena propuesta, porque no vivo en Cuba y no pretendo vivir allí más nunca. Todos los de aquí, necesitamos un país grande, fuerte, líder, que garantice primero y, sobre todo, el bienestar de sus ciudadanos, pero como la vida real no es una bella historia o novela romántica, creo que, a Donald, se la ha ido la mano en algunos de sus anuncios.

Haber votado por algo, lo que significa alguien, no debe nublar el pensamiento; las ideas son unas y las acciones pueden ser particularmente otras, es así en la política, porque así es en la vida; una pareja que se ama apasionadamente, al paso del tiempo se divorcia, en no pocos casos con problemas. Ella o él se descubrieron, ella o él cambiaron. Una cosa es te amaré para siempre hasta que la muerte nos separe y otra es llegar a la muerte estando juntos. Lo de sin problemas, sin discusiones, sin desavenencias o desacuerdos, no existe. Es mentira. No ocurre ni en la condición humana de siameses. Entonces, el haber votado por un político no te debe hacer un fanático de él. Lo que se ha hecho bien, está bien hecho, cuando se equivocó, pues, se equivocó.

Con el paso del tiempo, corto aún, el razonamiento que hoy más se impone es de lo justo e injusto, lo que queda mezclado en un sinnúmero de contradicciones con relación específicamente al tema de inmigración, ilegales, delincuentes, trabajadores, familias, etc. Miles de contradicciones del pensamiento, que mientras más se tratan de resolver más se complican y contradicen.

Fact.  (Hecho).

Trump es el presidente de este país. Bonito o feo, gordo o más flaco, artista, calmado, maduro o inestable, violento, corrupto o inocente. Es el presidente selecto, ganador no sólo del voto electoral, sino del voto popular. Es hasta que esté el Commander in Chief.

Fact.  (Hecho).

Estados Unidos tiene según cifras conservadoras, porque en realidad no se conoce exactamente, cerca de 15 millones de personas indocumentadas, a los que reconocemos popularmente como ilegales. Buenos y malos, decentes, trabajadores, delincuentes connotados, enfermos, solteros, casados, familias enteras con varios niños, algunos limitados física y parece que otros limitados mentalmente.

Fact.  (Hecho).

Es cierto que, en diferentes momentos de la historia humana, desde los propios paleoindios, antecedentes de los llamados nativos americanos, luego los españoles conquistadores, junto a ingleses y franceses, justificados o no, la llegada de ilegales o indocumentados se convirtió en una fiesta, nada tiene que ver con el pasado más reciente. Las dos guerras mundiales fueron grandes semilleros de inmigrantes sobre todo europeos; aunque para no irnos más atrás, porque entonces los únicos legítimos serían los búfalos, es bueno destacar que durante el último período Biden – Harris esa entrada casi se estimuló, en la misma medida que no se hizo el menor esfuerzo por detenerla.

Sobre todo, por la frontera sur del país entraron cientos de miles de personas de origen latinoamericano, pero además chinos, rusos, árabes, africanos, según los informes de los encargados de registrarlos. Lo que, como casi siempre, paró en un enorme negocio para los llamados traficantes humanos. Durante estos últimos tiempos, por ejemplo, los cubanos, en silencio y secreto estimulados por los gobiernos de Cuba y Nicaragua, pagaron como mínimo 10 000 dólares para llegar y existió un “curioso” negocio en China donde se cobraba por mandar a chinitas embarazadas para que parieran en la más que mencionada “tierra de libertad”. Muchos hicieron dinero, no sólo los traficantes, sino la policía, los abogados, los burócratas y autoridades de cada país por dónde pasaban estas personas que caminaban hacia el Norte tal como en una conga de carnavales. 

El tema de la gran inmigración, masiva, desorganizada, orientada, estimulada, etc., le tocó a Trump, igual me hubiera tocado a mí. Él, encargado, prometió resolver el problema de los tantos problemas que muchos de estos indocumentados estaban creando dentro de la Unión y eso creo que se le vio bien, o sea, descubrir y sacar a aquellos delincuentes que vinieron huyendo de la justicia de sus países, aquellos reconocidos terroristas internacionales, aquellos represores de cualquier gobierno, más los que violaron, robaron, mataron, vendieron drogas, etc., después de su llegada. Hacer un país grande, significa primero hacerlo seguro para sus buenos habitantes.

Trump probablemente tenía una buena idea, que al pasar el tiempo se ha desbordado, a mi humilde consideración.

Creo que las acciones erradas, las cuales no voy a describir aquí ahora, porque son muchísimas, luego de resolver y de echarse encima un apoyo, han creado y parecen crearan problemas.

¿Qué se resuelve con “cazar” a un hombre decente, trabajador, que ha formado una familia con hijos ya norteamericanos, que ha comprado casa, que ha pagado impuestos, sin tan siquiera tener una multa o tique de tránsito?, ¿Qué se logra con arrebatarle a una madre joven una bebita de los brazos, esposarla y meterla en una guagua para deportarla, conociendo lo que se producirá sobre todo en la pequeña niña?, ¿Qué se logra con deportar a una abuela con cerca de 80 años que sólo aspiraba a morir junto a los suyos?

Creo que de momento, para comenzar, habría muchos otros con la que cogerla para sanear la casa. Creo que hay muchos conocidos delincuentes caminando aún por las calles de este país.

Los demócratas últimos tienen gran culpa. El dejar entrar a cualquiera se sabía que crearía problemas. He tratado de pensar por qué lo hicieron, no encuentro una respuesta coherente y lógica, sólo se me ocurre que fue para joder.

¿Hay que deportar? Si. Para cada país de origen, para Guantánamo u otro país que se ofrezca, cosa que permite la ley norteamericana. Además, habría, a mi modesta consideración, violando un poquito las leyes modernas, empalar, ahorcar, enterrar vivo o tirar al mar a algunos para que los tiburones lo sometan a juicio y hagan justicia, pero se tiene que ser muy cuidadoso, porque “de buenas intenciones, está empedrado el camino del infierno”. La impresión es que con la velocidad que se están haciendo las cosas, lo de cuidado queda para una segunda parte.

Trump personalmente debería ser un buen conocedor de lo que pasa con el tema inmigración. Su mamá fue una inmigrante irlandesa, su esposa Melania, por tanto, su suegra y suegro, sus cuñados, son inmigrantes, su último hijo, Barron, es un pichón de inmigrante. ¿Se le olvidó? No debería.

Se está cazando a las personas que tienen acciones de legalización abiertas, por lo que, según los abogados, es ilegal, esas personas tienen el derecho a terminar sus procesos dentro del país. Tienen derecho, palabra aparentemente sagrada en los Estados Unidos. Se está cazando a las personas que asisten disciplinadamente a sus citas en oficinas de gobierno y en las cortes. Se está visitando centro de trabajos y desde allí se están llevando a las personas que están trabajando, incluso con algún permiso de trabajo emitido por autoridades norteamericanas.

La acción, no exenta de fuerza, más fácil, es cazar a las personas cazables y entonces aparecen los desbordes, que más parecen que se está cumpliendo con normas matemáticas, se está cumpliendo un plan para las estadísticas. Los oficiales de inmigración con sus caras tapadas con pasamontañas, se parecen más a las películas de delincuentes. ¿Si están cumpliendo con una orden "sagrada y honorable", por qué taparse las caras?

¿Qué se está logrando? Pues por un simple instinto de conservación, los indocumentados, se esconderán y se harán más indocumentados. Es triste vivir así, claro, pero lo de esconderse es un recurso natural y humano.

Voté por Trump convencida y alegremente, pero …, contradicciones.

 

 

 

 



 

miércoles, 4 de junio de 2025

609.- Felicidad del hombre abstracto vs felicidad del hombre concreto.

El totalitarismo como forma o ideología de gobierno, donde se inserta precisa y perfectamente cualquier régimen comunista o socialista, donde quiera que existió o existe, "presenta la felicidad del hombre abstracto mientras aplasta al hombre concreto”. Esta no es una idea mía, se la he robado a una persona que la dijo en un programa de TV, porque además de resumir exactamente lo que ha pasado y muy inexplicablemente aún pasa, se aviene a mi forma de pensar.

No sólo estoy de acuerdo con ella, sino que estoy totalmente de acuerdo con ella. A veces escuchando o leyendo a otros, se reafirman muchos de nuestros pensamientos, lo que dice que no se está muy equivocado.

Si algo hay que destacar del llamado sistema comunista, que nunca existió, pero por ejemplo, en Cuba se trató de construir paralelamente a la construcción del socialismo, mientras se trataba de consolidar la siempre tambaleante revolución caribeña de 1959, de donde resultó el gran ajiaco que somos y tenemos hoy, es la creación y propagación de imágenes, junto, o mejor, teniendo como protagónico formal al llamado pueblo, que ya sabemos que un día puede ser heroico, gigantesco, inteligente, creador, único y otro puede ser nombrado como confundido, manipulado, enemigo, etc., en dependencia de cómo el poder se levante.

El pueblo es ese caldo sin sabor que se estira y se estira donde se cocina todo.

Hombre en Abstracto.

Si algo es promocionado hasta el cansancio o el hastío, es que todo en este tipo de gobierno se hace para beneficiar al pueblo. Para él, como en ningún otro momento, se hacen las revoluciones, se cambia y cambia, a veces tanto que no se sabe para dónde se va con esos movimientos. Sólo se repite que es a favor del pueblo, cuando ese pueblo grande ni se consulta, ni se entera, y en no pocos casos, ni entiende los cambios. Muchos cambios de forma general no se ven o peor, perjudican.

Al pueblo se le enseña desde muy temprano a esperar por el beneficio que casi nunca llega. El pueblo es sólo un pequeño gorrión que espera y espera. Se le alfabetiza, aunque esté alfabetizado, se le da estudios incluso cuando no lo quiere, se le da comida, la que el dueño de la granja determina, se mueve de un lugar a otro o se prohíbe el movimiento a pura conveniencia de los que mandan, siempre con el apellido “gratis”, lo que hacen aparecer como un gran beneficio para las grandes masas. El pueblo es por momentos un ariete y en otros una muralla.

Cuando es necesario, se le viste de campesino con sombrero y botas de trabajo, de mambí con machetes y caballos incluidos, de verde olivo rebelde con barbas postizas que forman parte del disfraz. Ese pueblo, está constantemente actuando en obras de teatro escritas y dirigidas por el poder.

A ese pueblo, por ejemplo, en Cuba, se le convenció de que hacía falta una revolución para expulsar a los dueños capitalista de hoteles, los hoteles eran para el pueblo, aunque años después a ese mismo pueblo se le trató de convencer, y mucho lograron, de que no podía entrar a “sus” hoteles, porque el gobierno necesitaba dólares, por tanto, eran sólo para extranjeros. También a ese pueblo se le habló de estudios gratuitos a todos los niveles, la única forma de ser libres era ser cultos e instruidos, años después se definió que no sólo las calles, sino también los estudios, sobre todo los universitarios, eran sólo para los revolucionarios.

A ese pueblo se le exhibe riendo, cantando, alegre de las conquistas que dicen fueron alcanzadas, que no se ven, pero que se repiten en discursos, en todos los medios de información propiedad exclusiva del gobierno, panfletos, etc., partiendo de la vieja técnicas de repetir muchas veces una mentira hasta que se considera verdad.

A ese pueblo se le entrevista y siempre como respuesta repite que está satisfecho, que confía, que está mejor que antes, aunque luego sabemos que los entrevistados son seleccionados y las opiniones, no pocas, son sugeridas o al menos repetidas de carretilla como una moda.

A ese pueblo, con ideas gigantescas, se le manda a pelear para “liberar” a otros pueblos “oprimidos”, tarea que se presenta como única de los más avanzados. Ese pueblo no sólo vive bien, sino que le sobra tiempo y fuerzas para preocuparse por la humanidad entera. Ese pueblo inyectado del gran veneno ideológico regresa con menos, regresa sin nada, pero orgulloso de haber luchado a miles de kilómetros de su casa, a veces sin entender por qué luchaba. Alguien determinó y lo convirtió en ley que a falta de comida el orgullo engorda al pueblo.

Si no estás dispuesto a apoyar, pues inmediatamente dejas de ser pueblo. Si te declaras en contra, no sólo dejas de ser pueblo, sino que pasas a las filas de los enemigos que no tienen patria. El pueblo sólo existe como “telón de fondo” para la más que utilizada propaganda, no importa si entiende, conoce, comprueba, sólo se necesita de su apoyo, expresado en una sonrisa.

El pueblo grande es un número que vota, aunque no esté de acuerdo o no sepa por qué lo hace, que desfila frente a sus gordos e incomunicados jefes, que sale a la calle incluso a golpear a otros, que deberían ser pueblo, pero ya no lo son, que está dispuesto a repetir y repetir consignas e incluso hasta las más locas e improbables ideas a veces por miedo, por comodidad, por demagógico convencimiento. Ese pueblo se conoce utilizado, lo permite y juega con ello.

Ese pueblo teóricamente beneficiado, hoy no sabe explicar qué pasó con él y sólo muestra como respuesta una cara de carnero degollado. Ese pueblo grande hoy no sólo se ha quedado sin respuestas, sino que desconociendo o escondiendo su participación, trata de echarle la culpa a otro de todos los fracasos.

Hombre en Concreto.

A ese hombre en concreto e individual, lo primero que se le enseña es que la libertad sólo existe para apoyar al gobierno. La libertad es lo primero que se convierte en algo abstracto, es sólo una idea para discursos. La libertad individual se subordina desde todos los ángulos a la más que manejada y utilizada masa.

A ese hombre se le trata de enseñar que lo individual, o sea, el yo, va en contra de la soberanía y la patria. Si quieres ser patriota tienes que hablar de nosotros y subordinarte a ello, la libertad termina convirtiéndose en una camisa de fuerza.

A partir de esa inmediata pérdida de la libertad individual, todo lo demás se pierde, se cambia, dicen los del gobierno, en interés de todos, o sea, los otros y ellos, los del gobierno son no sólo los portavoces, sino también los dueños. Entonces en esos escenarios, donde Cuba hoy tiene un papel protagónico, con el paso del tiempo no sólo se pierde, sino que no se sabe cómo y qué significa ser libre. Con un muy buen manejo de las ideas, lo que incluye el cambio a conveniencia de la historia pasada, se pasa de un arcoíris de brillantes colores, a un color, digamos verde, luego al naranja, luego al rosado y finalmente al rojo y la gran masa no sabe decir cuándo y cómo se logró. A partir de un tiempo, todos reconocen el color rojo como el único que siempre existió. Quien quiere recordar que existieron otros colores, puede no sólo perder su libertad individual, sino incluso la vida.

El hombre en el totalitarismo socialista no conoce su historia, se dedica sólo a repetir lo que otros crean para él. Es hombre concreto es sólo un martillo, una escoba, una llave de clanes, o sea, una herramienta a utilizar y que puede ser desechada a conveniencia.

El hombre en concreto vive luchando, en no pocas veces contra todo y todos, vive sobreviviendo cada día, sin un rumbo fijo.

El hombre en concreto tiene limitada su vida, lo llega a saber y en no pocos casos a aceptar como normal, la no creación, la no idea, la discrepancia, la denuncia y sobre todo la lucha por su yo.

El hombre en concreto, más allá de los discursos demagógicos y hasta delincuentes, no existe.