sábado, 24 de agosto de 2024

582.- La política a veces se parece al deporte.

Viví casi 10 años en Lincoln, ciudad capital del Estado de Nebraska. Buen lugar, buena experiencia para conocer a Estados Unidos.

Nebraska, dentro de las cosas que orgullecen a sus pobladores, tiene dos equipos deportivos famosos, uno de voleibol femenino y otro de fútbol americano universitario que ha sido ganador, o sea, campeón, cinco veces durante su existencia. Si estás en Nebraska y no amas al equipo de fútbol, puedes buscarte un pequeñito problema con tus amigos, al cual yo escapaba siempre por mi condición de extranjero recién llegado.

De más está decir que el fútbol paraliza totalmente a Nebraska cuando se celebran juegos dentro del territorio. No existe nada más importante, no existe nada más urgente para una población que se moviliza y viaja desde todos los rincones a apoyar a su equipo.

El color escogido para los uniformes históricamente es el rojo, llamado chino, o sea, muy rojo y de verdad todos, incluyendo a los bebitos, lo visten con enorme orgullo, creo que más que el de la misma bandera del Estado.

El estadio del equipo de fútbol, recién remozado y ampliado, tiene capacidad para 93 000 personas, por lo que durante mi vida allí, tuve muchas posibilidades de comprobar lo que ese deporte y equipo significan. Con sólo ver el tráfico y las personas caminando, no puedes dejar de conocer que habrá un juego. Si vas al estadio y no tienes como vestirte de rojo, alguien te presta un pullover, alguien te da una gorra, alguien te regala una banderita.

Les dejo una foto cualesquiera de un día cualquiera donde en Lincoln, jugó el equipo de Nebraska, contra cualquier otro opositor.

¿Es difícil definir a quién apoya el público presente?, ¿Sería necesario sacar estadísticas, fotofinish, imágenes satelitales o especialistas en colores para entender cómo estuvo el público?

No, verdad. Está claro, clarísimo, ese día y todos los otros en que jugó su equipo, como mínimo el 99% apoyó al equipo de Nebraska.

Miremos otras fotos del mismo estadio, la política por momentos se parece mucho y se conduce como un deporte y ahora les diré imaginemos que puedo asegurar que las personas que apoyaban al candidato Edmundo González, representante oficial de la real líder María Corina para las pasadas elecciones todas estaban vestidas de rojo. ¿Sería muy difícil concluir a cuál candidato apoyó mayoritariamente el pueblo venezolano? Decir que los venezolanos votaron convencidos y alegremente por González-Machado es toda una Verdad de Perogrullo.

Más allá de las exigencias y propuestas de la modernidad, no hace falta computadora, conteos, boletas, observadores internacionales especializados, con sólo ver las calles de TODA Venezuela, más muchas calles de muchas ciudades del planeta, lo que se vivió, lo que se celebró, lo que los venezolanos se abrazaron y lloraron de alegría, es más que suficiente para conocer cuál de los dos oponentes principales resultó ganador. Pero además es fácil definir con seguridad, cual fue el ganador por mayoría arrasadora y aplastante.

Si nos arriesgamos a quitar los muertos que de seguro votaron, más los errores, más el entretenimiento, como en toda elección de cualquier tipo, todavía el ganador ganaría por mucha diferencia. Jamás quedaron empatados, ni tan cercanamente como para la duda.

Ni permitiendo votar dos veces a los maduristas, hubieran alcanzado los votos de los gonzalistas. Entonces Maduro no sólo perdió, sino que perdió bochornosamente, partiendo de que es el presidente actual, partiendo de que es el dueño de todo, partiendo de que lo único que tenía muy bien planificado era el ROBO.

Es más, si de los ocho millones de venezolanos que hoy viven fuera de su país, los cinco millones con capacidad de voto que fueron delincuentemente inhabilitados por el gobierno a ejercer su derecho a votar, todos de acuerdo con sacar al gobierno, con ellos sólo, Maduro hubiera perdido las elecciones.

Estoy convencido, cosa con la que NO estoy de acuerdo si se me preguntara, que, de volverse a celebrar unas nuevas elecciones, sin que Maduro pueda matar o apresar antes a más de la mitad de los posibles votantes opositores, Edmundo González volvería a ganar. No por bueno, no por exclusivo, no por más conocido, cosas que pueden ser aceptables además, sino, sencillamente porque el pueblo venezolano, en un porciento muy alto, viejos, jóvenes, negros, blancos, ricos y pobres, estudiantes y trabajadores, los de adentro y los de afuera, junto a los vagos que existen en cualquier sociedad, están totalmente cansados, o mejor, agotados del Chávez-Madurismo. Esa corriente de pensamiento y acción, que no sé de dónde sacaron el nombre de “Socialismo del Siglo XXI”, se ha tragado a Venezuela. La ha ido descuartizando y engullendo cruda.

Visto desde hoy, no hubo fraude en las elecciones venezolanas, fue peor, hubo un PLAN muy bien conformado desde mucho tiempo antes para TRAGARSE LAS ELECCIONES, que diera paso a otro PLAN mejor conformado para ROBARSE Y QUEDARSE, por supuesto, con el país entero. Que no quepan dudas. No seamos inocentes, a pesar de las acciones diplomáticas correctas, los llamados a la paz, la presión que se pueda hacer por las organizaciones internacionales, los mensajes de amor o censura, Maduro es un ladrón.

Es ingenuo pensar que por las buenas Maduro llegó a pensar que ganaría. Nada más ver la reacción de los venezolanos dentro y fuera del país, era muy predecible que perdería. Venezuela se movilizó contra un gobierno, dicen que, como nunca. Él sabía y entonces se dejó de concentrarse en su campaña y se dedicó a estructurar el plan para quedarse en el poder, porque como se sabe, el gobierno de Maduro se supone dueño de la constitución, de todas las instituciones, incluyendo al ejército, y, por supuesto, de las personas. Maduro ha estado todo este tiempo, tratando de, por un lado, demostrar seguridad y valentía, mientras seguro toma medicamentos para la diarrea, y por otro, tratando de ganar tiempo, cada minuto para él, experto ganador de tiempo, cuenta.

No le importa enseñar nada, no le importa convencer a nadie, no le importa que le crean dentro y fuera. No le importa aquello de la ética, la moral, la dignidad, lo correcto. Le importa permanecer en el poder, aunque para ello tenga que matar a la mitad de los venezolanos y no es que esté tan borracho con el cargo de presidente, las cámaras, las entrevistas y el paso a los libros de historia que, como sabemos, los gobiernos totalitarios no sólo escriben, sino imponen como únicos, los dólares, el oro, etc., lo que sabe es que la debe y lo van a ir a buscar; sabe que no va a tener dónde meterse. Aunque nos pueda parecer un tipo fuerte, alegre y convencido, realmente es un pobre hombre, indigno, pero pobre hombre que está cautivo dentro de una jaula de la cual se niega él mismo a salir. Prefiere seguir enrejado, porque es ahí donde único encuentra seguridad.

Días antes en diferentes momentos, en sus discursos vomitivos, declaró: “Vamos a ganar por las buenas o por las malas”, “Si me tengo que convertir en dictador, lo haré”, “Si tengo que convertir a Venezuela en un baño de sangre, la convertiré”. ¿Alguien puede decir que estaba interesado en unas elecciones libres y transparentes y además aceptaría de buena gana el resultado de ellas? Con sólo estás tres ideas, basta y es más que suficiente para irlo a buscar y sacarlo a la fuerza, a él y a, como “daño colateral”, todo el que se ponga en el camino. Es cierto, en Venezuela, hoy Maduro está matando a la vaca, pero hay otros muchos que les están aguantando las patas.

Las fuerzas democráticas del mundo, los venezolanos de afuera y adentro, los pacifistas como yo, incluso los vegetarianos y los defensores de los animales y las 44 categorías humanas que se han creado en dependencia de la orientación sexual, estamos desesperado por cogerlo por el cuello y arrastrarlo. Los no adictos a la violencia, como yo, queremos crucificarlo al mejor estilo bíblico o como hacían los romanos también, empalarlo y dejarlo al Sol, el empalamiento a la sombra es para los no tan malos. Maduro no merece menos, todo esto sin que cante, si sale cantando al mejor estilo de imitación de su “padre ideológico” Chávez, entonces antes me gustaría sacarle las cuerdas vocales.

Maduro es una falta de respeto a la humanidad. Cree que es posible, contando con los militares cara de perros que le sirven de telón, burlarse de todo y de todos y sigo pensando que, en esta ocasión, más temprano que tarde, se tendrá que ir por las buenas, si le dan el chance, o por las malas si se demora mucho en coger las buenas.

Ahora, pensemos más allá, porque Maduro y Venezuela es un caso muy específico. Pensemos en lo que significa la opción, sea dónde sea, que pretende con falsos discursos, poemas y canciones, eternizarse en el poder y auto entregarse un país entero. Ni el gran Orwell hubiera sido capaz de ver estas jugadas y de seguro hubiera escrito otra novela, llamada ahora, 2024.

Así empezó Cuba, con un Fidel Castro que no cantaba, de seguro era muy malo cantando, pero que, desde una posición muy humilde, hablaba de democracia y pueblo, hablaba de restituir las garantías destruidas por Batista y aseguraba que sus intenciones no eran políticas para nada. Muchos lo vieron como un mesías enviado sólo como salvador. Fin del cuento, más de 60 años de un gobierno comunista en el poder absoluto y la destrucción total de un país que no exento de problemas, era lindo.

No existe un cubano, que por sí solo sea capaz de listar todos y cada uno de los cambios, maniobras, promesas, idas y vuelta, limpiezas de todos tipos, que se hicieron y aun se hacen para mantener el poder, cada uno de nosotros sólo tenemos pedazos de la historia.

Fidel cansado y enfermo, levantó la mano de su hermano Raúl y al mejor estilo faraónico lo clavó en el poder, Raúl cansado y medio alcohólico, señaló con el dedo y clavó a Díaz Canel. Los tres sólo tiene una dirección para el amor, igual que Maduro, el pueblo. A veces pienso que pueblo debe ser el nombre que le han puesto a un perro o un gato que tienen, a veces pienso que pueblo es el nombre que le han dado a un cerdo que como mascota crían.

Muchos internacionales, que no son ciegos y que tienen muchas experiencias, siguen hablando de las actas y el conteo, quizás porque siguen un protocolo o porque, como en otras ocasiones anteriores, su misión sólo llega a eso. A muchos internacionales les cuesta trabajo aun llamar dictador, asesino, corrupto y ladrón públicamente a Maduro, quizás unos por asesinos, otros por dictadores, otros por corruptos y ladrones, pero al final, la verdad se va a imponer.

Yo, que soy partidario de la opción civilizada y pacífica, democrática y mayoritaria, propongo irlo a buscar y vestirlo de naranja, no le debe quedar mal el color.

Mientras más tiempo pase, mayor destrucción.







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