miércoles, 2 de octubre de 2024

589.- Los ojos de la presentadora ganaron el debate.

Acaba de ocurrir el debate entre Tim Walz y J.D. Vance, los dos candidatos a vicepresidentes en las próximas elecciones de noviembre de 2024, el primero demócrata, el otro republicano.

Según la tradición, estos debates entre los candidatos a vicepresidentes no son muy importantes porque al final los norteamericanos votan por el presidente y la segunda figura, cosa que no debería ser al menos vista así, es sólo la llamada “guarnición”, o sea, el acompañamiento del plato fuerte.

Y digo no debería ser vista así, porque muchas veces, esa figura vice, es el escogido para, primero, sustituir al presidente en el poder; incluso como comandante en jefe del ejército; segundo, para postular un nuevo presidente en futuras elecciones tratando de mantener el poder de determinado partido político. Se debería aspirar a tener también un buen vicepresidente.

Es cierto que, en una familia, generalmente, la madre o la abuela en defecto de la primera, es importante, pero el padre también lo es, entonces la mejor familia está compuesta por dos cerebros que van en una misma dirección a la misma velocidad. ¿Qué es un gobierno sino una buena familia?

El debate, primero en su estructura, me pareció muy bueno, a diferencia del último debate de los candidatos a presidentes.

Los contendientes políticos se saludaron, se agradecieron, incluso por momentos declararon que estaban de acuerdo en parte de lo que el otro decía. Fue un debate amable y entendible, porque los que están debatiendo son humanos que pueden tener diferentes puntos frente a un tema, pero no tiene que mostrarse como enemigos acérrimos que vienen a matar a su oponente.

Fue una buena posibilidad porque hoy todos conocemos a Trump y a Harris, pero poco conocemos a los vicepresidentes por ellos mismos y lo mejor es que estas dos personas no se dedicaron como primer objetivo a agredirse entre ellos, con mentiras y verdades, o medias de ambas cosas, pero a agredirse. Los debates pierden y terminan siendo hasta desagradables, al menos para mí, cuando todo el tiempo se está atacando, incluso con estupideces, al contrario.

Los temas, nada nuevo, fueron los mismos que se vienen presentando por los aspirantes a presidentes, ahora con diferentes caras. La economía, la frontera y los inmigrantes, el aborto, etc. A mí, Vance me pareció muy bien al quitarse la imagen que le han querido dar de ultraconservador. Me pareció mejor que no negara, no lo puede hacer, su oposición a Trump en el pasado y que fuera capaz no sólo de explicar el por qué, sino salir airoso de la explicación.

Creo que fue algo bastante parejo, para aquellos que siempre piensan en quién ganó y quién perdió. Ahora, me parece también que el candidato republicano Vance, se llevó un poco la diferencia y se puso a la cabeza por un poquito.

Walz se vio dudoso al principio, le dio para adelante y atrás a algunas ideas, pero profesor al final, supo salir del tema, sino aclarando del todo, por lo menos no desmayándose.

Mentirillas o afirmaciones de campaña, bueno para eso fueron allí.

Me gustó en lo personal que se despidieran respetuosa y amigablemente, uno es senador, otro es gobernador, estatus muy altos de la política norteamericana, lo que no quiere decir que tenían que salir de allí para un bar a emborracharse y burlarse de todo lo que está pasando.

Ahora, lo mejor de lo mejor del debate, lo más llamativo, lo diferente, lo irrepetible, lo que más me llamó la atención, fueron los ojos de una de las presentadoras, Norah O’Donnell.

En realidad, para mí gusto, podrían haber puesto el audio de fondo con las intervenciones de los aspirantes a vice y haber dejado la cara de la presentadora, que ya para nada es una bella chica veinteañera, todo el tiempo al aire. 

He visto de diferentes fuentes, tres veces el debate y descubro que no estoy escuchando, a lo mejor debería haber estudiado oftalmología.

Fue un buen debate. JAJAJA.

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