domingo, 11 de agosto de 2024

578.- Mirando a Venezuela y pensando en Cuba.

He asistido y casi puedo decir participado en el proceso venezolano minuto a minuto vigilante y apasionadamente. Noticias tras noticias, entrevistas, declaraciones de ambos bandos dentro de Venezuela y de muchas otras personalidades políticas y periodistas del mundo, los que están a favor de Maduro y los que están en contra, declaro que, por suerte, lo segundos son mucho, muchísimos más, por suerte.

Puedo asegurar que por momentos he sentido rabia y agradezco el no poder meter las manos a través de la pantalla de mi computadora, algún cuello hubiera pagado y en muchos otros he sentido admiración, respeto, asociación hasta las lágrimas. Es altamente repulsivo escuchar a Maduro y a dos o tres de su asqueroso combo y es altamente sentimental y conmovedor escuchar a María Corina en su discurso fuerte y decidido, pero dulce y humano. Es altamente doloroso escuchar las miles y miles de declaraciones de personas de pueblo, ancianos, abuelos, madres, jóvenes, porque esas abuelas pudieron ser las mías que jamás entendieron lo que les estaba ocurriendo y esos jóvenes pude ser yo que jamás entendí y estuve de acuerdo con lo que me estaba ocurriendo. La única diferencia para estos casos son los apellidos, pueblo cubano y pueblo venezolano, porque la historia es la misma y los sufrimientos son los mismos.

Venezolanos en Venezuela

Entonces toda esta pasión e interés investigativo, me ha hecho pensar y preguntarme: ¿De verdad me interesa tanto el problema y sobre todo el futuro de las “fuerzas del bien” en Venezuela? Bueno creo que sí, pero para nada porque yo sea un libertador, ni un consagrado demócrata, menos porque con mi solidaridad u opinión crea que puedo resolver algo allí. Descubro que lo que prima en mi interés, es que soy cubano y creo que, al ser cubano, me coloca más cerca y con mejor entendimiento del proceso venezolano que un demócrata sueco o noruego, por más que ellos puedan saber más que yo de democracia. Una cosa es leer en un libro o ver una película y la otra es vivir y recordar lo que se vivió. En eso, aventajo a muchos demócratas del mundo.

Al ver lo que pasa hoy en Venezuela, sin contar estos últimos 23 años de chavismo, al menos yo, estoy viendo a Cuba, mi patria, de la cual, también como millones de venezolanos estoy lejos. Estoy viviendo exactamente, como una copia fiel al original, lo que está pasando en Cuba y no es de desconocer que ambos procesos, más allá de detalles, están realizados a partir del mismo manual de procedimientos.

Ambos gobiernos, cubiertos convenientemente como defensores del pueblo, con parlamentos, palabras e ideas dulces y engañadoras, se han adueñado de ambos países y a pesar de los más que notorios fracasos en todos los aspectos de la vida económica, política y social, íntimamente familiar y personal, están dispuestos a mantenerse en el poder eternamente, sin importarles consecuencias. Sin importar las consecuencias significa llegar a reprimir, encarcelar, torturar física y psicológicamente a todos aquellos, que ya no se manifiesten en contra, sino a todos a los que a ellos les da la gana, porque no tienen que darle cuentas a nadie. Estamos en presencia de dos gobiernos, que no sólo son dueños de la constitución, los códigos y las leyes, sino que son dueños absolutos de la máquina de escribir con la que se escriben todas las leyes y regulaciones, lo que les permite casi tener páginas en blanco firmadas de antemano, para en cualquier momento, escribir una nueva ley a conveniencia, en el supuesto caso que haga falta escribirla. La mayor parte de las veces se actúa con impunidad aparentemente amparados en un poder más que legal, parece que Divino, que no son más nada que ellos mismos, invalorable e incuestionable.

Ambos gobiernos corruptos y corruptores, se creen impermeables e inmunes incluso a cualquier otra forma de pensamiento. Cuando una parte de Cuba se manifestó hace poco tiempo en contra del gobierno, el presidente dio una “orden de combate” contra civiles y no dudó en sacar a la calle a su ejército, policía y fuerzas disfrazadas de civiles para reprimir. Recientemente cuando el pueblo venezolano no estuvo de acuerdo con la decisión de prolongar a Maduro en la presidencia y protestó pacíficamente, el presidente amenazó con convertir a Venezuela en un “baño de sangre” y no es que sólo amenazó, sino que sacó a la calle al ejército, la policía y las bandas de delincuentes armadas que el gobierno maneja para reprimir en las calles venezolanas a mujeres, hombres, viejos, jóvenes y niños. Para el caso de Venezuela está probada la presencia de tropas o grupos de cubanos enviados por el gobierno de la isla para asistir al gobierno venezolano en la represión. Está probada la injerencia, ya no la tradicional de altos militares y agente de la inteligencia que venía con presencia desde hace muchos años, sino ahora en las calles venezolanas mezcladas con el ejército y policía de ese país. Cubanos con experiencia de reprimir en Cuba, ahora reprimiendo en Venezuela.

¿De qué podemos asombrarnos los cubanos?

Fidel, todavía guerrillero, cuestionado por las elecciones, prometió a Cuba y al mundo que en 18 meses después del triunfo de su revolución, lo que ocurrió en 1959, se harían elecciones libres y democráticas y aseguraba que no tenía intenciones de poder, las últimas databan de 1948 que trajeron como presidente a Carlos Prío Socarrás, quien fuera casi cuatro años después sacado por el golpe de estado de Fulgencio Batistas en 1952.

Las primeras elecciones del período revolucionario se hicieron en junio de 1974, 16 años después del triunfo de la revolución, cuando Fidel Castro tenía todo bien amarrado, instituciones del gobierno todas subordinadas a él y un pueblo, si no endrogado, al menos adormecido. De la promesa de 18 meses, nadie con autoridad se acordó y menos reclamó públicamente, o mejor, de seguro muy pocos se acordaron, pero ya no había chance. Los que insistieron fueron desaparecidos. Sobre ellas, el propio Fidel opinó algo muy parecido a lo que Maduro, que no ha inventado nada, hoy repite como si fueran sus ideas originales: “Han sido las más puras en la historia de nuestro país, [...], elecciones sin componendas, sin fraudes, sin demagogia, sin politiquería”, [...] “¡Jamás se produjeron unas elecciones con tanto entusiasmo!, ¡Jamás en Cuba, ni en la época en que votaban hasta los muertos, hubo una participación de más del 90% en las elecciones. [...] ¡Esas sí son elecciones!”

Fidel desde aquel mismo momento mintió, ya había mentido antes y le había dado resultados, porque es demasiado ingenuo pensar que haría lo que decía, luego convirtió la mentira mantenida en su mejor estrategia. Maduro viene mintiendo desde hace ya mucho, ahora con el gran fraude de las últimas elecciones, donde se proclama presidente nuevamente, sigue mintiendo vulgar y descaradamente.

¿Qué ha cambiado en los discursos? Nada. Receta clásica: Repite la mentira muchas veces, otórgale cierta seguridad formal al discurso, dale un toque sentimental, unos se cansarán, otros la llegarán a creer, los incrédulos serán minoría y ellos mismos se anularán. A los que hagan mucho ruido, sácalos del camino, los pueblos, por lo general, tiene la memoria corta.

En resumen, todos los gobiernos totalitarios, donde entran los de izquierda con tendencia o francamente comunistas, actúan igual. Prometen y prometen, algo que se debe concluir que es para después de la muerte, controlan todo, anulan partidos, destruyen a los medios de información, intervienen empresas de todos tamaños y objetivos y ponen al Estado como único dueño y gestor, promueven una propaganda que describe situaciones que en la realidad no existen, pero se manejan como verdades, reprimen y reprimen no sólo a opositores, sino a los que dudan y pretenden a cualquier costo eternizarse en el poder. Se meten dentro de las familias. Se hacen dueños de la definición exclusiva de pueblo, al cual utilizan sólo como “telón de fondo”. No sólo en el pasado, 1893, como tal improvisara la poetisa y periodista revolucionaria Lola Rodríguez, creando una similitud: Cuba y Puerto Rico son de un ave las dos alas; hoy, en el presente, me arriesgo a decir que, los gobiernos de Cuba y Venezuela son las mismas dos alas, pero además la cabeza, el cuerpo y las dos patas de la misma ave que hoy agoniza casi sin vida.

Ellos, Fidel, Raúl, Díaz Canel, Chávez y Maduro tienen el mismo mérito para la historia, el haber destruido a Cuba y Venezuela. El haber encontrado países, no sin problemas, pero prósperos y haberlos llevado a través de la destrucción mantenida a la miseria. Como dicen los venezolanos, a estas personas “no se les puede creer ni un Padre Nuestro leído”.

Sin embargo, mirando a Venezuela y pensando en Cuba, de todo esto, algo me ha llamado profundamente la atención y algo he aprendido y es precisamente la posición de los pueblos cubanos y venezolanos, la que no voy a comparar aquí porque no resulta tan sencillo como escribir tres o cuatro ideas, solo narraré lo aprendido y a buen entendedor con poco basta.

Venezuela tiene hoy 8 millones de venezolanos fuera del país, distribuidos con representación fuerte en 50 países del mundo, eso nos hermana, Cuba no sólo es un país que emigra, sino que huye, los cubanos hemos llegado felizmente a puntos tan distantes como Alaska y Australia.

Venezolanos en España

Es entendible que dentro de esos millones están los que se movieron porque se enamoraron, consiguieron mejores estudios o trabajos, no les gusta el clima de su país, no les gusta su música o sencillamente prima en ellos una intención aventurera, pero, parece que la mayor parte de esos millones hoy desplazados, lo han hecho huyendo de la represión sufrida o con mucha seguridad por sufrir, la falta de esperanzas en poder resolver una vida dentro de su país, la pobreza y, lo que es más, la miseria.

Una parte de los emigrantes lo han hecho con dinero, en seguros aviones, precisamente porque se han visto atacados desde el punto de vista económico y han tratado de salvaguardar lo que consiguieron, otra parte, la mayor, se ha ido de Venezuela sólo llevado sus vidas, sin nada material, porque sencillamente nada tenían.

Comunidades de cientos de miles de venezolanos en más de 50 países del mundo no es un dato para desestimar. Muchos jóvenes, pero también personas de todas las edades, incluyendo a muchas personas que pasan de los 70 años. Muchos instruidos, profesionales ya o estudiantes, pero también muchas personas de baja preparación académica y por tanto casi siempre cultural. He visto gordos y flacos, lindos y feos. He visto personas llorar, gritar, abrasarse a otras personas que no conocen. He visto a cientos y cientos de personas que declaran desesperadamente que quieren regresar a su Venezuela y sobre todo he visto la masiva manifestación de frustración al estar viviendo el momento de saberse ganadores en unas elecciones luchadas y que el perdedor se niegue a reconocer la derrota y salirse.

Lo que puedo asegurar que no he visto en ninguna de las personas es una guerra entre el pueblo venezolano. No he visto a venezolanos desacreditándose unos a otros, no he visto chismes del pasado.

Venezolanos en Estados Unidos

No he visto y al ser cubano he estado al tanto, a nadie de los de adentro, despotricar de los que están afuera, acusándolos de traidores, de cobardes, con aquellas frases de que: claro, es muy fácil desde allí, ven p´acá. No he visto y al ser cubano he estado al tanto, a nadie de los de afuera alardear diciéndoles a los de adentro: hagan esto, hagan esto otro, ustedes son unos carneros, etc. No existe esa diferencia.

El pueblo de Venezuela, los de adentro, los de afuera, los de Caracas o los Cerros, los de Argentina, Italia, Estados Unidos, al menos ahora se han comportado como un solo pueblo. Se hablan de hermanos sin conocerse personalmente. Las abuelas y madres piden, no por sus nietos e hijos, sino piden por todos los nietos e hijos de Venezuela. Los hijos y nietos de afuera quieren regresar a ver a sus abuelas y madres en libertad, sin miedo. Algunos piden regresar para visitar las tumbas de sus familiares, a los cuales no pudieron acompañar en sus últimos días. No he escuchado decir, los venezolanos de aquí y los venezolanos de allá. No he escuchado a nadie gritar, gusanossssss, tampoco he escuchado a nadie acusar, comunistassssss.

Venezolanos en Colombia

No existe sentimiento más lindo y declaro que no soy muy baboso, que un pueblo que se une, que no se saca los trapos sucios, que no aspira a liderazgos o robar cámaras, que no se están repartiendo a Venezuela, que no importa si eres del sur o del norte, si eres capitalino o del campo, que no importa si eres blanquito de piel, aunque lavada o eres oscuro por negro o indígena. Eso hace una fuerza a admirar.

¿Existirán rencores? Claro, tienen que existir, es parte fea del ser humano, pero esos rencores hoy, increíblemente, se han puesto en un segundo plano. De ellos no se habla. A ellos no se les retoma para lograr una determinada reacción o apoyo. Se habla de la justicia.

¿Existirá el odio? Claro, de seguro existe, porque el venezolano es un pueblo que ha sido dañado, tal como el pueblo cubano, sin embargo, no es el odio lo que ha sacado a los venezolanos de adentro y de afuera a sus respectivas calles. No he presenciado una guerra de venezolanos pueblo, contra venezolanos pueblo. Se habla de amor, de familia. Se habla de Dios.

¿Cómo lo han logrado bajo la represión brutal, el encarcelamiento ilegal, las torturas, las amenazas, las bandas asalariadas para el terror, las mentiras, las bravuconadas y amenazas de Maduro y sus consortes militares? No sé, sólo sé que, sin querer hacer comparaciones, dónde evidentemente estamos los cubanos en desventajas, que nosotros, los cubanos, tenemos que aprender mucho y muy rápido.

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