domingo, 27 de octubre de 2024

593.- Doce excepcionalidades


Mia Isabella, mi nieta, que ayer cumplió 12 años, es una niña en camino a la adolescencia o una adolescente que deja la niñez, excepcional.

Y cuento lo de excepcional no porque sea precisamente mi familia directa, de haber sido fea, bizca, sin pelos, jorobada e incluso anormal, la hubiera querido igual, quizás, como suele pasar en muchos casos, la hubiera querido con ese extra que merecen los feos y enfermos. Digo que es excepcional, porque a mis años muy vividos, conozco de excepcionalidades.

Poseedora de unos bellos ojos azules desde que nació y por suerte, sobre todo para ella nunca le cambiaron de color y que además no son para nada comunes en mi familia, es una mezcla muy llamativa de dos fuertes culturas, por un lado, es muy americana, su nacimiento y desarrollo así lo delatan y por otro lado es muy cubana, a partir de todo el entorno que le ha permitido existir.

Es una persona que exhibe sobre todo una mezcla también, el dinamismo de su padre y la madurez de su madre, con lo cual no estoy diciendo que el papá no sea maduro y la mamá no sea dinámica.

Mia es una mezcla de un inglés perfecto, que le permite incluso a su corta edad, mantenerse escribiendo un libro de una historia que se ha inventado y no un castellano, sino un cubano casi perfecto también, pero además medio cómico.

Mía siempre está presente, no importa si está mirando su celular, viendo algo en la TV, tejiendo o haciendo otra cualquier manualidad, tan pronto le toca responder o participar sus intervenciones son casi magistrales, de esas que suman, además, a veces, enormes picardías.

Es fanática al congrí cubano, que los americanos desconocen hasta que lo prueban, hecho por su abuela y por su abuelo que, me place decir, que es mejor y es extremadamente dulce, pero muy definida, cuando dice: ”yo soy cubana” y muy definida como cubana cuando algunas veces muy bien escogidas, al estar haciendo un cuento de algo que la disgustó en extremo y siempre, pidiendo perdón por lo que va a decir y mirando a sus padres, afirmar: “yo me empigué”, idea que, podría ser considerada fatal, pero que en boca de Mia, que ha crecido y lleva viviendo 12 largos años en una familia donde, ·yo me empingo, tu te empingas, nosotros nos empingamos", etc., no deja de traer risas. “Me empingué” mencionado con esa mezcla de inglés y cubano, es siempre algo muy refrescante, que termina ocasionado risas.

Aquella niña que un día comenzó en clases de Taekwondo, hoy además de cintas, acumula medallas de victorias obtenidas sobre el tatami no sólo de su escuela, sino en competencias Inter escuelas e Inter ciudades de Texas.

Recientemente medalla de oro, en la técnica para romper tablas, que debe tener un nombre técnico en coreano y medalla de plata, cuando yo abuelo arbitro pienso que debería haber sido oro, en sparring o combate. Todo esto, al pasar de los años, por su propio interés y disfrute. Asisto a muchas de sus clases como brigada de apoyo y Mia disfruta y se divierte mientras está practicando.

También como disfrute, sabe de música, hoy ha dejado sus estudios de guitarra, pero toca piano, sacando ella sola los acordes de canciones y ahora pertenece al grupo de cuerdas de su escuela, tocando algo tan extraño para nuestra cultura cubana como la viola. Ya hemos estado de concierto.

Mia va a ser una buena mujer y va a tener una bella figura y cuando crezca más, una buena madre, conozco bien el tema y estoy seguro de que: “De castas le viene al galgo”. Mia que aprende rápido, podrá ser la receptora de esa cultura femenina que tiene en su familia que hoy consume y mañana estará dispuesta a echar para adelante continuando la tradición. 

Además de colaborar con algunas tareas domésticas cotidianas y diarias, por ahora también practica con sus hermanas: “Mia ven a jugar un rato con Maeve”, Mia vigílame 2 minutos a Melodie”, a lo cual, ella, esté haciendo lo que esté haciendo se incorpora siempre no sólo dispuesta, sino sonriente.

Mia acaba de cumplir sus 12 años, rodeadas de personas que la quieren mucho, no por un tema puramente administrativo, sino porque ella excepcional hija, hermana, nieta, sobrina, prima, se lo merece. 

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Mia Isabella, my granddaughter, who turned 12 yesterday, is a girl on her way to adolescence or an adolescent who leaves childhood, exceptional.

And I say the exceptional not because it is precisely my direct family, if it had been ugly, cross-eyed, hairless, hunchbacked and even abnormal, I would have loved it the same, perhaps, as often happens in many cases, I would have loved it with that extra that the ugly and sick deserve. I say that it is exceptional, because after my very lived years, I know of exceptionalities.

Possessed of beautiful blue eyes since she was born and luckily, especially for her they never changed color and they are also not at all common in my family, she is a very striking mixture of two strong cultures, on the one hand, she is very American, her birth and development give it away and on the other hand she is very Cuban,  from the entire environment that has allowed it to exist.

He is a person who exhibits above all a mixture as well, the dynamism of his father and the maturity of his mother, so I am not saying that the father is not mature, and the mother is not dynamic.

Mia is a mixture of perfect English, which allows her even at her young age, to keep writing a book of a story that she has invented and not a Spanish, but an almost perfect Cuban too, but also half comical.

Mia is always present, it doesn't matter if she is looking at her cell phone, watching something on TV, knitting or making any other craft, as soon as it is her turn to respond or participate her interventions are almost masterful, those that also add up, sometimes, to enormous mischief.

She is a fan of the “Cuban congrí”, which Americans do not know until they taste it, made by her grandmother and by her grandfather who, I like to say, is better and is extremely sweet, but very defined, when she says: "I am Cuban" and very defined as Cuban when sometimes very well chosen, when she is making a story of something that displeased her extremely and always,  asking forgiveness for what she is going to say and looking at her parents, affirming: "Me empingué”, an idea that could be considered fatal, but that in the mouth of Mia, who has grown up and has been living for 12 long years in a family where, “Yo me empingué, tu te empingaste, nosotros nos empingamos, ustedes se empingaron”, etc., it does not cease to bring laughter. "Me empingué" mentioned with that mixture of English and Cuban, is always something very refreshing, which ends up causing laughter.

That girl who one day started in Taekwondo classes, today in addition to ribbons, accumulates medals of victories obtained on the tatami not only of her school, but in inter-school and inter-city competitions in Texas.

Recently gold medal, in the technique to break boards, which should have a technical name in Korean and silver medal, when my grandfather referee I think it should have been gold, in sparring or combat. All this, over the years, for their own interest and enjoyment. I attend many of her classes as a support brigade and Mia enjoys and has fun while she is practicing.

Also, as an enjoyment, she knows about music, today she has left her guitar studies, but she plays piano, taking out the chords of songs on her own and now she belongs to the string group of her school, playing something as strange for our Cuban culture as the viola. We have already been to a concert.

Mia is going to be a good woman, and she is going to have a beautiful figure and when she grows older, a good mother, I know the subject well and I am sure that: "From castes it comes to the greyhound". Mia, who learns quickly, will be able to be the recipient of that feminine culture that she has in her family that she consumes today and tomorrow she will be willing to move forward by continuing the tradition.

In addition to collaborating with some daily and daily household chores, for now she also practices with her sisters: "Mia come play for a while with Maeve, Mia watch for 2 minutes to Melodie", to which, whatever she is doing, she always joins willingly, always smiling.

Mia has just turned 12 years old, surrounded by people who love her very much, not for a purely administrative reason, but because she is an exceptional daughter, sister, granddaughter, niece, cousin, she deserves it.


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