lunes, 8 de julio de 2024

564.- Si se va pierden, si se queda pierden. Las mejores opciones.

¿Biden está viejo o está joven?, ¿Es capaz o incapaz?, ¿Se entretiene, se cae, casi no puede caminar, se pierde o es aquel joven atlético que hasta hace pocos años corría por las galerías de la Casa Blanca acompañando a su presidente y amigo Barack?, ¿Estará capacitado para los próximos 4 años como presidente de los Estados Unidos que no son la isla Tuvalu, reconocida como uno de los estados más pequeños del planeta, localizado allá por la Polinesia, o sea, más allá de Australia?, ¿Biden tendrá la capacidad de convertirse en el Comandante en Jefe del Ejército de los Estados Unidos, que no es el ejército de la isla Nauru, de 21,3 km2, ubicada muy cerca de la isla Tavalu, o se correrá el riesgo de que no tenga la capacidad de reaccionar dinámicamente frente a un determinado evento?, ¿Podrá ser el dueño del llamado botón rojo que controla todo el aparataje atómico o confundirá el más que importante y peligroso botón con un bicho desagradable que camina y hay que aplastar?  

¿Biden está perdiendo la capacidad cognoscitiva a tal punto de no saber cuándo falleció su hijo o confundir varias veces a presidentes de otros estados, incluso llegar a decir que él es el primer presidente negro que ha trabajado con una vicepresidente afroamericana o son simplemente chistes de campaña?, ¿Le gustan los niños o los helados?, ¿Es Biden aquel político balanceado o es un viejo ya caprichoso, prepotente, obstinado, emborrachado con y por el poder, al cual todo parece que, sobre todo, su esposa dirige?

Nadie hoy, a pocos meses de las elecciones más importantes de este país, o sea, las presidenciales, sabe que responder, pero lo cierto es que Biden ha vuelto a estar en las noticias todo el tiempo, desplazando a su candidato Trump del cual prácticamente no se habla y más, logrando que el mismísimo Trump no hable.

El primer problema que tenemos hoy no es el clásico entre los dos partidos más fuertes que siempre se presenta, o sea, republicanos y demócratas, ambos bandos empujando a su candidato para imponerlo. Hoy el principal problema está, nada más y nada menos, dentro del partido que tiene hace cuatro años el poder, o sea, los demócratas, que, a todas luces, según cuentan los que saben, se ha dividido frente a lo que está pasando y ahí la primera diferencia, los republicanos, pueden ser más o menos peligrosos, más o menos inteligentes, más o menos santurrones como diría mi madre, pero salen en bloques a comerse furiosamente a cualquier adversario.

Los demócratas están en dos.

Unos que dicen que el presidente tiene que continuar, porque está bien, que han sido sólo eventos aislados, reconocen que han sido muchos, pero son aislados que no influyen o tienen que ver con la capacidad del presidente para dirigir hoy y asumir los próximos cuatro años. Piensan que a estas alturas del juego no se puede cambiar porque no hay tiempo para escoger a otra persona y desarrollar una campaña a nivel nacional, o sea, es lo que hay y tenemos que echarlo para adelante. Y sus argumentos sólo van a demostrar la capacidad del presidente, cosa que veo complicada, porque están dedicando horas e influencias para tapar o al menos disminuir lo que se está viendo y no por viejo, porque si fuera por la simple matemática, a lo mejor ya no debería estar. Esta parte de los demócratas solo puede decir que el presidente está bien de salud, sobre todo, salud mental.

El balance es triste, porque Biden está expuesto todo el día y se cuestiona su forma de caminar, hablar, recordar, respirar, etc. Triste como para final de una vida pública.

Otra parte de los demócratas dicen que se tiene que quitar del camino, que no puede correr para presidente, que está enfermo o está perdiendo capacidades para pensar, recordar y sobre todo decidir. Dicen que no importa el tiempo que quede, que hay que buscar urgentemente a otro candidato para nombrarlo oficialmente y que pueda correr. Los mayores apoyadores o donantes de dinero han comenzado a amenazar con no dar su apoyo económico.

Todo esto me dice que detrás de cámaras, o sea, en los pasillos, patios, baños, los demócratas se están matando entre ellos mismos, frente a un Biden, presidente actual, persona más importante dentro de su partido diciendo que sólo Dios lo puede quitar, imagino yo haciendo referencia a recibir un mensaje especial del “Señor” o que le llegue la inevitable muerte. Los demócratas se están matando y esto no fuera nada complicado si no fuera por, primero, la fecha en que estamos; segundo, el contrincante que tienen; tercero, puede ser lo más importante la opinión que se ha sembrado en el pueblo norteamericano o en gran parte de él.

El primer grupo dice que, si Biden se quita a estas alturas, el Partido Demócrata pierde las elecciones. El segundo grupo dice que, si Biden no se quita y se empeña en seguir corriendo, el Partido Demócrata pierde. Buenas dos opciones.

El pueblo, más allá de determinada filiación partidista, ha dejado de valorar lo que Biden hizo en su pasado, como político de carrera y como presidente, ha dejado de valorar el plan que Biden puede traer para el futuro de los próximos cuatro años, esa parte sólo piensa y expresa que Biden está fuera del juego, que está enfermo, que no puede recordar, que es lento, que se confunde, que se babea, que no puede responder coherentemente, por tanto, no puede ser presidente nunca más.

A última hora, hace pocas horas, el Partido Demócrata y el propio Biden se han sometido a una entrevista con un periodista prestigioso de la cadena ABC, George Stephanopoulos, que se anunció con bombos y platillos, a partir del prestigio del entrevistador, todo esto luego del fracaso del debate de Biden con Trump, tenía el objetivo oculto de lavar la imagen del primero.

Para mí otro nuevo fracaso.

Primero, la entrevista que debería haber sido en vivo, no lo fue, cosa que me dice que todos temían. Entrevista editada.

Segundo, la entrevista que se publicó duró apenas 20 minutos, lo que, si se le quitan los saludos y agradecimientos, más los ritmos de silencios para cambiar de una persona a otra, significa nada.

Tercero, Stephanopoulos, anunciado como león, se mostró más que complaciente, de fiera nada.

Cuarto y lo más importante, con tantas cosas que había que hablar para demostrar que hay un plan y tratar de convencer desde ahí a los posibles votantes, la entrevista se centró en preguntarle al presidente Biden si estaba enfermo o sano. Preguntas y respuestas, van y vienen para determinar la capacidad cerebral de una persona con preguntas tontas o al menos para que Biden repitiera que eran eventos aislados y que estaba en plenas capacidades y que dejara claro que no estaba a favor de someterse a un análisis clínico independiente, porque según él mismo todos los días realizaba esos análisis que obviamente no han sido publicados.

Imagino que os republicanos estén tranquilos, disfrutando de todo este espectáculo, para el cual no han tenido que invertir dinero, ni horas de trabajo. El Partido Demócrata se está desbaratando él mismo. Trump descansando, quizás tomando un merecido tiempo después de todo lo que ha pasado en su vida personal, incluyendo la presión de los medios de comunicación.

A Biden le queda un enorme esfuerzo, que no lo conozco, pero lo he leído de protagonistas. Aviones, baja y sube. Hoteles diferentes cada noche. Discursos, a veces en dos lugares diferentes y distantes en el mismo día. Conversaciones y más conversaciones. Desaparición de todos los horarios clásicos de vida, o sea, poco dormir, poco comer. Y, sobre todo, ser capaz de dar discursos que convenzan a los que tiene al frente, sabiendo que el discurso en California no puede ser igual que el que se da en Michigan porque los problemas de los votantes allí son diferentes.

Biden tendrá que recordar que para ganar el voto de los negros o afroamericanos tendrá que decir algo más entendible que lo que ha dicho recientemente, o sea, "por cierto, estoy orgulloso de ser, como dije, el primer vicepresidente, la primera mujer afrodescendiente en servir con un presidente afrodescendiente". Ese grupo posible votante tiene muchos otros problemas importantes no resueltos definitivamente y quiere escuchar algo más que un color.

Biden tiene que lograr recorrer lo que los norteamericanos llaman “from coast to coast”, lo que significa de costa a costa haciendo referencia al territorio norteamericano completo que está entre el Océano Pacífico y el Océano Atlántico, para convencer al pueblo norteamericano.

Los republicanos, que han dejado de ser noticias por estos días, están de vacaciones, esperando tranquilamente a que por fin aparezca el real contrincante en los papeles.

1 comentario:

  1. Acercándome un poco al escenario actual que describes sobre la campaña presidencial y las diferentes opciones de los demócratas y republicanos, considero que la situación en bien difícil para este país. El show político está en su punto más neurálgico. Los republicanos ayer volvieron a ser noticias y el Sr.Trump declaró que en breve anunciará quien lo acompañará en la vicepresidencia Y por otro lado los demócratas continúan en el debate sobre la idoneidad del presidente Biden para otro mandato, lo que ha puesto a la vicepresidenta Kamala Harris en el centro de atención. En un futuro debate contra Trump, Harris parece una opción mucho más fuerte que Biden, y probablemente más fuerte que otros posibles candidatos demócratas. Se dice que es muy mala comunicadora cuando los escenarios son bastante amplios. Además se comenta que las críticas a sus habilidades políticas provienen del racismo y el sexismo. Lo que puede ser cierto.
    Por su parte Biden ratificó que se queda en la contienda presidencial porque su salud es buena. Ahora se encuentra durante varios días en la cumbre de la OTAN, lo que será una magnífica oportunidad para juzgar sus capacidades.
    Te sugiero seguir dándole continuidad al tema, porque en breve habrá otro interesante episodio de este show político

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